Capítulo 9.
No era la primera vez que Kirino se saltaba una clase, pero si era la primera vez que Shindou lo hacía. El pobre castaño creía que de cualquier esquina podría salir un profesor a regañarlo.
—No tenías que venir, Shindou.
El castaño le miró. Iban camino a la rivera del río.
—No voy a dejarte solo en esto ¿vale? No es opción— le dijo.
Kirino medio sonrió, más permaneció en silencio.
La rivera del río estaba tan solitaria como podía estarlo un martes por la mañana. Kirino avanzó a paso lento, recorriendo el camino por el que había caído en busca de pistas, y Shindou caminaba a su espalda.
No tardaron en llegar al árbol en cuestión.
—Este es— anunció el pelirrosa con seguridad.
—¿Estás seguro?— el castaño ladeo ligeramente la cabeza, dudoso—. Para mí todos los árboles son iguales.
—Estoy seguro— Kirino estiró las manos para tocar el árbol, pero a penas entró en contacto con el tronto, algo extraño pasó.
Se tambaleó hacia atrás y cayó. Todo se oscureció y los sonidos a su alrededor se acallaron al instante.
Podía escuchar los sonidos a su alrededor, mas no podía moverse o hablar. Intentó mantener la calma. Una caída desde una pequeña colina no era suficiente como para quedar con parálisis ¿verdad?
La escena se le difuminaba. Dos chicos encapuchados estaban de pie junto a él. Pudo oír la pequeña conversación que mantenían.
—¿Estás segura de esto? No se si sea tan buena idea— había dicho el más alto.
—¿No has visto cuanto sufre? Es la única manera de que lo entienda— insistió la chica, que Kirino ya conocía—. No quiero que sea consumido por ese oscuro sentimiento de dolor, más que nadie tu deberías entenderlo.
El chico a su lado suspiró.
—A él no va a agradarle nada ser una chica ¿sabes?
—Es la única manera, además, ser una chica no tiene nada de malo.
Entonces, la chica en cuestion sacó de entre su capa unas pistolas de Mixi-Max pero de un colo púrpura oscuro y verde amarillento. Le apuntó a Kirino.
—Espero que ahora puedas responderte a ti mismo que es lo que ves cuando te miras al espejo.
Ocurrió el cambio. Kirino solo sintió una gran corriente eléctrica recorriendo su cuerpo. Las pistolas le dieron de paso al árbol detrás del pelirrosa, dejando accidentalmente las marcas de cruz y signo menos.
Kirino volvió a sentir que los párpados le pesaban un montón.
—No recordará nada de esto— afirmó el chico en lo que se bajaba la capucha, dejando ver su rostro.
No podía ser verdad. Ese cabello.
—Bien— asintió la chica—. Vamonos ya, Fey.
Kirino abrió los ojos de golpe soltando una profunda exhalación. Lo primero que sus orbes azulados vieron fue el rostro preocupado de Shindou.
—Hey, ¿me oyes? ¿te encuentras bien?— el nombrado no tardó en darse cuenta de que se encontraba en los brazos del castaño y sus mejillas se colorearon ligeramente de
rojo—. No me des estos sustos, estaba a punto de llamar a una ambulancia.
—¿Qué ibas a decirles? ¿que tu amigo ahora hecho una chica se desmayó por tocar un árbol?
—¡Ranmaru te estoy hablando enserio!
—Tranquilo Takuto— Kirino le sonrió y fue el turno de Shindou de sonrojarse. Su amigo rara vez le llamaba por su nombre, aunque él lo hiciera con frecuencia—. Estoy bien.
Se reincorporó con algo de esfuerzo, y entonces lo recordó. Lo que había visto al desmayarse.
—He visto a Fey— le dijo al castaño.
Este le miró sin comprender.
—He tenido un recuerdo de cuando me transformaron, y he visto a Fey en él— se explicó.
—¿Estás seguro?
—Si. No. Es decir, no lo sé— el pelirrosa escondió el rostro entre sus manos—. Ya no estoy seguro de nada.
Shindou le puso una mano en el hombro.
—Lo resolveremos, te lo
prometo— y luego añadió:—Y si fue Fey, entonces podemos estar seguros de que por la razón que sea no tenía malas intenciones.
—Ya...Pero si le llego a ver de todas formas me las va a pagar— frunció el ceño y su amigo se rió.
—¿De que te ríes eh?
—Luces bien aún cuando frunces el ceño— comentó Shindou sin pensar.
Kirino se sonrojó y desvió la mirada al instante.
—De...Deberíamos irnos ya, digo, si queremos llegar al segundo periodo.
—Si...claro...
Ambos chicos emprendieron marcha de vuelta a la escuela Raimon. Aún no tenían una solución, pero Kirino había recuperado cierta esperanza.
....
E
l entrenamiento de la tarde comenzaría pronto.
Kirino le había prometido a Shindou que se irían juntos a si que, muy a su pesar, se quedaría a ver la práctica de esa tarde. Iba de camino al campo de juego cuando alguien le interceptó.
—Kyosuke...
—Necesito hablar contigo, Ran— le dijo el con seriedad—. No te escapes más de mí.
<<¿A dónde corro?>> Kirino intentó buscar la forma de escapar, pero Tsurugi le bloqueaba fácilmente el camino.
—La práctica va a empezar, llegarás tarde— intentó disuadirle.
—No me importa— declaró el peliazul—. ¿Por qué me evitas? Creía que te agradaba.
—Me agradas, es solo que...
—Tu me gustas— Tsurugi desvió la mirada levemente
sonrojado.
A Kirino se le subieron los colores al rostro.
—¡No!— exclamó, y luego bajo el tono de voz, algo
avergonzado—. Yo...no puedo gustarte.
—¿Por qué?
—No me conoces Tsurugi, yo nunca podría gustarte— declarócon firmeza—. Si supieras...Si me conocieras...Te arrepentirás si...si te enamoras de mí. Así que no lo hagas, se que en el fondo realmente no te intereso. Nunca te interesaría.
—Ran...
Los ojos de Kirino se habían empañado en lágrimas sin que se diera cuenta. Se las secó rápidamente con la manga del poleron.
—Lo siento.
A pasos firme, dejó atrás a Tsurugi para dirigirse al campo de juego.
....
Kirino quería llorar y golpear muy fuerte a Fey, y de paso a esa otra chica. Esto no le ayudaba en nada, solo empeoraba las cosas.
Encima de eso, había comenzado a sentir tenues dolores en la parte baja del estómago.
Se encontraba de pie frente al campo de fútbol, con las gerentes a sus espaldas. Comenzaba a sentirse extraño, y entonces...
Aoi se le acercó y le puso una mano en el hombro con expresión algo avergonzada.
—Ran...
—¿Ah?— Kirino hizo el ademán de darse vuelta, pero Aoi lo evitó con rapidez, para que no quedará de espaldas al equipo—. ¿Que pasa?
—Tienes...Tienes una mancha.
—¿Mancha? ¿Qué?— Kirino no lo estaba entendiendo del todo.
—Ya sabes...— Aoi tenía las mejillas ligeramente sonrojadas por la vergüenza—. Una...emergencia femenina.
—¿Eh?
—Te llegó la regla, idiota— Midori soltó de golpe rodando los ojos en los que Aoi le amarraba discretamente un poleron alrededor de la cintura.
Kirino no se movió.
No. No. No. No.
¡No! ¡Maldito Fey y malditas las chorradas del Mixi-Max! ¡Dios, todo menos eso!
Radicalmente se puso pálido.
—Vamos, te acompañamos al baño— dijo Midori y junto a Aoi le jalaron de los brazos.
Kirino no acababa de procesarlo.
—Esto no está pasando...Esto no esta pasando...— susurraba para sí con el rostro ensombrecido.
Definitivamente iba a empujar a Fey por un precipicio, si es que no se lanzaba el mismo primero.
....
¡Chan chan chan!
¿Qué les pareció el capítulo?
En el próximo veremos a Shindou tratando de cuidar a un Kirino muy irritable con sus dolores menstruales. Además de un par de momentos cutes, una llamada tensa de su tutora legal y un Kariya demasiado astuto.
Déjenme sus opiniones y nos vemos pronto. ¡Hasta luego!💕
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