Capítulo 12

— ¿Y prefieres entonces estar con un idiota que ni siquiera te quiere y que tiene un amante?¡Por favor Dominic! Yo soy el indicado para ti, nosotros estamos hechos para estar juntos bebé... Tú mismo me lo dijiste, esa noche en tu cuarto, me abrazaste y me dijiste que me amabas... Que eramos perfectos juntos... ¿Me estabas mintiendo entonces? —sus ojos color ámbar habían perdido todo brillo de humanidad, mientras que se llenaban de lágrimas al recordar el día en que lo dejó— Eres lo único que tengo en la vida Dippy lindo... Sabes que yo puedo hacerte feliz, por favor déjame hacerlo, para eso nací... Para eso vivo, para hacerte sonreír... —

— Yo no recuerdo esa noche, y si lo dije, probablemente fue antes de que te mostraras como de verdad eres, Billgard. Tal vez no tomé las mejores decisiones en mi vida, pero definitivamente, alejarme de ti fue en la única que tuve razón —se soltó bruscamente de su agarre, alejándose un par de pasos, su corazón bombeaba con fuerza por el miedo que sentía ante la respuesta que podría recibir de parte del rubio, estando en una calle prácticamente desolada, sin ningún tipo de comunicación con su mejor amigo. No le extrañaría que ni siquiera amaneciera al día siguiente.

Sin embargo, la respuesta del rubio fue inesperada. Se dejó caer de rodillas al suelo, aferrándose con todas sus fuerzas a las piernas del castaño, totalmente desesperado por cambiar la idea que el menor tenía de él. Después de todo, no tenía familia, lo habían abandonado en un orfanato del cual se fue a los dieciséis años, sólo quería estar en la vida de la persona que más adoraba en el mundo, el único que siempre había sido bueno y honesto con él.

— P-Por favor Dominic... Si te perdiera de nuevo yo no podría seguir viviendo... Eres todo para mí, por favor dame una oportunidad... S-Seré mejor que Mason, mejor que cualquiera con el que hayas estado, pero no me apartes de tu lado, por favor Dominic... —el pecho de Dipper se comprimía al ver el estado del rubio, dispuesto a humillarse por una oportunidad. Sin embargo, había tenido suficiente tiempo de conocerlo, sabía que ese arrepentimiento sería momentáneo y que no tardaría demasiado en volver a ser un celoso controlador.  

Y es que ese era Bill, así era él. Posesivo, celoso, llegando a ser muy controlador respecto de las personas que se acercaban demasiado a su pequeño adorado, no quería que se lo arrebaten, y la mejor manera de evitarlo era que nadie estuviera a ese alcance, si eso significaba tener que encerrarlo en una habitación sin ventanas lo haría, con tal de no perderlo, cualquier cosa era viable, siempre y cuando Dipper estuviera a su lado.

— Por favor déjame ir... Por favor Bill —habló con una voz suave que derretía el corazón del rubio, con una dulce mirada ante la que no podía negarse a nada, sin embargo, esa cita era algo que llevaba planeando hace años, no la iba a dejar a medias. No podía evitar el impulso de ceder cada vez que sentía las suaves caricias del menor sobre su mejilla, anhelaba cada noche sentirlas, imaginaba la cálida y dulce sensación que producían, sin embargo, nada de lo que había imaginado se comparaba a sentirlas realmente.

— No puedo dejarte ir... Tendremos la cita y luego te dejaré en tu casa, ¿esta bien? Por favor... Quiero cenar contigo... —como si se tratase de algún tipo de contraataque, la mirada de Bill parecía la de un perrito mojado, que apenas había escapado de una fuerte tormenta para suplicarte por refugio. 

— Sólo será la cena... —

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