•Dos


Me miré en el retrovisor del auto, estaba nervioso, sentía que mis piernas temblaban.

Acomode mi cabello, para terminar más despeinado de lo que ya estaba. Suspire agotado.

--- No puedo creer que este haciendo esto... ¿En que jodida mierda me he metido? ---me digo a mi mismo.--- Mí vida si que es una idiotez, odio todo justo ahora ---dije cubriendo mi rostro con ambas manos.

Realmente no quería salir del auto, quería quedarme dentro hasta que me convenciera a mi mismo de irme lo antes posible, pero extrañamente, eso no sucedía.

--- Sólo hazlo... unas cuántas horas no están tan mal ---me digo, dándome ánimos.

Mire la puerta de madera negra tallada, de sólo mirarla me daban escalofríos.

--- Bien... hagamos esto ---digo listo.

Tomé el viejo cuaderno que había traído conmigo, sólo por si se necesitaba. Abrí la puerta del auto y salí decidido.
Camine hasta la entrada, con cada paso que daba me arrepentia más y más.

Finalmente la puerta negra estaba frente a mi, esperando a que mi puño le diera unos cuantos golpecitos.

--- Hazlo, hazlo, hazlo, hazlo... después de todo no va a morderte... ¿o si? ---hablaba conmigo mismo, envuelto en nervios.

Suspire y le di tres golpecitos a la puerta.

Detrás de unos arbustos logré escuchar un ligero ruido, al cual no le tomé importancia.

--- ¡Voy! ---escuche desde adentro. Sabía que era la chica loca.

--- Mierda, mierda, mierda... ---susurraba.

Pronto, sentí una extraña sensación en mi pierna izquierda. Sentía como si algo caliente se estuviese frotando en mi, enseguida me exalte.

Miré hacía abajo, encontrandome con una terrible y horrorosa cara arrugada y extrañamente aplastada. Un chillido salió de mi al ver aquella terrible bestia a la par mía.

--- ¿¡Qué mierda es eso!? ---grito asustado.

Retrocedo rápidamente, sin fijarme por donde pisaba. Mi espalda baja chocó contra el barandal que protegía los escalones de la entrada, perdí el equilibrio de mi cuerpo y caí de espaldas a los arbustos y flores del jardín.

Gruñi aturdido en el suelo, mientras una flor violeta colgaba de mi frente.

La puerta se abrió enseguida de mi caída. Alina se asomó por la puerta, tratando de encontrarme.

--- ¿Jos? ---pregunta esperando una respuesta.

--- Mi jodida espalda... ---murmure llamando su atención. 

Ésta estaba completamente sorprendida al verme, no la culpo, seguramente me veía ridículo, tenía una que otra flor en el rostro.

--- ¡Jos! ---exclama y corre a ayudarme.

Sus manos se posicionaron en mis hombros, tratando de levantarme, gemi del dolor pero aún así, me puse de pie.

--- ¿Que te pasó? ---pregunta asustada.

--- ¡Tú rata super desarrollada paso! ---grito molestó. Alina me miro confundida.--- ¡Tú perro es una maldita bestia! ---exclame.

El pequeño animal se asomó por detrás de la pierna de Alina, mostrando únicamente su cabeza. Di un salto atrás cuando lo vi.

--- Sólo... alejalo de mi, ¿Esta bien? ---preguntó tratando de relajarme.

Alina tomó en brazos a lo que sea que fuera eso, mientras que el animal se acomodaba. La mire con una mueca.

--- No puedo creer que tengas eso de mascota ---digo asqueado. Alina ríe ante mi comentario.

--- Por dios, Jos, por que a ti te asusté un simple cachorrito no significa que a los demás también. ---dice burlándose. Frunci el ceño.

Sabía que debí huir cuando podía.

--- Sólo mantenlo lejos de mi ---digo cambiando de tema. Alina puso los ojos en blanco mientras sonreía.

Ambos entramos a su casa, y me senté en uno de los sofás de la sala, la cual era extrañamente cómoda.

Alina se sentó frente a mi, sacando unos cuantos libros de una vieja mochila y poniéndolos frente a mi.

En sus brazos seguía su molesto y extraño perro, quien no dejaba de mirarme, era como si estuviese planeando mi muerte. Estaba igual de loco que su dueña.

--- Bien, ¿Que es lo que trajiste? ---pregunta mirándome con una amplia sonrisa.

Sin saber que decir, sólo puse el delgado y descuidado cuaderno sobre la mesita de vidrio. Alina alzó amabas cejas e hizo una mueca.

--- No se porque me sorprende ---dice rodando los ojos.--- Sólo comencemos ¿De acuerdo? ---pregunta y asiento desinteresado.

Abrió uno de los libros sobre la mesa y comenzó a leer lo que decia, realmente no le estaba prestando atención, no podía concentrarme con la intensa mirada de aquel perro.

--- ¿Me estás escuchando? ---pregunta después de unos minutos. Agitó la cabeza tratando de regresar a la realidad y asiento, mintiendo.

Alina suspira agotada y gruñe.
Después de unos segundos, descubre cual era el problema y sonríe maliciosamente.

--- Bien Jos, si no pones atención, Señor Abrazos te dará una buena lección. ---dice Alina con una sonrisa.

¡No!... Esperen... ¿Dijo Señor Abrazos? Mierda ese es el nombre más ridículo que haya escuchado antes. Es igual de ridículo que el.

--- ¿Señor Abrazos? ---preguntó tratando de aguantar una fuerte carcajada.

--- Si y no te atrevas a burlarte ---me amenaza y el pequeño perro suelta un ladrido, logrando hacerme dar un brinco. Alina ríe al ver eso.

--- Tú no te burles de mi y yo no me burlare de él estúpido nombre del perro ---digo y está acepta riendo.

--- Como sea, Jos, sólo trata de poner atención ---dice y asiento rodando los ojos.

Ambos comenzamos de nuevo. Ella leía y yo trataba de comprender lo que decía. Al final me puso unos cuantos ejercicios con la excusa de "El Álgebra se aprende con la práctica", vaya basura.

Alina había ido por algo de beber a la cocina, dejándome sólo con el perro sentado en el sofá, mirándome fijamente.

Estaba en el penúltimo problema, y mi cabeza comenzaba a tener dificultades para resolver. De alguna manera, empecé a ponerme nervioso.

--- ¿Podrías dejar de mirarme con esa horrible cara que te cargas? ---preguntó mirando a él perro quien siquiera se inmutó.--- Claro, eres un perro idiota, los perros idiotas no comprenden nada.

--- ¿Te gusta el té de limón? ---pregunta Alina saliendo por la entrada de la cocina y dirigiéndose hasta la mesita de vidrio. Enseguida regresé a hacer lo que se supone debía hacer.

--- Amm... si claro. ---respondo nervioso.

Ella lo deja delicadamente sobre la mesa, enseguida lo tomo entre mis manos y le doy un gran trago.

--- ¡Cuidado, está caliente! ---exclama Alina refiriéndose a el té.

Mis ojos se abrieron como platos, sólo había tardado un segundo en que el ardor llegará a mi boca y pasará lentamente por mi garganta. Sentía que me quemaba por dentro.

--- ¿¡Qué es esto!? ¡Esta más caliente que el jodido Infierno! ---grito exaltado.

Alina me miraba asustada y enseguida me dio el vaso con agua fría que estaba sobre la mesita. Lo bebí tan rápido que comenzaba a atragantarme con el.

--- ¡Joder! ---exclamó.

Había terminado con el agua y aún seguía sintiendo ese terrible ardor.

Voy a morir, pensé.

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