Carta

Querida pasita...

Dios, no sé cómo iniciar con esto... me siento justo como el día que te conté gran parte de mi pasado, muy nervioso y prueba de ello es lo temblorosas que están mis manos. Quiero que sepas todo lo que pasa por mi mente ahora, pero, por más que lo intente, no logro organizar mis ideas. Lo más fácil será que relate todo desde el principio, y eso será lo que haré. Te contaré todo.

Iniciando desde la primera vez que te vi.

Tenías ese ceño fruncido tan característico de ti, uno de esos vestidos largos que te hacía lucir increíble y tu cabello rubio suelto.

"Bonita" fue lo primero que cruzó por mi mente al observarte, y aunque quise negar esta atracción a primera vista que sentí por ti, no pasó mucho antes de no pudiera ocultar lo que sentía.

Nunca imagine que podría encontrar a alguien como tú en un lugar tan común, y muchísimo menos en esa situación. Sin embargo, las cosas se dieron de esa manera y estoy agradecido por eso.

Los siguientes días fueron increíbles, llegó un momento en el que tuve que obligarme a mí mismo a no ir a la terraza todos los días, no quería ser tan obvio con mis intenciones. Porque cariño, estuve en las palmas de tus manos cuando menos lo esperé.

Queriendo desahogar estos sentimientos que nacieron de una manera muy repentina, les conté a mis amigos quién eras y nuestros encuentros. Lo único que dijeron respecto al tema fue "Admítelo, ella te gusta". Y aunque pude inventarme razones para negarme y desviar el tema, no lo hice, porque era justo lo que sucedía.

Después tomé como una señal, él encontró casualmente, aunque la mayoría de esos encuentros no eran casuales, justo como el día en el que te encontré en tu trabajo por primera vez. Uno de mis amigos más cercanos tenía un conocido en ese café, él me dijo que trabajabas en ese lugar y ellos me animaron a ir. También me animaron a acercarme a ti y conversar.

Ellos fueron la clave de todo, preciosa.

Y si no fuera ha sido por ellos, talvez ahora seguiría siendo un amigo que no tendría posibilidades de nada contigo.

También fueron los responsables de que yo me apareciera en tu apartamento ese día con esa mala escusa que no sé cómo te la creíste. Brisa, hacía todo lo posible para obtener tu atención y no sabes lo feliz que me hiciste cuando me dijiste que sí a esa salida, a pesar de que fuera como amigos.

Porque cariño, yo quería todo contigo, menos una amistad.

Lástima que uno de estos horribles ataques de pánico lo arruinaron todo, pero hay algo que no negaré preciosa, se sintió muy bien estar en tus brazos. Los siguientes días después de eso te evité, sentía mucha vergüenza como para darte la cara. En el fondo tenía miedo de que me juzgaras, pero con tu reacción, me demostraste que eras diferente y confirme una vez más que no me había equivocado contigo.

Y fue cuando entendí que tenía que luchar con todas esas cosas que me atormentaban. Fue así como decidí que necesitaba ayuda profesional, porque hermosa, por mucho que tú quisieras ayudarme, no estabas capacitada para hacerlo, no quería hacerte cargar con todos mis problemas, no era justo.

No quería opacar tu hermoso ser con todas mis complicaciones.

Luego, te nombré como quería hacerlo desde que vi ese adorable ceño fruncido, pasita... mi pasita. Y también te mentí, a mí tampoco me gustaban las pasas, pero desde que te nombre de esa forma, comencé a reconsiderar mis gustos. Luego seguí llamándote así solo para ver tu ceño fruncido, que seas como un libro abierto, es una de las cosas que más me gusta de ti.

Creo que también te preguntarás como conseguí tu Instagram. No fue sencillo convencer a tu compañera de trabajo, pero luego de una conversación y una cita con uno de los amigos que me acompañaba ese día en el café, fue que lo obtuve.

Aún recuerdo ese día en la biblioteca como si fuera ayer. Una vez más vi ese hermoso ceño fruncido cuando me viste detrás del mostrador, no pude ocultar mi alegría y no sé si notaste que escribí tres veces la misma oración en la computadora para intentar mantener la calma. Luego te di esos libros extras y te mentí descaradamente para pasar más tiempo contigo, aunque, no me arrepiento.

Esta vez, que tú estuvieras entre mis brazos fue uno de los momentos más especiales que atesoraré junto a ti, lo mejor fue saber que esa ligera fragancia a vainilla provenía de tu champú. Después cariño, estuvo esa conversación por Instagram. Solo estando tras de una pantalla fue que reuní el valor suficiente para pedirte tu número telefónico.

La salida a la feria... una de las mejores hasta ahora y mi favorita, porque fue cuando tomaste mi mano por primera vez y desee que no me soltaras. Y a pesar de ese pequeño inconveniente, tu alegría no se vio opacada. Al contrario, me ayudaste a no pensar en nada negativo. Cuando te encontré en la calle de camino a la terraza, pensé que sería el día perfecto para contarte todo. Sin embargo, tenía miedo de hacerlo. Pero tu reacción me demostró nuevamente que no me había equivocado contigo.

Fue desde ese momento que estuve completamente perdido.

Luego estuvo ese día que compraste esa cámara de fotos instantáneas que adoras con tu vida, me encantó ver tu cara de felicidad cada que tomabas una foto, aun si eso implicaba que yo fuera a quien fotografiaras.

Solo quería hacerte feliz.

También recuerdo perfectamente la salida por el helado de pasas, ese día no había sido el mejor para mí. Mi padre había descubierto que falté a varias de mis citas con el psicólogo y me había reprochado por eso. Estaba molesto, esa fue la razón por la que quería pasar esa tarde contigo, porque tú eras mi calma en medio de la tormenta. Lo mejor fue ese beso inocente en la mejilla, no creo que hubiese palabras para describir la felicidad que sentí.

En esa salida confirmé algo que ya sabia, el tiempo contigo pasaba muy rápido. Y eso era frustrante, amaba nuestras conversaciones.

Luego paso el inconveniente con ese hombre que te siguió. Con seguridad podría decir que nunca sentí tanto miedo en mi vida, hasta que escuché tu voz temblorosa a través del celular. Si algo te pasaba, no sé qué sería de mí. Por eso intenté hacerte reír, aunque fuera a mi costa, no me gustaba ver esa expresión triste en tu rostro ni mucho menos el miedo en tu mirada. Pero lo mejor para mí fue que, una ve, más pude tenerte entre mis brazos y comprendí que ya no quería que te alejaras.

Por eso fue muy desconcertante para mi despertar y no encontrarte, estuve varios días preguntándome si había hecho algo malo, algo que pudo haberte perturbado o recordado de alguna forma el encuentro con ese degenerado. Si me odiabas, esa habría sido mi perdición.

Fue por esa razón que me aparecí en tu casa sin previo aviso, quería sacarme esa duda de la cabeza y el alivio que sentí cuando me explicaste todo, fue inmenso, me había quitado un gran peso de encima. Así que, cuando me dijiste que te daba miedo salir de noche, me adapté a tus necesidades.

Empecé a invitarte en el día, cuando no te sentías insegura.

Esa tarde fue maravillosa, te veías tan contenta y eso fue lo único que quise conseguir, tu felicidad. Después, en el lobby, fingí que no quería quedarme porque no quería incomodarte. Sin embargo, no contaba con que estaría ese Señor para convencerme, luego vi como esperabas una respuesta muy atentamente y, en ese momento, supe que si me pedías algo mirándome de esa forma no podría decirte que no, sea lo que fuera.

El día en el que vimos esa película juntos en casa, la verdad quede bastante confundido. No entendía como una persona podía estar a tu lado, pero al mismo tiempo estar ausente y distante. Fue frustrante para mí, porque era como retroceder el tiempo a las primeras semanas en las que nos conocimos donde cuidabas y mantenías cierta distancia conmigo. Lo odié, esa fue la sensación más molesta que he experimentado.

Por eso fue que me costó bastante entrar contigo a ese ascensor a los días siguientes, temía que en cualquier momento te volvieras distante hacia mí. Pero cariño, tú me conoces, soy masoquista, no pude evitar volver varios días después aun sabiendo que podías volverte un cubito de hielo cuando menos lo esperará.

La salida del cine es lo que más me atormenta y uno del momento que merecen muchas confecciones, es que... hay tanto que decir sobre eso. Aunque te lo explique varios días después, me arrepiento profundamente de no haberte besado en ese momento, aun cuando anhelaba probar tus labios desde hace bastante. Corazón, creo que me conoces lo suficientemente como para saber que para mí hubiera sido incorrecto hacerlo, mientras que, de cierta manera, le daba esperanzas a alguien más y, jugar con sus sentimientos era algo que no deseaba hacer, por eso fue que no te besé. Sin embargo, sin importar que intentará hacer lo correcto, no imagino toda la agonía que tuviste que pasar al pensar que yo no correspondía a esos sentimientos que tenías por mí. Te lastimé.

Y al besar esa boca que tanto anhelaba, volví a arrepentirme, porque era mucho mejor de lo que yo imaginaba. Tu sabor era apetecible y movías tu boca como una experta, y aunque en un momento me sentí algo celoso por esa experiencia adquirida, luego lo agradecí mentalmente, porque fue el mejor beso de mi vida.

Nunca te explique por qué te dije eso ese día justo después de separarme de ti. Es simple cariño, ese beso me hizo sentir vivo de nuevo, revivió lo que creía muerto cuando estaba al borde de la cornisa justo antes de saltar, y no solo fue ese beso, eras tú. Día tras día, fuiste tú la que, poco a poco y sin darte cuenta, me devolvió esas ganas de vivir. Cada momento contigo lo hizo, y no puedo estar más feliz y agradecido por eso.

Justo por esas razones es que estoy escribiendo esto para ti, porque mediante este escrito quiero pedirte algo que cambiara todo. Ya no puedo esperar más tiempo, cada día contigo me ha hecho estar más decidido a preguntarte...

Brisa Pasita Holmes, ¿me haría el honor de ser mi hermosa novia?

Búscame a penas terminé de leer esto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top