🎴 ፧ 𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲 • ✦⁾
✦ #7 — ɪ ᴄᴀɴ'ᴛ ᴛᴀᴋᴇ ɪᴛ ᴀɴʏᴍᴏʀᴇ
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Sunoo se despertó en medio de la noche, en parte debido a la incomodidad del sillón, pero la razón principal era por la ausencia de Sunghoon. Si bien es cierto que no han dormido pegados, el notar cómo la cama se hundía a su lado y el leve calor corporal que llegaba a percibir de su pareja ayudaban mucho a la hora de dormir sin temer por qué clase de horribles pesadillas tendría.
Se levantó con dificultad del sillón, casi tropezando con la manta. ¿Ya la tenía antes de dormirme? Una leve sonrisa se formó en sus labios por la idea de que haya sido Sunghoon quien amablemente se la extendió para no pasar frío.
Gaeul se acercó al muchacho para restregarse en sus piernas reclamando atención, lo cuál logró pues Sunoo lo tomó en brazos y empezó a acariciarle con suma delicadeza.
Mientras escuchaba los ronroneos de su felino amigo, alzó la mirada en busca del reloj. Eran exactamente las 4:27 de la mañana. No sabe a qué hora se fue el peligris pero lo esperaría pacientemente, confía plenamente en que volverá.
Pero, ¿y si no vuelve? Tan solo habían pasado dos minutos y Sunoo ya empezaba a delirar.
Y así, entre ronroneos y los sonidos de las gotas cayendo en el cristal por la repentina lluvia, pasaron 2 horas y Sunghoon seguía sin volver.
Sunoo entiende que es un dios, Sunoo entiende que Sunghoon también debe tener su vida, Sunoo entiende que él no lo es todo para Sunghoon, y aún así no puede evitar desear estar con él a todas horas.
Cada minuto sin rastro de Sunghoon aumentaban sus ganas de llorar, dándose cuenta de lo mucho que se había apoyado en él. Sabe que eso no era bueno, es muy consciente de que esa extrema dependencia puede llegar a ser muy molesta para el peligris, y aunque a veces le hacía bromas inocentes, no quiere llegar a ser un estorbo para él.
Y cuando finalmente dejó de retener las lágrimas, a las 8 de la mañana la puerta de su habitación fue abierta de golpe. Volteó rápidamente pensando que sería ese a quien llevaba toda la madrugada esperando, pero un nudo en la garganta junto a un inexplicable dolor en su estómago aparecieron al ver que se trataba de un notablemente enfadado señor Han.
—Sunoo —le llamó con ese tono de voz grave que solía usar cuando se enfadaba con el menor. Sabía que se venía una fuerte bronca, y Sunghoon seguía sin aparecer.
Su padre lo agarró fuertemente del cuello del pijama y lo arrastró fuera de la habitación sin cuidado alguno junto al pobre gato, que se puso a arañar al adulto en un intento de defender al chico.
Sunoo no sabe qué hizo para enojarlo, y por mucho que intentara recapitular todo el día anterior no encuentra la razón. Por cómo estaba su padre sabe que no se viene un momento agradable.
Te necesito, por favor, vuelve, rogó en su mente aún esperanzado antes de que su progenitor lo lanzara fuertemente hacia el húmedo césped del jardín, llenándolo rápidamente de barro.
Y ahí el señor Han abrió la boca para empezar la bronca hacia el menor, una que fue mucho más intensa que las anteriores.
T-tengo miedo...
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Luego de ordenarle a Jungwon y Riki esa importante misión, pretendía volver rápidamente con el pelinegro para verlo despertar y darle los buenos días, pero alguien irrumpió en su despacho justo cuando estaba a punto de salir.
—Señor Yeomna, la junta de dioses solicita su presencia —informó el mensajero personal de la junta.
Una gran emoción invadió a Sunghoon, incluso casi salta de alegría pero se contuvo. Seguramente la junta se enteró de que había arreglado glitches en los destinos de varios mortales e iban a premiarlo por ello. ¡Quizás por fin tenga mi puesto en la junta! Celebró en su mente.
Se dirigió al santuario principal pensando que realmente sería eso, en cambio después de varias horas esperando a que le atendieran, le dijeron algo que nunca se hubiera esperado.
—Abandona el caso de Kim Sunoo, otro dios se encargará de él —ordenó el rey de los cielos y fundador de la junta.
Sunghoon, confundido por la repentina orden no pudo evitar preguntar—. ¿Por qué? —aunque siempre les obedecía sin rechistar, en esta situación estaba un poco extrañado pues siempre le dijeron que completara los casos y ahora mismo le estaban interrumpiendo uno, justamente de la persona de la que aún no se quiere separar.
—Tienes mucho trabajo que hacer por los cielos, solo obedece a tus mayores, muchacho —interrumpió el dios de las montañas.
Sunghoon ojeó rápidamente la gran y larga mesa con todos y cada uno de los tronos de los miembros de la junta. Había un asiento vacío, y él deseaba que ese fuera el suyo.
Riki y él nunca fueron aceptados por ser los más jóvenes, y Riki ni siquiera está interesado en conseguir su propio lugar entre la élite de los cielos.
Sí, ese asiento sería de Sunghoon, lo sabía. Por eso solo hizo una reverencia y salió tranquilamente del lugar con intención de obedecer la orden acatada.
Total, un lugar en la junta es algo eterno, y a Sunoo solo le quedan unos pocos días de vida, pensó, pero antes de entrar a su despacho se detuvo.
A Sunoo solo le quedan unos días de vida... Repitió. Se supone que era una buena noticia, por fin terminaría su caso y no tendría que volver a estar tanto tiempo en el mundo mortal. Sin embargo, no le agradaba saber que Sunoo dejaría de existir en unos días. Y no solo eso, le apenaba saber que sería desechado en ese basurero de almas al que llaman mundo espiritual. Para Sunghoon, el pelinegro no merecía ese final tan horrible, él merecía algo más digno, Sunoo merecía vivir una vida plena.
De repente las palabras de Lee Heeseung llegaron a su mente: "Algún día encontrarás a alguien al que realmente quieres ayudar". No cabe duda de que Sunoo es ese alguien, y es así como, por primera vez en toda su vida como deidad, Sunghoon planteó el desobedecer a la junta de deidades y no hacer su trabajo como una opción válida.
En primer lugar estos no dieron argumentos del por qué debía dejar a Sunoo, así que no veía lógico cumplir la orden sin razón aparente, incluso si dijeron que otro dios se encargaría. No podría abandonar a Sunoo así de sencillo... Corrección, no podría abandonarlo incluso si le amenazan con el peor de los castigos divinos.
Si tiene que elegir entre la junta y Sunoo, antes hubiera elegido la junta sin dudar, pero desde que conoce al chico poco a poco empezaba a convertirse en alguien importante para él hasta el punto de preferir un simple 'Buenos días' suyo a cualquier otra cosa.
Lo tenía claro, y en el fondo la decisión estaba tomada incluso antes de que fuera solicitado al santuario principal. Sunoo es su prioridad ante todo, y estaba dispuesto a solucionar sus problemas con tal de que siguiera viviendo y así poder permanecer a su lado, pudiendo presenciar en primera persona el lindo y alegre futuro que Sunoo tendrá, uno que el mismo Sunghoon se encargará de proteger de cualquier mal que se atreva a destruir la felicidad del chico.
Sí, eso haría, pero primero debía convencer a Sunoo de que no acabara con su vida. Estaría dispuesto a modificar su destino para garantizarle una vida prometedora, siendo así el primer humano del siglo veintiuno que realmente es bendecido por una deidad, no como esos falsos sacerdotes que decían ser la voz de ese falso dios que ellos mismos crearon.
Desesperado y alegre por empezar su plan, bajó lo más rápido que pudo al mundo mortal y entró rápidamente por la ventana de la habitación del pelinegro con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Sunoo, tengo que hablar cont...! ¿Sunoo? —no había rastro ni del mencionado ni de Gaeul, y viendo que el reloj marcaba las nueve de la mañana sumado a la fuerte lluvia que había fuera duda mucho que Sunoo haya salido.
Flotó tranquilamente por toda la mansión buscándolo, pero no estaba. Solo encontró al señor Han maldiciendo bajo. Por eso decidió buscar por fuera, y aunque estaba a punto de ir a la universidad en su búsqueda, un repentino y fuerte instinto le hizo voltear al jardín y caminar a través de este, llegando hasta la puerta cerrada de una pequeña caseta de madera.
Se escuchaban sollozos, y no solo eso, el alma de Gaeul salió de la caseta para recibirlo, girando alrededor de él muy feliz de volver a verlo.
Sunghoon abrió los ojos como platos, cambiando su semblante alegre por uno confundido, preguntándose qué coño había pasado y porqué Gaeul estaba muerto. Abrió lentamente la puerta temiendo lo peor, y sea lo que sea que haya pasado, no piensa contenerse si ve necesario castigar cruelmente a todo aquel que le haya hecho daño tanto a Sunoo como al ahora muerto Gaeul.
—¿Sun? —preguntó, pues estaba algo oscuro. Creyó que no estaría ahí, pero pegado a la esquina encontró al pelinegro hecho bolita, ocultando su rostro entre sus rodillas—. Sunoo... —lo llamó bajito, pero lo suficientemente audible como para que el nombrado le escuchara.
Sunoo levantó un poco la cabeza para verlo—. ¿H-Hoon?
Al haber dejado la puerta abierta, la poca luz del día lluvioso le dejaba ver perfectamente cómo Sunoo tenía un hematoma formándose en la cara, justo debajo del ojo izquierdo.
—¿Qué ocurrió? —preguntó sonando bastante preocupado.
Sunoo intentó limpiarse las lágrimas con la manga, pero no sirvió de nada porque estas seguían saliendo a mares de sus ojos—. E-estoy c-cansado... —respondió con dificultad debido al nudo en su garganta. Esperó unos segundos para poder seguir—. E-estoy c-cansado de t-todo, Sunghoon, n-no puedo a-aguantar más...
El peligris escuchaba su voz tan rota que algo dentro de él también se estaba quebrando. No le gustaba verlo así, y el saber que Gaeul había muerto le daba una imagen más devastadora. La pobre alma del gato estaba intentando llamar la atención de Sunoo sin saber que este no puede verle.
Maldita sea, debí mandar la junta a la mierda y llegar antes, maldijo en su mente. Se agachó para quedar a la altura de Sunoo y apartó con cuidado el alma de Gaeul, dándole una cálida mirada para que él entendiera que ayudaría a su dueño.
—¿Puedo saber exactamente qué pasó? —estaba intentando sonar lo más dulce posible para transmitirle confianza a Sunoo, pero el pensar en que tal vez alguien tuvo los santos cojones de golpearlo y matar a Gaeul lo llenaban de rabia.
—¡Lo que pasa es que odio todo, Hoon! ¡Odio mi hogar, odio a mi padre, odio la Universidad, odio a las personas, pero sobre todo...! —hizo una breve pausa luego de gritar con una mezcla de enfado, frustración y tristeza— ...me o-odio a mi mismo... —terminó con su voz quebrada. Al ser un día lluvioso se sentía como cuando su madre se suicidó. Quizás era el mundo diciéndole que acabara ya con su vida, y si era honesto, Sunoo lo estaba deseando, ahora más que nunca—. ¿P-por q-qué soy tan débil? ¿P-por qué no puedo ser como el resto y t-tener una vida normal? ¿Por qué no p-puedo tener amigos o f-familia unida y cariñosa? ¿Por qué t-todos me odian? ¿...Hice algo mal? ¿.....Hice algo p-para merecer todo esto? ¿....Tú s-sabes la respuesta, Sunghoon?
El peligris estaba consternado, sabía que el chico estaba roto, pero no pensó que fuera tanto. Escucharle tan afectado realmente le estaba doliendo—. Sunoo...
—...Dudo q-que sepas si ni yo la sé —respondió Sunoo con una sonrisa sarcástica que eliminó al momento, aún llorando—. Solo sé que no e-estoy bien, y hoy cuando mi padre me regañó p-porque el maldito contrato con Calvin Klein fue cancelado, intenté d-decírselo, por p-primera vez le dije que no estoy bien, que n-necesitaba ayuda. ¿Y sabes lo q-que me respondió?
—Sunoo —lo llamó para intentar detenerlo. Seguía consternado y no sabía cómo reaccionar. Sunoo, quien siempre lucía cómo un cachorrito tranquilo que a veces era travieso, ahora estaba sacando todas esas emociones que tenía retenidas, y Sunghoon sentía una dolorosa punzada en su corazón por ver así al pelinegro. Algo dentro de él incluso dudaba si podría arreglar tanto en tan poco tiempo, porque puede salvar a Sunoo de todos, pero no del mismo Sunoo.
—...M-me dijo que no tenía derecho a sentirme mal porque n-nací en cuna de oro y t-tengo de todo —siguió, ignorando completamente el llamado de Sunghoon—. Seguí i-intentando hacerle entrar en razón p-pero... me golpeó —su voz quebró de nuevo al decir la última frase—. Era la p-primera vez que me p-pegaba, estaba muy asustado y huí lo más rápido que p-pude.
—Sunoo... —volvió a llamar, pero el chico seguía ignorándolo.
—¿...Es p-por nacer en cuna de oro que t-todo me va mal? ¿O simplemente es p-porque soy yo? ¡No lo e-entiendo! ¿E-es mi culpa o-obtener tanto d-desprecio? ¿Es m-mi culpa no ser e-escuchado? Eso me dan a e-entender cuando veo q-que incluso escorias llegan a obtener cariño de alguien, m-mientras a mi me usan c-como un objeto con el que p-pueden aliviar su enojo.... No lo sé... yo solo... quiero acabar con t-todo de una jodida vez, no creo p-poder aguantar un año más... me quiero morir...
Tras esas palabras, el cuerpo de Sunghoon se movió solo, pasando los brazos alrededor del pelinegro para dejar las manos en su espalda y empujarlo con cuidado hacia él, formando así un abrazo. No le importaba mancharse del barro que recién nota en el pijama de Sunoo, ahora solo le importaba sacarlo de ese intenso pozo emocional en el que se había metido.
Pero el abrazo hundió más a Sunoo, aunque curiosamente es en el buen sentido. Era la primera vez que alguien lo abrazaba, era la primera vez que podía sentir esa cálida sensación de tener a alguien pegado a él en un acto tan afectuoso como ese. No pudo evitar soltar más lágrimas por ello, inconscientemente era algo que deseaba recibir desde que supo lo que eran.
—Nada de lo que te ocurrió es tu culpa —murmuró Sunghoon, poniendo una de sus manos en la nuca de Sunoo para dar suaves caricias con la intención de tranquilizarlo—. Eres un ser de luz que tuvo la mala suerte de vivir rodeado de imbéciles que no saben valorarte como se debe, pero repito, no es tu culpa, y me tienes a mi para escucharte y amarte siempre que quieras. No seré humano pero puedo darte todo lo que ellos no te dan, todo lo que tú me pidas —se separó un poco de Sunoo para poder verlo—. Te daría el mundo entero si lo pides, ¿sabes?
Los ojos de Sunoo se volvieron a cristalizar, intentando retener un poco su llanto—. ¿P-por qué llegarías a t-tanto por mi? —cuestionó formando un puchero sin querer.
Sunghoon limpió las lágrimas que volvían a caer y plantó un delicado beso en el hematoma, haciendo que Sunoo cerrara el ojo por la cercanía—. Porque te lo mereces. Siento que todos sean lo suficientemente ciegos como para no ver que eres el mejor humano que uno podría conocer. ¿Sabías que en los cielos soy conocido por ser tan frío como el hielo?
Sunoo pudo sonreír un poco, ahora más calmado gracias a la agradable actitud de Sunghoon—. N-no pareces alguien frío.
—Ajá, solo tú recibes un trato especial por mi parte, y eso sí que fue tu culpa —rió y se levantó tomando el brazo de Sunoo para indicarle que le siguiera—. Ven, volvamos adentro a limpiarte.
Sunoo miró a Sunghoon con los ojos brillosos y un puchero triste formándose lentamente—....Sé sincero... ¿T-te quedarás conmigo? ¿N-no piensas que s-soy molesto? —preguntó inocente.
—Pretendo quedarme a tu lado hasta que me digas que me vaya... No, creo que me quedaría incluso si me pides eso —admitió bastante seguro de sus palabras—. Y no eres molesto, mi tiempo contigo es mi mayor tesoro hasta el momento.
Esa respuesta fue suficiente para que Sunoo sonriera complacido—. Nunca te pediría que te marches —rió aún con lágrimas saliendo de sus ojos, y finalmente se dispuso a seguir al peligris, pero un dolor en su pie le hizo caer, aunque Sunghoon actuó rápido y lo pudo tomar de la cintura para evitar un fuerte golpe.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
Sunoo se aferró fuerte al brazo que Sunghoon usó para sostenerlo, temiendo caer—. S-si, olvidé que me había torcido el tobillo, lo siento.
Sunghoon frunció el ceño—. ¿Cuándo?
—Creo que fue cuando mi papá me tiró al suelo, no estoy seguro, estaba tan angustiado que no noté nada hasta que me pude calmar un poco.... —respondió casi en susurro y cabizbajo pues no quería volver a recordar lo ocurrido.
Ese hijo de puta... Y por mucho que Sunghoon quisiera entrar a la mansión para torturar al señor Han de todas las maneras posibles, se contuvo por Sunoo, porque no era el momento de castigar a nadie, ahora debía atenderlo a él. Ya se encargaría del señor Han más adelante.
Lo subió a su espalda en segundos, confundiendo y avergonzando un poco a Sunoo, y empezó a caminar fuera de la mansión siendo seguido por el alma de Gaeul.
Sunoo se aferró a él, haciendo que Sunghoon sonriera al notar la respiración del pelinegro en su nuca—. ¿A-a dónde vamos?
—Al hospital.
—Oh, pero no hace falt-
—Solo quiero estar seguro de que no tienes un hueso roto, y de paso que te miren el moratón —interrumpió.
Sunoo solo suspiró rendido y dejó que Sunghoon lo llevara. En el fondo estaba feliz de saber que el peligris se preocupaba por él.
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—Con la muleta puedo caminar yo solo, ya no hace falta que me cargues —se quejó Sunoo con un puchero. Desde que salieron del hospital Sunghoon estaba empeñado en llevarlo a la pela hasta su habitación. Le molestaba ver cómo el pelinegro hacía leves muecas de dolor al apoyar sin querer el pie que le vendaron.
—Así es más rápido. Y ya escuchaste lo que dijo el médico, si no quieres tener dolores por el esguince debes evitar la actividad física.
—Es solo el camino a casa, ¡yo puedo! —a pesar de insistir, Sunoo solo se aferró más a la espalda de Sunghoon, no queriendo bajarse realmente—. Bueno, por hoy lo dejaré pasar.
Sunghoon sonrió victorioso, hasta que recordó algo que eliminó su sonrisa rápidamente—. ¿Y Gaeul? —preguntó discretamente, sin mencionar nada sobre su muerte. No sabía si Sunoo era consciente de ello y no quería hacerlo llorar, no ahora que sus ánimos habían mejorado un poco.
—Oh... No lo sé, padre le dió una patada y Gaeul salió corriendo. Espero que esté bien... —respondió bajo, bastante preocupado por el felino—. ¿Podrías buscarlo y dejarlo con la mujer que vive frente a la mansión? Si sigue conmigo solo saldrá más lastimado...
Sunghoon paró en seco. Efectivamente Sunoo no sabía el estado de Gaeul, y escucharle desearle una vida mejor al gato mientras él podía ver como su alma no se separó en ningún momento de Sunoo le hacía sentir una fuerte punzada en su corazón. Y así inició un debate mental.
Siempre fue honesto y no tenía mucho filtro a la hora de hablar, pero ahora no estaba seguro si debía ser así y decirle a Sunoo la verdad o aceptar su petición independientemente de si la podría cumplir o no.
Al final optó por la segunda opción—. Puedo hacerlo, sin problema —respondió y siguió caminando, apretando un poco el agarre a Sunoo de manera protectora.
Sunoo apoyó el mentón en el hombro de Sunghoon en busca de más cercanía para entrar en calor. Aunque ya no estaba lloviendo, seguía teniendo el pijama empapado y sucio.
—Gracias —murmuró, y esa simple palabra volvió a causar otra punzada en el corazón de Sunghoon.
Se sentía culpable, culpable de mentir a Sunoo descaradamente para ocultarle la triste realidad, una realidad que sabe que lo destrozaría aún más.
Lo siento... se disculpó mentalmente tanto con Sunoo como con el alma de Gaeul.
Una vez llegó a la mansión, abrió la puerta de una fuerte patada, recibiendo un regaño de Sunoo, pero no le pudo importar lo más mínimo, no sabiendo que esa mansión le pertenece al asqueroso señor Han, quien por desgracia para Sunghoon no parecía estar en el hogar. Y lo considera una desgracia porque quería castigarlo por sus actos lo antes posible para que nunca más se atreviera a acercarse a Sunoo, ni siquiera replantear mirarlo.
—Han Sunoo, ¿sabe cuánto tiempo llevo buscándolo? —pero si estaba el pervertido de su secretario, que habló justo cuando Sunghoon estaba a punto de llegar a la habitación de Sunoo—. ¿Quién diablos es ese? Ya sabes lo que dice tu padre de juntarte con gente de bajos recursos.
Sunghoon volteó algo ofendido, aún cargando a Sunoo. Bajos recursos su puta madre, maldijo.
—E-él es-
—Soy su novio —interrumpió el peligris muy confiado. No pudo evitar sonreír victorioso al ver los celos en la cara del secretario.
—Me da igual. El señor Han me pidió que no dejara entrar al señorito Sunoo hasta que reflexione sobre sus acciones. Salgan de aquí —se acercó con intención de tomar a Sunoo, pero Sunghoon bajó a Sunoo de su espalda, dejando que se apoyara en la puerta para que no tenga que apoyar el pie afectado en el suelo.
Al comprobar que estaba seguro y sin riesgo de caída, volteó hacia el adulto y se acercó a él.
—Vete a la mierda —murmuró para luego tocar la frente del contrario, haciéndolo caer de rodillas al suelo, entrando éste en una especie de parálisis del sueño que sólo se detendrá cuando él decida.
Ya que no tuvo la oportunidad de encargarse del señor Han, al menos pudo hacerlo con el molesto secretario pervertido.
—Sunghoon —lo llamó Sunoo con el ceño fruncido y un puchero de enojo.
Sabiendo lo que pensaba Sunoo, el peligris se apresuró en aclarar lo ocurrido—. No lo maté, solo lo dejaré en ese estado hasta que reflexione sobre sus acciones.
Entiende que Sunoo siempre pensara lo peor de sus actos, después de todo no conoce bien sus poderes y su título en sí ya daba muy mala espina. Pero bueno, él no eligió ser el dios de la muerte, aunque se le diera bien.
Se acercó de nuevo a Sunoo y lo ayudó a caminar hasta el baño, dejando que el chico se agarrara fuerte de su hombro.
—¿Es así como sueles tratar a los... lo que sea que viva en el cielo? —preguntó Sunoo con curiosidad refiriéndose al mal temperamento que tuvo con el secretario.
—Así o incluso peor —respondió orgulloso—. Con eso puedes hacerte una idea de que tan especial eres para mi —esas palabras hicieron ruborizar a Sunoo. Le gustaba que Sunghoon fuera tan honesto, pero no estaba acostumbrado y eso hacía que su corazón latiera muy rápido.
Sunghoon lo sentó con cuidado en la tapa del váter para acercarse a la bañera y empezar a toquetear todo lo que había, esperando averiguar cómo funcionaban las bañeras de esa época.
Estaba más acostumbrado a las antiguas, y esa tenía un grifo muy moderno con varios botones, pero no encontraba el círculo rojo o azul que indicara cuál daba agua caliente y cuál fría.
¿Y se supone que esto es moderno? Parece mucho peor que los de antes, ¿por qué parece tan complicado? Gruñó.
Sunoo notó su pelea mental y rió un poco—. Derecha es agua fría, izquierda es caliente.
—Ya lo sabía —respondió Sunghoon enojado consigo mismo por no haberlo averiguado.
Una vez pudo llenar la bañera con el agua a una temperatura lo suficientemente agradable para un largo baño, puso algo de jabón para hacer espuma y volteó hacia Sunoo.
—¿Qué haces que aún no te quitaste el pijama?
Sunoo se ruborizó hasta las orejas—. ¿Q-qué? ¿E-eres un pervertido?
Sunghoon rodó los ojos divertido por la reacción del pelinegro, y se acercó para ayudarle a quitarse la parte alta—. Ya te vi en calzoncillos, ¿y ahora te pones nervioso?
—¡N-no es lo mismo, aquello era trabajo!
—Esto también es trabajo.
Sunoo ladeó confundido—. ¿Qué clase de trabajo es este?
Sunghoon pellizco levemente su nariz, a lo que Sunoo la contrajo un poco haciendo una expresión divertida—. El de ser tu novio. Es a tiempo completo, sin descansos y ni sueldo, pero puedo decir que no tengo quejas al respecto —admitió divertido con una leve sonrisa.
Con esas palabras Sunoo se dejó quitar la parte alta del pijama. Luego, Sunghoon se agachó para ponerle un protector en el pie para que no se mojara en vendaje, agradeciendo mentalmente al médico que se lo regaló.
También aprovechó para quitarle el reloj rosa del McDonald's para que no se rompiera con el agua. No pudo evitar sonreír al ver que aún lo llevaba puesto, ninguno de los dos se lo había quitado realmente.
—Si quieres te espero en la habitaci- —no pudo terminar de hablar porque Sunoo se había quitado todo y metido en el agua rápidamente—. Ten más cuidado, te puedes resbalar.
—Perdón, solo no te vayas. No quiero estar solo —dijo. Había puesto sus manitas en el borde de la bañera, mirando a Sunghoon con ojitos, pareciendo otra vez un cachorrito abandonado buscando atención, esta vez con espuma en la cabeza.
—¿Lo haces adrede? —preguntó Sunghoon sentándose en el suelo, quedando al lado de Sunoo.
—¿El qué?
—Usar tu ternura para convencerme de cualquier cosa.
—¡Me pillaste! —el peligris metió la mano en la bañera para salpicar a Sunoo, intentando molestarlo por su respuesta—. ¡Oye!
—Deja tu ternura y pásame el champú, chico Rapunzel, que esa larga melena no se va a lavar sola.
Sunoo obedeció y le entregó el producto—. ¿Me vas a lavar el pelo?
—¿Quién si no?
—¿Yo? —Sunghoon volvió a salpicarle—. ¡Para! —exclamó riendo.
—Sunoo, dijiste que querías ser un buen novio, ¿verdad? —el pelinegro asintió—. Pues deja que te cuide —al ver que Sunoo iba a abrir la boca para decir algo, rápidamente lo detuvo colocando el dedo índice en sus labios—. Sin rechistar, solo déjate.
—Y-yo solo iba a decir que no estoy acostumbrado a esto.
—Está bien, me encargaré de acostumbrarte —admitió muy tranquilo mientras empezaba a masajear suavemente el cuero cabelludo de Sunoo con el champú, notando como las orejas de este empezaban a enrojecerse.
Sunoo no sabía si la idea de Sunghoon era buena o mala, realmente le gustaría acostumbrarse pero sería muy malo para su corazón, el cual ahora estaba palpitando como loco.
Al terminar de lavar su pelo, Sunoo volteó para enseñarle una figura que hizo con la espuma—. ¡Mira, es un pato! —exclamó intentando no avergonzarse por el momento.
No se parece nada a un pato—. Muy lindo~
El peligris también se puso a jugar con la espuma. Le hizo dos orejitas a Sunoo, no sabe de qué animal porque se veían muy uniformes pero lucían bien en el pelinegro.
Pero Sunoo quería molestarlo como venganza por salpicarle, así que sacudió bastante su cabeza, haciendo que la espuma que Sunghoon había puesto con tanto esmero acabara tanto en la cara de Sunghoon como por fuera de la bañera.
Sunoo rió bastante al ver la cara de poker del peligris con espuma en la cara, parecía tener una barba de espuma bastante deforme.
—Me las vas a pagar —amenazó Sunghoon tomando espuma en su mano.
Y así inició una larga e intensa guerra de espuma que acabó con todo el baño lleno de jabón y un Sunghoon dentro de la bañera a pesar de no haberse quitado la ropa.
Gaeul también estaba por ahí, ya se dió cuenta de que Sunoo no podía verle y estaba algo triste, pero seguía intentando permanecer cerca de él, aunque debido al agua se quedó en la puerta.
—¡Con tanta espuma perdí a Toto! —exclamó Sunoo removiendo el agua.
—¿Quién es Toto? —preguntó el peligris apoyando la espalda en el borde de la bañera, notando algo incómodo en su espalda.
—Mi patito de goma.
—Creo que lo encontré —dijo sacando el objeto que lo estaba incomodando, viendo que era el pato, y lo dejó flotando en el agua.
—¡Toto, no te vuelvas a ir sin permiso! —tomó el patito y lo dejó a un lado, lejos de la espuma.
—Eso, demuéstrale quien manda —ánimo Sunghoon a modo de broma, pero luego salpicó de nuevo al pelinegro—. Mírame, tenía pensado bañarme tranquilamente después de ti, hazte responsable de tus actos —reclamó.
—¡Así es más divertido! Y yo no fui quien cayó dentro de la bañera al intentar tomar espuma —respondió entre risas—. ¿Puedo lavarte también el cabello?
—Adelante —se inclinó un poco para dejar su cabeza a la altura de Sunoo, quien se acercó para intentar repetir el masaje que Sunghoon le había dado.
El peligris miró detenidamente cada facción de Sunoo aprovechando que lo tenía bastante cerca, e inconscientemente su mirada se posó en los labios del contrario. Sentía el fuerte impulso de besarlo, pero se contuvo al ver que el pelinegro estaba muy concentrado con su tarea.
No sabía si algo así lo pondría tan tímido como para alejarse. En su lugar, posó su mano a la cara de Sunoo y con el pulgar rozó con cuidado donde estaba el hematoma.
—¿Duele? —preguntó.
Sunoo salió de su concentración para mirarlo a los ojos—. Un poco.
—¿Existe algún truco humano para que no duela?
Sunoo se quedó pensativo. Nunca había tenido un hematoma y tampoco se ha informado al respecto, pero sí ha visto como lo suelen tratar en las series y películas—. Con hielo —respondió tan dudoso que parecía una pregunta—. Lo siento, no lo sé con exactitud... —admitió cabizbajo.
Sunghoon le tomó del mentón para que lo volviera a ver a los ojos—. Luego lo investigamos juntos, ¿si? Ahora toca salir, que ya se te están arrugando los dedos —dijo para tomar la mano del pelinegro y burlarse de sus deditos arrugados, algo que hizo a Sunoo hacer un puchero enojado.
El pelinegro, fingiendo estar ofendido, salió de la bañera y se tapó rápidamente con la toalla para que no le diera frío.
—¡Es un efecto natural para los humanos! —exclamó saliendo medio cojeando del baño para buscar un pijama.
Sunghoon soltó una carcajada por la infantil actitud del contrario. Se iba a quedar un rato más en la bañera para terminar de lavarse.
Amo esto, pensó.
Una vez ambos estaban limpios y cambiados, se pasaron el resto del día jugando a la Wii hasta que en algún punto se cansaron y simplemente se quedaron acostados en el sillón.
Aunque era lo suficientemente grande para dos personas, Sunoo usó de excusa el frío para quedarse acostado encima de Sunghoon mientras este lo mantenía abrazado. Hacía círculos con los dedos en la espalda de Sunoo, algo que relajó tanto al pelinegro que estaba a nada de quedarse dormido.
Sunghoon observaba el techo, dando varias vueltas a sus pensamientos—. Oye, Sunoo —el mencionado hizo un sonido indicando que estaba escuchando—....No te suicides —soltó muy tranquilo, apretando un poco el abrazo—...Vive, vive y hagamos muchos recuerdos juntos. Alarga la lista, añade lo suficiente como para que sea infinita.
Sunoo tardó un poco en procesar sus palabras, pues estaba medio dormido—. No puedo —murmuró—. De verdad que no puedo aguantar un año más, Hoon, estoy muy cansado de todo......
—Lo sé, por eso puedo prometer estar siempre a tu lado para ayudarte a aguantar y protegerte de todo lo que te haga sentir mal. Daré lo mejor de mi para que nunca te sientas cansado, y cada día será una nueva y agradable aventura que vivamos juntos... —viendo que no recibió respuesta pasados unos minutos, Sunghoon preguntó—. ¿Sunoo? —y bajó la mirada encontrándose al pelinegro completamente dormido.
Sonrió con ternura. Verlo durmiendo tan tranquilo encima de él le causaba una agradable e indescriptible sensación, una que no quisiera perder ni olvidar. No sabe qué haría sin Sunoo, cayó demasiado por él y no puede imaginar cómo será su vida si este llegara a morir, ni siquiera recuerda cómo eran sus días antes de Sunoo.
—Me esforzaré por darte lo mejor, lo juro —murmuró para segundos después plantar un tierno beso en la cabeza de Sunoo.
La linda imagen de Sunghoon siendo cariñoso con el dormido pelinegro era algo digno de fotografiar, y por suerte tanto Jungwon como Riki lograron verlo.
—¿Es este el humano? —preguntó Riki emocionado al ver al peligris en esa inusual situación.
Sunghoon aguantó un gruñido al notar la presencia de sus amigos. No los esperaba ahí tan pronto—. Ssshh, baja la voz, idiota. Como lo despiertes te mato —susurró.
—Wow, encima con amenazas —dijo divertido y fue a susurrarle algo a Jungwon—. Está flechadísimo, ya lo perdimos.
—¿Crees que nos inviten a su boda? —le siguió Jungwon.
—Espero que sí.
Sunghoon frunció el ceño ante la charlita de los contrarios—. Será una boda privada, no están invitados —admitió.
Jungwon y Riki lo miraron con los ojos abiertos como platos, altamente sorprendidos por la declaración de Sunghoon.
—¿Acaba de admitir que de verdad se quiere casar con el humano? —preguntó Riki, aún sin creer lo que escuchó. Jungwon confirmó asintiendo.
—Dejen el chisme para otro momento y digan de una vez por qué est- —dejó de hablar cuándo notó que Sunoo se movió un poco. El peligris solo lo acarició mientras soltaba unos leves 'Ssh ssh' ante la atenta mirada de Jungwon y Riki, quienes no pudieron evitar pensar que esa nueva faceta de Sunghoon era bastante tierna. Esperó unos segundos antes de volver a hablar—. ¿Por qué vinieron?
—Encontramos el libro de vida de Kim Sunoo, pero antes hay algo extraño que debes ver —respondió Jungwon.
Sunghoon alzó una ceja cuando vio a Riki traer un gran saco, el cual al abrir dejó ver varios libros más—. Es... complicado de explicar, será mejor que los leas por tu cuenta —dijo Riki, ahora completamente en serio, algo que confundió a Sunghoon—. ¿Vamos a tu despacho? Esto va para largo.
—No, no voy a dejar a Sunoo solo de nuevo, síganme —dicho eso, Sunghoon dejó a Sunoo en el sillón con cuidado de no despertarlo, moviendo los mechones rebeldes que tapaban la frente de Sunoo para plantar un suave besito rápido en esta, acto por el que Riki casi suelta un gritito emocionado.
Le puso la manta encima y caminó hacia el baño, siendo seguido por sus amigos. Una vez dentro, cerró la puerta.
—Lindo lugar para una reunión —dijo Riki algo burlesco, sentándose en la tapa del váter.
Sunghoon se apoyó en la pared esperando que le explicaran—. ¿Y bien? —cuestionó ignorando a Riki.
Jungwon sacó el libro de Han Sunoo y se lo pasó a Sunghoon—. Primero este.
El peligris lo tomó y lo abrió. En la primera página pone los datos de Sunoo, cosas como edad, fecha de nacimiento, estatura, peso, etc. Estos se iban cambiando mágicamente acorde a los cambios de Sunoo, y por lo que leyó todo coincidía correctamente con el pelinegro.
Las siguientes páginas eran absolutamente toda la vida de Sunoo, algo que también se iba escribiendo automáticamente a medida que pasaba el tiempo, comprobando que lo último escrito era el que Sunoo estuviera durmiendo. Sonrió al ver que aún había más de medio libro en blanco, signo de que Sunoo tendría una vida larga pues aún faltaba mucho por escribir.
No se paró a leer todo lo ya escrito, sólo algunas páginas, las cuales también coincidían con las anécdotas que Sunoo le había contado. Todo estaba correcto.
—No veo nada malo —soltó Sunghoon alzando la vista del libro.
—Ve al final.
Sunghoon fue a la última página. En esta siempre se escribía brevemente cuál era el destino del humano. Casi siempre llegaban a ser muy generales como 'Tener un buen trabajo' o 'Viajar', aunque habían casos donde eran más específicos del estilo 'Vivir a dos metros de una actriz y merendar juntas todas las tardes', incluso una vez vió uno que ponía 'Tener una gran colección de figuras antiguas y hacer un museo de estas en Seúl'.
Sunghoon tenía su propia hipótesis sobre el destino de Sunoo. Esperaba algún 'Morir a los 20', pero por la cantidad de páginas vacías y su idea de hacer que no muera supuso que habría algo más positivo y alegre. Pero nunca esperó encontrar lo que realmente había.
—¿Por qué no hay nada escrito? —preguntó con gran sorpresa, pues absolutamente todos los mortales tenían un destino, unos más intensos que otros, pero lo tenían. Joder, hasta los dioses tenían un destino escrito, pero el de ellos era muy cambiante al ser seres superiores. Entonces, ¿por qué el destino de Sunoo estaba completamente en blanco?
—No lo sabemos, también nos sorprendió mucho —respondió Riki.
Sunghoon volvió a mirar la página esperando que algo apareciera escrito de la nada, algo que obviamente no ocurrió.
Una alocada idea pasó por su cabeza—. Jungwon, pluma —demandó, y el nombrado le pasó la pluma que usaba para escribir.
Rápidamente, Sunghoon escribió 'Tener una larga vida feliz y cumplir todos los objetivos personales exitosamente hasta morir por causas naturales'. Sí, eso era lo que le deseaba a Sunoo. Supuso que era así como Heeseung cambiaba los destinos de las personas.
Pensó que finalmente lo logró, pensó que pudo hacer que Sunoo tuviera una mejor vida, y estaba a punto de celebrarlo, pero su escrito se borró automáticamente a los pocos segundos.
Maldijo y volvió a escribir lo mismo, borrándose de nuevo.
Repitió este proceso varias veces hasta que Jungwon lo detuvo tocando su mano—. Aún debes ver el resto.
Desesperado por la situación, Sunghoon tomó todos los libros y los leyó rápidamente, o al menos los datos y algunas páginas aleatorias.
Cada libro que leía lo confundía más que el anterior. Todos parecían ser de Sunoo, y podría pensar perfectamente que se trataban de diferentes personas con el mismo nombre de no ser porque todos los datos coincidían. Edad, estatura, peso, día y mes de nacimiento, e incluso coincidían en que ninguno tenía un destino escrito y que todos pararon de escribir cuando Sunoo tenía 20 años, aún dejando medio libro vacío, algo extraño teniendo en cuenta que los libros terminaban cuando la persona moría, sin dejar ni una página en blanco.
Lo único que cambiaba en estos era el año de nacimiento y apellido.
—¡Qué diablos! —exclamó Sunghoon teniendo más preguntas que respuestas, entre ellas el por qué Sunoo había vivido tantas vidas en diferentes años cuando es un hecho imposible de que ocurra incluso aunque un dios usara todo su poder para causar algo así. Y en el hipotético caso de que pasara, era imposible que fuera tan preciso como en esta situación, donde las fechas daban a entender que cuando desaparecía un Sunoo a los 20 años, nacía otro el próximo 13 de marzo.
Su estrés solo aumentaba por no poder encontrar una explicación lógica.
—Falta este —Riki le pasó el último libro, uno que estaba dudoso de entregarle.
Sunghoon lo abrió.
"Nombre: Kim Sunoo.
Fecha de nacimiento: 24 de junio de 1686.
Edad: 20 años.
Estatura: 1,75m"
El más antiguo, pensó.
Viendo que, sin contar el año, los datos eran los mismos, pasó directamente a leer el contenido, dispuesto a saltarse varias páginas, pero al ojear rápidamente notó un nombre bastante conocido, haciendo que se detuviera a leer.
'Kim Sunoo se había quedado dormido entre las flores hasta que Park Sunghoon lo despertó para ir a comer'.
Pasó la página.
'Park Sunghoon lo sorprendió con la llegada de un pequeño gato bebé. Sunoo decidió llamarlo Gaeul'.
Pasó otra página.
'Estaba muy feliz viviendo con Park Sunghoon en el monte, tanto que la culpabilidad de haber abandonado a su familia había desaparecido por completo'.
Pasó varias páginas.
'Park Sunghoon le había propuesto matrimonio bajo la luz de la luna. Kim Sunoo lloró muy emocionado, y por supuesto que aceptó. Tantos años siendo novios y ya tenía más que claro que Park Sunghoon era el indicado. Quería pasar el resto de su vida con él'.
Leer eso le hizo sentir una cálida sensación por todo su cuerpo. Le agradaba imaginar el momento, aunque la confusión le hacía no poder disfrutarlo como quería.
Pasó otra página.
'Kim Sunoo volvió de recoger varias setas para la cena, pero se encontró con u7¿ y est1¡#! #¿,'ñ10;$9,.-¿&. Est4ba deva$tad0 y él 2*!$&¿¡-;902*#¡}×>('...'
¿Y, qué? ¿Qué es esto? ¿Por qué el texto está corrupto?
Pasó otra página, pero no había nada más. La diferencia de este libro con el resto, además de las letras corruptas, es que este sí tenía un destino establecido. A pesar de que la página estuviera muy desgastada y con el texto casi sin tinta, se podía leer perfectamente: 'Tener una larga vida junto a su esposo Park Sunghoon'.
Ojalá, pensó, pero seguía confundido. ¿Por qué él sale en la vida de Kim Sunoo? Sunghoon ni siquiera vivía en ese año.
—¿Ustedes saben algo de esto? —cuestionó señalando la última página—. ¿Cómo es que salgo aquí si nací una década después?
Jungwon alzó los hombros por no saber la respuesta, en cambio Riki empezó a jugar nervioso con el patito de goma que había encontrado.
Sunghoon no pasó por alto el estado del menor—. Nishimura Riki, suelta todo lo que sepas —ordenó.
—...Hablas de tu nacimiento como deidad, realmente existías mucho antes de eso... ¿supongo?
—Explícate.
—No estoy muy seguro, pero tengo entendido que antes de ser dioses éramos mortales —respondió algo pensativo—. O eso pienso por las notas que dejó mi antiguo Riki.
Sunghoon miró a Jungwon en busca de más contexto, pero este negó dando a entender que no era consciente de nada sobre el tema.
—¿Antiguo Riki?
Riki asintió—. En el 2000 desperté confundido en mi despacho, sin saber quién era o dónde estaba. Habían unas notas en mi mesa que ponían cosas tipo mi nombre, que ahora era un dios y que nunca jamás de los jamases se me ocurriera investigar mi vida como humano, y todo estaba escrito con mi letra y firmado por mí. Al parecer pedí que borraran mis recuerdos para olvidar mi vida mortal.
—¿No sientes curiosidad al respecto? —preguntó Jungwon.
—Sí, pero si el viejo Riki llegó a ese extremo es por algo, así que prefiero no saberlo —Riki volteó hacia Sunghoon—. ¿Y si pasaste algo similar? Tal vez pediste que borraran tus recuerdos de mortal y por eso no recuerdas nada.
Sunghoon analizó cada palabra que dijo Riki—. ¿Por qué pediría algo así? Por lo que pude leer en la vida de Sunoo, tenemos muchos recuerdos lindos.
—No lo sé, pregúntale al viejo Hoon —soltó.
—¿Viejo Hoon....? —aunque sonara estúpido, realmente pensó la pregunta, y curiosamente encontró una respuesta.
Su antiguo despacho, aquel pequeño lugar donde trabajaba antes de tener el santuario.
Si pidió que le borraran la memoria tal vez el viejo Hoon también dejó notas, se niega a creer que fue menos organizado que Riki al respecto.
—Debo irme por un rato. Cuiden de Sunoo y del alma del gato en mi ausencia, tienen mi permiso para golpear a todo aquel que se le acerque con malas intenciones —ordenó para desaparecer rápidamente.
—¿Ni un adiós ni nada? —preguntó Riki, más para sí mismo pues Sunghoon ya se había ido.
Jungwon rió—. Consecuencias del amor —dijo tomando el alma del felino para darle unas caricias. Aunque no tuviera cuerpo, el felino seguía amando el afecto y se puso a ronronear por el contacto.
—Estos dioses de hoy en día... vuelven a ver a sus enamorados después de siglos y mandan la educación a la mierda —se quejó divertido. Realmente estaba feliz de saber que Sunghoon había encontrado a su amado, espera que cuando aclare todas sus dudas pueda ser feliz con Sunoo—. Oye, Jungwon, ¿crees que se llamarían SungSun o 2Sun? —cuestionó abriendo la puerta del baño.
—SungSun suena más lindo.
. . . . . . . . . . . . . . . . ꒰ ☁︎ ꒱ ,, ⌲
Llegó.
Le había costado un poco abrir la puerta debido al desgaste de los siglos que han pasado y varias enredaderas de nubes que se habían formado alrededor.
Una vez dentro, notó que el lugar estaba en un estado más deplorable de lo que parecía, con varias telas de araña y algunos hoyos en las rasgadas paredes.
Aún así, se mantuvo bastante durante todo el tiempo que ha pasado. Ninguna infraestructura en los cielos aguantaba más de un siglo.
Sunghoon se acercó a la mesa y abrió una de las gavetas, acto que hizo que la madera de la mesa se desparramara en pedazos. Estaba muy húmeda y casi parecía chicle.
Por suerte había sacado la gaveta entera, y al mirar su interior no había gran cosa, sólo unos papeles con información irrelevante sobre algunos humanos que ni conoce.
Dejando eso de lado, se acercó a un armario al cuál le faltaba una puerta.
Vamos, antiguo Sunghoon, dime por favor que me dejaste algo, rezó y abrió la otra mitad del armario.
Dentro tampoco había gran cosa, en cambio pegado a la puerta encontró una lista de varias familias apellidadas Kim, algunas tachadas y otras no.
Bingo.
La tomó con cuidado de no romperla para verla mejor. Además de ser una lista de familias Kim, también estaban ordenados por lugares de Corea, todo escrito en un coreano antiguo, dándole un poco de nostalgia.
En una de las paredes se encontraba un viejo mapa de como era Corea antes, oculto bajo varias nubes que él mismo quitó. Habían muchos lugares marcados con una equis, y estos coincidían con las familias Kim que estaban tachadas en la lista.
¿Tal vez estaba buscando a Sunoo?
Su pregunta fue afirmada al encontrar una especie de diario encima del mueble junto al mapa. No había nada escrito, pero sí resguardaba una carta sagrada para la junta cuyo contenido fue suficiente para aclarar algunas dudas.
"Yo, Park Sunghoon, actual Yeomna, me gustaría solicitar la presencia de entidades celestiales para ayudar con la búsqueda del humano Kim Sunoo".
Abajo del todo estaba su firma, y al lado había una pequeña nota donde ponía que la petición había sido denegada.
Ya no había dudas, definitivamente estuvo buscando a Sunoo, algo que le hacía levantar más la ceja con la idea de que él pidiera que sus hermosos recuerdos con Sunoo fueran borrados. ¿Por qué molestarse tanto en buscar a su amado para luego eliminar todo?
Volvió a repasar las palabras de Riki: 'En el 2000 desperté confundido en mi despacho, sin saber quién era o dónde estaba'.
Sunghoon recuerda haber tenido una situación similar, ¿pero dónde estaba...?
...La junta, pensó. Desde que tiene uso de memoria, recuerda "nacer" como dios en el santuario principal, donde el resto de deidades se encargaron de hacerle saber quien era y guiarlo como el dios novato que era, pero nunca le mencionaron su vida como humano o sus recuerdos con Sunoo.
Ellos tenían algo que ver en todo eso, estaba completamente seguro. El que le pidieran que dejara el caso de Sunoo sin razón era la mayor prueba de ello, y le empezaba a enojar que tanta información importante haya sido ocultada teniendo en cuenta que era muy contradictorio a las ideologías que la misma junta estableció.
Pero Sunghoon no se quedaría de brazos cruzados, iría a buscar todas las respuestas que necesita, e iría por las malas a ver si así dejaban de burlarse de él. Porque sí, se sentía humillado por ser el único imbécil que no estaba al tanto de nada.
Fueron demasiadas emociones y descubrimientos en un solo día, se encontraba muy enojado, enojado por pensar que la junta se atrevió a hacerle algo malo a Sunoo luego de haberlo borrado de su memoria. Imaginar todas las situaciones que pudieron haber pasado entre sus superiores y Sunoo solo aumentaba su ira, dejando salir sus poderes sin tener gran control sobre estos.
Cada paso que daba de camino al santuario principal mataba a todas las plantas de los jardines que habían alrededor.
No le importaba, tampoco le importaba que hubieran muchas entidades divinas de seguridad siguiéndolo y gritándole que no puede entrar sin cita previa.
Le importaba una mierda. Estos ni siquiera podían acercarse a Sunghoon por la fuerte energía que lo rodeaba, así que siguió caminando a pasos rápidos y fuertes.
Abrió con fuerza las grandes puertas de la sala principal donde estaban todos los de la junta, haciendo un fuerte ruido que retumbaría por todos los cielos.
—Exijo una explicación, ahora —sus palabras sonaban como si 3 voces infernales hablaran a la vez. Así era su voz del inframundo, una que hizo temblar todo el lugar, dejando a todos los presentes sorprendidos y asustados por la repentina intromisión.
Y así termina el quinto día.
Abrazarnos y bañarnos juntos: hecho ✓
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