38. Thinking Out Loud

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Thinking Out Loud


Las luces tenues de mi habitación me despiertan de nuevo. Son las 3 de la tarde y aun sigo sin dar a luz. Tengo el suero inyectado a mi brazo y me lo cambian a cada hora, es para que el dolor se me pase. Tengo hambre, me duele todo el cuerpo y necesito dejar de botar ese líquido porque me produce fatiga y estrés. Mi madre no puede pasar a mi habitación ni mucho menos mis amigos. Son las reglas del hospital y pues ando sola mirando la blanca pared a mi alrededor. Todo lo que veo es blanco y eso me marea. Aparece una enfermera para arroparme, con razón tengo tanto frio. Se lleva el pequeño envase donde bote el líquido amniótico y me dice que me recueste. Le pregunto si puedo comer y me dice que no.

Luego aparece el doctor indicándome que a las 7 pm voy a dar a luz. Me revisa y no he llegado al número indicado de dilataciones, pero sigo estando en 5 cm y faltan 5 cm. Me recuesto y sigo estando sola, viendo desesperadamente el reloj. Cuando uno esta apurado, es lento y cuando se esta relajado avanza más rápido. Odio a todos los reloj del mundo, me caen mal.

Gabriel no deja de moverse, está inquieto como yo. Apurado por salir. Yo también muero por verlo y aun faltan 2 horas para verlo al fin en persona y acariciarlo muchísimo. Darle un beso en la frente.

Jane pasa a mi habitación como si nada, no le hago caso, me da igual lo que haga. Saca la basura del baño y también limpia un poco el piso. Estornudo varias veces y le pido que no eche nada de cloro porque me produce una alergia insoportable. Se encoje de hombros y se retira dejándome el olor de cloro en la habitación. Lo peor es que no puedo levantarme y pegarle en el estomago, lanzarla de un octavo piso y escupirle en el rostro.

El doctor vuelve a mi habitación y todavía sigo teniendo 5 cm de dilatación. Me desespera, ya quiero que mi sufrimiento termine, en serio. Necesito que Gabriel ya nazca, me duele demasiado y como estoy sola sin mi madre, me siento peor. Aprieto los labios y pienso en una hamburguesa, doble queso y doble carne y doble de todo. No sé si es que estoy loca, pero me tranquiliza pensar en comida, y me fijo en los últimos acontecimientos que trae buenos recuerdos. Se me viene a la mente una canción y empiezo a cantarla en voz baja, sin que nadie me escuche, pues si llega a pasar no van a atenderme con amabilidad. Las enfermeras son un caso serio. Oigo gritos provenientes de la otra habitación y al parecer la mujer está sufriendo demasiado. Me levanto un poco y ninguna enfermera se le acerca. Menos mal que me estoy comportando bien y aguantando los dolores repentinos.

Sigo con mi canción y me quedo dormida de nuevo. No sé si estoy soñando o no, pero me relaja, incluso Gabriel se mantiene tranquilo durante esta larga hora de felicidad interna. Cuando despierto de nuevo, son las 6:30 según el reloj. Ya falta poco, ¡Yay!

—Es una amenaza. Son sus hijos, tiene que verlos.

—Señorita, el joven está trabajando y no puede atenderlo en estos momentos.

—No me interesa. Debe verme ahora, necesito dinero para comprarle los pañales. Déjeme pasar.

¿Nicole? ¿En el hospital?

—Se tiene que ir o llamo a seguridad. Usted decide.

—Segurísimo está aquí para ver a la tal Jess —dice mi nombre como si le produjera asco. Bueno a mí ella me da asco y ganas de vomitar, estamos a mano entonces—. Ojala se pudra en donde esta.

El doctor junto con dos tipos grandes y lentes oscuros intentan sacarla y nada. Ella se resiste. Sigue gritando el nombre de Xavier, hasta que llega éste con Jane y dos chicos mas. Se vuelve peor y grita más duro, hace que mi tímpano se reviente. Jane la controla un poco, pero nada. Ella se sigue negando a salir hasta que Xavier le de dinero.

— ¡Nicole, relájate! Necesitas descansar, amiga. Tus hijos te necesitan —Jane le habla despacio y Nicole le baja dos a su molestia.

¿Cómo una madre de una semana puede tratar así a sus hijos? Tienen pocos días de nacido y no les hace caso. Me da muchísima lastima por ellos, no merecen una idiota como la mamarracha. Mejor los hubiese dado en adopción para que no sufran, porque estando con ella supongo que sufren muchísimo. ¿Y la madre qué opinará al respecto? ¿Estará feliz que la mamarracha sea así con los gemelos? Esa señora me produce alergia. No entiendo cómo puede caer tan bajo. El cochino dinero, bueno el dinero no tiene la culpa, la culpa es que la gente manipula con eso y hacen sucios negocios con eso. ¿De qué trabajara la madre de Nicole que de la noche a la mañana se viste mejor? Según Donny siempre ha sido publicista y por lo veo los publicistas pueden ganar, pero no tanto, al menos que seas el dueño.

Seguramente es una demente narcotraficante de esas malvadas, que les gusta tener esclavos a su alrededor para sentirse más reina que la mismísima Reina Isabel. La mujer viste como si llegase tres animales encima, todo de piel y el cabello como Cruella De Vil, aunque esta se los dejo de color negro y se ve horrenda. Hay una discusión con Xavier y el pobre se enfrenta a las mujeres sin escrúpulos.

— ¿Todo por Jess? Es una fracasada. Júntate con gente como nosotros, tenemos el poder del dinero.

—No es asunto suyo. Ahora lárguense, estoy trabajando —Xavier se separa de todos y camina en dirección contraria a donde van ellas. Nicole echa chispas por la boca y lo maldice hasta que se pierde de vista.

Mi habitación es una sala de chismes, al parecer aquí veo de todo y escucho de todo. La bruja y su brujita desaparecen junto con Jane. Hay que ver que la felicidad no es tener millones, no creo que los millonarios actúen así tan ridículo como la madre de Nicole. Me dan asco.

—Disculpe la interrupción —dice Xavier desde la puerta—. ¿Puedo pasar a ver lo más lindo que tiene el hospital?

—Si te refieres a la habitación, no esta tan mal. Solo que deberían pintarla en un tono más alegre. Tanto blanco me pone triste —le contesto señalando las paredes blanquecinas.

—Siempre tan bromista, mi nena. Me refiero a ti. Y tomare en cuenta el color de las paredes. ¿Cómo te sientes? Ojala estuviera yo allí en la cama soportando ese dolor que tanto maltrata tu hermoso cuerpo.

—Mejor. Tengo demasiada hambre —le digo.

—Pobrecita.

—Estoy bien, puedo aguantar un poco más.

—Perdona si te hago sufrir, Jess.

—No me haces sufrir.

—Perdona por todo, Jess. Mi mundo esta al revés, aunque si te veo al revés más linda te ves y me salió un verso sin mucho esfuerzo. Mejor sigo, vendré cuando sea el momento. Yo quiero sacar a mi hijo de tu hermosa pancita.

Se despide de mí con un beso en la frente y se retira a continuar su labor. Al parecer hay muchísima gente en el lugar y todo está demasiado congestionado. Muchos nos pusimos de acuerdo para dar a luz al mismo tiempo. Suena loco, pero es demasiada casualidad.

Sigo tendida en la cama con ganas de comerme 25 hamburguesas con doble carne. Pienso en el queso derretido y el sabor que debe tener. Todas las salsas del mundo y dándole un mordisco. Es horrible no poder comer y siento que me karma por dentro. No quiero pensar en las comidas, me esta afectando el cerebro.

Sobo mi barriga haciendo movimientos circulares como le indico el doctor. Nuevamente caigo en un profundo sueño. Esta vez sueño que estoy en una nube y hay mucha gente esperando que diga algo, no sé que es peor el sueño o lo que esta en su contenido. Abro los ojos y el doctor junto con mi novio están tocándome la frente.

—Vamos, Jess. Tú puedes.

¿Tan rápido? Miro el reloj y marca las 8:35 pm. Siento que dormí demasiado.

—Si pujas cuando te lo indique, lo haces. No grites, ¿de acuerdo?

Asiento sin hablar. Pienso nuevamente en aquella hamburguesa, me embriaga la ansiedad. El doctor me dice que me prepare, cuando sienta el dolor pujo. ¿Qué demonios es pujar? No tengo la menor idea. No sé qué coño significa pujar, pero lo intento y no es lo que estoy haciendo en apretar la barriga. Explica que cuando voy al baño y hago mis necesidades, sobre todo la número 2, eso es pujar. ¡Okey, voy de nuevo! Estoy feliz y un poco angustiada. Xavier esta a mi lado, el cobarde no se atreve a sacar a Gabriel.

— ¡Puja, Jess! —indica el doctor, justo me viene el tremendo dolor como si me jalaran mi cosa intima a través de un imán. ¡Como duele, carajo! Me indica nuevamente y voy con todo. Veo la cabeza de mi nene y continúa diciendo que lo siga haciendo. Tres dolores vienen de nuevo y aprieto los labios para no gritar. ¡AHHHHHHHHHHH! DUELE DEL CARAJO. Me provoca maldecir a todo el mundo y matar gente.

¡AHHHHHHHHHHHHHHHH! Este dolor ha sido el más fuerte de todos. No sé si lo estoy haciendo bien o no, por lo visto no hay quejas por parte de nadie. Continuo pujando con fuerzas. Falta la barriga y los pies. Hacemos una breve pausa para respirar un poco y muero de sed, me siento sudada y asquerosa, eso no importa ahora, primero sacar al bebe y luego comer y bañarme.

— ¡Puja! —grita el dolor y hago lo que me dice sin replicar. Me vienen muchos dolores y supongo que el bebe estará a fuera en pocos minutos—. Dos mas y vienen los pies, Jess.

Pujo con todas mis fuerzas, y siento que mi esfuerzo vale la pena. El bebé sale al fin. Blanco como las paredes, suave como la seda y hermoso. No grita ni hace escándalos. El doctor se lo pasa a la pediatra para que lo examine y ver que tiene todo correcto. Quedo tendida en la cama sin dolor, me toco mi barriga y esta plana como antes. Sacan el resto de cosas de mi barriga y me limpian. Luego cosen la parte de donde salió Gabriel. Seguramente no voy a poder hacer muchas cosas.

La pediatra me lo muestra, pues no puedo tocarlo. Tengo demasiada sangre y no puedo moverme o me hacen daño.

— ¿Esa cosa salió de mi? —le pregunto.

—Una cosa muy hermosa —responde la pediatra.

—Tiene las bolas enormes, ¿Xavier tú también la tienes así?

Se ruboriza y a mí me dan ganas de reírme y no quiero hacerlo porque me duele demasiado. Esa enfermera si es sádica y pervertida, apenas tiene un minuto de nacido y ya se lo están buceando.


**

El milagro de ser madre es asombroso. Me mantengo despierta y observo como duerme. Aun no se parece a nadie y es tan delicado que no quiero que reciba daños de nadie. Respira agitadamente y mantiene sus manitos cerradas. Es hermoso. Una cosita hermosa. La cosa más hermosa que existe en el mundo.

Gabriel Alexander, 48 centímetros y 2800 kilos. Casi nace siendo libra como su padre y como yo, pero es virgo como mi padre. 20 de septiembre. Lleno la planilla de nacimiento con mis datos y Xavier ya los lleno. Le tienen que colocar las respectivas vacunas, y cuando lo hacen aprieto los labios y mi niño no llora, solo emite un grito ahogado y después se queda tranquilo.

Mi madre, Summer, mis amigos, dos primas y parientes lejanas ven a mi bebé. Muchos trajeron regalos y todos desean cargarlo. El último en llegar es mi padre acompañado de Xavier y su papá.

—Felicidades, hija. Muy orgulloso de ti.

—Ahora empieza un nuevo camino en tu vida —comienza mi madre a quitarle la emoción de las palabras a mi papá. 

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