Capítulo 14

*Aviso Importante* Este cap. es extremadamente largo y definitivamente uno de mis favoritos, espero que así como yo lo disfrute al escribirlo y releerlo,  ustedes también lo hagan :3

"Inesperadas, esas son las sorpresas, incluso lo son las visitas, pero lo son más las alianzas creadas".

   —¿Ese ha sido tu plan? —le cuestionó la castaña.

   —No, no precisamente. Hacer que lo sacaran del juego no estaba incluido, sin embargo, se dio.

   —Es decir que, ¿has estado practicando todo este tiempo?

   —Desde que me fui del instituto aquel día, estaba seguro que Ivania y Eleazar estaban tramando algo, no era mucha coincidencia que aparecieran ambos al mismo tiempo, por una segunda vez.

   —¿Segunda vez? —él asintió.

   —El día de la premiación, hubo un momento en el que estuve a solas. Estando allí, apareció ella.

   —Ivania es el tipo de chica que juega, pero lo hace para llamar la atención de otros, no porque quiera ser buena —intervino la mulata—, por eso fue que Edrick comenzó a hablarle, pero al darse cuenta de la farsa que era, la dejó, eso y que es difícil mantener una relación con él cuando no quiere mover su trasero de la silla —murmuró esto último y él la volteó a ver con una mirada de pocos amigos.

   —Eso significa que... —pensaba en lo que diría y él la interrumpió.

   —Que estaba allí porque sabía que yo llegaría con alguien, alguien que no era Cameron.

   —Yo suelo ir a muchas premiaciones, él no —indicó la aludida—, pero cuando varios gamers saben que Edrick y yo nos unimos, les gusta ir a vernos, saben que a esas nunca faltamos. Sin embargo, para ese entonces, ya se estaban corriendo los rumores sobre que JustMe tenía pareja y que se trataba de una de sus contrincantes.

   —Esto lo sabemos gracias a Dimitri —agregó el castaño.

   —Suelo tener varios contactos en este mundo, no porque sea un genio como ellos, pero la verdad se me da muy bien las relaciones sociales —comentó y soltó una risita—. Para ese día ya había acordado que estaría con Marshall54, y al comentarlo con varios amigos, estos corrieron el rumor. Asegurando que, si ella había quedado con un chico, en plan "cita", JustMe no era la pareja de ella y estaría disponible o iría con alguien más.

   —Entiendo, ¿y tú? ¿de dónde saliste?

   —Nicholas es el primo de Dimitri —respondió el ojiazul—. A ambos los conocimos gracias a Max, pero luego de estas semanas que estuve desaparecido, me di cuenta que necesitábamos ayuda. Cameron debe volver a sus andadas en un tiempo, ella también ingresará al torneo, pero tendrá su pareja. Yo tenía mi pareja, pero tú no la tendrías si lográbamos saber qué era lo que Eleazar planeaba.

   —¿Serás mi pareja? —le preguntó al chico de cabello azabache que traía recogido en una pequeña coleta en la parte alta de su cabeza.

   —No, nada de eso. Yo no juego en parejas.

   —¿Entonces?

   —Nicholas es un gran jugador, sin embargo, su especialidad son los juegos en solitario —explicó Dimitri.

   —¿Te ha ganado? —cuestionó la castaña refiriéndose a Edrick y este rio.

   —Edrick y Cameron han sido las únicas personas a quienes no he podido vencer —contestó el chico, mientras los aludidos sonreían con orgullo.

   —Vaya... —murmuró Idunn—. En ese caso, ¿en qué nos ayudarás?

   —Él te ayudará a entrenar, es un buen maestro —admitió el ojiazul.

   —Pero si no tendré pareja —les recordó.

   —No hemos dicho que no la tendrás —le dijo Cameron—. Nich y yo te vamos a ayudar a entrenar, de manera que tendrás un buen nivel de desempeño —explicó—, lo haremos con la intención que seas tú la pareja de Edrick.

Idunn no estaba entendiendo nada, ¿qué no Edrick tenía pareja? ¿Por qué debía ser ella? Ni siquiera estaba interesada en el torneo, pero había aceptado el reto que le había impuesto su novio.

   —Esperen, no estoy entendiendo.

   —Lo supuse, eres muy boba —dijo el castaño y Cameron le dedicó una mala mirada—. Serás mi pareja de juego, pero necesitamos que estés a mi nivel, por ello Cameron se ha ofrecido a ayudarte y Nicholas es un gran maestro en el juego solitario, entonces te van a facilitar ese proceso.

   —¿Tengo que ser tu pareja? —dijo sonando aburrida.

   —No es si quieres —intervino Dimitri—, es un reto, Idunn. Cameron y yo te retamos a ser la pareja de Edrick.

   —Y yo a superarte a ti misma con los entrenamientos que tendremos —agregó el de coleta.

   —Tres retos, novata. Inscribirte, ser mi pareja de juego y superarte a ti misma en el juego —hablo su novio.

   —¿Aceptas? —dijeron los tres al unísono.

Luego de pensarlo por unos cuantos segundos y fulminar con la mirada al castaño, lo dijo:

   —Acepto.

   —Tienes una semana de descanso, Holden —informó el de cabello azabache—. Una semana para descansar y organizar tu tiempo, Cameron y yo vendremos o te llamaremos para realizar entrenamientos por la tarde.

   —¿Cómo?

   —Ya escuchaste —dijo risueño el que era pareja de la otra chica.

   —Nos vemos el lunes.

Tras estas palabras Nicholas se fue de la sala y dejó escuchar cómo se cerraba la puerta principal.

   —Nosotros también nos vamos —avisó la mulata—. Si no te molesta, vendré mañana por la tarde —la castaña asintió.

   —Está bien.

   —No, la verás hasta más tarde —espetó Edrick—. La iré a recoger al instituto y tengo algo que hacer con ella.

   —De acuerdo —contestó Cam y rodó los ojos—. Nos vemos luego.

Después de unos minutos de estar solos, Idunn decidió preguntar algo que la tenía con gran inquietud.

   —¿Por qué no has ido tú?

   —¿A dónde? —preguntó con su entrecejo fruncido.

   —A la comisaría, a llevar las fotos y eso.

   —Porque no estaría bien que vieran al menor de los Meyer yendo a esas cosas, podrían decir que he usado influencias o sobornado.

   —¿Por qué?

   —¿Sabes a lo que se dedica mi padre, novata?

   —Nop —dijo negando e inflando sus mejillas.

   —Bien. Lo sabrás luego, debo irme —apretó las mejillas de ella y depositó un beso en sus labios—, ¿te sientes bien?

   —Supongo, crees que... ¿esto me afecte en la escuela?

   —Si alguien te dice algo, me dices. Si no, ve con Elliot.

   —¿Desde cuándo te llevas tan bien con él? —el castaño sólo alzó los hombros—. ¿No me dirás?

   —Cosas de la vida, novata. Debo irme.

Dejó un beso en su cabeza y se fue. Aquella misteriosa amistad le parecía extraña, muy extraña, se trataba más de un intento por llevarse bien o porque se habían aliado. Aunque lo último no tenía sentido, pues todo este misterio venía desde el día en que Edrick volvió de su desaparición, las dudas no las resolvería pensando sola en casa, así que fue a su habitación y marcó a su mejor amigo, no contestó. Dejó un mensaje para que él lo tuviera en cuenta y decidió dedicarse a jugar, no tenía pareja, de tal forma que comenzó partidas en solitario, «Tal vez deba practicar antes que me vean esos dos».

●●●

    —Tenemos exactamente un mes para el Torneo —informó Nicholas entrando a la habitación de la castaña.

   —Y llevamos tres días de entreno, ¿cuántos crees que necesitemos? —Idunn caminaba delante de ellos sin opinar.

   —El domingo finalizará nuestra semana intensiva —avisó él.

   —¿Y luego? —preguntó la castaña.

   —Dependerá de cómo te encuentres tú para entonces.

   —¿Huh?

   —Si has superado lo que vimos al principio, reduciremos los días de práctica —explicó Cameron—, de lo contrario, seguiremos con las intensivas.

   —¿Saben que tengo una vida fuera de los videojuegos? —se quejó, era mentira, pero estaba harta de recibir regaños innecesarios.

   —Sí, pero necesitas estar al menos un poco cerca al nivel de juego de Edrick —siguió la chica.

   —Pero él ni ha de estar jugando —replicó Idunn.

   —Te equivocas —intervino Nicholas.

   —Él no ha dejado de jugar. Sabía que el torneo estaba por anunciar fechas, de manera que aprovechó sus dos semanas para jugar y hacer otras cosas, viene jugando todo este tiempo, mejorando día con día.

   —¿Tú por qué no? —cuestionó dirigiéndose a la chica.

   —Me gusta ganar, pero me gusta demasiado jugar y divertirme, no me importa si gano. He ahí la diferencia entre Meyer y yo.

   —Edrick es un competitivo innato, la sed de victoria y el hambre por ser el primero es su mayor adicción —comentó el pelinegro—. No hay cosa que ame tanto, que ver en el primer puesto su nombre.

   —¿Cómo lo conoces tan bien?

   —Escuchar a Edrick alardear sobre sí mismo te hace alardear de él, aunque no esté presente. Puedes preguntárselo a Max, ¿o no es cierto, Cam? —la chica asintió.

   —Bueno...

   —Empecemos.

●●●

En el calendario de su habitación estaba marcadas dos fechas, una justo para un mes después de la fecha actual. En letras rojas y grandes, tenía escrito: "TORNEO INTERNACIONAL", sería el sábado 05 de junio. Faltaría a las clases de ese día, pero no le importaba, el torneo daba inicio a las 10:00 am., y finalizaría —probablemente— hasta el día siguiente.

Si algo era cierto, era que no dejaba de jugar. Los momentos en los que no estaba con Idunn, estaba en casa jugando, haciendo una pausa de una hora y media, para hacer ejercicio. Pero el resto del tiempo estaba jugando.

Dick creía que el juego no estaba funcionando, porque seguía pegado a la silla, así que ese día por la mañana, antes de irse a trabajar, discutieron. Al final, Edrick estuvo tranquilo, pues no tenía problema en confesarle el porqué estaba tan metido en el videojuego, era una actividad con su pareja, así que seguía siendo parte del juego sin haber roto ninguna promesa o regla.

La otra fecha que resaltaba en un color azul era el 28 de mayo, con letras amarillas decía: "CUMPLEAÑOS DE LA NOVATA". Cuando la chica le contó cuál era su fecha de cumpleaños se le ocurrió una grandiosa idea, algo que provocaría sorpresa e impresión en su padre, y también frente a los amigos de la chica.

Aún tenía varios días para aquella fecha, sin embargo, ya había comenzado a idealizar algunas cosas, así como a gestionar detalles. Estaba seguro que no era romántico, pero se trataba de un juego y él siempre daba lo mejor de sí mismo en los juegos, de manera que no podía dejar de lucirse en esta fecha.

Contar con Cameron, Max, Young-mi y Elliot le favorecía, así como la buena relación que se había creado con los padres de su novia. A tal grado que, en un par de minutos saldría a refaccionar con Malcom, faltaban quince minutos para que se cumpliera la hora a la que habían quedado, se preparó y salió en su motocicleta.

Al llegar su suegro aún no se encontraba en el lugar, entonces decidió por pedirse una bebida, estando en el lugar vio venir a Irina, la prima de Ivania. Al verlo le dedicó una cara de pocos amigos, él sólo alzó su vaso y articuló un: "Un gusto". La chica refunfuño algo y se dio la vuelta, contoneando sus caderas y moviendo su cabeza provocando que su melena azabache creara ondas. Admitía que la chica era atractiva, lastimosamente tenía una actitud de mierda, «No es mucha la diferencia entre ella y tú», le dijo su subconsciente, y era cierto. ¿Quién era capaz de iniciar una jodida relación por un juego? Él, ¿quién se ganaba a la familia de su novia sólo por un juego? Él, ¿quién estaba demostrando ser un buen actor? Él. Las preguntas siguieron y en todas era la misma respuesta, él.

Definitivamente, Edrick no era el mejor tipo de todos, él lo admitía muy en el fondo. Se había prometido no dañar a ninguna mujer y probablemente todo aquel lío traería como consecuencia, más de un herido, «Ya es demasiado tarde pare reflexionarlo», en efecto, era demasiado tarde, había muchos involucrados. Pero todo aquello le aseguraba una victoria contra su padre, y es que los dos eran tan competitivos, que Dick no se rendiría tan fácilmente, menos si se trataba de hacerlo dejar su "vicio".

Un vicio que estaba dejando de lado por la castaña, por el estúpido juego que su padre le estaba imponiendo, eso mismo lo había llevado a retar a Idunn para inscribirse al Torneo Internacional, porque podría tener una excusa más para mantenerse pegado al RallyForce, y también que pensara en tenerla como pareja. Sin embargo, no podía arriesgarse a perder por la novata que tendría como compañera, por eso le pidió de favor a Cameron y Nicholas aquello. Claro, no lo dijo de tal forma y es que, en parte, sí quería tenerla como su pareja. Idunn no era una mala jugadora, menos si se trataba de retarla, pero debía asegurar la victoria y pulir sus habilidades.

Después de varios minutos pensando sobre todo aquello, vio al hombre de gafas y ojos marrón, venía con un porte relajado. En ese momento se dio cuenta que la castaña tenía varias similitudes con él, pero su parecido se iba a un 70 % por la madre. Los ojos. La melena castaña. El tono de piel. No obstante, la sonrisa era idéntica a la de Malcom.

   —¡Edrick! —lo saludó el hombre y este asintió—. Al fin podemos tener un momento para nosotros.

   —Se tenía que llegar el día —respondió risueño.

   —¿Ya has ordenado? —preguntó.

   —No, estaba esperándolo.

   —Tutéame —pidió el hombre—, eres mi yerno y nos llevamos muy bien. Además, me siento viejo —rieron.

   —De acuerdo, te estaba esperando.

Después de llamar a un mesero, se dedicaron a conversar sobre planes a futuro, sobre el presente, Idunn, el matrimonio de los Holden, incluso, Edrick había hecho algún breve comentario sobre su madre.

●●●

   —¿Estás seguro?

   —Sin lugar a dudas —contestó el castaño.

   —Bien, vamos.

Era sábado, Edrick había terminado sus clases y Max había llegado a su casa para pasar el rato, Dick le daba los fines de semana libres, de manera que podían seguir jugando en ese tiempo, pero ahora no quería eso. Salieron de la casa y se dirigieron a un bar y restaurante que se encontraban en el centro.

Estando allí se encontraron con Dimitri, el chico les estaba esperando con una amplia sonrisa, había sido un buen sujeto con Cameron, la trataba bien y, si bien era cierto, lo conocían bien, así que le habían dado el visto bueno desde la operación de la mulata.

Cameron había empezado a jugar hasta esta semana, después de su operación ya podía realizar otras acciones, así que para el Torneo estaría con mejor movilidad. El reloj seguía avanzando y con él, las botellas en las mesitas.

A eso de las cuatro de la tarde, Dimitri recibió una llamada, era su pareja.

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—¿Dónde estás? Dijiste que vendrías por mí —reclamó.

—Lo siento, me entretuve, estoy con Max y Edrick.

—¿Dónde?

—En el centro.

—Mándame la dirección —pidió, sabía que estaban embriagándose—. Llegaremos con Idunn, le pediré a Nich que nos pase a dejar.

—De acuerdo.

■■■

Siguieron ordenando algunas cervezas y frituras, conversando de cosas sin sentido y sobre los planes que tenía cada uno con su pareja, incluso sobre lo que estaba organizando Max. Un rato más tarde la despampanante Cameron entraba al lado de Idunn, quien dejó boquiabierto a Edrick.

   —¿Quién eres? ¿Qué es todo esto? —preguntó el ojiazul sin quitarle la mirada de encima a la chica.

   —¿Cómo que quién es? —dijo con desdén Cam—. Imbécil. ¿Qué opinan de este look en Idunn? —les preguntó, mientras le ayudaba a la castaña a dar una vuelta para mostrar su oufit.

   —Mi novia es hermosa —admitió Edrick, el alcohol lo hacía más sincero de lo que ya era.

   —Debemos admitirlo —secundó el rizado y Dimitri sólo veía a Cameron.

   —Creo que es hora que dejen de beber y mejor vamos a comer algo —tomaron asiento en la mesa y rieron cuando ellos fruncieron su seño—. Max, hemos invitado a Young-mi —agregó.

Seguido de esto, el chico se puso de pie y caminó hacia el baño. Los tres estaban en un trágico estado de ebriedad, algo que les causaba gracia a las chicas. Varios minutos después, la pelinegra llegaba al lugar con una sonrisa que encantaba, sin embargo, no pudo evitar mostrar su admiración ante el look que traía la castaña.

Idunn vestía un jumper de mezclilla —sí solía usarlos, pero...—, combinado con una blusa blanca de hombros caídos. Algo un poco, fuera de lo normal en ella. Traía maquillaje que, definitivamente, había sido creado por Cameron, quien se encargó de realzar la mirada amarilla de la chica. Su melena castaña se deslizaba por su espalda con unas ondas rebeldes.

   —Es un desperdicio que estés ebrio y tu novia sea un manjar —comentó la mulata.

   —No estoy ebrio —se defendió Edrick.

   —Estás arrastrando tus palabras —añadió Idunn.

   —No, la verdad, es que tengo mucha pereza —contestó con su voz natural—. He bebido demasiado, sí... probablemente, pero no me ha pegado —confesó.

   —¿Entonces por qué estás hablando así?

   —El alcohol me relaja, no me embriaga, y me hace más honesto de lo que soy.

   —Contigo aplica ese: Los niños y los borrachos dicen la verdad —señaló la pelinegra.

   —No estoy ebrio, sólo tengo tragos encima, pero soy consciente de lo que hago.

   —¡Yo! ¡Yo que soy su mejor amiga! —exclamó Cam—. Sólo una vez lo he visto ebrio.

   —Yo lo he visto más veces —interrumpió Max—, quizás la misma cantidad de veces en las que yo me he embriagado.

   —Falso —habló el castaño—, tú lo has hecho varias veces más que yo.

   —Eso es interesante —rio Dimitri—. Creí que bebía más Edrick que Max.

   —Creo que todos pensamos eso —dijo Young-mi.

   —Confirmo —apoyó Cameron.

El día siguió avanzando, ellos entre risas y conversaciones sin sentido, fluían los temas como agua en los ríos. La noche les había tomado fuera de casa, Edrick los había llevado al campo en el que habían sido presas de la lluvia la primera vez que salió con Idunn, recostados sobre el césped todos observaban la maravillosa obra de arte que la naturaleza misma les estaba regalando.

   —¿Crees que puedes captar este momento en tu mente para hacerlo una pintura?

   —¿Quieres que haga una pintura de esto?

   —Supongo que para eso vienes a estos sitios —contestó la chica.

   —No siempre, en ocasiones vengo por distracción, para relajarme o convivir con las personas que me rodean.

   —¿Llevas a todos los sitios a otras personas? —él negó.

   —Son lugares que considero privados, novata.

   —¿Y por qué si son privados me has traído a mí y a ellos?

   —Porque son parte de mi vida.

●●●

Al día siguiente Cameron, Dimitri y Nicholas se encontraban en las afueras de la casa de Idunn, la castaña salió con una polera que la duplicaba en tamaño, unos jeans gastados y zapatillas deportivas, su cabello estaba alborotado.

   —El maquillaje hace mucho —señaló Dimitri.

   —Que me haya arreglado ayer no significaba que lo haré siempre —aclaró la chica con orgullo en sus palabras.

   —Sólo sé tú misma —habló la mulata.

Nicholas se limitó a asentir y darse la vuelta hacia el auto del novio de Cameron. La prueba final de la semana de entrenamiento intensivo la realizaría en la casa de Edrick. Habían organizado una serie de partidas en las que Idunn tenía que mostrar su capacidad para jugar, algo que llegara a un nivel similar al de Edrick, Cameron, Max o Nicholas.

En los meses que llevaba de ser novia del chico, nunca había ido a su casa, de manera que se fijó en el camino que debía tomar, podría servirle en algún momento. Al llegar, Dimitri estacionó el vehículo frente a una casa de dos pisos, con fachada moderna y donde se mantenían dos autos en las afueras, uno era el descapotable que habían llevado a las vacaciones y el otro no lo había visto antes.

Cuando se bajaron del auto, Edrick se encontraba en bermudas y una camiseta que dejaba ver sus brazos trabajados, recostado en el marco de la puerta y estaba comiendo algo.

   —Chicos —saludó—, entren. Max está arriba esperándonos.

Los demás ingresaron a la casa con una normalidad notoria, ella por su parte, lucía dudosa y asombrada ante lo que veía. Primero, por la impresión de la impresionante casa que tenía Edrick, luego porque aunque lo doliera admitirlo frente a su alto orgullo, el chico se veía tan perfecto, «Idunn», se reprendía.

La tarde comenzó a fluir, tuvo que enfrentarse a una partida en parejas, ella con Nicholas, contra Edrick y Cameron, quienes alardeaban de su gran talento. Y es que eran asombrosos juntos, podrían llamarse los mismísimos dioses del RallyForce. Luego, tuvo que realizar una partida en contra de Dimitri, quien era el que poseía un menor nivel ante los demás, le siguió una en contra de Nicholas, seguido de Max, dejando en los últimos a Cameron y Edrick. Pues era el orden en que se consideraban mejor «Eso decían ellos, tan narcisistas como sólo esos pueden serlo». Cameron decidió ir antes de Edrick, pues era él quien debía esperar a ver los resultados deseados, esos que podrían darle a la novata, la oportunidad de quitarle el "con suerte".

   —Has ganado tres de cuatro, perdido la otra —recordó el castaño.

   —Me ha ganado a mí —habló Cam—, en mi opinión, es capaz de mucho.

   —También me ha ganado a mí, Edrick —mencionó Dimitri.

   —¿Y eso qué? —dijo con desdén, ella sólo abrió la boca fingiendo ofensa—. Te he dicho que tus caras feas no causan nada en mí —le habló a ella—. Que les haya ganado a ustedes, no significa que esté en el nivel que se requiere.

   —Te recuerdo que estoy escuchándote —le interrumpió ella.

   —Lo sé, por eso lo digo —la actitud de Edrick estaba colmando la paciencia de todos.

   —Tienes que admitir que es buena —comentó Nicholas que se había mantenido en silencio hasta ahora.

   —Buena porque... ¿Por qué te ha ganado a ti, Cam y Dimitri? No le ganó a Max —dijo serio.

   —Bueno, pero no es para tanto —soltó el rizado.

   —Max ha sido mi pareja de juego por años, él ha estado a mi nivel.

   —Casi —murmuró el aludido.

   —Y no le ha ganado.

   —Edrick, debes darle la oportunidad —la mulata se puso de pie—. Juega tú con ella, como lo habíamos acordado.

   —Lo haré, pero necesito decir lo que pienso —confesó.

   —Además, tú has dicho que sería tu pareja.

   —No soy una opción de segunda mesa —susurró Idunn.

   —Nunca he dicho que lo seas —le contestó lanzándole una mala mirada—. Sólo, no sé si estarás a mi altura, o casi a esa altura.

   —Idiota —la chica puso los ojos en blanco—. ¿Siempre eres tan molesto?

   —Bienvenida al club —dijeron todos los demás al unísono.

   —Siéntate —ordenó—. Veremos quién gana.

   —No seas tan cruel, Edrick —pidió Max.

   —Ni que se lo digas —dijo Dimitri—, él no sabe lo que es piedad cuando de juegos se trata.

   —Tengo una duda —habló la castaña, mientras se posicionaba en la silla donde jugaría.

   —Suéltalo —la motivó Cam.

   —¿Alguna vez le has ganado a Edrick? —la pregunta iba dirigida a la mulata, el castaño alzó su ceja y la chica sólo mordió sus labios.

   —Lo mejor es que esa pregunta quede en el aire —interfirió Max—. En algún momento lo sabrás.

   —¡Así que has perdido! —exclamó ella—. No eres perfecto, engreído.

   —Nunca he dicho que sea perfecto, pero eso me aclara que piensas así de mí. Gracias —el sarcasmo en su voz era obvio—. Yo no pierdo, novata.

   —Quiero saber si has perdido.

   —Edrick nunca pierde, cariño —respondió Cameron viendo a otro lado—. Nuestros enfrentamientos son tardíos y cansados, pero he de admitir que Edrick siempre gana.

   —El que Edrick tenga conocimientos sobre diferentes cosas, hace que el juego sea más sencillo para él —dijo Nicholas—. Tu novio es un cerebrito cubierto de músculos, ego, vicio por los juegos y... más ego.

   —Gracias —el aludido le guiñó un ojo al otro—. Ahora déjense de tonterías y apresúrate.

La partida dio inicio, el laberinto que les abrió paso era enorme, uno de los más difíciles que RallyForce podía colocar, las criaturas a las que debían derrotar estaban elevadas a un nivel más alto al que ella estaba acostumbrada. Uno. Dos. Tres. Cuatro... quince acertijos. Las preguntas eran de diferentes temas, Idunn no se consideraba una nerd, tampoco era que pasara leyendo todo el tiempo, ni que tuviera el gran conocimiento que se debía tener, pero ya había contestado la mayoría, desde su ubicación faltaban al menos dos acertijos o preguntas más, sin embargo, Edrick ya estaba a una pregunta de estar en el centro. Ella no podía pasar del lugar donde estaba, no recordaba aquello, «La palabra más larga existente... ».

   —¡Lo tengo! —exclamó y todos la voltearon a ver, Edrick soltó una carcajada.

Mientras ella terminaba de recordar la respuesta, el ojiazul había llegado al centro. A como ella pudo, logró llegar. Se enfrentarían a una batalla campal donde ella no quería darse por vencida y, al menos si perdía, podría decir que le dio un alto combate.

●●●

Max estaba con la boca abierta, sus ojos se encontraban fijos en algún punto de la habitación, no podía articular ninguna palabra. Cameron sonreía y Dimitri traía una cara de preocupación. Nicholas, él no era de sonrisas, pero sonreía en este momento.

   —Buen juego, novata.

   —¿Puedo decir lo mismo? —inquirió ella con una risita nerviosa.

   —Supongo, son cosas de ganadores y ya puedes decirlas —él le mostró una sonrisa dulce.

   —¿Entonces? —preguntó Nicholas.

   —Te hubiera pateado el culo si no la hubieras preparado como lo hiciste —contestó—. Y seguramente, tendrías que soportarla una semana más.

   —Mi trabajo aquí a terminado —señaló él.

   —Lo has hecho bien, cariño —la felicitó Cam—. Que no le hayas ganado no significa que seas mala. Eres grande con sólo haberle dado batalla.

   —No le digas tanta cosa, que se le llenará la cabeza de todo eso.

   —¿Ya puedo decir "Son cosas de ganadores"? —preguntó inocentemente y ellos rieron.

   —Te lo he dicho, Cameron —la reprendió Edrick.

   —Idunn —dijo Max—, ya eres de las ganadoras. Nos tienes a nosotros.

   —Los mejores del juego —completó Dimitri—. Unos de la región y otros, a nivel internacional —agregó viendo a su novia y al mejor amigo de esta.

●●●

El viernes era el cumpleaños de Idunn, Edrick había estado preparando varias cosas desde hace un par de semanas atrás, Max y Young-mi eran sus cómplices, al igual que Melisa. Elliot estaba al tanto de lo que el chico quería hacer para la castaña, así que estaba aportando ciertas cosas, no quería entrometerse de lleno, pues estaba consciente que era algo que nacía del corazón de él.

   —¿A dónde la llevarás? —preguntó Cameron recostada en la cama de Edrick.

   —No lo sé aún.

   —¿No deberías de tener ya la reservación? —cuestionó Max, quien se encontraba acostado en el suelo de la habitación.

   —No necesito eso.

   —¿Harás algo romántico?

   —¿Le prepararás algo en su casa?

   —¿O aquí?

   —No sé cómo carajos los he soportado —dijo a las cansadas—. Hacen tantas preguntas como ella, y son tan insoportables.

   —Tú eres insoportable con ese carácter de mierda que te traes y no te decimos esas cosas —señaló la mulata.

   —Además, nos amas. Si no lo hicieras, nos hubieras mandado a la...

   —Espera, repite eso —interrumpió la chica.

   —¿Qué cosa? ¿Qué nos ama? O ¿Qué nos mandaría a la...?

   —¡Eso! ¿Amas a Idunn? Por eso la soportas, como lo haces con nosotros.

   —No puede ser —murmuró el castaño sin nada de paciencia—. No amo a nadie.

   —Me amas a mí —bromeó Max.

   —No, eso no pasa, ni pasará. Yo no puedo amar a nadie, a nadie que no sea yo.

   —Eres un tío muy cabrón, ¿lo sabes? Decir que amas a alguien no te quitará lo machito que eres —comentó Cameron.

   —Yo le he dicho a algunas chicas que las amo —recordó el otro.

   —¿Y dónde están? Con otro —se respondió a sí mismo—. Así que de nada sirve amar, si todo mundo se irá. Siempre.

   —Nosotros nos amamos como amigos —la mulata insistía—, y henos aquí. Amándonos más que antes.

   —Como sea.

   —Si no la amas, todavía. ¿Por qué harás todo esto? —preguntó su amigo.

   —Porque soy un buen novio —en su mente se reía de la estupidez que estaba diciendo—. Y lo que haga debe ser igual de bueno que yo.

   —Me pregunto si así serás en el sexo —cuestionó al aire ella y ambos la voltearon a ver.

   —Eso sólo podrían afirmar las dos mujeres con las que ha estado —le respondió el de mirada café.

   —Idiotas, eso son ambos —les dijo el ojiazul.

   —Lo somos los tres, creo que uno se lo contagió al otro cuando éramos unos críos.

Max definitivamente era el único ser al que Edrick soportaba con todas las cosas que decía. Sin lugar a dudas aquellas dos personas, eran a los únicos a quienes consideraba verdaderos amigos.

El miércoles por la mañana, el castaño se encargó de visitar unas tiendas de regalos y decoraciones para fiestas, Cameron caminaba a su lado. Aquella pareja llamaba la atención de cualquier persona, Edrick no se consideraba el hombre más guapo de la ciudad, sabía de su atractivo y lo que con una mirada podría causar, pero no hacía uso de aquel don. La chica, era hermosa, llamaba la atención de varios sujetos, y aunque solía hacerles saber a todos la belleza que traía encima, no pretendía pasar como la atracción a la que cada persona debería rendirle su atención. Pero juntos, atraían a todos, aun sin querer hacerlo.

   —A veces, me siento acosada —comentó ella al lado de su amigo, quien revisaba algunos globos.

   —Comparto la misma sensación.

   —Ser hermosa pesa mucho —se quejó y él alzó su ceja, dejando una sonrisa de medio lado.

   —Ser el centro de atención es difícil cuando no pretendes eso.

   —Aunque nosotros sí pretendemos eso —dijeron al mismo tiempo y rieron.

Una chica de una edad aproximada a la de ellos se les acercó y tímida por la mirada gris de Edrick tartamudeo antes de soltar lo que quería decir.

   —¿Buscan algo en especial? ¿Para sus suegros?

   —No somos pareja —aclaró Cameron—. Pero buscamos algo para la novia de mi hermanito —dijo con picardía.

   —Mi novia está por cumplir años —comenzó a hablar el chico—. Busco globos morados y blancos, que sean brillantes; como letras de un azul platinado, y el número dieciocho en plateado. También cortinas decorativas plateadas.

   —¿Plateadas? ¿no crees que no se verán los números?

   —Los números no irán donde van las cortinas, no soy imbécil —la mulata se encogió de hombros y la señorita no dejaba de admirar al chico.

   —Nena —habló Cam—, no babees, te puedes caer luego. Además, babear por este saco de ego no es lo mejor que puedes hacer, ya tiene alguien en su vida. Mejor ve a traernos lo que te hemos dicho, porfis.

La chica era de tez blanca, pero ante aquellas palabras su rostro se volvió rojo. Edrick sólo negaba y su amiga estaba conteniendo las carcajadas que eran tan características de ella.

   —Siempre tan inoportuna, Cameron.

   —Tengo que cuidar la mercancía —rio.

   —No soy un objeto.

   —No, pero eres el galán de Idunn Holden, y mientras yo no estoy, ella te cuida. Si ella no está, yo te cuido. Y si ninguna está, Max te cuida o Dick.

   —Estás loca —dijo soltando un suspiro y siguió caminando, observando todo lo que podría llevar.

●●●

Llegada la hora en la que Idunn salía de clases, Edrick salió del centro comercial al instituto. Cameron lo acompañaba y todo lo que habían comprado iba en la cajuela. Al llegar al lugar la multitud de estudiantes se estaba dispersando en el sitio, a lo lejos vieron al grupo de cuatro personas y una quinta que acercaba a ellos, el castaño sabía de quién se trataba. Se bajaron del auto y mientras todos caminaban al punto que sería el encuentro, la pelinegra caminaba con afán hacia el mismo punto.

   —Idiotas, por su culpa mi prima y su novio terminaron dos días en prisión, mientras se arreglaba todo sobre la fianza.

   —Te lo he dicho —habló Edrick con satisfacción en su rostro—. Me debes treinta billetes —dijo refiriéndose a Elliot y este rio mientras negaba.

   —¿Novios? —los ojos de Idunn estaban muy abiertos.

   —Eleazar e Ivania son novios —contestó Cameron.

La castaña estaba confundida, ¿desde cuándo Elliot y Edrick apostaban? ¿qué era lo que estaba pasando por alto? Necesitaba explicaciones y, por más que hubiese querido que su novio se las contestara, este no lo haría, su única opción era su mejor amigo.

Después de una leve discusión con Irina, que se quejó de todo y ofendió a los presentes, los chicos abordaron los autos. Durante el camino, las risas y comentarios sobre lo ocurrido con Eleazar, no pudieron faltar. Estaban por llegar a la casa de la castaña cuando ella tomó una actitud seria.

   —Mis padres quieren que el viernes salga de casa —Edrick enarcó una ceja y dio un rápido vistazo a las chicas que iban en la parte trasera.

   —¿Por qué, cariño? —preguntó Cameron.

   —Dicen que debo salir —ella no quería mencionar que se trataba de su cumpleaños, algo que caracterizaba a Idunn, era su poco interés por ser el centro de atención, completamente distinta a Edrick.

   —Bueno, ¿irás a la escuela? —inquirió él y ella afirmó—. Podría pasar por ti, pero no aseguró poder estar el resto de la tarde, tengo unas cosas que hacer.

Aquellas palabras hicieron que el poco entusiasmo que ella tenía se viniera abajo, al menos pretendía pasar el día al lado de su novio y sus amigos. Y él no estaría.

   —En ese caso —interrumpió la mulata—. Si tus padres no quieren que estés en casa, podrías ir a la mía. Jugamos un rato, vamos de compras o algo —dijo entusiasmada—. ¿Vienes también? —se dirigió a Young-mi, quien asintió.

   —Estaría bien —él se percató del gesto que hizo con sus labios.

Había convivido un buen tiempo con ella, como para darse cuenta de pequeñas cosas que la delataban. Estaba molesta. Luego de acordar todo eso, las dos amigas se bajaron del auto y Cam se posicionó en el asiento delantero, pues tenían algunas cosas que arreglar y no podían quedarse con ellas.

Elliot llegó unos minutos más tarde, así que aprovechando que no estaba Edrick, Nina, y sólo eran ellos tres, se tomó el tiempo para interrogarlo sobre las dudas que tenía. Fue un poco difícil, al parecer se le estaban contagiando algunas cosas del castaño, eso le molestaba. Su amigo nunca le negaba saber algo, pero ahora lo hacía, llegó a creer que era por la presencia de la pelinegra, aunque no tenía sentido.

●●● 

El jueves por la noche Max y Cameron se quedaron a dormir en la casa de Edrick, su padre le había permitido al chico faltar al trabajo, quería ver qué era todo lo que había planeado Edrick. Necesitaba asegurase que su hijo estuviera cumpliendo con su parte del juego, él lo estaba haciendo, aunque si bien era cierto, él se estaba enamorando de Hanna y no podía negarlo, pero tampoco lo afirmaría frente a su hijo, quería ver hasta donde era capaz de llegar el menor de los Meyer, sólo por ganar un estúpido juego. Además, estaba consiguiendo lo que tanto quería, que Edrick separara su trasero de la silla.

Como los tres estaban acostumbrados a dormir tarde, no había problema con desvelarse ultimando los detalles. Y es que como lo dijo él, lo que demuestre como novio, tiene que estar en un nivel similar al que él poseía.

A la mañana siguiente los tres se pusieron de pie muy temprano. Una hora antes de que ella saliera en dirección al instituto, Elliot se reunió con los otros, hicieron cada uno su parte y se dividieron dispuestos a que todo saliera como debía.

Idunn salía de su casa a las siete treinta, su amigo se había negado a ir por ella a pesar de ser su cumpleaños, indicó que el auto estaría en el taller, así que tendría que ir caminando. Luego de la lluvia de besos por parte de sus padres, por la boba grabación de sus padres entrando a su habitación con música, cantos y pastel que estrellaron en su cara, un desayuno especial por su día y otras cosas, la chica iba con el cabello recogido, un jeans desgastado y una sudadera que... era una talla más grande que ella, «Debes pasar desapercibida, Holden».

Bastó con que pusiera un pie fuera del edificio para que la algarabía se hiciera presente en su calle, «¿Pero qué mierdas?». Cuando alzó su rostro, frente a la casa había un auto con globos y «¿Pintura?», que tenían la reseña: Feliz cumpleaños, novata de ojos hechizantes". Al parecer ya no era una novata con suerte, pero... no era Edrick quien conducía, era Elliot y ese auto no era de su mejor amigo. Se trataba de un descapotable de un azul brillante, los globos eran blancos y entonces, el moreno se bajó del auto con una sonrisa que iba de oreja a oreja.

   —Señorita —le extendió la mano—, ¿lista para un día digno de la diosa nórdica que eres? —la chica no supo qué contestar y él la atrajo a sus brazos para luego susurrarle—. Feliz cumpleaños, diosa. Pero este no es mi regalo, sólo disfrútalo y deja de lado tu faceta curiosa.

Le abrió la puerta para que subiera a la parte trasera, donde se encontraba un número 18 en globos, era realmente grande, «De esta forma es imposible pasar desapercibida, Idunn», se decía ella. Su amigo prendió el aparato de sonido y dejó que BTS sonara con Mikrokosmos, seguido de Filter, Best Of Me y las canciones que sirvieron como fondo al viaje que realizaban hacia la escuela.

Pero antes de llegar, Elliot se desvió del camino y terminaron en un sitio que ella no conocía, pero entraron a una habitación, donde Young-mi estaba lista para hacerle un cambio de ropa.

   —Este no es mi regalo, bonita Idunn. Pero tengo el deber de ayudarte a verte mejor de lo que ya luces hoy, claro sin perder tu estilo. Feliz cumpleaños —le dio un abrazo que provocó que ambas inhalaran mucho aire luego de separarse.

La pelinegra no abordó el auto a pesar que Idunn insistió, sólo indicó que se verían en la escuela minutos más tarde. Retomaron su camino a su destino y cuando Elliot estacionó el auto, fueron el foco de atención, principalmente por la decoración del vehículo y luego, porque todos sabían que ese no era auto ni del moreno, ni de ella.

Las miradas sobre ellos no faltaron, al ingresar al establecimiento Nina se encontraba con un sobre en las manos.

   —¡Feliz cumpleaños, cuñada! —dijo con sincero entusiasmo—. Bueno, amorcito —se dirigió a su novio—, hasta aquí tu tiempo con ella, ahora me la llevo yo.

Luego de estas palabras arrastró a Idunn hacia su salón, con gran emoción. La castaña estaba soltando varias preguntas y la única contestación que tenía por parte de la rubia era un: "Deja de preguntar y sólo déjate llevar". Al entrar a su salón de clases, sobre la silla en la que ella normalmente se sentaba, se encontraba un ramo de flores (anémonas azules), en la mesa una pulsera con un dije de un Nudo Escudo de la mitología nórdica, dos globos en los que se leía: Feliz cumpleaños, novata, «Si que te gusta hacer las cosas en grande, Meyer», pensó. Todo aquello la hacía sentir especial, sabía que él era un reto, pero era inevitable no sentirse especial ante esas cosas. Podía admitir en su interior, que Edrick era un buen novio...

Los demás compañeros de clase se acercaron a felicitarla, incluso algunos que en todo el tiempo que llevaban en el instituto, nunca le habían hablado. «Chismosos». Varios no pudieron aguantar la curiosidad y comenzaron a preguntarle de qué se trataba o en realidad, de quién provenían los detalles. A pesar de llevar un buen tiempo saliendo con el castaño de ojos locos y que la mayoría de veces él la iba a recoger a la escuela, Idunn no hablaba de su relación a menos que fueran sus amigos o que alguien directamente le preguntara sobre esta, «Mientras menos sepan, mejor».

Para algunos profesores fue inevitable pasar desapercibida a la chica que caminaba con un look que tenía más esmero al que solía mostrar, y un arreglo de flores en manos, de manera que también la felicitaron. El resto de las clases pasaron con algunas felicitaciones de más y preguntas que ella no entendía.

«Se siente bien que alguien haga algo por ti». Pensaba Idunn, y es que, admitía que Edrick sólo era un reto, pero estaba haciendo las cosas de una manera estupenda, a tal punto que, si no fuera porque ella no sabía lo que era el amor y no pretendía enamorase, él ya lo hubiera logrado.

Al terminar las clases, fuera del instituto la esperaba Cameron, en otro vehículo, que supuso era de ella. La mulata se bajó del auto y se acercó:

   —Me he enterado por allí que es tu cumpleaños, bonita.

   —Sólo porque mis papás dicen que nací en esta fecha —ambas rieron.

   —Feliz cumpleaños, cuñis —a la mejor amiga del chico le agradaba Idunn, lo admitía. Y es que agradecía que sacara al idiota ese de la silla del ordenador.

   —Gracias, Cameron.

   —No me des las gracias, al menos no ahora. Vamos, iremos al centro comercial y luego —se lo pensó—, comeremos, jugaremos un poco y no sé, algo se nos ha de ocurrir.

   —Me parece bien —dijo risueña—. ¿Has hablado con Edrick? —cuestionó, ya que a pesar de todo lo que había pasado y que sospechaba se trataba de él, le parecía extraño que no fuera por ella como lo había dicho o que al menos le dejara algún mensaje.

   —Eh... no, no me ha contestado —fingió tratar de recordar algo—. Ayer le dije que yo vendría por ti, aceptó y ya no me respondió el siguiente mensaje.

   —No me dijo nada —murmuró.

   —No me digas que te molesta mi compañía, ¿es eso? —Idunn rio y negó.

   —Para mí es un placer que Marshall54 venga por mí a la escuela.

   —¡Ay! Vamos, no me digas que sólo por eso, ¿acaso no te caigo bien como cuñada?

   —Eres grandiosa como cuñada.

Entre risas las chicas abordaron el auto y tomaron rumbo al centro comercial. La mitad de la tarde se les fue en compras, pastelillos y demás, Young-mi se les unió algunas horas más tarde. Se dirigieron a la casa de Cameron y estuvieron jugando, enseñándole a la pelinegra a jugar, claramente las risas no faltaron. Idunn la estaba pasando muy bien.

A eso de las seis de la tarde, una llamada entró al celular de la asiática.

   —Es Max —informó.

Se alejó del lugar para mantener una adecuada conversación con el chico que les estaba robando el corazón. La mulata se enfrascó en su móvil y la castaña lo revisó para poder revisar la bandeja de entrada, pero no encontró lo que buscaba. «Seguro está ocupado». De pronto el aparato que Cameron tenía en las manos comenzó a vibrar y esta se alejó, pero todavía daba oportunidad a escuchar.

   —¡Hasta que apareces! —exclamó con exageración.

La chispa de la esperanza se hizo un poco más fuerte en el interior de Idunn, «Ni sé porqué me emociono, ¡sólo es un reto!», su subconsciente se negaba a admitir que ella estaba acostumbrándose a tener al castaño en su vida. Cameron siguió su conversación y segundos más tarde se dio cuenta que se trataba de Dimitri. Su novio.

Young-mi regresó a donde estaban las otras dos y se despidió, excusándose que Max la llevaría a casa y pues, quería pasar tiempo con él antes que su madre se enterara que estaba a punto de empezar a salir con alguien más, alguien que no fuera Tomás. Minutos después, Cam dejó la llamada y se quedaron en un silencio un poco incómodo.

   —Creo que es momento de irme —mencionó la castaña poniéndose de pie.

   —Te iré a dejar, aunque... tengo algo que hacer, ¿te parece si Dimitri te lleva?

   —Eso sería mucha molestia, puedo pedir un taxi, si no te molesta.

   —Dimitri está cerca, tardaría menos que uno de esos, además, irás más segura. Oye, ¿te puedo retocar un poco? Digo, tus padres no te han visto todo el día y... sería lindo que te vieran más espectacular de lo que andas. ¿Sí?

   —De acuerdo —dijo cansada.

   —¿A ambas cosas? —Idunn rio y asintió.

●●●

   —Señoritas —les saludó Dimitri—. Un gusto ver a tan bellas creaciones. Idunn, pequeña, feliz cumpleaños.

El chico la estrechó en un fuerte abrazo. Ella pensaba que aquel joven era atractivo, tal vez no igual que Edrick o Max, pero lo era y sabía ser un caballero. Lo había notado las veces que tuvo la oportunidad de salir con ellos y Edrick, pues siempre se mostraba atento a lo que su novia necesitaba, incluso si no lo hacía.

Ambos se despidieron de la mulata y tomaron rumbo a la casa de Idunn, durante el trayecto hubieron espacios de un silencio tranquilo, uno en el que su mente le estaba jugando mal, «Ni padres, ni mejores amigos, ni novio. Pasaste tu cumpleaños 18 con dos personas a quienes conociste hace nada». Y aquello le provocaba sentimientos de tristeza. Era cierto. Ninguna de las personas con quienes solía convivir a menudo habían estado para ella. Ni con tanto detalle, Edrick podía cubrir el hecho de no estar con ella.

   —¿Qué tanto piensas chica de ojos amarillos? —preguntó Dimitri encendiendo el estéreo.

   —Nada, locuras de adolescente. ¿Cuántos años tienes tú?

   —Tengo 25. ¿Me permites decirte algo?

   —Adelante.

   —Ya no eres una adolescente, así como tal —bromeo y rieron—. No pienses tanto las cosas, le das armas a tu mente para hacerte daño. Deja de cuestionarte todo, sólo disfrútalo. Nunca sabes cuándo pueden acabar las cosas —«Seis meses, ese tiempo dijeron tus padres, te quedan tres».

   —Gracias. ¿Te puedo hacer unas preguntas?

   —Claro, dime.

   —¿Te has enamorado? —el chico la volteo a ver rápidamente, un poco confundido.

   —Sí, ¿por qué?

   —¿Estás enamorado de Cameron? —la sonrisa que se dibujó en su rostro, respondió la pregunta—. ¿Cómo sabes que estás enamorado?

   —¿No te has enamorado nunca, pequeña diosa? —negó—. ¿No estás enamorada de Edrick? —ella lo vio sin darle respuesta y su mente le decía: «Si enamorarse es detestar su estúpida actitud de egocéntrico, tal vez. Pero no, él es sólo un jodido reto».

   —Nunca antes me enamoré, no sabría decir qué es lo que se siente cuando lo estás.

   —Entonces lo sabrás en su momento. El amor no se presiente, de un momento a otro sabes que amabas a alguien y ya, no entiendes el porqué, pero sí lo sientes.

Las palabras de Dimitri se quedaron resonando en la cabeza de Idunn, hasta que él la interrumpió luego de frenar el vehículo.

   —Dame un momento, iré por algo y te llevo a casa —ella sólo asintió.

El chico ingresó a un local del que no tenía idea de qué se trataba, pero allí estaban.

«Vaya cumpleaños de mierda, ¿se puede estar más jodida? No, definitivamente no».

Estaba molesta, revisó nuevamente su móvil, pero no había señales de su novio, «Idiota». Tal vez discutía mucho con él, quizás detestaba la actitud de mierda que solía tener, probablemente le gustaba que sus ojos no fueran de un solo color, pero estaba segura que... él lograba hacerla olvidar mucho, aunque fuera porque la enojara.

Unos cuantos minutos después Dimitri ingresó al vehículo y tomaron rumbo a su destino original. Al llegar la chica agradeció al chico y este esperó, indicando que se iría hasta que ella entrara a la casa, pero había olvidado sus llaves y no había señales de que sus padres estuvieran en casa, «Lo que faltaba».

   —Diablos, ¿quieres que me quede a hacerte compañía? —sugirió el de pecas.

   —No es necesario —indicó—. Puedo quedarme sola.

   —No me parece muy adecuado, está oscureciendo, ¿y si entras por la parte trasera? Yo te puedo ayudar.

   —¿Eres un tipo de delincuente? —dijo bromeando y entrecerrando los ojos.

   —Tus gestos son graciosos —señaló riendo.

   —A Edrick no le gustan, dice que son caras feas.

   —¿Alguna vez has escuchado la frase de: "Llamar fea a la persona más hermosa que conoces"? —negó—. Búscala.

   —¡Idunn! —la voz de su padre la sobresaltó—. ¿Qué diantres haces aquí? ¿y tú quién eres chico?

   —Dimitri, señor —extendió su mano—. Soy el novio de Cameron, pase a dejar a su hija y en vista que no había nadie, decidí hacerle compañía.

   —Pasa, entremos. Vamos a beber algo. Idunn ya puede hacerlo —movió sus cejas de una forma graciosa e ingresó a la casa.

   —Ya veo de dónde es que aprendiste a hacer gestos.

La chica refunfuñó algo y él sólo rio, al entrar todo estaba oscuro. Cuando ella puso un pie en la sala de estar, unas luces moradas, azules, blancas y algunos tonos naranjas, iluminaron el ambiente, de pronto comenzó a sonar de fondo música de Ed Sheeran. Al voltearse, no estaba ni Dimitri, ni su padre.

   —Hace unos meses atrás, conocí a una chica de melena castaña, mirada ámbar, única en su clase. Hechizante. Como toda una diosa de mitología nórdica, una guerrera valkiria, como un ser de luz y bondad, capaz de doblegar a cualquier bestia, de a sus pies poner a cualquier hombre —la voz ronca llenaba el lugar—. En este caso, el poderoso —«No podía dejar su ego de mierda»— y fuerte guerrero de mirada misteriosa, fue víctima del hechizo que aquel amarillo creaba. Idunn Holden, o mi novata con suerte —dijo resaltando el posesivo—, feliz cumpleaños diosa nórdica. Disfruta lo que verás a continuación.

No entendía de donde diablos había aparecido una pantalla blanca enorme, donde comenzó a reproducirse un vídeo con fotografías y vídeos de momentos que, en este corto tiempo, habían vivido juntos. En algunos aparecían sus amigos, incluso sus padres y Dick. De fondo la canción de Photograph se reproducía.

Ella sentada sobre la roca mientras tomaba fotografías en el bosque, cuando habían ido de vacaciones.

La noche en la azotea.

El día que habían ido a la colina donde la lluvia los había empapado, pero estaban sus amigos.

Ella, Elliot y Young-mi, en la presentación del equipo de trabajo de la obra de teatro.

Ella en la premiación.

Todos nadando.

«¿Cuándo había tomado aquellas fotografías?»

Fueron más de cuatro minutos de recuerdos que, nunca pensó, estarían guardados en algo más allá de las memorias de cada uno. Fue inevitable derramar lágrimas, todo aquello le causaba gran sentimiento y la última foto, eran ellos, una tarde en la que Edrick había llevado pastelillos con crema a la casa de ella. La mayoría de la crema terminó derramada en sus ropas y en los rostros de ambos.

   —¡Sorpresa! —gritaron todos al unísono. Max, Cameron, Dimitri, Nicholas, Young-mi, Elliot, Nina, Malcom, Melisa, Dick y... Edrick.

El último sostenía un ramo de flores. Anémonas azules.

   —Tus ojos no son azules, pero... estas flores tienen un significado especial, novata. Feliz cumpleaños.

Y allí, sin pensar en lo que dirían, limpió las lágrimas que brotaban de aquellos ojos que, eran un embrujo para cualquiera, unió sus labios a los de su novia, «Vaya show el que estás haciendo, Meyer. Te debes una buena recompensa ante tal actuación».

Los grititos y gargantas "aclarándose", fueron el indicativo que era suficiente. Con una sonrisa de suficiencia la miró directamente a los ojos, alzó su ceja y le susurró: Te quiero, novata. Idunn tenía una sonrisa en su rostro, pero no pudo evitar la sorpresa ante aquellas palabras y se le fue encima en un abrazo.

   —¿Creíste que lo había olvidado? —murmuró para los dos y ella regresó a su posición y asintió—. En serio eres muy boba, no tengo tan mala memoria, novata.

   —Gracias, Ojos Locos. También te quiero —confesó.

Los abrazos y presentes de los demás se hicieron llegar, las felicitaciones y gritos de emoción hacia lo que provocaban los detalles y gestos que había tenido Edrick con la castaña.

   —Finalmente, este es el mío —dijo el menor de los Meyer.

Elliot y Max traían una algo cubierto con un manto blanco, era casi de la estatura de Idunn. Malcom les ayudó a desocupar una mesa y los otros posicionaron aquel objeto sobre esta.

   —¿Quién hace los honores? —preguntó el castaño y las mejores amigas se encargaron de eso.

   —3... 2... 1... —dijeron todos al mismo tiempo.

Se trataba de una pintura de todos los presentes, el fondo era el de la casa del lago a la que habían ido a vacacionar, similar a una de las fotografías que se habían tomado todos los jóvenes en aquella ocasión. Pero en esta, se incluía a los tres padres, Cameron, Dimitri, Nina y Nicholas. El chico si que tenía talento.

●●●

Ambos jóvenes tenían entendido por su parte, que él sólo era un reto y ella un juego. Algo que pronto acabaría, pero estaban cumpliendo con las reglas impuestas por sus padres, vivir sus relaciones como tal y hacerlas tan creíbles como pudieran. Pero, ambos estaban ocultando secretos que iban más allá de lo que sus papás habían provocado.

   —Si no les molesta —habló Edrick mientas veía su reloj—. Me llevaré un rato a la cumpleañera, hay algo que tengo pendiente con ella.

   —Nada de sexo, Meyer —dijo Cameron e inmediatamente su cara se volvió pálida—. Mierda... lo dije en voz alta.

Malcom y Melisa la voltearon a ver con los ojos bien abiertos y luego a los jóvenes que estaban tomados de la mano. Dick soltó una carcajada que o rompió la tensión que se creó, o la intensificó.

   —Edrick no tendrá sexo con Idunn —comentó Max—. No es tan estúpido.

   —Ni Idunn haría algo así —agregó Elliot.

   —A ver, ¿por qué diablos piensan que es sexo? —blanqueo los ojos—. Los jóvenes no sólo piensan en sexo. Enfermos.

Con estas palabras haló a la castaña hacia la salida, mientras caminaba refunfuñaba. Subieron al vehículo en el que había viajado la castaña por la mañana. Hablaron de varios temas, rieron y reflexionaron acerca de lo ocurrido minutos atrás, Idunn incluso le reclamó y este se burló de lo ingenua que podía ser.

Luego de varios minutos, llegaron a un lugar que ella conocía. Se trataba de la casa de Edrick, el joven sonreía de oreja a oreja, sin introducirse al inmueble, llegaron a la parte trasera, «¡Qué grande es aquí!».

   —Te cubriré los ojos —indicó él, sacando un pequeño pañuelo de su bolsillo.

   —¿Debo confiar en ti? —inquirió ella con una risa nerviosa.

   —¿No ya lo haces? —enarcó una ceja.

Bajo la luz de la luna, los ojos grises se tornaban oscuros pero brillantes, «No me cansaré de ver sus ojos».

   —¿Ya dejarás de babear por mí? Así podré colocar esto sobre tus ojos —refiriéndose al trozo de tela.

   —Yo no estaba babeando.

   —Sí como sea.

   —¿Ahora qué haremos? —preguntó Idunn, luego de que él cubriera sus ojos.

   —Novata, deja de hacer tantas preguntas o te dejaré acá sola.

Seguido de esto la tomó por las piernas, dejando que su abdomen reposara sobre su hombro, la acción provocó que ella soltara un grito, el cual hizo explotar una sonora carcajada.

   —No te muevas tanto, ¿ok? Si no caeremos ambos y serás tú quien lleve la peor parte —advirtió el de mirada grisácea.

El movimiento le causaba inquietud, quería moverse y quitarse la venda de los ojos, pero temía que si lo hacía, aquella leve acción ocasionara su caía. Sabía que iban subiendo algo, podía sentir cómo el chico se esmeraba y hacía un mayor esfuerzo.

Cuando finalmente estuvieron en una superficie plana, él la dejó caer. El grito se hizo presente nuevamente, pero no estaba duro, al contrario, estaba sobre algo realmente cómodo y suave.

   —No te la quites —ordenó al momento en que ella dirigía sus manos a la venda.

   —¿Por qué?

   —¿Me quieres ver desnudo? —dijo en un tono bromista, la boca de la chica se cerraba y abría, su rostro se había tornado de un rojo leve.

Edrick soltó una carcajada más y aunque no lo estaba viendo, saber que él estaba soltando su risa, le causaba gran placer. Se escucharon unos cuantos pasos y poco después ya no sentía la presencia de su novio, la paranoia se hizo de su cuerpo y comenzó a tocar a diestra y siniestra.

   —Vaya que eres boba —habló la voz ronca del castaño—. Te quedas sola en un lugar en el que no sabes dónde estás, estás vendada, pero no atada de manos y no te quitas lo que cubre tus ojos. Aparte de novata, boba.

   —Me has dicho que no me la quite, ¿ahora ya puedo? —preguntó ignorando el comentario.

   —No.

   —¿Por qué?

   —Preguntas mucho.

Nuevamente se escucharon pasos y algunas cosas moviéndose.

   —Ahora sí —la voz del chico se escuchaba lejana a su puesto.

Se encontraban dentro de una casa del árbol, «¡Dios! Esto sí que es una casa del árbol». Parecía más un mini apartamento que una sencilla casita de juegos. Tenía una escalera.

   —No quiero preguntas, diosa.

Tras esas palabras él la tomó de la mano y le indicó que se quitara los zapatos. El suelo estaba repleto de cojines muy cómodos. La haló hacia las escaleras que estaban al otro costado y al subir un buen tramo, llegaron a un pequeño apartado, allí había un telescopio, un trípode para la cámara y algunos focos de tamaño pequeño que le daban un lindo toque al sitio. Una vista espectacular se presentaba ante ellos. Desde allí la castaña podía ver varios lugares que creía estaban demasiado lejos, pero parecía que no.

   —Esto... ¿Cóm...

   —No preguntas, dije —recalcó—. Sólo disfruta la vista. Observa por acá —dijo señalando el telescopio—, no lo muevas de donde está.

Un grito de emoción se escuchó desde la casa del árbol. El llanto se hizo presente y los típicos saltitos que Idunn daba cuando estaba feliz por lo que había conseguido, también lo hicieron.

   —¿Te gusta? —preguntó él.

Por el visor la castaña pudo ver cómo en una pared de un edificio al que apuntaba el aparato, estaba retratada una chica de ojos amarillos, con una melena enredada, la obra de arte se titulaba: "Una novata con ojos hechizantes".

   —Mañana podremos ir a verla.

A penas terminó de decir esto, ella se le fue encima, abrazándolo y sí, dejando besos regados en su rostro, al menos donde ella alcanzaba. Él la tomó en sus brazos y selló la escena con un tierno beso.



ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ💜🎮💙ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ

¡Holas! Había olvidado la actualización xD

Así como yo, espero que lo hayan disfrutado, me encanta este cap, amo esta versión de Edrick <3. Amo la imprudencia de Cam y también que Idunn esté tomándole cariño al ojos locos.

Confieso que este cap lo iba a dividir en dos partes, pero ya fue xD.

Tengo un serio amorío hacia Nicholas <3

Nos leemos el lunes mis gamers nórdicxs <3

Con amor:

Andy 🤍🎮

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