Capítulo 26 Rehén
Yessabell despertó después de lo que parecieron horas, tenía un leve dolor en la cabeza.
Abrió los ojos poco a poco, notando la oscuridad del lugar, apenas podía ver en donde estaba, gracias a la tenue luz que emitía un foco sobre su cabeza.
Estaba encerrada en una especie de jaula que le recordaba a una comisaria. La pared detrás de ella, era de azulejo blanco, igual que el piso y el techo. Había solo dos pequeñas ventanas rectangulares, en la parte superior de la pared a su espalda. Las otras tres paredes a su alrededor, eran rejas hechas de gruesos tubos de metal, donde bien podía alcanzar un brazo pero no una persona completa.
El resto del lugar parecía una especie de cueva moderna, con algunos faros pequeños alumbrando y más celdas al rededor.
Estaba sentada con la espalda a la pared, sus muñecas y tobillos estaban atados con cadenas al suelo, podía levantarse y llegar hasta la puerta, pero estaba muy débil para hacerlo.
Volteó a ver a todos lados y a su derecha, en la reja contigua a la de ella, alcanzó a distinguir algunos mechones rubios, saliendo de un bulto blanco tendido en el suelo.
Intentó hablar, pero las lágrimas llenaron sus ojos, un nudo en su garganta le impidió emitir algún sonido y se limitó a llorar en silencio.
No sabía dónde estaba, con quién, ni siquiera por qué.
Unos pasos sonaron sobre el azulejo. No quería levantar la vista, no quería saber quién le había hecho eso, pero la duda y la curiosidad, hicieron que levantará el rostro.
-No llores mi niña –La voz sonó tan familiar en la oscuridad. Solo una persona podía ser capaz de hacer eso y no levantar sospechas por ello.
La sombra en la oscuridad, se acercó un poco más a la puerta de la reja.
Yessabell pudo distinguir la silueta.
Traje gris Oxford, corbata roja y camisa blanca. Zapatos negros y esa voz áspera que escuchaba, todos los lunes en el tercer periodo.
No podía creer lo que estaba viendo. Sus latidos se aceleraron y su respiración se quedó atrapada en su pecho.
-¿Por qué? –Fue todo lo que pudo decir, antes de que el bulto blanco a lado de su celda, se moviera y emitiera un leve sollozo.
Volteó a ver a la celda contigua y la sábana blanca se deslizó lentamente, revelando a la otra víctima.
Frida.
Estaba atada con cadenas también. Tenía un golpe a la altura de la cabeza, en el lado derecho, una marca de sangre había dejado su huella.
Al darse cuenta, cómo se encontraba y dónde. Comenzó a gritar.
-¡SAQUENME DE AQUÍ! ¡SAQUENME DE AQUÍ!
-¡CALLATE FRIDA! –Exigió el hombre frente a Yessabell, mientras abría la puerta de la reja.
Yessabell empezó a temblar, cuando el hombre entró y se acercó a ella.
-No tengas miedo corazón. No te hare daño.
-¿Qué… estamos haciendo… aquí Sr. Strong? –Preguntó entre sollozos y temblores.
-Bueno… Tú eres mi trofeo y Frida solo está aquí para pagar sus errores.
-¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! –Comenzó a gritar Frida tirando de las cadenas -¡NO, PUEDE HACERME ESTO, ESO NO ERA PARTE DEL PLAN!
-¡MIKE! –Gritó el Sr. Strong.
Mike apareció corriendo.
-¿Qué sucede?
-¡Calla a esa perra! Ya sabes cómo –Contestó el Sr. Strong.
Mike desapareció por unos segundos y regresó con una manguera en la mano.
-Si yo fuera tú, Frida. No gritaría –Mike levantó la manguera –Lo siento –Apuntó hacia Frida y un chorro de agua fría comenzó a brotar sin piedad, sobre el cuerpo de la pobre chica.
Frida se escabullo a un rincón de la celda. Intentó protegerse, pero no había lugar para ello. Grito a Mike para que parará, pero no lo hizo.
Dos minutos después, el agua dejo de salir y Frida se quedó en el suelo. Llorando y temblando de frio.
-Hijo, traeme algunas mantas para Yessabell, no queremos que pase frio –Acarició la mejilla de Yessabell y ella solo pudo temblar y sentir nauseas –Tranquila hermosa. Cuando terminemos con Frida, las cosas serán más fáciles.
-¿Qué? –Yessabell volteó a ver a Frida en el suelo. Aún llorando y temblando por el frio.
-Aquí están –Mike apareció con cuatro sabanas y dos frazadas –Si necesitas algo más, solo avisame –Mike le guiño un ojo a Yessabell y se fue.
-Toma querida –El Sr. Strong le pasó las sabanas y las frazadas a Yessabell –Ponte cómoda. En un rato te traeré algo de comer –Se acercó y le dio un pequeño beso en los labios. Se levantó y salió.
Yessabell colocó la frazada gruesa en el suelo y luego dos de las sabanas sobre ella. Se acercó a la celda de Frida.
-Frida… –Le susurró –Frida… ¿Estás bien?
Frida se estremeció un poco y levanto la cabeza.
-Lo siento… Yessabell –Pidió en voz baja con las lágrimas corriendo por sus mejillas –Esto… es… mi culpa… yo te traje aquí.
-Basta Frida… –Susurró Yessabell de vuelta –Estamos vivas… es lo que importa. Seguramente mi mamá, ya está buscándome… nos encontrarán pronto.
-No entiendes Yessabell… Yo planee esto junto con Mike y el Sr. Strong –Comenzó a llorar más fuerte –Solo quería que te alejaras de Stephen y que él se olvidara de ti… –Hizo una pausa e intentó calmarse –No sabía que él estaba enamorado de ti, que sentía algo por ti. En serio lo lamento...
-Frida, no importa… ya olvidalo... nos van a encontrar –Susurró mientras pasaba las sabanas por los barandales –Toma, cúbrete con esto –Pasó la frazada también –Mira… mi mamá y yo tenemos una regla… cada hora debo reportarme con ella… cuando se dé cuenta, que no lo hago se va a preocupar y me buscará –Suspiró profundamente, para no llorar –Tenemos familia en la milicia y ellos siempre me buscan, cuando no me reporto… creo que ya han pasado por lo menos dos horas. Nos van a encontrar.
-Eres tan buena Yessabell, no merezco esto… –Admitió mientras se tapaba con la frazada –Ahora sé… por qué te quieren tanto.
-No es nada Frida… –Le dio la mano y Frida le dio un ligero apretón –Vamos a salir de aquí –Aseguró intentando calmar a Frida y a ella misma.
-Eres una chica buena.
La voz del Sr. Strong las sorprendió. Estaba parado frente a la puerta de Yessabell.
-Te traje la cena querida. Pero no quiero que la compartas con Frida. Ella está castigada por ser una perra contigo –El Sr. Strong dejó la
charola en el suelo. Abrió la puerta y volvió a tomar la charola –En un rato vendré por esto y te llevaré al baño –Le dio un beso en la frente y salió.
-¿Por qué a mí? –Preguntó Yessabell colocando la charola en el piso, a un lado de ella, mientras el Sr. Strong cerraba el candado.
-Yessabell… hermosa Yessabell creí que eras inteligente –Jaló un banco que se encontraba cerca y se sentó –Eres hermosa, inteligente, divertida, con clase y sofisticación. Solo hay que ver cómo te vistes para la escuela –Volteó a ver a Frida y después regresó una mirada maliciosa a Yessabell –Luces tan tentadora y atractiva… no sabes cuantas veces me imagine quitándote la ropa. Especialmente hoy, con esa mini falda azul, dejando al descubierto tus hermosas piernas… -Se pasó la lengua por el labio inferior –No sabes lo que haría contigo...
La sola mención de esas palabras, hizo a Yessabell sentir náuseas y pensar lo que el Sr. Strong pretendía. Ahora más que nunca, estaba dispuesta a luchar por su vida y a salir de ese lugar.
El Sr. Strong vio el miedo en los ojos de Yessabell y en el momento en que vio las lágrimas nacer en sus ojos, se levantó y regresó el banco a su lugar.
-Nos vemos en un rato amor –Y se fue.
En cuanto Yessabell sintió que estaban solas nuevamente, se acercó a Frida con la charola de comida. Le pasó un sándwich y el vaso de refresco.
-Gracias Yessabell –Frida comió el sándwich rápidamente y bebió el refresco –No sé, cómo voy a sobrevivir sí él no me da comida.
-Tranquila Frida... –Comenzó a comer su propio sándwich, la primera comida después de lo que comió en su casa –Tengo un plan –Susurró.
Frida dejó de masticar y la vio con ojos esperanzados.
-Cuando regrese, intentare quitarle las llaves, no creo que sea tan difícil… luego las voy a esconder debajo de las sabanas –Susurró señalando las sabanas cerca de la reja –Las vas a tomar y abrirás tu puerta, yo intentare distraerlo y tienes que buscar la forma de salir e ir por ayuda.
-¿Y si no funciona? –Preguntó Frida asustada -¿Qué pasa si eso no funciona Yessabell?
-Frida, no pienses en eso, tenemos que intentarlo y yo tengo que ganar tiempo, antes de que él… -Ni si quiera quería decirlo en voz alta. Sabía que el Sr. Strong intentaría abusar de ella.
-Lo sé... –Murmuró Frida con una mirada de arrepentimiento –Yessabell, de verdad lo siento… supongo que me deje llevar por los celos y la envidia, también sé que eso no justifica mis actos. Eras la chica nueva en el pueblo y el Bachillerato… yo solo… odie como todos hablaban de ti. Pero ahora sé por qué lo hacen. Quiero que me perdones, todo esto es culpa mía.
-Frida te perdono, solo deja de lamentarlo y concentrate en el plan –Pidió decidida –Saldremos de aquí. Solo hay que esperar a que vuelva. Te aseguro que mi mamá está poniendo al mundo de cabeza para encontrarme.
-Eres muy afortunada, solo tienes a tu mamá y aun así, ella daría la vida por ti. Yo… –Fijó la mirada en su vaso vacío, como recordando algo –A pesar de tener a mis dos padres, no tengo la atención que quisiera. Solo tengo a Stephen. O lo tenía… nosotros… rompimos después del baile, pero le pedí que no dijera nada, y cuando vi que se acercó más a ti, sabía que no importaba que tú estuvieras con Logan, él te buscaría.
-A ver esperate –Interrumpió Yessabell desconcertada –No te sigo, ya no entendí, estás diciendo que Stephen…
-¡Le diste de comer! –La voz enfadada de Mike sacó a Yessabell y Frida de su plática.
-Yo… -Yessabell no había visto la gravedad del asunto hasta ahora –No sabía… fue solo…
Mientras Yessabell no podía explicarse. Mike abrió la puerta de la celda de Frida y se acercó a ella muy enfurecido.
-¡Mi padre dejo claro que tú no comerías nada ESTUPIDA! –Mike la levantó con ambas manos y la sujeto de los hombros -¡Estúpida perra! –La soltó fuerte contra el piso y le dio una patada en el estómago –Eso es para que aprendas –Dijo Mike mientras salía de la celda.
-¡NO!- Gritó Yessabell viendo el cuerpo de Frida inconsciente en el piso y la sangre fluyendo de la herida que tenía en la cabeza -¡FRIDA!
-¡Callate Yessabell! no te está escuchando –Pidió Mike mientras entraba a su celda.
Yessabell volteó a verlo. Estaba de pie frente a ella. Ella estaba sentada en el piso, indefensa ante un hombre alto y fuerte. Mientras las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas.
-Tranquila hermosa, solo esta inconsciente –Aseguró agachandose y con su pulgar limpió las lágrimas de Yessabell –No sabes cuánto daría por estar contigo, en lugar de mi padre.
-¿Dónde está él? –Preguntó intentando calmarse y pensando en poner su plan en práctica.
Tal vez esa era la oportunidad que esperaba para salir.
-Fue a comprar algunos suministros. No sabíamos que llegarías tan pronto –Contestó acercando sus labios a los de Yessabell.
Frida hizo un pequeño ruido detrás de Yessabell, ella sabía que era la hora de poner su plan en marcha.
-Necesito… quiero ir al baño –Susurró sintiendo su respiración agitarse.
-Claro, mi padre dijo que te llevaría, pero no intentes ninguna maniobra de escape –Advirtió Mike mientras sacaba un juego de llaves de su pantalón.
Poco a poco, quitó las cadenas de los tobillos y las muñecas de Yessabell. En cuanto estuvo liberada, se abalanzo contra Mike. Lo beso e hizo que tirará las llaves. Yessabell sujeto las manos de Mike sobre su cabeza y se colocó de rodillas sobre su cuerpo, impidiéndole levantarse y besándolo desesperadamente, mientras empujaba las llaves con su pie, hasta la celda de Frida.
Mike se apartó y Yessabell esperó por todos los cielos, que Frida estuviera despierta y que tomará las llaves.
-¿Qué fue eso? –Preguntó intentando recuperar la respiración.
-No quiero que tu padre haga esto… prefiero que lo hagas tú –Contestó poniendo su mejor cara para convencerlo.
-Sí es así. Vamos –Mike se levantó y levanto a Yessabell con él –Tengo un cuarto donde podemos hacerlo, es más tranquilo y romántico.
-Claro –Yessabell siguió a Mike y volteó rápidamente.
Las llaves no estaban. Frida levantó la vista rápidamente y le sonrió.
Yessabell volteó a ver a Mike, tal vez era un poco más alto que ella, pero en sus clases de defensa personal, aprendió algunas cosas.
Empujó a Mike con todas sus fuerzas, chocó contra la pared y cayó al suelo, sin embargo no estaba inconsciente porque empezó a levantarse. Yessabell corrió por el banco que dejo el Sr. Strong y lo golpeó contra la espalda de Mike. Aunque no fue como en las películas, el banco no se rompió. Así que volvió a golpear a Mike en la espalda y en la cabeza varias veces.
-¡Ya está Yessabell! –Exclamó Frida mientras se quitaba la última cadena del tobillo derecho y corría a la puerta.
Yessabell vio el cuerpo inconsciente del chico en el suelo. Había un pequeño charco de sangre, proveniente de su frente y nuca. Aventó el banco y fue a ayudar a Frida.
-¿Estás bien? –Preguntó en cuanto Frida salió.
-Sí, adolorida pero no importa, vámonos ya –Tomó la mano de Yessabell y corrieron a buscar una salida.
Aunque ambas ya llevaban heridas y corrían con dificultad, Anduvieron a través de varios pasillos, hasta que encontraron una puerta de hierro.
-Está tiene que ser –Declaró Frida probando cada llave en el candado –No la encuentro.
-Tranquila, prueba con esa –Señaló una llave dorada, la única en el juego de llaves –Esa debe ser.
Frida probó la llave y el candado se abrió.
-¡SI! –Exclamó con verdadera alegría.
En ese momento escucharon el ruido de las llantas en la entrada de la casa.
-Tenemos que salir ya. No importa sí él está ahí –Explicó Yessabell –Saldremos y peleare. Tú tienes que correr por ayuda Frida, correr sin mirar atrás, quien sea ¿Ok?
-Sí –Contesto Frida un poco agitada –Lo haré ¿Estarás bien?
-Tome clases de defensa personal, eso servirá –Contesto abriendo la puerta –No te detengas hasta encontrar ayuda Frida –Pidió desesperada.
Frida salió primero, Yessabell la siguió. Había mucha vegetación en los alrededores. Varios árboles y el sonido de los coches, se escuchaba a lo lejos.
Ahí estaba, de pie frente a ellas. El Sr. Strong, enfurecido.
Arrojó sus bolsas al suelo y corrió hacia Frida. Tomó su cuello con ambas manos y comenzó a estrangularla.
-¡Suéltala! –Exigió Yessabell mientras le arrojaba una piedra.
El hombre soltó a Frida aventándola contra una camioneta. Frida luchó por obtener aire en el suelo. Mientras el Sr. Strong tomaba a Yessabell y la empujaba contra la pared de la casa.
-¡Tu, pequeña zorra! –Gruñó entre dientes –Tendrás tu merecido –La levantó en su hombro y la metió de nuevo a la casa.
-¡NO! –Gritó Frida mientras se levantaba.
-¡Corre Frida! –Pidió Yessabell luchando por su libertad –¡Corre!
No lo pensó dos veces y comenzó a correr entre la hierba alta y esquivando algunos árboles en el camino. Tenía un dolor fuerte en la cabeza y las costillas, pero no se iba a rendir. Yessabell no lo hizo. No le iba a Fallar. Recordó las palabras de Yessabell mientras corría.
"Tienes que buscar la forma de salir e ir por ayuda. Tienes que buscar
la forma de salir e ir por ayuda".
Mientras tanto, Yessabell era llevada de nuevo a la celda. Mike seguía en el suelo. El charco de sangre era más grande y Yessabell sabía que estaba muerto.
-¡Qué hiciste estúpida! –Gritó el Sr. Strong, en cuanto vio a Mike en el suelo. Soltó a Yessabell en la celda bruscamente sobre el suelo.
Yessabell escuchó el ruido de su cuerpo cayendo. La cabeza comenzó a palpitarle, junto con su costado derecho. Esperaba no romperse las costillas. Intentó mantenerse consciente.
Respiró profundamente y se puso de rodillas y después de pie.
El Sr. Strong corrió hacia ella.
-Lo siento Yessabell, no quería hacer esto así –La empujó nuevamente contra el suelo y se aventó sobre ella.
Sostuvo sus manos sobre su cabeza y puso sus piernas a los costados de las piernas de ella impidiendo que se escapará. Yessabell luchó con todas sus fuerzas, grito por su libertad, pero él era más grande y fuerte.
El Sr. Strong comenzó a besarla por el cuello desesperadamente y sin piedad. Yessabell siguió luchando, forcejeo y grito con todas sus fuerzas. Pero él le dio una bofetada fuerte y comenzó a desabrocharle la blusa.
-No sabes… cuanto me gustaste… desde el primer día en que te vi –Declaró el Sr. Strong mientras besaba el estómago desnudo de Yessabell.
Ella comenzó a llorar.
No podía creer que su primera vez. La primera vez que tendría relaciones, sería así. Con una persona a la que ya odiaba tanto y que marcaría su vida para siempre. Decidida a no permitir que las cosas ocurrieran así. Poco a poco levantó una pierna, mientras el Sr. Strong le acariciaba el estómago. Le dio una patada en la entrepierna, tan fuerte que el hombre grito de dolor soltando las manos de Yessabell.
Ella aprovechó para patearlo otra vez y salir de sus garras. Corrió, tropezándose y levantándose en la puerta de la celda. No miró atrás.
Solo pensó en huir y vivir.
Cuando dio vuelta en el último pasillo, en una especie de pequeña recepción, sintió una mano en su hombro, haciéndola darse la vuelta y empujándola contra la pared.
-¡A dónde crees que vas, incitadora! –El Sr. Strong, tenía una navaja contra el cuello de Yessabell –No me vas a dejar así, sin haber probado un poco de ti –Guardó su navaja y tomó a Yessabell por los hombros, empujándola nuevamente contra la pared.
Comenzó a besar su cuello y ella intento buscar algún objeto con el cual defenderse.
En un rincón de la habitación, vio un pequeño florero de porcelana. Eso tendría que bastar. Empujó al Sr, Strong, con todas sus fuerzas y corrió hacia el florero, pero antes de alcanzarlo, el hombre la atrapó primero y la empujó de espaldas contra una pequeña mesa cerca de la pared.
Yessabell cayó al suelo. Sintió un fuerte dolor en la espalda y la parte de atrás de la cabeza, por lo que no pudo levantarse, comenzó a percibir cansancio y sabía que podría desmayarse en cualquier momento, sus fuerzas se acababan y la oportunidad de salir y ser libre, se desvanecía ante sus ojos.
-No escaparas tan fácil Yessabell –El Sr. Strong volvió a colocarse encima de ella –Tendrá que ser a la mala, así lo has querido –Se desabrocho el cinturón y bajo el cierre de su pantalón.
-No por favor… -Suplicó ella haciendo uso de la poca fuerza en sus manos, empujando al hombre sin éxito –No quiero…
En ese momento, se escuchó un fuerte ruido en la entrada de la casa.
Yessabell distinguió una silueta disparando hacia el Sr. Strong, enviándolo lejos de ella y otras dos siluetas apuntando hacia el hombre.
Escucho una voz familiar pronunciar su nombre, una voz que se escuchó lejana, mientras sus ojos se cerraban y la oscuridad invadía su mundo.
-¡Yessabell! ¡Yessabell!
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