Capítulo 10
El problema no era no poder manejar la historia a su antojo, no. En realidad si lo pensaba, ella tenía un poder libre sobre su personaje. No importaba como actuará, podía hacerlo sin que el sistema mismo no le diera una advertencia, sólo no podía revelar información del futuro. El problema era el sufrimiento que tuvo que pasar para la etapa inicial y para que el dichoso sistema tuviera las ganas de decirle que hacer. Si antes era inútil, ahora lo es más.
Si bien, el sistema pudo a verle ayudado antes y decirle cómo usar sus talentos hydro. Pero no, sólo apareció cuando algo importante sucedía, cómo aquella vez en la que apareció para informar sobre su identidad.
¡Ni siquiera al inicio le dijo que era una reencarnación!
Esta bien, ella admite que lee novelas sobre reencarnación y todas esas cosas que te hacen ver qué reencarnar en un mundo es súper fácil. ¡No, señor! Nada fácil es convertirse en una reencarnación y llegar a un nuevo mundo, adaptarse cuesta y bastante. Eso es lo que le molesta, que el sistema in*** no sea más específico y ayude. Al menos le gustaría que el sistema fuera como el resto de sistemas, que si ayuda incluso dando instrucciones desde el tutorial.
¿Por qué el suyo es tan distinto al resto?. Suspiro con pesadez, trato de calmar su enojo para que no lo notarán ninguno de sus dos compañeros. Gracias a.. bueno, a quién sea que la escuchará, nadie se dio cuenta de aquel suspiro. Ambos chicos estaban bastante ocupados con el Fatui que no quería abrir la boca y revelar el paradero de sus compañeros, ella era paciente.
- ¿Y bien? ¿Dónde está aquella lágrima? - Diluc miraba con frialdad al pobre chico. Desde lejos podía verse el miedo que tenía y como no, si la mirada del pelirrojo era igual de feroz como la de un halcón. Aether se cruzó de brazos y espero a que la boca del individuo se abriera para darles una respuesta.
- ¡Esta bien! - exclamo con temblor -. Ellos están adentro.
Resulta que no fue necesario golpearlo para la respuesta, tal y como se imaginaba. Tras soltar un suspiro y poner los ojos en blanco, Agatha siguió a sus compañeros que se adentraron más en aquellas ruinas. Pero para su sorpresa, el escenario era distinto al que ella conocía en el juego, no pudo evitar que el mal presentimiento creciera en su corazón.
El desafio de las ruinas con el que se enfrentarían, no se trataba del mismo en el que se tenía que buscar una supuesta llave. Si no que, tenían que derrotar a un grupo de Fatui de la Élite: Electromartillador, Boxeador Anemo, Guardianes de cañón Hydro y Cryo y Doncella de espejos. En total eran cinco enemigos con los que pelearían, sin dudarlo el trio invocaron sus armas.
- Yo me encargaré del Electromartillador y el Guardián de cañón Cryo - el dúo miro al pelirrojo que comenzó a dar las instrucciones -. Viajero, tú encárgate del Guardián de caño Hydro junto con la Doncella de espejos y Agatha que se encargue del Boxeador Anemo.
Inmediatamente Agatha miró a Diluc. Si lo pensaba bien, puede que hubiera ventaja o pudiera que no. Aether peleaba contra dos hydros, pero la Doncella de espejos no era débil. Podía decir que incluso era más fuerte que el resto de los Fatui. No había de otra más que usar todo lo que había en sus manos contra su enemigo para ayudarlos. Agatha bajo una de sus manos a su cintura y tomo la máscara de Yaksha, la tomo y observó por un rato. No estaba convencida, pero no había otra opción por ahora, tendría que tomar el riesgo, tras soltar un suspiro profundo se la colocó. Pronto la deuda karmica se manifestó alrededor de su cuerpo, quiso gritar debido al dolor en su cuerpo y mente. Miles de imágenes inundaron su mente; las sombras del pasado se hicieron presentes, junto a ello, aquellas voces que la culpaban por sus errores cometidos en el pasado.
Aether miró a su compañera. Se había sorprendido cuando sintió una peligrosa presencia a sus espaldas, al principio pensó que se trataba de un enemigo, pero cuando observo a su compañera lo dejo helado. Diluc también se encontraba sorprendido, aquella energía impura era distinta al engaño que él llegó a usar, está era más peligrosa y sobretodo, poderosa. Era algo nuevo para él.
- ¿Qué hace una Adeptus en este lugar?
Uno de los Fatui abrió su boca, fue entonces que el pelirrojo presto más atención a lo que decían. Adeptus, si mal no recordaba, son seres casi tan poderosos como un Arconte. Ellos protegen de la nación de los contratos junto a su Arconte.
¿Porqué un ser tan poderoso está en Mondstad?
- No importa que sea una Adeptus, derrotemos a nuestros adversarios en nombre de la Tsaritsa.
- ¡¡Si!!
Los cinco Fatui se lanzaron a la batalla contra los dos chicos restantes, aquellos quienes los recibieron sin dudarlo. Mientras tanto, Agatha peleaba contra las sombras del pasado. Era la primera vez que usaba la máscara de Yaksha, jamás pensó que colocarla implicaría luchar contra el pasado; de nuevo maldijo al sistema por ser inu***.
Bonanus abrió sus ojos después de tantos años sin ver la vida humana. A su lado se encontraba Agatha con la apariencia de su mundo. Aunque ambas eran la misma, había diferencias entre ellas; la dulce mirada de Bonanus había desaparecido de su reencarnación, ella solo tenía una mirada triste. Ninguna de las dos se miro dentro de aquel espacio en la conciencia de la Yaksha, no hasta que el escenario frente a ellas, mostró la guerra de hace 500 años. Para la Yaksha fue triste volver a ver los recuerdos del pasado, para Agatha fue curioso y asombroso.
Los cinco Yaksha peleaban contra los seguidores del Dios enemigo. No muy lejos de ahí, Morax peleaba contra un Dios que albergaba una gran cantidad de energía maligna en su cuerpo. La Yaksha no tardó en darse cuenta que era aquel Dios que provocó que sus hermanos y ella sacubieran la deuda karmica, lo que ocasionó que Bonanus apretara sus puños y gruñera. Agatha solo la miro por el rabillo de su ojo, en silencio, luego regreso su mirada a la batalla. Para cuándo la guerra termino, Morax se encontraba sellando a un Dios con unas lanzas de piedra que Agatha reconoció como una de las islas de Liyue. No sé parecía a la actual, debido a que las lanzas eran más notables.
Poco después, el escenario cambio, pero ahora era distinto. La escena que mostraba su conciencia, era la del día en que la deuda karmica comenzó a sucumbir con más fuerza sus mentes, Bonanus lo volvió a recordar; los cinco se habían perdido en la locura llegando a olvidarse de ellos mismos y todo lo que sus ojos podían ver era a su mas grande enemigo. Bonanus aún recordaba como había visto en Menogias el rostro del culpable que destruyó a su familia.
Miró sus manos, aquellas manos manchadas de sangre. Bonanus se sentía vacía y perdida como una muñeca sin sentimientos, el océano del cual ella llevaba en sus ojos, había muerto. Vivir solo se convirtió en una fantasía y deseo su muerte. Pero su muerte no llego al día siguiente. Tuvieron que pasar 60 días para que aquel coral vacío se encontrará con el abismo frente a las playas de Liyue.
Ese día, con el brillo más hermoso que el sol pudiera darle a los mortales, ella murió sin luchar. Llegó a pensar que una vez muerta, ahora descansaría de todo aquel, grande fue su sorpresa cuando sus ojos vieron una sonrisa de bienvenida en un nuevo lugar.
- Lamento que tengas que llevar estos recuerdos contigo, Agatha - la voz risueña de la Yaksha hydro sonó en su mente. La más joven la miraba con asombro, aquella Yaksha sonreía con dulzura como sí tratara de ocultar todo su dolor dentro de ella. Bonanus camino sobre el agua que yacia bajo los pies de ambas, la Yaksha estiró su mano y tomo las mejillas de Agatha -. Tal vez te sientas decepcionada de ser mi reencarnación.
Agatha negó con un movimiento de su cabeza. Una pequeña curva se dibujo en sus labios y tomo la mano que se encontraba sobre su mejilla.
- No importa - dijo ella con una voz tranquila -. No será fácil, pero te aseguro que repararemos el pasado.
Bonanus sonrió con cariño y asintió soltando así unas últimas palabras para Agatha que solo ella podía leer. La conexión entre su yo del pasado y su yo del presente desapareció y ahora podía ver la batalla entre los Fatui y sus compañeros. Por última vez miro sus manos, la energía Adeptica hizo presencia.
- Gracias, Bonanus.
Ahora podía ayudar a sus compañeros.
[¡Bienvenida a tu verdadero mundo, Bonanus!]
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