Capítulo 28: La realidad supera los recuerdos.
Apenas recordaba su piel tan blanca. Eso fue lo que Shoto pensó al ver a Bakugo desnudo sobre él. Sentir sus labios de nuevo lo consideraba casi un milagro después de lo ocurrido entre ellos. Desde que dejó el instituto y abandonó esa relación que sólo traería problemas al amor de su vida, se resignó a vivir una vida que él no controlaba. Supo desde el mismo instante en que escribió aquel mensaje para romper con Bakugo, que no volverían a cruzar sus caminos y mucho menos, que volverían a poder estar en una situación como ésta.
En su mente, Shoto siempre guardó los mejores recuerdos de aquella relación, pero hoy, teniéndole frente a él, se daba cuenta de que incluso lo que él tenía en mente, a veces, le engañaba. Esas manos que sujetaban sus mejillas eran mucho más cálidas de lo que recordaba; sus dedos más largos, su piel más blanca y su mirada mucho más intensa.
Shoto sonrió sutilmente. Era mucho mejor de lo que recordaba de él. Agachó el rostro un segundo casi avergonzado por sus vanos recuerdos que no hacían justicia a lo que ahora veía, pero fue Bakugo, quien con sus manos en las mejillas, elevó su rostro nuevamente para mirarle fijamente. ¡Sí, su mirada era intensa! Demasiado. Shoto sentía que estaba mirando hasta en lo más hondo de él para saber qué ocurría.
— ¿Qué es ahora? – preguntó Bakugo al ver esa mirada de corderillo asustadizo.
— No es nada importante – susurró Shoto. ¡Sí, Bakugo lo sabía todo de él! Era capaz de percibir sus dudas, de saber cuándo fingía, cuándo estaba mal, cuándo estaba bien... lo sabía todo sobre él y eso le hacía sentirse aún peor porque él no era capaz de hacer algo así.
— Sí que es algo – sonrió Bakugo con arrogancia sabiendo que había vuelto a pillarle.
— Sólo... que tú me conoces demasiado bien. Siempre sabes todo sobre mí pero... yo no soy capaz de ver a través de ti.
— Tus gestos te delatan – dijo Bakugo – y llevo mucho tiempo siendo policía, me fijo mucho en los gestos de la gente para saber cómo se sienten. Eres como un libro abierto para mí.
— Esto ya lo hacías antes de ser policía – confirmó Shoto.
— Ya... es que tú eres fácil de leer – sonrió Bakugo – al menos para mí.
— Todos dicen que soy inexpresivo, que no saben lo que pienso ni cómo me siento pero tú...
— Conmigo siempre te has relajado – dijo sin más con una simple explicación – bajas tus defensas, puedo ver a través de ti porque dejas que lo haga. Conmigo no finges y es por eso que sé que me quieres y que, ahora mismo, tienes dudas pero no es por el sexo, no, eso te gusta bastante y más conmigo, así que tiene que ser por otra cosa.
— Sólo pensaba que eres más perfecto de lo que recordaba. Suena estúpido – dijo Shoto con una sonrisa frustrada – ni siquiera puedo recordarte bien.
— Es que he mejorado – dijo Bakugo con cierta ironía haciendo sentir algo mejor a Shoto – soy como un buen vino añejo, mejoro con los años. Tú recuerdas al adolescente pero ha pasado bastante tiempo desde entonces. Es normal cambiar cosas. Tú tampoco eres físicamente como recordaba.
— ¿Ah, no? – susurró Shoto que se veía tal y como era antaño –. ¿En qué he cambiado?
— Tienes más tatuajes, de hecho, te recordaba sin tatuajes y teniendo sexo con camiseta puesta.
— Oh... eso.
¡Completamente superficial! Sí eso fue lo que Shoto sintió que eran esas palabras. Quizá era él que pensaba en mayor profundidad, pero Bakugo sólo veía sus tatuajes, sin embargo, de pronto, Bakugo elevó la barbilla de Shoto para que pudiera volver a mirarle.
— Tu mirada – dijo esta vez con mayor sinceridad Bakugo mientras observaba su heterocromía – siempre tenía en mente tus ojos, eran preciosos, soñaba con ellos pero... volver a verlos hace que me sienta estúpido porque son mucho más hermosos que en mis sueños o mis recuerdos. Cada vez que me miras, siento que caigo de nuevo a tus pies sin poder evitarlo. Haría lo que fuera por tenerte siempre conmigo. Y ahora, haz el favor de dejar tu mente en blanco a menos que sea para algún juego sexual de esos que tanto nos gustaban – sonrió Bakugo nuevamente con arrogancia, haciendo sonrojar a Shoto al recordar aquellos momentos juntos de hacía ya tantos años.
Sin siquiera detenerse a ver lo que Shoto pensaría, Bakugo decidió ponerse manos a la obra y no darle tiempo a pensar en nada más. Conocía bien a Shoto como para saber que había tres cosas que adoraba hacer de forma rutinaria: dormir, pensar y comer soba, así que... antes de que pudiera precipitarse hacia alguna de ellas, sobre todo ponerse a pensar de nuevo en otras cosas, Bakugo se deslizó hacia su entrepierna para sacar el miembro de Shoto.
¡Totalmente cohibido! Así fue como se quedó Shoto en cuanto observó a ese chico meterse su miembro en la boca como si nada. Sonrojado y quejándose levemente, trató de separar a Bakugo de allí agarrando su cabello con suavidad, sin embargo, Bakugo sólo elevó el rostro hacia él y con un movimiento de su mano, apartó la de Shoto para que le soltase.
— ¿Qué pasa? ¿Ahora te da vergüenza esto? – sonrió – antes lo hacía constantemente.
— Ya... ha pasado mucho tiempo desde...
— ¡No me jodas! – susurró Bakugo creyendo entender por dónde iba Shoto –. ¿No te han hecho esto desde que rompimos? – preguntó creyendo que se refería a eso, aunque prefería pensar que, simplemente, se refería a que entre ellos dos había pasado mucho tiempo. Shoto negó con la cabeza, lo cual preocupó más a Bakugo. Desde luego, su vida sexual desde que ellos rompieron debió ser bastante insulsa – pues voy a arreglar eso – dijo finalmente Bakugo.
Bakugo todavía era consciente de la timidez de Shoto, siempre fue tímido en esos temas y la realidad era que él, en parte, también. Recordaba claramente el día del vestuario, su primer beso... les costó tres días darlo después de haber quedado como novios porque ninguno de los dos se atrevía a dar el paso. Ahora ya no eran un par de colegiales, habían crecido y Bakugo no estaba dispuesto a perder el tiempo. En parte, tampoco podía negar que adoraba esa parte tímida de Shoto aunque también le gustaba cuando se soltaba y dejaba volar su lado salvaje y fogoso. De Shoto le gustaba absolutamente todo.
Volvió a su trabajo y esta vez, fue Shoto quien cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás apoyándola sobre la pared para no mirar aquel acto que le provocaba vergüenza, pero a la vez, un gran placer que hacía años no disfrutaba.
¡Conseguido! Fue lo que Bakugo pensó, por fin veía a Shoto relajarse.
— ¿Recuerdas la primera vez que me pediste hacer esto? – preguntó de golpe Bakugo, lo que provocó que Shoto abriera los ojos con inmensidad y luego tratase de recordar aquel momento.
— Yo no lo pedí – dijo completamente seguro de ello.
— Claro que sí.
— No. De hecho, yo fui el primero que hizo algo así.
Bakugo pareció dudar unos momentos. ¿Podría ser que él se confundiera?
— No, estoy seguro que lo pediste, si no... ¿Por qué lo haría?
— Porque yo lo hice primero y te sentiste como en la obligación de devolvérmelo – dijo Shoto.
¡Atónito! Así se quedó Bakugo pero al recordar aquello tras lo que Shoto dijo, se dio cuenta de que tenía razón. Shoto fue el primero en lanzarse en todo lo relacionado al sexo pese a su timidez.
— ¿Por qué no pides las cosas que te apetecen? – preguntó entonces Bakugo algo frustrado por saber que, en realidad, el matrimonio de ese chico había tenido pocas relaciones íntimas.
— No tengo que pedir algo así, es algo que sale de la persona querer hacerlo o no, supongo. Yo lo hice contigo porque quise pero tú te sentiste como obligado después de que yo lo hice, eso no me gustó del todo.
— En realidad, Shoto, lo hice porque quise, es sólo que no sabía cómo dar ese paso y no lo hice hasta que tú abriste esa puerta.
Shoto sonrió.
— Ya... hoy la has abierto tú. ¿Pierdo facultades?
— Es porque tienes las costillas heridas todavía, si no, estoy seguro de que ya habrías abierto tú las puertas – susurró Bakugo en un intento por darle algo de confianza que parecía haber perdido en ese tiempo.
— ¿Así que haces todo esto porque no puedo moverme apenas?
— Cállate y disfruta – se quejó Bakugo.
Algo más tranquilo y siendo consciente de que era cierto que Shoto tomó en el pasado mucha más iniciativa que él, esta vez, estaba dispuesto a ser él quien iniciase de nuevo aquel romance que nunca debió terminar.
Volviendo a sentarse sobre los muslos de Shoto, aprovechó para besarle con pasión una vez más. Tanto tiempo deseó poder hacerlo de nuevo que ahora sólo deseaba hacerlo a cada momento que tenía una oportunidad. Sin embargo, fue Shoto quien llevó una de sus manos hacia la entrepierna de Bakugo para masajearla, mientras la otra, la llevó a su trasero pensando en prepararle para el acto sexual.
Por un instante, Shoto se tensó al sentir que el cuerpo de Bakugo se tensaba. Sus labios apretaron con algo más de rudeza los suyos y aunque no los separó, sintió como si fuera molesto cuando había introducido con suavidad sólo el inicio de su dedo en él.
— Lo siento – susurró Shoto.
— Siempre me da algo de impresión al inicio – susurró Bakugo – no me ha dolido ni nada así, si es eso lo que te preocupa.
— Vale.
— ¿No vas a preguntarme nada al respecto?
— ¿Como qué?
— No sé... si volví a tener relaciones después de que rompiéramos o algo así.
— No me interesa.
— Eres muy raro – sonrió Bakugo.
— Ya me conoces. Es parte de tu pasado, eso no me incumbe. Estás ahora aquí conmigo y eso es lo único importante.
¡Especial! Shoto lo era. Siempre tenía las palabras perfectas para hacerle sentir importante. Nunca fue un chico celoso, de hecho, era muy seguro de sí mismo y eso le gustaba de sobremanera a Bakugo. Era su chico perfecto, lo supo desde el primer momento en que empezó a practicar kendo con él en aquella clase extraescolar hacía ya tantos años.
Un leve jadeo salió desde la garganta de Bakugo al sentir que Shoto volvía a introducir un poco más sus dedos. Estaba dispuesto a prepararle pese a que Bakugo era consciente de los leves gestos en su rostro que podrían ser de dolor por las costillas.
— Ey, puedo prepararme yo y...
— Cállate y déjame hacer esto al menos. Ya me siento bastante inútil con las costillas así y dejándote a ti hacer la faena. No creí que nuestra primera vez después de tanto tiempo fuera a tener que dejarte a ti todo.
— Piensas demasiado las cosas, Shoto – susurró Bakugo –. Tus costillas todavía están mal, sólo relájate. Otras veces tú hiciste el trabajo, no tengo problema con tal de estar contigo. ¿Quieres que vayamos a la cama o algo donde estés más cómodo?
— Estoy bien aquí – susurró Shoto con la espalda todavía apoyada contra la pared – preferiría no moverme en un rato hasta que el dolor reduzca.
— Vale. Voy a introducirlo, ¿de acuerdo? Si te duele las costillas o algo, avísame.
Shoto asintió con la cabeza, viendo a Bakugo situarse mejor para poder introducir el miembro de Shoto en él. Muy lentamente, empezó a introducirlo, sentándose sobre su miembro y bajando con suavidad mientras sentía que se acoplaban. Finalmente, las nalgas de Bakugo tocaron los muslos de Shoto.
El rostro de Shoto se tensó por el dolor de la costilla, pero aun así, no pronunció palabra alguna. Esperó a que Bakugo se acostumbrase a la intromisión y entonces, le observó empezar a moverse antes de que volvieran a unir sus labios en un beso pasional.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top