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#8 — ᴘᴀsᴛ, ᴘʀᴇsᴇɴᴛ ᴀɴᴅ ғᴜᴛᴜʀᴇ
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Park Sunghoon, actual dios de la muerte, siempre pasaba desapercibido en el reino de los cielos. Nadie se molestó en vigilarlo o intentar conocerlo pues simplemente era un peón de la junta que hacía su trabajo obedientemente, sin causar algún problema o escándalo que pudiera alertar al resto de dioses. 

Exijo una explicación, ahora —esas palabras junto a la fuerte energía que el peligris desprendía sorprendieron e intimidaron a todos los presentes. 

—Tú no deberías estar aquí sin solicitar una cita, señorito —demandó el dios de la montaña, el cual a los segundos fue brutalmente asesinado por los poderes de Sunghoon, quien no podía contenerse. 

Nadie allí era conocedor de qué tan poderoso es Sunghoon, y ahora que lo estaban viendo se sentían aterrados. Tal vez era por ser joven o simplemente por la adrenalina causada por el enfado, pero superaba con creces las capacidades sobrenaturales que Lee Heeseung alguna vez tuvo, siendo así el primer dios que intimida incluso al rey supremo. 

Le tenían miedo a Sunghoon, le tenían mucho miedo. 

Ese dios de la muerte puede matar hasta a seres inmortales si así lo quiere, el que acabara con el dios de la montaña en segundos era la prueba de ello, y ninguno de los presentes quería morir. 

—¿E-explicación s-sobre q-qué? —preguntó el rey de los cielos con notorio nerviosismo. 

Sunghoon dió un fuerte golpe en la mesa, rompiéndola. No podía medir su fuerza, no cuando era un lío de emociones y preguntas sin respuesta—. Sobre mi vida como mortal, sobre Kim Sunoo y como es que no recuerdo nada a pesar de haber estado buscándolo por cielo y tierra incluso cuando ya era Yeomna. Quiero saberlo todo, sin saltar ni un puto detalle —respondió haciendo el máximo esfuerzo por no explotar aún más de lo que ya lo estaba haciendo. 

La diosa de la fertilidad se levantó de su asiento dispuesta a regañar al peligris—. Tú no tienes que saber nada, es irreleva- 

Antes de poder terminar, Sunghoon acabó con ella en un abrir y cerrar de ojos, haciendo que el resto de dioses tragaran duro o se quedaran cabizbajos. 

—¿Alguien más va a decir gilipolleces? —preguntó bastante furioso, a lo que todos negaron sin poder hablar—. Bien, pues abran sus putas bocas para soltar la verdad, únicamente la verdad. ¿Qué pasó con Kim Sunoo y por qué no recuerdo mi vida mortal? 

Luego de eso, debido al miedo, le dieron una larga explicación con algo de dificultad, pues se sentían tan intimidados por la presencia del peligris que algunos tartamudeaban y otros ni siquiera podían abrir la boca. 

Para saber la historia primero hay que hacerse una pregunta: ¿Cómo se hacen los dioses? Sunghoon alguna vez se lo cuestionó, pero nunca estuvo lo suficientemente curioso como para intentar encontrarle una respuesta, y ahora se arrepiente de no haberlo sabido antes. 

Los dioses son seres celestiales casi inmortales, y como tal a veces se cansan de todo y se quieren retirar para siempre. 

Cuando uno planea jubilarse debe buscar en el mundo mortal a alguien de alma pura y esperar a que muera para traspasarle sus poderes, y por ende, su puesto de deidad, dándole una identidad divina que perdurará hasta que el nuevo dios decida retirarse. 

Una vez los poderes son completamente transferidos mediante un rápido ritual sagrado, el antiguo dios se convierte en una de las estrellas más brillantes de la noche, inmortalizando así el recuerdo de sus años de labor, siendo respetado y alabado por tanto tiempo de trabajo. Este es el final más digno que alguien de los cielos puede tener. 

Algunos dioses eran cuidadosos a la hora de elegir, buscando almas puras con personalidades que realmente sean compatibles con el tipo de dios que les toque ser. Y luego habían deidades que simplemente elegían temerariamente a la primera alma pura que encontraban, siendo este el caso del viejo Yeomna que eligió a Lee Heeseung. 

Y si hablamos de Park Sunghoon podemos catalogarlo como la selección de dios más caótica, trágica e inmoral que alguna vez pudo existir. 

Debido al castigo a Lee Heeseung, no había un Yeomna que pudiera elegir un sucesor, y es por esto que algunos dioses de la junta se encargaron de buscarlo. 

Claro, hablamos de hace siglos, en una época donde las guerras entre territorios reinaban por todo el mundo mortal. Prácticamente no habían almas puras en ese entonces, a excepción de esos dos lindos chicos que vivían juntos felizmente en el monte con un pequeño felino al que amaban como si de un hijo se tratara, completamente ajenos a todos los feroces acontecimientos que se daban alrededor. 

Los dioses no se molestaron en vigilarlos ni investigarlos, su objetivo estaba claro: buscar rápidamente un nuevo Yeomna para que ellos no tuvieran que hacer trabajo extra. 

Es por eso que, a pesar de que las vidas de esos chicos estaban destinadas a ser largas, siendo sus causas de muerte la vejez, la junta tuvo el gran descaro de forzar la muerte de uno de ellos para no tener que esperar, uno que eligieron aleatoriamente pues ambos eran igual de válidos. 

Así fue como Park Sunghoon murió a los 19 años, pasando a ser el nuevo dios de la muerte. Pero ocurrió algo que la junta se enteraría más adelante, y es que cuando estaban matando a Park Sunghoon, el otro chico de alma pura había intentado salvarlo, muriendo también en el proceso. 

Kim Sunoo moriría horas después que Sunghoon a los 20 años por culpa de esa extraña bruma negra que se llevó a su prometido entre gritos desgarradores, en un desesperado intento de sacarlo de allí pero fracasando dolorosamente, viendo como el cuerpo del peligris se hallaba sin vida en sus brazos. 

La muerte de Sunoo fue más dolorosa, perdió a su amado y luego la vida, y todo en un largo proceso que le hizo desear una muerte rápida y no esas agonizantes horas llorando a mares, abrazando el cuerpo inerte de su difunto novio mientras intentaba regular su respiración, rodeado de esa bruma que parecía llevarse todo el oxígeno cada vez que entraba a sus pulmones. 

Al Sunoo morir asfixiado cuando aún no se había terminado el proceso para convertir a Sunghoon en Yeomna, su alma nunca fue llevada a la puerta espiritual y quedó vagando por el mundo mortal, entrando en el primer feto en gestación que encontraba para poder renacer, un instinto natural de las almas extraviadas que no son atendidas,  suceso que hacía millones de años que no ocurría. 

Y aunque esto suene como una segunda oportunidad para tener otra vida más larga, no lo era. El destino de Kim Sunoo es ser Kim Sunoo en una época en específico, pero su destino fue cruelmente cambiado de manera forzada, ya no solo al separarlo de su destinado, también por morir mucho antes de tiempo. 

Su alma no soportaría vivir en un cuerpo pasados los 20 años porque esta no estaba preparada para ello, era algo que solo podía hacer en su vida original. 

Por lo tanto, Kim Sunoo, en su segunda vida como Yang Sunoo, moriría por causas naturales a los 20 años, volviendo así a repetir el proceso de buscar un feto, renacer y morir otra vez luego de llegar a los 20 años de edad. 

Es así como Sunoo tuvo centenares de vidas en distintas épocas, todas naciendo el mismo mes y día, teniendo el mismo nombre y aspecto físico, tratándose de un inconsciente intento de su alma por recuperar su vida y destino original, algo que obviamente no lograría pero así es como actúan las almas extraviadas. Lo único que cambiaba realmente era el apellido y el entorno. 

Sus primeras vidas fueron agradables, había olvidado todo la primera vez que renació, por eso no estaba muy afectado por la situación, solo que a veces tenía recuerdos fugaces con Sunghoon, aunque no lograba explicar quién era y porqué lo sentía importante. 

Cada vida que tenía se iba alejando más de la época a la que pertenecía, y como consecuencia empezaba a estorbar en los destinos de la gente a su alrededor, siendo así una especie de "error" que todos trataban mal o simplemente ignoraban cómo instinto natural al enfrentarse con algo inusual que no debería estar ahí. 

Aunque desde fuera Sunoo no parecía tan inusual como lo era, eso no quitaba que otros no lo pudieran percibir. Era como intentar encajar la pieza de un puzle de 100 piezas en otro puzle completamente distinto de 500 piezas. Los demás sentían en Sunoo esas malas vibras que te hacen estar alerta o no querer acercarte a esa persona, aún si Sunoo mostraba ser alguien amable que nunca haría daño a nadie. 

Sunoo no encajaba, y ese sentimiento de sentir que no perteneces a algún lugar sumado al fuerte rechazo que le daba su supuesto círculo cercano le hacían sentir una desagradable sensación de incomodidad y vacío que se incrementaba considerablemente en cada una de sus vidas, llegando hasta la actual donde todas esas sensaciones mezcladas con sus malas experiencias le llevaron a querer suicidarse. Y eso sin recordar sus vidas pasadas, que aunque las primeras fueron lindas, tuvo algunas muy desafortunadas como Choi Sunoo, quien estuvo sus 20 años de vida siendo un juguete sexual para la realeza; o Hwang Sunoo, que nació en Corea del Norte, siendo criado única y exclusivamente para servir al país y muriendo finalmente a los 20 disparado por uno de sus supuestos aliados en la batalla contra Corea del Sur. 

La junta se enteró de Kim Sunoo gracias a los primeros años de Sunghoon como Yeomna, pues cuando alguien se convierte en dios este mantiene sus recuerdos como mortal intactos, y era obvio que Sunghoon no se quedaría de brazos cruzados en su nueva vida sin la persona a quien más ama. 

Él buscó a Sunoo sin importar lo que otros dioses le dijeran, retrasando demasiado su trabajo como dios de la muerte. Sunoo era su prioridad, siempre lo fue, y eso es algo que ni su fuerte sentido de responsabilidad ni las advertencias de Jungwon —quien lo empezó a servir desde el primer día como Yeomna— podían cambiar. 

No contaba con que Sunoo había muerto y renacido, por eso siempre lo buscó como Kim Sunoo, fracasando al intentar buscar a su familia pensando que él estaría con ellos. Hasta Jungwon, viendo el gran desespero de Sunghoon, lo ayudó a buscar, y en parte sentía la frustración de Sunghoon al no encontrar absolutamente nada. 

El peligris a veces llegaba a ser muy molesto con el resto de dioses, pidiendo ayuda para buscarlo. Estos incluso empezaron a odiar al pelinegro por ocupar por completo la atención de Sunghoon. 

Debido a esto, la junta debió tomar fuertes medidas al respecto, borrando sus recuerdos para que Sunghoon finalmente se pusiera a trabajar sin andar ocupado con otras cosas, porque así solo amontonaba sus deberes. 

Luego de eso, manipularon discretamente a Sunghoon a base de comentarle una versión exagerada y algo modificada de la historia de Lee Heeseung para que no sintiera empatía hacia algún mortal, ya no solo para evitar que se repita el caso de Heeseung, si no también para prevenir que Sunghoon vuelva a abandonar su deber si alguna vez se encuentra con Sunoo. 

Gracias a la pérdida de memoria y el haberse mostrado como seres sus superiores desde el primer momento, notaron que Sunghoon los respetaba demasiado, y usaron eso a su favor para mantenerlo trabajando responsablemente durante largos siglos sin cometer ningún error o infringir alguna norma, pasando a ser el favorito de los dioses a pesar de la frialdad de Sunghoon que en ocasiones resultaba ser algo aterradora o incómoda. 

La junta se encargó personalmente de que Sunghoon nunca recibiera absolutamente nada sobre el tal Sunoo. De por sí ya era difícil localizarlo al ser un alma corrompida por el tiempo y cambio forzoso del destino, ni siquiera la misma junta logró encontrarlo, así que simplemente lo dejaron estar. Total, el alma de Sunoo desaparecería naturalmente por el desgaste y no suponía ningún problema, su existencia no alborotaba en gran medida las vidas de otros, solo la suya propia, y obviamente a la junta le importa una mierda la vida de un simple mortal. 

Aunque sabían que si Sunghoon recuperaba la memoria y se enteraba, dejaría de trabajar de nuevo para centrarse en el muchacho, probablemente odiando con intensidad a la junta, justo como ahora, pero ellos realmente pensaron que Sunghoon nunca se enteraría. 

Hasta amenazaron a Jungwon con no contar nada. ¿Y qué podría hacer él? Siendo una entidad creada por un dios tenía las manos atadas, sus superiores podían incluso hacerlo desaparecer si querían. Y aunque le entristeció ver como Sunghoon pasó del agradable chico enamorado y desesperado por buscar a su amor a alguien frío que parecía no tener sentimientos, él no podía hacer nada más que permanecer a su lado y seguir siendo su secretario, fingiendo a regañadientes que todo lo ocurrido antes de su pérdida de memoria jamás ocurrió. 

Entonces, ¿cómo se enteró? ¿Cuál fue la causa de que Sunoo volviera a aparecer en su vida en pleno siglo veintiuno a pesar de que la junta haya tomado tantas medidas para evitarlo? La respuesta es fácil, Riki, un humano que murió a sus 18 en el año 2000, siendo así el nuevo Mireuk luego de que el anterior decidiera retirarse por causas desconocidas. 

Y es que Riki es un torpe dios que no estaba al tanto de las estrictas normas que tenía la junta con respecto a Sunghoon y su curiosa y cuestionable forma de mantenerlo completamente dominado. Es por eso que, siendo el encargado de darle los papeles a Sunghoon, le entregaría los que encontró sobre Kim Sunoo sin saber que supuestamente no debía hacerlo. 

Gracias a él, esos dos chicos que alguna vez fueron prometidos se reencontraron cuando Sunoo era tan solo un bebé de 2 años a punto de morir por la loca de su madre. Pero luego de apuntar cómo el niño no llegó a fallecer, Sunghoon simplemente lo olvidaría, y lo mismo ocurrió con los múltiples casos que ocurrieron a lo largo de la vida de Sunoo, hasta que este llegó a los 20 años, pidiendo esa semana de noviazgo con Sunghoon antes de suicidarse. 

Al pasar más tiempo juntos y llegar a conocerse mejor, algo dentro de Sunghoon  empezaba a recordar algunas cosas. No se trataba de recuerdos en sí, más bien era la nostálgica sensación de amar y ser amado, recordar lo que sentía con esos simples actos que eran su día a día antes de ser un dios. Todo su ser le gritaba que debía estar con Sunoo y amarlo, y ahora entiende mejor el porqué. 

No podía imaginar el sufrimiento que Sunoo pudo haber pasado en todas sus vidas. De hecho si pudo porque lo había leído en los libros. Sunoo lo pasó muy mal, y todo por culpa de esos desgraciados a los que le avergüenza haber admirado, quienes no se molestaron en esperar unos años para tenerlo, unos años que para los dioses se sentían literalmente como días. 

Su ira aumentó, y estaba a nada de acabar con absolutamente todos los dioses que habían en el lugar, pero al momento su rabia fue reemplazada por una fuerte sensación de abatimiento cuando unas cuestiones se cruzaron por su cabeza. 

¿Y si su sufrimiento también es mi culpa por haberme convertido en dios? Sabe que no fue su elección, pero no pudo evitar sentirse culpable al respecto. Mientras Sunoo estaba viviendo como un error entre las vidas de los demás en épocas a las que no pertenece, él estaba tranquilamente sentado en su despacho escribiendo como desconocidos morían o estuvieron a punto de morir. 

¿Y si en ese momento hubieran elegido a Sunoo en vez de a mi? Aunque la idea le agradaba por pensar que en ese caso Sunoo no hubiera sufrido tanto, está seguro de que si hubiese pasado de esa forma sería él quien estaría en los zapatos de Sunoo, y es muy probable que Sunghoon no hubiera podido aguantar tanto como Sunoo, quien a pesar de estar roto, todas sus vidas las vivió lo máximo que pudo aún teniendo su alma corrompida causándole tantos malestares emocionales. Incluso ahora con esos fuertes pensamientos suicidas y tantas desgracias que vivió como Han Sunoo, logró llegar bastante lejos. Sunoo es muy fuerte... 

Cabizbajo y siendo observado por la miedosa y expectante mirada del resto, recordó que el máximo que alcanzaban sus vidas son los 20 años, dato que coincidía con los múltiples libros sagrados de Sunoo. 

Él actualmente tiene 20, y estamos a 17 de junio... Sí, no le quedaba mucho tiempo. Su idea de darle una vida larga y feliz se había ido a la mierda en unos minutos, o tal vez había empezado a perder la esperanza al ver cómo sus palabras se borraron al intentar escribir el destino de Sunoo. 

Si tan solo en aquel entonces nos hubiesen dejado vivir tranquilos.... Estaba frustrado por pensar que la situación podría ser muy distinta si las cosas se hubieran hecho bien, y realmente quería torturar a todos esos  imbéciles que tenía enfrente. 

Era injusto, todos ahí habían vivido largas vidas antes de ser dioses, el que fueran unos completos vejestorios lo demostraba. ¿Por qué él no pudo haber sido de la misma forma? ¿Por qué no pudo haber tenido una vida larga con Sunoo y luego convertirse en dios? 

Quería enfadarse por eso, quería gritarles y regañarlos por haberles arruinado la vida, pero el tiempo es oro y quería aprovechar al máximo lo que a Sunoo le quedaba de vida. Con un poco de suerte podría ser hasta el día antes de que cumpliera 21, o incluso en su cumpleaños. Cualquier opción le servía si eso implicaba pasar más tiempo con el pelinegro.

Salió rápidamente de la sala, y todos suspiraron aliviados menos una, que siguió al peligris valientemente aún sabiendo que su vida peligraba. 

—¡Sunghoon, espera! —exclamó la mujer mayor, pero él no se detuvo, haciendo que la mujer corriera más rápido para alcanzarlo—. ¡Quiero disculparme! —el peligris siguió ignorándola—. Soy la deidad de la memoria —se presentó, y con eso Sunghoon sí se detuvo. 

—¿Qué quieres? —preguntó seco y con un notorio enfado. Supuso que fue ella quien le había hecho olvidar todo. 

—Lo siento, de veras. En su momento me obligaron, yo no estaba de acuerdo —explicó la mujer con notorio arrepentimiento—. Sabía que amabas mucho al humano, me sentía mal por tener que arrebatarte todo, no te haces una idea de cuán arrepentida estoy... 

Sunghoon no sabía si decía la verdad o simplemente se victimizaba para salvarse de su enojo, aunque lo segundo es algo que solo cree que haría el ya fallecido dios de la montañas. Pero también creyó que la junta eran dioses profesionales y gracias a la situación supo que no, ahora se espera cualquier cosa de ellos, incluso empezó a dudar si Lee Heeseung fue fuertemente castigado injustamente. 

La gran probabilidad de que fuera así le hizo gruñir. Gracias a Sunoo había empezado a comprender un poco más las acciones de Heeseung, hasta le dieron ganas de retroceder en el tiempo para darle un final más digno que el de desaparecer en el mundo espiritual. 

Como sea, todo había pasado y ya no le importaba absolutamente nada, ahora debía ir con Sunoo. 

—Váyanse todos al puto infierno —maldijo antes de seguir caminando, rumbo al mundo mortal. 

La mujer lo dejó irse, no insistiría. Al menos ya se pudo quitar un peso de encima, aunque sus disculpas claramente fueron rechazadas. 

Lo entiende, ella estaría de la misma forma si pasara por algo así—. Mucha suerte con el humano —dijo antes de que Sunghoon se fuera. 

Suerte mis huevos, pensó el peligris muy enojado por recibir esas palabras sabiendo que Sunoo tenía los días contados. 

Y así llegó rápidamente a la habitación del pelinegro, sin poder ocultar la mezcla de tristeza y enojo. Aunque también sentía algo de orgullo por saber que Sunoo y él tuvieron una bonita relación, y que, después de tanto, volvieron a estar juntos. 

Abandonó sus pensamientos y frunció el ceño al ver a Sunoo despierto sentado en el suelo con los ojos llorosos, Jungwon a su lado sujetando una toalla con hielo en el hematoma del pelinegro y Riki haciendo poses raras, luciendo notoriamente nervioso y preocupado. 

Niki, al ver a Sunghoon, se apresuró en acercarse a él y hacer señales de que se calmara a pesar de que Sunghoon ni siquiera parecía estar enojado con él—. ¡No le hicimos nada malo! 

Sunghoon lo ignoró para seguir observando a Sunoo. Se le notaba cansado y adolorido. No sabía si se despertó solo o lo despertó Riki, él solo se acercó a Sunoo, haciendo que Jungwon se alejara, y lo abrazó fuerte, escondiendo el rostro en la curvatura de su cuello. 

—Creo que es hora de irnos, tengo que cuidar el santuario —avisó Jungwon levantándose. Por el estado de Sunghoon sabe que lo mejor era dejarlos solos. 

—Oh, yo no tengo nada que hacer —dijo Riki acomodándose en el sofá individual, pero Jungwon lo jaló para llevárselo. 

—Tú me vas a ayudar —mintió y volteó a ver al pelinegro—. Un placer haberte conocido, Sunoo, espero que para la próxima podamos hablar más, cuídate —se despidió con una linda sonrisa mientras salía por la ventana, llevándose a Riki y el alma de Gaeul. 

—¡Adiosito! —exclamó Niki antes que desaparecieran por completo para volver al cielo. 

Estando completamente solos, Sunghoon habló—. ¿Te hicieron algo? —preguntó con tranquilidad aún sin intención de romper el abrazo. 

Sunoo se limpió rápidamente las lágrimas que amenazaban con salir y negó—. No, yo solo me había movido y sin querer apoyé mi cara en el moratón. Me desperté por el dolor, el chico alto peligris se preocupó mucho y el de los hoyuelos intentaba ayudarme. 

Sunghoon sonrió un poco al saber que no pasó nada grave—. El rubio se llama Riki, tiene tanta energía y ganas de molestar que a veces no lo aguanto, pero en el fondo me cae bien. Jungwon es el de los hoyuelos, es tan fiel a sus ideales que en ocasiones llega a ser muy fastidioso, pero no hay nadie más trabajador y confiable que él. También me agrada. 

Sunoo rió por la honesta opinión del peligris—. No sé si me los estás presentando para conocerlos o para repudiarlos. 

—Solo estoy siendo sincero, pero sí me gustaría que los conocieras, estoy seguro de que se llevarían bien. 

—A lo tonto me hago amigo de medio cielo mientras las personas ni caso me hacen —soltó divertido. 

Sunghoon no respondió, él solo apretó el abrazo de manera sobreprotectora al recordar todo lo ocurrido, con una triste mirada que Sunoo no podía ver—. ¿...Sabes? Tenías razón... —murmuró. 

—¿En qué? 

—... Nos conocimos mucho antes de vernos, incluso antes de que tú nacieras... —se separó un poco de Sunoo para poder mirarlo a sus confundidos ojos—. ¿Me creerías si te dijera que hace siglos tuviste una vida dónde estuvimos en una linda relación? 

Sunoo reflexionó un poco la pregunta—...De por sí ya es increíble conocer a un dios como tú, así que lo veo creíble incluso si es algo que pareciera imposible —dijo—. Aunque, pensándolo bien, no lo veo tan imposible, creo que en el fondo algo en mi interior recuerda que tu eres muy importante para mi. Desde que llegaste me siento vivo y en tan solo unos pocos días logré quererte mucho, hasta el punto de sentirme vacío si no te tengo cerca —admitió sin pensar, pero al darse cuenta de sus palabras rápidamente intentó rectificar con un fuerte sonrojo en sus mejillas—. Lo siento, debo sonar como un loco desesperado y dependiente... ¡Juro que no soy tan intenso! 

Por primera vez fue Sunghoon quien se ruborizó ante la sinceridad de Sunoo, y volvió a esconder el rostro en su curvatura—. Ahora eres tú quien dice cosas vergonzosas —murmuró—. No te disculpes, yo me siento de la misma forma. 

—Oh, entonces me alegra no ser el único —sonrió para luego bostezar—. ¿...Puedo saber cómo éramos? —no hubo respuesta porque Sunghoon se levantó sin romper el abrazo, alzando a Sunoo, quien para no caer rodeó las piernas en la cintura del peligris—. ¡A-avisa! —exclamó avergonzado por ser cargado de esa forma. 

Ignorando la queja de Sunoo, Sunghoon se dirigió hacia la cama—. Vivíamos tranquilos en el monte, rodeados de naturaleza. No sabría decirte muchos detalles, pero sé que éramos muy felices, e incluso llegamos a comprometernos —explicó brevemente con orgullo antes de dejar cuidadosamente a Sunoo en la cama y arroparlo—. Ahora debes dormir, al menos hasta que amanezca. Se nota desde lejos que estás muerto de sueño. 

Sunoo volvió a bostezar, acurrucándose mejor en la cama mientras sus párpados caían lentamente. No pudo evitar sonreír al imaginarlos viviendo juntos entre la naturaleza. ¿Tal vez hicieron una casita en el árbol? ¿Pudieron tener un gran jardín de flores? ¿Adoptaron algún animal? Estaba curioso, pero el cansancio le podía así que guardaría las preguntas para cuando despertara. 

En su lugar, viendo que Sunghoon no se acostaba a su lado preguntó—. ¿No te vas a quedar? 

El peligris sonrió con ternura—. Por supuesto que sí, solo debo hacer algo rápido. Volveré enseguida, tú solo duerme tranquilo y verás que al despertar estaré a tu lado —dijo y se agachó un poco para besar la frente de Sunoo, quien ya prácticamente tenía los ojos cerrados. La voz de Sunghoon sonaba tan dulce que le transmitía paz—. Dulces sueños, Sunnie —murmuró al notar que el pelinegro se quedó completamente dormido. 

Tras unos minutos admirando su rostro en ese estado tan tranquilo y vulnerable, Sunghoon se dirigió a la puerta, saliendo al pasillo sin hacer ningún ruido para no interrumpir el sueño del pelinegro. 

El secretario del señor Han seguía en el suelo con parálisis del sueño. Una expresión de terror absoluto estaba en su rostro, debe estar pasándolo mal. 

Pero no, Sunghoon no tenía planeado sacarlo de ese estado, y tampoco le daba pena alguna. Su intención era averiguar qué había pasado con Gaeul, y por suerte no tardó mucho en descubrirlo pues el cuerpito sin vida del pobre gato estaba mal enterrado en el jardín, lleno de sangre por lo que parecía ser un fuerte golpe causado con la gran piedra que estaba al lado del felino. No se podía ver bien por la tierra, así que es pura suposición. 

Sunghoon no sabía qué sentir al respecto, su mandíbula se tensó, y sus ojos se tornaron del rojo más intenso que alguna vez pudo tener. 

Intentando no explotar ahí mismo, se acercó al jardín para tomar una flor y dejarla con cuidado encima del animal. Ya que el hijo de puta que lo mató no tuvo ni un poco de delicadeza por Gaeul, al menos él sí lo tendría. 

Y hablando del hijo de puta en cuestión, Sunghoon no lo iba a dejar irse de rositas, y tenía una muy probable teoría sobre quién fue. ¿Quién si no que el jodido señor Han, ese que mostraba abiertamente su odio hacia el animal? 

Sin perder el tiempo, volvió a entrar a la mansión, abriendo todas y cada una de las puertas con fuerza con tal de encontrarlo. 

Hasta que finalmente lo encontró. 

—¡¿Qué demonios?! —exclamó el señor Han luego de despertar sobresaltado por el ruido, y encendió la luz, viendo al peligris completamente serio en la puerta—. ¿Quién puñetas eres y qué haces en mi mansión? ¡¡Seguridad!! 

Sunghoon observó alrededor. Había una camisa llena de tierra por las mangas con algunas pequeñas gotas de sangre colocada en la silla. No tenía prueba alguna de que la sangre fuera de Gaeul, pero Sunghoon quería creer que sí, todo con tal de aumentar su ya larga lista de razones por las que debe darle el peor momento de su vida al señor Han. 

Sunghoon cerró la puerta, y una sádica sonrisa se formó en sus labios mientras dejaba salir sus poderes—. Seguridad no vendrá. Tú y yo tenemos un asunto pendiente —dijo bastante satisfecho porque finalmente le daría lo que se merece. Se vengaría por todas sus malos tratos, tanto por Sunoo como Gaeul y los otros humanos que sufrieron las consecuencias de su actitud de mierda. Porque Sunghoon lo sabía con solo una ojeada, no era una consecuencia por tener a un "error" como Sunoo, ese hombre es naturalmente cruel, algo que a la larga lo podría acabar convirtiéndolo en un criminal, si es que no lo era ya. 

El adulto es un potencial peligro para muchos mortales si seguía haciendo lo que quería sin consecuencia alguna. Porque extrañamente, aún con su actitud que gritaba ser una escoria, los mortales le seguían dándole dinero y fama. 

Pero ya no importaba, finalmente llegó Sunghoon para ponerlo en su lugar, principalmente por sus actos contra Sunoo. 

El señor Han se empezaba a sentir aterrorizado al ver una fuerte bruma negra salir del peligris para rodearlo—. ¿Q-qué? 

—¿De verdad creíste que podrías dañar lo que más amo sin sufrir las consecuencias? 

—¿D-de q-qué coño hablas? —el adulto intentó alejarse, pero la bruma era demasiado pesada. No se podía mover. 

—Sunoo, hablo de Sunoo y su gato. 

El señor Han frunció el ceño—. ¿Ese imbécil bueno para nada te pidió que vinieras a asustarme? —preguntó divertido. Solo con saber que Sunoo estaba involucrado dejó de sentir miedo. A sus ojos Sunoo es un chico débil incapaz de dañar a una mosca, lo cual es cierto, así que estaba seguro de que todo eso era una broma pesada y no le pasaría nada malo—. Ve y dile que me deshice del animal por dejar sus pelos en todos lados, que es su puta culpa por no dejarlo encerrado en la habitación. 

Pobre, no sabe lo que le espera, más ahora que él mismo admitió haber matado a Gaeul. 

Sunghoon se acercaba cada vez más al humano, aumentando la intensidad de la bruma y haciendo que el adulto tuviera dificultades para respirar. 

—¡¡N-no, aléjate!! —exclamaba el señor Han ahora completamente aterrorizado al ver los ojos de Sunghoon llenos de ira. En ese momento supo que el peligris no era humano, y por primera vez se sintió vulnerable. 

Luego solo se escucharon fuertes gritos rogando misericordia, gritos que nadie escuchó, y los pocos trabajadores que lograron oírlo estaban temerosos de entrar a ver qué ocurría. 

Total, escuchar gritos en esa mansión era más común de lo que parecía. No sería la primera vez que el señor Han maltrataba a alguno de ellos. 

Nunca se hubieran esperado que en ese caso era el mismo maltratador el que estaba siendo maltratado. 

• • • • • • • • • • • • •

Los primeros rayos de luz entraban por la ventana, llegando al tranquilo rostro de Sunoo, quien frunció el ceño por la repentina iluminación. 

Abrió los ojos lentamente sintiéndose algo desubicado, intentando procesar que ya era de día. A los pocos minutos de despertar finalmente notó que habían unos brazos rodeándole por la cintura y que su espalda estaba apoyada en el pecho de alguien. 

Volteó levemente la cabeza, viendo de reojo a un sonriente Sunghoon completamente despierto. 

—Buenos días, Sunnie~ —saludó forzando la voz para sonar un poco infantil. 

Sunoo, aún medio adormilado, sonrió alegre de verlo—. Buenos días, Hoonnie~ —respondió intentando imitarlo, pero su voz sonaba ronca. 

Se posicionó un poco para quedar sentado y poder frotarse los ojos. Aún se sentía medio dormido. 

Sunghoon aprovechó para peinar algunos de los mechones rebeldes que tenía Sunoo—. Hoy estaré completamente para tí, sin molestas interrupciones ni idas repentinas. De hecho, pienso consentirte al máximo, vas a cansarte de mí —dijo divertido, pero no bromeaba. Ya que no sabe cuándo moriría Sunoo, quería que el chico estuviera feliz hasta entonces. 

—Nunca podría cansarme de ti —se sinceró, pero el rugido de su estómago le hizo avergonzarse al punto de volver a acostarse para tapar su rostro con la manta. 

A Sunghoon le pareció muy tierno, pero más que ignorarlo decidió burlarse un poco—. Parece que alguien despertó con hambre. 

Sin intención de responder o destapar su rostro, Sunoo fue sorprendido por esos brazos que hasta hace unos minutos estaban abrazando su cintura, solo que esta vez, en un rápido movimiento, lo sacaron de la cama, y cuando se quiso dar cuenta Sunghoon ya lo estaba cargando en brazos como una princesa de camino a la cocina. 

Sunoo, bastante ruborizado y confundido por no procesar bien lo que acababa de pasar, no pudo evitar esconder su rostro con sus manitas—. ¿M-me vas a atacar así desde por la mañana? 

—Sí, no tengo piedad contra los humanos lindos~ —respondió divertido, aprovechando la cercanía para plantar varios besos en las castañas hebras de Sunoo con la intención de avergonzarlo aún más, algo que logró exitosamente pues el pelinegro parecía un tomate. 

—¡Déjame aunque sea lavarme la car-...! —sus palabras quedaron en el aire cuando Sunghoon entró casualmente en la cocina y el señor Han estaba ahí. 

Solo con su presencia, Sunoo sintió que ya había despertado por completo, y empezó a temer por cómo reaccionaría su padre al ver a Sunghoon. 

Siempre le dijo que tenía prohibido traer a otros a su hogar, y el peligris estaba en su forma humana por lo que era visible para todos. 

Contrario a lo que esperaba Sunoo, cada paso de Sunghoon aumentaba la expresión de horror en el rostro del señor Han, algo que dejó al pelinegro completamente descolocado. Pero la cúspide de su confusión llegó cuando el mayor salió rápidamente de la cocina, cabizbajo y sin establecer contacto visual con ellos. Lucía como un perro traumatizado huyendo de todo, muy contrario a su usual personalidad prepotente con ganas de pisotear a los demás sin escrúpulos. 

—¿...Qué le habrá pasado? —preguntó aún sin haber apartado la mirada de la puerta donde su padre había salido, mientras Sunghoon lo dejó con cuidado en una de las sillas. 

El peligris se giró hacia los electrodomésticos de la cocina con la intención de hacer un desayuno para Sunoo—. Mmh, yo también me pregunto qué le habrá pasado~ —soltó con un tono burlesco, aprovechando que estaba de espaldas para sonreír sádicamente, complacido porque el señor Han entendió la lección—. ¿Estás preocupado por él? 

—No, solo se me hizo extraño. 

Realmente quería preparar algo delicioso para el chico, pero no tiene ni idea de dónde estaban todos los utensilios e ingredientes necesarios para ello, y de por sí no sabe cocinar, aunque sabe preparar cosas simples gracias a que Jungwon suele estudiar mucho sobre la gastronomía humana. 

Y es así como preparó un tazón de leche caliente con cereales para Sunoo. Algo simple, pero —según Sunghoon— lo hizo con mucho amor y cariño. 

Dejó que Sunoo desayunara tranquilamente, si es que abrazarlo fuertemente de la cintura y mientras lo mantenía sentado en su regazo se puede considerar tranquilo. 

Después de tantas emociones y tristes verdades luego de años de mentiras, el estar con Sunoo era una desesperada necesidad para él. Por mucho que intentara mostrarse bien para el pelinegro, la desagradable sensación de impotencia por no haber podido evitar nada de lo que ocurrió seguía causando una fuerte punzada en su corazón. 

Un movimiento por parte del pelinegro lo hizo salir de sus pensamientos, y cuando miró al frente se encontró una cuchara con varios cereales remojados en leche, sujetada por Sunoo quien le miraba expectante. 

—¿Para mí? —preguntó, y Sunoo asintió haciéndole sonreír y abrir la boca para dejarse alimentar, algo que pareció satisfacer mucho al pelinegro. 

Luego de unos minutos, ya habiendo terminado el desayuno, Sunoo habló—. Oye, Hoon, ¿Estás bien? —preguntó preocupado. 

—¿Por qué preguntas? 

—Desde anoche te encuentro más afectivo de lo normal, y no eres bueno ocultando tus expresiones. ¿Ocurrió algo malo? No soy un dios pero si puedo ayudarte en lo que sea solo dímelo. 

El peligris sonrió con ternura por la amabilidad de Sunoo, y no queriendo que este viera el posible rubor en su rostro, rápidamente lo abrazó para poder ocultarse. 

—En parte sí, pero... —Sunghoon lo pensó un poco, no estaba seguro de si debería comentarle absolutamente todo o simplemente dejarlo con lo poco que ya le había dicho, pero siendo Sunoo uno de los principales perjudicados siente que tiene derecho a saberlo. Después de todo les jodieron la vida, y no quiere que Sunoo generalice y piense que todos los dioses son buenos solo por el buen trato que uno le está dando—. Hay muchas cosas que debes saber. Puedes detenerme si ves que lo estoy explicando muy rápido —avisó antes de empezar a hablar. 

No tardó mucho, en menos de 5 minutos logró explicar todo ante la atenta mirada de Sunoo, quién parecía un mar de expresiones y confusión con cada cosa que el peligris comentaba. 

—Espera, espera, ¿me estás diciendo que tanto tu pérdida de memoria como los malos tratos que recibo fueron culpa de unos dioses que nos mataron antes de tiempo hace siglos? —Sunghoon asintió triste—. ¿Por qué harían algo tan cruel? —preguntó sorprendido por tales actos por parte de dioses que normalmente son catalogados como amables. 

—Porque son unos imbéciles. 

Sunoo quedó unos segundos pensativo para poder procesar todo de nuevo—. Mi lado escéptico me grita que es una locura, pero mis ganas de encontrarle una explicación a mi vida de mierda me hace pensar que tiene sentido. 

—Está bien que dudes, nunca es bueno creer algo ciegamente. Yo solo sentía que debía informarte y ya, tú decides si creerlo o no —volvió a tomar al pelinegro para volver a la habitación, pero esta vez Sunoo no se avergonzó, más bien parecía seguir pensando sobre el tema. 

Pero más que pensar sobre él mismo y cómo su sufrimiento venía de algo tan complejo, su mente se llenó de Sunghoon y cómo el peligris se pudo haber tomado la información. Era un hecho que Sunghoon no se encontraba bien con tantas revelaciones importantes, y Sunoo quería animarlo. 

Por eso posó sus manos en el rostro de Sunghoon para que le atendiera—. ¿Estás bien? —volvió a preguntar, notablemente preocupado—. Si te sientes mal eres libre de desahogarte, sabes que te escucharé. Si necesitas un abrazo también puedes pedirlo, te lo daré. Solo no reprimas tus emociones, por favor, es malo. 

Sunghoon observó los ojitos de Sunoo, mirándolo únicamente a él con un adorable brillo en estos. Amaba tener la atención de Sunoo, y le hacía sentir bien que este se preocupara por él. 

—Con solo tenerte a mi lado es suficiente para animarme —admitió—. Simplemente estoy muy frustrado por haberte olvidado durante tanto tiempo. 

—Pero eso no fue tu culpa, y ya estamos juntos de nuevo así que no te sientas mal por eso. No es como si te fuera a regañar por haberme olvidado —bromeó Sunoo dando unas leves palmaditas en el hombro del peligris. 

Sunghoon no pudo evitar preguntarse: ¿Sunoo era igual de comprensivo en su primera vida? Seguramente sí, y aunque quisiera recordar con lujo de detalles todo lo que llegaron a vivir juntos, sólo sabía las pocas cosas que leyó en el libro y lo que le explicaron. Pero para Sunghoon eso era suficiente, después de todo sigue siendo algo de un muy lejano pasado, y para él ahora era más importante crear lindos recuerdos con Sunoo en el presente. 

Por eso, al llegar a la habitación pensó en varias ideas para pasar el día juntos y divertirse, todo sin salir del hogar pues Sunoo seguía teniendo el tobillo vendado y no quería que tuviera que caminar mucho. 

—¿Tienes algún juego de la Wii que no requiera tanto ejercicio? —preguntó mientras encendía dicho dispositivo. Qué mejor que empezar con juegos para distraer la mente de todo lo malo. 

Sunoo buscó en la estantería de los juego y sacó ese que nunca llegó a jugar: Mario Kart. Hasta tenía el volante para poner el mando, pero estuvo tan ocupado con el Super Mario Galaxy que olvidó la existencia de sus otros juegos incluso luego de haberse cansado de la consola. 

No creyó que fuera tan divertido como el Wii Sports, pero lo fue, tanto así que gastaron una estúpida cantidad de horas en ese juego de coches. Esta vez estaban igual de competitivos que el primer día, con la única diferencia de que no hubo peleas y se tomaban todo con diversión. 

—¿Me acabas de lanzar un caparazón? —cuestionó Sunoo intentando sonar lo más ofendido posible luego de ver como su personaje fue fuertemente golpeado mientras el de Sunghoon lo pasaba y llegaba a la meta. 

—Sí —respondió Sunghoon victorioso nada más ver como quedó primero. 

Realmente no le fue difícil ganar, Sunoo era muy malo, nunca llegó a alcanzar alguno de los cinco primeros puestos. Por eso, esta vez que finalmente había logrado tomar la delantera y llegar al primer puesto, un gran puchero enojado se formó en sus labios por ser Sunghoon quien le fastidió todo a unos pocos segundos de llegar a la meta. 

Sunghoon tuvo que apartar la vista. De verdad quería besarlo cuándo Sunoo hacía eso, y el poco autocontrol que tenía se iba poco a poco. No es como si no pudiera hacerlo, solo le gustaría que fuera especial y no algo repentino por puro impulso. Puede imaginar perfectamente cómo Sunoo se escondería con la almohada si lo besara sin avisar. Y aunque sería algo adorable de ver, no puede transmitir bien sus sentimientos con un simple roce. 

Y es gracias a eso que una traviesa idea se cruzó por su cabecita—. Quien gane la siguiente puede pedir lo que quiera, ¿trato? —usaría la victoria como excusa. 

Sunoo sonrió satisfecho con la idea—. Trato. 

Sunghoon esperaba ganar, tal y como las 35 partidas anteriores, pero sorpresivamente el lado competitivo de Sunoo salió en su máximo esplendor, llegando al primer lugar luego de una intensa batalla con el personaje de Sunghoon, logrando finalmente su primera victoria del día. 

—¡Siii! —celebró Sunoo ante la confusa y sorprendida mirada del peligris hacia la pantalla, donde se mostraba claramente que Sunoo quedó primero. 

Sunghoon dejó el mando, y sintiéndose frustrado por haber perdido su oportunidad, volteó a ver al pelinegro—. ¿Qué es lo que quiere el chico Rapunzel? 

Sunoo apartó la mirada completamente ruborizado, y lentamente acercó su mano a la de Sunghoon, que estaba apoyada en el sillón. En un inocente gesto, entrelazó sus dedos con los del peligris de manera muy suave. 

—...A t-tí... —pidió casi inaudible, pero por suerte Sunghoon logró escucharlo y no pudo evitar ruborizarse de la misma forma. 

Aunque se lo estaban pasando bien, Sunoo seguía notando a Sunghoon algo decaído, y quería hacer algo por él. Por eso se esforzó en ganar, también planeaba usar la victoria como excusa para hacer o decir cosas vergonzosas que pudieran alegrar a Hoon. 

El peligris tomó esas palabras como un permiso para invadir nuevamente el espacio personal de Sunoo y abalanzarse sobre él, haciéndolo caer al largo del sillón. No quería aplastar a Sunoo, lo ve tan frágil que teme hacerle daño sin querer, por eso apoyó las manos a los lados del pelinegro para sujetar su propio peso. 

—¿Puedes ser más específico? —preguntó Sunghoon con un brillo en sus ojos. En esa posición podía ver a la perfección el lindo rostro sonrojado de Sunoo, al igual que este podía ver el suyo, pero en su caso no le importaba que el pelinegro lo viera de esa forma. 

—Y-yo... —Sunoo tomó toda la valentía de no sabe donde para pasar sus brazos alrededor del cuello de Sunghoon y acercarlo un poco—. Es exactamente lo que dije, te quiero a tí, no hay algo en específico —admitió. Y aunque lo decía para mejorar el estado de ánimo del peligris, no había ninguna mentira en sus palabras. Ama a Sunghoon, y nunca dejó de amarlo. Aunque no pudiera recordar sus vidas pasadas, era un hecho que su ser jamás olvidó su enamoramiento, y el que Sunghoon fuera el único capaz de llenar el gran vacío que tenía en su corazón era la mayor prueba de ello. 

Tras esas palabras, el peligris se acercó más al rostro de Sunoo hasta el punto donde sus respiraciones chocaban. Ambos se estaban sintiendo en las nubes, como si fueran los únicos en el mundo en ese instante, simplemente concentrándose en la cariñosa mirada del otro. 

—Espero que seas consciente de lo que estás diciendo —musitó Sunghoon jugando un poco con la paciencia de Sunoo al rozar levemente sus labios. 

Sunoo rió—. Bésame ya, Park. 

Divertido por la desesperación del pelinegro, Sunghoon eliminó toda distancia entre ellos, pudiendo al fin probar los rosados y tentadores belfos de Sunoo en un tierno beso que fue torpemente correspondido, algo que le hizo sonreír de ternura durante este. 

Sunghoon sentía exactamente lo mismo que Sunoo, lo ama demasiado y es el pelinegro el único que podía hacerle sentir cosas agradables que nunca había sentido, al menos no desde que borraron sus recuerdos, porque está seguro de que en su vida como mortal Sunoo le volvía igual de loco como ahora. Estaba enamorado, siempre lo estuvo. 

Entre los chasquidos que causaba cada  beso, Sunghoon pudo dejar su mente completamente en blanco y enfocarse únicamente en Sunoo, demostrándole cuánto lo amaba con ese tierno acto de afecto. Las palabras no eran necesarias en ese momento. 

Dejó los labios del contrario para plantar pequeños besos en un recorrido hasta su cuello, donde intencionalmente sopló para hacerle cosquillas a Sunoo, algo que logró con éxito, haciéndolo sentir completamente bendecido al escuchar la armoniosa risita del pelinegro. 

—A mi ya me tienes —habló aún en el cuello de Sunoo, volviendo a hacerle cosquillas por el aire. Pero al momento volvió a la misma posición de antes con la intención de seguir probando sus labios—. Puedes pedir otra cosa. 

Esta vez fue Sunoo quien alzó un poco la cabeza para ser quien iniciara el beso, solo que fue algo rápido, un inocente roce de labios que despertó muchas sensaciones en Sunghoon. Su amado humano se le hacía tan tierno que le daban ganas de meterlo en una cajita segura donde absolutamente nadie pudiera hacerle daño de nuevo. 

—Entonces quiero pasar el resto del día contigo —una tierna y contagiosa sonrisa estaba dibujada en el rostro de Sunoo mientras hablaba. 

—Bobo —Sunghoon apartó un mechón que tapaba uno de los ojos de Sunoo para poder verlo bien—. Tenía planeado hacer eso incluso si no me lo dices. Eres malo pidiendo cosas. 

—Perdón, es la primera vez que se me presenta una oportunidad así~ —dijo completamente animado, pero su rostro se tornó nostálgico y triste cuando sus ojos se apartaron de los de Sunghoon y divisó la oscuridad debajo de la cama. Sunoo se solía esconder ahí cuando era pequeño, y muchos invasivos recuerdos de cuando tuvo que compartir la habitación con su hermana mayor (ya independizada) llegaron a su mente—...Yo realmente odio este lugar... ¿Está bien si pido que me hagas amarlo? 

Sunghoon sonrió bastante agradecido por la petición. Aprovecharía eso para tomarse ciertas libertades—. Difícil, pero no imposible. Puedo hacerlo, lograré que cada maldito rincón de esta habitación tenga algo agradable, empezando con este horrible sillón —soltó con un tono pícaro. 

—Por fin alguien que también lo encuentra horrib- —Sunoo no pudo terminar de hablar porque fue nuevamente atacado por los labios de Sunghoon en un beso más profundo. Aunque aún mantenía la suavidad de los anteriores, este se sentía completamente diferente. 

Sunoo no podía seguir el ritmo aunque lo intentara, por lo que simplemente se dejó llevar por el deseo de Sunghoon y la creciente lujuria que se estaba formando en ambos. 

Eran sensaciones completamente nuevas para los dos. Y aunque Sunghoon planeaba dejarlo en un simple jugueteo de novio travieso para luego hacer cualquier otra cosa, al separarse y ver como un pequeño hilo de saliva salía por la boca de Sunoo mientras sus ojos brillaban con las pupilas bastante dilatadas y mejillas coloreadas en un bonito rosa pastel le hizo querer más. 

—Mierda... —maldijo y pasó sus manos por debajo de la camiseta de Sunoo, acariciando suavemente su piel. Quería hacerlo sentir bien, pero al notar como este tensaba sus músculos para luego temblar por el contacto, miró a Sunoo a los ojos, completamente preocupado y arrepentido—. Sunnie, no haré nada que no quieras —aclaró y rápidamente apartó las manos—. Lo siento. Mejor vamos a hacer otra guerra de espuma en el bañ- —esta vez fue Sunoo quién lo interrumpió con un beso fugaz. 

—I-idiota, ¿c-cambias de idea l-luego de d-dejarme así? —preguntó con dificultad, pues su voz no salía correctamente por los jadeos que soltaba. Realmente quería que Sunghoon siguiera—. E-esto es una d-de las miles de cosas que d-descarté de la lista p-porque me daba vergüenza añadirlo. 

—Define 'Esto' —bromeó el peligris, rozando la rodilla con el despierto miembro bajo los pantalones del contrario para volver a jugar con su paciencia. 

Sunoo mordió sus propios labios para reprimir un gemido y empezó a temblar de nuevo—. ¿D-de verdad m-me vas a hacer d-decirlo? 

Sunghoon rió. No importa si Sunoo estaba excitado o no, seguía luciendo igual de adorable. Y en parte eso le ayudaba a mantener su autocontrol para brindarle una agradable y tierna primera vez, donde evitaría corromper por completo la inocencia y pureza que el pelinegro desprendía. 

Es así como, luego de una larga preparación previa con tal de hacerle el amor sin dañarlo, Sunghoon y Sunoo finalmente se hicieron uno, siendo Sunghoon el que hacía todo el trabajo. No es que Sunoo no quisiera ayudar, más bien Sunghoon se lo impidió diciendo "Bebé, tú solo debes disfrutar, yo me encargaré de todo".

El ritmo de las embestidas fue lento y suave. Sunghoon se había tomado muy en serio lo de no dañar a Sunoo. Estaba teniendo muchísimo cuidado. 

Por eso, aún con Sunoo debajo suyo siendo un completo desastre adorablemente desaliñado gimiendo su nombre, logró mantener el ritmo calmado mientras acariciaba suavemente todo su cuerpo, centrándose únicamente en el disfrute de Sunoo.

Hicieron el amor en ese sillón donde Sunoo alguna vez fue cruelmente obligado a dormir sin manta alguna durante los fríos inviernos, todo porque su hermana quería la cama para ella sola. 

Luego se bañaron juntos en esa bañera donde Sunoo había intentado ahogarse a sus 12 años. 

Jugaron a las cartas en el suelo donde Sunoo llegó a pasar horas inconsciente debido a las palizas que le daba su hermana y las dietas extremas que le obligaban a hacer. 

Montaron un agradable e improvisado calabozo de almohadas en el armario que antiguamente Sunoo usaba como su escondite para evitar a todos, al igual que la zona de debajo de la cama, pero obviamente no harían nada ahí debajo. 

Tomaron chocolate caliente mientras observaban el paisaje a través del ventanal donde Sunoo muchas veces pensó en tirarse para acabar con su vida. 

Tuvieron una agradable cena mientras veían vídeos de YouTube en la laptop que Sunoo no tuvo permitido usar hasta sus 18 a pesar de que su hermana pudo usarla desde los 9. 

Improvisaron una divertida pasarela de modelo en el vestidor donde el secretario del señor Han solía acosarlo sexualmente a base de comentarios subidos de tono mientras se cambiaba. 

Intentaron hacer un gran castillo de cartas en el escritorio donde Sunoo hacía las tareas y trabajos de sus "amigos". Se les cayó enseguida pero las risas no faltaron. 

Pintaron con témperas de varios colores la horrible cómoda dónde se guardaban todos los contratos de modelaje de Sunoo, documentación que rompieron y con los trozos hicieron un extraño collage en el mismo mueble. 

De paso también dibujaron sin cuidado por una de las aburridas paredes blancas que solían angustiar a Sunoo por lo frías que se sentían. La llenaron de garabatos y sin querer surgió una guerra de pintura que acabó con ambos pareciendo lienzos andantes. 

Al encontrarse cansados, se tomaron de la mano, esas donde ambos tenían en las muñecas sus respectivos relojes infantiles de My Melody, y permanecieron acostados en la alfombra donde Sunoo había decidido que acabaría con su vida hace unos años.

Esa habitación llena de momentos horribles estaba empezando a ser mucho más agradable gracias a Sunghoon, quien tal y como prometió, se había encargado de que cada rincón de esta tuviera recuerdos lindos para Sunoo. 

El pelinegro se dejó dormir al momento, y Sunghoon agradeció haber tomado la manta, anticipando que Sunoo caería en manos de Morfeo pronto. La alfombra era más cómoda de lo que parecía, así que no le importó quedarse ahí. Lo único molesto era que seguían llenos de pintura, pero ya se bañarían por la mañana. 

Ahora estando en absoluto silencio, la cruda realidad volvió a la mente de Sunghoon, haciéndolo poner una dolorosa expresión que por suerte Sunoo no iba a ver. 

Daba igual cuantos recuerdos hicieran o si Sunoo finalmente decidiría no suicidarse, el pelinegro seguía teniendo los días contados, y el que faltaran poco menos de dos semanas para el 24 de junio lo ponía más nervioso de lo que ya estaba. Técnicamente Sunoo está durando bastante en su vida actual, y Sunghoon se encuentra muy temeroso de que él pudiera morir esa misma noche. 

Por eso no pudo evitar abrazar posesivamente el dormido y colorido cuerpo de Sunoo. Mientras sintiera su calor corporal y pueda escuchar los latidos de su corazón era suficiente para calmarlo, y se quedaría toda la noche despierto con tal de vigilar la vida de Sunoo, o al menos estar presente si este muere para que su alma no siga paseando libremente por ahí. 

Pero él no quería que Sunoo muriera, nunca le desearía la muerte al pelinegro, y se sintió muy abatido al imaginar una vida sin Sunoo. Ni siquiera recuerda cómo era antes del reencuentro. 

Sus ojos picaban, quería llorar pero no lo haría. 

El futuro era incierto pero a la vez predecible, y Sunghoon se sentía muy impotente por no poder cambiarlo. No quería un futuro sin Sunoo, no quería un futuro sin el amor de su vida.

El sexto día terminó, y mientras Sunoo dormía plácidamente siendo abrazado por Sunghoon, el peligris estaba mirando las pocas gotas de pintura que llegaron al techo, intentando idear algún alocado plan para alargar la vida de Sunoo aún teniendo en cuenta su complicada condición. 

Quería aferrarse a cualquier mínimo rayo de esperanza, por muy imposible que llegara a ser. No estaba preparado para dejarlo ir, o al menos no tan pronto. 

Si le llegan a decir que tiene que abandonar todo su imperio del mundo de los cielos con tal de que Sunoo viviera, aceptaría sin dudar. Sunghoon estaría dispuesto a todo si eso significaba vivir con Sunoo, ya sea como dios o como un simple mortal. 

Pero sabe que algo así no sería tan sencillo que ocurriera. 

Besarnos: hecho ✓ 

Añadido improvisado. Hacer el amor: hecho ✓

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