-Tres-

Cuando por fin entro al departamento y cerro la puerta, pudo sentir que respiraba con normalidad, pero había algo muy distinto allí dentro, recargo su peso sobre la puerta ya cerrada, y soltó un largo resoplido, para después levantar el rostro.

Silencio...

Eso era lo que gobernaba en aquel lugar, el silencio, solo eso, no había más que eso, y solo le hacía poner mucho más deprimido de lo que ya estaba.

Después de haber identificado el cuerpo de Yoongi, aviso a sus padres de inmediato, odio hacerlo, escucharlos tan alegres de recibir una llamada suya, y después escuchar a la madre de Yoongi tan emocionada e ilusionada por querer hablar con su hijo, se maldijo por haber apagado esa emoción de alegría, se maldijo por convertirla en total tristeza.

El funeral fue breve, pequeño, algunos familiares de Yoongi presentes, y algunos amigos, los padres de Jimin ni siquiera habían podido asistir debido a un viaje de negocios en Taiwan.

Miro sus ropas, ¿quién diría que terminaría utilizando el mismo traje negro, con el que había ido a si primer cita con Yoongi? El simple hecho de colocárselo había hecho que sintiese un terrible nudo en su garganta, ¡oh peor! Parecía que se había tragado una maldita pelota de pin pon, pues ni siquiera se sentía con las ganas de respirar.

Las palabras del sacerdote oficiandole una misa a Yoongi no habían sido de lo mejor, por unos momentos Jimin había creído que todo se trataba de un mal sueño, que cuando se despertase, encontraría a Yoongi dormido a su lado, con su mejilla aplastada sobre la almohada y en su dirección, sin siquiera darle la espalda, y él... él le miraría, y sonreiría por tener a un chico tan lindo a su lado, pero lamentablemente para Jimin, no era un sueño, ni siquiera la peor de sus pesadillas.

"¿Por qué Yoongi? ¿Por qué lo hiciste? Pudiste haber dicho algo al respecto."

Jimin por fin dejo de recargarse en la puerta y comenzó a caminar para dirigirse a la estancia, para cuando ya se encontraba en aquel lugar, no hizo más que dejarse caer sobre el sillón, y quedarse allí, llevo sus manos hacía la corbata que llevaba puesta y le desato, quito los primeros botones de su camisa blanca y abrió su saco negro, aún podía sentir el maldito nudo, ni con un solo trago de saliva se iría, lo sabe, no es tan fácil, la tristeza jamás será fácil de eliminar.

Seguramente, si esté no fuese un día triste, Yoongi le hubiese recibido con una sonrisa, se hubiera acercado, le preguntaría sobre su día en el trabajo, hablaría de lo que ha cocinado, y de seguramente alguna queja pequeña por un vecino molesto o por una llamada telefónica, sonrió nostálgico al percatarse de que ya no tendría eso en su vida.

"Y pensar que quería que ya no estuviese a mi lado."

Yoongi a veces podía hacer de su vida la más dulce, pero en ocasiones no se sentía de ese modo, sentía que Yoongi era un estorbo, pero no lo es, Yoongi se trataba de una persona buena y amable que trataba de esforzarse por complacerlo a él, y solo a él.

"Yoongi..."

El solo pensar en su nombre hace que las lagrimas quieran volver a salir, ni siquiera se atrevió a llorar en el funeral, no frente a todas las personas presentes, en cuanto todos aquellos le dieron sus condolencias, Jimin lloro, no pudo evitarlo, las lagrimas salieron por si solas, recordandole lo doloroso que sería no tenerlo a su lado de nuevo, no ver esa sonrisa, esos preciosos ojos gatunos que tanto le caracterizan, no escuchar esa bella risa, fue en ese momento en que se había percatado que no se trataba de un mal sueño, si no que se trataba de la realidad.

Y ahora por su cabeza solo pasaban los momentos en que había hecho a Yoongi sentir menos, esos en que se enojaba por cualquier estupidez, a veces se sentía con la necesidad de reprocharle algo a Yoongi, no entendía lo que le pasaba, pero en su cabeza estaba bien lo que hacía, y eso provocaba que Yoongi se sintiera mal, ¿acaso esa había sido la razón por la que Yoongi había optado por suicidarse?

"Lo mate..."

Y esa sola idea hizo que de nueva cuenta más lagrimas comenzaran a salir por sus ojos, resbalando y cayendo por sus mejillas, inundando por completo de tristeza su pecho, oprimiéndolo sin pudor alguno, para hacerle sentir dolor, ese enorme dolor que no sería nada fácil de quitar.

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