Capítulo 5

Capítulo 5

Una semana después, una tarde de Septiembre.

Laura dejó su taza de manzanilla en la mesa de la cafetería, llevaba un gorrito de lana a juego con el uniforme de clase. Era viernes y estaba reunida con sus amigas en una cafetería cerca de la casa de Rebecca.

-¿Enserio no te has acostado todavía con Pablo?.- le preguntó una descarada Rebecca.

-Sola hace un día que me pidió ser su novia no iba a tener sexo desenfrenado, puede que dentro de dos o tres años…- no pudo seguir la frase ya que Rebecca se puso a pelear de por qué era tan monja. En cambio Marta no dejaba de ver su teléfono. Laura se sentía apartada. Puso un poco más de azúcar a su manzanilla. Iba a sacar su libro para leer algunos capítulos cuando cayó un papelito pequeño

El chicle de Sandía. No sabía por qué pero lo guardó de nuevo en su mochila. Theo. No sabía nada de él desde que se cambió de sitio. Al principio le molestó pero aún más le molestó cuando supo que había ido con la rubia de senos grandes. Después de lo del chicle no le habló más, ninguno lo intentó, ¿de que iban a hablar?. Marta chilló asustando a todos.

-¿Qué pasó?.- le preguntó Laura. Marta enseñó su teléfono. “Fiesta de último día de verano”

-Veo que el nombre no se lo han currado mucho la verdad.- repuso la chica de cabello negro.

-Cállate, solo mira, ¡fiesta este sábado!, ¿qué dicen?.- Rebecca asintió entusiasmada hace pocos días se reconcilió con David, un revolcón bastante gratificante.

-¡Necesito marcha!.- gritó.- ¿Os apuntais?.- las miró a las dos rubias que faltaban por contestar.

-He quedado el sábado con Pablo, lo siento chicas.

-¿Y tu Laura?.- ¿Qué iba decir ella? no tenía nada que hacer, aunque ver un capítulo de Los Padrinos Mágicos con un tazón de palomitas sería mejor plan.- Decidido Laura va.- proclamó Rebecca.

-Bien vale.- Marta les dijo lo que tenían que llevar que era básicamente ropa “hawaiana” y un bañador ya que iba a ser en la playa.

Todas se despidieron, Laura iba a coger el autobús cuando vio un chicle de Sandía tirado justo al lado suyo.-No puede ser.- susurró. Buscó en su mochila y encontró el chicle. Cogió el del suelo y miró a todos lados.- ¿Cómo puede haber llegado esto aquí…?.- dejó de hablar cuando vio un número marcado con tinta negra imborrable en la parte atrás del envoltorio del chicle.- Esto tiene que ser una broma.- llegó su autobús e indecisa cogió de nuevo el chicle. Ya en su asiento escuchó su móvil sonar. Un mensaje. Abrió la tapa de su móvil y abrió el msm.

“Por cada chicle dulce tu serás un poco más dulce conmigo”

Miró el número del teléfono, coincidía con el del chicle.- Santa patata.- era lo único que podía decir. Tocó la cadena que le regaló su abuela antes de morir y cerró el teléfono.


Ya en su cuarto tiró el los dos chicles en el cajón al lado de las entradas de Simple Plan. Por dios esto es una locura, pensó. Salió de su cuarto para hablar con sus padres sobre la fiesta. Su padre estaba en su pequeño despacho y su madre estaba al lado de él solucionando también unos problemas de su trabajo.-Hola.

-¿Qué pasa pequeña?.

-Nos han invitado a una fiesta mañana estaré aquí antes de las once que digo a las diez en punto.- cuanto menos estuviera sería mejor así no vería a tantas personas fuera de control.

-Está bien.- dijeron sin siquiera verla.

-Perdona, ¿qué?.- su padre lo miró.

-Si me das tu palabra de que estarás aquí a las once me parecerá bien además nosotros tenemos una fiesta con unos amigos así que estaremos por lo menos a las doce y me enterare si has llegado temprano o tarde ya que te llamaré a las once en punto al fijo y si no contestas estarás dos meses castigada.- Laura tragó saliva por el gran discurso sobre protector de su padre.

-esta bien, gracias.- los abrazó y regresó a su cuarto.

Un sábado caluroso de Septiembre

Ya había elegido todo. Llevaría una camiseta corta con estampado de flores parecidas a la de Hawaii, unos shorts y unas sandalias marrones. Por dentro su bikini negro un poco soso pero estaba negada a entrar al agua. También se negó a maquillarse así que solo se dejó el pelo suelo y agarró un sombrero de paja que había comprado su padre hace años y que ahora lo estaba utilizando ella. Un bolso para llevar sus pertenecías y bajó corriendo escuchando el motor del coche de Marta.

Rebecca al mirarla le empezó a tirar piropos obscenos, ella solo corrió al coche cerrando la puerta con ella. Rebecca llevaba un sujetador deportivo con unos shorts rojos y un sombrero similar al suyo. Marta que era la que conducía ya que se sacó recién el carnet llevaba directamente el bañador junto con una camisa blanca y unos shorts caquis. Parecía la monja del grupo.

Media hora y un montón de canciones de Maldita Nerea* salieron del coche mirando como la playa estaba llena de personas que no conocían. Esta parte de la playa era una zona privada solo rentada para fiestas o bodas así que él hubiera organizado la fiesta le habrá costado unos cuantos billetes de quinientos.


Todas la mujeres estaban vestidas con flores en los collares y en cuanto entraron un chico les puso un collar de flores y les entregó una copa de Cherry Cola* le alegró que por lo menos no fuera alcohol pero en cuanto lo bebió lo escupió, era Cherry Cola con whisky.- Qué asco.- tiró la sustancia a la arena mientras sus amigas se lo beben como agua. La música era muy pegadiza y todos bailaban o cantaban, o las dos cosas a la vez. La playa conectaba directamente con un muelle. No quiso ir porque seguramente estarían dando el lote alguna pareja. La canción que sonó a continuación la hizo sonreír.

I Want It That Way the Backstreet Boys. Se la sabía de cabo a rabo ya que se acordaba de cómo su madre la cantaba cuando preparaba la cena, era su grupo favorito en cambio su padre era más de Gun’s Roses.- ¡Vamos a bailarla!.- Rebecca  y Marta la llevaron a el centro y bailaron un poco la canción aunque más la cantaron. Miró su reloj de muñeca. 9:30, no quería decirlo pero se lo estaba pasando bien.

.-¿Theo?.- susurró al ver cómo el chico de ojos grises similares a los suyos caminaba sin vacilar hacia ella. Iba a escabullirse cuando lo vio pasando por su lado y saludando a Rebecca. Apretó los puños y miró a Marta que miraba la escena desconcertada.

-¡Lau...Laura!.- se dio la vuelta para ver a su ruloso amigo.

-¡Carlo!.- sonrió al instante de verlo. El ruloso se abalanzó a ella, casi se cae pero él la sujetó de las caderas.-¿Qué haces aquí?.-sonrió de lado.

-Mi hermana celebró esta fiesta.- señaló a una pequeña pero hermosa chica llena de rulos bailando con unas chicas.- Yo solo estoy aquí como guardaespaldas.

-Me alegro.- por un momento se sintió observada pero lo descartó aún mirando a Carlo.

-¿Te apetece algo de beber?.- negó.

-No soy muy del alcohol.- al ruloso al parecer le gusto la respuesta ya que le agarró de la mano. Por primera vez lo vio sin esos lentes tan horrendos, está guapísimo.

-¿Y tus lentes?.

-Lentillas.- caminaron hasta llegar a un chiringuito también de la playa.- Dos coca colas.- le dijo al camarero este trajo dos botellines ya abiertos.

-Gracias.- bebió la bebida.- Pensaba que sólo iba haber alcohol.

-Mira.- le señaló el muelle.- ¿a qué no te atreves a tirarte?.- el Carlo sin gafas parecía más rebelde. Lo que hacían unas gafas.

-Ni de coña hace mucho frío.- era un vil mentira, estaban en la mitad de septiembre y aún el calor se sentía.

-Gallina, si tu ganas haré cualquier cosa.- le pareció tentativo.- Y si gano yo y tu no te tiras tendrás que bailar una conmigo.- le sonrió. Ella se sonrojó. Bailar, no gracias.

Miró el agua, oscura, todavía nadie se había tirado, sería la primera.- Está bien, pero harás cualquier cosa.- asintió el ruloso. Caminó con Carlo detrás de ella.

“Respira Laura, respira Laura” - sus pensamientos se vieron apartados cuándo escuchó la voz entusiasmada de Marta.- ¡Laura se va tirar, Laura se va a tirar!.- La gente la miró y formaron un corrillo en el muelle. Estaba asustada que se cayera por el peso de todas las personas. Al rato escuchó. “¡Laura, tirate, Laura tirate!” por la gente. Se quitó la camiseta y dejó al descubierto la parte de arriba de su bañador. Después fueron sus sandalias y por un último los shorts. Recibió algunos piropos obscenos pero después miró a Theo que sostenía una botella de cerveza. Estaba sujetando de la cadera de Rebecca.


¿No se suponía que amaba a su novio?. Hizo carrerilla y se tiró al agua fría del mar. En cuanto salió del agua escuchó varios aplausos.

-¡Queda inaugurada el mar para nosotros!.- gritó Carlo tirándose el segundo. Después de él la gente empezó a tirarse gritando y riendo.

-Me debes una Carlo.- río. Su amigo se había quitado la camiseta y se le notaban algunos cuadraditos que empezaban a salir en su estómago.

-Sip, para eso estamos los amigos.- se acercó a Laura y la abrazó. Estaba helado pero le gustaba.- En dos semanas te has convertido en mi mejor amiga.- le llenó la cara de pequeños besos.

.

-¡Carlo!.- empezó a reír. Enredó su manos en el cuello del chico y paró de reír al ver que los labios del chico se había parado cerca de sus labios. Lo miró. Estaba nervioso.- Mejor que nos vayamos, ¿verdad?.- el chico asintió. Recogieron su ropa y se fueron a la playa ahora desierta.

-Laura, te tengo que pedir un favor.

-Cualquiera.- le sonrió confiada.

-Me ha empezado a gustar alguien.- Laura susurró un “oh”.- Pero es de mi mismo sexo.- Laura abrió los ojos sorprendida.- Estoy muy confundido Laura, ¿y si soy gay?.- la miró aterrorizado.

-Solo hay una manera de comprobarlo.- se acercó a Carlo.- Besame y así verás si lo eres o si solo estas confundido.

-No puedo hacerte eso Lau, eres mi amiga.- Laura se sentó al frente suyo, lo cogió desprevenido. Pero en cuanto lo besó el abrió la boca para dejarle pasar, le abrazó y la tiró a la arena. Pronto Carlo intensificó el beso. Se separaron y Laura por fin pudo respirar.

-Eso fue muy raro.- la miró.- Pero me gustó.- Laura tampoco lo pudo dudar, le había gustado y mucho.

-Entonces…¿qué harás?.

-Dejaré que la marea se tranquilice un poco.- Laura no lo comprendió y Carlo sonrió.- Dejaré que las cosas fluyan poco a poco.

-¿El chico que te gusta es gay?.- Carlo negó.- ¿Es de nuestro curso?.- asintió.

-Hay dios mi bebé.- podría haber salido corriendo por lo incómoda que se sentía pero solo abrazo a su amigo.

-Laura me gustas.- susurró en su cuello cuando estaban abrazados .- pero por él siento un amor impresionante me da hasta miedo todo esto es nuevo para mí.

.

-Ve a por el, mira no entiendo muy bien de relaciones ya que solo he tenido dos novios pero si lo quieres ve a por él.

-Para no saber tanto de relaciones besas muy bien jodida.- Laura se sonrojó. Miró su reloj, 22:40.

-Me tengo que ir.

-¿Tienes algún transporte?.

-Mis amigas me llevaran tranquilo.- le dio un abrazo.- Nos vemos el lunes.- se separó y empezó a buscar a Rebecca y a Marta. Las encontró en una hoguera que habían hecho pero antes de poder decir algo alguien la cogió del brazo.

-Sube.- Theo. Tenía aparcado su moto

-No.- negó. Se le veía muy mosqueado.

-¡Qué te subas!.- ella negó enfadada.- ¡Pero tu quien te crees para besar a ese puto empollón de mierda, y pensar que he sido un gilipollas intentando conquistarte!.- espera, rebobinemos.

-¿Qué has dicho?.- susurró aterrada. Pero no le dio tiempo de decir nada ya que Theo ya se había subido la moto y estaba arrancándole.- ¡Theo, Theo!.- le gritó pero ya se había puesto el casco.

-Quedatelos.- le tiró un par de chicles a la cara y arrancó por completo dejado la más confundida.

Chicles de Sandía, cinco en total.

Tenía que hablar con él.

-¡El número!.- se acordó del número en envoltorio de chicle pero pronto se acordó que estaba en su casa. Arrastró a Marta - Ya que Rebecca quería seguir con la fiesta- hasta su coche y arrancó.- ¡Date prisa o mi padre me matará!.

-Callate o tendremos un accidente y te lo digo enserio.- cuándo ya vio su urbanización se fue dándole un adiós y subió la escaleras hasta su departamento. 22:58. Le temblaban tanto las manos que le costó meter la llave en la cerradura. Escuchó el teléfono fijo y se tiró a cogerlo.

-¿Si?.- escuchó la risa de su padre.

-Que bien que me hayas hecho caso hija, mira tu madre esta un poco borracha así que nos quedaremos en la casa de unos amigos, ¿no te importa, verdad?.

-Claro que no.- después darle su charla de padre sobreprotector fue corriendo a por el chicle con el número.

Tenía su teléfono en la mano, los números estaban anotados y solo le faltaba tocar la tecla verde. Lo apretó y escuchó un “piii, piii”. Nadie contestó en cambió recibió un mensaje.

“Estoy en la entrada de tu urbanización”

Se cambió de ropa, un short de deporte y una camiseta negra con unas sandalias. Agarró sus llaves y fue haber al chico de ojos grises.

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