Capítulo 31

Poco después, unos toques suaves sonaron en la puerta del viñedo, el sonido era tan bajo que si no fuera por el silencio del lugar, ninguno hubiera escuchado. Todos se miraron con extrañeza y la pregunta de quién podría ser rondó en sus mentes.

Diluc cómo siempre, fue el primero en levantarse de su lugar, camino hacia la puerta con pasos ligeros y sin prisa. Pero antes de siquiera llegar a la puerta, una vez más los toques sonaron.

Tomo la perilla de la puerta y casi sin ganas la fue abriendo. Al abrirse por completo, Diluc busco con la mirada a su invitado no deseado, sin embargo, fue hasta que su mente le dijo que mirase hacía abajo, pudo notar a esa persona. 

Xiao estaba de brazos cruzados y le dedicaba una mirada serena al pelirrojo. Diluc enarco una de sus cejas con curiosidad, lo habría notado antes si no fuera por su baja estatura.

— ¿Se encuentra Bonanus?

El joven Adeptus abrió su boca, su voz sonaba fría pero no grosera. La mente del héroe oscuro trató de hacer memoria sobre aquel nombre desconocido, Xiao suspiró rendido y dejó caer ambos brazos a cada lado de su cintura.

— ¿Se encuentra Agatha?

Volvió a preguntar y dando a entender que a quién buscaba era a la Adeptus que comía junto a sus compañeros y su hermano adoptivo. Diluc lo miró con seriedad antes de asentir, se hizo a un lado para dejarlo pasar.

— Pasa, ella está comiendo con el viajero.

Finalmente Xiao recibió la respuesta que quería, entro en el hogar donde hace dos meses fue recibido junto a su hermana y sus compañeros. A la lejanía podía notar a su hermana junto al viajero, la pequeña parlanchina y otro chico que no conocía.

El grupo alzó sus miradas al escuchar la puerta cerrarse. Kaeya abrió su boca con la intención de preguntar sobre la visita, se calló cuando notó la presencia del Yaksha. Agatha sólo pudo abrir sus ojos con sorpresa, se levantó de su asiento y corrió para lanzarse a los brazos de Xiao.

Él la recibió gustoso, pero debido al peso y el poco equilibrio que mantuvo en ese momento, ambos Yaksha cayeron sobre la alfombra color vino.

— ¡Pajarito!

« ¿Pajarito? » los espectadores observaron a los Adeptus con curiosidad y duda por el apodo recién escuchado.

Xiao cerró sus ojos y se acurrucó entre los brazos de la fémina, de nuevo se sintió vivo gracias a la calidez de su hermana. Él la había extrañado.

Aether y Paimon se sonrieron entre ellos cuando observaron la escena entre los Yaksha, Kaeya miro un poco incómodo la escena debido a ello apartó su mirada, Diluc los miró con una pequeña sonrisa adornando sus labios.

— No pensé que fueras a venir, pensé que te vería hasta que fuera a Liyue.

Comentó una vez que se separó de Xiao y conecto su mirada con la suya.

El joven Adeptus negó con suavidad, luego alzó su mirada para observar al grupo que los miraba, Agatha notó incomodidad en su mirada, había olvidado que Xiao no acostumbra estar rodeado de muchas personas.

Decidida, se levantó. Extendió su mano en dirección del Yaksha, quién tardó unos segundos en comprender sus intenciones, luego la acepto y se levantó de la alfombra que cubría el piso de mármol café. Agatha llevo su mirada a sus compañeros, después miró de nuevo a Xiao.

— Xiao, ¿nos acompañas a una misión?.

Xiao ladeó su cabeza y observo el océano en los ojos de su hermana con curiosidad.

— ¿Que tipo de misión?

Preguntó dirigiéndose al viajero que los observaba junto a la pequeña parlanchina. Mientras tanto, Diluc regresó a su lugar para continuar degustando de su desayuno, siendo Kaeya quién siguió cada uno de sus movimientos. Al igual que el pelirrojo, sólo se mantuvo observando y comiendo.

— Tenemos que vigilar a los Fatui durante unos días, ya que Mondstadt estará recibiendo a uno de los Once.

El Yaksha frunció su ceño.

— ¿Uno de los Once? ¿Quién? — preguntó de nuevo.

— ¡Se llama Scaramuchi! — contestó Paimon. El rubio llevo una de sus manos a sus ojos para taparlos y negar.

— ¿Scara..?

— Scaramouche — completó su hermana —. También es conocido como el Sexto.

Xiao la miró con extrañeza, aquel nombre no le sonaba de nada. Sabía que uno de los Once estaba de visita en Liyue — lo había escuchado de unos humanos —, pero imaginaba que el motivo de su visita era para revisar el Banco del Norte, después de todo son los Fatui quienes lo administran, igual no le daba confianza. El joven Adeptus asintió cómo respuesta.

— Está bien, los acompañaré.

Los viajeros sonrieron felices.

— Por cierto, déjame presentarte — Agatha tomó una de las manos de Xiao para acercarlo al comedor —. Bueno, a él ya lo conoces, pero su nombre es Diluc Rignvindr y ese de allá es Kaeya Alberich.

La fémina apunto a cada chico cuando los fue presentando, al mismo tiempo que Diluc la miró con confusión. « ¿En qué momento le dije mi apellido » Agatha ni siquiera había notado ese detalle cuando los presentó, pero era cierto que Rignvindr no le había dicho su nombre. Xiao los fue observando uno por uno, frunció aún más su ceño cuando miro los ojos zafiro del moreno. Conocía esos ojos, incluso si la pupila en forma de estrella en aquellos ojos era más pequeña que las que él vió, sabía de dónde eran.

Kaeya dibujó una sonrisa socarrona en sus labios y apoyo su mejilla contra su puño derecho cuando aquel joven Adeptus lo miró.

— ¡Hey! ¡A Paimon no la presentaste! — gritó enojada la más pequeña del grupo. Aether río junto con Agatha esta última puso los ojos en blanco con gracia, segundos después el rubio se acercó al joven Adeptus.

— Mi nombre es Aether, es un gusto conocerlo, Adeptus Xiao.

— ¡Y Paimon es Paimon!

Xiao los miró durante unos segundos, luego asintió cómo respuesta.

— Pueden decirme Xiao.

El joven Adeptus miró al rubio con tranquilidad, ya no le dedico la misma frialdad de antes. Agatha sonrió feliz, naturalmente ambos están destinados a conocerse, incluso si ella no estuviera. Diluc llevo su mirada rojiza a sus visitas.

— Terminen de comer para que puedan irse.

Ninguno se negó, con la excepción de Xiao que en lugar de comer, compartió algunas palabras con todos. Aunque al principio fue difícil y el nerviosismo que ocultaba no lo dejaba en paz, logro adaptarse al ambiente con ayuda de los viajeros. Extrañamente, Diluc y él se llevaron muy bien.

Finalmente sus pies tocaron las tierras de la nación de la libertad. Su rostro era ocultado por un enorme sombrero, incluso si los caballeros de Favonius querían verlo, no podrían, pero no hizo falta mirarlo, ellos ya lo sabían, el viento hablaba por él.

Con una de sus manos, alzó su sombrero. Sus ojos añiles observaron la entrada de la nación de la libertad, luego a los caballeros de Favonius, sus labios se curvaron en una delgada sonrisa que fue oculta tras bajar su sombrero. Sus pies se movieron dispuestos a cruzar el puente de piedra, con pasos lentos y sin prisas.

Las palomas que comían sobre el puente, pronto emprendieron vuelo cuando notaron los pasos de aquel joven acercarse. Él solo las siguió con la mirada por unos segundos.

— Bienvenido, señor Scaramouche.

Un joven de cabellos rubios, estaba arrodillado frente a él. Scaramouche lo miró fijamente, vestía con ropas rojas y una chaqueta larga de piel de animal color negra con la marca de los Fatui en ella, sus ojos estaban escondidos detrás de una máscara negra.

— ¿Quién eres? — preguntó sin quitar su mirada sobre aquel chico.

— Mi nombre es Viktor, señor — respondió el joven con el mayor respeto que pudo.

En realidad, Viktor estaba nervioso. Hace unos días que había recibido su primera orden por parte de Signora, aunque admitía que estaba contento, también tenía miedo. Miedo no por Signora, sino por la persona que está frente de pié frente a él. Tenía entendido que trabajar con el Sexto era complicado y era difícil complacerlo, sólo podía pensar que su vida pronto llegaría a su fin.

Estaba bien si lo hacía, ya había cumplido su propósito.

— ¿Para quién trabajas?

El Sexto continuo con su interrogatorio, no le importaba estar frente a la entrada de Mondstadt, de hecho ignoraba que los caballeros de Favonius los miraban. Viktor sintió como su cuerpo se tensó, tragó la saliva atorada en su garganta antes de contestar.

— Signora, señor.

Un chasquido de lengua sonó, lo escucho murmurar, pero no miró, no se atrevía a mirar al Sexto. El baladista suspiró y llevo una de sus manos a su cintura.

— Bien, ahora trabajaras para mí.

« ¿Me está diciendo que ya no seré sirviente de La Signora?... » Viktor tardó unos segundos en comprender aquella orden, sintió que negarse sería imposible. Scaramouche no era tonto, sabía que aquel sirviente no quería trabajar con él, más no le importaba.

— Sí, señor.

— Levántate.

Ordenó el sexto luego de caminar un par de pasos al frente para abandonar por completo el puente de piedra. Viktor no se negó a la orden y se enderezó, espero unos por unos segundos las siguientes órdenes. Scaramouche sonrió con burla.

— Camina, no te mataré mientras no me traiciones.

El joven rubio sintió un alivio enorme en su pecho, casi agradecía al Arconte Anemo que lo dejara vivir por más tiempo. Viktor y el Sexto Heraldo de los Fatui se adentraron a la ciudad de la libertad, algunas miradas curiosas fueron a parar en ellos, ninguno le tomo importancia, se limitaron a caminar en dirección del Gran Hotel Goth.




¡Capítulo, listo!

Pobre Viktor lo que va a sufrir...!

Sí no lo recuerdan, Viktor es aquel Fatui que se encuentra dentro de la Iglesia de Mondstadt desde el inició del juego. El que nos pedía de favor que le buscáramos recuerdos o algo así.

En fin, una vez más, gracias por leer.

Y si, les juro que en un par de capítulos más ya estaré enviando a los viajeros hacía Liyue.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top