Capítulo 15 Riesgos
-Voy contigo –Intervinó Saúl decidido –Es hora de que vivas en paz Yessabell.
Después de ir a la estación de policía e investigar si el juez que había llevado el caso de Nora y Derek, podía emitir la orden de restricción, que tardaría algunos días, Yessabell regresó con Saúl, quién junto con su tía le ofreció la habitación de huéspedes y al día siguiente Lorena iría a hacer la remodelación del departamento de Yessabell, mientras ella se encargaba de recuperar sus pertenencias, pero sobre todo, los anillos que con tanto amor había conservado, claro que eso no se lo había comentado a nadie.
Después de tomar un baño relajante, se dispuso a dormir y recuperar fuerzas, pues le esperaba un día largo.
Tan pronto como amaneció, Yessabell se apresuró a terminar sus pendientes; confirmó la decoración que había elegido con Lorena, contrató un servicio de limpieza para que se llevarán todo lo que se encontraba en el departamento, hasta dejarlo completamente vacío.
Se fue del departamento dejando a Lorena a cargo, mientras se despedía de Saúl, quién tenía que presentarse a juicio, para obtener la patria potestad de su hijo, Yessabell le deseó suerte y se despidió.
Manejó hasta el centro de la ciudad, en busca de Leo, pues necesitaba un nuevo guardarropa y él era el indicado para ello, después de darle la instrucción de buscar lo esencial y los mejores atuendos para todo tipo de eventos y que los enviará a su departamento cargandolos a su cuenta, se marchó en buscá de su objetivo.
Llevaba puesta ropa deportiva, intentando no llamar la atención, dejó su camioneta en el garaje de la casa de Leo y de ahí caminó hasta la que era casa de Derek, llevando sólo sus llaves y el móvil.
Tomando una respiración profunda, tocó el timbre.
-¡Yessabell! –Saludó Karen animada, en cuanto abrió –¿Qué te trae por aquí?
-Hola Karen... –Yessabell devolvió el saludo con nerviosismo –Veras... estoy buscando...
-Derek ya no vive aquí –Interrumpió Karen con tristeza –Después de lo sucedido, prefirió irse y nosotros también lo queríamos lejos, las cosas se complicaron bastante y definitivamente su presencia... no era grata.
-Lo siento mucho Karen, de verdad lamento todo lo que ha sucedido, pero de verdad me urge encontrarlo.
-Claro –Karen sacó su móvil y le mostró a Yessabell la dirección –Está viviendo aquí, no hay pierde, es la zona Este del campus, hay pocas casas a los alrededores la suya es una amarilla de dos pisos, la única del barrio.
-Ok, gracias Karen –Copió los datos en su celular y lo guardó –Un gusto verte, hasta luego.
-Hasta luego Yessabell y cuídate mucho, sinceramente no creo que sea conveniente que lo busques.
-Derek tiene algo que es mío, en está vida hay que correr riesgos, por lo que más se desea.
Yessabell le sonrió y se alejó decidida, a recuperar sus tesoros.
La tarde comenzaba a caer y con ella se acercaba el cielo gris, pero ese no era ningún impedimento para llevar a cabo su plan.
Caminó hasta llegar a la zona que le indicó Karen y tan fácil como llegó, encontró la casa de Derek: una pequeña propiedad un poco apartada de las demás casas, al fondo de lo que parecía un residencial semihabitado, solamente dos pisos lo conformaban y aún así, lucia bastante amplía.
Se acercó sigilosamente por el patio trasero, estaba temblando y su corazón latía con rapidez, las manos comenzaron a transpirarle, pero era más fuerte su necesidad de recuperar sus cosas, que el miedo que la invadía.
Lentamente entró al terrero con las piernas temblorosas, inspeccionó todo a su alrededor y al no encontrar el auto de Derek, intentó abrir la puerta que daba a la cocina, al escuchar el click entró sigilosa, escuchando solo el latir de su corazón frenético.
-Calmate Yessabell –Susurró para sí misma, tomó un vaso del fregadero y lo soltó al suelo, corriendo a esconderse bajo la mesa, que afortunadamente tenía un largo mantel que llegaba hasta el suelo.
Esperó conteniendo la respiración, a ver si Derek se aparecía, pero después de cinco minutos de no tener respuesta, supo que se encontraba sola.
Salió de debajo de la mesa, más tranquila y se apresuró a subir las escaleras, había seis puertas y se dispuso a buscar en todas, hasta que se topó con la última, para su sorpresa estaba cerrada con llave.
-¡Demonios! –Exclamó furiosa –Tiene que haber algo...
Comenzó a buscar a su alrededor, regresó a las demás habitaciones buscando algo que le pudiera ayudar a abrir aquella cerradura.
En una de las habitaciones encontró algunas herramientas de construcción, tomó una pala y corrió a golpear la puerta.
-¡Ábrete! –Grito agitada.
Al notar que no cedía, regresó a buscar otra herramienta.
-Esta tiene que ser –Anunció levantando un hacha.
Regresó corriendo y de inmediato clavó el hacha en la puerta, logrando quitar una pequeña franja de la madera, continuó golpeando la puerta hasta lograr una abertura lo
suficientemente grande para meterse, por un momento se olvidó de todo al observar con detenimiento la habitación.
Los grandes cuadros que le hicieron Nicolás y Renata, se encontraban esparcidos al rededor de la cama y justo en el techo sobre está, había un gran dibujo con el rostro de Yessabell.
Todo a su alrededor parecía un gran altar para ella, en uno de los rincones de la habitación se encontraban dos maniquíes, que llevaban puestas las prendas que le hacían falta a Yessabel, aunque eso era algo que ya no se llevaría, con la vista buscó por todo su entorno y sobré la almohada de la cama encontró la pulsera y la cadena que Derek tomó de su habitación, sobré un bonito conjunto que una vez Yessabell usó en una de sus citas.
Se apresuró a tomarlos y enseguida buscó los anillos por todos lados.
-¿Dónde? ¿Dónde? –Se preguntaba abriendo todos los cajones de los muebles que se encontraban en la habitación, arrojando todo sobre el suelo, después sacó toda la ropa del armario y en el fondo encontró una caja de zapatos, la abrió y por fin encontró los anillos –¡Si! –Exclamó alegre abriendo las cajitas para confirmar que se encontraban dentro –Tengo que devolverle este anillo a Ean antes de...
Un fuerte trueno sonó en el cielo y la luz en todo el vecindario se fue.
-¡Mierda! –Susurró sacando su móvil, encendió la linterna y se dispuso a salir guardando los anillos y la cadena con la pulsera, en los bolsillo con cierre de su pants.
Cuando estaba por llegar a la cocina, escuchó el auto de Derek llegar a prisa al patio trasero.
-No, no, no, no... –Susurró subiendo a toda velocidad a encerrarse en una de las habitaciones, encontró la estancia de invitados y se encerró en el armario que estaba lleno de sábanas, fundas de almohada y algunos abrigos.
Su corazón no podía latir más rápido y sentía que en cualquier momento podría delatarla.
La música de Coldplay llegó desde el primer piso, Derek estaba cantando a todo pulmón y unas carcajadas femeninas se escucharon por toda la planta baja, por el momento Yessabell se sentía más tranquila y sólo esperaba poder escapar de ese lugar.
Tímidamente salió de su escondite y se acercó a la ventana, no se veía muy alto y gracias a la estructura de la casa, podría intentar bajar a rapel.
-¡Los cuadros! –Susurró saliendo de la habitación, comenzó a temblar acercándose a la habitación de Derek, aprovechando que seguía entretenido con sus visitas.
Entró intentando no hacer ningún ruido y colocó los cuadros sobre la cama, los envolvió con el cobertor y con cuidado los arrojó por la ventana, sobre un montón de hojas que habían caído del árbol junto a la casa.
-Por favor Ezra, ayúdame a salir de aquí... –Suplicó en un hilo de voz, viendo como la lluvia comenzaba a caer sin piedad.
Regresó a su escondite en la habitación de huéspedes, tomó algunas de las sábanas y comenzó a amarrarlas entre sí, formando una especie de cuerda para poder bajar por la ventana.
Ató con varios nudos las sábanas a la pata de la cama y arrojó la cuerda por la ventana, antes de comenzar a bajar, sacó su móvil, la batería estaba por terminarse y se apresuró a escribir un mensaje al detective Monroe, informándole lo que había hecho y dónde estaba, antes de enviarlo, el móvil sonó a todo volumen por una llamada entrante de Lorena.
-¡No! –Yessabell intentó bajar el volumen y el móvil se apagó.
-¿Quién está ahí? –Preguntó Derek desde las escaleras.
Dejó a un lado la idea de bajar por la ventana y cerrando la, corrió a esconderse en el armario, con el corazón latiendo a mil por hora.
-Ven Derek –Pidió una de las chicas cerca de la puerta –Seguró que no fue nada, sigamos con lo que empezaste.
-¡Hay un sofá caliente esperándote abajo Derek! –Habló la segunda chica y los tres regresaron a la sala.
La música volvió a sonar a todo volumen desde la primera planta y Yessabell aprovechó la oportunidad para intentar salir por la ventana, pero tan pronto como empezó a bajar, la sábana se soltó y Yessabell quedó atorada en la ventana que daba a la cocina, la luz regresó al vecindario y una de las chicas que acompañaba a Derek, la vió a través del cristal, soltando un grito de sorpresa.
-¡Shhhh! –Yessabell le pido que guardará silencio, sosteniéndose del marco de la ventana con todas sus fuerzas.
-¿Qué pasa Alicia? –Preguntó Derek llegando a la cocina y Yessabell se soltó cayendo al suelo.
Derek y Alicia salieron corriendo y la segunda chica se apresuró a alcanzarlos, encontraron a una Yessabell llena de lodo, pues la lluvia no dejaba de caer sobre la tierra del jardín.
-¿Es Yessabell Lovato?? –Preguntó la segunda chica.
-A veces las estrellas vajan a saludar, mi querida Susan –Derek se acercó a ella y la ayudó a levantarse –¿Qué te trae por aquí Yessabell? –Preguntó sin soltarla.
-Lo sabes muy bien Derek –Contestó con desprecio –Robaste algunas de mis pertenencias más preciadas cuando entraste a mi departamento y solo vengo por lo que me pertenece –Explicó sin mencionar que ya había recuperado sus pertenencias.
-Deberíamos entrar –Sugirió Alicia tomando la mano de Susan.
-¡El cielo se está cayendo! –Gritó Susan corriendo a la puerta de la cocina, de la mano de Alicia.
-Ven miquerida Yessabell, si te portas bien, puedo conciderar regresarte tus cositas –Derek la llevó prácticamente a jalones, al interior de la casa.
-No es necesario Derek, mejor me voy –Aseguró Yessabell aferrándose al marco de la puerta.
-Anda Yessabell, cuéntanos un poco sobre la vida de una estrella –Animó Alicia cubriéndose con una toalla que le ofrecía Susan.
-Sí Yessabell, cuéntanos algo –Secundó Susan tapándose con una toalla y frotando su cabello.
Yessabell estaba temblando en la puerta de la cocina, su cabello y su ropa estaban empapados y solo podía concentrarse en su corazón que no dejaba de latir desesperado.
Derek la jaló por la cintura obligándola a entrar y cerró la puerta con llave.
-Quiero irme a mi casa –Pidió Yessabell soltando algunas lágrimas.
Alicia y Susan se miraron entre sí, ajenas a lo que sucedía y después se quedaron heladas al notar el comportamiento de Derek.
Tomó a Yessabell del brazo, apretándola con fuerza y la obligó a sentarse junto a la mesa.
-Ahora cuéntanos Yessabell ¿Qué se siente ser famosa? –Preguntó colocándose detrás de ella.
-Tal vez deberías dejarla ir –Sugirió Alicia –Parece que Yessabell no se encuentra bien y...
-¡Nadie se va de aquí hasta que Yessabell hablé! –Grito Derek clavando un cuchillo en la mesa, justo frente a Yessabell.
Alicia y Susan se sobresaltaron y Yessabell se levantó de prisa, empujando la mesa con fuerza, se dio la vuelta y le soltó un derechazo a Derek, haciendo que esté se perdiera por un momento.
-¡Corran! –Grito y las tres salieron corriendo a las escaleras.
Yessabell las guío hasta el cuarto donde había armado la soga con las sábanas y cerrando la puerta, comenzó a llorar.
-Ayúdenme a jalar la cama.
Entre las tres se apresuraron a mover la cama a la puerta y así poder evitar que Derek entrará.
-Vengan –Yessabell llevó a las chicas al armario –Tomen ésto –Comenzó a sacar las sábanas que quedaban –Atenlas con fuerza, vamos a hacer una soga y bajaremos por la ventana –Instruyó amarrando las sábanas con manos temblorosas.
-¿Eso es lo que hacías cuando te ví por la ventana? –Preguntó Alicia amarrado las sábanas.
-Yessabell ¿Es verdad que Derek es peligroso? –Preguntó Susan llorando.
-Es más que eso –Contestó Yessabell terminando de atar las sábanas –Pero no se preocupen, que vamos a salir de aquí –Aseguró atando la soga al armario.
-¡Salgan de ahí! –Gritó Derek al otro lado de la puerta –¡Maldita Yessabell, sé que tienes esos anillos!
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