Capítulo 16

“Los fantasmas del pasado nos atan a cadenas que se pueden desvanecer en la lucha por nuestra felicidad”.


Ya había pasado más de una semana desde que Edrick se enfrascó en los videojuegos, permitiéndose no dormir por las noches y hacerlo durante el día. No iba al instituto por Idunn, pero cada que podía la iba a visitar a su casa, y por las tardes se destinaba a hacer ejercicio, pintar o realizar esculturas.

Era lunes, el chico de ojos grises no había perdido la noción del tiempo únicamente porque el sábado había recibido clases, y porque en su calendario se marcaba en números grandes “28, entrega de resultados del examen”, a pesar de que la premiación del torneo aún no se había llevado a cabo, le importaba más ese día que cualquier otro.

Para cambiar un poco su rutina, durante la madrugada había dormido alrededor de dos horas, las cuales lo mantendrían despierto por el resto del día «No haré ejercicio hoy, no soy tan estúpido como para hacerme mierda por no dormir», no tendría que salir de la ciudad para ir por los resultados, al contrario, en la sede local le darían los resultados.

A eso de las dos de la tarde salió de casa en dirección a la universidad, sabía que este año que se estaba tomando era definitivo para su futuro. Había ingresado a arquitectura sabiendo que le gustaba la carrera y que no se le dificultaba, pero tenía que aprender dos idiomas para poder llevar a cabo el plan por el que había optado antes de que el año escolar iniciara.
Tardó aproximadamente una hora en realizar las diligencias necesarias y al finalizar llamó a Dick.


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   —Prepara todo —dijo.

   —¿De qué hablas?

   —Estoy en la universidad, vine por los resultados.

   —Las cosas tienen más sentido si las explicas.

   —Como sea, pero ya sabes.

   —Claro, nos vemos esta noche, ¿te parece? Iremos a cenar y no acepto un no por respuesta, menos si es por videojuegos y si es por Idunn, debes traerla a la cena —sentenció.

   —Bien, iré solo.

   —¿No la verás hoy?

   —No, necesito espacio para mí, ¿entiendes?

   —De acuerdo, hasta luego.


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Estacionó el auto frente a la casa, iba a jugar un rato antes de que Dick se tornara odioso y no le permitiera enfrascarse en ellos. Por alguna razón los recuerdos azotaron su mente, ya había pasado un buen tiempo desde que no pasaba, o bueno, desde que no se permitía verse afectado.

¿Cuántos años habían pasado? En menos de un mes cumpliría veintiún años, ¿por qué seguía tan presente como cuando tenía cinco? ¿por qué es tan difícil olvidarlo si a esa edad no todos los recuerdos se guardan en la memoria?


La casa se había quedado vacía, los dos hombres de la casa habían planeado ir al partido de baloncesto del equipo titular de la ciudad, su madre no era tan aficionada a ese deporte, ella apuntaba más al vóleibol, el pequeño intentó en varias ocasiones tomarle amor para agradar más a su madre. Pero todo intento era en vano, el baloncesto era su entretenimiento favorito.

Dick, su padre, solía llevarlo todos los miércoles y viernes a ver jugar a los equipos de la ciudad, los martes por la tarde, lo llevaba a jugar y los sábados se ausentaban por todo el día, su madre no siempre los acompañaba, «Ahora todo tiene sentido». El apego hacia su padre aumentaba con cada actividad que realizaban juntos, y es que el niño afirmaba que su padre era el mejor del mundo, «Claro que lo fue, lo sigue siendo», y su madre… ella era una mujer dulce, menos afectiva que Dick, decía que tenía dos tesoros, uno de ojos grises y otro que era tan perfecto, que podía contar con los colores que se le presentaran, «Todo era una mentira».

Su papá y él habían conseguido tres entradas para el evento de aquella semana, era sábado, por lo que no estarían gran parte del día. Su madre se había negado, otra vez, así que regalaron la otra entrada a Max, el castaño de rizos que era el mejor amigo de Edrick, al mayor no le importaba traer a otro niño a su lado, el chiquillo se había ganado su cariño y un puesto más en la familia, en la pequeña familia que algún día pensó que podría ampliarse.

Aquella tarde el equipo por el que iban, logró pasar a la siguiente etapa, por lo que todos los lugares que solían frecuentar luego de la actividad, se encontraban abarrotados de personas, así que Dick optó por llevar a los pequeños a un pequeño valle que se encontraba un poco alejado de la ciudad. A eso de las tres de la tarde, Nadia, la madre de Max llamó para pedirle que llevara al pequeño a casa, pues tendrían que salir de emergencia. El hombre insistió en que se quedara en casa, pero tras explicarle lo sucedido, tomaron rumbo a la casa del chico.

Luego de dejarlo se percató que los ojos verdosos de su hijo, estaban por ser cubiertos por sus párpados, así que le indicó que regresarían a casa. Aunque Edrick había pedido que lo llevara al cine, terminó cediendo y aceptando que lo mejor era ir a casa a descansar, el día se había alargado y en el valle jugó demasiado al lado de su amigo, «El mismo destino quería impedir que nos diéramos cuenta, pero la misma verdad nos llamaba».

Cuando llegaron a casa al menor ya se le había quitado el sueño, tal como si hubiese bebido una jarra de chocolate, así de activo se veía, saltaba y corría alrededor de su padre. Ellos estaban acostumbrados a llegar alrededor de las 6:00pm, así que su madre no estaría allí o estaría dormida, «Qué estúpidos fuimos».


*Nota de la autora: Todo el libro está narrado a través de un narrador omnisciente. Sin embargo, acá se hará una excepción, por primera vez veremos la historia (en un breve instante) desde el punto de vista de Edrick, de manera que lo que él narre, lo encontrarán en negrita, al acabar volveremos al narrador omnisciente.*


No entendía nada de lo que estaba pasando, había ropa en el suelo, pero no era ropa de papá, mía tampoco, era demasiado grande. Mezclada entre ella, la ropa de mamá, voltee a ver a mi papi, él no solía enojarse, pero cuando lo hacía su frente se arrugaba y no porque fuera viejo, sus ojos eran grises, sólo grises a diferencia de los míos, pero cuando estaba molesto se volvían demasiado oscuros, tanto que daban miedo. Conmigo nunca se había enojado.

   —Papi, ¿estás bien?

   —Regresa al auto, Edrick.

   —¿Por qué papá?

   —Sólo obedece —él estaba murmurando, así que yo hacía lo mismo.

   —¿Jugaremos a los espías? ¿gana el que encuentre primero a mamá?

   —No, vete al auto —su tono de voz era duro, me hacía sentir extraño, él no me hablaba así.

Gritos se escuchaban en la habitación que estaba cerca de la cocina. Donde lavaban la ropa. Comencé a caminar y papá me detuvo, su cara estaba seria y me tomó en sus brazos para llevarme a la sala.

   —No te muevas de aquí, ¿de acuerdo? —me pidió suavizando su gesto.

   —¿Por qué?

   —Edrick, no preguntes tanto —me reprendió «Tantas preguntas que hice en aquel entonces me recordaban a Idunn, quizás por eso detestaba que me cuestionaran todo».

Los ojos de papá estaban rojos, pero no tenía sueño, no tenía sentido que lo estuvieran, tampoco había llorado, mis ojos se ponían rojos cuando lloraba. Caminó hacia el sitio del que provenían los sonidos raros, «Quizás fui el culpable al no quedarme en mi sitio», papá estaba detrás de la puerta, no podía observar nada de lo que había dentro, pero escuché la voz de mamá.

   —Dick, ¿qué haces aquí? Puedo explicarlo —dijo y se escuchaba nerviosa.

   —Lárgate de mi casa —contestó mi papá, ¿por qué le hablaba así a mamá?

   —Papá —lo interrumpí—, mi mamita no se puede ir, ¿quién me va cuidar?

   —Lo haré yo —respondió sin voltearme a ver—. Vete, no quiero que vuelvas, ni que te relaciones más con mi hijo.

   —¿Por qué se tiene que ir? —pregunté.

   —¡Vete! —gritó mi padre.

   —Permiso —dijo un sujeto que traía una toalla en la cintura, ¿qué hacía ese hombre allí dentro? Mi padre lo tomó por el brazo y dejó ir sus puños contra él, nunca había lo había visto pelear, debía estar enojado.

Tomé la oportunidad para acercarme a mamá, tenía una toalla cubriendo su cuerpo, no tenía ropa. A mi corta edad no sabía lo que eso significaba, pero ellos siempre me habían enseñado que nadie tenía derecho a ver mi cuerpo sin ropa, así que supuse que ese sujeto la había visto así y por eso estaba molesto papá. Nadie tiene derecho a verte sin ropa, «Fui tan inocente». Alcé una sábana que se encontraba allí, mis manos temblaban por alguna razón, mamá gritaba que papá se detuviera, pero él no lo hacía, yo sólo quería cubrirla y cuando lo intenté su grito causó un escalofrío en mí, nunca me había gritado «Aquel sonido aún resuena en mi cabeza». Papá se dio cuenta y se alejó del hombre que trataba de cubrirse, me tomó en sus brazos y me prohibió acercarme a ella.

   —Es increíble Tamara —su voz era de enojo—, por este imbécil estás tratando mal a tu hijo. ¡Lárgate ahora mismo!

Ver a mi padre tan enojado y con lágrimas en sus ojos me hizo llorar, «Todo era un caos», mi mamá subió las escaleras, papá había sacado al sujeto, tal como lo había dejado, desnudo y con varios golpes en el rostro. Mamá traía una maleta, trató de acercarse a mí, yo estaba al lado de papá, él la apartó y yo me escondí tras de él.

   —Perdóname, cariño —dijo.

   —¿Quieres que el niño te perdone por tu infidelidad y tu abandono? —habló mi padre.

Alguna vez había escuchado en la escuela que los padres de Mario, Inés, Lucía, Gabriel y Vane, estaban por separarse. Ellos decían que su papá había engañado a su madre, alguna vez un niño de otro grado más alto, dijo que su padre le había sido infiel a su mamá, por eso se iba de la casa y se iban a divorciar, yo no sabía qué era todo aquello, pero parecía que era muy malo. ¿Mis padres se separarían? ¿Mi mami engañó a mi papá? ¿Se separarían? Porque ella se estaba yendo de la casa, ¿eso significaba ser infiel? «Todo era muy estúpido».

Después que mamá abandonó la casa, yéndose en el auto del sujeto al que papá había golpeado, mi padre se sentó en el sofá, su rostro se recostaba en sus manos y estaba llorando, ¿por qué? Me acerqué a él, ¿yo debía llorar también? Y me escurrí entre sus piernas para poder ver su rostro, sus ojos grises se veían tristes y rojos. Él alzó el rostro y me sentó en sus piernas, tomé sus mejillas y las lágrimas salieron de sus ojos.

   —Papá, ¿debo llorar?

   —No, no si no quieres hacerlo.

   —¿Mamá nos fue infiel? —pregunté y su cara era de confusión.

   —¿Qué dices? ¿Qué es ser infiel, Edrick?

   —Mis compañeritos han dicho que sus padres se separan y pelean porque su papá ha engañado a su mamá, otro niño ha dicho que su papá fue infiel. ¿Tú has sido infiel?

   —No, hijo. No he sido infiel.

   —¿Mamá sí? —años más tarde Dick me contó qué había pensado ante aquella pregunta, al principio se planteo no decirme la verdad, no quería que sufriera. Pero optó por hacerlo, dijo que merecía saber la realidad y que ahora su misión era educarme.

   —Sí, mamá, sí.

   —¿Ya no debo quererla? —cuestioné.

   —Estas preguntando mucho, pequeño.

   —¿No me contestaras la pregunta que te he hecho? —«Si que era un fastidio».

   —Si tú quieres quererla puedes hacerlo. Es tu mamá después de todo.

   —¿Tú la vas a querer? —negó y sus ojos seguían tristes.

   —Entonces yo no la voy a querer —me vio serio y negó.

   —Es tu mamá, debes quererla.

   —Ella no me quiere —contesté—, me gritó y se fue, nos dejó.

Tardó varias horas tratando de convencerme que debía querer a mi madre, que yo era un niño encantador, ¿quién no podría quererme? «Mi madre, ella no lo hizo». Sus ojos ya no estaban rojos, ya no brotaban lágrimas de ellos, pero estaban tristes, había colocado un espejo frente a él y a mí. Le expliqué porqué sabía que estaba triste, sus ojos grises me vieron a través del espejo y dijo:

   —Tú también lo estás
.
   —No es cierto —respondí seguro de lo que decía.

   —Tus ojos están tristes, Edrick. No mientas.

   —No me gusta verte así —confesé.

Ese día, con las luces apagadas, los dos recostados en el sofá de mi habitación, con la voz extraña y sus ojos rojos me prometió:

   —Te prometo que serás un niño alegre, feliz, que tendrás todo lo que quieras, porque eres grande, Edrick. Un niño encantador, perfecto, nada te puede vencer, nunca. No te pueden derrotar, porque tú has ganado todo en esta vida. Te prometo que de mí dependerá que seas feliz.

Con aquellas palabras me quedé dormido en sus brazos, con ellas repitiéndose una y otra vez en mi mente.

Desde aquel día las palabras de Dick habían quedado guardadas en la memoria del joven, días más tarde le confesó que su madre había muerto en un accidente, su madre se había ido al cielo, esa fue la explicación que dio. Max supo de la situación, así que juntos se dedicaron a intentar descubrir lo que ese fin de semana había ocurrido con la pequeña familia de Edrick, los niños más grandes a quienes acudieron les explicaron a grandes rasgos lo que podían. Su madre los había abandonado y murió horas después de dejarlos solos en casa.

Aquellas imágenes lo torturaban, habían pasado casi 16 años y seguían persiguiéndolo. Ver a su madre desnuda, al otro tipo en la misma condición y a su padre derrotado, eso le causaba molestia. La ira lo tomó en aquel momento y comenzó a golpear la pared, sus manos estaban llenas de heridas, el dolor no era nada a todo lo que sentía por dentro. Él amaba a su mamá, lo hacía y mucho. Incluso cuando convivía más tiempo con Dick que con ella, ¿cuántas veces les había hecho lo mismo?

Su móvil sonaba, pero quería sacar todo lo que tenía dentro, para aliviar un poco el dolor. Entonces, llamaron a la puerta. Su rostro estaba cubierto de lágrimas, su piel estaba roja y sus manos ensangrentadas, restos de vidrio y otros objetos estaban regados en el suelo.

    —¿Quién es? —la voz ronca sonó tras la puerta.
Nadie contestó, tomó un pedazo de tela y se limpió las manos, aún quedaban residuos del líquido rojo en ellas. Al abrir la sorpresa fue que Ivania se encontraba parada frente a él.

   —¿Pero qué demonios te pasó? —cuestionó con tono afligido—. Déjame ayudarte —dijo tratando de entrar.

   —Vete de mi casa —espetó él.

   —No, no si estás en ese estado.

La chica tomó el rostro del chico entre sus manos, él se quedó paralizado. Ivania no había conocido mucho de Edrick, no más allá de lo necesario. Era un chico con gran ego y fama en el juego, pero sabía que no se drogaba y no consumía alcohol a grandes cantidades, de manera que suponía que algo grave estaba pasando, como para que él estuviera en tal estado.

A distancia, Idunn los observaba, a su lado se encontraba Young-mi, ninguna decía palabra alguna, los ojos de la castaña ardían, quería ir y reventarle la cara ambos, ¿tenían algo? Ella le había estado marcando y él no contestó, «Quizás por esto». Young-mi insistió para que se acercaran a ver lo que ocurría, pero la otra se negó y partieron del lugar.

Edrick se alejó de la chica y le ordenó que se fuera, no quería verla más. Ella sólo iba a pedir una disculpa por todo lo ocasionado, se había dado cuenta que había actuado mal y que no tenía sentido que estuviera jugando tan bajo, más porque ella no había sabido aprovechar su oportunidad al lado de él.

Unos minutos más tarde Max se encontraba con su amigo, le pidió que fueran a un hospital para revisar sus heridas, pero el ojiazul no aceptó. Fue hasta que Dick apareció indicando que faltaba poco para la cena, pero fue el único que convenció a Edrick para ir a revisión. Cuando llegaron Max se encargó de informarle a Cameron, incluso, llamó a Young-mi y no contestó, también lo hizo con Idunn, pero la castaña tampoco dio señales de vida, así que decidió dejar un mensaje en el buzón de su novia.


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Traté de comunicarme con Idunn, pero los mensajes no los recibe, ni entran las llamadas. Edrick está en el hospital, está bien, pero tiene algunas heridas en las manos, por si puedes avisarle a tu amiga.


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La castaña estaba molesta, no quería saber nada de él, faltaba poco tiempo para dar por terminada la relación «Sólo son un par de meses más, pero ¿y si le preguntas a tus padres si la puedes terminar antes por una infidelidad? Sería grandioso», pensaba mientras intentaba hacer sus tareas. Su amiga había estado llamándola, pero no contestaba, sabía que si lo hacía ella aparecería con que merece una explicación y él tiene que explicar lo que ocurrió. Y no quería.

Al día siguiente les preguntaría a sus padres si podía darle fin a la relación, no quería ser vista como la cuernuda o cosa similar. Edrick no había escrito, «De seguro se la están pasando bien». Al terminar su tarea se fue a dormir, había comenzado a dormir temprano, necesitaba tener un buen descanso para poder rendir.

En el hospital Dick, Cameron y Max se cuestionaban porqué Idunn no había llegado, y aunque Max intentó ir por ella, el mayor no lo dejó. Cuando salieron del lugar, Edrick estaba serio, todos sabían —por su gesto— que no quería contestar, ni hablar, que dirigirle la palabra sólo lo haría explotar.

   —Cancelé la cena, Hanna se quedó en casa, dijo que tendría comida para cuando llegáramos —informó Dick—. ¿Vienen con nosotros? —preguntó a los demás y estos asintieron.

Durante el camino nadie habló, el médico le había indicado al castaño que no podía jugar por una semana al menos, en lo que sus heridas sanaban. Max, que era al único al que no le contestaría de mala gana, le preguntó:

   —Menos mal te detuviste, ¿qué te hizo parar? Te conozco, sé que no terminas algo a menos que algo ocurra.

   —Ivania llegó a la casa.

   —¿Qué? —soltó Cam.

   —¿La bruja? ¿Qué hizo para que te detuvieras? —inquirió Dick.

   —Llamó a la puerta y no contestó, sabía que si lo hacía no abriría, así que, salí a ver y allí estaba ella, luego la eché. Trató de ayudarme y de entrar a la casa, pero no lo permití.

Ninguno dijo más, al llegar a la casa se bajaron del auto y Edrick se dirigió a su habitación. No saludó a Hanna, pero a ella no le molestaba aquello, sabía que no era porque le desagradara, Max se ofreció a llevarle la comida al cuarto, pero Dick se adelantó, tenía que hablar con él.

   —¿Qué ocurrió? —preguntó dejando el plato sobre la mesa de noche.

   —Cuando era pequeño, prometiste que sería feliz.

   —Lo sé y te he fallado, porque a pesar que he hecho todo para que lo seas, nada va borrar las imágenes que tienes de aquel día —dijo el mayor, adivinando lo que su hijo estaba por decir.

   —¿Crees que algún día lo sea?

   —Presta más atención a lo que tienes ahora, no dejes que los fantasmas del pasado nublen tu presente. Tienes amigos que se preocupan por ti, míralos, están allá afuera acompañándote aun cuando saben que no es tan grave lo que tienes. Tienes novia.

   —Una novia que es un juego, no te equivoques.

   —Como sea, pero la tienes. Has conseguido lo que quieres, en todo. Eres inteligente y apuesto, como tu padre, ¿por qué aferrarse a recuerdos tortuosos? Ve como son una lección y una advertencia para tu futuro, pero no como un obstáculo para ser feliz.

   —¿Crees que sea tarde?

   —¿Para qué?

   —Para ser feliz.

   —Eres joven Edrick, el futuro es incierto, pero puedes dedicarte a vivir el presente, el día a día como si no hubiera mañana.

   —Bien, déjame, voy a jugar un rato.

   —El doctor ha dicho que no puedes…

   —Dijiste que viviera como si no hubiera un mañana —lo interrumpió—, así que te agradecería me dejaras solo.

A pesar que había indicado que jugaría, prefirió ir por un lienzo y óleos, pintaría un poco o al menos lo intentaría. Para Edrick las cosas no se solucionaban siempre jugando, a veces solía dedicarse a jugar, en otras a hacer ejercicio y a realizar arte cada que sus sentimientos se lo permitían.


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Como acontecimiento poco común, Idunn les había preparado el desayuno a sus padres, casi nunca tomaban el desayuno juntos, usualmente ella solía despertar tarde, así que no alcanzaba el tiempo.

   —Prepara las maletas, Melissa —gritó el padre, al darse cuenta de lo que ocurría.

   —¿De qué hablas? —preguntó la madre llegando al comedor—. ¿A qué se debe todo esto?

   —Nuestra hija, ya no es nuestra hija, la han cambiado por una mini chef con dudosa calidad en alimentos —bromeó.

   —¡Papá! —chilló.

   —¿A qué viene todo esto? —dijo el hombre con tono serio.

   —Nada, sólo quería darles un detalle —mintió.

   —Idunn —dijeron al mismo tiempo.

   —¿El reto puede acabar por una infidelidad? —soltó sin rodeos.

   —¿Te ha sido infiel? —cuestionó la madre.

   —¿Debo decir que no lo esperaba? Porque realmente me es impresionante.

   —¿Ah?

   —¿Te ha engañado?

Antes de contestar la pregunta, Elliot se encontraba llamando a la puerta, así que interrumpió el momento. El chico se quedó a desayunar con ellos, pero prefirieron no tocar el tema, primero porque él no sabía sobre el reto y estaba llevándose muy bien con Edrick, como para que lo odiara en caso de que sí le hubiera sido infiel.

En la escuela Idunn prefirió evadir a sus amigos, incluso a la odiosa de Irina, si Edrick andaba con su prima se lo restregaría en la cara o se reiría de ella porque le estaban viendo la cara de estúpida. Quería pasar desapercibida, como siempre.


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Las clases terminaron, quería irse sola, así que no esperó a sus amigos, pero le fue imposible cuando se encontró con Nina que estaba hablando con Edrick y Max, «¿qué no Max trabajaba y no podía venir por Young-mi?». El castaño se acercó a ella y pegó sus labios a los suyos, sus manos estaban vendadas, lo cual le causó duda, pero no distraía su enojo.

   —Déjame —espetó.

   —¿Huh? ¿pasa algo?

   —¿Qué si pasa algo? Dime tú lo que está pasando —soltó, Max y Nina se volteaban a ver para ver si alguno sabía algo.

   —Ayer te estuve llamando —intervino Max, Edrick se alejó de ella y regresó al puesto en el que estaba, su semblante había cambiado, no mostraba confusión, sino enfado.

   —¿Para qué?

   —¿No hablaste con Young-mi? Le he dejado los mensajes a ella.

   —No he revisado mi móvil —dijo restándole importancia.

   —No importa —interrumpió Edrick—. ¿Vendrás o no? No tengo tiempo para perder —su humor había cambiado y los otros dos notaron eso.

   —Yo esperaré a Young-mi —avisó Max.

   —De acuerdo, un gusto verte, Nina. ¿Vienes o no?

   —Me iré caminando —respondió.

   —Bien. Adiós.

Tras despedirse rodeo el auto, subió y se fue dejando a todos atrás. Edrick no era el tipo de chico que rogaría por explicaciones, tampoco las pedía, le había molestado la actitud que tomó la castaña y se le sumaba el que estuviera desinformada sobre lo ocurrido el día anterior le causó cierto enojo. Él no había hablado con ella, pero no lo había hecho con nadie, Dick se había encargado de avisar a sus amigos, pues sabía que eran los únicos que sabían sobre el tema que atormentaba a Edrick. Y Max trató de informarle a la novata, pero al parecer no le importaba, ciertamente no era su novia, sólo un juego al que él le había dado inicio, pudo haber tenido a otra, pero si ahora tanta era su molestia por quién sabe qué estupidez, él también podía jugar a lo mismo.

   —¿Y Edrick? —preguntó Elliot al ver al resto.

   —No importa —dijo tajante Idunn.

   —Él se… —la castaña interrumpió al chico.

   —No está y ya.

Comenzó a caminar y el resto se quedaron en su puesto, no se despidió de nadie y sólo avanzó por el estacionamiento para salir del instituto.

   —¿Qué le pasa? —preguntó el moreno.

   —Edrick la engañó —soltó la asiática.

   —¿Qué? —dijeron todos al mismo tiempo.

   —No, no, no, espera —habló el castaño de ojos café—. ¿Cómo que la engañó?

   —Eres su mejor amigo ¿y no sabes? —cuestionó el chico.

   —Porque soy su mejor amigo es que pregunto las cosas, Edrick no haría eso —Max se estaba exaltando.

   —Obviamente, eres su mejor amigo, lo vas a defender —dijo el otro, Nina trataba de calmar a su novio.

   —Mira imbécil, conozco a Edrick y sé porqué te digo las cosas. Puedes tachar a cualquier otro idiota como infiel, pero si hay alguien con fidelidad plena en este planeta, es Edrick. Yo me largo.

Max comenzó a caminar, no esperaría a la asiática, sabía que la quería pero para él su mejor amigo era su hermano, detestaba que dijeran cosas que no eran ciertas, dejaba pasar que hablaran sobre el carácter de mierda que Edrick mantenía, porque incluso ellos mismos lo decían, pero nadie sabía además de él y Cameron, que Edrick podría ser tan hijo de puta como quisieran, pero jamás sería infiel.

Aquella tarde Young-mi visitó a Idunn, explicándole lo que había ocurrido luego que ella se fue, Elliot se les unió más tarde, él insistía en que debía enfrentarlo, que la acompañaría hasta su casa. Antes de que llegaran sus padres a casa, el trío tomó rumbo a la casa del castaño.

Mientras tanto Max se encontraba en la casa de Edrick, le había contado lo que pasó luego que se fue. Young-mi le había explicado lo que vieron el día anterior, por lo que el ojiazul comprendía su molestia, pero era estúpido.

   —Cameron está por venir —indicó Max antes de colocarse los audífonos, jugarían por el resto de la tarde, Dick le había dado el día libre.

   —Ella sabe cómo ingresar en caso de que no atentamos el tercer llamado.

   —Buen punto.

Los chicos ingresaron al mundo que habían vuelto suyo tiempo atrás. Compartir con Max siempre había sido tan terapéutico como jugar, así que cualquier actividad que hicieran juntos valía la pena. Las manos le dolían, pero no le importaba, tenía vendas en el dorso de las mismas, ya las había cambiado una vez, al parecer tanto movimiento provocaba que sangraran.

Dick había dicho que no era tan grave lo ocurrido, pero probablemente si Ivania no hubiera llegado, hubiese tenido fracturas en los dedos, incluso en las manos. Pero ambos preferían omitir ese detalle.
Después de un rato Cameron se encontraba en la habitación de Edrick.

   —Odio que no abran la jodida puerta cuando juegan —comentó.

   —¿Estuvo divertida la entrada? —preguntó Edrick un poco risueño.

   —Qué chistoso eres, Meyer.

   —Lo sé.

   —Idiota.

Se dispusieron a ver películas, como en los viejos tiempos. Hacía mucho que no convivían de tal forma, a eso de las cinco de la tarde sus amigos se marcharon, Max insistió en que podría quedarse con él, pero Edrick se negó. Los chicos no tenían mucho tiempo de haberse ido cuando llamaron de nuevo a la puerta.

   —Idiotas, qué habrán olvidado.

Abrió la puerta y se encontró con la cara de Elliot e Idunn.

   —¿Qué hacen aquí?

   —Aguantándome las ganas de partirte la cara —dijo el moreno e Idunn le lanzó una mala mirada.

   —Perfecto, hazlo. Creo que es ideal que lo hagas ahora que no puedo usar demasiada fuerza con mis manos, sino estarías en gran desventaja —contestó el castaño, alzando sus manos.

   —¿Qué te pasó? —preguntó ella.

   —¿Acaso es de tu interés? —espetó.

   —Cuidado con cómo le hablas.

   —¿Desde cuándo esta relación es de tres? —cuestionó para llegar indirectamente al tema.

   —Desde que tú lo decidiste —soltó Idunn.

   —No andaría con un tipo —dijo viendo a Elliot.

   —Sé serio, amigo. Eres mayor que nosotros, sé un poco maduro.

   —Mira, si han venido aquí porque quieren hablar, explicar o aclarar algo, creo que si es algo entre Idunn y yo, bien puedes regresarte por donde has venido. Si hay problemas en una relación, que a mi criterio no los hay, los arreglaremos ella y yo, no necesitamos un tercer —no le importaba sonar pesado.

   —Elliot, vuelve al auto, ya llegaré yo.

   —No pretendo hablar contigo si hay un vigía cerca, menos cuando estoy en mi casa —comentó. Tú decides.
Elliot volteó a ver a la castaña esperando una respuesta.

   —Yo llegaré a casa —indicó ella—. Puedes irte, gracias por acompañarme.

   —De acuerdo. Tú y yo tenemos un asunto pendiente —expresó viendo al castaño.

   —Deberías tomar ventaja ahorita que no puedo romperte la cara a totalidad —comentó.

El chico abrió más la puerta indicándole que pasara.

   —¿Qué quieres hablar? —preguntó sin rodeos.

   —¿Una relación de tres? ¿en serio? Sabes que Elliot tiene novia, a diferencia de otras.

   —¿Otras? —no pretendía admitir que Max le había contado lo sucedido horas antes—. Explícate, novata.

   —No me llames así.

   —¡Uy! Anda de mal humor la diosa nórdica, bien, suéltalo —pidió dejándose caer en el sofá.

   —No me digas que no sabes.

   —¿Qué debo saber?

   —Alardeas que no eres estúpido, ¿qué pasa ahora que no sabes a lo que me refiero?

   —Es que no lo soy, novata —chasqueo la lengua—. Me vale una mierda si crees que hay una persona más en vida, no me importa, está bien si quieres creer que hay alguna chica, tu mente es libre de creer lo que quiera. No pretendo dar explicaciones de algo que no sucedió. Si querías terminar la relación, dale… hazlo —Dick había llegado hacía rato y se encontraba en su despacho, por lo que estaba escuchando todo lo que hablaban los jóvenes, Edrick no sabía esto—. Yo no tengo ningún jodido problema —en su rostro se dibujaba una sonrisa de superioridad y su ceja estaba enarcada.

   —Dijiste que detestabas a Ivania y a su prima, por eso hiciste lo que se dio cuando Eleazar y ella estaban molestando —recordó la chica.

   —Lo hago, no hay duda de ello.

   —Ayer las cosas no se veían así.

   —Ayer pasaron muchas cosas, Idunn —algo se estrujó en el pecho de la castaña, él no solía llamarla por su nombre.

   —¿Cómo estar con ella?

   —Como casi me fracturo las manos, no sé si lo has notado o al menos leíste lo que Max le indicó a su novia. Cierto, lo olvidaba —se puso de pie—, te vale una mierda.

   —No es verdad, me importa.

   —Si te importara no hubieras reaccionado a ello 24 horas después.

   —Debes entender, te vi con Ivania, y estaban muy unidos.

   —¿Sabes cuál es el problema de muchos? Que no ven más allá de lo que su mente les quiere hacer ver. Si no tienes nada más que decir, me voy a mi habitación, me desocuparé en una hora, si no te molesta esperar está bien, sino… llama a un taxi.

El chico se subió y la dejó en la primera planta con la boca entreabierta, «¿En verdad le había dicho eso? Idiota». Con un semblante relajado, Dick salió de su sitio, la castaña lo volteo a ver e inmediatamente se giró hacia la puerta.

   —Idunn, niña —la llamó.

   —Señor.

   —Dime Dick, ya te lo he dicho antes.

   —Perdone, yo ya me iba.

   —Quédate, conversemos.

   —No es necesario, debo esperar a un taxi.

   —Yo te iré a dejar, no te preocupes.

   —Yo…

   —No acepto un no por respuesta —algo estaba inquietando a la castaña.

   —¿Escuchó lo que hablé con Edrick? —él asintió, «Mierda, qué estúpida fui»—. No quiero que malentienda las cosas.

   —No hay nada que yo deba malinterpretar, al final… yo causé que Edrick sea tal como es.

La conversación se extendió por varios minutos más, hasta que decidió ir a dejar a la castaña a su casa. No sabía si la conversación con Dick era honesta, ¿qué podía esperar del padre del estúpido engreído de su novio? Si afirmaban ser idénticos.

Cuando Dick llegó a casa su hijo se encontraba en la cocina preparándose algo para comer.

   —¿Sabes? La chica es agradable.

   —¿Y eso qué? No me importa.

   —Me cae bien.

   —¿Quieres juegos pirotécnicos por ello?

   —Edrick, ¿por qué tanta prisa? —preguntó al ver que estaba por irse.

   —Iré a jugar. No me molestes por el resto de la noche.

   —Edrick, estamos entre semana.

   —¿Y eso qué? Sea entre semana o no, yo siempre juego.

   —Creí que el juego te ayudaría a dejarlo.

   —Eso no va a pasar Dick, entiéndelo.

   —¿Por qué no? La chica se nota que te quiere.

   —¿Crees eso? Es una estupidez, ella no puede enamorarse de mí. Y aunque lo hiciera, yo no lo haría de ella. Le he tomado aprecio, pero nada más.

   —¿Por qué no? Serían una linda pareja en serio.

   —Pero nada entre ella y yo es en serio, todo es un estúpido juego para mí, ella, las palabras que le digo, todo, los regalos, todo ha sido un estúpido juego y ya.
   —¿Tan difícil te resulta querer a alguien?

   —¿Tan difícil es entender que me importa una mierda tener o no una relación? ¿qué quieres? ¿Qué deje los videojuegos? No lo haré, no los dejaré, eso no va a pasar. Ni por ella, ni por nada, ni por nadie. Entiéndelo.

   —Edrick.

   —No, Dick. Entiende, sí dejé la universidad, estoy estudiando los dos idiomas que me pediste, está funcionando, sí. ¿Gané los exámenes? Sí, ya te dije que sí. No voy a modificar nada de mis planes por una novata que no tiene ni idea que Edrick Meyer no se enamora y no está interesado en ella. Me iré a España el año entrante, el juego terminará algún día y ya, en algún momento se cansará de mí y todo estará bien.

Con estas palabras el chico se fue del comedor. Dick había intentado alejar a su hijo de los videojuegos, quería verlo vivir de otra manera. Que no estuviera encerrado en un mundo donde todo era virtual. Fue detrás de él y siguieron discutiendo, Edrick estaba cansado de todo, quería distraerse y lo había logrado, pero el ataque loco de celos de Idunn lo habían desesperado y ahora Dick insistiendo que darse una oportunidad fuera de la silla, y lo mejor que podía hacer era irse.


●●●


La motocicleta avanzaba por la carretera, estaba acostumbrado a conducir de noche, de manera que no importaba qué tan tarde fuera. Salió de casa dando un portazo, Dick se había encerrado en su despacho junto a una botella de whisky.

A eso de las doce de la noche Dick marcaba al celular de Max, preguntándole sobre su paradero, pero el chico desconocía la ubicación de su amigo. Hablaron a casa de Cameron y tampoco pudo dar respuesta, el mejor amigo del chico escribió a Idunn con la esperanza que contestara o al menos supiera sobre él. Edrick podía ser muy cuerdo todo el tiempo, siempre lo era, no conducía de forma alocada, pero el desconocer su paradero luego de una seria discusión y lo que había ocasionado una noche antes, causaba cierta preocupación.

El castaño había encontrado un lugar en el que podía mantenerse tranquilo, sabía que en aquel sitio nadie podría avisarle a Dick que él se encontraba allí. No quería que nadie supiera donde estaba, necesitaba una noche de tranquilidad y por primera vez en mucho tiempo, se permitió dormir de noche.

ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ💜🎮💙ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ

¡Hola mis hermosxs gamers nórdicxs! Este capítulo es más pequeño que el anterior, sí, definitivamente lo es, pero... OJITO, este capítulo es clave :3

Cada vez nos acercamos más a la recta final de YNME :000, aunque no lo crean, estoy sentimental por ello xD, pero aún nos queda mucho Edrick e Idunn para leer, como Dick, Malcom y Melissa por un tiempo ♡.

¿Qué les pareció la narración en primera persona?

¿Qué creen sobre el pasado de Edrick?

¿Seguimos detectando a Ivania? Al menos yo sí xD

Elliot en mood celoso/sobreprotector me encanta y a vez me da risa 🤣

Acá les dejo mi nombre de usuario en IG por si desean irme a seguir :3 @andy.gh.05

Por cierto, les agradecería sus votos y/o comentarios, como el que compartieran el link de YNME para que llegue a más personas n.n

Con amor:
Andy 🍀🤍

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