Capítulo 12
Antes de iniciar este capítulo, quiero decirles... que es un poquito largo, a mí me encanta demasiado este capítulo y espero que lo disfruten <3
"Una luna llena, la compañía correcta, los chistes y bebidas calientes, son el refugio perfecto cuando abandonas tu hogar".
El viernes había llegado, el reloj estaba por marcar las 10:05 de la mañana, Edrick se encontraba por salir en dirección a la casa de la castaña, aquel sería el punto de reunión, esperaba la llegada de Max, para llamar a Cameron y verificar que estuviera bien y así poder partir, Dick había salido desde temprano y acordó llegar a la casa de Idunn. Mientras tanto, en la casa de ella, Elliot terminaba de acomodar las maletas en el auto de Malcom, ya que no llevaría su auto, Young-mi feliz y sonriente caminaba al encuentro de su amiga, quien se encontraba sentada en las graditas de la entrada, Melissa daba vueltas de aquí para allá, asegurándose que todo estuviera bien, «¡Es toda una semana!» pensaba la mujer.
Cameron se encontraba bien y todo estaba mejorando, estaba segura que pronto volvería a las andadas, le pesaba no acompañar a sus amigos, pues ya tenía algunos planes para ayudar en ciertas cosas a la novia de su amigo, estaba segura que Idunn la había visto en algún momento, como una amenaza ante su relación, pero no, ciertamente su amigo era verdaderamente atractivo —más de lo que él mismo decía, pero confesarlo era aumentar su ego—, y también Edrick le había comentado que la castaña le admiraba mucho por ser una de las mejores jugadoras del RallyForce, y después de pensarlo ambos se percataron que la vez en la que se conocieron, no habían hablado nada sobre el juego.
—¡He llegado! —anunció una voz masculina—. Y de paso, he metido mis maletas en el auto, ¿Edrick?
—Acá estoy —habló desde la sala—, llamaré a Cameron y nos vamos.
—Dale —contestó el otro llegando hasta donde el castaño estaba.
Minutos más tarde, se encontraban a dos calles de la casa de Idunn, Edrick había optado por utilizar el auto descapotable, sabía que sería útil en algún momento, por otra parte, Dick estaba usando el otro, así que no tenía muchas opciones —eso decía él—. Cuando llegaron pudieron ver a la castaña y pelinegra sentadas en las gradas de la entrada, estaban conversando, el moreno se encontraba en una charla con Malcom, y Melissa no la veían a simple vista.
—Deja de babear —indicó.
—¿De qué hablas? —cuestionó el otro.
—¿Crees que no me di cuenta? Te conozco muy bien —dijo bajando del auto.
—No sé de qué me hablas —contestó realizando la misma acción.
—No soy tonto, Max —agregó después de rodear el vehículo—. ¿Quieres que lo ponga a prueba? —se acercaron a las chicas y él negó—. Bien.
—Hola —saludaron ellas al unísono.
—Hola —dijo Edrick tomando asiento al lado de su novia—, ¿qué tal? —exclamó en dirección a su suegro, que los estaba viendo y Max saludó con la mano.
—¿Y tu padre? —preguntó la castaña.
—No lo he visto desde temprano, pero —hizo una pausa— allá viene —señaló el punto donde venía el auto.
—¿Este es otro auto tuyo? —inquirió sólo para ellos dos, y señaló el descapotable.
—Se supone, pero es Dick quien lo usa la mayor parte del tiempo.
—¿Por qué tú no lo usas?
—¿Por qué estás haciendo tantas preguntas? —le cuestionó él ahora—. Creí que estabas dejando esa manía tuya.
—Creo que sale natural —señaló.
—Supongo.
—Quedamos en que irían dos autos —comentó Malcom llegando a donde estaban los jóvenes.
—Yo no dejaré que nadie conduzca por mí —habló Dick, acercándose a ellos.
—Papá —Edrick se puso de pie—, no digas más.
—Entiendo lo que habíamos acordado, pero no me gusta que conduzcan por mí —repitió.
—¿De qué hablan? —Melissa intervino saliendo de la casa y cerrando con llave.
—Dick irá en su auto —refunfuñó el padre de la castaña.
—¿Y eso?
—Ya no importa, deberíamos subirnos y emprender el viaje —añadió el ojiazul.
—¿Cómo nos iremos? —Elliot expuso su duda.
—Idunn y Max se irán conmigo, supongo que Young-mi también —expresó.
—¿Cómo? ¿Así es, Idunn? —su padre le preguntó y ella asintió.
—Ayer acordamos que yo me iría con él —dijo recordando lo que habían hablado la noche anterior—, y bueno, Max estábamos seguros que de igual forma se nos uniría, ¿tú, Young-mi?
—Si no es molestia —respondió la pelinegra viendo al chico de mirada café.
—¿Y Elliot?
—No tengo problema que se venga con nosotros —opinó Edrick alejándose hacia donde estaba su auto.
—¿Siempre es tan serio y puntual? —argumentó Malcom.
—¡Si! —dijeron todos los jóvenes.
—Y puede ser peor —avisó el de mirada gris.
—¿En verdad? —le preguntó acercándose a él.
—¡Malcom! ¡ya sube al auto y deja de cuestionarte el comportamiento de nuestro yerno —gritó la señora desde el vehículo y los vecinos que estaban fuera guiaron su vista hacia el castaño que estaba dentro del descapotable—. Lo siento —agregó.
Todos subieron a los carros correspondientes en compañía de las personas que habían indicado, a excepción de Dick, quien prefería viajar solo, podía tener personas para que condujeran por él, pero le gustaba hacerlo por su parte, y además era porque no le agradaba el hecho de que alguien pusiera sus manos en los volantes de sus vehículos, sin embargo, en esta ocasión no quería ir al lado de los padres de Idunn, solían ser muy parlanchines, le agradaban, no había duda de eso, no obstante, Cameron lo había dicho en alguna ocasión, los Meyer compartían algo más allá del físico y sus ojos grises —obviando el fenómeno que se daba con los ojos del menor—, también estaba su carácter y, aunque el mayor alguna vez pudo ser un romántico y enamorador, Edrick nunca lo había sido y esa era la única diferencia que encontraban, de manera que tampoco toleraba la gran cantidad de interrogantes que la familia Holden solía soltar.
●●●
Habían salido justo a las 10:30 am., dos horas más tarde se encontraban en un restaurante que habían encontrado en las orillas de la carretera, no era gran cosa, pero había comida. Faltaban entre cuatro o cinco horas de camino, el resto de acompañantes no sabían hacia dónde se dirigían —a excepción de los tres padres y Edrick—, así que aún faltaba tiempo en el que tenía que tolerar la actitud de Elliot, que sólo se encargaba de soltar comentarios sobre su forma de conducir, del auto, de la carretera y las conversaciones que estaban manteniendo.
—Yo quiero sopa —bromeó Max.
—¿En serio? ¿Con este calor? —cuestionó el moreno.
—Relájate, Elliot —lo reprendió Young-mi—. Qué humor tan asqueroso te traes.
—¿Qué sucede? —intervino Melissa— ¿por qué pelean?
—Nada —le dijo la castaña, tratando de evadir el tema.
—Elliot y sus comentarios de superioridad, según él —la asiática murmuró lo último.
—¿Qué pasa, Elliot?
—Si no quieres irte en mi auto, dale —agregó Edrick levantándose de la mesa.
—¿Y ahora? —la castaña de mayor edad estaba confundida.
—Nada —le respondió ahora el de cabello rizado y se levantó.
—Elliot está haciendo comentarios sobre la forma de conducir de Edrick y su auto y ¡todo lo que hablamos! —soltó la pelinegra.
—Vaya, admiro tu capacidad para guardar las cosas —apuntó Idunn y la aludida sólo encogió los hombros.
—¿Y tú qué tienes? —el cejo de la mujer estaba fruncido.
—Ellos —señaló los lugares por donde se habían ido los chicos y Max fingió toser—, él en especial —dirigió su vista hacia donde Elliot se encontraba— está rompiéndome las bolas ¡y yo no tengo bolas! —exclamó un poco más alto de lo que tenía planeado, y varios comensales voltearon a verla—. ¿Te imaginas cómo puede estar Edrick? —su madre alzó una ceja—. Yo ya lo hubiera dejado botado —señaló— y eso que es mi mejor amigo, créeme, admiro la paciencia que le ha tenido, ojos locos.
—¿Ojos locos? —todos cuestionaron al mismo tiempo.
—Edrick —rectifico.
—Bien, hablaré con él —respondió Melissa y se levantó del puesto que había tomado.
Edrick estaba en la barra ordenando una bebida tropical, que de milagro servían en aquel sitio, «Al menos tienen esto».
—¿Qué piensas? —le interrumpió el sujeto que fijó su mirada gris en la gris verdosa que traía el castaño.
—Si dejo tirado a uno de mis pasajeros, ¿crees que me denuncien? —preguntó ahora viendo su bebida—. Otra para el hombre, por favor —pidió.
—Soy tu padre, Edrick.
—Lo sé, pero quiero que contestes mi pregunta.
—¿Era en serio?
—Me está rompiendo las bolas —confesó.
—Se puede ir conmigo
—No, mejor lo dejamos a medio camino y que vea él donde se queda.
—¿Tan mal te cae?
—La gente no suele caerme tan mal, eso deberías saberlo —volteo y hubo un choque de miradas intensas y profundas—. Pero hay ciertas personas a las que les gusta jugar con fuego y no se aguantan, se queman y recuerda que si hablamos de juegos, yo siempre gano, para eso juego.
—Lo sé —el menor enarcó una ceja esperando la respuesta de su padre pero este no añadió nada más.
—¿Por qué trajiste el auto?
—¿Sabes? Hay momentos en los que me arrepiento de haberte impuesto ese estúpido juego, tus suegros son igual de preguntones que tu novia —dio un sorbo a su bebida y el menor soltó una carcajada que llamó la atención de la castaña.
●●●
Habían terminado de comer y esperarían alrededor de quince minutos para volver a tomar su rumbo; Dick, Malcom, Max y Edrick estaban en la barra bebiendo algunos tragos, que según decían, no tenían tanto alcohol.
—¿Crees que sea buena idea que estén bebiendo? —cuestionó la de ojos rasgados.
—Ni idea, papá sé que soporta, al resto nunca los había visto tomar más de una o dos cervezas.
—¿Crees que nuestras vidas corren riesgo con ellos al volante?
—Tal vez, ¿sabes conducir? —la pelinegra negó.
—¿Y tú? —y ella imitó la misma acción de su amiga.
—¿Por qué tu mamá no le ha dicho nada? —en aquel instante, un pensamiento abordó la mente de Idunn, «Tantas preguntas pueden ser molestas, tiene razón Edrick». No era que le molestara su amiga, sino que no estaba de humor, el calor, más la actitud de mierda de Elliot, eran irritantes.
—Ella sabe conducir y si papá hace alguna estupidez, de seguro le reprenderá.
Ambas rieron y dirigieron su mirada a donde estaba la madre de Idunn, quien se dirigía a donde estaba Elliot. El lugar no era tan grande, por lo que tenían que hablar con recato si no querían que el resto se enterara de lo que estaban diciendo.
—Elliot —le llamó Melissa y este se puso nervioso mientras escondía algo detrás de él—, muéstrame —pidió.
—¿Qué cosa? —preguntó nervioso.
—Si no fueras como un hijo para mí, no sabría que me estás ocultando algo, dámelo —le extendió la mano—, además, siento el olor.
—De acuerdo —hizo una mueca y sacó un cigarrillo que había apagado.
—¿Desde cuándo?
—Hace un tiempo —la mujer enarcó una ceja—, cuando me distancié de Idunn a principios de año, me dio un bajón emocional bastante fuerte y terminé acercándome a esto, de alguna manera me salvaba en cierto punto el haber iniciado la relación con Nina, pero no sé.
—¿Por qué?
—A veces, necesitamos un refugio en algo, ¿no? —se sinceró—. Idunn huye de la realidad con los videojuegos, su novio igual, Young-mi baila para despejarse de la mierda de sus padres, tú vas a terapia y Malcom, cocina para dejar de lado lo que... —lo interrumpió.
—Elliot, por favor.
—¿Qué? Sólo hago lo que todos, tomar una salida.
—Fíjate en lo que has dicho de todos nosotros, ninguno hacemos algo que dañe nuestra salud.
—¿Ah, no? ¿Entonces por qué decían que los juegos de Idunn eran un vicio? —le recordó.
—No me hables así —le reprendió—, es muy distinto.
—¿En qué? Todos nos estamos haciendo mierda a nuestra manera —dijo con desdén.
—¡Que no me hables así! —se exaltó y esto llamó la atención de los demás, Malcom al darse cuenta se fue acercando—. Si tu problema es que mi hija tenga novio y otros amigos, eso no te da derecho de hablarme así a mí, que te he acogido en mi hogar viéndote como un hijo más y tampoco de hablarle de la forma en la que lo haces a Edrick, Max y Young-mi —soltó con molestia y la mención de los primeros nombres alertaron a Dick, quien se movió de su puesto.
El de gafas le indicó al castaño que esperara y Melissa los volteo a ver, los ojos grises de Dick buscaron contacto con los del menor, su semblante era tan impasible que lo único que pudo hacer fue murmurar algo al padre de Idunn.
—Ya nos vamos. Elliot, te vas con nosotros —les ordenó Malcom.
—Si tan hombrecito es, ¿por qué lo defiendes tú? —atacó nuevamente el moreno.
—Porque es más respetuoso que tú —exclamó Dick sin moverse—, él no le gritaría a una dama.
—Pero bien que la deja plantada —contraatacó.
Edrick estaba tratando de mantenerse en su puesto, con el mismo porte que hasta ahora había mantenido. Ante lo que estaban discutiendo, pedirle a Dick que se detuviera no tenía sentido, ya lo había dicho antes, hay personas a las que les gusta jugar con fuego y terminan quemándose, en este caso, su padre era el fuego. Mientras que, contestarle a Elliot lo consideraba una pérdida de tiempo.
—¿Es cierto eso? —el de gafas se giró para ver al castaño—. ¿Edrick?
—No —y siguió bebiendo el último trago que había en su vaso.
—¿Por qué lo dice entonces?
—¿Saben? —la voz ronca del chico llenó el lugar—. A veces la gente habla tanto, que no sabe ni qué dice, cuando no han presenciado tales hechos —se dirigió hacia donde estaban la mayoría, su metro ochenta y tantos lle daba un toque de superioridad ante los demás—, les encanta inventar cuanta cosa se les ocurre, con un único fin, joder a determinada persona —la mirada que se tornaba oscura, se fijó brevemente en la castaña y luego en el moreno—. Y aunque a mí, muchas veces me rompen las bolas, me vale una... porquería lo que quieran decir, así que sigue discutiendo con quien se te dé la gana —se giró y comenzó a caminar hacia la salida.
—¿Ha dejado plantada a Idunn? —volvió a decir Malcom.
—¡Que no! —gritó Melissa, caminando en dirección a donde estaba su bolso.
—Edrick podrá ser fastidioso, pero nunca me ha dejado plantada —confirmó la castaña.
—¿Y el día en el restaurante? —recordó Elliot.
—¡Ay! —exclamó el de ojos grises— ¡ya déjate de juegos! Edrick será detestable como yo, pero sé al hombre que críe y puedo asegurar que es más caballero que cualquiera en esta jodida habitación.
Con estas palabras Dick salió del lugar, observó hacia el auto que traía su hijo y vio que estaba recostado sobre este, con una pierna encima de un neumático. Cualquier otro pensaría que aquella imagen era imperfecta, porque faltaba el cigarrillo y la chaqueta negra, para que se viera como un auténtico chico malo «Sí lo es, en algunos casos, pero no fuma», se recordó. Y es que Edrick podría ser un maldito egocéntrico —como muchos lo señalaban—, pero no era un vicioso a algún alucinógeno, su único problema era amar tanto los videojuegos y el hambre de la victoria, «Quizás en eso cometí un error». Se acercó hasta donde estaba el menor y le dijo:
—Creí que dirías algo más.
—Me importa una mierda que él quiera acaparar la atención de todos —su vista estaba fija en algún punto del paisaje—, ha tomado hasta la tuya —agregó.
—Tú y Max fueron mencionados, no pude evitar prestar atención.
—¿Sabes? —dijo ignorando la respuesta de su padre—. Nunca creí decir esto, pero al final de cuentas, sí que ha servido el ser como soy.
—¿A qué te refieres?
—Todos dicen que las palabras dañan más que los golpes, y seguramente así es, pero hay otro tipo de golpes que te marcan el alma y esos no te los da una persona, te los da la vida. En mi caso, fue uno de los últimos el que más me ha hecho sufrir —la voz ronca se escuchaba con tanta paz que Dick estaba impresionado—, el mismo ha causado que cuando los demás quieren usar sus estupideces en mi contra, me valieran mierda. La vida y tú han formado al ser que soy hoy, y estoy agradecido por eso —dijo y dio un leve golpe con su hombro al de su padre.
—Vaya... de nada —articuló—. Te admiro, hijo.
—Lo sé —contestó sin dejar de lado su ego—, y yo a ti, papá.
—También lo sé —repitió el otro.
No había ejemplo más claro que el "De tal palo, tal astilla", los Meyer eran idénticos, casi al 100%, su diferencia era mínima. Unos minutos más tarde, Melissa y Malcom salían del lugar con Elliot a su lado, el moreno sólo dirigió una mala mirada a los castaños, uno recostado en el vehículo y el otro, montado en la parte trasera del descapotable, con sus pies colgando.
—¡Ustedes podrían ser hermanos! —exclamó Melisa con cierto tono de diversión.
—¡Lo sabemos! —respondieron al unísono y todos, a excepción de Elliot, soltaron una carcajada.
—¿De qué se ríen? —dijo curioso Max, quien se acercaba a ellos acompañado de las chicas.
—Los Meyer, siendo Meyer —le contestó Dick yéndose a su auto.
—¡Gran respuesta, Dick! —gritó y Edrick abordó el auto.
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Habían pasado veinte minutos desde su retorno a la carretera, Edrick estaba serio —de nuevo—, Max se había encargado de colocar música desde su móvil para mantener la buena armonía entre las chicas y él, pero el castaño no intervino en más de una ocasión, y fue para pedir que cambiara la canción.
—¿Estás enojado? —inquirió la castaña, importándole poco que los que venían atrás estuvieran presentes, el chico quitó por breves segundos su vista de la carretera, para poder observarla.
—¿Qué te hace pensar eso? —cuestionó.
—No has hablado para nada.
—Si lo hice, en el restaurante, hace algunos minutos y ahora.
—Me refiero a después de lo ocurrido —aclaró.
—Hm —fue el único sonido que salió de su boca.
—¿Sólo eso dirás?
—¿Qué quieres escuchar? —la retó.
—Deberíamos hacer algo para divertirnos, mientras conduces —intervino Max.
—Me parece buena idea —secundó Young-mi.
—Paso —respondió Idunn.
—¿Qué se les ocurre? —les dijo Edrick, llevándole la contraria a su pareja.
Los otros dos sólo se voltearon a ver entre sí, notando la tensión que había entre la pareja y viendo cómo el castaño dejaba salir una sonrisa divertida. El viaje se hizo más largo por la charla y la convivencia entre todos, el único que estaba disfrutando de su viaje en carretera, era Dick.
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—¡No! ¡no puede ser! —exclamó Max desde su sitio— ¡abre el maldito auto y disfrutemos de la vista que se viene! —pidió y su amigo dejó que el techo del auto se bajara— ya lo sabías, ¿verdad? —preguntó dirigiéndose al mismo— ¡por eso lo trajiste! —en ese instante el otro chico se montó encima del asiento trasero y aunque fuera riesgoso, se acomodó.
—¿De qué hablas? —inquirió Idunn, sin ver a su novio.
—Espera que lo veas —respondió y Edrick dejó salir una risa natural.
Un paisaje con montañas y cielo despejado se abría paso dando una vista panorámica a todos los viajeros, el cielo estaba tomando oscuridad, pero los rayos naranja aún se podían vislumbrar. Era maravilloso. La carretera en línea recta y bosques con árboles de todos tamaños le regalaban un toque atractivo que dejaba las bocas abiertas.
—¿Dónde estamos? —cuestionó la pelinegra.
—¡Edrick! —gritó Dick desde el auto que se detuvo a unos cuantos metros, seguido del otro.
—¿Qué pasa? —preguntó el chico, reduciendo el andar del vehículo.
—Guíanos tú —le pidió su padre.
—Sé nuestra guía en estos últimos kilómetros —apoyó Malcom.
—Bien.
Tomó velocidad, su mejor amigo se acomodó al lado de la pelinegra para evitar accidentes.
—¿A dónde vamos? —le dijo la castaña.
—¿Recuerdan lo que les dije la otra vez? —ambas negaron—. Edrick es experto en encontrar lugares mágicos y encantadores.
—¿Vamos a un lugar sin rumbo? —la pelinegra no pudo ocultar su curiosidad.
—Yo sé a donde voy —los interrumpió el chico—, espero hayan traído cámara o algo para tomar fotos, porque no tendremos luz por unos días.
—¡Nos están secuestrando! —exclamó la misma y ambos chicos rieron.
—No, nos lleva a uno de sus lugares mágicos —confesó Max.
—¿Has venido solo hasta acá? —Idunn le preguntó.
—Sí, te sorprendería hasta donde he llegado solo.
—Ya verán la joya que es el lugar al que vamos, ojalá hayan traído traje de baño.
—¡No! ¡Dios! —la emoción de Young-mi era evidente.
Fueron varios minutos de camino donde dejaron la carretera principal y viraron a un tramo donde los árboles los rodeaban y le daban un semblante de película a la escena. El sol estaba a punto de desaparecer cuando llegaron, un lago se unió a la vista y una cabaña con vista al mismo, habían un par de lanchas y botes manuales, así como un pequeño muelle. El auto descapotable se detuvo a unos metros y los otros hicieron lo mismo, los ojos del castaño seguían del mismo tono que en el restaurante, pero había un brillo que se destacaba en ellos.
—¡Bienvenidos! —dijo saliendo del auto—. Este refugio natural es nuestro por los días que deseemos quedarnos —soltó una risa.
—¡Ahora a disfrutar! —soltó Dick con una amplia sonrisa en su rostro,
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La castaña mantenía la duda sobre cómo Edrick conocía aquel lugar, estaba segura que él había tenido algo que ver en la decisión de visitar el sitio, pero sabía que si comenzaba a interrogarlo se desesperaría y probablemente se enojaría con ella, y por más que la relación se tratara de un absurdo reto, no pretendía pasar toda la semana molesta con él, dándole a Elliot motivos para que detestara más al ojiazul que en aquel momento no tenía nada de ojiazul.
La noche los tomó con una fogata en las afueras de la cabaña, los adultos se encontraban charlando a una distancia prudente de esta, mientras los jóvenes organizaban las casas de acampar que habían llevado.
—Deberíamos comer algo —comentó Max.
—Estoy de acuerdo —lo apoyó el castaño.
—¡Papá! —gritó Idunn— ¿podemos comer ya?
—Claro, la comida ya está lista —informó el hombre de gafas.
Habían preparado una mesa plegable que les permitiría comer en ella, aunque no tenía cupo para todos, de manera que pretendían comer en dos grupos, pero Edrick se opuso y prefirió ir a comer a los troncos que habían colocado alrededor de la fogata. Max le siguió y por alguna extraña razón, se les unió Elliot.
—¿Crees que haya serpientes? —cuestionó Max, dirigiéndose a su amigo y este negó.
—La última vez que vine hice una pequeña exploración y si te soy honesto, no encontré nada.
—Espera, ¿han venido y no me han traído? —dijo ofendido.
—No, vine yo solo.
—Cierto, te desapareces muy a menudo.
—Creí que sólo te enfrascabas en los videojuegos —se unió el moreno a la conversación.
—No, bueno, sí. Pero los videojuegos no son lo único que me entretiene, lo consideran un vicio, uno que yo no veo así y que en caso de serlo, podría dejarlo en cualquier momento.
—¿Cómo? —preguntó y Max alzó sus cejas.
—Sólo dejo de jugar y ya, entretengo mi mente en otras actividades, como hacer ejercicio o salir en busca de lugares.
—También está la opción de tomar un nuevo pasatiempo, como pintar —intervino el otro chico, haciendo alusión al talento que tenía el castaño—, leer, escribir, bailar o qué sé yo.
—¿Por qué la pregunta? —cuestionó Edrick, notando el rastro de curiosidad que Elliot poseía.
—No, por nada —respondió bajando la mirada a la comida.
—¿Tienes algún vicio? —soltó Max y el castaño sólo le dio una mirada de desaprobación.
—¿Cuánto tiempo después de iniciar con alguna actividad se puede considerar vicio? —les contestó viendo hacia algún punto del bosque.
—No creo que se trate de tiempo —habló de nuevo.
—Según tengo entendido, depende mucho. Si quieres hablarlo con nosotros, dale —lo motivó para que soltara lo que parecía, estaba torturándole.
—Prometan que no le dirán nada a Idunn —pidió antes de iniciar con aquello, Elliot no tenía la confianza suficiente para desahogar aquella pena con los dos chicos, pero tampoco podía contarle a sus amigas y los padres de Idunn se habían encargado de darle un sermón.
—Dale —respondió Max y Edrick sólo asintió.
—Hace tiempo me enteré de una situación que afectó en gran parte todo mi entorno y mi vida personal, algo con lo que he cargado desde entonces y siento que con el pasar del tiempo, sólo consigo que la zozobra y pesadez de aquel hecho, me consuma. Hace unas semanas, tuve una discusión con Idunn, por Nina, mi novia. Y bueno, supongo que antes de explotar con todo lo que estaba pasando, decidí comprar una cajetilla de cigarrillos, había escuchado que el tabaco suele ayudarte a relajarte y bueno, quise intentar —Edrick negó—. El problema fue que, me sentí bien, a tal punto que comencé a consumirlo, he llegado al punto en el que tres cajetillas por semana no considero que sean lo suficiente, mi novia parece que se está dando cuenta y mi madre igual. Las chicas aún no lo han hecho —confesó viendo en dirección a donde los demás estaban—, pero hoy Melisa lo notó y me ha dado una reprimenda que me ha tenido pensativo.
—Espera —interrumpió Max—, ahora tiene sentido tu actitud, no habías consumido nada de tabaco en las últimas horas, ¿no? —Elliot negó—. Supongo que sientes esa necesidad.
—Así es —bajó la mirada al plato de comida que sostenía entre sus manos—, por lo mismo quiero pedirles una disculpa, no ha sido mi intención ser un imbécil.
—Admito lo de imbécil —dijo risueño Max—, pero te acepto la disculpa —el de rizos volteó a ver a Edrick, esperando una respuesta y nuevamente el semblante indiferente del castaño le causó un poco de molestia. «¿No puede mostrar un poco de empatía?», se cuestionó el chico.
—Entiendo —respondió finalmente—, entonces tu adicción es hacia el tabaco. Bien, no soy un experto, ni siquiera debería de dar un consejo porque no soy profesional —se llevó la mano a la cabeza sin mostrar ninguna emoción—. Según tengo entendido, la adicción al tabaco puede crecer poco después de los primeros días y las semanas posteriores, hasta un plazo de seis meses. Pero podrías intentar evitar los factores que te han llevado a eso, no sé, busca alguna actividad que te relaje y evite los deseos de consumirlo, también he escuchado que masticar cosas como goma de mascar o cosas de ese tipo, pueden ayudarte. Te propongo algo —elevó su mirada hacia los dos jóvenes que lo escuchaban atento y en una rápida mirada hacia la mesa donde su novia y su padre se encontraban comiendo, la mirada ámbar de ella se cruzó con la suya—, te puedo introducir al mundo de los videojuegos o ayudarte a encontrar otro tipo de pasatiempo.
—Edrick es un gran maestro de los videojuegos, ten por seguro que si te enseña, no serás un perdedor, a menos que te enfrentes contra él, claro está —señaló Max con una sonrisa llena de orgullo por hablar de su amigo.
La conversación siguió por varios minutos más, hasta que la comida en sus platos se acabó y los demás llegaron a posicionarse en los troncos que estaban vacíos, el castaño empujó a su amigo para hacerle un lugar a Idunn, quien se acercaba a él con los ojos entrecerrados, pues había estado atenta a ellos y le parecía raro que los gestos de los otros fueran sonrisas e incluso risas por parte de Max, a pesar de que Edrick seguía con un semblante serio, el cual cambió al ver a la chica sus ojos de tal forma.
—¿Están listos? —cuestionó Dick con una sonrisa traviesa.
—Oh, ¿es lo que creo que es? —dijo Max y el mayor asintió.
—¿De qué hablan? —preguntó Young-mi.
—Ya lo verás —intervino el castaño con una amplia sonrisa en su rostro, la cual no pasó desapercibida para Idunn, quien admitió que aquel gesto lo hacía ver muy lindo, «¿Qué diablos estás pensando, Idunn?», se reprendió.
De algún lugar y nadie sabía de dónde, el mayor de los Meyer había sacado una guitarra, todos estaban atentos por escuchar la voz del sujeto, quien no podía quitar de su rostro una sonrisa encantadora. Al primer acorde que salió del instrumento, una serie de luces fueron lanzadas al cielo, todos estaban admirados de lo que estaba sucediendo, Edrick y Max reían ante esto, mientras Dick se encargaba de mover sus dedos sobre las cuerdas, permitiendo de esta forma que más juegos pirotécnicos dieran un espectáculo en el cielo.
Las manos de los Holden se entrelazaron, Max veía con ojos de ternura a la pelinegra que estaba al lado de Idunn, quien admiraba el espectáculo que se daba en el cielo. Dick observaba con atención a Edrick, que por algunos segundos, se permitió observar a la castaña que apretaba su mano cada que los fuegos artificiales salían.
Se trataba de una velada digna de atesorar en el baúl de los recuerdos.
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Era jueves, aún faltaban tres días para que regresaran a la ciudad, Dick solía perderse por las mañanas y aparecía en las tardes, dispuesto a mover a Melisa y a Malcom de la silla en la que reposaban después de almorzar. Young-mi y Max habían convivido más y el chico le había confesado a Edrick que no entendía cómo su ex novio pudo hacerle lo que hizo, cuando ella era un verdadero tesoro. Elliot había hecho las paces con Idunn, quien se había molestado con él por las escenas que había realizado el viernes. La castaña por su parte, disfrutaba de los pequeños detalles que el ambiente le estaba regalando, habían ido a nadar y tenían pendiente ir a explorar una parte del bosque. Edrick solía desaparecer por algunas horas y más tarde regresaba como si nada, igual que su padre.
—¿A dónde vas? —le cuestionó Idunn cuando estaba por retirarse del pequeño muelle en el que estaban pescando.
—Por allí —dijo retomando su rumbo.
—¿Puedo ir? —él se detuvo y sin girarse se quedó callado un par de segundos, luego asintió y siguió caminando.
—Ya vuelvo —informó a los amigos que estaban atrás de ellas.
—Yo traje preservativos —comentó Elliot, a quien le había mejorado el humor. Todos lo voltearon a ver y Young-mi preguntó:
—¿Por qué? Digo, Nina no ha venido, ¿por qué los has traído?
—Estaban en la mochila —se encogió de hombros y Max soltó una carcajada.
Para ese momento, el castaño ya había avanzado un buen tramo, por lo que Idunn tuvo que correr para poder alcanzarlo. Cuando llegó a su lado, no pudo evitar pensar en lo alto que era él y la vez que se imaginó besándolo y teniendo que pararse de puntillas para poder alcanzarlo. En ese momento se dio cuenta que su relación ya llevaba varias semanas y sólo se habían dado un beso.
—Deja de pensar en mí—él rompió el silencio.
—¿Por qué debería pensarte? —dijo retadora.
—Porque soy tu novio y porque soy asombroso —fanfarroneo.
—Eso no es un motivo para tener que pensarte.
—Quizás te has enamorado fuertemente de mí —la volteo a ver y alzó una ceja, para luego seguir con la vista al frente.
—Eso quisieras.
—Creo que todos desean que sus parejas se enamoren profundamente de ellos, ¿no crees?
—Eh...
—Tengo razón, lo sé.
—¿A dónde iremos? —dijo ella, evadiendo el tema.
—Por allí —respondió con un toque de gracia.
—¿No me dirás?
—Si supiera a dónde vamos, tal vez me hubiera conmovido ante tu ingenuidad por lo que vamos a caminar y te hubiera advertido.
—O sea que... ¿no sabes a dónde vamos? —él asintió—. ¿Y si nos perdemos?
—Pues nos perdemos —dijo levantando levemente sus hombros y rio—, ¿acaso te asusta?
—No creo que sea buena idea adentrarte en un bosque sin conocerlo —respondió esquivando una rama que casi le pegaba en la cara.
—Uhm... —fue lo único que soltó y luego de algunos segundos de silencio agregó— ten cuidado.
—Con tu altura no tienes problemas para estas cosas —reprochó.
—¿Crees que no? Bien —le dijo y la tomó por las piernas, llevándola por encima de su hombro. Aquella acción parecía tan sencilla y fácil para él. «¿Cómo lo ha hecho?», se cuestionaba la castaña.
—¡Bájame! —chilló.
—No.
—¡Las ramas están golpeando mis piernas! —alegó.
—¡Uh! ¿En serio? —fingió asombro—, creí que a esta altura, no pasaban cosas de este tipo —dijo burlón.
—¡Ya! ¡Bájame o grito! —amenazó.
—Hazlo —respondió restándole importancia y sin dejar de avanzar.
La chica comenzó a gritar y él lo único que hacía era reír ante aquella escena. Siguió caminando hasta que se encontraron en un lugar donde los árboles por obra natural, formaban un círculo donde se podía descansar y habían margaritas regadas por todo el espacio.
—Listo —habló después de un rato de gritos por parte de Idunn—, eres muy gritona, novata.
—Es tu culpa —dijo molesta.
—Quizás —rio y la bajó—, al menos te he ahorrado el ejercicio —señaló y volvió a reír.
—¿Dónde estamos? —preguntó ignorando lo que él le dijo.
—No sé —se encogió de hombros.
—¿Sabes cómo volver? —él negó—, espera... quieres decir que, ¿no sabes cómo vamos a regresar? —volvió a negar y se dio la vuelta para poder admirar el lugar en el que estaban—. Edrick —lo llamó—, dime que es mentira lo que me contestas.
—Es mentira lo que te respondo, novata —dijo imitando un tono de desesperación—. Y también es mentira lo que acabo de decir —añadió y rio.
—¿Por qué te ríes? ¡Estamos perdidos! —se estaba alterando.
—Vamos, novata. No me digas que tienes miedo —se volteo a verla, los ojos amarillos estaban cristalizados, no pudo evitar soltar una pequeña risita y se acercó a ella—, ¿estás asustada?
—Quieres que no lo esté cuando estamos perdidos —repitió con un tono que antecedía el llanto.
—A ver, Idunn, no estamos perdidos, sólo estamos conociendo el bosque, ¿cuál es el problema? —le contestó despreocupado y tomándola de los brazos.
—¡Ese es el problema, Edrick! ¡Es un jodido bosque!
—Ya, ya, qué aguafiestas sueles ser, ¿te das cuenta? —la abrazó—. Tal vez si estamos perdidos, pero no es para tanto, vamos a volver.
—¿Cómo estás tan seguro? —cuestionó en un tono casi inaudible.
—¿Cómo crees que conozco muchos lugares? Me pierdo y luego vuelvo, ¿qué crees que he hecho cada vez que me he desaparecido? Mejor, admira el lugar en el que estamos —le aconsejó y la alejó de sus brazos para tomarla de la mano—, ven.
Estuvieron caminando por el lugar, ella cortaba algunas margaritas y él tomaba fotografías con la cámara que no se había percatado traía atravesada en su torso.
—Últimamente he visto que tu mirada se mantiene en un tono grisáceo —señaló ella.
—Quizás es por el clima —bromeó.
—Qué chistoso, yo creo que —él alzó su ceja y ella se calló.
—¿Qué pasa? Continúa —le pidió él, su voz ronca se escuchaba divertida.
—Creo que es por tu humor. ¿Es eso?
—Podría ser.
—Yo opino que sí tiene mucho que ver eso.
—Dime tu argumento —pidió él dejándose caer en el césped y recostándose en un árbol.
—He visto que cuando estás feliz o alegre, a gusto en donde estás y con quienes estás, tus ojos se tornan grises, cuando estás un poco molesto, se vuelven oscuros o de un gris verdoso. Algo así —dijo ella tomando asiento frente a él.
—Podría ser —volvió a decir.
—¿Sólo eso dirás? —entrecerró sus ojos y el rio.
—Quizás sí.
—Que fastidio hablar contigo —murmuró.
—Ya, lo sé. Me lo has dicho.
—Y ni por eso cambias —contestó dejándose ir para acostarse en el llano.
—No tengo que cambiar por las personas, no lo haría por ti —rio y agregó—, si estás conmigo es porque te he gustado tal cual.
—Podría ser —respondió ahora ella.
—Vaya, que original, novata.
—Tal vez.
—No te sienta bien —se movió para quedar acostado al lado de ella.
—¿Qué cosa?
—Ser así.
—¿Cómo?
—Tan seria y cortante.
—¿Por qué?
—Novata, tú eres alegría, luz. Tus respuestas suelen dar vida y emoción, yo no.
—Tus respuestas causan explosión —confesó y él rio.
—¿Explosión?
—Ajá, haces que me enoje —rieron.
—Al menos he logrado causar alguna emoción en ti—bromeó.
—Claro que lo haces.
—¿Y esto? —dijo acercándose y posó sus labios en los de ella.
El beso era lento, tierno y Edrick estaba seguro, que si sus palabras en ella causaban una explosión de enojo, sus besos tendrían que causar otras emociones que provocaran a la castaña decir lo contrario. Se separaron por falta de aire, pero algo que había dicho el chico era que, los besos de la castaña podrían reemplazar cualquier vicio de otras personas, de manera que no pudo evitar darle inicio a otro, y ella por mucho que se estaba reprendiendo internamente, se sentía bien. Edrick tenía labios dulces, con besos tiernos y transmitía tranquilidad, de manera que no podía poner fin a estos.
●●●
—Antes de que nos vayamos, tengo algo que mostrarte —le dijo él mientras caminaban tomados de la mano.
—¿Qué cosa?
—No hagas tantas preguntas, novata, sólo disfruta.
—Pero la curiosidad me vence.
—Es bueno que seas curiosa, pero me desespera.
—¿Por q... —frunció sus cejas y la volteo a ver negando—, bueno.
—Sólo pásala bien, al menos cuando estés conmigo, no te cuestiones tanto las cosas, sólo déjate llevar. Yo no haría algo para que realices una acción que pueda causarte un daño —añadió. Y era cierto, a pesar de lo egocéntrico que podía ser, él nunca buscaba que los otros se jodieran. A menos que se tratara de un juego.
—De acuerdo.
—¿Y bien? —cuestionó con picardía.
—¿Qué cosa? —preguntó ella con curiosidad.
—A parte de la explosión, ¿qué más te provoca mi presencia?
—¿De la explosión de enojo? Hmm... he de admitir que me transmites paz y alegría —fue sincera, Edrick tenía momentos en los que transmitía muchas cosas buenas.
—Ya.
—¿Sólo eso dirás?
—Dijiste que ya no harías más preguntas.
—Perdón, ojos locos.
—Ojos locos...—susurró.
—Oye, ¿era verdad?
—¿Hmm?
—Lo que dijiste aquel día.
—¿Qué día?
—Sobre el gris de tus ojos y mis ojos.
—Podría ser.
—¡Ay! —chilló—. En verdad eres detestable.
—Y tú muy preguntona, novata. Te reto a algo —dijo desviando el tema.
—Dime —dijo retadora.
—A que llegues tú sola al campamento —le regaló una sonrisa de medio lado, el rostro de la castaña se tornó serio—, o me dirás que te da miedo.
—No, claro que no —respondió viendo hacia varios lados.
—Tienes cinco minutos de ventaja —le explicó viendo su reloj—, te daré mi cámara. Cuídala. Será lo primero que te pediré cuando nos encontremos.
—¿Qué gano yo si logro llegar?
—Nada.
—No tiene sentido.
—Lo tiene para mí, quiero verte intentar llegar.
—¿Qué hay de mí?
—Si logras llegar, hoy por la noche te muestro lo que te he dicho.
—¿Y si no lo logro?
—¿Tan poca confianza te tienes?
—No, pero es por si acaso.
—Nada, no diré nada, eres la novata con suerte, seguro llegas.
—A veces no tengo suerte.
—Pero logras las cosas, así que... comienza a caminar porque tienes cinco minutos de ventaja a la cuenta de 3... 2... 1... ¡ya!
●●●
Edrick tenía diez minutos de haber llegado al campamento, su reloj seguía avanzando e Idunn no volvía. Elliot, Max y Young-mi se acercaron a él.
—¿Y dónde está Idunn? —cuestionó la pelinegra.
—En el bosque —contestó tranquilo.
—¿Dónde? —preguntó Max.
—No pienso repetir.
—¿La dejaste sola? —habló Elliot y él asintió.
—¿¡Qué!? —exclamaron los tres al mismo tiempo.
—Qué molestos son.
—¿Cómo se te ocurre? —le reclamó el moreno.
—Es un reto.
—Eres un idiota, ¿cómo se te ocurre? —la mirada de tono gris azulado se cruzó con el café de Elliot.
—No me hables así —la altura de Edrick a la par del otro, era intimidante.
—Ya, ya, ya —intervino Max—. Vamos por ella.
—No —respondió de inmediato.
—Edrick.
—He dicho que no.
—Entonces vamos nosotros —intervino Elliot.
—No, sólo Edrick y Dick conocen este bosque, no podemos adentrarnos sin saber a dónde vamos.
—Edrick, por favor —la pelinegra se le acercó y este sólo alzó su ceja y siguió viendo hacia el mismo punto que estaba observando antes que estos llegaran.
—No, he dicho que no y no me van a convencer.
—¿Qué acaso no te preocupa? —le dijo el moreno con molestia.
—No —confesó.
—Eres un estúpido —la asiática sólo los observaba con preocupación y Max trataba de entender a Edrick.
—Te he dicho que no me hables así, no me rompas las pelotas —se le acercó y quedaron frente a frente, pero el mejor amigo de Idunn tuvo que alzar su rostro para poder ver al otro.
—Y si sigo, ¿Qué?
—Elliot, estoy siendo muy paciente contigo, porque realmente todo me vale una mierda, pero no juegues con fuego.
—Hay que esperar —habló Max y Young-mi lo volteo a ver con impresión.
—Se puede perder —dijo ella a punto de llorar.
—No, la novata no se va a perder. Ni le va a pasar nada, lo más que puede pasarle es que se golpee con una rama por ir observando otros sitios.
—¿Por qué tan seguro, niño? —le cuestionó el rizado.
—Elliot, no le hables así, por favor —Max le interrumpió.
—¿Qué tan poco te importa tu novia?
—¡Joder contigo! —se alteró Edrick—. Entiendan que no le pasará nada.
Se alejó del grupo de amigos y caminó en dirección al punto que estaba viendo minutos antes, los otros lo siguieron. Caminaron alrededor de veinte metros en la misma dirección, sin cruzar o desviar la línea recta, sentada en un tronco se encontraba Idunn, observando la cámara que el castaño le había entregado.
—Te has tardado de más —llamó la atención de esta.
—Es que estaba —se calló al ver a los otros tres cuando alzó su rostro—, ¿qué hacen aquí?
—Este imbécil te ha dejado sola —habló Elliot.
—Sí —dijo tranquila.
—Presta —le pidió la cámara.
—Tomé algunas fotos, si no te molesta —confesó.
—¿Cómo es que estás tan tranquila? —cuestionó su mejor amigo.
—A ver, él me dejó sola. Me retó a llegar al campamento y acepté.
—A veces eres muy torpe —le reprendió su amigo.
—No le llames así —intervino Edrick y los otros dos sólo observaban de un lado a otro.
—Como sea, me di cuenta que no estaba muy lejos de allí —comentó ella—, así que aprovechando que Edrick me había dado su cámara, decidí tomar algunas fotografías.
—Sabía que Idunn es curiosa y no es nada tonta —habló el castaño—, que se daría cuenta que estábamos por llegar al campamento, así que decidí dejarle mi cámara y que debido a su curiosidad, se dedicaría a tomar fotos.
—¿O sea que lo planeaste? —preguntó ella viéndolo y él asintió.
—Vaya, eso es conocer a tu pareja —admitió la pelinegra, que hasta ahora, no había hablado.
—Y eso es tener todo bajo control —dijo Max.
—Sí, como sea —les respondió Edrick caminando en la dirección por la que habían venido.
—Ahora hicieron que se enojara —comentó Idunn—, ¡y estaba de tan buen humor! —dijo cansada y resopló.
Caminaron hacia el lugar, al llegar Dick, Melisa y Malcom regresaban de un paseo en bote. Con varios pescados que habían logrado atrapar, la piel blanca de la mujer estaba bronceada, los lentes se marcaban en el rostro del padre de Idunn y Dick sonreía con orgullo al ver la pesca que habían realizado.
Aquella noche Edrick se aisló de todos e Idunn respetó aquella decisión. Estaba sorprendida por lo bien que él parecía conocerla a pesar del poco tiempo que llevaban de relacionarse.
La cena terminó y cada quien tomó rumbo a sus casas de acampar, aun teniendo la cabaña a unos cuantos metros, preferían seguir durmiendo en las casas que habían armado. No tenían relojes en los dispositivos, pues los habían dejado de lado, sólo servían los relojes de mano. Idunn estaba por quedarse dormida, cuando sintió que algo se movía fuera de la casa donde se encontraba ella con Young-mi, aquello la alarmó y se movió incómoda y con temor.
Una sombra grande se lograba ver gracias a la luz de la luna. «Es él», se imaginóy su instinto no le falló cuando comenzó a abrir la carpa y logró observar los ojos azulados de su novio.
—Ven —la invitó y extendió su mano.
Ella no dudó ni un segundo y salió de la bolsa para dormir asegurándose que su amiga estuviera profundamente dormida. Al salir él le regaló una amplia sonrisa y la tomó de la mano antes de comenzar a trotar en dirección a la cabaña.
—No hagas mucho ruido, ¿sí? —pidió él y ella asintió sin borrar la sonrisa de su rostro.
Edrick sacó una llave de su bolsillo y mientras él abría las puertas de la cabaña, ella aprovechó para determinarlo, traía una bermuda y una playera holgada, su cabello estaba revuelto.
—No babees —habló él, sacándola de aquel examen—, entra.
—Yo, no, no.
—Calla —le ordenó él y la guió por el sitio.
Todo estaba oscuro, era poca la luz que se entraba por las ventanas que no estaban cubiertas en algunas partes. Él parecía conocer muy bien el lugar, pues caminaba sin titubeos, mientras ella sentía que podría tropezar con cualquier cosa. Subieron unas gradas y entraron a una habitación.
—Cierra los ojos — le dijo él y obedeció—, no preguntes, sólo admira —le indicó.
—Una pregunta —soltó ella— ¿Cómo es que conoces todo esto y tienes acceso a ello?
—Mi padre es el dueño, yo lo descubrí hace algunos años y luego de eso, lo compró. Me he dedicado a estudiar el bosque, pero todo esto es secreto.
Con los ojos cerrados, Idunn abrió la boca con asombro y él con cuidado se la cerró y dejó un corto beso en sus labios. La llevó unos cuantos pasos dentro de la habitación y le pidió:
—Abre.
La chica hizo caso y él estaba iluminando con una linterna. Era una habitación donde habían varias pinturas y esculturas, las primeras eran de diferentes paisajes e incluso personas. Las otras, eran de personas a quienes ella desconocía, pero hubieron otras a las que reconoció, eran personajes de la mitología nórdica y entre ellos se encontraba la diosa Idun o Idunn, sus ojos brillaban y el asombro era notorio en su rostro, pero no fue aquello lo que causó un remolino de emociones bonitas, sino que, al lado de aquella escultura reposaba el cuadro, ese que aquella noche en la azotea del viejo edificio él no le mostró. Era ella. El esmero y trabajo bien detallado que había hecho el chico, la dejó perpleja y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos ámbar.
—Esto, esto es hermoso, Edrick.
—Tú eres hermosa, novata —le contestó él y le limpió sus lágrimas, dejando varios besos en sus mejillas, terminando con uno en sus labios, más largo que los otros y cargado de ternura.
ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ💜🎮💙ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ
¡Holis! Yo adoro este capítulo, como ya dije anteriormente. Me encanta Max y Edrick, son mis niños encantadores <3
Espero que ustedes también lo disfruten :3, me encantaría saber sus opiniones y les agradecería sus votos <3
Les mando un abrazo fuerte :3, qué les parece la actualización para día miércoles? o quieren un viernes?
Los estaré leyendo mis gamers nórdicos UwU
Con amor:
Andy 🤍🎮
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