🎴 ፧ 𝗳𝗶𝗻𝗮𝗹 • ✦⁾
✦ #9 — ɪ ʟᴏᴠᴇ ʏᴏᴜ ғᴏʀᴇᴠᴇʀ
(Probabilidad de acabar llorando: alta. Recomendable leerlo estando solx)
╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴
Por suerte Sunoo permaneció vivo durante toda la noche. Y por la mañana, mientras este seguía durmiendo, Sunghoon se dió una ducha rápida por no soportar la pintura seca en su piel. Su idea era bañarse con Sunoo, pero no quería despertarlo, y en parte estar solo bajo el agua caliente le vino bien, pudo despejar su mente por unos minutos.
Al salir, revisó que Sunoo siguiera durmiendo y luego fue directamente al escritorio para escribir algo.
Todas estas horas había estado buscando ideas para mantener a Sunoo, y tras analizar y recordar toda la información que sabía, solo pudo quedarse con una opción, la cuál es igual de imposible que el resto debido al alma corrupta de Sunoo, pero la probabilidad de que funcionara era un poquito mayor.
Por eso quería terminar la carta cuanto antes, que desgraciadamente era para la junta a la que ahora tanto odiaba. ¿Pero qué más podía hacer? Ellos eran los únicos que podrían decirle si funcionaría o no. Y en caso afirmativo, también tienen que ser los que realicen el plan.
Podría ir él mismo pero se niega a dejar solo a Sunoo.
"Me gustaría solicitar información sobre convertir a Kim Sunoo -actualmente Han Sunoo- en un dios. Es un hecho que hay dos puestos de dioses libres, y si hace falta puedo crear más :)"
Aunque tenga que mandarles una carta, tampoco va a ir besándoles los pies de nuevo. Podría escribir formalmente pero se notaba la pasivo-agresividad en cada frase que redactaba, ya sea por el contenido de esta, la notoria fuerza que usó al escribir o la sarcástica carita feliz. Esto último era lo que le daba el toque.
"Es un tema de carácter urgente. Por lo tanto, espero una respuesta inmediata con todos los detalles posibles. No querrán que suba yo mismo a obtenerla :)
Frd. Yeomna".
Pero por intentarlo no pierde nada, tampoco tenía más opciones y estaba algo desesperado.
La selló y se acercó a la ventana abierta, lanzándola al cielo.
Se quedó unos minutos observando como la carta iba desapareciendo a medida que subía, signo de que se estaba enviando. Por alguna razón esperaba que la respuesta viniera a los pocos segundos de desaparecer cuando sabe que suelen tardar un poco más, pero no tenía paciencia alguna, no cuando el futuro de Sunoo dependía del contenido de esta.
Escuchó unos leves sollozos y rápidamente fue a donde estaba Sunoo, quién había despertado con un repentino llanto.
—H-Hoon... —el cuerpo de Sunoo tiritaba buscando aferrarse al mencionado.
El peligris lo abrazó con fuerza y acariciaba su espalda para tranquilizarlo—. Estoy aquí, Sunnie, solo fue una pesadilla —murmuró suave en el oído de Sunoo, y luego se separó un poco para limpiarle las lágrimas.
Esto calmó a Sunoo, que gracias al rápido actuar del peligris se le pasó rápidamente. Solo fue su mente jugándole una mala pasada haciéndole soñar de nuevo con ese momento en el que se llevaron a Sunghoon de su vida. Por eso se asustó al despertar y no ver al peligris, pensando que había desaparecido, pero no. La sensación de alivio le invadió al notar esos cálidos y fuertes brazos tomándolo con cuidado.
—¿Podemos quedarnos así un ratito? —preguntó inocente, aferrándose más al peligris.
Sunghoon sonrió—. Primero debes bañarte, Sun. Luego nos quedamos así el tiempo que quieras.
Sunoo solo respondió con un puchero enojado, no queriendo tener que mojarse nada más despertar. Se le hacía desagradable, mas no hubo queja alguna de su parte cuando Sunghoon lo ayudó a ir al baño.
Bueno, si estaba con él podría aguantar cualquier cosa, incluyendo el bañarse muy temprano en la mañana. Por eso no se le hizo muy difícil desvestirse y entrar a la bañera llena de agua calentita que Sunghoon le había preparado.
Ahí es cuando notó los pegotes de pintura seca por sus brazos y rostro. Lo había olvidado, y ahora que lo ve también logró recordar vívidamente todo el día anterior, ruborizándose por completo.
¡Lo hice con Sunghoon! Gritó en su mente. Ayer se encontraba muy ensimismado en las sensaciones como para haber procesado lo vergonzoso que era.
—Pasaste de lienzo andante a tomatito —se burló Sunghoon con ternura al notarlo, acariciando el leve chupón que le había hecho a Sunoo en el cuello sin que este se diera cuenta.
Sunoo tembló por el tacto, y para intentar aliviar el rubor, se hundió rápidamente en el agua, saliendo al instante con el cabello mojado adherido a su rostro.
Sacudió la cabeza con la intención de mojar a Sunghoon, algo que logró, pero a este no le pudo importar menos.
—¡No te burles, Park, e-es por el agua caliente!
El peligris rodó los ojos—. Claro, es el agua. Que ayer usáramos el feo sofá de manera muy productiva no tiene naaada qu-
Fue rápidamente callado por un beso rápido por parte de Sunoo, quien se había levantado desde la bañera para alcanzar sus labios.
Al separarse Sunghoon fue deleitado con la tierna imagen de Sunoo empapado, con sus mejillas infladas y ceño fruncido.
—¡No hay porqué hablar de lo ocurrido ayer! —exclamó, y el rubor por su rostro era cada vez más notorio.
—Ahora mismo pareces un osito rojo achuchable.
—Ggggrrrrr —Sunoo fingió un gruñido mientras hacía un intento de expresión aterradora, la cual no le salió para nada.
Sunghoon rió con ternura—. ¿Y eso qué significa?
—No sé, no hablo idioma oso, pero supongamos que significa 'Cuidado que muerdo'.
—¿Tú? ¿Morder?
—¿Me estás retando?
—Sí.
—Gggrrr —volvió a gruñir, pero esta vez tomó el brazo de Sunghoon y lo mordió, no muy fuerte porque no quería hacerle daño.
Por eso se asustó mucho cuando Sunghoon hizo una mueca de dolor y luego se sobó la zona. Claro, Sunoo no había notado que estaba fingiendo.
—L-lo siento —se disculpó rápidamente bastante preocupado.
—Duele mucho, Sunnie, un lo siento no es suficiente~
Por el tono de voz aniñado que usó Sunghoon finalmente comprendió que estaba bromeando. Y aún así le siguió el juego, tomando su brazo de nuevo, pero esta vez plantando un besito en donde mordió con anterioridad.
—¿Mejor?
—Mucho~ —tomó a Sunoo de los hombros para empujarlo de nuevo hacia el agua—. Ahora toca terminar el bañito.
Mientras Sunoo refunfuñaba y jugaba con el patito Toto, Sunghoon estaba ayudándole a quitar la pintura seca en la espalda y cabello, pero en algún punto se detuvo al notar un insistente toqueteo en su brazo.
Volteó un poco y encontró la tan esperada carta. Rápidamente se secó las manos y la tomó con cuidado, saliendo del baño.
—Sunnie, ahorita vuelvo, voy a revisar algo en la habitación —avisó, y no salió hasta que vió a Sunoo alzar el pulgar.
Ahora que no estaba siendo visto por el pelinegro, abrió la carta con desespero y la leyó.
"Lamentamos informar que, tras una rápida investigación, el alma de Han Sunoo no está lo suficientemente estable como para soportar recibir el poder de dios.
Hemos visto que morirá pronto, para compensar nuestro error la junta promete encontrarle otro humano con el que pueda pasar el tiempo, así que rogamos que no guarde ningún tipo de rencor hacia nosotros.
Atte. Junta oficial de deidades".
Obviamente Sunghoon la rompió en mil pedazos. En el fondo sabía que Sunoo no podría llegar a ser dios, estaba preparado para esa respuesta, pero le enojaba demasiado que piensen que con otro humano pueden solucionar todo.
Como si Sunoo fuera reemplazable, se dijo para sí mismo. Putos imbéciles...
Vió que otra carta había llegado, y la abrió sin cuidado pensando que sería de la misma junta. Pero dejó de agarrarla con fuerza al ver que le pertenecía a Jungwon.
"Hey, ya me enteré que finalmente te contaron toda la verdad.
Solo quería pedirte perdón por no poder decirte nada durante todo este tiempo y que estaré dispuesto a aceptar cualquier castigo que me quieras dar, incluso si se trata de mi despido.
Después de que te hicieran olvidar a Sunoo estuve buscándolo durante unos años más hasta que me rendí. Puede que no lograra encontrarlo, pero durante mi búsqueda conseguí algo que he guardado durante estos años como si fuera un tesoro, y creo que ya es hora de que regrese a los dueños originales.
Atentamente, Jungwon".
Con curiosidad, Sunghoon miró el interior del sobre intentando buscar a qué se refería Jungwon, y sus ojos se iluminaron al ver dos anillos de oro con un pequeño rubí en forma de corazón.
Al sacarlos y analizarlos mejor vió que estaban un poco desgastados. Además, se notaba que fueron hechos a mano por algún novato pues la forma no era perfecta, pero dejando eso de lado, estaban en muy buen estado. Y el que por la parte interna de estos tuvieran grabados 'Sunghoon ♡ Sunoo' con letras elegantes le daba a entender que esos eran sus anillos de compromiso.
Sunghoon se sintió conmovido. Jungwon había cuidado y mantenido de algo tan preciado, no tenían ni un signo de oxidación ni rayones a pesar del tiempo. Jamás podría enfadarse o castigar a su secretario, incluso si Jungwon no le hubiera enviado esa carta. Sunghoon es capaz de ponerse en sus pies y saber que él no podía hacer nada.
También fue el único que lo ayudó a buscar a Sunoo años atrás, Sunghoon nunca se sentiría resentido con él por su silencio. Y mucho menos con Riki, que aunque no fue nombrado, no está de más recordar que este ni siquiera existía en aquella época.
Ahora que piensa en ello, tal vez debió tratarlos mejor. Es un hecho que son los únicos en los que puede confiar, Jungwon por ser siempre leal y Riki porque es un torpe que jamás cometería actos cuestionables como los otros dioses hicieron.
El sonido de la puerta abriéndose lo hizo voltear al baño, viendo cómo Sunoo, ya vestido y limpio, salía de ahí aún con el cabello algo mojado.
—Lo siento, ¿tardé mucho? —preguntó Sunghoon, guardando rápidamente los anillos en el bolsillo y dejando que la carta desapareciera. Luego tomó la toalla para secar bien el cabello de Sunoo y así evitar que le de algún resfriado. No sabía mucho de los mortales, pero había investigado un poco en las últimas noches para cuidar del pelinegro.
Sunoo negó—. Quería terminar rápido —dijo en un tono de voz algo apagado, detalle que Sunghoon no pasó por alto pues este también parecía estar algo ido.
—¿Ocurrió algo?
—Solo... vamos a desayunar —soltó finalizando con una sonrisa. Sunghoon no estaba muy convencido de si era fingida o no, pero lo dejó pasar pensando que tal vez era por tener hambre.
Y por eso intentó preparar algo rápido aunque igual de sencillo que la última vez: café y un paquete de galletas de chocolate que encontró en uno de los armarios de la cocina.
Esta vez, por petición de Sunoo, desayunarían en el pequeño balcón cerca de la habitación. Allí había una mesita y dos sillas acompañadas de unas impresionantes vistas a Suwon. Sin duda un buen lugar para relajarse, con el único problemita de que hacía algo frío, pero Sunghoon se encargó de ello yendo a la habitación a por mantas. Le puso una encima al pensativo Sunoo que estaba apoyado en la barandilla, agarrando su taza de café con ambas manos.
Al notar el calorcito, Sunoo agradeció con una sonrisita y siguió en su estado reflexivo.
Sunghoon sabía que algo le pasaba, pero no pudo preguntar porque él se encontraba de la misma forma. Estaba sintiéndose mal por no hallar una forma de sacar a Sunoo de lo que llama 'la maldición de los 20'. De por sí nunca existió un humano en la misma situación que él, por lo que no habían datos al respecto, y eso le frustraba.
Sabe que le costaría demasiado vivir sin Sunoo, y está haciendo un gran esfuerzo por aparentar que todo estaba bien para que el contrario no se preocupara, pero nada estaba bien.
Tal vez un año sería suficiente para encontrar una solución. Necesitaba tiempo, y eso es algo que desgraciadamente no tiene.
Sus ojos picaban, estaba seguro de que lloraría si seguía pensando en ello, y para evitarlo, tomó rápidamente un sorbo a su café, concentrándose en la temperatura y amargo sabor del líquido.
Intentando desviar su mente, decidió acabar con el silencio—. ¿Qué tanto piensas? —rió por la gran concentración de Sunoo.
En lugar de responder, Sunoo cambió de tema radicalmente—. ¿Qué ocurre cuando alguien muere? —preguntó con curiosidad.
Los músculos de Sunghoon se tensaron por la cuestión, pero aún así respondió—. Su alma sale del cuerpo y mis trabajadores o yo nos encargamos de llevarlo al mundo espiritual.
—Mmmh, ¿y qué le pasa al alma una vez está en este mundo?
—A decir verdad le llamamos mundo espiritual porque suena más agradable. Realmente es un matadero —respondió bajo—. Todo lo que entra desaparece por completo a los pocos minutos. ¿A qué se debe la curiosidad? —estaba temeroso por que Sunoo sacara ese tema de conversación.
—¿Sabes por qué quiero que dejes a Gaeul con la vecina? —soltó voz baja, volviendo a evadir la pregunta con otra pregunta.
La simple mención de Gaeul hizo sentir a Sunghoon culpable, pero por el tono de Sunoo sabía que este seguía sin ser consciente de su muerte, así que decidió seguirle la conversación—. ¿Por qué no hay más opciones?
Sunoo reprimió una risita—. No puedo negar que es una de las razones, pero también es para que la mujer tenga algo de compañía. Tal vez así pueda salir un poco de su depresión.
—¿Por qué preocuparte por alguien que no conoces?
Sunoo no respondió, y estuvieron varios minutos en silencio. Sunghoon empezaba a ponerse más nervioso conforme pasaban los segundos por no lograr entender qué pasaba por la cabeza de Sunoo y a qué se debía la repentina y extraña charla. Pero cuando iba a preguntar, Sunoo rompió el silencio, y con sus palabras comprendió un poco.
—...Hoy es el último día... —el peligris casi se atraganta con el café, recibiendo unas palmaditas en la espalda por parte de Sunoo.
—¿Sigues.... queriendo suicidarte? —preguntó intentando que su voz no se rompiera.
Pero Sunoo evadió la pregunta por tercera vez—. ¿Ves el jardín de la vecina? —cuestionó mirando a dicho lugar, exactamente a un ramo de flores que había en un tobogán infantil de plástico. Cuando Sunghoon hizo un sonido afirmativo siguió hablando—. Si me preocupo por ella es porque antes tenía un hijo muy alegre y juguetón que iluminaba sus días. Como ya no está, no ha vuelto a ser la misma, y si Gaeul puede aliviar al menos un poco su malestar y soledad entonces creo que sería lo más adecuado para todos que mi minino le hiciera compañía.
—¿...Tenía? ¿Dónde está?
—El pequeño un día desapareció. No sé muy bien qué ocurrió, supongo que tenía alguna enfermedad terminal que... no pudo aguantar. El pobre siempre estuvo conectado a 2 aparatos, y tenía varias enfermeras acompañándolo a todos lados —Sunoo volteó a ver a Sunghoon con una pequeña y cálida sonrisa, aunque la tristeza que le hacía sentir la historia se hacía presente en el temblor de sus labios—... Hay muertes que simplemente no se pueden evitar.
Con esa última frase Sunghoon entendió por qué Sunoo le estaba contando todo esto. Él le estaba preparando para avisarle de su pronta muerte, algo que descolocó a Sunghoon y le hizo hablar por impulso en un desesperado intento de al menos autoengañarse y pensar que todo saldrá bien
—Pero la tuya sí.
—Hoon, tú mismo me explicaste la historia, nunca he pasado de los 20 —admitió como si nada mientras disfrutaba de la brisa—. Cuando estaba solo en la bañera, de repente sentí unas inmensas ganas de ahogarme, por eso salí rápido. Y el que ahora esté pensando en tirarme por este balcón cuando estando contigo no suelo tener estos impulsivos pensamientos suicidas me hace pensar que hoy es el día.
Sunghoon no sabía qué decir. Estaba a nada de llorar, por eso volteó a ver a otro lado, no queriendo que el pelinegro lo viera. ¿Si Sunoo podía aceptar fácilmente su final, por qué él no? Se supone que lo sabía desde el inicio, se supone que su trabajo era esperar a que se suicidara, desde el primer día habían dejado eso más que claro. Entonces, ¿por qué dolía tanto? ¿Tal vez era el haber pasado demasiado tiempo sin él? No quería que volvieran a arrebatarle al amor de su vida, otra vez no. Pero se ve que era algo inevitable después de todo...
Su mente se volvió a llenar de hipotéticas situaciones que le hubiera gustado que ocurrieran. Ideas cómo '¿Y si hubiera llegado un año antes?' o '¿Y si por alguna razón no acaba muriendo hoy?'. Se llenaba de ilusiones que sabe que son falsas o simplemente no podrían ocurrir, lo cuál le destrozaba aún más.
Ser consciente de la triste realidad lo carcomía. Incluso empezó a desear vivir felizmente en la ignorancia para disfrutar del día sin sentirse mal.
Sus súplicas mentales fueron interrumpidas al notar como la cálida mano del pelinegro se posó sobre la suya, entrelazando los dedos.
—No quiero que me malinterpretes. Este tiempo contigo fue genial, y de verdad estoy agradecido de todo lo que has hecho por mi.
—Detente —Sunghoon, sin importarle haber tirado su taza (ya vacía) al suelo, tomó las mejillas de Sunoo y las acarició con suavidad—. ¿Podemos al menos... terminar este día juntos? Aún no he terminado de completar la lista —suplicó con sus ojos cristalinos.
Ver a Sunghoon así removió mucho a Sunoo, y no pudo decir que no.
Posó sus manos encima de las de Sunghoon y cerró los ojos por el tacto-. Está bien.
Con esa respuesta, Sunghoon decidió ignorar el dolor de su corazón para sonreír ampliamente y abrazar al pelinegro. Ahora que oficialmente ese era su último día debe dejar de lado todo lo malo y centrarse en disfrutar las últimas horas de vida de su querido Sunoo.
No harían nada tan animado como el día anterior porque prefiere permanecer abrazado a Sunoo para guardar en su memoria la agradable sensación de tener el cuerpo del pelinegro inocentemente pegado al suyo.
Así es como pasaron el día viendo películas, en su mayoría de Disney, acompañados de varios snacks que Sunoo tenía escondidos en el armario.
Aún con el triste acontecimiento que les esperaba, lograron despejar sus mentes y atender a las películas entre risas, lágrimas o frustraciones por las escenas que se daban en estas.
En algún punto pusieron Soul, pero tuvieron que cambiarla porque a Sunghoon le enojaba lo poco fiel que era al sistema que se daba en los cielos.
Sunoo, entre risas, no paraba de decirle: —Solo es ficción, no te lo tomes tan en serio.
—Es que no entiendo cómo se atreven a hacer que un alma humana entre al cuerpo de un gato. ¡Es una ley de la naturaleza que las almas humanas solo pueden tener cuerpos humanos! —gritó completamente indignado—. Debería demandarlos por- —Sunoo le interrumpió metiendo una barrita de chocolate en su boca.
—Ya, ya, no te enojes, gruñón —rió y se acomodó mejor en el regazo de Sunghoon. Al parecer ahora ese era su asiento, y fue idea del peligris, no suya. Tampoco se quejaría, mientras estaba atento a las películas Sunghoon no dejaba de abrazarlo o repartir besos por su cuello. Amaba eso, pero seguía teniendo esos impulsos suicidas que aguantaba como podía con tal de disfrutar el tiempo con Sunghoon—. ¿Quieres ver la pelí de Cruella?
—¿Cruella?
—Cruella de Vil~ —cantó, pero se avergonzó al notar la mirada confundida de Sunghoon—. E-es la villana de una vieja película —explicó.
Sunghoon plantó un rápido beso en su rosada mejilla—. No sabía que mi lindo Sunnie cantaba tan bien~
—N-no mientas, solo fueron tres palabras.
—Suficiente para saber que hay talento —Sunghoon miró a la pantalla y algo llamó su atención—. Pon la que está debajo —señaló con entusiasmo.
Sunoo le dió a un botón del mando y en la pantalla se mostró la carátula que Sunghoon indicó—. ¿Enredados?
—¿No es Rapunzel?
—Es una versión más moderna.
—Pues ponla. Vamos a ver tu película~
—¿Te vas a burlar de mí por ser el chico Rapunzel?
—Quizás~
Ante esa divertida respuesta, Sunoo infló sus mejillas fingiendo estar enojado. Y aún así obedeció y le dió a play.
Tal y como esperaba, Sunghoon estuvo todo el rato buscando similitudes entre la protagonista y Sunoo, acabando siempre sus frases con un 'pero tú eres mucho mejor', muy seguro de sus palabras.
Sunoo tapó la boca de Sunghoon con una mano y miró atentamente a la televisión—. Ssshh, calla, que me gusta esta parte.
—Las luces que deseo contemplar, cada año en mi cumpleaños están. ¿De dónde son? Ahí quiero ir. Quizá hoy mi madre me permita ya salir —cantaba la Rapunzel de la peli con su linda voz.
—¿Luces en su cumpleaños? Wow, parece que alguien es la favorita de algún dios.
—¿Los dioses hacen cosas por favoritismo?
—Ajá. No suele ser por mortales, pero cuando alguien de allí arriba aprecia a otro dios o entidad sagrada lo demuestran mediante actos de ese estilo —explicó mirando la escena de Rapunzel pintándose en el mural, pero volteó a ver a Sunoo, quien parecía curioso por sus palabras.
—Deben ser relaciones muy lindas si llegan a algo así. En la película son solo farolillos que lanzan los personajes, supongo que ustedes hacen algo más impresionante.
Sunghoon asistió y acercó su rostro al de Sunoo hasta que sus frentes estuvieron unidas—. Sunnie, ¿sabes que tú eres mi persona favorita? —musitó, a lo que un leve rubor se formó en las mejillas de ambos por esa declaración.
—Siempre me haces sentir especial.
—Porque lo eres —admitió y se separó de Sunoo para que este lograra ver lo que estaba a punto de hacer—. Aún queda para tu cumpleaños, pero hoy es un buen día para celebrarlo, ¿no crees? —dicho eso, apoyó ambas manos en el sillón donde estaban.
Hermosas flores empezaron a crecer alrededor de estas, y enredaderas se iban formando por toda la habitación, incluyendo las paredes. El frío suelo de mármol ahora parecía un pequeño campo de flores bastante colorido.
Y eso no fue todo, con un solo chasquido de dedos, Sunghoon hizo que pequeñas esferas de luces flotaran por todo el lugar, así como las de la película.
Esa habitación se convirtió en un espectáculo de cálidas luces brillando como estrellas por todos lados junto a los agradables olores de las flores, y los ojitos de Sunoo se iluminaron al admirar la bonita escena que Sunghoon hizo únicamente para él.
Curioso, ¿no? Ese poder que usó para acabar brutal y rápidamente con dos dioses es el mismo que ahora está siendo satisfactoriamente usado para el disfrute de Sunoo.
—Feliz cumpleaños~ —soltó con una tierna sonrisa. Tomó una de las flores para colocarla en el cabello de Sunoo y luego movió unos pequeños mechones detrás de su oreja para despejar el rostro del pelinegro—. Uh, ¿tal vez querías otra cosa? —preguntó confundido al notar los ojos brillosos de Sunoo—. Dime y te lo conseguiré.
El pelinegro negó frenéticamente—. Esto es más que suficiente. Simplemente... nunca había celebrado mi cumpleaños —admitió con vergüenza.
—Siempre hay una primera vez.
—¿El tuyo cuándo es?
Sunghoon se quedó en blanco con esa pregunta. Los dioses no celebraban ese tipo de cosas, y como consecuencia nadie ponía la suficiente importancia en la fecha de nacimiento como para recordarla. Él no sería la excepción.
—No tengo ni la menor idea.
Sunoo quedó pensativo unos segundos antes de hablar—. Entonces, ¿podemos celebrarlo hoy también? No tengo poderes para hacerte algo como esto —rió mirando alrededor con admiración—. Pero te regalaré lo que quieras. Solo pide por esa boquita.
—¿Lo que quiera? —Sunoo asintió, a lo que Sunghoon estuvo a punto de decir un 'Quiero que vivas', pero no podía, sabía que no era algo tan fácil como decirlo y ya. En su lugar soltó una idea un tanto repentina—. Tal vez es un poco apresurado, aunque teniendo en cuenta todo lo que hemos pasado realmente no lo es —rápidamente hurgó en su bolsillo hasta sacar ambos anillos y mostrárselos a Sunoo, quien los analizaba con un brillo en su mirada—. ¿Me harías el gran favor de casarte con este dios idiota? —propuso con una temblorosa sonrisa.
Si tuviera que pedir algo definitivamente era esa boda que no pudieron celebrar cuando ambos eran simples mortales. Por lo poco que sabe se quedaron en propuesta de matrimonio aceptada, pero la celebración oficial nunca se llevó a cabo debido a sus repentinas muertes.
Tampoco es que necesitara una fiesta o papel que diga lo mucho que ama al pelinegro, pero poder celebrarlo era algo que le ilusionaba. ¿Qué mejor regalo de cumpleaños que algo así? Incluso si era algo simple, sin invitados ni trajes de calidad, se conformaba con lo que sea.
Sunoo se sorprendió tanto que no se lo creía—. ¿De verdad quieres...? ¿...Conmigo? —después de todo nunca creyó que alguien lo amara hasta llegar a algo tan serio como el matrimonio.
—Obvio que quiero —respondió sin dudar.
Los labios de Sunoo formaron una cálida sonrisa mientras sus ojos miraban con sumo cariño a Sunghoon—. Entonces acepto casarme con este dios idiota —soltó con sinceridad—. ¿Y tú? ¿Aceptas el amor de este chico tonto? —cuestionó tomando una flor y dejándola en el cabello de Sunghoon, así como este hizo con él.
—Por supuesto que acepto, eso ni se pregunta —respondió levantándose y jalando con cuidado a Sunoo hacia él, quedando de pie en medio de una enredadera de flores que creció tras un chasquido de Sunghoon, formando un rápido altar en forma de círculo.
Sunoo soltó una leve risita por esa rápida y confiada respuesta. Luego ambos le pusieron el anillo al otro y finalmente finalizaron la boda improvisada, oficializando el matrimonio uniendo sus labios en un tierno y apasionado beso lleno de sentimientos por ambas partes.
En algún punto Sunoo notó algo húmedo y salado rozar sus labios. Se separó rápidamente encontrándo a Sunghoon llorando en silencio. No parecía emoción, más bien tristeza. Ahí Sunoo pensó que tal vez a Sunghoon se le hizo desagradable "casarse" con él.
—¿E-estás bien? —preguntó preocupado y temeroso por las ideas que su baja autoestima le estaba haciendo pensar.
Pero la respuesta de Sunghoon lo calmó a la vez que lo quebró—. No quiero que mueras —su voz sonaba casi rota—. No quiero que desaparezcas, quiero estar siempre a tu lado.
Y es que Sunghoon llevaba esas horas reprimiendo sus verdaderos sentimientos. Ya no podía aguantarlo más, se le hacía difícil seguir fingiendo que estaba bien cuando no era verdad.
Sunoo estaba consternado, no había visto a Sunghoon llorar hasta ahora, y en parte se siente culpable. Por eso se encargó de limpiar cada lágrima que salía de los ojos de Sunghoon.
—Lo siento, nunca fue mi intención hacerte pasar por esto —se apresuró a disculparse en un intento de detener el malestar de Sunghoon.
Pero el peligris negó—. T-tú no tienes culpa de nada, desde el primer día dejaste muy claro que te ibas a suicidar. Yo s-soy quien debería pedir disculpas, siento haberme enamorado p-perdídamente de tí, de verdad lo s-siento —bajó la cabeza avergonzado por sus palabras y la humillación que siente al llorar frente a alguien—. Joder, n-no quiero que mis sentimientos influyan en tus decisiones... es solo que me cuesta d-dejarte ir.
—Sunghoon... —Sunoo se sentía algo apenado por el peligris, siente que debería animarlo cuánto antes. Abrió sus brazos y lo miró con una débil sonrisa—. ¿Quieres un fuerte abrazo?
Aún con lágrimas, un puchero se formó en los labios de Sunghoon, y automáticamente abrió los brazos de la misma forma para atrapar a Sunoo en ese fuerte abrazo que realmente necesitaba, y el cual no tenía pensado romper pronto.
Para su suerte Sunoo estaba más que conforme con mantenerse así, lo único que pidió es que se sentaran porque sus pies dolían.
Tras un largo silencio esperando a que Sunghoon se calmara mientras le daba caricias en la espalda, Sunoo finalmente habló.
—Hoonnie, sabes que nunca desapareceré del todo, ¿verdad? —musitó, a lo que Sunghoon se separó un poco para exigir una explicación con la mirada—. Soy de los que piensa que cuando alguien muere, realmente no desaparece mientras viva en la memoria de sus seres queridos.... siempre estaré contigo si me mantienes aquí —señaló el corazón del contrario—. Si mi ausencia te pone triste, trata de enfocarte únicamente en los buenos recuerdos. No lo pienses como una triste pérdida, mejor tómalo como la experiencia de haber tenido a alguien que te amaba y te seguirá amando incluso después de la muerte. Y cada vez que te sientas mal puedes abrazar a mi osito de peluche pensando que soy yo —concluyó con una contagiosa sonrisa.
La verdad es que a Sunoo le apenaba dejar a Sunghoon después de todo lo que han pasado juntos, pero a su vez le alegraba que por fin llegó el día de su muerte, algo que llevaba años esperando. El dolor de vivir le era insoportable, y por mucho que tuviera a Sunghoon ayudándole a sentirse mejor, las emociones y los malos recuerdos permanecían ahí, desgarrándolo y llenándolo de pensamientos pesimistas.
Ya no quería sufrir, y finalmente ese día llegó.
Sunghoon, aún roto, no pudo evitar sonreír un poco por lo infantil e inocente que sonaban las ideas de Sunoo.
Volteó hacia la cama mirando aquel gran y peludo osito del que no se había fijado mucho hasta ahora, y eso que estaba justo al lado del peluche que Sunghoon le había dado en los recreativos.
—¿Me vas a regalar a tu oso?
—Sip.
Y aunque se le hizo tierno, al momento volvió a bajar la cabeza algo triste, a lo que Sunoo le tomó de las mejillas para darle un piquito en los labios y, posteriormente, volver a regalarle otra sonrisa llena de confianza.
Al verlo, Sunghoon de algún modo se sintió confortado y pudo sonreírle de vuelta, pero la punzada en su corazón seguía presente.
—...Sabes a naranja —dijo de la nada con la intención de cambiar de tema. Desde hace rato había notado que los labios del pelinegro tenían el aroma de dicha fruta.
Sunoo se tapó la boca con vergüenza—. Estaba comiendo gominolas, perdón.
—¿Puedo probar? —pidió con mirada suplicante. Y aunque era tierno, ver sus ojos rojos sumado a las lágrimas secas en su mejilla removieron a Sunoo al igual que lo convencieron de compartir la azucarada golosina con su pareja.
Aún estando en los brazos de Sunghoon, Sunoo intentó alcanzar la bolsita de gominolas como pudo, lográndolo en tan solo unos segundos y sonriendo victorioso por ello. Luego sacó una de esas deliciosas golosinas sabor naranja y la acercó a la boca de Sunghoon.
El peligris la recibió gustoso, e incluso fue un poco travieso al morder ligeramente los delgados dedos de Sunoo que sujetaban con cuidado la gominola.
—¿Acaso eres un perrito recibiendo desesperadamente su galletita de premio? —preguntó Sunoo muy divertido por la repentina actitud infantil de Sunghoon.
Sunghoon masticó el alimento y le siguió el juego—. Este perrito exige mimos de su dueño —dijo antes de volver a unir sus labios, esta vez siendo un beso un poco más largo. Se relamió al separarse para poder decir: —Tus labios saben mejor que esa cosa llena de azúcar.
—¿Es así? Entonces tendré que darte otro tipo de golosina —respondió con una sonrisa pícara mientras pasaba sus brazos alrededor del cuello de Sunghoon.
El peligris casi se quedó sin aire. Definitivamente no se esperaba algo así de Sunoo, y amaba descubrir que este también podría tener su lado pícaro. Además, gracias a eso pudo desviar su mente y la dolorosa punzada desapareció. En su lugar parece que toda la sangre fue a su rostro, pues se había ruborizado bastante, más cuando Sunoo fue quien lo atacó en un profundo beso que obviamente correspondió. Y lo que nubló por completo la mente de Sunghoon fue la pequeña mordida que Sunoo le hizo en su labio inferior antes de separarse.
—¿Dónde aprendiste...? ¿Cómo lo...? —balbuceaba con asombro, admirando el brillo en los ojos de Sunoo.
Toda la valentía que había tenido Sunoo fue reemplazada por la vergüenza, fomentada por la mirada de Sunghoon. Esos ojos rojos eran su mayor perdición, más si estos mostraban puro amor.
—S-solo intenté imitar l-lo que hiciste ayer -admitió sin poder mantener el contacto visual.
—Aprendes muy rápido. Soy un profesor orgulloso.
—¿Pasamos de perrito y dueño a profe y alumno?
Sunghoon asintió divertido—. Seremos todo lo que quieras, pero que sepas que el de ser esposos es mi favorito —confesó antes dejar pequeños besitos por toda la cara de Sunoo. Se encontraba mucho más cariñoso de lo normal. Y no era para menos, seguía siendo el último día del pelinegro y Sunghoon lo mimaría hasta el último minuto.
Ver que Sunoo no estaba muy afectado le hizo asimilarlo mejor. Aunque aún dolía, pero era soportable.
Sunoo soltaba pequeñas risitas cada vez que sentía los labios de Sunghoon en su piel. Le hacía cosquillas, pero tampoco quería ser el único recibiendo mimos.
—Hoonnie, espera —intentó detenerlo, cosa que no logró—. Me vas a llenar la cara de babas si sigues —bromeó.
El peligris se separó con un puchero—. ¡Déjame quererte~!
—¡No! ¡Es injusto, tú también mereces cariñitos!
—Pues dámelos. Ya sabes que soy todo tuyo~
Aún con ese pase libre a hacer lo que quiera, Sunoo se sintió demasiado tímido como para hacer algo. Al final fue Sunghoon quien, sintiendo ternura por la reacción de Sunoo, se recostó encima de las flores, dejando al pelinegro con la cabeza apoyada en su pecho, y cerró los ojos sin dejar de abrazarlo.
—Solo quedémonos así —murmuró.
Sunoo aceptó la petición muy gustoso. Podía escuchar los latidos de Sunghoon a la vez que sentía sus manos acariciando delicadamente su cintura. Solo se acomodó mejor encima del peligris y se quedó admirando cada detalle de Sunghoon que estaba en su campo de visión.
Amaba cada parte del peligris, desde su piel ligeramente más oscura que la suya hasta esos marcados abdominales que podía notar con solo abrazarlo, incluso si estos estaban escondidos bajo la ropa.
Su Sunghoon estaba en muy buena forma, no cabía duda de ello, y se sentía un poco pervertido por fijarse tanto en sus músculos. ¿Pero cómo no fijarse en estos? Sunoo siempre quiso tener ese tipo de cuerpo fornido, aunque ahora no le molestaba quedarse con su barriguita de bebé y bracitos débiles. Gracias a eso lucía más pequeño que Sunghoon a pesar de medir casi lo mismo, y le encantaba sentirse pequeño ante sus abrazos, le daba una agradable sensación de protección que nunca tuvo.
—¿Qué tanto miras, pequeño travieso? —preguntó Sunghoon, quien llevaba minutos observando cómo Sunoo analizaba discretamente los cuerpos de ambos. En parte logró deducir qué pensaba.
Al darse cuenta de que fue pillado, Sunoo escondió su rostro en la curvatura del peligris, y este aprovechó para posar una de sus manos en la nuca de Sunoo, tomando varias hebras entre sus dedos.
Sin querer responder y admitir que estaba admirando secretamente el cuerpo de Sunghoon, Sunoo solo cerró los ojos para sentir mejor el tacto mientras dejaba leves besos en el cuello del peligris.
Estuvieron así hasta la noche, en completo silencio, tan solo dos enamorados amando al otro sin necesidad de palabras, uno dando caricias sin segundas intenciones y el otro repartiendo inocentes besos por la poca piel expuesta, que con la oscuridad de la noche cayendo sobre ellos casi parecía chocolate.
El tiempo juntos era gratificante incluso si no hacían nada. Lástima que no habrían más momentos así luego de ese día, el cuál terminaría dentro de poco.
Notando esto, Sunoo rompería el silencio—. Hoon, ¿te puedo hacer una pregunta? —murmuró casi en un ronroneo por las caricias.
—Claro, dime.
—¿Crees...? —dudó un poco si debería formular la pregunta o no. Fue cuando Sunghoon apretó un poco el abrazo que se animó a terminarla—. ¿Crees que fui un gran novio?
Esa simple cuestión causó algo dentro de Sunghoon que ni él mismo puede explicar. Definitivamente lo fue, y puede admitir con orgullo que Sunoo era el único capaz de ablandar su frío corazón de hielo, el cual deseaba fuertemente mantenerse junto a la calidez del pelinegro.
—Fuiste el mejor —respondió con completa sinceridad, y besó la sien de Sunoo—. Yo también tengo una pregunta para tí.
—¿Cuál? —Sunoo alzó la cabeza, saliendo finalmente de su "escondite" y pudiendo ver de nuevo la cariñosa mirada de su amado, una que solo le dedicaba a él.
—¿Logré hacerte feliz?
—Por supuesto. Perdón si a veces mis problemas hicieron parecer que no, pero me hiciste el chico más feliz del universo.
Eso fue suficiente para que Sunghoon pudiera sentirse orgulloso aún sabiendo lo que se venía. Mientras Sunoo estuviera feliz, él estaría más que satisfecho.
—¿Disfrutaste el tiempo conmigo?
Sunoo rió—. Dijiste una pregunta.
—No seas malo y responde~
—Sí, lo disfruté mucho.
—¿También fui un buen novio?
Una sonrisa se formó en los labios de Sunoo al recordar lo bien que Sunghoon lo trató durante esa semana—. El mejor de los mejores.
—¿Y sabes que te quiero mucho?
—Mmmhh, eso no lo tengo muy claro~
—¿No? Ooh... ¿tendré que demostrarlo?
—Adelante.
Con esa respuesta, en un movimiento rápido Sunghoon hizo que ambos quedaran sentados frente al otro, y tomó la mano de Sunoo para dejar un tierno beso en el anillo que ahora decoraba su dedo anular, recorriendo lentamente todo su brazo para seguir por el cuello, la mandíbula y finalmente llegar a sus labios.
—Te amo mucho más de lo que puedes imaginar —murmuró al separarse, encontrándose a Sunoo hecho un tomate, algo que le hizo reír—. ¿Aún tienes dudas?
—N-no, me quedó clarito como el agua. ¿Y sabes? Yo te amo de la misma forma, o incluso más.
Sunghoon sonrió al ser correspondido, aunque técnicamente lo fue cuando Sunoo aceptó su improvisada propuesta de matrimonio, o tal vez mucho antes con los pequeños actos del pelinegro. Pero escucharlo de esta manera más directa le hacía feliz.
—¿Puedo saber cuánto más?
—¿Cómo lo explico?
—Del uno al diez.
—Cien —respondió Sunoo sin dudar.
—¿Uh? Eso es mucho menos de lo que yo te amo a tí~
Sunoo miró sus manitas para contar con los dedos y luego dejarlos todos en alto—. Entonces un gran número de diez dígitos.
—Eso es demasiado, ¿tan especial soy? —y aunque Sunghoon estaba hablando en un tono burlesco para mantener los buenos ánimos, el que Sunoo respondiera afirmativamente viéndose completamente seguro de sí mismo le hizo sentir muy complacido, y no pudo evitar volver a fundirse con Sunoo en un fuerte abrazo.
Se mantuvieron así unos minutos hasta que Sunoo se removió algo incómodo por sus propios pensamientos.
—Hoon, creo que ya es hora.
El peligris se separó sabiendo a lo que se refería—. ¿...Estás seguro de que quieres hacerlo? —cuestionó en voz baja.
—Sí.
Sunghoon suspiró. Ya no podía hacer nada, y tampoco iba a usar la manipulación emocional que Sunoo lleva tanto tiempo sufriendo por parte del resto para convencerlo de que no lo haga. Por muy triste que fuera, al menos luego de ese día lleno de mimos y sabiendo que Sunoo disfrutó de ese preciado tiempo a su lado, cree posible dejarlo ir y que descanse en paz de una vez por todas.
Sunoo no merecía morir y desaparecer, pero merecía mucho menos seguir sufriendo injustamente, y Sunghoon se forzó a aceptar la decisión de su pareja.
Sin poder responder, asintió con una débil sonrisa para hacerle saber a Sunoo que puede hacerlo cuando quiera.
Este, al ver eso, sonrió de vuelta y gateó hasta la cómoda que tenían cerca para sacar una jeringuilla con varios mililitros de algún químico guardada en la última gaveta. La tenía preparada desde hace tiempo cuando investigó formas de suicidarse de manera rápida e indolora. Porque Sunoo no quería sufrir más, menos si se trataba de sus últimos alientos. ¿Qué mejor que morir en completa paz?
Volvió a sentarse frente a Sunghoon, quien aún sonriendo, tenía la mirada triste puesta en él, algo que Sunoo notó.
—Está bien si no quieres estar presente mientras... ya sabes.
Sunghoon negó—. Voy a estar contigo hasta el último segundo —se acercó a Sunoo y lo sentó en su regazo. Tal vez era una tortura psicológica, pero lo amaba demasiado como para dejarlo solo en un momento tan significativo como ese. No quería que Sunoo afrontara sólo la muerte a pesar de que este estaba completamente decidido.
Sunoo suspiró enamorado. Realmente no quería que Sunghoon tuviera que presenciar eso, pero sus palabras le conmovieron.
—No mires si se te hace difícil, puedo hacerlo en el baño para que no tengas que verlo.
Como respuesta, Sunghoon besó la frente del pelinegro y dejó su cabeza recostada en el hombro de Sunoo mientras sus brazos pasaban alrededor de su cintura, haciendo imposible que Sunoo pudiera levantarse e irse a otro lugar. Y aunque dijo que estaría con él hasta el final, no sería capaz de verlo, se rompería a llorar de nuevo si lo hacía, y no quería eso. Por eso sus ojos estaban cerrados, centrándose únicamente en el sonido de las pulsaciones de Sunoo.
Luego de unos minutos de absoluto silencio donde Sunoo se movió un poco, notó que la fuerza iba desapareciendo del cuerpo del pelinegro, empezando a desparramarse en sus brazos, forzándolo a sujetarlo más fuerte para que no se golpeara por caer hacia atrás.
También las pulsaciones de este iban cada vez más lentas, y ahí decidió abrir los ojos, encontrando la jeringuilla vacía a un lado, un puntito rojo en el antebrazo izquierdo de Sunoo y este mirándolo con debilidad, pero su brillante sonrisa se mantenía.
En este punto sí se puede decir que ya no había marcha atrás.
—Gracias por todo... —murmuró Sunoo bastante débil antes de que sus ojos se cerraran lentamente.
Sunghoon pegó su frente con la de Sunoo para murmurar: —Gracias a tí, amor... —con una sonrisa orgullosa haciendo contraste con la lágrima que cayó sin permiso.
El corazón de Sunoo dejó de latir pocos segundos después, y su cuerpo empezaba a perder el calor que tenía hace tan solo unos minutos. Luego, una muy pequeña bolita de fuego blanca salió de su cuerpo.
Ya era oficial, Han Sunoo había fallecido.
Como el poder de Sunghoon estaba unido a sus emociones, las luces flotantes que no habían dejado de brillar por la oscura habitación se desvanecieron, y las flores que habían crecido por todo el suelo y parte de las paredes se marchitaron, todas excepto las que estaban alrededor de ellos.
Sunghoon acostó con cuidado el cuerpo sin vida de Sunoo para luego limpiarse rápidamente las pocas lágrimas que lograron caer antes de alzar la mirada hacia su alma.
—¿Sunoo? —preguntó, pues no estaba seguro de si esta se encontraba al menos lo suficientemente estable como para hablar.
Después de todo su alma se veía mucho más pequeña de lo normal. Su brillo es bastante débil, y más que blanca era de un tono gris claro.
Solo con verla se notaba que había estado demasiado tiempo sin ser atendida, definitivamente no podría aguantar recibir el poder de dios, y duda que pueda aguantar otra vida más. De hecho es un jodido milagro que aguantara como Han Sunoo, por su estado debió desaparecer mucho antes. Hasta como alma fue muy fuerte para aguantar tanto...
Y a pesar de estar tan desgastada, para Sunghoon se trataba del alma más pura que alguna vez logró presenciar. Ni siquiera los animales más inocentes llegaban a ese nivel. Parece que su Sunnie siempre fue único y especial en todos los sentidos.
—...Recuerdo todo —se escuchaba una débil voz de la bolita de fuego, y esta se intentó acercar más a Sunghoon pero incluso flotar le costaba, y sin querer se desvío hacia el suelo.
Pero Sunghoon actuó rápido y lo tomó con ambas manos, notando así la calidez que el alma de Sunoo desprendía.
Lo acercó hacia él—. ¿Todo?
El alma hizo un sonido de afirmación—. Todo todito.
—Supongo que las almas tienen más capacidad de memoria que sus cuerpos —tras compartir su hipótesis, Sunghoon sonrió con ternura. Aún si Sunoo ahora no tenía cuerpo ni rostro, podía imaginar su expresión de orgullo cuando su calidez aumentó al escucharlo.
El alma de Sunoo, como pudo, flotó hasta la mejilla del peligris, dándole un tierno toquecito—. Te extrañé muchísimo, Hoonnie, nunca imaginé que te volvería a ver después de tanto —su voz sonaba alegre, algo que ayudó mucho a Sunghoon a no sentirse mal por la muerte de Sunoo. De hecho no era tan malo, seguía teniendo a Sunoo, sin cuerpo, pero ahí estaba. Lo difícil sería cuando llegue el momento de despedirse.
—Ya ves, me convertí en un dios solo para volver a verte —se tomó la libertad de bromear, cosa que no se arrepintió de hacer cuando escuchó la reconocible risa de Sunoo. Lamentó no poder ver su alegre rostro riendo, pero su imaginación lo ayudó con ese problemita.
—Aunque sé que no fue exactamente así, te veo capaz~
—Sería capaz de todo con tal de volver a estar a tu lado.
—Lo sé, y estoy muy feliz de que me encontraras. Ha pasado tanto tiempo que aunque en vida no lograba recordarte del todo, puedo confirmar que el reencuentro me hizo sentir muy bien.
—Me alegra escuchar eso —soltó, agradeciendo mentalmente a Riki por ser el causante de todo—. Oye, aún queda una cosa en la lista, ¿te parece bien si la cumplimos ahora? —propuso volviendo a tomar el alma en sus manos.
—¿No la terminamos?
Sunghoon negó—. Falta pasear por el parque.
—Oh, ¿y está bien no hacer rápido eso de llevarme al mundo espiritual? No quisiera renacer de nuevo...
—No te preocupes, mientras estés conmigo no te pasará nada por estar unos minutos sin rumbo.
—Entonces vam-... ¡¡Waaaah!! —no pudo terminar de hablar, pues Sunghoon rápidamente salió por la ventana, llevando cuidadosamente el alma de Sunoo en sus brazos mientras flotaba hacia el primer parque que encontró.
Por suerte no habían muchas personas, aunque tampoco es que importara mucho. Sunoo siendo un alma y Sunghoon estando en su forma de dios no eran visibles para nadie, y tampoco los podían escuchar. Era perfecto para pasar un agradable momento a solas fuera de la mansión Han sin molestias.
Sunghoon caminó un ratito y luego se sentó en el primer banco que encontró, uno que estaba debajo de uno de los florecientes cerezos, y dejó el alma de Sunoo a su lado para que este pudiera disfrutar de las vistas.
—La primavera es tan linda~ —murmuró Sunoo al ver los cerezos.
—...No más que tú —soltó Sunghoon sin pensar mientras observaba unos pétalos caer. Miró de reojo a Sunoo, y aún siendo una bolita gris claro pudo notar como un leve rubor aparecía en este.
No necesita rostro para ser lindo, pensó.
Sunghoon cerró los ojos para sentir la brisa, y empezó a recordar un poco su manera de pensar antes de Sunoo. Odiaba el mundo mortal, pero ahora estaba ahí sentado tranquilamente en un lugar de dicho mundo junto al alma de su amado mortal, el cual se suponía que también odiaba.
La vida daba muchas vueltas inesperadas, y seguramente si se viera con su yo de hace un mes, este estaría llamándolo estúpido por caer tan bajo. ¿Pero que se le iba a hacer? El amor era tan fuerte que logró empezar a valorar más las cosas que antes odiaba o simplemente veía con indiferencia. El mundo lo percibía de otra forma, y gracias a Sunoo por primera vez se sintió como en casa.
Sí, esa era la mejor forma de definirlo, Sunoo era y siempre fue su hogar, por eso nunca estuvo realmente feliz hasta que este volvió a su vida, como si supiera lo mucho que lo necesitaba.
—¿Cómo te sientes? —preguntó para romper el silencio. Aunque era agradable quería seguir escuchando la voz de su pareja.
—...Me siento ligero. Esto no te lo dije para no preocuparte, pero desde hace varias vidas atrás mis cuerpos dolían, me incomodaban o los sentía muy pesados, y Han Sunoo no era la excepción. Ahora todo ese malestar desapareció, me encuentro bastante bien~ —el alma hizo un esfuerzo por moverse hasta el regazo de Sunghoon—. Y el que estés conmigo lo hace aún más agradable.
El peligris no pudo evitar acariciarlo, notando de nuevo la calidez de este—. Me hubiera gustado pasar más tiempo contigo... —pensó en alto con una nostálgica expresión.
—A mi también... pero creo que ya he vivido mucho, más bien demasiado...
Sunghoon lo miró con pena.
—¡Hey! No te desanimes, piensa en que gracias a tí puedo admitir que morí feliz. De verdad no sabes lo mucho que me has ayudado, tanto directa como indirectamente.
Sunghoon lo acercó a su rostro para frotar gentilmente su mejilla con el alma—. Y tú no sabes lo feliz que me hace ser el causante de tu felicidad —admitió aguantando las lágrimas. Odiaba sentirse tan sensible, pero tampoco podía controlarlo.
Viendo que el alma de Sunoo empezaba a perder el poco brillo que le quedaba supo que ya era hora.
Se levantó con este en sus brazos—. ¿Estás listo? —preguntó con un nudo en su garganta.
Sunoo no tuvo que darle muchas vueltas para entender a qué se refería—. Estoy listo.
Dicho eso, Sunghoon empezó a ascender lentamente hacia el cielo mientras Sunoo admiraba las vistas desde esos brazos donde se sentía seguro.
No lo admitiría en alto, pero para él Sunghoon también era su hogar, siempre fue su zona segura, y lo es desde su vida como Kim Sunoo.
Odiaba mucho como cada vez que renacía lo olvidaba casi por completo, y era al morir cuando se autoregañaba por ello. Lamentaba que sus cuerpos fueran incapaces de recordarlo, porque cada vez que era un alma, el pensar en Sunghoon era lo único que le mantenía "estable", por decirlo de alguna manera. Y aún pensando que jamás lo volvería a ver, seguía resistiendo como un campeón, porque su instinto le decía que Sunghoon realmente aparecería en algún momento, y cuánta razón tenía.
Menos mal que obedeció a su instinto.
Bastaron unos minutos de trayecto para llegar. Sunghoon ya se encontraba de pie frente a la puerta espiritual completamente abierta para Sunoo, aunque aún no estaba dispuesto a soltar su alma. De hecho, inconscientemente, aumentó la fuerza del agarre.
—Hoon...
—Oh, lo siento... —lo soltó al darse cuenta.
La pequeña bolita de fuego gris flotó con dificultad hasta la entrada ante la atenta y triste mirada de Sunghoon, pero se detuvo antes de entrar. No podía irse así como así.
—Yo-
Sunghoon lo interrumpió—. Por favor, no. No estoy preparado para el adiós, y no creo estarlo nunca, no te despidas —admitió con su voz rota y ojos cristalinos.
—¿Y un hasta luego está bien?
—¿Hasta luego? —preguntó ladeando la cabeza.
—Sip, incluso si ese 'luego' no existe, creo que es mucho mejor que decir adiós.
Sunghoon no pudo responder, tampoco le gustaba ese 'hasta luego'. Más bien no estaba preparado para nada que dijera Sunoo en ese momento, no cuando está literalmente a unos centímetros de desaparecer por completo.
Por el silencio, Sunoo comprendió rápido que no era buena idea, así que decidió cambiar de tema—. ¿Alguna vez te dijeron que hiciste un buen trabajo?
—Nunca —no era mentira. Recuerda cómo anhelaba ser halagado por la dichosa junta, nunca le había importado nada más que ellos hasta ahora. En la actualidad solo necesita la aprobación de Sunoo, y la de él ya la tenía así que estaba satisfecho.
—Wow, entonces seré el primero~. Hiciste un gran trabajo, Park Sunghoon. Estoy altamente satisfecho con tu labor como Yeomna.
El peligris no sabía si eso era mejor o peor que el 'adiós', pero tenía sentimientos mezclados. Quería gritar con euforia porque alguien tan preciado como Sunoo estaba valorando su trabajo, a la vez que necesitaba llorar desgarradoramente por no ser capaz de dejarlo ir. Él mismo se sintió frustrado por eso, se supone que antes de que Sunoo falleciera había decidido dejarlo ir, pero ahora se está dando cuenta de que era muchísimo más difícil de lo que esperaba.
—Hoonnie, siempre estaré contigo mientras me recuerdes. Y no lo digo para mortificarte, al contrario, es para que nunca te sientas solo. Por favor, si tienes la oportunidad de amar de nuevo, hazlo sin sentirte culpable, ¿sí? Yo estaré feliz mientras tú seas feliz.
Pero tú eres mi felicidad, pensó Sunghoon. Estaba aguantando tanto las ganas de llorar que no podía hablar, sabía que su voz sonaría muy rota y llena de sollozos.
Por suerte Sunoo lo entendió, y no lo forzaría a responder. En vez de eso agradeció nuevamente a Sunghoon, y luego de unos segundos viéndolo, finalmente entraría al mundo espiritual.
Ahí Sunghoon no pudo aguantar más.
Ese frío dios de la muerte que nunca derramó ni una lágrima ni por seres tan inocentes como las mascotas, se encontraba frente a la puerta del mundo espiritual dedicándole su honesto llanto a Choi Sunoo, alguien que nunca más volvería a ver en su vida y la única persona que le hacía sentir bien.
Decir que estaba devastado era poco a comparación con todo el dolor que le empezaba a inundar.
¿Es así cómo se sienten todos los mortales que pierden a un ser querido? Se preguntaba. No era consciente de que todo este tiempo estuvo rodeado de esas mismas emociones que está sintiendo, y se sentía miserable por ello. Se llevaba a la fuerza a las almas de los que morían sin darles la oportunidad de al menos ver a sus seres queridos por última vez.
Empezaba a comprender mejor por qué las almas lo odiaban tanto, y si él realmente causaba tanto daño con solo hacer su trabajo entonces no quería seguir siendo Yeomna. Mucho menos ahora Sunoo no estaba ahí.
Sunoo...
Él no quería que todo acabara ahí. Sunoo debía morir, necesitaba ser salvado de esa terrible 'maldición de los 20', pero tampoco quiere que desaparezca por completo.
Corrección: no quiere vivir sin él.
Tal vez no estaba pensando bien; tal vez se había dejado invadir por sus sentimientos; o tal vez solo estaba demasiado enamorado de Sunoo, pero cuando se quiso dar cuenta ya había traspasado la puerta espiritual aún sabiendo las consecuencias.
Lo necesitaba, necesitaba buscar a Sunoo, necesitaba estar con él.
—¡¡Sunoo!! —gritaba mientras la fuerte energía del lugar junto a la gran masa de almas empezaban a rasgar su piel y dificultarle seguir adelante—. ¡Sunoo, por favor!
Caminó y caminó, pero en algún punto se volvió más difícil por el denso ambiente.
El lugar era como una especie de agujero negro, no había nada, solo almas, se sentía frío y solo se escuchaban gritos de agonía de las almas que empezaban a desaparecer
Sunghoon no había dejado de llorar en ningún momento, y que su piel empezara a agrietarse por la energía dolía demasiado, pero no más que perder a Sunoo. Se empezaba a sentir muy frustrado por no encontrarlo.
—¡¡Sunoo!! —pero nunca se rindió, siguió gritando su nombre a todo pulmón esperando a que este le escuchara.
Después de varios gritos, sus piernas finalmente cedieron, haciéndolo caer de rodillas. Empezaba a ver borroso, él sabía lo que le estaba pasando, ese lugar lo está matando poco a poco, ya llevaba demasiado tiempo ahí.
Aún empezando a encontrarse extremadamente mareado y aturdido, pudo reconocer esa voz que tanto necesitaba oír en ese preciso momento.
—¿Sunghoon? ¿No dijiste que todo lo que entra desaparece? ¡¡Debes salir rápido, antes de que sea demasiado tarde!!
El peligris, ignorando esas palabras, alzó la vista para volver a ver el alma de esa persona que tanto amaba.
Lentamente llevó su mano a esta y la acarició con delicadeza, notando de nuevo la calidez que Sunoo desprendía. Aún con el extremo frío del lugar, su corazón se sintió muy cálido solo con tenerlo cerca.
Con lágrimas cayendo por sus pómulos, en los labios de Sunghoon se formó una débil sonrisa. Lo había encontrado, ese era su Sunnie.
—Te amo mucho... —fue lo último que alcanzó a decir antes de perder la consciencia. Agradeció llegar a tiempo para dedicarle sus últimas palabras a su amado.
Sunoo se sintió conmovido, y una gran sensación de tristeza lo invadió. No sabía que debía hacer, no podía sacar a Sunghoon de ahí.
Lo único que se le ocurrió fue permanecer a su lado, quedándose en todo momento pegado a su cuerpo para darle calorcito.
—Yo también te amo, y nunca dejé de hacerlo... —soltó con su débil voz hasta que los minutos hicieron que ambos empezaran a desvanecerse, desapareciendo por completo poco después y dando por finalizada la existencia de los enamorados.
Tanto Sunghoon cómo Sunoo sabían que algo así iba a pasar en el momento en el que se reencontraron otra vez en ese lúgubre lugar, pero a ninguno le importaba porque estaban juntos. Eso era lo importante.
El séptimo día concluyó lleno de emociones.
Quién iba a decir que una semana era más que suficiente para volver a enamorarse perdidamente de aquel que en una vida pasada fue su más preciado amor, un sentimiento que creció al punto de aceptar la muerte con tal de permanecer con su querido esposo hasta el último segundo, tal y como le había dicho.
Park Sunghoon siempre cumplía su palabra.
Ver películas y dar un agradable paseo por el parque: hecho ✓
Añadido improvisado. Estar juntos hasta el final de nuestra existencia: hecho ✓
Fin.
✁- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Lloré mucho cuando lo leí 😭 encima estaba en el trabajo y me aguantaba las ganas de llorar, por eso puse ese aviso en el inicio.
Si necesitan terapia se la reclaman a tddiih 🤬
Pd: Al final la autora aclara que no investigó mucho sobre suicidios con químicos por no dar ideas, y que vean la muerte del personaje de Sunoo como si hubiera realizado su propia eutanasia.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top