Color del diablo...
En este momento
me siento humillado,
inerte, sofocado,
intentando llorar
sin que salga ningún llanto.
Ocasionando,
que me pesen los ojos
ante el esfuerzo realizado.
¿Realmente es transparente
aquello que rodea mis contornos?
Contornos
que ahora mismo
estoy tocando.
Y me da asco,
porque no es diáfano
es encarnado.
Ese pútrido color
que asoma a mis costados.
Esas manchas oscuras
que en el suelo están goteando.
Y no es marrón ni negro, es rojo.
Un fuerte rojo que se mezcla
con la tinta de sus ojos,
mis heridas y tus sonrojos.
Así mismo,
mi instinto me pide a gritos
que resista el degrado.
Que no actúe por vendetta
ante aquellos que me dañaron.
Que lo haga,
que lo aguante,
y lo lleve a cabo.
Acaso, ¿hay más placer
que sentirte un rey?
¿Sentándome
en un trono de piel,
de requechos y de papel?
Lo sé... No hay indulgencia
en esta oscura fe.
No hay perdón
que me salve
de la perdición.
De aquel lugar
en donde debo estar.
De aquel turbio paraíso
en donde el ruido
es néctar para mis oídos.
Enfermo y aborrecido...
Así siempre he sido.
Pero no reniego
aunque algo brote,
de mis ojos o mis oídos.
Porque no hay mejor cielo
que disfrutar del infierno,
mientras mi cuerpo, soporta vivo.
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