Capítulo 19 Cartas
-¡Ya voy! –Gritó poniéndose las pantuflas, caminó por el pasillo, atravesó la cocina hasta llegar a la recepción y abrió la puerta –¿Quién...?
Stephen entró apresurado y cerró la puerta detrás de él para después besar a Yessabell con desesperación.
-Yessabell...–Murmuró entre besos –Mi amada Yessabell...
-Stephen..–Ella se apartó un poco y lo vio de pies a cabeza –¿Qué haces aquí? –Preguntó caminando hasta la cocina para tomar un poco de agua.
-Dejemos las preguntas para después –Tomó el rostro de ella entre sus manos y comenzó a besarla lentamente haciéndole saber que aún la amaba –Vamos a un lugar más privado –La levantó por las piernas sujetándola a su cintura.
-Stephen...–Yessabell se dejó llevar hasta su habitación.
Él la colocó con delicadeza sobre la cama admirando la de pies a cabeza, recorrió su cabello con su mano izquierda y rozó sus labios con su pulgar.
-Eres tan hermosa Yessabell...
Se inclinó un poco y besándola con termura comenzó a despojarla de sus prendas para después hacer lo mismo consigo.
-Stephen no podemos...
-Silencio princesa...
-Pero... Isabel...
-Deja de pensar en eso princesa –La vio a los ojos con nostalgia –Sólo quiero estar contigo, con nadie más...
-Stephen...–Se arrojó a sus brazos y con pasión y amor, lo beso jalandolo a su lado en la cama –Mi Stephen...
Lentamente llenó su cuerpo de besos y caricias haciéndola sentir ese placer de tenerlo en sus brazos sólo para ella.
Uno a uno beso sus pechos, bajando por su estómago hasta su vientre, mientras ella sentía el calor crecer en su interior y esparciéndose por todo su cuerpo.
-Sólo contigo puedo sentirme así... –Yessabell lo vio a los ojos –Stephen sólo contigo me siento plena... segura... amada.
-Es que sólo conmigo has conocido el amor princesa... –Le sonrío y reinició los besos en su entrepierna.
-¡Oh! Stephen...
-Shhhh... no te muevas –Le ordenó colocándose un condón –Voy a hacerte ver estrellas princesa...
-Ha, ha, Stephen... –Lo vio con una gran sonrisa dibujada en su rostro –Sólo no te vayas nunca.
Se inclinó y la besó en los labios tiernamente.
-Siempre... siempre estaré contigo.
-Te amo Stephen –Cerró los ojos y sintió cómo era penetrada lentamente.
-Señorita Yessabell...
Sonrío con los ojos aún cerrados.
-¡Señorita Yessabell! ¡Señorita Yessabell!
La alarma de su móvil la despertó después de 4 horas, la tarde comenzaba a caer y tenía que tomar su medicamento a la hora asignada.
El timbre en la puerta no dejaba de sonar.
-¡Señorita Yessabell!¿Se encuentra bien?
Abrió los ojos sobresaltada, dándose cuenta de que había estado soñando y corrió a abrir la puerta.
-Stephen... –Mencionó su nombre al abrir la puerta.
-Señorita Yessabell –Le sonrió el vigilante del edificio.
-Ah... Hola Murray... –Saludó atropelladamente.
-Buenas tardes le dejaron esto en recepción –Le extendió un pequeño sobre en color verde pastel.
Yessabell lo vio con sorpresa y tomó el sobre con cuidado.
-Esto...
-Parece que se la han mandado del reclusorio señorita... –Informó con cuidado al notarla extrañada.
-Claro... gracias Murray...
-Hasta luego señorita –Se despidió y Yessabell cerró la puerta.
No era la primera carta que recibía de Derek, sin embargo las anteriores habían llegado en sobres blancos, como cualquier otra carta, por lo que se encontraba algo desconcertada.
-¿Qué sucede Derek?...
Caminó hasta la sala, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo, llegó hasta el balcón y lentamente abrió el sobre para después sacar la carta y encontrarse con las tres primeras palabras de siempre:
Mi querida Yessabell...
Tal vez te extrañe esta nueva forma que e elegido para que identifiques mis cartas, pero decidí usar el verde como simbolo de esperanza, además así lograrás saber que soy yo quien te escribe y no uno de tus cientos de fans.
Sonrió para sí, admirando los rojos y rosas que le regalaba la tarde.
Regresó su vista a la carta y continuó leyendo:
Quiero que sepas que las terapias van bien, afortunadamente no soy un adicto sin solución, aunque aún hay algunos síntomas de la abstinencia en los que debo trabajar; parece que podré salir de esto y en unos años cuando salga de aquí, quiero que me veas reformado.
También quiero que sepas que mis padres me han perdonado, cometí muchos errores y los arrastre conmigo, ensucie su apellido, pero al verme tras las rejas, hicimos un acuerdo; cuando salga, regresaré a Londres y terminaré mis estudios allá, mientras ellos se encargan
de limpiar su reputación (cosa en la que también ayudaré, aunque ellos no lo sepan).
Espero también poder contar con tu apoyo, pero sobre todo espero verte feliz y sé que con Stephen lo serás.
-Derek...–Cubrió su boca con una mano, mientras las lágrimas nacían en sus ojos.
El próximo fin de semana volveré a escribirte, en estos días me harán algunos exámenes para saber si todo lo tóxico ha salido de mi
sistema, ten por seguro que te contaré todo.
Sé que no puedes responder por las reglas que tienen aquí, pero estoy seguro que estas cartas llegan a tus manos, el psicólogo me lo ha asegurado y yo confío en él.
Cuidate mucho y se feliz Yessabell.
Te quiere, Derek.
Sin dejar de llorar admiró el atardecer, pidiendo al cielo que su agonía terminará, que sus caminos se volvieran a reunir y que pronto pudiese estar de nuevo en la brazos de Stephen.
Después de todo, era el lugar en el que más deseaba estar.
Al día siguiente se encontraba un poco mejor, aunque aún persistía la duda en su cabeza, sobre la boda de Stephen.
Se vistió con unos jeans y una playera azul pastel, un par de tenis cómodos en color blanco y se dejó el cabello suelto.
Guardó sus llaves, su entrada y su cartera en un pequeño bolso que cruzó por su hombro y su cintura, llevando en su mano la camiseta del equipo de Sthepen, que se pondría en cuanto llegará al estadio.
Se puso en marcha junto con Saúl en su nuevo auto, un Mercedes que adquirió sólo para darle gusto a su hijo.
-Entonces ¿Cuándo te dirán si tu hijo puede regresar a tu lado? –Preguntó Yessabell cuando llegaron al estacionamiento del estadio.
-Se supone que entre ayer y mañana –Contestó Saúl bajando del coche a prisa, para abrir la puerta del lado de Yessabell.
-Estoy segura de que tú hijo va a regresar a tus brazos Saúl –Le sonrió y salió del auto.
Ingresaron directamente al palco privado donde, Ana y Philip ya los esperaban.
-¡Hola chicos! –Saludó Saúl sonriente.
-Creo que llegamos muy temprano –Admitió Philip saludándolo.
-Eso parece –Saúl se asomó por la ventana admirando el gran estadio –Si me hubiesen dicho hace unos meses atrás, que hoy estaría en un palco privado viendo el súpertazón no me lo hubiese creído.
-Bueno Saúl te lo has ganado –Ana se acercó a su lado –Sabemos que te has esforzado para salir adelante y está es sólo la punta de la montaña.
-¡Chicos!–Yessabell llamó su atención abriendo la puerta de par en par –Llegaron los aperitivos.
Cuatro chicas entraron empujando varios carritos con botanas; pastelitos, bebidas, nachos y golosinas para acompañar el juego.
-En un momento traen algunas entradas y algo de vino señorita Castell –Informó una de las chicas a Ana, pues resultaban ser empleadas del padre de Ana.
-Claro, gracias July.
Una hora después el estadio comenzó a llenarse y Yessabell alcanzó a ver a Fanny y a los demás en las primeras filas, los saludo agitando la mano y ellos le devolvieron el saludo.
-Lo único que espero es el medio tiempo –Anunció Ana a su lado –¿Sabes quién dará el show?
-No lo sé –Contestó Yessabell impaciente, colocándose la camiseta sobre su playera –¿Alguien conocido?
-Muy conocido –Contestó Ana sonriente –Nada más y nada menos que Ed Sheeran –Contestó entusiasmada, pues conocía del fanatismo de Yessabell por él.
-¡Ana! –Gritó sorprendida llamando la atención de Saúl y Philip que se encontraban en un sofá doble probando las botanas –¡Tienes razón, no puedo esperar para verlo!
Después de unos minutos más, el estadio estaba lleno y los jugadores ya se encontraban en la cancha listos para comenzar el gran encuentro.
Yessabell y los chicos observaban desde el palco mientras la adrenalina crecía a cada minuto.
-La ansiedad hace que coma de más –Mencionó Yessabell devorando una bolsita de nueces.
-Con tu metabolismo ni quién se preocupe –Comentó Ana comiendo unos cacahuates.
-Tranquilas que el show del medio tiempo ya se acerca –Informó Saúl riendo –Se podrán relajar un rato.
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