Capítulo 24: Una madre
Recostada en la cama, se untaba las manos con la crema antes de irse a dormir. Su marido leía un libro a su lado. Madrugaban tanto por las mañanas para ocuparse del rancho que, además de irse temprano a dormir, su marido sólo era capaz de leer un par de páginas antes de quedarse completamente dormido.
— Sé que quieres hablar – dijo su marido con una sonrisa en su rostro pese a que seguía con la mirada fija en el libro que estaba tratando de leer. Conocía a su esposa como para saber que tardar tanto en untarse la crema de las manos era por algo muy concreto: quería su atención.
— Shoto, ¿qué te parece?
— Que es un buen chico. Algo callado y reservado pero le he visto cómo trata a su hija, apenas la pierde de vista. Es un buen padre.
— Sí, lo es. Y nuestro hijo está enamorado de él.
— ¿No decías que tenía algo con Midoriya? – preguntó.
— Eso creía desde que les pillé juntos aquella vez y aunque siempre me aseguraron los dos que sólo fue un desliz, creí que sólo estaban tratando de ocultarlo.
— ¿Y ahora has cambiado de opinión? ¿Por qué?
— No lo sé, llámalo intuición de madre, pero esas miradas que tiene hacia Shoto me hacen pensar que le gusta de verdad, siempre está muy pendiente de él, casi como si quisiera protegerlo de todo.
— Es su cliente, debe protegerlo de todo.
— Demasiado exagerado – dijo su madre con una sonrisa, lo cual hizo sonreír a su esposo también – conoces a Katsuki tan bien como yo, lo hemos criado. Sabes que no es nada romántico, ni le gusta hablar de sentimientos, pero has tenido que verle cuando trata con Shoto.
— Bueno, es algo más amable con él, eso es cierto, pero creía que era simplemente por trabajo, era su cliente.
— ¿Y la niña? Venga, Katsuki detesta los niños pero no rechista ni un poquito con la hija de Shoto. Te digo yo que está enamorado de él.
— Si tú lo dices, te creo. Siempre has tenido más instinto que yo para estas cosas. Aunque es gracioso eso de ver a nuestro hijo finalmente algo más paternalista. Nunca imaginé que llegase ese día.
***
¡Asombrado! Así era como estaba Shoto. Con una gran sonrisa en su rostro y mirando desde el marco de la puerta a su hija completamente dormida acurrucada contra el pecho de Bakugo, que seguía recostado en la cama de la pequeña leyéndole ese libro sin darse cuenta de que ella ya no escuchaba.
Al escuchar ese leve sonido de la mueca de la sonrisa de Shoto y sentirse observado, Bakugo elevó la mirada del libro para observar al chico al que tanto amó y con el que siempre deseó tener un futuro y una vida.
— ¿Qué ocurre? – preguntó Bakugo al ver a Shoto sonreír apoyado contra el marco de la puerta.
— Se te ha dormido hace un rato.
— ¡Oh! Eso... – miró Katsuki esta vez a la niña para asegurarse. Estaba completamente dormida –. ¿Quieres un hueco a nuestro lado?
Shoto le observó en silencio y entonces, sonrió. ¿Cuántas veces soñó con algo así? Ellos nunca hablaron de un futuro juntos, al menos no de niños, ni cosas así pese a que a él siempre le gustó la idea de haber formado una familia a su lado. Ahora que lo veía con su hija y cómo era, se daba cuenta de que, en realidad, Bakugo habría sido un padre estupendo de haber llegado el caso. Al ver que Bakugo se movía ligeramente para dejarle un hueco a su lado y dejaba el libro cerrado encima de la mesilla, Shoto caminó hacia la cama y, al ver cómo Bakugo había estirado el brazo como pidiéndole que se acurrucase junto a él, Shoto simplemente lo hizo. Se tumbó a su lado y apoyó la cabeza entre su hombro y su pecho escuchando los latidos del corazón de Katsuki acelerar ligeramente.
— Se te acelera el corazón.
— Ya, es tu culpa – se quejó Bakugo en un susurro con tal de no despertar a la pequeña.
— Me gusta esta sensación, el estar aquí contigo, con mi hija... casi puedo sentir como si fuera la familia que siempre quise y nunca podría tener por más que lo desease.
— Ahora lo tienes.
— ¿Por cuánto tiempo? Cuando volvamos a Tokio, todo esto terminará de nuevo.
— Prefiero no pensar en esa opción por ahora. Estamos aquí y estamos bien, es suficiente.
Con la cabeza apoyada sobre el pecho de Bakugo, Shoto simplemente cerró los párpados y se relajó. Siempre le había gustado estar así al lado de ese chico, escuchando los latidos de su corazón. Muchas veces estuvo así con él y lo echaba de menos.
— Me encanta cuando te apoyas en mí – sonrió Bakugo diciendo sus palabras en un susurro para evitar despertar a la pequeña.
— ¿Nos quedaremos para la vendimia?
— No lo sé. Las noticias sobre lo que ocurre en Tokio vienen un poco confusas. No puedo estar seguro de qué ocurre en realidad o si están cubriendo algunas cosas por no asustar a la población.
— Podría buscar información.
— ¿En serio?
— Sólo necesito un ordenador y lo sabes.
— ¿Y en dónde vas a meterte? ¿En la página de la policía?
— Podría – susurró Shoto – pero seguro que encuentro cosas si busco bien.
— Entrarás en la red profunda.
— Me muevo mejor en ella.
— No me gusta que hagas esas cosas.
— Soy hacker, siempre lo he sido – susurró Shoto – lo sabes y la red profunda sólo son códigos, depende de lo que busques.
— Adoras la informática y los códigos.
— Sabes que puedo encontrar la información en minutos.
— Ya... me lo pensaré. Lo que sí harás mañana es ir a que Deku te haga una revisión médica.
— Vale. Aunque me encuentro mejor.
— Del brazo es muy posible, pero las costillas tardarán en curarse. Esas heridas suelen ser muy puñeteras.
— Hablando de lesiones, tu hombro está curado, ¿no es así? La lesión que te hizo pedir la excedencia en el cuerpo de élite.
— Supongo que sí. Hace mucho que ya no me tiembla el pulso y he recuperado la fuerza que tenía el brazo antes del accidente.
— ¿Y qué haces aquí siendo guardaespaldas entonces? Puedes volver a tu sitio, a los cuerpos de élite.
— ¿Para que te disparen cuando me vaya? Jamás. Primero resolveré tu caso y luego, pensaré en qué narices haré con mi vida.
— No quiero que te quedes estancado en esto. Sólo quiero verte feliz y sé de sobra que tu sueño era ser policía de élite, además, es lo que mejor se te daba.
— No será tan fácil recuperar mi puesto en el equipo, Shoto.
— Tienes una excedencia, ¿no?
— Sí, pero eso no garantiza mi vuelta al equipo. Es complicado.
— Podrías explicármelo.
Bakugo sonrió. Era relajante hablar con ese chico, le encantaba estar con él y, sobre todo, el sentir que podía ser él mismo. A Shoto siempre pudo contarle cualquier cosa y se sentía realmente vivo y lleno de felicidad. Una vez pensó que eran dos personas muy diferentes y no entendía cómo pudieron enamorarse, pero la realidad era que se entendían y se complementaban muy bien.
— Aprobé el examen y me incorporé a un equipo. Trabajamos y practicamos muchas veces juntos, tácticas, estrategias... todo para ser perfectos. Siempre trabajé con los mismos compañeros, todos los grupos son así. Nos conocemos perfectamente y por eso trabajamos tan bien juntos.
— ¿Y?
— Pues que cuando tuve el accidente, mi plaza se le adjudicó a otra persona. Recuperar mi plaza no es tan sencillo, las plazas en la élite son reducidas. Tendré que volver a hacer un examen para que ellos se cercioren de que estoy en plenas condiciones.
— ¿Y si no superas su examen para reincorporarte?
— Entonces, mi puesto quedará cubierto por el chico al que hayan contratado.
— ¿Y si te devuelven tu puesto?
— Entonces a ese chico le buscarán un hueco en algún equipo, quizá alguien que haya quedado vacante o alguien que haya sido ascendido, si no encuentran un hueco para él, bueno... ya te he dicho que las plazas son reducidas, regresaría a su antiguo puesto, donde quiera que estuviera.
— ¿Y eso es lo que te preocupa?
— No, lo que me preocupa es no superar la prueba y que no pueda regresar.
— Eso es algo que tendrás que afrontar en algún momento. Y yo sé perfectamente que tú no eres de los que te rindes y menos así de fácil.
— Haré esa prueba, no tienes que intentar convencerme – sonrió Bakugo – pero no la haré mientras esté involucrado en tu caso. Firmé un contrato y no voy a retirarme por ahora.
— Midoriya podría quedarse y lo sabes.
— Deku está contratado para proteger a tu hija. Es diferente. Soy yo el que te protege a ti.
Ambos mantuvieron el silencio unos instantes. Bakugo aprovechó ese momento para apoyar su mano en el brazo que Shoto tenía recostado sobre su pecho y acariciarlo con suavidad para provocarle una sutil sonrisa.
— Tu madre creo que se huele algo.
— Lo supongo – dijo Bakugo – mi madre suele ser perspicaz en muchas cosas. Siempre creyó que Izuku y yo teníamos algo, al menos desde que nos pilló juntos en Tokio. Me cansé de repetirle que no era nada de lo que pensaba pero... supongo que no se lo ha terminado de creer hasta ahora, hasta que te ha conocido a ti.
— ¿Supone un problema si lo intuye? Podría alejarme un poco de ti si eso y...
— No pasa nada – dijo Bakugo – no me importa que ella lo sepa. Sólo... hablaré mañana un rato con ella para explicarle que sea discreta.
— Ojalá mi padre fuera igual de comprensivo que tu familia. Me dejaría rehacer mi vida con la persona que yo quisiera y no con la familia con quien pudiera hacer mayor negocio.
— ¿Cómo funciona? Me refiero a las familias que componen la Yakuza – preguntó Bakugo –. Sois una de las familias más importantes y con mayor influencia dentro, sin embargo, vuestros negocios no son demasiado turbios. ¿Cómo conseguís mantener vuestra influencia?
— Territorio – dijo Shoto – nosotros compramos parcelas, terrenos y edificamos. Ganamos mucho con la urbanización y la venta de las casas, los hoteles que construimos, etc...
— ¿Y qué ganan el resto de las familias con vosotros entonces?
— Permisos para pasar sus cargas y productos por nuestros territorios. No ponemos impedimentos. No queremos vernos envueltos en sus negocios pero sé que pasan las cargas por ahí.
— Sabes que la policía podría encontrar sus rutas.
— Sí, pero nosotros no sabemos ni cuándo pasan los cargamentos ni sus rutas, ya te he dicho que no nos envolvemos en sus asuntos y ellos no se meten en los nuestros. Es un pacto bastante bueno de no agresión. Tenemos dinero, influencias, territorios, por eso las otras familias nos respetan, prefieren estar a buenas con nosotros porque podemos hacer más por ellos sin involucrarnos que si somos la oposición.
— Entiendo. Entonces, ¿quién podría querer ver a tu familia caer?
— Supongo que todos ellos si se les da el caso. Supongo que en algún momento, si quisieran tener sus propios territorios, harían lo que fuera. Pero sí me sorprende puesto que no les hemos puesto impedimentos. Les daría igual que los territorios no fueran suyos mientras pasen las cargas y nunca les hemos prohibido hacerlo. No habría motivos ahora mismo.
— Me gustaría que me dieras los nombres de las familias que componen la Yakuza, me gustaría investigar si alguno está detrás de vuestro atentado.
— No puedo hacer eso y menos a un policía.
— Ex policía – sonrió Bakugo – ahora mismo trabajo para ti y seré discreto. Sólo quiero buscar información, de hecho, tú vas a ayudarme.
— ¿Yo? ¿Cómo podría yo ayudarte?
— Vas a hackearles y vamos a buscar algún motivo por el que quisieran traicionaros.
— Entonces... va a ser una larga investigación.
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