Capítulo 7: Tengo el control

De camino a casa, nos fuimos tomados de la mano. Caminamos lento. Supongo que ninguno de los dos quería llegar a casa y fingir normalidad delante de nuestros padres.

Confieso que me costó quedarme dormido. No podía dejar de pensar en lo que había pasado. Incluso perdí la cuenta de todas las veces que me sorprendí sonriendo. Supongo que es muy pronto para llamarlo amor. 

- Amigo, esto está mejor que teleserie. – Eric se frota las manos – No puedo creer que te hicieras hombre – finge limpiarse una lágrima. – Me siento tan orgulloso de ti.

- Que chistoso. – digo meneando la cabeza. - Te cuento algo personal y tú no encuentras nada mejor que burlarte. Menos mal que eres mi amigo.

- Oye si no me estoy burlando. Todo lo que he dicho ha salido de lo más profundo de mi corazón. Como amigo, estoy orgullosísimo de ti. – me da un golpecito en la espalada. Se despeja la garganta y continúa. – ¿Y luego qué pasó?

- Nada. – siento como me ruborizo. – O sea, nos fuimos a casa tomados de la mano. – no puedo evitar jugar con mis dedos.

- ¿Solo eso? – levanta una ceja.

- Sí, solo eso. Cenamos y cada uno se fue a su cuarto.

- ¡Por la miércale que erí pajarón! – se toca la frente y suspira – Oye Davis, ¿tú crees que ella siempre va hacer todo? – su expresión se volvió seria – Camila es mucha carne para tan poco perro.

- Oye pero no me insultes. – frunzo el ceño.

- Te estoy diciendo la verdad. Si lo piensas un poco, es ella quien tiene el control de la relación. Ella sabe muy bien cómo aprovecharse de tu virginidad y ponerte nervioso. – suspira. – Por todo lo que me has contado parece que es ella la más interesada. Tienes tanto que aprender hijo mío.

- Eric, mi virginidad no tiene nada que ver en esto y por favor no lo digas tan de repente.

Creo que Eric tiene razón. Mi vida amorosa es bastante insípida. Tener novia nunca fue una prioridad para mí. Es más, jamás se me pasó por la mente tener algún tipo de relación sentimental, a pesar de que varias chicas se me han declarado, nunca sentí nada por ninguna. Ahora que lo pienso solo he sentido esto por Camila.

No puedo evitar pensar que tal vez no soy suficiente para ella. Es que Camila es tan libre y apasionada, todo en ella está a flor de piel, siempre riéndose y hablando fuerte. En cambio yo, soy tan serio y cuadrado, preocupado solo de estudiar, casi siempre de mal humor. Para ser sincero, mis habilidades sociales dejar mucho que desear. Ni siquiera recuerdo como me hice amigo de Eric, ni mucho menos cómo se ha mantenido nuestra amistad todos estos años. Creo que tengo problemas.

- ¡David! – la voz de Camila me trae de vuelta - ¡Ven, mira! – camino hacia ella. Está parada mirando algo en el fichero de anuncios. – Mira, el jueves son las pruebas deportivas – parece emocionada. – ¿Me podrías decir lo que debo hacer para entrar a alguno de los equipos?

- Claro – le sonrío – solo debes escribir tu nombre en la hoja de registro del equipo al que quieres entrar, asistes a la prueba y en una semana tienen los resultados. Aquí mismo los publican. – apunto el fichero.

- Perfecto, solo debo escribir mi nombre. – apoya su brazo en mi hombro y me mira. – Querido, ¿me prestarías un lápiz, por favor? – me guiña un ojo. "Querido"... ¿me acaba de decir querido? Ya me puse nervioso. ¡David, por Dios contrólate, eres un hombre!

- Claro, querida. – me quito la mochila y saco un lápiz de mi estuche para pasárselo – Toma, ¿en cuál te vas a inscribir?

- En el equipo de voleibol, tenis y natación.

- ¿En tres? – me rio - ¿Te crees la mujer maravilla? – me toma el brazo y me mira.

- Tú sabes muy bien lo maravilla que puedo llegar a ser. – me susurra en el oído y yo me ruborizo. – Pero la verdad es que solo me inscribiré en el equipo de voleibol. – se inclina hacia el fichero y anota su nombre. – listo. ¡Ah! por cierto, me quedo con tu lápiz, hoy se me olvidó echar mi estuche – me besa en la mejilla y se va.

                                                                   *

Hace dos semanas que entramos a clases y hoy la profesora Doris nos entregará las evaluaciones diagnósticas de matemáticas y lenguaje:

... Medina, Ignacio

Miranda, Consuelo

Montero, David

Me levanto desanimado, sé muy bien lo que este diagnóstico me dirá.

- ¿Repasaste algo de matemáticas en el verano, David? – me mira levantando una de sus cejas.

- No profesora – digo totalmente humillado.

- Lo imaginé. Sin embargo, en lenguaje estás perfecto, como siempre. Toma y vuelve a tu asiento.

Como siempre, en matemáticas soy una verdadera vergüenza y en lenguaje prácticamente un genio.

...Sánchez, Marina

Santander, Camila

Camila se levanta de su puesto y va donde la señora Doris. La profesora le sonríe y le dice algo, pero no logro escuchar. Camila sonríe y asiente. Toma sus pruebas y vuelve a su asiento. ¿Cómo le habrá ido? Supongo que normal. ¿Y si voy a preguntarle? No, mejor no, porque si le pregunto voy a tener que decirle las mías.

- ¿Cómo estuvieron las clases hoy? – mamá nos bombardea al entrar a la casa.

- Bien – digo sin ánimo.

- Sí, hoy nos entregaron los diagnósticos de matemáticas y lenguaje. – dice Camila mientras se sienta en el sillón.

- ¿Y cómo les fue? – vuelve a preguntar mamá.

- ¡Qué buena pregunta Victoria! Por favor David comparte con nosotros tus resultados – Camila me mira y por su cara sé que sabe.

- Este... bueno... lenguaje, bien... como siempre. – me quedo en silencio un rato – Y matemáticas igual mamá, como siempre. - me siento en el sillón.

- ¿Qué tan mal es como siempre, hijo?

- Absolutamente todo no logrado.

- Pero David, siempre lo mismo entre tú y las matemáticas. Esta vez no me voy a enojar contigo, únicamente porque no es una evaluación oficial que afecte tu promedio, pero esto tiene que mejo...

- Victoria, disculpa que te interrumpa, pero me toca a mí.

- ¿Te toca qué? – mamá pregunta perdida.

- Pues decirte como me fue en las pruebas. Así que después le llamas la atención a David por su relación dañina con las matemáticas – mamá la escucha. - Pues en matemáticas son una genio a diferencia de tu hijo. Pero en lenguaje soy un asco, a diferencia de tu hijo. - menea la cabeza - A veces, creo que soy un caso perdido, sin importar las veces que me lo digan, sigo escribiendo deseo con "c", me comí todas las tildes y confundí aprender con aprehender. – respira profundo – Supongo que tengo que leer más. Sin embargo, - se sienta cerca de mamá. - cuando venía para acá se me ocurrió un idea brillante, obligar a David a que estudie conmigo. Él me ayuda con lenguaje y yo le enseño matemáticas. ¿Qué te parece?

Mamá se queda un rato pensando. Supongo que se sorprendió con la idea de Camila. Por mi parte, todo esto me gusta mucho. Sin embargo, tengo muy en cuenta como mi mamá espera que reaccione, así que tendré que hacer show, para que no sospeche nada.

- A mí me parece una idea magnífica. Así se ayudan mutuamente, como familia. – dice mamá.

- Insisto con el exceso de Camila; la veo todo el día mamá – intento parecer convincente.

- Tú no estás en condiciones de reclamar, así que boquita cerrada. –me quedo callado. – Casi se me olvida, mañana entro a trabajar, así que estaré llegando como a las ocho y Raúl como siempre a las ocho y media, estarán cuatro horas a solas, así que aprovechen tiempo.

- Por supuesto Victoria, con David – me mira y sonríe. – aprovecharemos muy bien el tiempo... estudiando.

Cielos, cuatro horas a solas con Camila. ¿Qué voy a hacer? Hasta ahora, jamás me he quedado a solas con ella. Tranquilo David, no tengas miedo, es solo Camila. Por eso mismo, es Camila y yo solos por cuatro horas. No, es la oportunidad perfecta para hacerme hombre como dice Eric. Sí eso, voy a verlo como la instancia ideal para tomar el control de esta relación. ¡Vamos que se puede! Toc – toc.

- Adelante – se abre la puerta de mi pieza.

- Hola, venía a devolverte el lápiz que me prestaste – me entrega el lápiz – Gracias, me sirvió bastante – la noto extraña.

- ¿Te pasa algo? – pregunto.

- Este...no... en realidad sí, pero no es algo que importe tanto, creo – frunce la boca y mira para otro lado. – bueno, en fin, gracias otra vez. – camina hacia la puerta, me levanto rápido y la detengo. Cierro la puerta con mi cuerpo y quedo frente a ella.

- ¿Por qué crees que tus cosas no me van a importan? Todo lo que tú hagas es importante para mí ¿te queda claro? – ella asiente y sonríe tímidamente. – Ven, siéntate y dime qué pasa.

- Lo que ocurre es que estoy nerviosa por lo de voleibol. La prueba es en tres días y de verdad quiero que me acepten. – suspira –Mañana me quedaré a practicar con las chicas.

- ¿Y hasta qué hora te vas a quedar?

- No sé, tal vez hasta las cinco o seis de la tarde, aun no sé bien, todo depende de cómo encuentre que lo estoy haciendo.

- ¿Quieres que te acompañe?

Se queda en silencio y luego sonríe. Me mira tímidamente, como nunca antes había visto a Camila mirarme. Me toma de las manos y apoya su cabeza contra mi hombro. No dice nada. Suspira. La rodeo con mi brazo derecho y con mi mano izquierda le acaricio el pelo. Debo hacerlo, es hora de que tome el control. Me siento más erguido, ella deja de apoyar su cabeza en mi hombro. Es la señal perfecta. Me acerco hacia su mejilla y la rozo con mis labios. Ella se inclina hacia mí. Mis labios buscan los suyos con desespero, se encuentran en un beso, en un largo y cálido beso. Puedo sentir su respiración. No quiero que se separe de mí. Quisiera que esto durara para siempre. Sus labios se alejan de los mío, aunque nuestras narices siguen acariciándose, ella sonríe y se muerde el labio.

- Preferiría que no me acompañaras – dice de repente – necesito concentrarme y contigo cerca me es imposible – me da un beso corto y se levanta – ¡ah! y el jueves que ni se te ocurra ir a verme ¿entendiste?

- Okey, entendí – me recuesto en mi cama – Así que tranquila, no iré a verte. No quiero que mi cuerpo te distraiga. – se ríe.

- Gracias, David – dice mientras sale mi pieza – que descanses querido.

- Tú igual, querida. 

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