Capítulo 8: Nada de peros

Hoy es un día especial. El jueves anterior Camila tuvo su prueba para entrar al equipo de voleibol y hoy se publicarán los resultados. Aunque le prometí no acompañarla a entrenar ni mucho menos asistir a su prueba, no fui capaz de cumplir mi promesa. Los dos días me quedé con ella, sin que se diera cuenta. La vi entrenar, caer y golpearse duramente. El miércoles llegó a casa con los dedos todos adoloridos por tanto entrenar. Mamá le puso hielo y le vendó uno de sus dedos que lo tenía morado. Al parecer se lo dobló. Yo la miraba con cara de dolor y tristeza; sé que a ningún hombre le gusta ver sufrir a la mujer que quiere. Ella, para tranquilizarme me decía: "tranquilo, si no tengo una fractura. Y además ya no me duele. Para mañana estaré bien".

Así que después de la prueba, volvimos a ir a casa juntos. He intentado que no piense tanto en el resultado, así que nos hemos dedicado a estudiar todas las tardes y lo mejor es que he aprendido mucho de ella y de su vida. Puedo decir que ahora entiendo por qué Camila tiene unas piernas tan bonitas. Por lo que me explicaba, en su antigua escuela ella era parte del equipo de voleibol e iba a competir a otros colegios, de hecho me mostró una cajita en donde tiene todas sus medallas. También me dijo que solía jugar basquetbol con sus amigos y aunque no lo practicó competitivamente, le fascinaba mucho el deporte. Eso explicaría lo tosca que es a veces.

El reloj avanza lento y cada vez me voy sintiendo más ansioso, de hecho lo estoy más que la propia Camila. Espero que haya quedado en el equipo, es lo que ella tanto quiere.

Aunque parezca extraño, el camino al instituto fue en completo silencio. Supongo que la manera en que Camila expresa su nerviosismo es entrando en un estado introvertido. Ya estamos en el Instituto y Camila se baja rápidamente del auto, no me espera y se va directamente al fichero y busca con la mirada su nombre. Se detiene en un punto. Se da media vuelta y camina hacia mí. Su rostro no advierte expresión alguna. Ni desilusión o felicidad.

- ¿Entonces? ¿Cómo te fue? ¿Quedaste? –la bombardeo de preguntas. Ella me mira y frunce sus labios. No dice nada. De pronto sonríe y sus brazos rodean mi cuello.

- Quedé –me abraza con fuerza.

- Sabía que lo lograrías –la tomo fuertemente de la cintura y la levanto –no esperaba menos de Camila Santander.

- ¡Camiiii! –la estruendosa voz de Natacha nos interrumpe.

- Amiga ¿Cómo te fue? –Marina pregunta.

- Quedé –Camila lleva una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Eh-eh-eh-eh-eh! –Natacha y Marina comienzan a gritar y saltar al lado de Camila.

- Ya chicas, estoy feliz pero no es para tanto. Todos nos están mirando.

- ¡Pues que miren y vean que nuestra amiga es la más bacán de todas! –Natacha grita sin ninguna vergüenza. Camila intentan taparle la boca, sin éxito.

- Natacha, que loca estás –concluye Marina como si nada –No te preocupes Cami, esto es de lo más normal en ella. A nuestra amiga le faltan algunos tornillos. Así que no te asustes que no es contagioso. –Natacha asiente y Camila y Marina se ríen. –Mejor vayamos a clases.

- Está bien – Camila me mira – ahora tengo artes, así que mejor me voy. Nos vemos a la salida ¿ya?

- Okey. Te espero donde siempre. –Camila asiente y se va.

Camino hacia mi clase de música. Me siento verdaderamente feliz. Aun me cuesta creer lo mucho que me hace feliz ver a Camila bien y contenta, es casi inexplicable. Decidí que los días que ella tenga entrenamiento, me quedaré en la biblioteca estudiando para esperarla. No quiero que se vaya sola a casa. Quiero cuidarla todo lo que me sea posible.

- Te apuesto lo que quieras a que esa cara de felicidad se debe a Camila, así que cuéntame todo –quién más que Eric puede darse cuenta.

- Pues tienes razón. Estoy feliz porque Camila quedó en el equipo de voleibol.

- Pero que bien –me da un "me gusta" con su pulgar. - ¿Y cómo se lo vas a celebrar?

- ¿Cómo a celebrar? –mi cara debe ser igual a un gran signo de interrogación, porque Eric me queda mirando con cara de "qué pavo eres, no tienes remedio"

- Ay amigo, que pavo eres, no tienes remedio – mueve la cabeza desmotivado – ¿A ver cómo te explico para que entiendas? –se lleva su mano al mentón –a las mujeres les gustan las cosas especiales. A ver, más claro Eric. –se dice así mismo –No hay mujer en este mundo que no quede loca cuando el chico que le gusta la hace sentir como una princesa –sonríe pícaramente.

- No había pensado en eso.

- Obvio. Tú, cuando se trata de mujeres, no piensas.

- Qué pesado, pero tienes razón ¿Y qué puedo hacer? –pregunto.

- A ver, déjame pensar –se queda un rato parado como tonto mirando el cielo y con una mano en su mentón –ya sé. Se me ocurrió una idea estupenda, pero caminemos y te la cuento en clases.

Y así fue. Creo que de todas las clases de música, ésta fue sin duda alguna la más provechosa de todas. Creo que la idea de Eric es fenomenal aunque algo cursi. Espero que a Camila le guste. Mi amigo no será el más inteligente de todos, pero cuando se trata de mujeres él es el mejor.

- ¿Pero tú crees que eso le guste? –le pregunto a Eric.

- En realidad, no sé. Creo que debo serte sincero –lo miro con extrañeza –la verdad es que yo jamás he salido con una chica como Camila, de hecho nunca he tenido el valor de acercarme a una.

- ¿A qué te refieres? –me siento curioso.

- Me refiero a que es difícil saber cómo va a reaccionar.

- Eric, explícate mejor por favor.

- Está bien –frunce el ceño –lo que sucede es que el común de los hombre no suele fijarse en chicas como Camila. A qué me refiero con "como Camila", pues simple, mujeres que tenga una personalidad avasalladora, algo ruda y que junto con eso, sean inteligentes.

- Pero no entiendo, ¿qué tiene eso de malo?

- No tiene nada de malo, lo que pasa es que son intimidantes. Te hacen sentir, a ver cómo lo digo... más tontos de lo que se sabe que somos. –nos quedamos en silencio, luego continua –de verdad amigo, Camila es hermosa pero es muy lista, siempre sabe que responder y donde es algo masculina, se sabe plantar con mucha seguridad, sin la necesidad de ser histérica, es como si toda ella te dijera: "hey compadre, solo tendrás de mí una linda amistad".

- No creo que sea para tanto Eric. No la conoces como yo. No puedo negar que es algo masculina, pero entiéndela la educó su papá solo.

- ¿Sabes por qué Roberto ya no la busca? –pregunta de la nada

- No, o sea supongo que es porque está saliendo conmigo.

- No es por eso David, así que déjame contarte. El otro día, yo estaba en la sala y Camila también estaba allí leyendo un libro y en eso entra Roberto y le empezó a decir que era muy bonita y cosas por el estilo, pero Camila seguía concentrada en su libro. Entonces Roberto se lo quitó. Camila se puso muy seria, onda nivel profe Doris; se levantó y le dijo –se despeja la garganta –parafraseo: "ese libro no es mío, así que devuélvemelo" –intenta imitar la voz de Camila, cosa que no le resulta –...entonces Roberto le dijo que se lo devolvía a cambio de un beso. Camila le dijo que bueno, así que Roberto llevó el libro detrás de su espalda, supongo que para que ella no se lo quitara antes del beso. Cuando estaban muy cerca –siento como si me patearan en el estómago –no sé cómo, pero de la nada Camila tomó la mano de Roberto y se la comenzó a doblar para que soltara el famoso librito. David, no te miento cuando te digo que Roberto lloraba para que Camila le soltara la mano, cosa que no pasó hasta que él le devolvió el libro. Luego lo recogió y le dijo, vuelvo a parafrasear: "lo lamento Roberto, pero solo beso al chico que me gusta y en este momento no eres tú. Tal vez lo seas cuando me gusten los imbéciles, cabezas huecas o algo por el estilo" y se fue. Qué mujer hace eso David, o sea que susto, casi le quiebra la mano. – comienzo a reír -¿De qué te ríes?

- De que casi le rompe el brazo a ese zopenco. Habría pagado lo que fuera por haber visto eso.

- En todo caso, fue realmente hermoso –ambos comenzamos a reír a carcajadas –creo que ahora le tiene miedo. Camila en verdad es única.

- Lo sé y por lo mismo quiero que todo resulte bien.

- ¿Sabes? me acabo de acordar de algo que me dijo mi papá cuando cumplí quince. Esto que te voy a entregar es una gran sabiduría, así que debes atesorarla y jamás olvidarla, ¿entendiste?

- Sí, maestro – dijo mientras hago una reverencia.

- Mi papá me dijo: "Pon atención Eric y que jamás se te olviden estas palabras. Cada mujer es un mundo propio, con sus propias leyes y estructuras. Para que un hombre logre conquistar a la mujer que quiere, lo único que debe hacer es lograr mover su mundo y descuadrarla, en definitiva, dejarla sin defensas. Y ahí está la belleza, hijo mío, porque hacer eso jamás será fácil, pero es hermoso esforzarse así por la mujer que uno ama." Ese es el consejo que puedo darte. No sé si funcione, pero no pierdes nada con intentar. Ella no se esperará jamás que hagas eso.

- Tienes razón –abrazo a Eric –te quiero viejo, eres un gran amigo.

- Lo sé compadre, pero no seas tan sentimental que me sonrojo.

- Idiota –ambos comenzamos a reír.

Ya es la hora de salida. Hoy debo quedarme a realizar una ayudantía a la señorita Sandra, nuestra profesora de lenguaje, así que no me iré con Camila. Pero quedamos de vernos en el lugar de siempre. Estoy bastante nervioso, lo cual no es muy alentador. Debo estar concentrado y comportarme como un "macho peludo que se respeta". No un imbécil como Roberto, sino un David más decidido y por qué no decirlo, algo más varonil.

Logro ver a Camila que está con sus amigas. Me ve y se despide de ellas. Camino hacia donde está. Voy decidido. Tengo el control, tengo el control, tengo el control.

- Entonces ¿te quedas? –me pregunta.

- Sí. Ya sabes, ayudantía para los de segundo.

- Entonces nos vemos más tarde –me da in beso en la mejilla y se va.

- Espera –la tomo del brazo. Mi actitud está en un nivel: galán de película –debo decirte algo.

- Dime – me sonríe.

- El sábado vamos a salir, tú y yo a solas. Vamos a tener nuestra primera cita. Así que ese día nos vemos a las tres en el cine –parece sorprendida y algo asustada.

- Pero...pero, no me preguntaste si quiero ir –dice algo nerviosa.

- Exacto. No te estoy preguntado ni te voy a preguntar. Solo te estoy avisando.

- Pero... pero

- Nada de peros, Camila. –me inclino muy cerca de su cara –Nos vemos el sábado a las tres en el cine que está cerca de la casa –la miro fijamente y me despido con un beso en la frente –no me dejes plantado o me voy a enojar mucho contigo.

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