Capítulo 5: Creo que me gusta
Los gritos de Camila se escuchan por toda la casa. Son las 07:00 de la mañana y ella hace el intento fallido de cantar en japonés. Creo que está feliz, cosa que es normal en ella. Desde que la conozco, jamás la he visto triste.
Hoy es nuestro primer día de clases. Camila y mamá están emocionadas. Mamá quiere que Camila vaya muy hermosa su primer día, así que la está peinando. Me impresiona lo mucho que se han acercado esas dos. Insisto en destacar que a mamá le hacía falta una hija.
- ¡Auch! – chilla Camila. – Eso me dolió, Victoria.
- Disculpa querida, pero necesito que no te muevas tanto.
- Pero es que me tiras fuerte el cabello.
- Aguanta un poco más que ya estoy terminando. Doy una vuelta a esto y ¡listo, terminé! Qué bella has quedado, Camila ¿cierto que se ve linda, Raúl?
- Muy ciento mi amor. Eres una niña muy linda, hija.
- Y tú David ¿qué opinas?
Esa mala manía de mi mamá de meterme al baile. Quito de mala gana la vista del periódico que estoy leyendo y miro hacía donde están. Mis ojos se van directo hacía Camila. Es tan linda. Mamá le hizo una trenza pegada en el lado derecho de su cabeza y en el otro lado, su pelo ondulado cae suave. La hace ver tan femenina.
- Mmm – intento disimular mi interés – yo la veo igual que siempre, mamá – hermosa como siempre, pienso.
- Que pesado hijo – mi madre me lanza una mirada fulminante – te ves hermosa querida, no le hagas caso a este amargado.
- Tranquila Victoria, no suelo hacer caso a este tipo de tonterías – sonríe, aunque distinto a otras veces. Su cara está feliz pero sus ojos no brillan ¿Estará triste? Tal vez fui muy pesado y la herí.
- Oye Camila, no son tonterías ni pesadeces. Lo que pasa es que siempre te ves bonita, así que no encuentro gran diferencia. – miro hacia otro lado.
Me levanto y camino al baño. Al pasar junto a Camila puedo ver en ella una expresión diferente. ¿Qué significará eso? Algo me punza en el corazón y mi estómago se siente extraño. ¿Estoy sonriendo? Pero qué rayos estoy haciendo.
- Niños apúrense, suban pronto al auto – la voz de Raúl se escucha con firmeza – la idea no es llegar tarde a su primer día de clases y menos que Camila quede como irresponsable. Por lo menos no el primer día.
- ¡Papá! ¿Ya vamos a empezar con el bullying? – Raúl se ríe.
- Es solo una broma, para alivianar el rato. No seas tan grave hija.
- Claro – Camila blanquea los ojos y luego sonríe.
Se ve aún más linda cuando sonríe. Mientras pienso esto, ella se acomoda en el asiento del auto. Su falta se sube lo suficiente como para dejar ver una buena parte de sus muslos. Me es inevitable mirar y sentirme algo tenso.
- Oye Camila, siéntate bien que no vas con pantalones – me pone nervioso sus piernas.
- Llevo mi mochila en medio, así que no se me ve nada.
Es verdad, no se le ve nada. Pero su falda aún está muy arriba. Me siento tan pervertido cada vez que le miro las piernas. Intento concentrarme en otra cosa. Miro el paisaje y los autos que pasan junto a nosotros, pero de vez en cuando vuelvo a mirar a Camila. No se ha callado en todo el camino.
- Ya niños, mucho éxito. Que tengan un lindo día. David, no dejes sola a Camila.
- Ya – digo como si no me importara – nos vemos a la tarde.
- Nos vemos – dice Raúl – pórtate bien Camila, por favor.
- Ya papá – sonríe – no haré nada malo, así que chao no más – comienza a correr – Pero David espérame.
- Para qué eres tan lenta.
- Me estaba despidiendo.
- Lenta.
- ¡Ya, déjame! – me golpea fuerte en el brazo. Me tengo que frotar porque dolió.
- ¿Era necesario que me golpearas?
- Sí. – sonríe.
- Okey.
Caminamos rápido por el pasillo, subimos la escalera principal. La detengo con mi brazo.
- ¿Por qué paras tan de repente?
- Esta es nuestra sala. Para que la recuerdes y no te extravíes esta semana.
- No me voy a perder, además Victoria dijo te me tenías que cuidar.
- Eso haré, pero no te creas que estaremos juntos todo el día.
- Está bien – hace una mueca y entra a la sala. – ¿David?
- ¿Qué? – le digo brusco.
- ¿Dónde me siento?
- Pues, – apunto hacia las mesa – en cualquier parte.
- ¿Y contigo?
- No. En cualquier parte menos conmigo. Acuérdate del exceso de Camila.
- Rayos – hace un gesto con la cabeza – conste que lo intenté. – suspira – Me sentaré lo más lejos de ti, princesito – me enseña su lengua y se va.
Es mejor así. Lejos de mí. Además quién la quiere cerca. Yo no. Mejor me siento y espero a que llegue Eric, mi mejor amigo. En el verano casi no nos vimos porque siempre sale de vacaciones a lugares fenomenales. Creo que ahora fue a Sudáfrica o por ahí cerca. Menudo suertudo.
- Quién más que David podía estar solo esperándome – la voz de Eric retumba en mis oídos.
- Cómo te gustaría – nos damos un abrazo – estás más moreno.
- Sí, es que quiero un look más sabrosón, algo así como un latin lover.
- Ya sabrosón, siéntate aquí mejor – saco mi mochila del asiento – cuéntame de tus vacaciones.
- Mira David, no hay tiempo para frivolidades, eso podemos hablarlo después – me mira serio y junta sus manos – lo último que supe antes de irme de vacaciones fue que tu mamá se iba a casar, así que supongo que lo hizo – asiento con mi cabeza - Muy bien. Entonces, ya se casaron, tienes una hermanita y viven juntos ¿verdad?
- Sí, hace como dos semanas.
- Dos semanas, interesante. – se acerca a mí – Y ella ¿es bonita? – trago saliva.
- Creo, – actitud indiferente – supongo que lo es. Está ahí, es la chica nueva.
- Me estas queriendo decir que vives con esa hermosura – su comentario no me agrada, de hecho me incomoda bastante – y que lindas piernas tiene – eso me molestó.
- No le mires las piernas – le susurro enojado.
- ¿Por qué no? – me mira serio.
- Porque no corresponde que lo hagas, eso no es de caballeros.
- Esa no es una buena respuesta, David. – se vuelve a acercar – dime la verdad, ¿te interesa? – su pregunta me deja atónito. No respondo. – Vaya, te gusta. – sonríe.
- Claro que no, ¿cómo se te ocurre? No digas estupideces, ves que alguien te puede escuchar. Además Camila, es una persona irritante, molestosa y bastante infantil. Cero mi gusto.
- Mira David, – se pone serio – somos amigos desde los seis años, así que algo te conozco. Pero si no me lo quieres decir está bien. Además por lo que veo Camila es bastante sociable, si hasta está hablando con Marina y Natacha. Es más, Roberto la está mirando, va caminando hacia ella y ¡Bingo! Roberto al ataque.
¿Roberto al ataque? Eso nunca es bueno. Roberto es el típico niño bonito y popular del curso. Es un tonto creído, que acostumbra a tener lo que quiere. Quisiera no mirar pero la curiosidad es más fuerte. Camila le está hablando y le sonríe. Roberto le habla y sonríe. Llega la Señora Doris, nuestra profesora jefe. Salvado. Comienzan las clases. No puedo concentrarme. Roberto no deja de mirar a Camila. ¿Por qué la mira tanto? Y qué me importa si lo hace. No me interesa lo que haga o deje de hacer Camila. ¿O sí me importa?
Todo el día fue igual. No pude estar con ella. Pensé que iba a demorar más en hacer amigos. Pensé que andaría pegada a mí y almorzaría conmigo. Creí que me buscaría en algún momento. Necesito que el día termine, ya quiero estar en mi casa.
- David, espera. – Camila llega a mi lado – No me voy a ir contigo a casa. Las chicas me invitaron a comer algo.
- Pero ¿le pediste permiso a Raúl?
- Por supuesto, lo acabo de llamar y me dejó. Por eso te estoy avisando.
- No es que me importe pero ¿van a ir solo ustedes?
- No, Roberto y sus amigos irán con nosotras - ¡Roberto! Me siento algo irritado.
- Okey. Adiós entonces.
Es su primer día de clases y ya sale a comer con compañeros. Yo llevo tres años con ellos y el único amigo que tengo es Eric. Me sigo sintiendo irritado. Camino y camino y esta sensación no se va. Llego a mi casa y esta sensación no se va. Han pasado tres horas y está sensación no se va, aunque no debería importarme en lo absoluto lo que haga o deje de hacer Camila. Eso. No me importa nada, ni siquiera estoy preocupado de la hora que llegue. ¿Y si esto pasa todo los días? ¿Y si Roberto la conquista? No lo puedo permitir. Aunque no es porque me importe ella en plan romántico, es solo que ahora somos familia y creo que eso puede afectar sus estudios. Sí, eso. Puede afectar sus estudios. Tendré que hablar con Raúl.
- Raúl ¿Sabes a qué hora va a llegar tu hija? – pregunto.
- Sí, la llame recién David y me dijo que está por llegar.
- ¡Ah! – indiferencia, David, indiferencia – Sí, porque ya es tarde, van a ser las ocho y salimos de clases a las cinco.
- Ya David, relájate – mamá sale al baile – Camilita se está integrando y haciendo amigos. No molestes.
- No molesto, solo comparto mi opinión con ustedes. Mejor me voy a mi pieza.
Tres horas fuera de casa. ¿Qué habrá hecho en tres horas? Y que me importa lo que haga Camila en tres horas y menos con Roberto. Cuando me doy cuanta estoy aplastando mi almohada. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué no puedo dejar de pensar? Roberto tiene fama de jugador y que las mujeres no se pueden resistir a sus encantos. Y ahora debe estar usándolos para seducir a Camila. Bueno, ella es la tonta que cae. Espero que no caiga. La ventana de mi cuarto da justo hacía la calle. No puedo evitar mirar por ella, esperando que Camila aparezca pronto. Ahí viene. Corro al comedor. Cuando entra yo ya estoy sentado en el sillón.
- Hola papá. Hola Victoria
- Hola cariño — dice Raúl — ¿Cómo estuvo tu día?
- Muy bueno. Me sentí comodísima. Todos me trataron excelente. ¿Y a qué no adivinas de quién soy compañera?
- ¿De quién? No se me ocurre nadie.
- De Marina – Ella sonríe.
- Entonces debes invitarla un día a la casa, hace mucho que no la veo.
- Que buena idea, Raúl – mamá la abraza - Me alegro mucho por ti, querida. – Camila me mira.
- Hola David.
- Hola – no logro disimilar mi enfado.
Me devuelvo a mi cuarto. Me siento extraño. Enojado. Tengo mucha rabia, algo así como cuando supe que mamá se iba a casar. Escucho unos pasos, es Camila. Me paro en la puerta de mi pieza.
- Así que disfrutaste – digo.
- Sí, me divertí.
- ¿Fuiste solo a comer?
- No. Fuimos a otro lado – levanta una ceja.
- ¿A dónde?
- ¿Te importa? – responde a la defensiva.
- ... Claro que no.
- Ah, me parece bien porque tal vez salga más a menudo con Roberto – siento que mi sangre comienza a hervir.
- Mira tú. Pues hazlo es tu vida ¿no?
- ¿Te molesta?
- ¿Qué pregunta es esa? Claro que no me molesta. ¿Tendría que hacerlo?
- No sé, tú dime.
- Haz lo que quieras.
- ¿Qué onda tu tono de voz? Pareces molesto.
- No alucines. Te hablo como siempre – comienza a caminar hacia mí. No se detiene hasta que mi cuerpo no la deja caminar más.
- ¿Por qué no reconoces que estás molesto porque salí con Roberto? ¿Estás celoso? – Trago saliva. Está tan cerca que puedo sentir ciertas partes de su cuerpo.
- ¿Yo celoso? cómo se te ocurre. No seas ridícula. – intento sonreír.
- No soy ridícula, es lo que siento al verte. Y puedo decir con certeza que tú estás celoso.
- No estoy celoso.
- Sí lo estás. ¿Por qué no lo reconoces?
Siento que mi respiración comienza a acelerarse y mi corazón late a mil por hora. ¿Será que sí estoy celoso? pero por qué estarlo, si ella..., si ella no... me gusta ¿o sí? Está tan cerca, presionándome con su cuerpo. De repente empecé a sentir calor. No resisto más. La tomo fuerte de los brazos y la empujo contra la pared.
- ¿Y qué si lo estoy? ¿Y qué si no me gustó que salieras con él? ¿Tienes algún problema?
Ella no responde. Siento como su respiración también se acelera. Estamos tan cerca que puedo sentir su respiración en mi pecho. Sus ojos me miran fijamente, como pidiéndome algo. Siento que no soy yo. Me presiono con fuerza contra su cuerpo, inclino mi cabeza hacia ella. No puedo creer lo que estoy haciendo. No puedo creer lo que haré, lo que quiero hacerle. Me detengo cuando rozo sus labios. Ya no hay vuelta atrás. La beso. Suelto sus brazos. Una de mis manos le toma la cintura mientras con la otra le acaricio su rostro. Ella responde mi beso, no se resiste. La siento dentro de mí. Mi corazón va a explotar en cualquier momento. Nuestros labios se buscan con desesperación. No quiero parar de hacerlo. Cada roce de sus labios me brinda un sabor distinto. ¿Son todas las chicas así de dulces o es solo el sabor de Camila? De repente siento como su mano toca mi torso. Reacciono. Me separo y la miro. Lo único que sale de ni boca es un susurro de Perdón. Ella no hace nada. Rápidamente entro en mi cuarto. No sé qué me pasó. No entiendo por qué hice eso. A quien engaño, sé muy bien que fue todo eso. No puedo negarlo más, creo que me gusta.
________________Hola otra vez.... Espero le haya gustado este capítulo. Agradezco cada lectura, de verdad, gracias por darle una oportunidad. Es importante para mí.
Espero sus comentarios, para la motivación.... wajajajaja . Igual me gustaría saber que opinan de la historia o lo que esperan leer en ella.....
Eso.. besotes :D
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top