Endless
Si los latidos que escuchabas de su corazón cuando dejabas reposar la cabeza sobre su pecho te transmitían tal tranquilidad que deseabas quedarte así toda la vida, deberías plantearte si es la persona de tu vida. Mueve la mano hacia tu cabello, permitiéndose el lujo a sus juguetones dedos de acariciarlo y hacerte sentir querida, cuidada, protegida, tanto que te atreverías a cerrar los ojos por un eterno y traicionero segundo cayendo enseguida en un profundo sueño y quedando a su más pura merced bajo el pensamiento de que nunca te abandonará... Pero ignoras dicha posibilidad y te mantienes como un perro fiel a su lado porque te hace sentir bien, tú también le haces sentir bien y se encarga de hacértelo saber día a día sin cesar, algo tan repetitivo que dista de la monotonía y ves algo tan bonito y único, eso tan simple logra arrancar de tus carnosos labios una destellante sonrisa, esos simples "te quiero" hacen que el sol ilumine tu más profundo día de tormenta formando así esa cinta arcoíris protectora de vuestro secreto más oscuro: la pasión.
Sientes el calor de su mano cuando pasa a recorrer con ella tu desnuda piel, parte a parte, tramo a tramo, te tiene cazada en su red de diamante, y aún así, no te resistes ni tratas de escapar, te tiene convencida de que es el amor de tu vida, por lo tanto sabes con certeza que nunca te hará daño, él no, él es el que te cuida, y quien te cuida jamás de dañaría, él nunca, él nunca, él nunca... Lo sabes por la forma en la que te hechiza haciéndote verle únicamente él porque es tu rayo de esperanza, tu ser de luz y protector de las sombras... Tu ángel. Pero ese ángel también es demonio discreto, dispuesto a actuar si la situación lo requiere optando por cualquier método pero claro, cuando tú no le ves, o si lo haces, haces ojos ciegos y oídos sordos porque para tí es perfecto, y la perfección no lleva maldad adjunta en su nombre.
Él no es el único que lleva la palabra "perfección" en su nombre, porque tú también la tienes, eres la única estrella que brilla en su cielo más oscuro de su noche eterna, por eso nunca te soltaría dejándote caer y condenándote al vacío. Tu calor, tu voz, tu risa, tu sonrisa, tus manos, tu cuerpo... Tú y solamente tú, eres su droga favorita y sería capaz de matar y morir por ella, ya sea de sobredosis o por no perderla pero tu tienes que saber ponerle freno, eres su voz de la razón y por tí está cambiando pero no te percatas de que él también te está cambiando a ti atrayéndote lentamente hacia el mundo de las sombras. Ya no eres esa niña que nunca dejaba de sonreír, pasase lo que pasara, ahora hay días en los que te sumerges en un mar de lágrimas preguntándote: ¿Qué estoy haciendo mal?, Ya no eres esa niña lista y atenta con todo el mundo puesto que ha puesto en tus ojos una lupa que le visualiza sólo a él, te obliga a olvidarte de lo demás, no eres esa niña que antepones la familia y los amigos porque claro, la regla de toda amistad es amigos antes de novios, pues ahora cada vez está más difuminada en tus recuerdos casi encerrada en tu subconsciente porque ahora eres su chica, SU chica, solo suya y eso te ha convertido en una persona solitaria, una persona acostumbrada tanto a alguien que le deifica y convierte su vida en una fantasía de color rosado.
Pero sigue cambiando, tu emoción ya no le hace reaccionar como antaño solía, no te mira con ese brillo de felicidad que tanto le caracterizaba... No lo entendías pero deseabas más que cualquier cosa hacerlo... Te resultaba imposible. Cada vez estaba construyendo una barrera más y más alta de pasividad, por ella no podías llegar a tu salvación, no podías llegar a tu ser de luz, ese ser que cada vez se oscurecía más. Lo seguías justificando con falacias como que era temporal, que esa negra niebla se disiparía con la calma que siempre venía tras la tormenta.
Entonces pasó.
Toda la esperanza que tu corazón albergaba desapareció como si nunca hubiera existido cuando la pared de la habitación golpeó con brusquedad tu espalda, no podías separarte de ella porque su cuerpo no te lo permitía, estaba tan amenazante que solo te sentías pequeña, tanto que tenías mover un mísero músculo de tu cuerpo. Solo querías desaparecer porque te aplastaba con su inmensa furia, te aplastaba tanto que logró que una frívola lágrima descendiera por tu frágil mejilla... Algo cambió en él, pero eres incapaz de verlo porque no puedes pedirle a un ciego que recupera la vista comprender qué es cada cosa que su nueva vista observa a su alrededor al primer día, ahora veías la clara furia de sus ojos y eso te asustaba pero te culpabas estúpidamente por ello, solo podrías haberlo enfurecido tú con tus continuos errores. No conocías su pecado como pensabas, no sabías que el problema lo tenías delante de tus narices pero cuando empezaste a ser mínimamente consciente, cuando tu instinto de supervivencia de defenderte, de salir corriendo comenzaba a dejar ver sus raíces, el rostro de tu temido amado cambió radicalmente, sus labios formaban un lamentado "lo siento" acompañado por un hilo de voz. Te dio pena y he ahí tu error, ese fue el motivo por el cual tus manos ascendieron hasta llegar a rostro, tomándolo con suavidad para depositar un beso que supuestamente tendría que hacerte olvidar el dolor, y así sucedió, lo que tampoco sabías era que ese miedo no se iría tan fácilmente de tu palpitante corazón, ¿Lo conocías? Es esa tortuosa sensación de que puede que ese fuera el primer desliz, pero no sería el último, te estás convirtiendo en un corazón adicto al fuego y un día te quemarás.
Los días venideros fueron tranquilos, normales pero esa normalidad fue truncada sin remedio, ese oscuro día marcó el antes y el después, pero sobre todo escribió vuestro final, erais como el mar y te diste cuenta, siempre hay series de, por lo menos, cinco olas en cada una, se dió la primera, fue seguida de otra y de otra, avecinando la más fuerte. Ese era vuestro día, el día de la semana que podíais dedicaros únicamente a vosotros y, como de costumbre, te llevó al bar que hacía esquina en el amplia plaza central de la ciudad. Últimamente no te maquillabas, no te ponías guapa para ti misma porque a él no le gustaba además de que no necesitabas contentar a los demás, que estabas bien siendo tal y como eras y que le encantabas, eso cuando no optaba por aquel tono imperativo que tanto temías y acostumbrabas a evitar haciéndole caso, al igual que terminaste por optar de ir con ropa cómoda de sport a ir arreglada a pesar de que eso no era lo que querías. Pidió por ti, como siempre, llevó él las consumiciones a la mesa, como siempre, no soportaba que establecieses cualquier tipo de contacto con otros, en especial el camarero a sabiendas de que se trataba de tu amigo de la infancia, había levantado y ampliado los muros a ti, te mantenía encerrada y asediada en ellos sin tu permiso, el cual no necesitaba para tomar por ti tus decisiones. No querías perderlo, y por ello le consentías todo, un día te paraste a imaginar una vida sin él pero en tu mente solo se mostraba la imagen de la más pura soledad, un vacío eterno que abrumaba tu alma y, por supuesto, temías esa situación, la temías como a la muerte misma. "¿Quién te va a querer si no lo hago yo? Solo yo te haré bien, solo yo puedo quererte, sólo yo puedo protegerte, solo yo puedo contentarte... Los demás sólo ven en ti un objeto sin valor de usar y tirar donde yo veo un diamante en bruto más valioso que la vida misma, por eso no debes dejarme, solo yo puedo entenderte y solo yo daría la vida por ti, mi amor" y tú le creíste, era tu más puro credo a pesar de las adversidades, tu salvador, tú su princesa y él tu caballero de la brillante armadura pero no sabías que para él eras una posesión que podía manejar y utilizar cuando se le viniera en gana. Así era vuestro día a día, él recordándote lo mucho que te "quiere" y lo mucho que os necesitáis, a los ojos de tu familia siempre fuiste una hermosa flor negada del sol y en régimen de hidratación para ser controlada así como un Bonsái, te aislaba hasta de tu posesión más preciada, esa familia que tanto se preocupó y seguirá preocupando por ti, tristemente se encargó de ponerte en su contra para facilitarte su olvido.
Pasaba el tiempo y estabas cada vez más sola en casa esperando por su llegada, la cual a veces ni se daba hasta bien entrada la madrugada, no notabas las miradas de pena que la gente hacía caer sobre tí al ver las marcas mal ocultas en tu piel por el maquillaje, tu cuello a veces se hallaba con una tonalidad púrpura, o tu rostro, tu cuerpo no lo veían pero los hematomas eran evidentes, "Lo hago porque te quiero" te repetía siempre que terminaba de ensañarse en ti, haciéndote sentir cada vez más mierda de lo que ya te sentías de por sí, culpándote de algo que no merecías ser culpada como lo eran sus ataques de rabia, como lo era su nueva adicción al alcohol, como lo era su nueva persona, él no era el chico del que un día te enamoraste pero pensabas que aún lo amaba, y que lo amarías porque él ha instalado un virus en tu cabeza que no te deja pensar ni un milisegundo qué es lo que está bien y qué es lo que está mal porque los golpes no vinieron de repente, se mostraron de una forma sutil y difuminada que cada vez incrementaban en cantidad y potencia hasta que un día no pudiste más, ese instinto de supervivencia que un día dejaste plantado en tu jardín de muerte logró florecer en forma de una empuñadura de cuchillo de cocina, él borracho y tú peligrosa, eso solo podía tener un final pero estabas aterrada, tanto que la parálisis tomó el control de tu cuerpo evitando cualquier tipo de movimiento, le escuchabas acercándose, le veías en el reflejo de los azulejos desequilibrado como de costumbre y con un rostro endemoniado porque ignoraste sus mensajes y llamadas, porque no tenías la cena hecha y, sobre todo, porque no fuiste a abrirle la puerta como buena perra obediente suya que eras. Se acercó tanto que te asustó, te acorraló contra la pared, así como algún día hizo pero con la diferencia que de un momento para otro te diste cuenta de sus ojos, se abrían sorprendidos admirándote y supiste el porqué de esa reacción cuando sentiste el caliente líquido rojo de su sangre, cuando alzó la mano para intentar algo volviste a perder el control de tu cuerpo porque cada vez que parpadeabas te veías apuñalándole una, y otra, y otra, y otra vez... Las veces suficientes para que se desplomara su cuerpo inerte al suelo tras un casto susurro que se quedó por el resto de los tiempos en tu cabeza. "Puta". Caíste arrodillada al suelo justo al lado del cuerpo del hombre que un día osó ponerte la mano encima, estabas junto al cuerpo del hombre que un día abusó de ti, un día te controló, un día se adueñó de tu vida... Un día te convirtió en su títere. Y lo sentiste. Sentiste el vacío profundo que un día imaginaste que sentirías sin él pero esta vez todo se multiplicaba por cuatro, le habías matado y no podías remediarlo por muchos "no" que repitieras girando en llantos, por mucho que trataras hacerlo reaccionar al poner tus manos en su cabeza. Le habías matado, ¿Y ahora qué? ¿Quién te creería? Entrarías en la cárcel por homicidio imprudente porque no lo verían como defensa propia, ¡Estabas en peligro! Las oscuras marcas de tu piel te delataban. Tus vecinos fueron tu única salvación, tu abogado pudo demostrar tu inocencia y el juez abrazó la absolución por actuación en legítima defensa, consiguieron demostrar tras duros procesos atrasados por culpa de la familia del fallecido pero nunca se te podrá hacer justicia, la grave marca que dejó en tu memoria jamás podrá ser eliminada y aun muerto, hizo su propio juicio para condenarte en el desdén.
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