━━━03
《Kimi》
—¡Corre más rápido!—grita Leeseo.
Amo a mi niña, pero estoy listo para matarla. Gracias a ella, estoy fuera de la cama antes del medio día para trotar por la mañana alrededor de la cuadra. Soobin está corriendo a mi lado con una soga amarrada alrededor de su cintura. Agarrada del final de la cuerda está mi hija en sus patines.
—Vamos, Kimi—dice Soobin, sintiendo el inminente asesinato de mi hija—. Piensa en esto como práctica, en caso de que necesites huir de la policía.
—¿No puede dejar eso? Los odio—él ríe.
—Sé que eso no es cierto. He escuchado todo sobre tú y cierto alfa Choi—tropiezo—. ¡Woah!—agarra mi brazo y continúa corriendo—. ¿Te has enamorado de él ya?
—No me estoy enamorando de Choi Yeonjun. Es sólo que disfruto ser malo con él y él se lo toma bien.
—Sigue diciéndote eso, cariño.
Quisiera estamparlo contra el pavimento, pero él es un tipo bastante grande. Probablemente terminaría haciéndome daño a mí mismo.
—¡Más rápido!—Leeseo grita de nuevo. A SooBin parece no importarle, pero yo estoy a punto de matarlo.
Sin embargo, me encuentro a mí mismo corriendo más rápido a su lado. Las cosas que haces por tus hijos. Para cuando llegamos a nuestras casas, yo estoy listo para colapsar. Me inclino y pongo mis manos en mis rodillas. Jadeando, estoy a punto de caer cuando escucho una voz familiar.
—¡Kimi!—miró hacia arriba para ver a BeomGyu correr hacia mí.
—Hey, cachorro. ¿Qué haces aquí?—preguntó una vez que recupero el aliento. Él arruga su nariz.
—Hyein y yo estamos en casa de Hayhing. Hoy ella es nuestra niñera.
Oh, maldición, no.
—¡Hey, Gyu!—Leeseo patina hacia nosotros—. Deberías de venir a mi casa. Mamá me compró un casco nuevo, así que voy a practicar corriendo hacia las cosas con él para asegurarme de que sirva.
Debería de poner un alto a sus planes enseguida, pero estoy demasiado distraído. ¿Qué demonios estaba pensando Yeonjun al dejar a sus hijos con esa omega?
Le advertí que los secuestraría de nuevo si era necesario. Bueno... ahora mismo parece necesario.
—Soobin, ¿te quedarías con Leeseo por un minuto? Ahora vuelvo.
Soobin termina de tomar una botella de agua.
—Claro—el alfa tira de la cuerda, jalando a mi risueña hija hacía él.
—Vamos, BeomGyu—tomó su mano y me dirijo hacia casa de Hayhing.
Cuando llegamos ahí, Hayhing está tratando de pintar las pequeñas uñas de Hyein, pero ella no está cooperando.
—Cariño, tienes que quedarte quieta—dice Hayhing pacientemente.
—No puedo—responde Hyein botando un poco. Toco en el marco de la puerta para obtener su atención—. ¡Kimi!—Hyein corre hacia mí y envuelve sus brazos alrededor de mis piernas, así que sonrío y froto su espalda. Hayhing deja salir un pequeño resoplido y se para.
—Buenos días, Ni-ki. ¿Qué te trae por aquí?
—Oh, sólo estaba corriendo con Leeseo y Soobin cuando vimos a BeomGyu. Los chicos esperaban jugar juntos y no querían dejar a Hyein fuera, así que he venido para preguntarte si ellos pueden venir y jugar.
Voy a sacarlos de aquí no importa lo que ella diga, pero estoy tratando la ruta educada primero.
—Me temo que no—dice Hayhing—. Hyein y yo estamos divirtiéndonos mucho. ¿Por qué no sólo traes a Leeseo acá? Puedo vigilarlos a los tres—ella me sonríe. Perra.
—Sería más fácil para ellos si vinieran, así Leeseo no tendría que traer todos sus juguetes. Y eso te daría tiempo de disfrutar alguno de tus otros hobbies. Escuché que los Luo tenían al chico de la piscina viniendo hoy—sonrío de regreso. Yo también puedo jugar este juego.
—Dulzuras, ¿Por qué no van por una galleta a la cocina?—sé qué trama. Está mandando a los cachorros a otro lado para que no puedan escuchar. Cuando ellos se pierden de vista, ella se vuelve hacia mí—. Mira, así está la cosa. He estado detrás de Choi Yeonjun desde antes de su divorcio. No voy a dejar pasar la oportunidad de impresionarlo siendo buena con sus cachorros. Estoy segura que entiendes—ella guiña un ojo. Ugh.
—Oh, definitivamente—respondo en mi mejor tono chismoso—. Bueno, déjame hablar con Leeseo. Estoy seguro que estará encantado de venir. ¿Estás segura que no te importa?
—Claro que no—ella dice atropelladamente—. Mientras más, mejor. Estoy seguro.
Troto de regreso a través de la calle, donde Leeseo y Soobin están acostados en el pasto.
—Tenemos un problema. Si vamos a liberar a esos niños de las garras de Hayhing, voy a necesitar su ayuda—eso capta su atención—. Leeseo, necesito que vayas adentro por los Walkie-talkies.
—Sí, señor, corre hacia adentro—ella siempre está dispuesta para cualquier tipo de misión.
—Necesito un amable alfa joven para distraer a Hayhing. ¿Alguna sugerencia?—le pregunto a Soobin, esperando que él no se ofrezca de voluntario. En serio podría perderle todo el respeto.
—Hay un par de novatos en la estación. Han estado para ver algunos juegos y le han echado un vistazo a ella. Estoy seguro de que alguno de ellos estará más que dispuesto a ayudar—contesta.
Cuando asiento, corre hacia dentro por su móvil justo cuando Leeseo viene de regreso.
—¿Cuál es el plan, mamá?—pregunta en un susurro bajito. Es su voz sigilosa. Tomo uno de los Walkie-talkies y lo enciendo.
—Pon el tuyo en el canal tres y mantenlo en un volumen bajo cuando Hayhing esté cerca. No le dejes saber que lo tienes contigo—asiente seriamente—. Vamos a mandar a uno de los amigos de Hayhing para distraerla. Cuando suban a platicar, quiero que te pongas en contacto conmigo.
—BaekHo viene en camino—dice Soobin sonriendo ampliamente mientras regresa—. Está muy contento de ayudar—supongo que a veces es bueno que algunos alfas sean unos cerdos.
—De acuerdo, ¿Estás lista, Leeseo? —tendré que conseguirle algo por esto, aunque no parezca importante
Asiente.
—Voy a entrar—susurra conspiradamente. Mira hacia ambos lados antes de cruzar corriendo a la acera y entrar a la casa. Soobin se ríe.
—Estoy tan contento de que se mudaran a este vecindario. Tengo que prepararme para el trabajo. Si Hayhing llama a la policía, me encargaré de eso.
—Gracias, Soobin—sonrío. Ser amigo de un policía me está sentando bien. Mi papá estaría orgulloso.
Entro para limpiarme rápidamente. Entonces me siento cerca de la ventana, sosteniendo el Walkie-talkie y esperando a que BaekHo se presente. No tengo que esperar mucho. BaekHo trota por las escaleras y toca confiadamente la puerta principal. Cuando Hayhing abre, puedo ver la alegre sorpresa en su rostro. No sé lo que le está diciendo a ella, pero de pronto ella lo jala hacia dentro. ¡Con los cachorros en la casa! Puedo haberlo provocado, pero estoy horrorizado.
—Mamá Osa, aquí Ricitos de Oro. La zorra está con el sabueso. Repito. La zorra está con el sabueso. Cambio—mi niña está loca.
—¿Ricitos de Oro?
—Dejamos que Hyein escogiera los nombres. Cambio—eso tiene sentido, supongo. Puedo seguirles el juego.
—Copio eso, Ricitos de Oro. ¿Cuál es su ubicación? Cambio—aquí es donde me doy cuenta de que Leeseo y yo vemos demasiadas películas.
—Estamos encerrados en un cuarto viendo caricaturas. Cambio.
¿Cómo se atreve esa omega?
—¿En qué piso? Cambio—no estoy buscando ir a escalar algún edificio, pero si hay que hacerlo, tengo que hacerlo.
—Primer piso. Abrí la ventana, pero la caída es muy alta para Hyein. Cambio—ya voy en camino saliendo de la casa.
—Mamá Osa está en movimiento. Cambio y fuera.
Siento como si necesitara de la canción principal de Misión Imposible mientras me cuelo hacia la casa de Hayhing. Trato de no verme muy sospechoso, pero estoy seguro de que estoy fallando miserablemente.
Sonrío cuando veo tres cabezas pegadas a la ventaba abierta. BeomGyu habla primero.
—Pensé que realmente nos ibas a dejar aquí.
—Ni en sueños—le aseguro—. ¿Están listos para escaparse?
Leeseo y BeomGyu ayudan a Hyein a subirla lo suficiente para que pueda sostenerla bien. Ella se ríe cuando la sacamos.
—Esto es divertido—susurra. Antes de que pueda detenerlos, los chicos brincan, rodando en el pasto cuando caen. Se levantan sonriendo. Sacudo mi cabeza.
—No se lastimen ustedes solos. Me hará quedar mal—entonces, cierro la ventana y sonrio—. Vámonos de aquí.
Los cuatro no perdemos el tiempo y cruzamos la calle para entrar a la casa. Me pregunto cuánto le tomara a Hayhing darse cuenta que los niños han desaparecido. Advierto a los chicos de esconderse si el timbre suena en caso de que haga una visita sorpresa, pero sé que BaekHo la va a mantener ocupada un rato. Después de quitarme los zapatos, me giro para encontrarme a los tres cachorros viéndome.
—¿Les puedo ayudar en algo?
—Pensamos que te gustaría jugar con nosotros—dice BeomGyu, deslumbrándome con una sonrisa que pondría orgulloso a su padre.
—No voy a correr hacia las paredes usando un casco, si es a lo que se refieren—contestó—. Pero creo que es hora de que vean nuestro sótano.
—¿Sótano?—repite Hyein, luciendo confundida—. ¿Qué hay ahí?
Leeseo brinca emocionadísima.
—Vengan. Les enseñaré. Quítense los zapatos—ambos hacen lo que les dice antes de seguirla hacia la puerta del sótano. Enciendo la luz por ellos y Leeseo corre hacia adentro.
—¡Whoa!—dice BeomGyu.
—¡Métanse!—grita Leeseo. Sonrío por las caras de Gyu y Hyein. Ellos no se esperaban que una gigante alberca de pelotas estuviera en el sótano. BeomGyu me mira.
—¿Es seguro si me tiro de panza?—no lo sé, para ser honestos.
—Aguarda un segundo y lo averiguaré—contesto—. ¡Mira, Leeseo!—cierro los ojos y caigo hacia la alberca de pelotas. Los niños están riendo fuertemente mientras trato de ponerme de pie. Es difícil—. Cubre tu cara con tus manos y estarás bien—le digo.
—¡De acuerdo!—hace lo que le sugerí y cae dentro. Él y Leeseo empiezan a luchar y reír uno con el otro mientras Hyein sigue de pie en las escaleras.
—¿Qué está haciendo ahí, Señorita Hyein?—pregunto.
—Kimi, me voy a hundir—me dice tiernamente. Sonrío y sacudo mi cabeza.
—Nos agradas, Hyein. No dejaremos que te hundas.
—¿Te quieres subir a mi espalda?—ofrece Leeseo. Ella asiente, así que va hacia allá y le ayuda.
—Bueno, supongo que eso significa que tengo que subir a la espalda de BeomGyu.
Lo tacleo juguetonamente. Antes de que me dé cuenta, los tres están encima de mí. Tramposos. Jugamos en la piscina por al menos una hora antes de que salga a prepararles el almuerzo. Hyein se enganchó a mi espalda y ahora está sentada en la encimera, meneando sus pequeñas piernas.
—¿Kimi, puedo cocinar?—estoy a punto de terminar sus Sloppy Joes, pero suena tan dulce que es imposible decirle que no—. Estaba pensando en hornear algunos pastelitos después. ¿Te gustaría ayudarme entonces?—ella sonríe y asiente. La levanto y la llevo a la mesa—¡Cachorros! ¡El almuerzo está listo!—grito.
¿Quién necesita un intercomunicador? Jugar demasiado aparentemente ha motivado su apetito porque arrasan con todo. No estoy seguro de dónde lo meten. Una vez que están bien y rellenos, se sientan a ver una película mientras yo lavo los platos y dejo todo listo para hacer los pastelitos más tarde.
—¿Kimi?—llama BeomGyu quedito, entrando a la cocina— ¿Puedo pedirte algo?
—Seguro—me siento en la mesa y lo motivo a que se una. Camina nerviosamente, viendo a sus pies en vez de a mí.
—Um las eliminatorias de fútbol son mañana. Durante la temporada, un montón de mamás pintan letreros y cosas para sus hijos para animarlos durante los juegos. Me preguntaba si tal vez—se detiene con un suspiro frustrado.
—BeomGyu, si tú quieres que esté ahí y sea uno de esos omegas que gritan y vitorean, por ti y Leeseo—me detengo y hago que me mire—. Entonces vas a tener que dejarme besarte en la mejilla después de cada juego sin importar cuántos de los chicos estén mirando.
—Trato—sonríe y alza su mano para mí para sacudirla. Jalo al cachorro a un abrazo—. Gracias, Kimi—dice suavemente, abrazándome de vuelta. Leeseo y Hyein entran después de eso, y pongo a los tres a trabajar.
Cocinar con niños es incluso más desastroso que dejarlos decorar su propio helado. No hubiera sido tan malo si ellos no hubieran usado los diferentes glaseados de colores para una guerra de pinturas. Me las arreglo para mantenerme limpio. Ser el más alto tiene sus ventajas. Cuando el timbre suena de repente, todos se quedan quietos. Amo a estos niños. Les hago un guiño antes de ir a atender la puerta, esperando encontrar a una encabronada vecina.
— Buenas tardes, Kimi—una ronca y profunda voz me saluda de repente. Oh, esto es demasiado bueno.
—Hola, Yeonjun—digo con un ligero tono confundido—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Arquea una ceja.
—¿Estoy recogiendo a los niños?—suena más bien como una pregunta.
—Yeonjun, dejaste que Hayhing los vigilara hoy. ¿Recuerdas?—pregunto, sonando consternado. Mis habilidades de actuación han mejorado con la edad. Sus ojos se abren por la incredulidad.
—¿Dejaste a mis hijos con Hayhing?—medio grita.
—¡No! Tú dejaste a tus hijos con Hayhing. ¿En qué diablos estabas pensando?—le grito de vuelta.
—¡Estaba pensando que los ibas a secuestrar como siempre lo haces!—admite.
—¡Tú, idiota! ¿Por qué no simplemente me pediste que me quedara con ellos?—ya no es requerido que siga actuando. En serio. Su plan fue estúpido.
—Quería que fuera tu idea. No quería que te enojaras conmigo por presentarme tan seguido—contesta, pasando estresado sus dedos por su cabello. En secreto, tuerzo mi dedo detrás de la puerta, motivando a que Hyein salga—. Tengo que ir a sacarlos de ahí. Espero que no estén traumatizados.
Hyein sale a la vista.
—Hola, papi.
—Hola, Hyein—contesta. Entonces hace clic—. ¡Hyein!—se ve tan aliviado, y entonces juguetonamente me mira—. Oh, te voy a hacer pagar por esta, Yoo—alza a su hija y la aprieta contra él. Me hago a un lado para dejarlo pasar.
—Al contrario, me debes una por esto, Choi. Tuve que hacer un montón de movimientos para liberar a tus hijos. Involucro Walkie-talkies, inusuales nombres en código, y un adorable alfa llamado BaekHo.
Se detiene detrás de mí.
—¿Qué puedo hacer por ti, Kimi?
—Um—eso trato de atraparme con la guardia baja. De acuerdo, Señor de la Voz Ronquita—. Puedes llamar a Hayhing y decirle que vas en camino para recoger a los niños—eso no es lo que él esperaba, pero baja a Hyein y lo hace de todas formas.
Sonrío y señalo con la cabeza hacia la ventana.
—¿Qué estamos haciendo?—pregunta, llegando detrás de mí.
—Solo observa—contesto. Las palabras acaban de salir de mi boca cuando BaekHo sale corriendo, con su camisa desabotonada y sus zapatos en su mano. Brinca a su auto y sale de la calzada. Dos minutos después, Hayhing está corriendo por la acera hacia mi casa. El timbre suena—. Ven conmigo.
La expresión enojada de Hayhing rápidamente se desvanece cuando ve a Yeonjun parado junto a mí.
—¡Kimi! ¡Yeonjun! Yo estaba um...
—¡Hayhing! Justo le estaba explicando a Yeonjun cómo acepté voluntariamente a quedarme con los niños, para que así pudieras pasar el tiempo con tu invitado. Ese Hayhing de seguro era un fisgón—le guiño. Podría estar en Omegas Desesperados por cosas como esta.
—Sí, Hayhing. ¿Por qué no me dijiste que estabas ocupada? No te habría pedido que te quedaras con mis hijos si sabía que tu novio iba a venir. Los dejaré con Kimi de ahora en adelante—su brazo se enrolla alrededor de mi cintura y me jala más cerca. No planeaba esa parte, pero mantengo mi sonrisa falsa en su lugar.
—Oh—contesta la omega, sin saber qué decir—. De acuerdo, yo solo
—De acuerdo, adiós, dulzura—sonrío y cierro la puerta. Me giro hacía Yeonjun—. Si tu vuelves a dejar a tus cachorros con ella, los voy a secuestrar a ellos y dejaré que Hayhing te secuestre a ti—se encoge.
—Lo siento, Kimi. Supongo que realmente no pensé completamente.
—Y una mierda—contesto—. Si estuviera cansado de ti, te lo habría dicho. Tus hijos son bienvenidos aquí en cualquier momento.
—¿No estás cansado de mí, eh?—dice con una sonrisa torcida.
—De tus hijos—aclaro—. No estoy cansado de tus hijos. Tu eres parte del paquete que tengo que aguantar por el bien de BeomGyu y Hyein—me dirijo a la cocina.
Yeonjun camina detrás de mí y pone su brazo alrededor de mis hombros.
—¿De qué estás hablando, Yoo? Sabes que prácticamente somos los mejores amigos.
—Tú no eres mi mejor amigo—argumento.
—Oh, ¿en serio?—contesta con aire de suficiencia—. Entonces, ¿Quién es?
Lo pienso por un segundo.
—Ta Nannakun. Él ha sido mi mejor amigo desde la secundaria—já.
—¿Y, dónde está Ta Nannakun en este momento?—mierda.
—Él sigue en Tailandia—creo. Realmente no he hablado con él en un tiempo. De acuerdo, tal vez no somos los mejores amigos—. Bien Soobin es mi mejor amigo, entonces.
—Nope, lo siento—dice, sacudiendo su cabeza—. Soobin es tu buen amigo. Sigo siendo tu mejor amigo. ¿Cómo podrías pensar de otra manera? Has estado saliendo conmigo todos los días.
Finalmente sacudo su brazo de mis hombros.
—Voy a ayudar a los niños. ¿Por qué no te vas a jugar a la calle o algo?
Su risa me sigue hasta la cocina. Los chicos saludan a Yeonjun y le dan un pastelito, pero BeomGyu no deja que se lo coma porque puede arruinar su cena. Supongo que BeomGyu ha escuchado el mismo discurso de Yeonjun un par de veces, a juzgar por la mirada victoriosa de sus ojos.
—Voy a ordenar comida china—dice Yeonjun sacando su teléfono—. ¿Qué quieren todos?
—Yeonjun, cariño, déjame explicarte cómo funciona esto del niñero. Me quedo con tus niños todo el día mientras tú estás trabajando. Cuando sales, vienes y los recoges. Y entonces se van.
Pensé que eso era cultura general. Lo atrapó susurrando en el oído de Hyein. Ella me mira.
—¿Quieres que nos vayamos?—pregunta, sacando su labio inferior.
—Oh, eso fue bajo, Park—le digo mientras alzo a Hyein—. No quiero que se vayan, Hyein—es mi turno de sonreír—. Pero no creo que tu papá deba quedarse sin que ustedes le ayuden en su guerra de cosquillas. Debe sentirse excluido.
Mientras Yeonjun trata de pelear con los pequeños guerreros, ordeno comida china.
Después de comer, los niños terminan en el brincolín otra vez, así que Yeonjun y yo estamos afuera, terminando nuestra cena y manteniendo un ojo en nuestros loquitos.
—Así que—empieza Yeonjun—. Desde que somos los mejores amigos—ruedo mis ojos.
—¿Qué?
—Debes contarme un secreto—sonríe. Demonios, se ve bien cuando hace eso y aparecen esa sonrisa triunfante en su rostro.
—¿Qué haces para sobrevivir?
—No pasará—contesto fácilmente. Hay algunas cosas que las personas, especialmente Choi Yeonjun no necesitan saber.
—Vamos—suplica. Me mira con esos hermosos ojos y toma mi mano entre las suyas—. Realmente quiero saber, Kimi,
—Soy un caza recompensas—suelto. Sus ojos se abren.
—¿En serio?—tiro de mi mano para liberarla.
—No, así que deja de deslumbrarme. No te voy a decir.
—Tienes que contarme algo—dice—. Cuéntame sobre el padre de Leeseo.
—¿No crees que mis secretos son secretos por alguna razón?—pregunto.
—Tu historia no puede ser peor que la mía—contesta. Lo miro incrédulamente, así que continúa—. Estaba en penúltimo año de la universidad cuando, borracho, dejé a mi ex-omega embarazada. No estábamos enlazados así que traté de hacer las cosas bien, casándome con ella y marcándola. Ella nos dejó después de tener a Hyein, no sé cómo lo consiguió, pero estar lejos no le afecto, se quitó la marca a los pocos días de dejarnos, lo supe por un compañero de trabajo de ella. Cuando nos dejo dijo que eso no era lo que ella quería; sus sueños no involucraban sentar cabeza con una familia siendo tan joven.
Los míos originalmente tampoco eran así, pero no cambiaría a Leeseo por nada del mundo. No puedo ver cómo alguien podría dejar a BeomGyu y a Hyein, o incluso a Yeonjun, por esa razón. Él me ve expectativo. Suspiró. Mi historia no es nada mejor.
—Ni siquiera sé quién es el padre de Leeseo—odio decirle eso a la gente. Ellos siempre me juzgan por ello. Sé que no me ha creído cuando lo digo, pero cuando no sonrío ni nada, se da cuenta de que no estoy bromeando, y puedo decir que tiene preguntas—. Y eso es todo lo que obtendrás hasta ahora.
—Bien—se pone de pie—. No me dejas alternativa.
—¿De qué estás?—me encuentro a mí mismo tumbado sobre su hombro—. ¡Choi! Bájame—lo hace. Me arroja al brincolin.
—¡Bolita!—grita BeomGyu antes de que se tumbe sobre mí. Me las arreglo para girarlo y empezar a hacerle cosquillas, pero Yeonjun viene a su rescate, haciéndome lo mismo a mí. Leeseo brinca a su espalda.
—¡Lo tengo, mamá!
—No lo creo—ríe Yeonjun, haciéndole lo mismo que yo le he hecho a Gyu.
Bueno, no puedo dejar a mi hija colgada, así que me tiro sobre Yeonjun.
Es un ciclo de nunca acabar de los Choi contra los Yoo hasta que los niños se vuelven contra nosotros. Por suerte para mí, los alfas unen fuerzas contra Yeonjun, así que termino mirando a Hyein.
—¿Quieres escabullirte e ir a comer un pastelito?—pregunto. Ella sonríe y asiente. Hacemos nuestro escape mientras los alfas están distraídos.
—¡Omega traidor!—grita Yeonjun mientras camino de la mano con su cachorra hacia dentro de la casa. Sonrío y entro. Eso gana por meterse conmigo.
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