𔘓 Lunes
Estaba agotado, trabajar durante casi once horas diarias era un martirio. Sentarse frente a una computadora con miles de planillas por llenar cada día a veces le proporcionaba un leve dolor de cabeza y ni hablar del ajetreado ritmo de trabajo donde tenía que ser lo más ágil y rápido posible, tenía que contenerse para no tomar el teclado y lanzarlo directamente en dirección hacia la cabeza calva de su exigente jefe o en su defecto en la de alguno de sus tediosos compañeros.
Digitó el código aceleradamente obteniendo acceso a la casa en ese mismo instante, suspirando quitó sus zapatos en la entrada y seguidamente el saco, sentía sus músculos entumecidos y un poco de presión en la columna por permanecer en la misma posición por tanto tiempo. Estaba un poco estresado, pero su mente solo podía pensar que al menos ya estaba en casa.
Pronto unos ladridos se escucharon y su hermoso hijo de cuatro patas hizo aparición, moviendo su cola encantado de verlo, acercándose con ganas de que la mimara y le diera atención, no tenía como no sonreír ante ello y a pesar del incomodo en su espalda se agachó para acariciar su cabeza peluda, recibiendo una lamida en el rostro como respuesta.
Estaba tan concentrado que no escuchó los pasos, pero al levantar la vista se encontró con su novio de pié, observando como repartía caricias en la cabecita de Holly, y su sonrisa no hizo más que expandirse. Ver a su novio era la única parte buena de su día.
Se puso en pié y enseguida avanzó hacía Hoseok, quién no dudo en rodear su cuello con sus delgados brazos, a lo que YoonGi aprovechó para envolver su cintura y compartir un pequeño beso de bienvenida a su hogar, sentía que con tan solo un beso de él podría curar todos sus males.
—¿Estás muy cansado, uhm? —preguntó Hoseok, notando la cara de agotamiento del mayor.
—Así es, quisiera no tener que regresar allí —respondió sincero —. Sino fuera porque la paga es buena ya le hubiera dicho un montón de mierda al jefe.
—Uh, ¿pasó algo hoy? —Interrogó el menor, desenredando sus brazos que aún se mantenían en el cuello de YoonGi, para guíar sus manos al nudo de su corbata, aflojandola.
YoonGi abrazó aún más su cintura para pegarlo a su cuerpo y poder llenarse del delicioso olor que emanaba de Hoseok, tenía un efecto calmante sobre él.
—El viejo estaba insoportable hoy, quería que tuviera todo listo en el menor tiempo posible y ni siquiera nos dejó salir a la hora del almuerzo —se quejó, arrastrando un poco las palabras —. De verdad ya no lo soporto.
Hoseok retiró la corbata y la puso a un lado, acariciando la nuca del mayor con una de sus manos, intentando relajarlo un poco.
—Creo que también odio a tu jefe —soltó el castaño —. Y espero que te llamen de otra empresa, ya has enviado muchos currículos, estoy seguro de que pronto podrás salir de ahí.
—Mm —contestó, hundiendo su cara en el cuello de su novio —. Tú eres lo único bueno de mi día.
El castaño sonrió, separandose de su abrazo escuchando el quejido de YoonGi por ello.
—¿Por qué no tomas un baño? Ya pedí comida, no debe tardar en llegar —sugirió —. Luego podemos ir a la cama juntos y allí te doy un masaje, veo que no fue un buen día.
El mayor asintió ante lo dicho, definitivamente de toda la semana el lunes era el peor día, sollozaba internamente pensando en que mañana tendría que volver a ese infierno al que llamaba trabajo. Decidió hacer caso a la sugerencia de su novio, caminando directamente hacía el baño, esperaba que el agua relajara sus músculos tensos.
Estuvo en la regadera hasta que se sintió lo suficientemente fresco y limpio, a pesar de todo no sintió mucha diferencia en cuanto al dolor, pero por lo menos se sentía mejor con el olor a jabón de lavanda. Se secó y salió directamente hacía la habitación, se colocó la ropa que usaba como pijama, y volvió a la sala, observando como Hoseok acomodaba los platos sobre la mesa, su estimo hay rugió ante la vista del pollo frito y los vegetales.
Se sentó y Hoseok también lo hizo frente a él, pasándole unos palillos.
— ¿Y qué tal estuvo tú día? —quiso saber el mayor mientras tomaba algunos vegetales con los palillos y llevándolo inmediatamente a su boca.
—Bien, fue lo de siempre en las clases, me dejaron mucha tarea que seguro haré a última hora y luego de la universidad Jimin me acompañó a llevar a Holly al veterinario, lo vacunaron —comentó el castaño, escuchando el ladrido de su mascota, que al parecer respondía al escuchar su nombre.
YoonGi sonrió observando Holly recostado en una esquina, donde estaba su hermosa cama color verde manzana.
—Creo que para él no es un buen recuerdo —dijo el mayor, tomando un muslo del crocante pollo —. ¿Y qué tal todo con Jimin? ¿Ya está mejor?
Hoseok asintió.
—Sí, ya sabes cómo es él, se enamora en cada fiesta que va, según él ya superó al tipo —contó Hoseok —. También dijo que no quería saber nada más de los hombres.
YoonGi soltó una carcajada, sabiendo que esas palabras no durarían.
—Lo dudo mucho.
—Lo mismo le dije yo —dijo Hoseok, acercándose para mojar un poco del pollo en las salsas que estaban en el plato del mayor —. Lo que restó del día cuidé un poco del jardín y empecé a aprenderme algunas coreografias random para pasar el tiempo.
Lo que restó de su cena se basó en ambos compartiendo pequeños chismes, hablando de la vida de conocidos que no eran muy cercanos y compartiendo sus opiniones sobre ello. Cuando menos se dieron cuenta sus platos ya estaban vacios y sus estómagos llenos.
Hoseok se estiró en su silla, levantándose para tomar los platos sobre la mesa, agradeciendo que eran desechables, y YoonGi por esa vez no hizo cuestión de levantarse, el agotamiento no se lo permitía, desparramandose sobre la mesa. Al volver Hoseok lo encontró de esa forma y se acercó por atrás colocando sus manos sobre los hombros tensos.
—Hyung, estás un poco tenso —dijo el chico —. Vamos a la cama, papá me dio una crema el otro día que lo visité, creo que tenía analgésicos, podríamos probar.
El mayor respondió con un bostezo y un asentimiento, dejándose arrastrar por el chico hacía la habitación que ambos compartían.
—Quitate la camisa por favor —pidió, YoonGi sin pensarlo dos veces tirándose como un pingüino hacía la cama.
Hoseok sonrió por lo adorable, buscando entre sus cosas hasta dar con la crema, y enseguida subiéndose a horcajadas sobre el trasero de YoonGi, el mejor puesto para realizar un masaje. Sirvió un poco de crema sobre la palma de su mano y la esparció entre sus dos manos, guiandolas hacía la blanca espalda de su novio, acariciando suavemente para cubrir toda su extención con la crema, y enseguida comenzar a masajear.
—Ah, Hobi, tus manos son milagrosas —comentó el mayor, soltando algunos quejidos, aunque a veces doliera un poco no era un dolor que molestaba.
—Sí, lo sé —respondió, sacándole una risita por lo dicho —. Tienes más lunares que antes.
—¿Sí? —preguntó un soñoliento YoonGi.
—Sí, y se ve precioso.
Hoseok continúo con su trabajo, masajeando sus hombros y bajando por la extensión de su columna, el área lumbar y terminando con los laterales de sus glúteos. Luego de eso se bajó de encima del mayor, y se acostó de su lado. YoonGi ni se importó en colocarse nuevamente la camisa, atrayendo a su novio en un abrazo. Beso la hermosa nariz de Hoseok y seguidamente sus labios.
A pesar de odiar los lunes, podría decir que terminó el día de la menor manera.
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