Capitulo 1; Compromiso
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Prince Rousseau.
El emperador conocía bastante bien a su hermano, alguien obstinado pero demasiado amable.
Ethan, su hermano, estaba a punto de cumplir veintitrés, edad a la que la mayoría ya habían contraído matrimonio.
Sin embargo Ethan era alguien muy reservado y únicamente sociable para con sus libros, siendo los únicos por los que sacaba la nariz de sus libros.
Es por ello cuando comienza a correrse el rumor de que el emperador del oriente parece estar buscando una nueva esposa.
Cuando la noticia llegó al mayor de los Rosseau esté no tardó en hacer los preparativos.
Conocía perfectamente a su hermano, quizá al principio se mostraría arisco, pero si le explicaba por qué aceptaría sin ninguna otro reproche.
Caminó triunfante hacía la pequeña librería privada que su joven hermano tenía en el palacio, al haber llegado lo busca con la mirada hasta encontrarlo en sillón aterciopelado, en el que siempre se sentaba.
Parecía estar muy concentrado en su lectura, pues no reaccionó al llamado de su hermano la primera vez.
―Ethan.―Llamo, en busca de un poco de su atención. Sin embargo el pelirrojo no reacciono. Sin ser poseedor de un poco de paciencia se acercó a su hermano y arrebato de sus manos el libro que leía.
―¡H-hermano!―Bufo molesto enderezando su espalda.
―Ya te he llamado una vez, sabes que no lo hago dos veces. ―Reprendió, dejando el libro en la mesa al lado suyo.
Ethan suspiró y asintió entendiendo su error, se quedó unos segundos callado esperando que su hermano hablara, pero no lo hacía, lo cual lo asustaba.
―¿Necesitabas hablar conmigo sobre algo? ―Preguntó confundido.
―Es algo de suma importancia, por lo que deberás acompañarme a mi oficina. ―Ordenó dándole la espalda al príncipe y comenzando a caminar, alejándose del más joven, quién, sin entender lo siguió.
El camino no era largo, pero dado al silencio que había entre ambos lo hacía un camino eterno a opinión del ojiazul, al menos dos minutos después llegaron al lugar del emperador, entro y se acercó a su escritorio, siendo seguido por su hermano.
El silencio siguió entre ambos, silencio que incomodaba al joven príncipe. Segundos más tarde el emperador se atrevió a hablar, logrando tener por completo la atención de su hermano menor.
―Muy pronto cumplirás 23 años, ¿no? ―Hablo viéndolo con atención.
―Así es, majestad ―Respondió dudoso.
―Y no has encontrado pareja alguna ―Volvió ha hablar, su comentario tomo desprevenido al pobre chico, quién no tardo en negar.
―No...―Fue su respuesta a las palabras de su hermano.
Lo analizó con su mirada atentamente, cabizbajo, y ceño fruncido mientras muerde sus mejilla interiores. Lo conocía tan bien que casi podía adivinar que estaba pensando.
―Ahora que me lo has confirmado quiero notificarte de algo. ―Comentó, logrando que el pelirrojo lo viera.― Te casarás con el emperador Sovieshu.
Al escuchar aquellas palabras abrió par en par sus ojos con sorpresa, su corazón comenzó a latir con fuerza mientras que en su interior crecía una furia inmensa.
―¿¿Cómo por qué lo haría??―Preguntó evidentemente molesto. Julian, su hermano, no se sobresalto al escuchar su reproche, entendía sus sentimientos.
―Bueno, aún no me has presentado a algún, o alguna joven que te interese, ni siquiera me hablas de algo que no sean tus libros.―Respondió tranquilo.
―¡Eso no te incumbe!―Grito molesto.―¡Yo estoy en todo mi derecho de escojer con quién casarme!
El emperador parecía no querer pelear, pero su hermano no ayudaba con su tono de voz.
Escuchó por un rato sus reproches, le gritaba con mucha molestia, lo entendía pero tampoco dejaría que el pueblo hablara de el.
Con los segundos pasando la furia se apodero del emperador y eso no era lo mejor.
―¡¿Quieres saber por qué lo hago?!
―¡Sí, claro que quiero saber!
―¡Bien, lo hago porque por más que las doncellas te inviten a algún baile o fiestas, tú no vas!―Comenzó a explicar.―¡Nunca sales de la estúpida librería si nadie va por ti, por eso lo hago! ¡Debes tener descendencia!―Grita, golpeando la mesa con sus puños.
―¡¿Y cómo mierda tendré hijos si ese emperador es estéril?!―Gruñe molesto.
―¡Eres un estúpido mago! ¡¿No por algo nuestro padre te pago un maestro?! ―Exclama.
El joven chico al escuchar aquello suspiro molesto mientras evadía la mirada de su mayor con agilidez.
Suspiraba frustrado pensando en lo que su hermano decía, era verdad, era un mago graduado con honores.
―Si te casas con él, nuestros imperios serán aliados, si lo haces nuestra gente confiara más en ti.―Dice más tranquilo.
Al escuchar aquello entendió que tenía razón, sus súbditos no confiaban en el menor de los Rosseau, quizá por haber sido la causa de la muerte de la difunta emperatriz, nadie confiaba en él quizá porque desde pequeño la magia que poseía era demasiado fuerte, ocasionando que la emperatriz regalará su último suspiro a su segundo hijo.
Desde entonces su padre no perdió el tiempo e insistió en que el joven sacará provecho de su poder, logrando que se graduará.
―Yo...―Murmuró sin saber que hacer.
―Está es tu oportunidad para ganarte el apoyo de nuestra gente.―Opinó, acercándose al joven ha paso lento.
Con sus ánimos decaídos y con tristeza, asintió.
―Bien, lo haré.―Confirmó viendo directamente a los ojos grisáceos de su hermano.
Julian sonrió orgulloso, los planes para la boda comenzarían, las calles olían a felicidad y quizá a nuevas oportunidades o simplemente sería un error.
Mientras tanto, en el imperio oriental un emperador, desolado y sin muchas ganas de vivir leía y firmaba papeles sin prestar atención a lo que su asistente decía.
―No me está prestando atención, otra vez. ―Pensó un tanto cansado ante la actitud de su señor.
Era comprensible, la emperatriz Navier, ahora emperatriz anterior se había casado, la emperatriz Rashta, le mintió y fue envenenada, su hija, quien no era suya, había sido secuestrada y no encontraba alguna pista de su paradero.
Todo era mierda, a opinión suya.
― ¿Qué es eso? ―Preguntó, llamando la atención de su asistente, se refería a la carta aún cerrada que llevaba en sus manos.
―Oh, es una carta del imperio del norte. ―Responde entregándole la carta.
―Ya me doy cuenta.―Dice con seriedad al ver el sello rojizo que mantenía cerrado el papel.―Parece que el emperador está ansioso por comprometer a su hermano menor...―Murmuró al leer su contenido.
Con gusto y honor envió esta carta. Supongo que no le será necesario leer todo, pues sabrá de que se trata. Emperador Sovieshu, con respeto escribo estas palabras para concretar nuestro acuerdo, su boda con mi hermano.
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