Vol. 7 / Cap. 104 Nueva estacion Parte 2
*Draenor, tierra natal de la Horda orca*
A los pies del gran portal, se hallaba una gran base de la Horda conglomerado por varios clanes de orcos y ogros.
El hacha gritó al trazar un arco hacia abajo, capturando la luz y centelleando con sumo brillo, sedienta de sangre. El ser que la empuñaba se rio como un poseído, abriendo su mandíbula tatuada de negro de una manera casi imposible al proferir el grito que le había dado su nombre.
En cuanto se movía, su pelo negro se agitaba con fuerza y sus ojos rojos relucían mientras rajaba a aquel enemigo imaginario una y otra vez para perfeccionar sus movimientos de modo que, en una batalla real, su enemigo acabara siendo picadillo.
Grom Hellscream gruñó y se volvió con suma celeridad, era la encarnación de un gran poder desatado, templado por su talento para la guerra. Entonces, oyó que alguien gritaba su nombre y salió del ensimismamiento salvaje en que se adentraba en tales ocasiones, aunque solo se tratara de un mero ejercicio de entrenamiento.
¡Grom!
Grom Hellscream dejó de sostener en el aire a Aullavísceras, jadeando ligeramente pese a haber realizado un esfuerzo vigoroso, y alzó la mirada hacia otra figura imponente que se dirigía con paso firme hacia él.
Kargath (replicó, mientras aguardaba a que el cabecilla de los Mano Destrozada lo alcanzara)
Se dieron un fuerte apretón de manos... bueno, realmente, solo se dieron la mano derecha, ya que Kargath había perdido la mano izquierda hacía tiempo y ahora contaba con una guadaña de aspecto siniestro en su lugar.
Bienhallado viejo amigo (saludo Grom) _ Ja según parece, muchos están siendo «bienhallados» últimamente (le espetó el viejo cabecilla, a la vez que señalaba con la cabeza al lugar donde se estaban congregando más orcos) Ner'zhul ha enviado emisarios a todos los clanes o eso me han contado.
Grom asintió, y su mandíbula tatuada de negro dejó de moverse, conformando así una sombría línea en su rostro. Algunos de esos emisarios eran miembros de su clan, a los que había enviado por petición del viejo chamán.
Grom se colocó al hombro aquella hacha de tamaño colosal y acto seguido, ambos líderes se giraron y atravesaron el valle en dirección del Portal Oscuro, dejando atrás a guerreros de ambos clanes mientras avanzaban. Aquellos orcos se lanzaban continuamente miradas furiosas y se insultaban con palabras malsonantes, pero al menos no estaban peleando. Aún.
Ya hemos pasado un año sin hacer nada. ¡Nada de nada! ¿Y por qué?, ¿porque la Alianza nos derrotó? _ la invasión del norte fue una gran derrota por varios factores, eso he oído (respondió Grom) _ pero la guerra aun sigue, es por eso que reunieron a todos los clanes que se quedaron en Draenor, por que más seria si no es para volver al campo de batalla (respondió Kargath)
Grom asintió. Kargath era un ser sencillo que se hallaba en su medio natural en el combate, vivía para luchar y matar. Grom apreciaba su talento y era consciente de que Kargath tenía bastante razón en lo que decía. Los orcos eran una raza combativa, y la lucha constante agudizaba sus mentes y fortalecía sus miembros.
Si los habían reunido, estaba claro que solo era para una cosa. Sin pelea, se volvían débiles. Grom había logrado mantener a los suyos en forma al obligarlos a guerrear contra otros clanes y sospechaba que Kargath había hecho lo mismo. No obstante, ambos clanes no habían tenido ninguna refriega entre ellos. Aun así, solo se podía atacar a patrullas y a grupos de exploradores de otros clanes de vez en cuando, salvo que se quisiera hacer estallar una guerra de verdad; sin embargo, no les interesaba batallar contra su propia raza.
Cuando Ner'zhul formó la Horda, había unido a los clanes en un solo ejército colosal. Y a pesar de todo el tiempo que había pasado desde su derrota, Grom seguía pensando que conformaban un único ejército.
Cuando sus guerreros Grito de Guerra combatían contra los clanes Señor del Trueno, Caminante Rojo o Vientoafilado, luchaban contra compañeros guerreros, contra orcos a los que deberían acompañar en el combate y no enfrentar.
Durante esos combates, seguía sintiendo la misma sed de sangre, la misma alegría salvaje de siempre cuando Aullavísceras se abría camino a gritos entre sus enemigos, pero después, se sentía totalmente vacío y un poco culpable.
¿Qué les había pasado?, se preguntó mientras se aproximaban a los pies del gran portal ¿En qué momento la Horda había tomado el camino equivocado? ¡Pero si habían llegado a superar en número a las briznas de hierba que en su día cubrieron las llanuras y a las gotas de agua que contenía el océano! ¡Cuando marchaban, sus atronadores pasos estremecían las montañas! ¿Cómo pudo fracasar tal ejército?
Grom estaba seguro de que todo había sido culpa de Gul'dan.
Aquellas llanuras ahora desprovistas de vida habían estado cubiertas en su día de grano y hierba, los árboles se habían marchitado y ennegrecido, los cielos se habían tornado oscuros y rojizos como la sangre, todo eso era consecuencia del exceso de ambición de los brujos, quienes habían pretendido obtener unos poderes que no estaban destinados a caer en manos orcas.
Aunque eso no era todo. Los brujos, todos y cada uno de ellos, habían condenado a Draenor, no obstante, había que reconocer que Gul'dan había estado detrás de todos sus movimientos.
Era culpa suya que la Horda hubiera fracasado en su intento de conquistar ese otro mundo y reclamarlo como propio. Después de todo, aquel brujo artero había convencido a Grom de que se quedara en Draenor mientras se libraba la primera y la segunda guerra, en vez de ocupar el lugar que le correspondía por derecho en la vanguardia de la Horda.
«Te necesitamos aquí» le había asegurado Gul'dan. «Tú y el clan Grito de Guerra son nuestros mejores guerreros, los necesitamos en la reserva, por si acaso. Además, necesitamos que alguien se quede en Draenor para proteger nuestros intereses, alguien poderoso y en quien podamos confiar. Alguien como tú».
Grom había actuado como un necio al permitir que las lisonjas de aquel brujo lo desviaran del camino que debía haber seguido. Había observado cómo Blackhand y Orgrim Doomhammer encabezaban la Horda mientras esta atravesaba el portal que llevaba a aquel extraño lugar llamado Azeroth. Y había escuchado los informes sobre sus éxitos iniciales y luego sobre su derrota definitiva.
(Grom gruñó de un modo casi inaudible) ¡Si hubiera estado ahí! Estaba seguro de que podría haber vuelto las tornas de la batalla final... con la ayuda de Doomhammer habría conquistado esa ciudad humana que se hallaba en las montañas y al mismo tiempo, habría enviado parte de mis fuerzas a aplastar al traidor de Gul'dan y a sus seguidores.
Entonces, podrían haber conquistado Lordaeron y haber extendido mi dominio a partir de ahí, avanzando inexorablemente por aquellas tierras hasta que no quedara nadie que pudiera oponérse a la Horda.
Grom hizo un gesto de negación con la cabeza. El pasado, pasado está.
No obstante, todo eso estaba a punto de cambiar, en parte. Él y Kargath habían llegado ya al portal y entonces pudo distinguir a quien les estaba esperando con suma claridad.
Aparte de que ahora tenía el pelo completamente gris, Ner'zhul, el cabecilla del clan Sombraluna y antiguo líder de la Horda, seguía dando la impresión de ser tan poderoso como siempre. En ese momento, se volvió en dirección a Grom.
El líder del clan Grito de Guerra gruñó y se sobresaltó en cuanto pudo contemplar bien el rostro del chamán por primera vez. Las mejillas, el labio superior, la nariz, el ceño y la frente de Ner'zhul estaban pintados de blanco, de tal modo que recordaban a unos huesos. Sin lugar a duda, ésa era precisamente la intención, pensó Grom.
El anciano chamán se había pintado la cara para que su semblante recordase a una calavera.
¡Grom Hellscream y Kargath Bladefist! (exclamó Ner'zhul, con una voz todavía fuerte y clara) ¡Bienvenidos!
¿Por qué nos has mandado llamar? (le preguntó Kargath sin rodeos, quien no estaba dispuesto a gastar saliva hablando más de lo necesario)
Tengo noticias (respondió el chamán) Y un plan.
(Grom resopló) Durante más de un año, te has escondido de nosotros. ¿Qué clase de noticias nos puedes traer? (le espetó, con un tono de voz teñido de ira y duda)
(Entonces, señaló la cara pintada de Ner'zhul y añadió) Dejaste que Gul'dan ocupara tu puesto, rehusaste a beber del cáliz y te ocultaste como una marmota en su madriguera. Y ahora, te presentas aquí para anunciarnos que tienes un plan y abandonas tu reclusión portando el rostro de los muertos... No creo que quiera escuchar en qué consiste ese plan.
Grom podía oír el dolor en su propia voz. A pesar de todo lo que había ocurrido con Gul'dan, a pesar de que había desconfiado de todo consejero, chamán y brujo a lo largo de los últimos años, todavía quería creer que Ner'zhul seguía siendo el chamán que Grom recordaba de sus años mozos, el orco fuerte, severo y sabio que había unido a los fragmentados clanes en una sola unidad de combate. A pesar de las palabras mordaces que había empleado, Grom deseaba estar equivocado con él.
Ner'zhul se acarició la calavera blanca que llevaba dibujada en la cara y profirió un hondo suspiro.
He soñado con la muerte durante largo tiempo. La he visto y he hablado con ella. He visto la muerte de mi pueblo, de todos a los que he amado. Y llevo esta... esta imagen en su honor.
No quería volver a dar la cara, pero creo que tengo una deuda que saldar con mi pueblo, debo liderarlo una vez más.
¿Como hiciste la última vez? (inquirió Kargath a voz en grito) ¿Para qué nos lleves a la derrota? ¿Para qué nos traiciones? ¡Te enviaré junto a esa muerte de la que estás tan enamorado con esta misma mano si intentas liderarnos, Ner'zhul!
Al instante, blandió la guadaña que tenía por mano ante el chamán.
Ner'zhul iba a contestarle cuando divisó algo detrás de ellos y decidió callar. Grom se volvió y observó cómo una figura colosal se aproximaba, por la forma en que destacaba entre los orcos que iba dejando atrás, parecía ser un ogro.
¿Qué sucede, Dentarg? (Gritó Ner'zhul, mientras su ayudante cruzaba el claro que separaba el portal de los orcos que pululaban por ahí) Te envié a que localizaras al resto de clanes y les ordenaras que acudieran aquí... tal y como les ordené a ustedes dos también (les recordó a Grom y a Kargath) Pero, en este valle solo veo a la mitad ¿Dónde está el resto?
Los Espada del Relámpago dijeron que vendrían (le aseguró Grom) Pero, como vienen de muy lejos, es probable que tarden un par de días más. Sin embargo, ni los Señor del Trueno ni los Riecráneos quisieron escucharme (rezongó, moviendo la cabeza de lado a lado) Estaban demasiado ocupados masacrándose mutuamente.
¡Por eso precisamente debemos actuar! (exclamó Ner'zhul) ¡Si no hacemos nada, acabaremos matándonos!
(Esbozó una mueca de contrariedad con la que mostró sus afilados dientes y agregó) Todo lo que hicimos... todo lo que hice... para forjar la Horda se está viniendo abajo hecho pedazos, los clanes se separan y luchan unos contra otros. Si no actuamos pronto, volveremos a hallarnos en la misma situación que antaño, los clanes solo se reunirán para batallar, salvo en las reuniones anuales... ¡y tal vez ni siquiera eso!
Por que esa urgencia de llamar a todos los clanes, incluso a atreverte a aliarte con los ogros??? (le espetó Grom)
Sabes bien la razón Grom, la guerra se sproxima, Doomhammer esta planeando algo grande, algo que requerirá la colaboración de todos si queremos ganar esta guerra (respondió Ner'zhul)
El clan Vientoafilado se sumará a esta reunión (dijo Kargath) Pero los Caminante Rojo se niegan a acudir.
Dicen que la Horda es solo un mero recuerdo y que cada clan debe mirar por lo suyo (Lanzó un gruñido) Habría destrozado a su cabecilla en ese momento si no me hubieras ordenado actuar de otro modo.
Te habrían matado (señaló Ner'zhul) o tú habrías masacrado a todo el clan para poder escapar. No quería arriesgarme a perderlos a ti ni a ellos cuando cabía la posibilidad de que pudiéramos persuadirlos.
(Frunció los labios y agregó) No obstante, no temas, pronto tendremos que tratar con ellos (aseguró, mientras echaba un vistazo aalrededor) ¿Y los demás? (preguntó, entornando los ojos) ¿Qué se sabe de los Mascahuesos? (Aquella pregunta provocó que un gruñido brotara de los labios de Grom)
He enviado emisarios a hablar con Hurkan Skullsplinter (contestó de manera seca y cortante) Y nos ha devuelto sus cadáveres desmembrados.
Sería muy importante poder contar con ellos en el campo de batalla (reflexionó Kargath, a la vez que acariciaba distraído su guadaña) Los Mascahuesos son un clan temible y poderoso en combate (Entonces negó con la cabeza) Aunque se han vuelto aún más salvajes desde que perdimos contacto con ellos, No se les puede controlar ni tampoco confiar en ellos.
(Ner'zhul asintió) ¿Y qué sabemos del clan Garra Blanca? (le preguntó a Dentarg)
(El ogro frunció el ceño) La mayoría han muerto (respondió) Casi todos a manos de otros clanes antes de que saliera a la luz la verdad sobre Gul'dan y sus brujos.
Incluso después del exilio y muerte de Durotan, los Garra Blanca nunca ocultaron su simpatía por los Lobo Gélido, y eso los convirtió en un blanco para los demás clanes. Los pocos que han sobrevivido se encuentran desperdigados (Negó con la cabeza) En realidad, ya no son un clan.
Ner'zhul sintió una punzada de culpa al oír mencionar a Durotan. En una ocasión, le había advertido al ahora fallecido líder de los Lobo Gélido, en un vano intento de reparar parte del daño que ya había hecho, pero, al final, no había servido de nada. El Consejo de la Sombra había dado con Durotan y había asesinado a uno de los orcos más nobles que jamás había conocido Ner'zhul.
Sin embargo, el arrepentimiento y la autocompasión eran inútiles. Así que volvió a centrarse en lo que acababa de decir Dentarg, y la rabia lo dominó.
¡El clan Garra Blanca era uno de los más antiguos y dignos de orgullo, y ahora no son más que un puñado de salvajes! ¿Tan bajo ha caído nuestra raza? ¡Se acabó!
¡Debemos reconstruir la Horda y reforzar la unidad de todos los orcos! ¡Solo podremos sobrevivir y conocer el honor y la gloria si permanecemos unidos!
(Dentarg se arrodilló de repente) Vivo para servirte, ya lo sabes, amo (fue lo único que dijo)
(Grom frunció el ceño y posó la mirada sobre el anciano orco) Cuéntanos tus planes, Ner'zhul y lo que está planeando hacer Doomhammer (le exigió, cerciorándose de que sus palabras llegaran a oídos de los orcos que se encontraban más allá del claro) Explícanoslos... y si son sensatos y sólidos, te seguiremos.
(Kargath ladeó la cabeza y dijo) Opino lo mismo que Hellscream.
Ner'zhul observó a los tres de manera solemne por un instante y asintió a continuación.
Esperaremos a que lleguen los clanes Espada del Relámpago y Vientoafilado (replicó Ner'zhul) Volveremos a hablar con el resto de los clanes, los Señor del Trueno, los Riecráneos, los Caminante Rojo e incluso los Mascahuesos. Nuestro pueblo debe estar unido.
¿Y si vuelven a negarse a escuchar? (preguntó Kargath)
Entonces, habrá que persuadirlos (respondió Ner'zhul, con un tono siniestro que dejaba bien a las claras qué insinuaba)
Kargath rugió y alzó su guadaña tan alto que la luz se reflejó en ella, mostrando así que estaba de acuerdo. A continuación, Ner'zhul se volvió hacia Grom.
Escúchame, Grom (dijo en voz baja) mientras esperamos a los demás clanes, te voy a explicar mi plan y te encomendaré una misión.
(A Grom le brillaron sus ojos rojos) Dime qué quieres que haga y por qué.
Ner'zhul sonrió y la máscara de muerte que portaba en su rostro transformó esa sonrisa en un rictus.
Necesito que encuentres una cosa.
Un saludo para las 5 primero personas que dejaron su estrella en el octavo capitulo del Vol.7
Han obtenido 1 puntos como fan destacado.
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