Capítulo 19: La cápsula del tiempo de Bakugo

Sentado en el banco frente al viñedo viendo a su hija corretear tras unas palomas, Shoto sonreía. No es que tuvieran un gran viñedo, era más bien pequeño pero el aroma que se percibía en el aire era único.

— Has madrugado – comentó la madre de Bakugo a su espalda. Traía un barreño y su indumentaria de trabajo.

— No puedo dormir bien últimamente. Aunque incluso cuando yo me he despertado, Midoriya y Bakugo ya no se encontraban en la casa.

— Algo escuché que tenían que salir muy temprano a hacer algo – susurró la mujer sin saber tampoco ella muy bien qué era lo que tenían que hacer en ese pueblecito tan temprano. Las tiendas ni siquiera habían abierto aún.

Sabiendo el pasado de ese chico de melancólica mirada, la mujer sonrió con sutileza al pensar en una forma de animarle mínimamente. Aprovechó para sentarse un segundo a su lado en el banco dejando el barreño de madera vacío apoyado sobre sus piernas.

— ¿Te gustaría ayudar en el viñedo? Puede que a Katsumi le guste también. Tenemos que recoger las uvas maduras. No me vendrían mal un par de manos más.

— ¿Seguro que no estorbaremos? – preguntó Shoto con sorpresa en su rostro. Él nunca había hecho trabajos de ese estilo. Para ser sincero, sólo había dos cosas que se le daban realmente bien: el Kendo y la informática.

— Claro que no. Vamos, te explicaré el trabajo.

Por primera vez en mucho tiempo, Shoto dejó escapar una dulce e inocente sonrisa. No estaba seguro del motivo, pero le gustaba ese lugar. Era tranquilo y todas sus preocupaciones desaparecían. Allí incluso sentía que todo era posible. Vivía una vida normal, alejado de su familia y sus tareas como hijo de un importante mafioso, allí podría ser él mismo e incluso... si pudiera quedarse... podría estar siempre junto a Bakugo. Al pensar en eso, la tristeza regresó a él. La realidad era, que jamás podría escapar de quién era en realidad. Sus enemigos le encontraría fuera donde fuera y Bakugo siempre estaría en peligro. Nunca iban a poder estar juntos.

— ¿Vamos? – sonrió la mujer al mismo tiempo que se ponía en pie. Shoto asintió y llamando a su hija para que les acompañase, caminó tras la mujer hacia los viñedos.

***

Totalmente sorprendido, Izuku miraba hacia abajo al borde del gran acantilado que llevaba a la playa. De roca maciza, bajar por allí era una maldita locura, pero cuando se giró hacia su compañero, se dio cuenta de que éste hablaba muy enserio.

— ¿Me repites cuál es tu plan y el motivo por el que estamos aquí a las cinco de la madrugada? Ni siquiera se ve nada en esta oscuridad.

— ¿Por qué crees que te dije que agarrases la linterna, nerd? – preguntó Bakugo de mal humor.

¡Era importante! Pese a que Izuku no sabía qué hacían allí al borde del precipicio y mucho menos a esas horas y casi en secreto, supo al instante que era importante para Bakugo.

— Vamos a recuperar una cosa – susurró con un tono tan bajito mientras apartaba la mirada, que le hizo darse cuenta a Izuku de que su amigo estaba avergonzado por algo.

— ¿Tan importante es lo que hay que recuperar?

— ¡CÁLLATE YA Y AYÚDAME! – sólo necesito que bajes ahí y recojas una caja.

— ¿Una caja?

— Si, una cajita no muy grande.

— ¿Cómo sabes que está ahí abajo? – preguntó Izuku con ciertas dudas en sus palabras.

— ¿TÚ QUÉ CREES IDIOTA? PUES PORQUE YO LA LANCÉ AHÍ.

— Eso lo sé, me refiero a que esto es un acantilado. Si la lanzaste posiblemente cayese al mar. Las corrientes ya la habrán arrastrado lejos de aquí.

— No cayó al mar – dijo todavía más bajito como si le diera más vergüenza todavía.

Izuku le miró todavía más sorprendido y entonces sonrió.

— ¿Fallaste al lanzarla? – sonrió Izuku al tener una posibilidad.

— ¡Claro que no! yo la lancé bien... sólo... se me resbaló de entre los dedos y... bueno da igual. ¿Ves ese árbol de ahí que sobresale? Se quedó ahí atrapada y ya no pude bajar a por ella.

— ¿Y quieres que yo baje porque tú no pudiste?

— No pude solo. Yo sostendré la cuerda y tú bajarás haciendo rápel.

— ¿Rapel? ¿Sabes lo mal que se me da hacer rápel a mí? – sonrió Izuku.

— Eres militar, has tenido que descender paredes peores que esta y...

— Sí... por obligación, pero no es algo que practicásemos a diario. El rápel lo practicabas más tú en tu unidad de élite que yo. ¿O es que te crees que ahora como guardaespaldas me pongo a trepar por las paredes?

— ¿Te crees que lo hago yo? también soy guardaespaldas desde hace unos años.

— Sí... pero estas acostumbrado a los descensos rápidos para asegurar sospechosos, lo hacías constantemente. Nosotros sólo hacíamos esos descensos en alguna extraña ocasión donde quizá... el helicóptero no podía aterrizar. De hecho nunca me tocó hacerlo fuera de la academia militar.

— Pues hoy vas a tener que bajar ahí y espero que te acuerdes del entrenamiento.

— Lo intentaré, pero no te prometo nada. Tú... sostén bien la cuerda, ¿quieres?

Bakugo empezó a preparar todo mientras Izuku se colocaba el arnés y comprobaba que estaba bien asegurado. Una vez estuvo todo listo, Izuku tomó aire profundamente y trató de relajarse. Era cierto que no hacía algo así desde la academia pero eran conceptos básicos que no olvidaba. Era casi como montar en bicicleta para él. No lo hacía a menudo pero no por ello olvidaba cómo hacerlo.

Poco a poco y con precaución, empezó el descenso comprobando que Bakugo lo tenía todo bajo control y estaba preparado para sostenerle en caso de que lo necesitase. Un paso y otro paso... lentamente Izuku iba descendiendo y entonces... escuchó la voz de Bakugo.

— Es para hoy ¿lo sabías, verdad? – preguntó con un tono de impaciencia tan típico suyo.

— ¿Enserio? ¿Prefieres bajar tú?

— Pues... visto el tiempo que te va a tomar, ¡Sí! – dijo finalmente –. Eres demasiado lento. Nos darán las tantas si sigues bajando de esa forma tan insegura.

— ¿Se puede saber por qué tienes tanta prisa? – preguntó Izuku.

— Porque no quiero que Shoto vea esa caja y aún tengo que meterla en casa sin que se de cuenta.

— Ohhhh así que es eso – sonrió Izuku – es algo de Shoto y tuyo.

— ¡Cállate y sube! Bajaré yo a por ella.

¡Irascible! Así es como estaba Bakugo pero Izuku sabía perfectamente cuando se le metía algo en la cabeza, era mejor que él mismo lo hiciera. Por eso mismo, tras un resoplido, empezó a subir el poco trozo que había conseguido descender. Seguramente Bakugo lo haría más rápido, era evidente que él tenía mayor práctica en los descensos verticales, los hacía constantemente para inmovilizar delincuentes. Los cuerpos de élite practicaban esta clase de maniobras de cuatro a ocho horas al día cuando no tenían algún caso al que salir.

Una vez arriba, Izuku miró la cuerda fuertemente agarrada a uno de los árboles pero aún así, la sostuvo entre sus manos por si acaso necesitaba tirar de ella en algún momento en que su compañero lo necesitase. ¡La práctica se notó al instante en cuanto Bakugo inició el descenso! Él tenía soltura y dando pequeños saltos, empezó a bajar por la pared hacia el árbol a mitad altura del acantilado.

Izuku miró al cielo. Desde esa isla las estrellas se veían realmente bien. Alejados de la contaminación lumínica de Tokio, esa visión que tanto había echado en falta regresó nuevamente. Adoraba ese pueblo. Si por él fuera, regresaría allí a llevar la panadería de su madre, a ayudarla y a terminar sus días en un lugar tan tranquilo y monótono como aquel, pero... por otro lado, sentía que su vida ya no estaba allí por mucho que lo desease. Se sentía un poco contradictorio.

— ¡MALDITO PAJARRACO DE MIERDA! – aquella frase sacó a Izuku de su ensimismamiento para ir a ver qué ocurría. Se asomó con rapidez al acantilado para ver a Bakugo discutir con un pájaro que parecía querer defender su nido en ese árbol.

La carcajada que dejó escapar Izuku resonó por la zona. Pensar que ese mismo pudo haber sido él de no ser por la impaciencia de Bakugo. ¡Por los suelos! Es como iba Izuku al ver aquella pelea por recuperar una caja que a saber qué tendría. Pensar en la caja le hizo ponerse serio al instante. Demasiado importante debía ser para Bakugo para hacer algo así a las cinco de la madrugada y encima, pedirle ayuda a él cuando odiaba hacerlo. Le importaba Shoto Todoroki y daba igual cuánto quisiera o tratase de ocultarlo, ese chico significaba algo demasiado fuerte para él como para hacer cualquier cosa.

Izuku sonrió con cierta melancolía. Hubo un tiempo donde él habría deseado que Bakugo hubiera hecho cualquier cosa por él pero no fue así. Jamás sintió nada más que una fuerte amistad. Eran casi como hermanos y se había resignado a eso hace tanto tiempo ya...

Lleno de arañazos y con algún corte en su mejilla, Bakugo finalmente llegó donde él estaba llevando consigo la tan preciada caja. No era gran cosa. Una caja vieja, mugrienta y llena de suciedad, pero no era la caja lo que importaba, sino el contenido que protegía.

— ¿Me vas a contar que és?

— Una cápsula del tiempo – susurró Bakugo finalmente mientras recogía la cuerda y el arnés –. Fue una chorrada que hicimos Shoto y yo cuando éramos adolescentes, cuando... salíamos juntos.

— Debe tener algo importante.

— Solo papeles – dijo Bakugo sorprendiendo a Izuku –. Decidimos guardar papeles con deseos escritos y ver en el futuro si se cumplían. Cuando rompimos, estaba tan cabreado con él, que fui a por la maldita caja, la traje conmigo aquí y quise que desapareciera en el fondo del mar, pero se me resbaló de las manos y acabó en ese maldito árbol del acantilado. Me frustré un poco, pero al menos supe que era un lugar inaccesible, así que ahí quedaría olvidada para siempre.

— ¿Y por qué has querido recuperarla ahora? – preguntó Izuku.

— Porque abrí la cápsula del tiempo de Todoroki – dijo sin más – y sé que va a enfadarse mucho conmigo cuando se de cuenta dentro de unos años cuando vaya a verla, pero... se enfadará mucho más si ve que mi caja ha desaparecido.

— Quieres volver a dejarla en el sitio donde estaba, junto a la de Todoroki para cuando él regrese a abrir la cápsula, si es que regresa.

— Lo hará. Sé que lo hará. Siempre cumple sus promesas.



Rápel: El rápel es un sistema de descenso por superficies verticales utilizando técnicas de cuerdas.Se utiliza en lugares donde el descenso de otra forma es complicado, o inseguro. El rápel es el sistema de descenso o ascenso autónomo ampliamente utilizado, ya que para realizar un descenso solo se requiere, además de conocer la técnica adecuada, llevar consigo una cuerda, y en la mayoría de las técnicas un arnés y un descensor. El rápel es utilizado en actividades que requieren ejecutar descensos verticales. El rápel también es utilizado en rescate, tanto en los medios naturales como en los urbanos, así como en operaciones militares.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top