IX

Arthur

Sus besos me despertaron, eran húmedos y cálidos, iban desde mi mentón hasta mi cuello.

Ella había hecho esto por alrededor de cinco minutos que se me hicieron eternos y, por más que intenté fingir que dormía, ya no podía quedarme quieto. Mis manos picaban por tocarla y acercarla más a mí, si era que se podía.

Ella sonrió contra mi piel cuando la tomé por la cintura y la abracé.

Creo que, si tuviera que describir mis amaneceres favoritos, sin dudas serían estos.

—Creí que estabas dormido —su voz aún se sentía adormilada, señal de que hace mucho que no había despertado.

Pasé las palmas de mis manos por mi rostro para despertarme por completo.

—¿Y perderme esto?

Mi voz había sonado mucho más grave de lo normal.

—¿Esto?

—A ti, intentando sorprenderme. Hazlo más seguido, cariño.

Ella sonrió y vi como un fuerte color rojo invadía sus mejillas.

—¿Listo para los planes de hoy?

Ella se acercó a mí y se refugió en mi cuello. Cosa que me dio la libertad de acariciar su cabello, ahora se encontraba más largo porque estaba empezando a dejarlo crecer. Cosa que me encantaba, a veces hasta le ayudaba a peinarlo después de que ella tomara una ducha, y a ella le gustaba que la consintiera.

¿Qué si estaba listo?

Tenía emociones encontradas por esta nueva etapa en nuestras vidas, pero estaba más que preparado para enfrentarlas.

En estas semanas nuestra convivencia se había vuelto muchísimo más estrecha e íntima. Descubríamos juntos lo que era el día a día en pareja y lo que conllevaba estar juntos.

Nos habías acoplado a los horarios del otro casi a la perfección. No todo era color de rosa, habíamos tenido desacuerdos, pero habíamos sabido sobrellevarlos y comunicarnos para solucionar cada cosa que se nos presentará.

Aún estábamos aprendiendo a ser un equipo e intentábamos hacer las tareas del hogar juntos.

Pero, ya estaba listo para llevarlo al siguiente nivel. Así que, en nuestro aniversario de un año de conocernos, le había pedido que se mudara conmigo oficialmente.

Y para mí, era increíble pensar que ya tenía un año conociendo a esa rubia sin filtros al hablar y algo terca, que no se rendía hasta conseguir lo que quería y que era una mujer autosuficiente. Fanática de los libros de clichés predecibles y muy amante de la música de una banda cursi que interpretaba muy bien las distintas facetas que podían tener una relación. De la chica que amaba los vestidos floreados, tanto que hasta los usaba en invierno, y, por sobre todo, de la chica que me había ayudado y dado la motivación para salir de ese estado de depresión que estaba atravesando.

Cada día conocía más a fondo cada una de las facetas de la personalidad de Brisa, y no podía parar de enamorarme de ella día tras día.

Porque sí, estaba enamorado hasta los huesos de esa rubia que se sonroja cada que le doy un beso en la mejilla.

De mi pasita.

Por eso, es que deseo dar más pasos con ella.

—¿Que si lo estoy? Totalmente.

Ella sonrió contra mi cuello.

—Sinceramente, en lo único que estoy pensando es en cómo voy a quitar todas las fotos de mi pared en tiempo récord. Son muchas.

Una carcajada brotó de mi garganta y poco después ella se unió a mi risa.

—Ya lo resolveremos. Tenemos todo el día para pensar en ello.

Ambos mirábamos hacia el cielo razón color crema y yo aún seguía acariciando su cabello.

—Parece un día cualquiera, pero para nosotros significa mucho.

Sonreí.

—Un año de soportar a tu fanático de Marvel.

—Un año de soportar las fotografías desprevenido.

Volví a abrazarla.

—Qué martirio.

Desde antes de decirlo, ya esperaba el golpe que me dio. Así que, solo reí contra la cuenta de su cuello y ahora fue su turno de acariciar mi cabello.

—Creo que es hora de levantarse.

Sabía que ella no lo deseaba, pero, sino nos apurábamos, se nos haría tarde. Además, tenía planes que no podían atrasarse.

—No quiero —refutó con voz infantil.

—Después de este día, tendremos muchas mañanas juntos. Ahora, hay que levantarnos.

Ella suspiró y tomó asiento en la cama.

—¿Cómo te sientes hoy?

Hizo las mantas a un lado.

Yo hice una mueca ante su pregunta.

Ella me conocía bien, sabía que mentirle no era una opción y menos con esto.

Digamos que, nuestra vida al convivir con el otro no era lo único que había cambiado. Había tomado una de las decisiones que estaba posponiendo desde hace algún tiempo.

Remover mis tatuajes.

Había sido algo que venía planteando, me hace muchísimo, sobre todo porque pronto estaba a punto de graduarme de mi carrera y lo menos que deseaba es que mi imagen se viera manchada por algo como eso.

La historia de cómo me los había hecho era divertida... Cuando tenía diecinueve. Ya era un adulto y estos tatuajes me había traído bastantes vergüenzas.

Así que, se lo había planteado a Brisa hace unos días y después de una conversación, decidimos hacer una cita para removerlos.

Habían pasado dos días desde entonces.

La doctora me había dicho que no llevaría mucho eliminarlos, lo cual fue un alivio saberlo porque dolió como diez veces más, removerlos que hacérmelos.

—Duele un poco. Pero, es soportable.

Asintió poco convencida.

—Cuando te duches, volveré a ponerte la pomada.

Me levanté.

—De acuerdo.

El resto de nuestra mañana fue tranquila.

Después de que nos fuéramos a nuestras clases, almorzábamos en uno de los patios de su campus y después íbamos a trabajar.

Ella me relataba su mañana y viceversa.

Según ella, estudiar fotografía no era una carrera tan difícil. Sus tareas eran tomar fotografías con algunos puntos específicos y, a ella eso se le daba muy bien.

Y, al estar cursando mi último año de universidad, ya estaba acostumbrado a la rutina. Mucho que leer y memorizar. Pero, al amar las letras, se volvía un deleite, sobre todo si eran clásicos como los de

No tardamos mucho en salir de casa, tomados de la mano mientras ella se notaba ansiosa.

Si bien tenía entendido, ella había vivido con Derek un pequeño espacio de tiempo. Sin embargo, tuvo que mudarse de nuevo a su apartamento porque Derek tuvo que salir de la ciudad por unos cuantos meses debido a sus estudios y, después, cuando volvió, ella estaba tan cómoda viviendo a cinco minutos de su trabajo que decidió no recordarle a Derek ese pequeño detalle.

Se ahorró el mal trago en medio de una mudanza apresurada.

Por eso, era que estaba nerviosa, porque aunque si quisiera dar este paso conmigo, ella sentía la inseguridad de que yo llegara a arrepentirme y la dejara. Cosa que no iba a pasar.

—Aquí estamos —murmuré por lo bajo cuando atravesamos la entrada del apartamento de Brisa.

—Hablé con la casera por teléfono ayer, le dije que no renovaría el contrato de arriendo. Tengo un mes para sacarlo todo —tomó entre sus manos el florero que se encontraba en la mesa que estaba junto a la puerta.

—Teniendo en cuenta que has mudado la mayoría de tus cosas mientras ibas a quedarte en mi apartamento, lo que queda aquí son muebles.

—hay ciertas cosas que no puedo llevarme; como el sofá. Pero, casi toda la decoración y uno que otro mueble pequeño me pertenece.

—Lo bueno, es que estamos aquí para ayudar.

Ambos miramos al marco de la puerta, dónde la delgada figura de Alison se encontraba. Ella atravesó la estancia para saludarnos, y seguida de ella, Joshua, Matt y Alex.

Le di un corto abrazo a Alison y a los chicos un apretón de manos.

—¡Hola a todos! Les agradecemos mucho el que hayan apartado tiempo para venir ayudarnos.

—A nosotros nos alegra ayudar.

—Excelente, no hay tantas cosas que cargar, creo que, para el mediodía, estaremos listos —comenté, siendo optimista.

—Creo que lo mejor es ir quitando las cosas pequeñas, como los floreros y cuadros, para que ustedes puedan ir cargando todo en la camioneta. Alison podemos desmantelar mi habitación.

Pasamos gran parte de la mañana cargando muebles y el resto de las pertenencias que le pertenecían a Brisa.

No sé cómo lo hizo, pero cuando volví a entrar a la habitación, ellas ya se habían encargado de quitar todas las fotografías y ponerlas en un sobre transparente. Según tengo entendido, había sido una tarea tediosa, pero ya estaba terminada.

Alison se encontraba guardándolo todo lo que Brisa le diera en unos bolsillos que tenía desparramados por el colchón de la cama que ahora carecía de sábanas.

Joshua, Matt y Alex se encontraban descansando y tomando algo de agua.

—¿Falta mucho? —Pregunté al ver que aún estaban sacando cosas del baño.

—No, solo hay que revisar que no se esté quedando nada en la pequeña lavandería y en el cuarto de invitados —pasita hizo contacto visual conmigo.

—Eso puedo hacerlo yo.

—Muchas gracias, cariño. Terminamos con esto y ya estamos listos.

Asentí mostrando una sonrisa.

Seguido de eso, hice un recorrido un tanto minucioso en las habitaciones mencionadas. Asegurándome que no se quedará nada que ella pudiera necesitar después.

Salí de la habitación, cuando terminé, y me dirigí al cuarto de Brisa, donde me encontré a Alex cargando el último bolso que había que llevar.

Ella estaba parada cerca de la ventana, mirando atentamente el exterior.

—¿Ya está listo? —pregunté con cautela.

Ella me miró.

—Sí... Es solo que, me dio algo de nostalgia todo esto.

Me acerqué a ella para abrazarla.

—Sé que extrañarás este lugar. Después de todo, has vivido aquí dos años y, para nosotros, significaba algo especial en nuestra relación —acaricié su mejilla con mi pulgar—. Todo esto es una nueva etapa para nosotros, una de la cual me siento muy feliz de poder compartirla contigo.

Ella sonrió y vi como se le aguaron los ojos.

—Te amo tanto —sus brazos me rodearon y me atrajo a su cuerpo.

Yo... Yo solo me quedé ahí procesando lo que ella me había dicho.

Cuando logré reaccionar, me encontraba abrazándola como ella a mí.

—Yo... Yo también te amo.

Dejé un beso sobre su frente.

Y una vez más agradecí que ella se hubiera tomado la decisión de ir a la terraza esa tarde. Esa tarde que lo cambió todo.

Fin

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