6

Tienda de ropa, no.

Tienda de maquillaje, tentador pero no.

Tienda de tecnología, nop.

Peluquería, nah.

¡Bingo!

Biblioteca. 

Casi solté un chillido por estar en este lugar. Uno de mis pasatiempos favoritos era la lectura, por lo tanto, la biblioteca era casi como el paraíso para mí. Me había enterado de que recientemente comenzaban a traer varios de los libros que había leído desde mi celular, así que, no dude mucho en venir a comprarlo.

No era un secreto para nadie que los libros en físico eran caros. Sin embargo, con lo bien que nos había ido en el café estos días, podía ahorrar una cantidad y me sobraba para lo que necesitará comprarme, mientras no fuera muy costoso, claro estaba.

El libro que quería comprarme era uno de mis favoritos. El Huésped, podía leerlo muchas veces, pero siempre terminaba riéndome como la primera vez cuando leía el desenlace de la historia y las interacciones de ambos protagonistas. 

Cuando estuve dentro del majestuoso edificio, camine a paso apresurado hasta el mostrador donde se atendían a las personas. Pero mi ceño se frunció en señal de confusión cuando vi a la persona que me atendería, principalmente porque ya se me era conocida.

—¿Arthur? —Él se encontraba de espaldas a mí y apenas escucho mi voz, se giró en un movimiento rápido.

—¿Pasita?, digo —murmuró—; hola, Brisa. —en su boca se formó una sonrisa traviesa. Se estaba burlando de mí. 

—¿Trabajas aquí? —inquirí, ignorando ese apodo extraño. Él asintió en respuesta, y su sonrisa se ensanchó aún más si es que se podía—. Vengo cada cierto tiempo, ¿cómo es que nunca te he visto por aquí?

—La persona que suele atender está de reposo, ha tenido un accidente y ahora no puede trabajar —explicó—. Yo también trabajaba aquí... pero en la bodega, descargando cajas y ayudando a ordenar todo. —Se apoyó en el mostrador. 

Tarde unos segundos en responder.

—Yo, bueno —suspiré—, me comentaron que hoy llegarían nuevos libros. Vine a comprar uno en específico.

—¿Cómo se llama el libro, pasita? —inquirió sin mirarme, ya que se encontraba tecleando en la computadora. 

Si seguía llamándome de esa forma, me iría a comprar el libro a otro lado.

El Huésped —respondí, en un tono serio. Él mantuvo su sonrisa todo el tiempo, al parecer a alguien le gustaba molestarme.

—¿El huésped? De acuerdo, —hizo una breve pausa antes de continuar hablando—. Ya se encuentra en los estantes, ¿podrías esperarme un par de minutos mientras busco el libro? —asentí en respuesta. Seguido de eso, él desapareció detrás del mostrador.

Yo recorrí el lugar con la mirada, siempre me había gustado la arquitectura de este tipo de edificios, los techos altos y esos detalles que hacían al lugar una obra de arte. Por eso me encantaba comprar aquí.

Arthur volvió minutos más tarde, con varios libros en sus manos.

—Bien Brisa, aquí está el libro que pediste —lo señaló —, y me tome la libertad de traer un par más de lo que podrían gustarte —murmuró poniendo dos más sobre el mostrador. 

Por más que quisiera, no podía comprarme los tres libros. 

Negué con la cabeza— No puedo llevarlos todos, tal vez en otra ocasión —murmuré apenada, y pude sentir como mis mejillas se sonrojaban.

—Serán un obsequio de mi parte. 

—¿Qué? ¡No!, no podría aceptarlos —me negué nuevamente. 

—Sí, lo vas a aceptar. Es para que leas algo mucho más interesante que un libro de comedia y romance juvenil, del cual podría asegurar que ya conoces cada diálogo de memoria. —Aún mantenía esa sonrisa de comercial. Yo, sin embargo, aún tenía mi ceño fruncido. 

—¿Disculpa? —inquirí un poco ofendida, pero él le había acertado con su deducción. 

—Disculpada, ahora necesitas conocer la mejor categoría de libros que existe... —hizo una pausa algo dramática— el suspenso, y estos dos libros son perfectos para que inicies a leer en este maravilloso mundo —señalo los dos libros—. Así que traje para ti Encuéntrame y Heist, que a mi parecer, son unos de los mejores ejemplares de suspenso que he leído. 

Yo tomé ambos libros para mirar sus portadas, y de cierto modo, ambas me comenzaron a intrigar. 

—¿No podré negarme y dejarlos aquí, verdad? —inquirí, aunque ya conocía la respuesta que iba a darme. En estas semanas, me había dado cuenta de que ese chico era igual de terco que yo en algunos aspectos.

—No, quiero que los leas, así sales de ese mundo perfecto, pasita —sonrió de forma traviesa. 

—Si sigues llamándome así, no compraré nada. —hable en un tono de voz algo tajante. Ante mi respuesta, él no pudo evitar soltar una risa.

—Bien, pero mínimo déjame pagar por el libro por el que vine —murmuré redimida. Su sonrisa se ensanchó, su expresión era como la de alguien que había hecho la venta del año.

—Trato hecho... Pasita. —Solté un gruñido bajo, que solo hizo que volviera a soltar una risa algo ronca. 

Alguien está invocando a mis demonios internos.

Cuando termine de pagar el dinero correspondiente, me despedí y le agradecí por su amabilidad. Después de todo, si hubiera sido por mí, no hubiera comprado esos libros o ni siquiera los hubiera leído. 

Cuando estaba por irme, él volvió a hablar.

—Oye… espera —detuve mi andar, apenas si había dado dos pasos—. Si quieres puedes quedarte un rato a leer, hay unas zonas que están preparadas exactamente para eso. —Sonrió de medio lado. Este chico sí que sonreía. 

—¿En serio? No había escuchado que hubiera más zonas además de las mesas para leer. ¿Es algo nuevo? —inquirí con curiosidad. 

Me pareció algo extraño que existiera otra zona adicional en la biblioteca que se usará para el público. Normalmente, si me quedaba en este lugar a disfrutar de mi lectura, lo hacía en las mesas que estaban cerca de la entrada.

—Sí, es algo nuevo que se está incrementando —murmuro, con algo de duda—. Pero, si estás ocupada, no quiero quitarte más tiempo. —La última oración la menciono tan rápido que apenas logre entender lo que había dicho.

—No, yo... ahora no tengo nada que hacer, creo que me quedaré un rato, ¿podrías indicarme dónde queda? El lugar es grande, no quiero perderme —pedí en un tono amable, mostrando una sonrisa. Él aceptó encantado.

No conocía todo el lugar y me daba algo de miedo perderme, así que, creo que él era una de las mejores personas a las que podría haberle pedido indicaciones. 

Mientras caminábamos en dirección a un área que no había tenido la oportunidad de ver antes, Arthur me contaba de una forma breve como era trabajar en una biblioteca. Me contó la historia de la fundación de la biblioteca y de como su abuelo, el fundador, junto a su padre, la hicieron crecer desde el primer día. También mencionó que, en un futuro, él se haría cargo de este maravilloso lugar y con orgullo, me comentó que ya se estaba capacitando para cuando ese día llegara. Además, su pasión siempre había sido las letras, le encantaba escribir desde que era muy joven, y que estaba estudiando una carrera sobre eso. 

Mi expresión de incredulidad no pudo ser más obvia, no tenía idea de que él deseaba ser escritor. 

—Y tú, ¿a qué quieres dedicarte?, ¿qué es eso que apasiona, Brisa Holmes? —inquirió con curiosidad. 

—Yo... la verdad, aún no lo sé —murmuré con duda. Su ceño se frunció en señal de confusión, ¿ahora quién de nosotros era la pasa?

—¿Escuche bien?, ¿la chica decidida que siempre sabe lo que quiere, no sabe lo que le apasiona?, ¿eso es posible? —inquirió de forma divertida. Pero hasta a mí me hizo pensar.

Ay, Arthur, si tuviera una respuesta, te la daría. 

—Solo... creo que aún no me ha gustado algo lo suficiente como para apasionarme por ello, mientras tanto soy feliz en el café. —Me encogí de hombros despreocupada, después de todo, no estaba apresurada por decidir qué estudiar.

—Bueno... para algunos es más fácil decidir a que se quieren dedicar que para otros —murmuró mirándome fijamente. 

—Tal vez sí... solo hay que darle tiempo al tiempo. —Él mostró una sonrisa de boca cerrada.

—Sí, solo hay que hacer eso. 

Para este punto, creía que nunca llegaríamos, este lugar era muy extenso. Ahora entendía por qué habían decidido poner otras zonas de lectura en este lugar.

La zona a donde me llevo era muy bonita y hogareña, la palabra correcta para describirla era reconfortante. Los cojines para sentarse estaban desparramados por casi por todo el lugar, unos grandes ventanales ocupaban el espacio donde se suponía debía estar una pared, haciendo que toda la habitación estuviera iluminada de forma natural y que tuviera una vista maravillosa. 

Pero lo que más llamo mi atención, fue que éramos las únicas personas en la estancia.

—¿Y los demás dónde están? —inquirí, con el ceño fruncido. 

—La verdad, te mentí —admitió—. Esta no es un área pública, es uno de los lugares a los que tengo acceso por trabajar aquí y ser pariente del dueño. Yo... —tomo una bocanada de aire— quería que lo vieras. —En ese momento, pude notar como un ligero sonrojo cubrió sus mejillas, y que no dejaba de rascar su nuca en señal de nerviosismo, lo cual me resultaba ligeramente encantador. 

—Es bonito —murmuré luego de unos segundos—. Pero, ¿nadie se molestará si estamos aquí mientras la biblioteca está abierta? —inquirí, recordando que debería estar en el mostrador.

—Mientras dejemos todo como lo encontramos, no creo que a mi padre le importe —murmuró sentándose en uno de los cojines más grandes. 

—No me refiero a eso, estabas atendiendo a las personas y podrían necesitar tu ayuda allá abajo. —Señale la puerta.

—No te preocupes por eso, pasita, tengo a alguien que me está cubriendo. —Me miró fijamente. 

Antes de sentarme, repase el lugar una última vez, el ambiente era muy calmado, por lo tanto, después de unos minutos de estar aquí, me comencé a sentir muy relajada y tranquila. Luego de unos segundos, tomé asiento al lado de Arthur.

—Entonces, Señor experto —hablé en un tono juguetón—, ¿cuál de los dos libros le recomienda usted a esta señorita que no ha tenido la oportunidad de leer suspenso? —Él no tardó en sonreír.

—Sinceramente, Señorita —habló siguiéndome el juego—, los dos son muy buenos ejemplares, pero le recomiendo que inicie con el de Encuéntrame. —señaló el libro que se encontraba sobre mis piernas.

—Por favor, no me des Spoiler por más que te los pida, ¿sí? —Sabía como era, si el libro llegaba a ser de mi agrado, terminaría por pedirle que me contará lo que sucedía al final. 

—De acuerdo. —Sonrió.

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Repentinamente, desperté exaltada y al mirar a mi alrededor, no reconocí el lugar donde me encontraba. Lentamente y como si de una película se tratara, los recuerdos fueron llegando a mi mente. Lo último que recordaba era estar leyendo con Arthur y que mis ojos comenzaron a cerrarse.

Demonios, en algún momento me había quedado dormida.

Luego de lo que creo, fueron un par de minutos, reaccioné, tenía que buscar mi celular para ver la hora, hoy me tocaba trabajar y por como la luz del sol entraba por la ventana, muy posiblemente ya iba tarde.

Sin embargo, ni siquiera pude moverme de mi lugar, Arthur también se encontraba dormido y me tenía abrazada de manera firme sin llegar a ser agobiante. 

—Arthur... —susurré, intentando despertarlo. Al parecer tenía el sueño algo pesado, porque ni se movió ante mi llamado. 

Si yo tenía el sueño pesado, él me ganaba.

>>Arthur —lo llamé nuevamente, con un tono de voz mucho más alto.

—Por favor, vuelve a dormir. —murmuró, con voz adormilada. 

—Tengo que ver la hora, entraba a trabajar a la una de la tarde. —expliqué y él me soltó rápidamente para incorporarme en el asiento. Creo que aún se encontraba medio dormido. 

Al este, libre de su abrazo, pude tomar mi bolso, que se encontraba en la mesa del centro. Cuando mire la hora en mi celular, entre en pánico, era realmente tarde para ir a mi trabajo.

—Son las 3:45 pm, ni un milagro podrá salvarme —murmuré, con nerviosismo—. Necesito llamar a Sarah —avisé, mientras buscaba su contacto para hablar con ella. Ella respondió en el segundo tono.

Demonios Brisa, ¿dónde estás? Estuve intentando comunicarme contigo desde diez minutos antes de que iniciara tu turno. —por su tono de voz, supe inmediatamente que estaba algo molesta. Puse la llamada en altavoz. 

—Lo siento —murmuré—, sé que es muy tarde... pero si me apuro puedo llegar y ayudarte lo que resta de la tarde. —solté en un balbuceo mientras recogía mis cosas. 

Tranquilo cariño, uno de los chicos quería hacer doble turno porque su novia está embarazada y necesita el dinero, te salvaste por hoy Brisa. Pero cariño, la próxima que vayas a faltar, avísame en la mañana, así puedo pedirle a alguien más que haga el turno por ti. —yo solté un suspiro sonoro ante su declaración. 

Con algo de duda, deje lo que estaba haciendo y tome el celular en mis manos.

—Entonces, ¿puedo ausentarme por hoy? —inquirí con duda, por el rabillo del ojo miré que Arthur estaba parado cerca de mí y escuchaba atentamente la conversación. 

De hecho, iba a llamarte para que no vinieras. Sabes como soy, yo cuido a mis chicos y tú necesitas descansar. Te he visto cariño, trabajas y te esfuerzas mucho. 

—Está bien... te prometo que mañana estaré muy puntual —prometí, ella soltó una risita ante mi tono de voz decidido.

Entonces, nos vemos luego. 

—Sí, nos vemos —me despedí.

Luego de colgar la llamada, mire a Arthur atentamente. Él fue el primero en romper el silencio. 

—Bueno, creo que tienes lo que queda de la tarde libre. —Se encogió de hombros.

—Eso supongo. —retomé la tarea de guardar mis escasas pertenencias.

—Creo que voy a cobrarme esa salida que tenemos pendiente —murmuró, observando mis acciones de forma atenta.

—¿Ahora? —inquirí, con duda. Después de lo que pasó, no creí que él quisiera continuar con esa idea.

—Sí, prepárate, Pasita, hoy conocerás el mejor lugar para comer pasta. —Cuando vio que había terminado de recoger mis pertenencias, comenzó a caminar a la salida y yo lo seguí. 

—Eso me parece bien —comenté entusiasmada.

Una tarde de descanso y una salida era algo que no me vendría nada mal.

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