Capítulo 19.
LAS CALLES DEL CALLEJÓN DIAGON ESTABAN LLENAS DE VIDA ESA MAÑANA. Había pasado una semana desde que Ulises e Idylla habían comenzado sus clases y parecía que cada día que pasaba hacía que la casa se volviera más y más silenciosa. Durante su tiempo en Hogwarts no había tenido amigos cercanos, solamente compañeros. Pero en momentos como esos no le habría importado que se hubiera esforzado un poco más para tener con quien hablar un rato. Sí, podía ir a visitar a su padre que decidió mudarse cuando su madre murió a un barrio muggle de personas de su edad y ahora con sus 67 años quedaba a jugar al ajedrez con sus vecinos. Y también tenía a su hermana Cassandra con la que había vuelto a tener contacto y una vez al mes se veían, esto se debía a que ella vivía en América con su novia y trabajaba como medimaga pero si su hermana era feliz con su trabajo, ella también lo era, aunque eso fuera la razón de verla tan poco.
La mujer ya había pasado por la tienda de animales cuyo escaparate siempre tenía algún que otro gato o lechuza que miraba con ojitos a quien pasara, también una tienda de costura y en la esquina se hallaba la tienda Esencia Estelar, fundada en 1982 por la propia Violet Diana Yaxley. Como siempre tuvo interés por las asignaturas de Pociones y Astronomía quiso crear un negocio para ganarse la vida sin depender de la herencia de Walburga y Orion Black (ya que Sirius estaba en prisión y el resto de miembros muertos). Se dedicaba a vender productos artesanales aromáticos, su producto estrella es un ambientador que parece tener polvo de estrella, cada uno con un nombre astronómico, brillando algunos en la oscuridad y con aromas con distintos beneficios para la salud. Al principio fue duro, no lo iba a negar, pero le ayudó a distraerse y mantener un techo donde ella y sus sobrinos pudieran vivir sin necesitar a alguien. Tres años más tarde el negocio era todo un éxito y necesitando ayuda contrató a un joven con bastante potencial en pociones llamado Hartley Douglas, con una personalidad bastante distinta a Violet. Y aunque nunca lo confesara en voz alta, el muchacho le alegraba los días a pesar de que sus bromas fueran muy malas y tuviera un humor muy difícil de comprender.
Llegó a la puerta y para su sorpresa tenía el cartel de abierto, parece que alguien buscaba un aumento de sueldo. Entró e inmediatamente se sintió a gusto entre las paredes con estanterías de productos y el techo pintado de color oscuro con un hechizo parecido al que efectúa Dumbledore en el techo del Gran Salón de Hogwarts, simulando un cielo estrellado. Lo renovaban cada quince días aunque casi siempre acababa siendo ella quien lo realizaba. De repente una cabeza apareció de debajo del mostrador y a la bruja casi le da un vuelco al corazón. Hartley llevaba el pelo un poco desordenado siendo todavía las 9 menos diez de la mañana y sus gafas se encontraban bailando sobre el arco de su nariz mientras el hombre levantaba una caja para reponer cuando la vio.
―¡Oh, buenos días querida jefa! Espero que haya tenido un buen despertar.
Era como hablar con su sobrino, solo oyendo lo primero que decía ya sabía sus intenciones.
―Buenos días a ti también Hartley, veo que has madrugado.
―Correcto jefa, he querido llegar pronto para tener todo listo. ¡Nos espera un gran día lleno de éxito empresarial!
Sí, definitivamente sabía que tenía algo entre manos. Y sabiendo los rodeos y divagaciones que podía decir su trabajador... Lo mejor era ir al grano.
―Y dime, ¿qué quieres esta vez? Porque ambos sabemos que comienzas con esos adornos en las palabras siempre que necesitas un favor. Cuéntame pequeño aprendiz.
―Verás jefa, está esta chica que conocí hace varios meses, es la rubia de la floristería, la que siempre lleva una coleta que se mueve con gracia a cad movimiento que da, ¿la que siempre te atiende con una gran sonrisa? Es ella.
―¿A lo que vas es...?
―Que he conseguido que acepte una cita, el problema es que no sé dónde la puedo llevar, ni qué le gusta a parte de las camisas, siempre lleva una puesta... ¡A lo que iba! ¡Tú puedes ayudarme! ¿Quién mejor que otra mujer podría recomendarme lugares románticos pero que no lo sean demasiado?
―Querido, cualquier lugar le... Corrijo, casi cualquier lugar le gustará. No te compliques demasiado, sé tu mismo, llévala a esa cafetería de la que tantas veces me has hablado. Si está interesada en ti ( no sabe la pobre dónde se mete con semejante payaso ) le encantará. Y ahora deja de pensar en citas y ponte a reponer estanterías, nos espera un día muy largo.
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