1.


A la mañana siguiente, dos integrantes del grupo de amigos estaban ausentes.

En plena madrugada, Kimizuki llevó a Yoichi a su casa en auto, por lo que cada uno se encontraba en su propia casa.

Yūichirō se despertó encima de algo que no era su cama, bueno, algo así.
Abrió los ojos y se encontró con Mikaela debajo de él, aún dormido.

Sin poder evitarlo, gritó.

Aquella acción provocó que el rubio despertara. Apenas vio a Yuu encima de él, sonrió.

—Dormiste encima de mí, ¿no es así?—él rió al ver que el azabache no lo negaba—. Eso te hace uke ¿no?

—Cállate—el de ojos verdes agarró la almohada que tenía a su izquierda y la puso encima del rostro de Mika, jugando a asfixiarlo como solían hacerlo desde los doce años.

El rubio forcejeaba para sacarlo de encima de él pero era casi imposible. El azabache lo inmovilizaba ya que tenía sus piernas al costado de sus caderas.

Después de unos segundos, el de ojos zafiros logró lanzar la almohada para encontrarse con los enormes ojos esmeraldas que lo observaban de cerca con malicia.

—¿Quién es el uke ahora?—preguntó, divertido.

Mikaela usó su gran arma secreta para sacarlo de encima: su seriedad.

—Yuu-chan, bájate—le ordenó con un tono neutro. El azabache suspiró para después dejarlo solo en la cama de sábanas negras.

La habitación era de un color azul, el color favorito del oji-verde, lo cual combinaba con los ojos de Mika.

Ambos recordaban muy poco de la noche anterior por lo que se alegraron al ver que habían despertado vestidos, con la misma ropa de ayer. Quizás esa discusión de "uke y seme" los llevaba a hacer locuras.

Yuu había tenido pensamientos muy "enfermizos" o al menos así los llamaba él. Quería hacer de todo para que Mika perdiera esa discusión, incluso violarlo si era necesario.

Salió de su habitación, encontrándose con sala la de estar color crema.

Se acercó al sofá más grande, dispuesto a ver la televisión pero se encontró con una gran sorpresa.

Mitsuba durmiendo plácidamente y Shinoa encima de ella, con la cabeza entre sus pechos durmiendo sonriente.

Tenía dos opciones:

-Despertar a Shinoa para salvarla de una bofetada por parte de la rubia.

-Despertar a Mitsuba primero para que le dé una paliza a Shinoa.

Optó por la segunda.

—Mitsuba, Mitsuba...—llamó, sacudiendo el brazo levemente el brazo de la rubia.

En cuestión de segundos, la rubia despertó.

Le dedicó una mirada somnolienta al chico y después bajó la mirada, para encontrarse con su amiga invadiendo su espacio personal.
No lo dudó, la lanzó al suelo por lo que la peli-púrpura despertó.

—¿Ah? ¿Dormí en el suelo?—bostezó y estiró sus brazos.

—Váyanse del sofá—ordenó Yūichirō—. Quiero ver la televisión.

—Qué cruel eres Yuu-san...—quería decir "después de ayudarte con tu vida sexual y amorosa" pero prefirió guardar silencio.

—Vamos, Shinoa—la de ojos violetas le hizo un ademán para que la siguiera.

Shinoa y Yuu eran hermanos que, para su suerte, tenían las habitaciones muy separadas. La de la chica estaba en la planta alta mientras que la de su hermano en la planta baja, cerca de la sala de estar.

Oyó la puerta cerrarse y se acostó en el sofá. Ya había paz en su hogar.

O al menos eso pensaba.

Has que una cabellera rubia apareció detrás del respaldo, para luego abalanzarse encima de él.

Mika posicionó sus piernas a los costados del azabache y tomó ambas manos. Ambos sintieron cómo una fuerte oleada de calor invadía sus cuerpos.

Le dedicó una sonrisa maliciosa.

—¡Mika!—le reprendió el oji-esmeralda—. ¿¡Qué haces!? ¡Suéltame!

Sus intentos de moverse eran en vano, el rubio lo sujetaba bien.

—¿Quién es el seme, Yuu-chan?—susurró cerca de su cuello.

Yuu tragó saliva. Estaba ruborizado y para colmo aquellas palabras le habían excitado.

Ese era el gran problema de Yūichirō Ichinose: se excitaba fácilmente.

—¿¡MIKAELA GEALES, QUÉ LE HACES A MI HIJO!?—gritó Guren, quien recién salía de la cocina.

El rostro del azabache estaba aún más rojo, pero ésta vez de vergüenza.

—Guren, así jugamos desde pequeños—se excusó el rubio y salió encima del cuerpo de Yuu. Éste agarro rápidamente el cojín del sofá para ocultar su erección.

—Tú quieres jugar pero de forma sexual—repuso el adulto. Aquella imagen le provocaba escalofríos.

—Mika tiene razón, siempre fuimos así—le apoyó el azabache desde el sofá. ¿Cuánto tiempo debería ocultarlo?

—Guren, ¿qué es ese escándalo?—Shinya apareció en el umbral de la puerta de la cocina con una enorme sonrisa.

—Mamá, papá; si Mika y yo tuviéramos relaciones ¿quién sería el seme?

—¿Po-por qué preguntas?—tartamudeó Guren con los ojos ya casi blancos. Iba a desmayarse ahí mismo.

—¡No es eso!—advirtió su hijo—. Ayer Shinoa lo preguntó y tengo esa duda. Porque obviamente yo lo sería pero Mika lo niega.

El Ichinose mayor ya había vuelto a la realidad.

—A mí me gustaría que me hijo sea el seme...sin ofender Mika. Pero me da miedo hasta imaginar a ustedes dos teniendo sexo, así que prefiero no responder.

—Yuu, yo te quiero, pero me gustaría que Mikaela sea el seme—comentó el peliblanco—. ¡Demuéstrale que los de cabello claro también podemos meterla!

Yūichirō no pudo evitar imaginárselo; ya entendía cómo se sentía su padre cuando hizo aquella pregunta. No podía juzgarlo.

Al menos la perturbadora imagen que atormentó su mente había hecho que su miembro volviera a la normalidad, por lo que se quitó el cojín de encima.

Guren se percató de aquel acto y sintió un leve mareo. Su hijo estaba creciendo muy rápido. Los padres siempre se enteraban de todo, pero preferirían mantener la boca cerrada para no incomodar a sus hijos.

—Yo... iré por algo de comer.

—Yo te seguiré—avisó Shinya no sin antes guiñarle un ojo a los dos chicos que estaban en el sofá. Su hijo se ruborizó; odiaba sus padres lo avergonzaran tanto.

—Bien, yo también debería irme, no quiero que mamá me regañe—dijo el rubio una vez que estaban solos.

—Tú no irás a ninguna parte—Yuu se abalanzó encima de él, dejándolo abajo como ésta mañana—, hasta que admitas que yo soy el seme.

—Yuu-chan—lo regañó. El recién nombrado había comenzado a recorrer la pierna de Mikaela con una mano, mientras que con la otra sostenía las manos del otro.

Su espíritu competitivo lo llevaba muy lejos.

—¡GUREN! ¡SHINYA!—gritó el rubio desesperado—. SU HIJO INTENTA VIOLARME POR ESE ESTÚPIDO JUEGO.

—¡Mika!—le reprendió el azabache, furioso. Lo lanzó al suelo sin piedad.

Mientras tanto, en el otro lado de la cocina Guren luchaba desesperado para abrir la puerta pero Shinya lo sostenía del cuello de la camisa.

—Tú querías que sea el seme ¿no?

—Sí pero no ahora—dijo Guren sin aliento. Su propia camisa lo estaba asfixiando.

—Hagamos una apuesta—propuso el albino—si Mika es el seme, me dejas serlo.

—Estúpido Yuu—se quejó el azabache—. Le tendré que enseñar cómo ser un buen activo.

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e.e

Me sorprendió ya tener votos y comentarios solamente con el prólogo O.o así que decidí publicar el capítulo para que no quede tan vacío(?

Espero que esta historia sea de su agrado n.n y, reitero ¡Gracias por su apoyo!

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