Capítulo 13
"Hay alianzas que matan, pero hay otras más fuertes que salvan, con el único propósito de cuidar a quienes queremos".
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Las vacaciones de Semana Santa habían terminado, entre juegos y retos, risas, desveladas, fogatas, chapuzones y escaladas a montañas. Y por alguna extraña razón, a pesar de las discusiones que podía mantener Elliot con Edrick, las diferencias estaban reduciendo y el moreno toleraba un poco más al castaño.
El viernes luego del regreso a clases se llevaría acabo la obra en la que habían estado trabajando el resto de estudiantes, Idunn, Young-mi y Elliot tenían terminada la escenografía que debían entregar.
Era jueves por la tarde, el castaño acababa de terminar sus ejercicios diarios y estaba aburrido, tomó una ducha inmediata y salió en su motocicleta. Llegó al lugar al que había planeado, la puerta estaba abierta, frente a la mujer de melena castaña se encontraba otra que traía su cabello azabache recogido en una coleta, unas gafas acompañaban su atuendo un poco formal para una visita normal.
—Buenas tardes —dijo acercándose y regalándoles una sonrisa impecable.
—Edrick, qué bueno verte por aquí —le brindó una mirada rápida a la otra mujer y luego siguió observando al chico—. Ella es Romina —le presentó.
—Un gusto —le extendió la mano y se presentó—. Edrick Meyer, para servirle.
—El gusto es mío, Edrick. Romina Johnson.
—¿Buscas a Idunn? —preguntó Melisa y él asintió—. Pasa, está en su habitación —le indicó.
—Con permiso. Un gusto conocerla —comentó dirigiéndose a la otra mujer, desapareciendo entre la casa.
El chico subió a la habitación, estaba cerrada, llamó a la puerta y nadie contestó, lo hizo por una segunda vez y nada pasó, así que optó por entrar directamente. En un pequeño sillón se encontraba recostada la castaña, estaba dormida. Se acercó con cuidado y sin hacer ruido alguno en cuclillas se posicionó frente a ella, «Se ve tan tierna, pero es tan irritante», dijo internamente. Su rostro estaba cubierto por algunos cabellos rebeldes, con sumo cuidado él se encargó de retirarlos y colocarlos tras su oreja, ella se removió un poco en el lugar, dejando ver su rostro por completo, «Es muy tierna... y linda». La detalló y entonces se reafirmó algo que ya hace tiempo venía pensando, el rostro de la chica era hermoso, pero sus ojos... aquella mirada ámbar le daba un toque inigualable e impresionante, sus ojos amarillos eran el complemento perfecto para ella, podrían haber más personas con ojos de tal tono, pero nada igual a los que la novata con suerte tenía.
—Novata —murmuró—, hey —la llamó.
No quería despertarla, pero si ella no lo hacía tendría que irse y realizar el plan que tenía, por su cuenta. La chica se removió en su puesto y él se dejó caer en el suelo, sacó su móvil y comenzó a jugar uno de los mini juegos que había descargado. Luego de un rato ya se había acostado en el suelo y estaba aburrido de ver su celular, «Esta niña no pretende despertar», revisó su reloj y ya llevaba una hora al lado de la castaña.
—Edrick —le llamó Malcom y este alzó su rostro—, ¿qué haces? —preguntó divertido.
—Espero que despierte —contestó sentándose en una posición similar a la de buda.
—Ven —le llamó y él le hizo caso.
—¿Qué sucede? —cuestionó.
—Vamos a beber algo —le indicó y este comenzó a caminar al primer piso.
—No, gracias —dijo sin moverse del lugar—. Prefiero esperar a que Idunn despierte.
—Ya... bueno, despiértala. Ya lleva un buen rato dormida, así que ya va siendo hora de que despierte.
—¿Estaría bien? —el hombre asintió—. Si se molesta, será tu culpa —avisó y regresó a donde estaba el puf.
Malcom no se movió del lugar se quedó recostado en el marco de la puerta, mientras Edrick se acercó y comenzó a picar con su dedo el brazo de la chica, «Si no estuviera ahí tu padre, te despertaba de otra forma». Idunn se empezó a mover incómoda y soltaba algunos quejidos y articulaba a duras penas unos: "Déjame", "Ya basta".
—¡Déjame! —gritó molesta y su cara de enojo se transformó a una de confusión cuando se encontró con la mirada oscura del chico—. ¿Qué haces aquí?
—Vine por ti —soltó sin más.
—Bueno, yo me voy —avisó el padre de la castaña.
—¿Qué hacía él aquí?
—Nos cuidaba, ya sabes que no te hiciera algo —mintió.
—¿Es en serio?
—No.
—¿Entonces?
—Llevas despierta menos de dos minutos y ya has soltado varias preguntas. ¿No te cansas?
—Quizás por eso dormía —contestó con el mismo tono que él.
—Levántate y no seas floja, vamos a salir.
—Es jueves —se quejó.
—¿Y eso qué?
—Que debo ir a clases.
—Mañana es la obra, no recibirás clases, así que levanta tu trasero de allí, hazte algo en el cabello y te espero en cinco minutos allá abajo. No te esperaré un minuto más —advirtió.
Seguido de esto, se puso en pie y desapareció por la puerta. La chica refunfuñó varias veces antes de levantarse, «¿Cómo sabré cuando acaben los cinco minutos? No me ha dicho qué hora era, imbécil».
Edrick observaba su reloj justo cuando la castaña cruzó la puerta principal, traía el cabello recogido. La mirada ámbar conectó por unos segundos con la gris del chico. Se acercó a él y con las manos delante de ella, balanceándose de atrás hacia delante se colocó enfrente del chico. «¿Por qué eres tan alto, ojos locos?».
—Déjate de hacer preguntas en la mente —le dijo él, inclinándose un poco y cortando la distancia para estampar un beso en los labios de ella.
—No te estaba diciendo nada.
—¿Sabes? Cuando tienes curiosidad en algo, inflas un poco tus mejillas —hizo una pausa y rio divertido—, también mueves tu boca de un lado a otro.
—Eso no es cierto —lo volteo a ver con los ojos entrecerrados.
—Sí, claro y yo soy un perdedor —dijo e hizo una mueca de dolor.
—¿Qué tienes?
—Duele decirme perdedor —bromeó y ella dejó ir un manotazo en el brazo del chico y este la abrazó dejándole los brazos por debajo sin oportunidad de moverse.
—Cuánto ego hay en ti —comentó ella entre quejidos por la fuerza que ejercía para liberarse de su agarre.
—Contágiate un poco de él —le dijo dejando un beso en su cabeza y la soltó—. Vamos, se nos hará tarde —se subió en la motocicleta y ella lo siguió.
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—¿Cómo es que sabes de todos estos lugares? —le cuestionó ella cuando se bajaba del vehículo.
—No sé —se encogió de hombros y se quitó el casco.
—¿Entonces? ¿Sabes? Deberías tomarle el consejo a Max de hacer un diario.
—No —se bajó, le tomó de la mano y comenzó a caminar.
—¿Por qué?
—Porque hago algo mejor que eso —confesó.
—¿Qué?
—Sólo porque estoy de buenas contesto todas tus preguntas —ella sonrió e hizo que él frenara, se paró de puntillas y como pudo, posó sus labios en la mejilla de su novio—. Tomo fotografías, lo pinto o lo dibujo —siguieron caminando.
—Todo lo que me mostraste aquella noche, ¿son lugares de ese tipo?
—Algunos, en su mayoría.
—Por eso habían tantos paisajes —comentó y él afirmó—, pero ¿pintas personas?
—Algunas veces, cuesta encontrar a alguien que esté dispuesto a posar por tanto tiempo, por eso a veces tomo una fotografía y luego lo pinto.
—También haces esculturas, ¿no?
—Sí —contestó, ella se frenó al ver que a pocos metros corría un riachuelo.
—¿Qué pasa? —inquirió y no le soltó la mano.
—Qué bonito —murmuró.
—Bien, camina —ordenó y jaló su mano.
—¿Por qué eres tan cortante?
—¿Qué quieres que diga?
—Que seas un poco más —pensó—, no lo sé.
—Ya.
Ella ya no volvió a decir nada y caminaron en silencio, poco antes de llegar hasta donde corría el agua, él le soltó la mano, la chica se extrañó y se detuvo, el tomó distancia y se cruzó al otro lado del pequeño río.
—¡Te reto a saltar, novata! —ella frunció su entrecejo.
—De acuerdo —alzó su ceja y él se mordía el labio aguantando una carcajada.
Idunn saltó y estuvo a punto de caer pero él la tomó por los brazos y la atrajo a su cuerpo, ocasionando que ambos cayeran, él sobre su espalda y ella en él, las risas no pudieron faltar. El rodó sobre sí mismo para quedar por encima de ella y ese momento sus ojos se conectaron con el tono ámbar. Sus mejillas estaban coloradas, en su rostro se dibujaba un gesto de timidez y él sólo se dedicó a regalarle una amplia sonrisa.
—Quítate de encima —dijo con un tono tímido y divertido.
—¿Por qué? De esta forma puedo ver mejor tus ojos —soltó una risita—, ¿te molesta?
—No, pero... es raro.
—Contigo las cosas siempre son raras —contestó y ella frunció sus cejas.
—¿Por qué?
—Porque nada es normal a tu lado —dio un pequeño beso en su nariz y se dejó caer en el césped al lado de ella.
—¿A qué te refieres?
—Oye, el instante de "estoy de buen humor y por eso respondo tus preguntas", ya se acabó.
—¿Ya no puedo preguntar?
—Sigues haciéndolo, novata.
—Bueno, pero quiero saberlo.
—Lastima.
—Dices que las cosas conmigo son raras, pero contigo lo son más —el rio y mordió su labio inferior.
—Lo sé.
—Te crees que lo sabes todo —comentó.
—Tal vez.
—¡Aghh! —exclamó—. Detesto cuando entras en esa actitud.
—Detesto que hagas preguntas —contrapuso él—, pero no te lo digo a cada rato. Además, tú tienes la culpa.
—¿Yo? —él se levantó un poco para poder verla y asintió.
—Claro, quiero ser... —dijo pensativo—. ¿Quieres levantarte? —se puso en pie y le extendió la mano.
—¿Quiero ser qué?
—Vamos, levántate —pidió.
—¿No me dirás? —se sentó.
—No, vamos.
—No me voy de aquí —respondió ella cruzando de brazos—, a menos que me digas lo que ibas a decir.
—Bueno, entonces te quedas —comenzó a caminar y la dejó atrás.
—Edrick —le llamó.
—¿Qué quieres? —cuestionó sin dejar de caminar.
—¡Me voy a quedar aquí!
—Hazlo —respondió sin voltear.
Al ver que seguía avanzando sin voltear a ver, la chica se molestó. No pretendía ir tras él, quería saber lo que iba a decir y no le daría el gusto de rogarle. Entre tanta cavilación, perdió de vista a Edrick y se encontraba en completa soledad, sólo se escuchaba el sonido del riachuelo, abrazó sus piernas y se quedó observando el pasar del agua.
El castaño siguió su camino, no pretendía regresar por ella, tenía planeado algo y por un capricho de la chica no se detendría. Llegó hasta su destino y se dedicó a realizar lo que había ideado. Ella seguía sin moverse del lugar, hasta que comenzó a caer el sol y aunque no le temía a la oscuridad, desconocía el sitio y prefirió dirigirse a la dirección que había tomado Edrick.
—¡Edrick! ¡Edrick! —gritaba.
Pero nadie le contestaba y decidioó detenerse sin dejar de llamar a su novio. A lo lejos, él escuchaba la voz femenina que gritaba su nombre, dejó de hacer en lo que se ocupaba y caminó en la dirección donde provenía aquel sonido.
Minutos más tarde se encontró con la imagen de Idunn sentada en una roca, estaba cansada pero su mirada reflejaba admiración hacia lo que estaba observando. El atardecer. La mezcla de tres colores en el cielo era hermosa, la luna y las estrellas eran un complemento perfecto para aquella imagen, de manera que aprovechó para captar la imagen y atesorarla en su memoria.
—Novata, ¿qué haces? —le cuestionó.
—Estoy cansada de caminar —se quejó—, me has dejado sola.
—Tú te has quedado, yo te he dicho que vinieras conmigo, no quisiste —aclaró.
—Igual, ¿ya nos iremos?
—No, ven conmigo.
—Me duelen los pies —volvió a quejarse.
—Idunn —la llamó—, ven acá. Luego te quejas que te he dejado y eres tú quien se queda.
—Ya, ya —se levantó y caminó en dirección al chico—. ¿De dónde has sacado la cámara? —preguntó dándose cuenta que en su cuello colgaba el aparato.
—Por allí.
—Ah, gracias por el dato —soltó molesta.
—Ven —dijo acercándose a una roca—, súbete —le dijo y para que ella subiera a su espalda.
—No —contestó apenada.
—Bien, entonces no te quejes que estás cansada.
—Voy —le respondió considerando.
Fue poco lo que él la llevó, hasta que se detuvo.
—Baja —le ordenó y la soltó.
—¿Esto hacías? ¿En qué momento trajiste esto?
—Nunca te das cuenta que traigo mochila, ¿cierto? —negó—. Eres tan boba.
—Sí, como sea.
—Siéntate o... ¿quieres tomar fotografías?
—Me enseñas, ¿sí? —hizo un puchero.
—No hagas caras feas —respondió él con un toque de gracia—. Ven, te muestro.
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La luna ya se había adueñado del cielo azul, al regresar a la motocicleta Edrick le mostró un pequeño puentecillo que les facilitaba pasar por encima del riachuelo, ella le reclamó por aquello, para él fue gracioso verla molesta, al final, era eso lo que le agradaba, molestarla y hacer que se enojara.
Antes de llegar a la casa de la chica pasaron por unas hamburguesas, pretendían cenar con los padres de ella y luego, él se iría a su casa. Y así lo hicieron, con la diferencia que, después de cenar Idunn lo invitó a jugar, sabiendo que no podría ganarle, pero quería ver la forma de jugar de su novio.
—¿Crees que yo te pueda ganar?
—Podría ser —se encogió de hombros sin quitar la mirada de la pantalla.
—Odio cuando contestas eso —le reclamó.
—Odio que me hablen cuando estoy jugando.
—¿Y entonces cómo juegas por llamada?
—Que hablen de cosas ajenas al juego —le lanzó una rápida mirada.
—¿Y si te hago perder? —cuestionó ella divertida.
—No te atrevas.
—¿Es un reto, Meyer?
—Es una advertencia, novata —le respondió sin voltearla a ver, pero su voz se escuchaba profunda y su semblante era serio.
—Upss... —dijo ella, dejando ir un almohadazo en la espalda de él.
—Idunn —espetó con molestia.
—¡Ay! —exclamó con fingida preocupación, luego de dejar ir otro—. No ha sido mi intención.
—Para —pidió él, pero sonó más a una orden, su voz era baja pero demandante y ella admitía que se escuchaba ¿sensual? «Deja de pensar tonterías», se reprendió.
—¿Y si no qué? —lo retó.
—Esto —le respondió dejando ir un almohadazo contra ella, había terminado de ganar—. Cuando yo te diga que no hagas algo, no lo debes hacer —informó colocándose a horcajadas sobre ella.
—¿Y si no qué? —repitió—. No siempre tendrás una almohada.
—No, pero puedo hacer esto —terminó con la distancia que les separaba y la besó, a diferencia de los otros que se habían dado, este no era tierno. Este demandaba poder, molestia y a la vez, ¿pasión?
Luego de morderle el labio se alejó de ella y se levantó del suelo, la castaña seguía con notoria sorpresa en su rostro y él mantenía una sonrisa de orgullo.
—A menos que quieras más de esos, sigue sin hacerme caso —rio—, pueden ser peor.
Ella no respondió, el se reía por la imagen que le estaba brindando. Idunn no era una experta en el amor, todas sus primeras experiencias las estaba viviendo con Edrick y... era raro, lo era porque todo era un estúpido reto, pero a la vez la estaba haciendo sentir bien, lo admitía, pero lo hacía sólo para ella misma, pues confesarle aquello a su madre sería lanzarse al vacío donde la esperaban muchos días de insistencia sobre el amor y sus efectos.
Él le extendió la mano y pidió que la tomara, que era tarde para irse y sólo por esas palabras ella hizo caso. Iban bajando las gradas mientras conversaban de la obra que se realizaría el viernes, ella no tendría ninguna participación, sin embargo, al finalizar el acto, serían presentados todos los miembros que habían formado parte del gran trabajo que requirió aquello. Así que lo invitó y aceptó.
—Mira —le dijo viéndose tan inexpresivo, pero sus ojos brillaban, se veían de un azul oscuro.
—¿Qué? —Preguntó ella.
—Esto —le dio su móvil para que ella se diera cuenta—. Habrá un torneo internacional —una sonrisa se instaló en le rostro de la chica—, ¿te inscribirás?
—¿Para que tú me patees el trasero y elevar más tu ego? —cuestionó y el rio—. Mejor patéales el culo a otros y que ellos se encarguen de subir tu ego.
—¿Acaso te asusta, novata? —sonrió con superioridad y alzando su ceja.
—No, ¿miedo por Edrick Meyer? —puso los ojos en blanco y con un tono divertido agregó—. No me asustas, ojos locos.
—Bien, entonces te reto —el chico trató de ocultar sus ganas de reírse y enarcó ambas cejas.
—Explícate mejor —ella alzó su rostro para poder observarlo mejor.
—Te reto a inscribirte al torneo internacional —los ojos de ambos brillaban, era un choque de azul y amarillo—. No te reto a ganar porque eso me corresponde a mí y siendo en parejas, no dejaré que el idiota de Eleazar vaya tras el triunfo, mi misión en la vida es vencerlo y la de él, hundirse en su propia miseria por la envidia que le provoca perder ante mí.
—En serio tienes un ego de mierda —le interrumpió.
—Y tú una boca muy sucia para ser una señorita —contraatacó—, ¿aceptas?
—Eso ni se pregunta, Meyer —estrecharon sus manos y la batalla de miradas desafiantes terminó en un beso, uno que fue interrumpido por una fingida aclaración de garganta por parte de Melisa.
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Aquella misma noche Edrick llenó todos los requisitos que se necesitaban para poder ingresar al Torneo Internacional New Gamers, quedando pendiente de realizar el pago que cancelaría al día siguiente. Era en parejas, él tenía la suya y antes de haber cubierto todos los pasos, realizó la llamada que debía hacer.
Por su parte, Idunn había hablado con Eleazar para poder inscribirse, lo primero que aquel cuestionó fue si el castaño ingresaría, ella se hizo la desentendida en ese asunto y de igual forma, aceptó, acordando que luego de la obra de teatro él la iría a buscar para poder juntar el dinero e ir a depositarlo.
El castaño se pasó gran parte de la noche durmiendo, primero porque debía levantarse temprano antes de irse a realizar el depósito, luego porque se había comprometido a asistir a la obra para que Idunn tuviera la satisfacción de ver la cara de molestia de Irina.
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A la mañana siguiente, Elliot pasó a traer a Idunn, Young-mi y Nina. Los cuatro jóvenes llegaron a la escuela con toda la actitud para poder organizar los detalles de la escenografía que habían creado. Las horas comenzaron a pasarse y la obra dio inicio, justo en el momento en que los dos chicos castaños ingresaban al gran salón donde se llevaría acabo. Young-mi no pudo ocultar su sonrisa al ver al joven de mirada marrón, Idunn sonrió levemente al ver llegar a Edrick, traía una playera blanca de fondo y por encima una de tipo lona, con bermudas de un tono beige y una gorra para atrás.
La castaña creyó que él preferiría quedarse en la parte trasera del auditorio, pero no. Caminando con superioridad y mostrando una sonrisa impecable y se encaminó hasta las primeras filas, donde aún había asientos vacíos, Max sonreía y negaba ante aquello, «Cuánta diferencia hay entre ambos», y es que era cierto, mientras uno mostraba una sonrisa que te encantaba por la ternura que emanaba, el otro sonreía por lo grandioso que se sentía sobre los demás, y claro que lo era.
La obra transcurrió sin problema alguno, Idunn, Elliot y Young-mi habían tenido que trabajar rápido, corrían de aquí para allá, trayendo y llevando esto y aquello. Pero se divertían. Al finalizar la obra, el profesor encargado se dispuso a presentar a cada uno de los personajes y las personas que habían trabajado en todos los elementos que se utilizaron. La castaña y sus amigos se llevaron varias felicitaciones por el asombroso trabajo que habían realizado.
Al bajar del escenario, mientras los padres tomaban fotografías de sus hijos, ambas chicas se dirigieron hacia donde estaban los dos jóvenes que habían observado toda la obra. Edrick seguía sin levantarse de su asiento, observaba hacia algún punto sin prestarle atención a los demás. Mientras que varias chicas pasaban por su lado viéndolo descaradamente, eso hizo que la castaña entrecerrara sus ojos, de manera que al llegar a donde él estaba se acercó para besar los labios del chico, las jovencitas que no le habían quitado los ojos de encima al castaño, le regalaron una mirada de desagrado y ella sólo enarcó su ceja sonriendo con satisfacción. Algo estaba aprendiendo de Edrick, sonreír con descaro y salirse con la suya.
—No sabía que te gustaba el teatro —comentó ella y él le dedicó una mirada traviesa.
—Porque eres boba.
—Creí que te aburrirías —dijo ignorando su comentario.
—Hubiera sido así, si tú fueras la actriz —dijo bromeando y ella entrecerró sus ojos.
—Qué gracioso eres.
—Lo sé, y tú muy boba.
—Vi que te sabías los diálogos.
—Que sea un jodido adicto a los videojuegos no significa que no haga otras cosas, sé cómo y cuándo dejarlos.
—Eso veo —la pelinegra y Max se habían alejado un poco para conversar ellos solos—. ¿Crees que traen algo? —preguntó viéndolos y luego girándose para su novio que ahora ya se encontraba de pie y tuvo que dirigir su vista hacia arriba, él sólo se encogió de hombros—. ¿Cómo? ¿no sabes? ¡vamos! —chilló—. Es tu mejor amigo, debes saberlo.
—Lo es y sé que es lo que pasa sin que él me lo diga —contestó sin prestarle demasiada importancia.
—¿Me dirás?
—Si tu amiga no te ha dicho nada, es porque no pasa nada.
—¿Estás diciendo que soy una mala amiga por no saberlo?
—No —él le dedicó una mirada y negó—. Tú lo has dicho, porque eso has de pensar, pero yo sólo digo que —pensó—, si ella no te ha comentado nada es porque aún no pasa nada —ella frunció su entrecejo—. A demás, tú también le has de ocultar cosas a ella, ¿no? —inquirió y ella negó—. Bien, como sea.
—Tengo que ir a guardar la utilería, ¿me esperarías? —preguntó y él asintió.
Caminaron hacia donde estaba la otra pareja de chicos y las dos se fueron hacia la parte trasera del auditorio donde guardaban la escenografía. Max y Edrick se acercaron a las puertas de salida mientras esperaban por las chicas, en medio de la conversación que mantenía con su amigo, el chico de rizos vio como la mirada del otro cambio y la sonrisa se transformó en una línea recta y una de sus cejas alzó, para luego dejar salir una sonrisa de medio lado, «Algo trama, ¿ahora qué?», no quería voltear porque sabía que atrás de él estaba el motivo de la próxima jugada que haría el castaño.
—¿Desde cuándo tan entregado al amor, Meyer? —soltó la voz grave que ya conocían.
—Quizás desde que inicio tu envidia hacia mí —respondió sin quitar la sonrisa de su rostro.
—Qué gracioso —este aplaudió.
—Me lo han dicho antes —le siguió el juego—. ¿Desde cuándo te importa tanto mi vida, Eleazar?
—¿Desde cuándo dejaste a Max por la chica? —dijo tratando de herir el orgullo y hombría del castaño.
—No sabía que estabas celoso —respondió.
—No soy como tú, Meyer.
—Definitivamente, no lo eres. Yo soy lo mejor que hay en el jodido mundo, tú eres eso que siempre está un paso atrás de mí.
—Edrick, ya déjalo —les interrumpió Max.
—¿Por qué? Él ha venido aquí creyendo que con sus mentiras y ofensas podrá dañar lo que soy, sólo porque no acepta que no puede ganarme, ¿y debo ser yo quien lo deje? No, Max. Siempre he dicho que si juegas con fuego debes saber que te puedes quemar.
—Bien, Eleazar ya vete, ¿no te es suficiente que tanto pierdas contra Edrick? Como para venir acá y hacerte el importante.
—Vine porque la valkiria me lo pidió —el entrecejo de Edrick se frunció levemente y volvió a su mirada impasible de siempre.
—Bueno.
—¡CARIÑO! —gritó una voz chillona, Eleazar sonrió con sorna, Max sólo subió su mirada y negó, el otro se quedó inmóvil—. Edrick, cariño, ¿cómo estás? —trató de darle un beso y este ágilmente la esquivó—. Ay, qué humor el que te traes. ¿Ya te presenté a mi prima? —dijo haciéndole señalas a la pelinegra que venía tras de ella.
—Hola, chocolatito —habló.
—Al carajo —bufó, se dio la vuelta y los dejó atrás, saliendo del lugar seguido de Max.
Estando afuera su amigo no pudo evitar soltar una risita.
—¿Chocolatito? ¿desde cuándo?
—Desde nunca, es la chica que le quiere hacer la vida imposible a Idunn, la misma que terminó con la nariz rota por un golpe que le dio.
—Tiene carácter tu novia —admitió el rizado.
—Como sea.
Minutos más tarde Idunn caminaba en dirección a donde estaban ellos, traía una cara de pocos amigos, detrás de ella venían Young-mi, Elliot y Nina. Edrick se volteó luego que Max le indicara que ella se aproximaba, frunció su entrecejo al ver que ella venía molesta. «Aquí vamos...»
—Si vas a dar obsequios, creo que deberías ser más discreto —dijo extendiéndole la mano empuñada.
—¿Disculpa? —inquirió.
—¡La estúpida esa le ha dicho que el collar que traes es por Ivania, no por Idunn, y que le has dado uno similar a ella! —soltó la pelinegra y él enarcó su ceja, negando.
—¿Me estás reclamando por una estupidez? —se cruzó de brazos, sin tomar lo que la castaña le estaba dando—. Ve y pídele que te llene la cabeza de tonterías —se dio la vuelta y caminó en dirección al estacionamiento.
—¡Edrick! —le gritó Max— ¿A dónde vas?
—¡A cualquier sitio que se me dé la gana! —se paró y sin voltearse soltó con voz dura—. Ya perdí demasiado tiempo.
La mirada de Idunn cambió, estaba sorprendida ante las palabras del castaño, volteó a ver a su amiga quien sólo negaba. Edrick se alejó de ellos perdiéndose de vista, Max no se había movido del sitio, pero veía con semblante serio hacia el auditorio. Elliot se acercó tomando la mano de su novia.
—Fue una estupidez lo que acabas de hacer —comentó.
—¿De qué hablas? —cuestionó la pelinegra y Max sólo escuchaba.
—Todo lo que te ha dicho Irina y su prima es una gran mentira —dijo sin más.
—¿A qué te refieres? —inquirió Max.
—Eso, todo es mentira. Pero vayan y crean en lo que dice la persona que siempre ha intentado hacer su vida cuadritos —comenzó a caminar en la misma dirección que se había ido Edrick.
—¿De qué habla? —preguntó confundida Young-mi.
—No sé, pero me tengo que ir —avisó el chico—. Las veo en otro momento.
Se marchó en dirección contraria a la que habían tomado el resto, iba hacia el auditorio en busca de respuestas. Las chicas se quedaron paradas en el mismo sitio, la asiática sólo observaba de un lado a otro con la esperanza de que alguno de los que se había ido regresara y todo se arreglara, pero no pasó. Idunn permanecía cansada, la confusión era clara en su rostro, su amiga trató de no ser inoportuna y prefirió callar ante todo lo que habían visto.
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Edrick podría ser toda la mierda que la gente quisiera decir o pensar, menos un chico infiel. Si algo decía él era: "Quien me tenga, podrá presumir al gran novio que tiene y más allá de eso, tendrá fidelidad plena". Ante la acusación absurda de la que había sido señalado, tomó su auto y salió del estacionamiento sin rumbo, hizo una pequeña parada en una gasolinera de las afueras de la ciudad y siguió un camino que iría trazando con el avance del vehículo.
Ya había pasado una semana desde que Edrick no se contactaba con nadie, a excepción de Dick, quien sabía dónde se encontraba. Max era el único que podría conseguir información que Dick le proporcionara, sin embargo, el hombre de mirada gris se negaba a hablar de su hijo. No era maldad, sólo... su hijo le había pedido que se hiciera el desentendido del tema.
Durante esa semana Max había visitado en dos ocasiones a Young-mi, incluso habían tenido lo que se llamaría su primera cita, luego de ese día la pelinegra no pudo evitar ocultar la emoción que aquello le causaba. Le gustaba. No paró de hablar de lo bien que la pasaba con él, así como de las actividades que habían realizado, Idunn sólo alzaba las cejas y sonreía en ocasiones, Elliot reía ante la imagen de su amiga, señalando que se estaba enamorando, Nina era feliz ante el resultado luego de tener a un patán como Tomás, merecía a alguien que la quisiera bonito. La castaña tenía el mismo pensamiento, pero no se sentía con el entusiasmo por las nubes, se sentía un poco culpable por lo que había pasado, no pidió explicaciones, no lo dejó hablar, sólo lo señaló y por eso se había ido. En RallyForce notaba que se conectaba, sin embargo, no le contestaba los mensajes que le había dejado en la bandeja, ni los que ella había mandado por su celular.
Max le explicó que Edrick podría ser alguien muy jodido, pero no podría estar jugando de aquella forma, no dio mayores detalles, pero le aseguró que aquello no pasaba, «Pero son amigos, obviamente se van a defender», le decía su subconsciente.
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Una semana más había pasado, y Edrick seguía sin aparecer, Young-mi le había propuesto a Max colocar una denuncia por desaparición, pero el chico se negó y soltó una carcajada al escuchar la descabellada idea de la chica.
Se encontraban en un restaurante que se ubicaba a las orillas del parque de la ciudad.
—¿Por qué es mala idea? —cuestionó.
—No es mala, seguramente sería lo correcto, sin embargo —hizo una pausa—, se trata de Edrick, aparecerá en algún momento.
—¿Cómo estás tan seguro? —intervino Idunn, quien había aceptado la invitación del chico y su amiga, a su lado se encontraba Nina.
—Porque conozco a Edrick —aseguró y dio un sorbo a su bebida, sin despegar la mirada de la castaña.
—Supongo que son muy buenos amigos —señaló la rubia.
—Los mejores —aclaró él.
—Genial —le regaló una sonrisa—, ¿saben por qué no vino Elliot?
—Quizás se ha atrasado —comentó Young-mi.
—Quizás —murmuró Idunn.
—Se ha puesto histérico cuando le propuse que saliéramos —siguió contando.
—Como sea —dijo Max—, tal vez deba desaparecer yo también —bromeó y todas rieron—, han de creer que soy un casanova estando aquí entre tanta mujer. Tendré que colocar un rótulo que diga: "ELLAS ME SECUESTRARON".
—Claro y te tenemos libre y comiendo muy bien —agregó Idunn, mientras el resto reían.
—Son unas buenas secuestradoras —le señaló con una papa frita en la mano—, las recomendaré.
Los tiempos con Max eran divertidos, nunca faltaban las risas con él. Aquella personalidad que poseía, le era atractiva a la pelinegra, Idunn se había dado cuenta que el chico compartía varios gestos y actitudes que Edrick tenía, «Sin lugar a dudas por su estrecha relación». Y es que debía admitir que le sorprendía la seguridad con la que el rizado podía contestar cosas relacionadas al castaño.
Las tres chicas comenzaron a ordenar, Max estaba ordenando su segunda porción de papas fritas, se estaban aburriendo de esperar al moreno. Cuando estaban terminando de servirles sus pedidos Nina habló.
—La verdad se me hace extraño que Elliot no venga.
—Otro desaparecido —comentó Max.
—¿No se han peleado? —cuestionó ahora la pelinegra y ella negó.
—Tal vez ocurrió algo, llámale —propuso Idunn.
—Lo haré —dijo poniéndose en pie—, espérenme un momento.
Unos segundos después estaba tomando asiento al lado de los demás, pues su novio no le había atendido las llamadas.
—Bueno —habló el chico—, hay Max para todas.
—Qué dices —dijo Idunn.
—Max es un buen partido, ¿por qué no? —interrumpió una voz ronca.
Todos voltearon a ver —Max ocultaba su risa comiendo otra papa—, al lado del castaño estaba Elliot con una ligera sonrisa.
—¿O me equivoco? —dirigió una mirada a Young-mi, quien no pudo evitar sonrojarse, pero negó.
—Tienes toda la razón —agregó la aludida.
—¿Qué hacen juntos? —cuestionó Nina.
—Cosas de chicos —contestó Edrick.
—Te lo está quitando —comentó la pelinegra, dirigiéndose a Max y este negó.
—El lazo que hay entre él y yo no lo rompe nada —aseguró.
Idunn seguía sin hablar, no dejaba de ver al chico que lucía una playera blanca con la que resaltaban sus ojos azules. Unieron una mesa a la que ya tenían y los dos que acababan de llegar se acomodaron junto a sus respectivas parejas.
—Ven, yo se los he dicho —habló Max, rompiendo el silencio—, Edrick siempre aparece y más guapo que siempre.
El resto rieron ante el comentario y Edrick sólo asentía, Idunn lo veía como si fuera un espejismo o cosa por el estilo.
—Yo sé que te encantó, pero me canso de ser observado con tanto deseo —le susurró a la castaña.
—Edrick, ¿mañana tendrás clases? —preguntó su amigo.
—Sí.
—¿Tenían planes? —inquirió la castaña y ambos asintieron.
—¿Cómo? —habló Idunn—, ¿qué no se supone que no sabías nada de él?
—Y así es —respondió el ojiazul—, pero yo siempre tengo planes.
—¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo? —le cuestionó ahora ella a él.
—Cosas de ganadores —dijo y comenzó a comer papas de las que Max tenía.
—Típico de Edrick —comentó su amigo.
Aquella tarde Idunn anhelaba tener un momento a solas con su novio, pero no pudo, tenia tantas preguntas atoradas en la garganta, preguntas que sabía, serían contestadas al menos un 2%, sin embargo, a quien sí podía llenar de preguntas era a Elliot.
●●●
Edrick se encargó de dejar a ambas chicas en su casa y, para evitar el interrogatorio de su novia, ese que suponía se estaba aguantando, dejó de último a Max para tener una excusa y no entrar a la casa de Idunn.
La castaña luego de despedir a su amiga se dedicó a jugar, Eleazar la había estado molestando en las últimas dos semanas, incluso estaba soltando un poco de labia. El chico era atractivo, no lo negaba. Sus palabras eran dulces, todo lo contrario a su actitud, podría decir que su labia era algo encantador, algo que se esmeraba por resaltar en una conversación, a diferencia de Edrick, quien era cariñoso, pero eran pocos los minutos en los que le duraba esa faceta suya.
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BossOfWorld: Hola hermosa diosa nórdica. Boss
ValkiriaEira: ¿Qué quieres?
BossOfWorld: ¿Qué te parece si jugamos un rato?
ValkiriaEira: ¿Qué no se supone que a eso venimos a RallyForce?
Estaba molesta, le fastidiaba no poder hablar con Edrick, quien seguía sin responder sus mensajes, ella no pretendía volver a escribirle.
BossOfWorld: Lo sé, pero no era eso lo que quería preguntar.
ValkiriaEira: ¿Entonces?
BossOfWorld: ¿Salimos mañana?
Aquella propuesta era extraña, pero debía admitir que le parecía interesante. Era su pareja de juego, se trataba de una buena opción para mejorar su interacción, para reducir las peleas que mantenían.
BossOfTheWorld: ¿Sigues ahí? ¿Aceptas?
ValkiriaEira: Perfecto.
BossOfWorld: Perfecto, ¿paso por ti? O ¿nos vemos en un punto?
ValkiriaEira: Nos vemos en un punto.
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Terminaron de acordar lo que harían y se dispusieron a jugar. Rondaban las tres de la mañana cuando dejaron de jugar, estaba por dormirse cuando un mensaje entró en su móvil.
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•Edrick•: Descansa, novata.
Idunn♡: Tú igual.
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«Vaya, si serás estúpida, Idunn Holden».
—¿Qué hace despierto tan tarde? ¿qué no tiene clases? —se cuestionaba en el silencio de su habitación—. Vaya estupidez, ¿por qué estoy pensando en él? ¡Agh! Duerme, Idunn —se ordenó.
A pesar de todo lo que su mente le trataba de ordenar, no dejaba de reprenderse por lo que había hecho. Varios minutos más tarde Morfeo la tomaba en sus brazos para regalarle un profundo sueño.
●●●
El domingo por la tarde Edrick había informado a la castaña que iría a la escuela por ella durante la semana. Idun había aceptado sin problema alguno, aprovecharía aquel tiempo para poder sacar información sobre el paradero del chico en el tiempo que estuvo fuera.
Eleazar admitía que había pasado un buen día con la chica de nombre nórdico, lamentaba el hecho de que estuviera con Edrick, estaba seguro que si se lo proponía podría hacerla caer en sus encantos, porque a diferencia del otro, él tenía algo que los hacía diferentes, su forma de conquistar a una chica iba más por el lado de un gesto tierno y dulce, no frío y sin sentido, como los que —según él— tenía Edrick.
El lunes se llegó y a diferencia de las dos mañanas anteriores, Idunn no encontró un lindo mensaje por parte de Edrick. No prestó mayor atención y se vistió con prisa, pues Elliot pasaría por ella para ir a la escuela o al menos eso habían acordado, pero no pasó. A último minuto Melisa la llevó y llegó justo a tiempo para la primera clase «Qué raro».
Se había encontrado con sus amigos en las clases, pero el moreno lucía distante y cansado. Al momento de receso trató de hablar con él pero no le fue posible, pues no apareció por ningún lado, lo buscó pero terminó encontrándose con Irina, quien se besaba en uno de los pasillos con un estudiante del grado menor a ellas.
Antes de entrar a clases dejó un mensaje a su amigo, pidiéndole que se vieran por la tarde o luego de clases. Pero no tuvo contestación y entró al siguiente curso. El reloj parecía ir igual de lento que su cerebro una mañana de lunes antes de ducharse, sentía lo mismo que el día en el que dejó de asistir a terapia, que el tiempo jugaba en su contra sabiendo que tenía cosas importantes que resolver.
Finalmente, el reloj marcó la hora en la que todos los estudiantes eran libres, salió lo más rápido que pudo, en el estacionamiento logró visualizar el auto de su amigo, trató de caminar hasta donde este estaba, pero un grupo de gente no le permitía pasar. Su curiosidad fue más grande que lo otro, de manera que se unió al grupo de gente se acumulaba alrededor de una valla publicitaria.
Al darse cuenta retrocedió, se trataba del torneo internacional, había fotomontajes y muchas mentiras sobre lo pésima jugadora que era, «¿Qué mierda? ¿quién pudo ser?». Se alejó del sitio tratando de pasar desapercibida —Como siempre—, buscaba a su amigo y ya no estaba, al otro lado del estacionamiento logró vislumbrar el auto descapotable de las vacaciones. Se acercó a paso ligero y ahí dentro con lentes oscuros, camisa negra y una línea fina formada por su boca, se encontraba Edrick.
—¿Has visto eso? —cuestionó dejando su mochila en el asiento y él asintió—, ¿quién puede decir todo eso?
—Está en todo internet.
—¿Qué? ¡No me jodas!
—Revisa —dijo restándole importancia y comenzando a conducir.
—¿Qué traes? —preguntó notando la actitud distante del joven.
—Ya hablaremos, enfócate en ver qué tanta mierda se ha dicho de ti y quién pudo hacerlo.
—Es que no lo sé.
—Pues piensa, no seas tan boba.
—Oye —chilló.
El camino a la casa de Idunn fue extremadamente corto y silencioso, las páginas relacionadas al torneo y RallyForce estaban repletas de basura sobre ella.
—Me has señalado de haberte engañado —habló él cuando estuvieron frente a su casa.
—No ha sido mi intención —le interrumpió.
—¿No ha sido tu intención? —dijo sarcástico—. ¿Y esto sí? —preguntó sacando unas hojas de la guantera del vehículo.
Eran varias hojas de conversaciones y fotografías del sábado, donde se les veía muy cómodos y cariñosos a ella y Eleazar. Cerraba y abría la boca para poder hablar, pero nada salía, no sabía qué decir.
—¿Eso tampoco fue tu intención? —insistió él.
—Edrick, eso, eso.
—¿No es cierto? ¿dirás eso en tu defensa?
—¡Es que no es verdad! —exclamó—. Yo sólo salí con él, te puedo mostrar la conversación original.
—No es necesario —el chico se quitó los lentes, su mirada era de un gris verdoso y profundo, tanto que podría penetrarte el alma.
—Créeme —pidió ella con sus ojos llenos de lágrimas.
—Ni se te ocurra llorar —espetó.
Idunn estaba a punto de convertirse en un mar de lágrimas.
—Si tus ojos se atreven a derramar una jodida lágrima —continúo—, no te imaginas lo mierda que puedo llegar a ser.
Las palabras de Edrick sonaron crueles, los labios a ella le temblaban, ¿en serio le estaba diciendo aquello? Su mirada era dura, su rostro no emitía ninguna emoción o atisbo de compasión.
—No me hables así —murmuró, ahogando sus sollozos.
—¡Te hablo así porque me jode que te pongas así por una maldita mentira! —exclamó él—. Porque sabes que no eres ni un poco de toda la mierda que han dicho, pero aquí estás creyendo que todo esto puede ser cierto y que yo lo creeré. Se tendría que ser muy idiota para creer esta porquería —habló sacando más hojas donde había cosas del torneo.
» He quitado la mayoría de los poster que pegaron afuera de la escuela —confesó—, y sobre esto —tomó los hojas donde se le veía a ella como una infiel—, Idunn, no seas boba —la volteó a ver—, ¿crees que yo puedo creer una mierda de esto? Por favor, si van a jugar a mentir, que lo hagan bien. No soy idiota —la chica seguía aguantando sus lágrimas—, confío en ti —no estaba mintiendo, hasta cierto punto, él lo hacía, quizás no a plenitud, pero lo hacía—. Lo que me jode es que anden diciendo que mi "rival" me está bajando a mi chica y eso no se lo permito a nadie.
—Yo, lo siento —susurró.
—Eres buena persona, eso te hace ingenua y boba ante la vista de los demás. No te disculpes por eso, no es algo por lo que debas culparte.
—Sólo quería tener una mejor interacción con mi pareja de juego —justificó.
—¿Ya pensaste quién pudo ser? —el rostro de él seguía igual de inexpresivo, ignoró la pregunta de la chica y ella no contestaba—. Idunn, ¿ya pensaste eso? —ella negó—. En serio eres muy boba —repitió y ella sólo frunció el entrecejo, ocasionando que una lágrima se derramara por su mejilla—. Ven.
La tomó de los hombros y aún en el auto, la trajo contra su pecho, ella no lloró sólo leves sollozos se escuchaban, el abrazo era reconfortante. La mano de él se pasaba por la melena castaña, un momento después la alejó y limpió el rastro de lágrimas que se habían escapado
—Te dije que si tus hechizantes ojos derramaban una lágrima, sería muy mierda —recordó lo que había dicho minutos antes—. Y esto no se va quedar así —estampó un beso en su frente y conectó su mirada con la amarilla de ella—. Me parece muy bobo que no sepas quién fue, baja.
Después de saludar a Melisa, excusando que a Idunn le había pegado un mosquito en el ojo y por eso traía sus ojos de tal forma, subieron a la habitación, allí los estaba esperando Elliot con el mismo semblante de la mañana. La chica no entendió, hasta después que su novio le explicó de qué se trataba.
Aquella tarde Edrick se encargó de contarle qué había hecho durante las dos semanas que se había desaparecido, así como el porqué habían aparecido juntos la tarde del restaurante —al menos lo que tenía que saber en ese momento—. De igual forma, le explicaron quién había causado aquel gran lío.
Lo que siempre decían los Meyer era: Si juegas con fuego, debes estar consciente que te puedes quemar. Y bueno, siempre que se trataba de alguno de ellos, se sabía que quien ganaba era el gen Meyer. Edrick podía ser muy tranquilo y a la vez egocéntrico, no le importaba lo que las demás personas dijeran o hicieran, él era su propio mundo, él y sus juegos. Pero ahora había un par de ojos ámbar que no podían derramar una pequeña lágrima por alguna estupidez de la que no tenía porqué pagar ella.
Elliot no soportaba ver a su amiga en mal estado, de manera que a la mañana cuando leyó los mensajes que Edrick había dejado, no pasó por la castaña y se dirigió a la escuela, con una única labor, quitar tanta mierda hubieran puesto en los alrededores de la escuela, así como dentro, en los lugares donde podría perjudicarla a ella. A la hora de salida, ambos se habían encargado de eliminar toda la evidencia de lo que habían puesto en el transcurso de las clases, dejando sólo el que ella había observado, con único fin, que ella lo viera y hacerle creer a las personas, que se saldrían con la suya.
Sin embargo, Edrick se había quedado toda la mañana rondando por las afueras del instituto, dándose cuenta quiénes eran los que habían realizado aquel acto, «Idiotas», pensaba cada vez que lo recordaba. El castaño nunca salía de su casa sin la cámara, de manera que había fotografiado y filmado todo lo que se pudo. Así como buscar la información y corregir los fotomontajes que le habían realizado, por último, se encargó de dar el golpe más duro.
Elliot llevaría a la comisaría las fotografías y el vídeo que habían filmado, acusándolos de difamación y vandalismo en propiedad privada, mientras que el castaño terminaba de mostrar las pruebas que le impedirían a Eleazar volver a jugar en cualquier torneo de alto nivel.
Ivania y Eleazar no podrían librarse al menos de los cargos, quizás lo arreglarían pagando alguna multa o algo, pero su expediente quedaría manchado.
—Es decir que, ¿me quedaré sin pareja de juego?
—No —contestó Edrick mientras bajaban del segundo nivel.
—Yo me retiro —avisó Elliot—, los veo luego —se despidió de ambos y luego de Melisa, quien estaba en la pequeña sala que estaba al lado de la puerta principal.
—No podré jugar en el torneo Internacional —la voz de la chica se escuchaba triste.
—No hagas caras, ni voces feas —pidió Edrick—. Tendrás pareja, me he encargado de eso.
—¿De qué hablas? —el castaño abrió la puerta, dejando ver a tres personas.
—Hola —saludaron con una amplia sonrisa.
—¿Ustedes? —la sorpresa de la chica era notoria— ¿y tú quién eres?
—Yo soy...
ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ💜🎮💙ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ
¡Holanda! Jajaja uy, la verdad la familia de Ivania me cae mal :v
Este es no es que sea de mis capítulos favoritos, pero sí es de los más interesantes que hay 7w7 jajaja.
¿Quién creen que aparecerá? ¿qué es lo que tiene planeado Edrick? ¿Qué estaría haciendo durante el tiempo que se desapareció?
Con amor:
Andy 🤍🎮
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