2.

Era un lunes soleado, con los alumnos de la preparatoria de Ikebukuro vagando por los pasillos.

Mikaela Geales entró al su salón designado. Llevaba un saco, zapatos y pantalón azul oscuro, una camisa blanca y una corbata azul rey. Aquel conjunto resaltaba aún más sus ojos.

Era uno de los pocos que llevaba uniforme diferente debido a que era el delegado de la clase. ¿Quién no lo votaría? Cara bonita, buen cuerpo y unas notas de envidia, esa era una de las razones por la que varios chicos y chicas estaban enamorados de él.

Se encontró con Yuu, que llevaba el uniforme normal. Zapatillas y camisa blanca (la cual no se veía mucho), pantalón gris y un buzo del mismo color, pero con algunos detalles azul aqua.

—Mika, ¿cuánto te sacaste en el examen de química?—fue lo primero que preguntó Yuu al verlo.

—noventa y ocho, creo ¿y tú?

—Cuarenta—respondió de lo más orgulloso. El rubio se preguntó a qué se debía.

—Debes estudiar más, Yuu-chan—suspiró con pesadez.

—Yo, el rebelde con malas notas, tú la chica buena y estudiosa—no obtuvo ninguna respuesta por parte de Mika, ya que no entendía lo que decía—. ¡Por favor! ¡Eso te hace uke!

—Hablamos de yaoi, no de un shōjo, Yuu-chan.

—¡Jugar el papel de la chica cuenta como pasivo!

—En ese caso, la chica siempre es más baja.

—Solo nos llevamos centímetros—repuso Yuu ya frustrado por no encontrar otra razón. ¿Debía concurrir a un plan B?—Mika, hoy vienes a mi casa así me ayudas con química.

El rubio suspiró con pesadez.

—Yuu-chan casi nunca me presta atención, no entiendo qué debo explicarte...pero—dijo después de pensarlo un rato—. Si en la siguiente, sacas más de noventa; serás el seme por un día sin quejas de mi parte.

—¡Gracias, Mika! ¡Prometo que te prestaré atención!—exclamó Yuu con una gran sonrisa plasmada en su rostro, hasta que después midió bien las palabras de su amigo—. ¿EH? Espera, ¿qué? ¿Dejarás que te la meta?

—¡El título!—aclaró el joven Geales no sin antes darle una bofetada al azabache.

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Después de una larga jornada de clases ambos habían caminado hasta la casa de Yūichirō para estudiar. Bueno, más bien para que Yuu estudie, ya que Mika comprendía muy bien el tema.

Todo el camino iban empujándose entre sí y de vez en cuando corriendo. Cuando se trataba de éstos dos solos, era como hablar de un par de niños.

Apenas abrió la puerta, los ojos esmeraldas se encontraron con un Shinya algo ¿desesperado? ¿Extremadamente feliz? ¿Ansioso? No sabía cómo describir aquel rostro.

—Ya llegué, ma...

—¡Debes ser el uke!—fue lo primero que soltó el peliblanco—. ¡Por favor! ¡Y lo harás porque soy tu madre!

Mientras tanto, el rubio observaba divertido. Si tenía a Shinya de su parte podría ganar rápidamente el estúpido juego.

—¡NUNCA! ¡Papá no está de acuerdo!

—Solo hazle creer...por favor, Yuu.

Es ahí cuando el lado comerciante e interesado de Yūichirō salen a flote.

—¿Y qué gano a cambio?

—El auto por un mes.

—¡TRATO HECHO!—cerró el acuerdo. ¿En verdad un auto valía más que su dignidad?—Mika, ya escuchaste—se volteó a verlo—sé mi seme frente a mi padre.

Sé mi seme. ¿Era la imaginación de Mikaela o le había gustado cómo sonaron aquellas palabras?

—Me voy—canturreó el mayor. ¿Era la imaginación de Yuu o Shinya estaba dando saltitos?

En ese momento, Guren bajó de la escalera ya vestido para irse a trabajar. Llevaba zapatos, corbata y pantalón negro. También una camisa blanca.

Ese uniforme era la debilidad de su marido.

Mika, cumpliendo lo que dijo Yuu, apenas vio a su padre lo agarró por la cintura.

Por su parte, Yūichirō se mostraba avergonzado tal cual uke. En verdad era un gran actor.

Apenas los vio, el ojo derecho de Guren comenzó a titilar.

—¿Qué-é es esto?

Yuu divertido al ver la reacción de su padre, envolvió los brazos de Mika alrededor de su cuello y le susurró que le tocara el trasero.

El rubio lo hizo sin rechistar. Le divertía ver la reacción del Ichinose mayor.

—Tu hijo resultó ser uke—comentó, dándole besos en el cuello al azabache y apretando el trasero—. Se nota que no lleva tus genes ¿no es así?

Los ojos de Guren cada vez se volvían más blancos.

—Quieres decir que.... ¿Están en una relación?

—No—dijeron ambos chicos al unísono.

Tales palabras bastaron para que el padre de Yuu caiga al suelo. El pobre se había desmayado por ver a su hijo crecer tan rápidamente...y también por ser pasivo. Le asustaba el hecho de que Mikaela le haga las mismas cosas que él le hacía a Shinya.

Pero su hijo ni siquiera sentía pena. Al contrario, también estaba en el suelo, pero retorciéndose de la risa.

Un peliblanco apareció en la habitación lo más alegre posible.

—¡Por fin lo logré!—celebraba dando saltitos—. ¡Mika, Yuu! ¡Nunca estuve tan feliz de haberlos conocido! ¡Gracias!

Ambos no entendieron ninguna sola palabra, lo único que estaba claro es que Yuu ya tenía el auto para él.

—Ah, Mika ¿no te importa si van a estudiar a tu casa, no? Con Guren debemos...hacer una limpieza general.

Mikaela entendió al instante de lo que se trataba. De seguro habían apostado tal como siempre hacían. Sí, sería mejor llevar lejos a su amigo antes de que se traume.

—Sí, no hay problema.

Ambos agarraron sus cosas para estudiar y dejaron aquel lugar solo con Shinya y Guren.
Solo los vecinos serían los pobres testigos de lo que sucedería.

Apenas salieron, Yūichirō tomó de la mano a Mikaela.

Por alguna razón, fue la primera vez que se sintió extraño para ambos.
Se conocían hace bastante pero era la primera vez que sentían una descarga eléctrica.

—¿Por qué haces esto?—pregunto el rubio fijando sus azules ojos en las manos entrelazadas.

—El seme casi siempre toma la iniciativa, ¿no?

—Casi siempre—recalcó. Su espíritu competitivo seguía en pie y más ahora que Guren pensaba que era el seme.

Después de diez minutos de un incómodo silencio, llegaron a la casa del Geales, pues no vivía muy lejos.

En aquella caminata, cualquiera que pasara cerca podía sentir la tensión sexual, tan fuerte que parecía que la podías tocar con la punta de los dedos.

Sin embargo, los dos jóvenes trataron de ignorar ese hecho. ¿Tener mucho contacto físico había arruinado tanto la relación, hasta el punto de querer el cuerpo del otro cada vez más cerca?
Una pregunta que solo ellos podían responder; pero no tenían idea.

Decidieron sentarse en la mesa del comedor para estudiar. Bueno, Yuu debía ser el que estudie.

Despejaron la mesa y, pusieron sus útiles y libros encima de ésta.

Siendo una excusa o no, Mikaela debía sentarse cerca de Yuu para explicarle.

El azabache sintió el rozar de sus rodillas y por alguna razón que desconocía, lo estremeció. Señaló la hoja en la que estaba situado para que Mika comenzara a explicar.

—¿Otra vez con eso, Yuu-chan?—colocó su mano encima de la del azabache.

¿Estaba loco o su amigo quería mantener el mayor contacto físico posible?

—Ni siquiera pusiste la fecha.

—Cállate.

—¡Y apenas copiaste! —rio y volvió a tocar "accidentalmente" su mano.

—Deja de hacer eso y explícame—ordenó. Esa situación ya lo estaba poniendo incómodo, sin mencionar que se le erizaba la piel ante cualquier diminuto contacto.

Y le estresaba, cada vez más. Ahora cada caricia se sentía diferente y solo se le ocurría que estaba paranoico.

—Es que siento la necesidad de explicarle cómo escribir a Yuu-chan—respondió aún con su mano encima de la suya.

¿Por qué siendo él el que empezaba todo, estaba más sonrojado?

¿Por qué se sonrojaban?

Eran amigos ¿no?

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Les tengo una pregunta.

Si ya han leído mis otras novelas, sabrán que yo escribo muchos capítulos y los voy publicando de a poco así que...

¿Les parece muy próximo si en el capítulo 6 ya hay un poquito de lemon? Creo que no, porque la temática va de eso pero igual pregunto xd 

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