soy yo y al final sigo siendo yo

Hola. Soy yo, Coni. Esta es una carta de mi para mi, muy muy personal. Necesitaba escribirlo, necesito que alguien lo lea por que no puedo hablar. Y no es que l tenga prohibido, al menos no por otra persona. Es mi decisión no hablar, por que no me siento capaz de hacerlo.

Esto es algo muy, pero muy privado.  Si no quieres cambiar tu opinión de mi, no la leas.

Si ti curiosidad es superior a eso, por favor, No me trates con pena o me des falsas fuerzas y me digas que estarás ahí para mi.

No lo hagas, sólo léelo, y si quieres estar, estalo, pero no me mientas con palabras bonitas.  

Siempre pensé que la acciones son más fuertes que las palabras, lo dice una escritora que TUVO que escribir esto por que no pudo decirlo en voz alta.

 

Y yo, me siento ahogada, si.

Es una completa oscuridad. Asfixiante, fría, solitaria, cruel. . . Pero la elijo, una y mil veces más la elijo.

La conozco, crecí en ella, me moldee por ella, vivo en ella y, tan sólo imaginar el intentar separarme, me aterra.

Me da miedo la luz, es extraña, me ciega con su incandescente claridad. Tengo miedo de ella, en las sombras estoy cómoda, las conozco, prefiero que me ahoguen en su penumbra que exponer mi cuerpo a algo desconocido.

Soy una cobarde, de eso no hay duda, soy miedosa, muy miedosa. Me da miedo todo, estoy alerta, siempre; pero no significa que este con la guardia baja. Por que tengo algo dentro de mi, muchas voces recurrentes y lo dicen.

Me dicen que tan fracasada soy, me dicen que tan sola me siento, me recuerdan cada vez más aquello de lo que me arrepiento, me castigan, me matan, envenenándome poco a poco con esas cosas que se que son ciertas, que se que me desgarran por dentro, que queman como hielo y siento ese lazo en el cuello como unas manos que me aprietan cada vez que intentó decir algo.

“No lo mereces” “No lo pidas” “No lo disfrutes” “quiero morir” “me gustaría morir” “¿Por qué piensas que tu muerte haría mejor las cosas?” “Mal agradecida. No pasas frío, estas gorda por toda la comida que comes, estudias lo que te gusta ¿por qué estas tan infeliz?” “Mal agradecida” “tanto quieres morir ¿Qué ganarías con eso?” “Sólo eres una egoísta, Arias sufrir a quienes te aman” “¿por qué me aman?” “¿Qué hay de bueno en mi?” “¿Qué hay malo en mi?” “tienes todo ¿por qué no eres feliz?” “hay personas que pagarían por tener la vida que tu tienes, y aun así ¿No es suficiente? Mal agradecida.”

¿Por qué me levanto de la cama? Me siento vacía. Estoy molesta. Lastimó tanto a los demás. Preocupado tanto a los demás. Odio tanto a los demás. Amo tanto a los demás. Me odio tanto a mi. Me odio. Me odio. Me odio.

Odio los espejos. No entiendo como las personas pueden siquiera girar sus ojos en mi dirección. Soy una mentirosa.

Soy una hipócrita ¿por qué le exijo a los demás que me cuenten sus problemas? ¿por qué trato de mejorar sus vidas si ni siquiera puedo salvarme a mi misma? Tal vez quiero tratar de enmendar mis errores con los suyos, así es más fácil. Tal vez quiero eclipsar mis problemas con los suyos. Tal vez quiero sentir que puedo servir para algo.

Quiero gritarlo, quiero decirle al mundo “necesito ayuda, la necesito ¡la necesito tanto! Quiero que alguien me salve, quien sea, sálvenme ¡necesito que me salven!” pero no puedo. Ya sea por la precio social, o por mi propia imagen mental monstruosa que tengo de mi misma. No merezco ser salvada, además ¿para qué? No tengo nada que ofrecer.

Martín me acaba de escuchar llorar, soy un asco. Ni siquiera puedo decirte con palabras lo mucho que me arrepiento y lamentó que yo te haya tocado como hermana, siendo que hay muchas más que hubieran sido una mejor elección, fui yo la que te tocó.

Todos mis errores, todos mis miedos, todo, absolutamente todo lo malo que hay en mi, me aterra de que tu pienses así de ti. No soy una buen ejemplo, jamás lo voy a ser, y quiero cuidarte tanto pero no se como. Soy un fracaso como hermana y por eso lo lamento tanto. Lamento tanto haberte dicho las cosas que te dije, haber hecho las cosas que hice, haberte hecho ver mi inutilidad y que tu, de entre todos tu, tuviera que detenerme de mi debilidad de hacer algo irreversible. Lo lamento. Lamento tAnto haberte hecho sufrir. Y quiero cuidarte tanto de mi misma, te amo tanto que siento que no te merezco. Por eso me escondo, no merezco a nadie que tengo. No los merezco. Ustedes son tan pero tan buenos que nunca podría devolverles lo que me dieron, y eso me mata.

Me escondo, me aisló, me adentro en la seguridad de mi soledad para resguardarlos del asco que doy. Pero también lo hago por mi. Me da miedo herirlos, pero me da aun mas miedo salir herida. Decir algo y que se enojen, que se den cuenta de que no valgo nada y me echen. Tengo miedo, tanto miedo de estar sola, pero prefiero eso. Prefiero seguir escondiéndome hasta reventar, hasta que todo acabe naturalmente y no darles ningún disgusto mas.

Me resigno a quitarme la vida, No importa que tan fuerte sea ni deseo de dejar de sentir dolor (a pesar que la idea ronda en mi cabeza de vez en cuando, no lo voy a negar, no puedo negarlo) pero si yo me fuera de esa manera ¿Qué pasaría con ustedes? Mi elección egoísta los habría hecho pensar que fue su culpa, la culpa de ustedes y no la mía como en realidad es. Por no ser nunca suficiente, por no ser la mejor en todo lo que hago bajo MIS propias expectativas, por no superar todo, por dejarme vencer ante la tristeza que ya me gano.

No me importa, hace mucho tiempo que me dejó de importar mi salud, mi aspecto. Soy un monstruo. Uno horrible que se mira en el espejo sólo para eliminar las imperfecciones en su piel, sin importarme lastimarte si eso significa que puede verse un poco mejor; No lo hace, nunca mejora, No importa cuanto lo intente, No importa cuanto finja e intente cambiar, nunca pasa nada. Nada cambia. Siempre lo mantengo igual por que se que nada va a ser diferente.

No importa que tanto me duelan los dientes. No me importa cuantos números estén en la balanza. No me importa morir de forma lenta, aún que se que en el momento que vaya a suceder me voy a arrepentir. Lo tengo muy claro, yo misma me estoy cavando mi tumba, yo misma me voy a probar de los placeres que ahora me hacen sentir un momentáneo sentimiento de gozo.  Pero ahora, No me importa y no creo que me empieces a importar ahora.

No soy buena hablando de mi, lo tengo muy claro, No hay cosa que más deteste. No hay cosa que más odie, por que se que sea lo que sea que vaya a decir de mi hará daño a quienes me rodean y me aman.

La nube en la cabeza que tengo, mi lugar de descanso y zona de confort hace mucho que dejó de ser un Palacio encantador. Sigue pareciéndolo, por la superficie, por debajo está el calabozo donde todas las noches trato de dormir y dejar de pensar. No lo hago, nunca dejo de pensar, y es donde ellas vienen. Mis miedos, mis arrepentimientos, mis pecados. Todos ellos toman formas ambiguas, susurran, me persiguen, me asfixian o me encierran en lugares tan pequeños y estrechos que solamente puedo despertarme con un temblor y llanto silencioso. Pero es tan bien, pasa pesadillas es tan bien, el dolor se va con una caminata nocturna y algo de música. Pero lo cruel son los sueños, aquellos deseos que no me atrevo a expresar, aquella felicidad que sólo mi mente me puede dar a veces aparece por la noche y me hace disfrutar de verdad. Me hace feliz de verdad, tan feliz que el tiempo sigue su curso sin que me de cuenta. Y entonces me despierto, me despierto y me odio por que quiero seguir durmiendo pero no puedo. Las pesadillas es tan bien, son solos sueños, los sueños son crueles por que son sólo sueños ¿No se si se me entiende? Si, claro que si. No soy la única presa por su propia mente, y jamás lo seré.

Quiero tanto ayudar a todo el mundo. Quiero tanto hacerlo felices, hacer que se sientan queridos, escuchados, amados. Pero no me siento bien al ser feliz, al menos no después, no me siento bien al ser querida por que siempre quiero más, pero los alejó, quiero gritar todo mi dolor pero se que no va a pasar por que en ese caso soy muda, quiero tanto que me amén, pero rechazó. Siempre lo hago, por que no me siento digna, muy en el fondo de mi ser se que si, todos merecen ser amados, que si, todos cometemos errores, que si, todos podemos aprender de nuestros errores y que todos tenemos derecho a ser feliz, pero hice callar tanto a esa pequeña voz para escuchar mejor al resto de ideas macabras que habitan en mi cabeza, esa voz sigue ahí, pequeña,  dulce y escondida en todo lo que hago.

En todo lo que dibujo, en todo lo que escribo, en todo lo que hago o tengo el despecho de amar, siempre está ahí presente. Alguien a quien salvar o alguien que necesita ser salvado, a veces la dos. Por que esa pequeña voz  estas presente en todo lo que hago, siempre está ahí, rogando ser botada y con la esperanza aún a flote, pero todo eso es ficción.

Esa pequeña voz está escribiendo eso, unánimes que abrazo mi corazón mientras la llave de agua de mis ojos se abría y me decía “está bien. Sólo, déjalo ir Coni, está bien sentir de mal.”

Esta bien ser raro.

Esta bien equivocarse.

Esta bien sentir dolor.

Esta bien, vas a dañar a las personas y las personas van a dañarte, así es la vida.

Y eso está bien.

Esta bien desmoronarse y no querer continuar.

Esta bien, está bien.

Pero tu no está bien, te estás asfixiando, y te da a miedo respirar.

Pero, eso está bien. Ahora, respira.

Respira, siente el dolor.

Abraza tu oscuridad, siéntela, ódiala, témele, amala.

Abraza tu luz, siéntela, quémate, atérrate, amala.

Pero acéptala. Sólo tienes que aceptarla.

Aceptarlas, oscuridad y luz. Los negro y blanco. Lo malo y bueno.

Ámalos. Por que no puedes huir de ellos, no puedes esconderse de ellos, no puedes rechazarlo.

Entiéndelo.

Y el día que lo entiendas, el día que lo aceptes.

Ese día, ese día estarás bien.

.

.

.

.

Constanza Victoria Baranzelli, una carta de mi para mi.

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