8.

—¡Shinoa! ¡Despierta!

Yuuichirou se despertó de repente. Podía sentir un peso en su entrepierna, pero no podía ver quién era ya que tenía una almohada en la cara.

Aunque juraría que era Mitsuba, porque era la voz de ella la que lo despertó.

—¡YUU-CHAN!

Se quitó la almohada de la cara y  volteó para ver al rubio en la puerta.

—MIKA.

—¡Shinoa!—exclamó la peli-púrpura en la puerta.

Yuu se percató de que no estaba en su habitación, sino en la de su hermana. Y quien estaba encima de él era Mitsuba, por lo que estaba en lo cierto.

Se golpeó mentalmente al ver en la situación en la que estaba. Su amiga estaba sentada encima de él, con el pijama más exuberante que tenía.

Para peor, Mikaela tenía los irises más pequeños de lo normal, lo que significaba que estaba furioso. Y Shinoa solo sonreía inocentemente, delántadose a sí misma.

Era obvio que todo había sido obra de la enana, pero no comprendían qué podía conseguir con eso.

—Te ves preocupado, Mika-san-canturreó Shinoa.

—¡Tenemos que ir a la escuela!

—Así es ¿eh?—rió misteriosamente y salió por la puerta.

Yuuichirou empujó a Mitsuba, de manera que ella cayó al suelo. Maldijo a su amigo mientras se sobaba el brazo, no era como si ella hubiera querido eso.

Shinoa fue quien quizo.

Todos bajaron las escaleras escuchando los gritos matutinos de Guren y Shinya. A Mikaela le sorprendía cómo en esa casa despertaban con tanta energía, ya que él y sus padres siempre se levantaban con cierta pereza.

Al llegar al comedor todos tomaron asiento. A pesar de su edad, nunca era necesario hacerse el desayuno, siempre Shinya estaba a su disposición.

Shinya siempre había sido un buen cocinero, y a pesar de que podía preparar lo que quisiera, siempre hacía tostadas con mermelada. Pero claro, todos los días el sabor de la mermelada cambiaba.

—¿Cómo durmieron?—preguntó el albino mientras colocaba un plato en la mesa.

—Mika me hizo cosquillas en los pies.

—Eso... ¡Eso fue antes de dormir!—repuso el rubio.

—¿Ah? ¿Significa que ya no quieres que Mika-kun duerma en casa?

—¡No es eso!—exclamó Yuu—. Si lo regañas es suficiente.

Shinya rodó los ojos y se dirigió a la cocina. Jamás maduraría.

—¿Escuchaste lo que acaba de decir nuestro hijo?—preguntó al ver a Guren frente a la cafetera.

—¿Qué es lo extraño?

—Aún sigo preguntándome porqué piensas que terminará con Kimizuki—agarró el cuello de la camisa para atraerlo—. Es obvio que ama secretamente a Yuu.

Guren evitó su mirada.

—Bueno...este...

—¿Qué hiciste?—el albino obligó a mirarlo a los ojos.

—Encontré a Yuu viendo un vídeo porno... el actor porno usaba lentes.

Shinya se limitó a pegarle en la mejilla, de manera que ambos se separaron bruscamente.

—¿¡Qué te dije sobre respetar la privacidad de nuestro hijo!?

—¡Había olvidado mis cosas en casa! ¿¡Qué esperabas que haga!?

—¿Se estaba tocando mientras lo miraba?

—No, solo estaba mirando.

Su marido repentinamente sonrió.

—Me has dado una idea.—Lo apuntó con el índice—. ¡Verás que ganaré esa apuesta!

~~~~~~~~~~~

Todos los chicos se encontraban en el vestidor, para la clase de educación física. Era la única clase que todos compartían juntos.

—¿Yuu-kun? ¿Estás bien?—preguntó Yoichi al ver a su amigo sospechosamente abrazado a su casillero.

—¿Por qué no lo estaría?

Mika, por su parte, acababa de ponerse la playera del equipo.

—¡Mikaela!—bramó Kimizuki—. ¡Tienes la espalda roja!

El recién llamado intentó verse pero era una misión imposible. Comenzó a rascarse el cuello mientras respondía.

—Tuve comezón todo el día... seguramente ya se me irá.

—¿No quieres ir a la enfermería?

—Estoy bien.

No lo estaba, pero odiaba perderse las clases. Cada vez que él se ausentaba, pasaba algo interesante. Nunca olvidaría el día que se enfermó y a Yuu se le habían caído los pantalones en plena clase al entregarle la tarea al profesor; desde ese día se obligó a nunca más faltar.

—Adelantense—sugirió al ver que sus amigos estaban frente a él, esperando que se ponga las zapatillas.

Y mientras el seguía con la piel escociéndole mientras ataba sus cordones, el vestidor había quedado vacío.

A excepción del azabache, quien estaba frotando su entrepierna con el casillero.

—¿Qué haces, Yuu-chan?

—Me pica... el pene—soltó y continuó con sus movimientos.

—Le diré al profesor, yo también tengo comezón por todo el cuerpo.

Caminó hasta el patio sin dejar de rascarse el cuello y los brazos. Todo su cuerpo ardía y no podía apaciguarlo.

Su profesor enarcó una ceja al verlo. Ordenó a los demás que sigan corriendo para dirigir toda su atención al rubio.

—¿Qué te sucede, Mika? También tienes que correr.

—Crowley-sensei, creo que estoy enfermo—dijo mientras mostraba su brazo.

—Sí, es extraño... ¿lo tienes en alguna otra parte?

—En la espalda—volteó y levantó su playera para dejar los omoplatos al descubierto.

Toda su espalda era de un color rojo, y en algunas partes había heridas que se había hecho él mismo al rascarse.

—Ve a la enfermería—dirigió su vista a los demás alumnos.

Mika estaba a punto de irse, pero la voz de su profesor lo interrumpió. La verdad ese era el único docente que respetaba Mikaela, ya que su cuerpo decía que en verdad sabía sobre deportes. Músculos por todas partes, resistencia física, piernas esculturales; era el suspiro de las alumnas y profesoras.

—¿Dónde está Yuuichirou?

—Tiene lo mismo que yo.

Sin dar detalles, volvió a los vestidores. Crowley enarcó una ceja y sonrió para sí mismo, estaba seguro que le tendían una trampa para saciar necesidades hormonales. Lo sabía porque siempre había observado la relación de esos jóvenes desde el comienzo de clases.

—Yuu-chan, Corwley-sensei dijo que vayamos a la enfermería.

—¡Nunca!—aún seguía abrazado a su casillero—. El enfermero es un pedófilo.

—Pero es mi tío, Yuu-chan.

—¡Eso no quita sus gustos sexuales!

Y en verdad ese tipo le daba escalofríos.

—¡Ya sé!—Yuu tomó a Mika de mano y lo adentró.

—¿Adónde me llevas?

—A las duchas, idiota—rodó los ojos—. Estoy seguro que Shinoa puso sus polvos pica pica.

Las duchas eran simples. Nomás estaban divididas por paredes y una puerta. Mika y Yuu se metieron en la misma.

Yuu abrió el grifo mientras se quitaba la ropa.

—Eres un desastre, Yuu-chan.

Yuu se acercó a él y comenzó a quitarle la ropa.

—¿¡Qué estás haciendo!?

—Te curo-dijo no muy seguro de su respuesta—. ¿Quieres seguir con la piel ardiendo?

Pero Mika lo alejó y comenzó a quitarse la ropa por sí mismo.

Una vez desnudo, volteó a ver a su amigo (el cual también estaba desnudo), pasando su mano frenéticamente por su miembro. Si otro viera la situación, pensaría que se estaba masturbando, pero su ceño fruncido decía todo lo contrario.

Mikaela se posicionó al frente de él para sentir las gotas caer en su cabeza.

Cuerpos mojados, respiración chocante, labios rozando... en cualquier momento sentían que iban a perder la cordura.

Pero ¡por Dios! Eran amigos. Ver al otro desnudo debía ser lo más normal del mundo, hasta donde sabían se consideraban hermanos.

O creían que ese pensamiento estaba a punto de cambiar.

Yuu siempre era el que perdía la cordura, por lo que agarró las mejillas del rubio y lo besó.

No era un beso para nada tierno, sino desesperado y apasionado, como si lo hubiera anhelado hace años.

Y Mikaela correspondió más que conforme. Mordió el labio del azabache para así adentrar su lengua.

En la unión de sus bocas, ocurría una guerra de lenguas mientras agarraban el rostro del contrario para atraer los cuerpos. De alguna forma, quería estar lo más pegados posibles.

—¿Yuu-kun? ¿Mika-kun? ¿Están bien? Crowley-sensei dijo que venga compruebe si están bien...

Alerta roja. Yoichi estaba en los vestidores, en busca de sus amigos.

Mika y Yuu se separaron brucamente. Los ojos de ambos estaban fuera de órbita.

Esmeralda buscaba solución en los zafiros y viceversa. No tenían idea qué hacer. Estaban seguros de que Yoichi se llevaría un trauma, o un agradecimiento por hacerlos caer en la realidad.

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MOMENTO DEFINITIVO:

¿MIKAYUU O YUUMIKA?

Elijan uno. Es necesario para un capítulo, pls

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