2: "Ahora que sé tu nombre, ¿podemos ser amigos?"

La chica del mercado.

Siento un sacudón y me remuevo en mi lugar.

No quiero levantarme. Mi cama está lo demasiado cómoda y caliente como para salir. Si fuera por mí, dormiría aquí todo el día.

—Corazón, hora de levantarse—escucho la voz de mi madre.

—Ahora lo hago—le digo, somnolienta.

Ella se va de mi cuarto. Me quedo cinco minutos más en la cama, procesando la idea de que debo salir y vivir la vida, mientras más la pienso menos ganas me dan de salir. Para alentarme pienso que tal vez hoy gane la lotería o encuentre un millón de dólares tirados en la calle y solucionaré todos mis problemas.

Tal vez pueda faltar a la escuela, otra vez. Digo, si supuestamente estoy enferma es entendible que falte cuatro días seguidos.

Me desperezo abriendo los ojos. Miro el techo de mi pequeño cuarto y noto que aún está esa araña que prometí matar hace unos días atrás.

¿Quién soy yo para arrebatarle la vida a una araña? Además, que pereza traer una silla y todo eso.

Apoyo los pies en el suelo, me dirijo a la cocina bostezando.

El departamento donde vivo no es grande. La cocina y el living están en el mismo lugar, y solo tenemos dos habitaciones y el baño. Las paredes están descuidadas al igual que los muebles, pero no necesito una mansión para vivir, así que agradezco esto que tengo.

Me acerco a la mesa y veo a mi Abu.

—Hola, Abu—le dejo un beso en su cabeza—. ¿Cómo estás hoy?

—Muy bien, pequeñita. Más fuerte que nunca—suelto una risita y le dejo otro beso en la mejilla.

Mi Abu, la persona más importante en mi vida junto a mi madre. Ella me inculcó la cocina en mi vida y siempre me apoyó. Duele mucho verla con quimio terapia y débil por el cáncer, pero sé que mejorará. Tengo fé.

Mientras ellas desayunan voy a la cocina en busca de café.

—¿A qué hora te dormiste anoche? Eran como las cinco de la mañana y aun escuchaba voces.

—Cuando terminé de hacer el lemon pie fui a mi cuarto y jugué Roblox con Brisa un rato.

—¿Qué te he dicho sobre dormirte tarde? —me regaña mi mamá

—Lo siento, pero no tengo mucho tiempo de jugar ese juego—empiezo a prepararme el café—. ¿Necesitas que hoy acompañe a la Abu al hospital?

—No, tranquila. Yo puedo llevarla esta tarde.

Mi intención era hacerme unas tostadas y tomar mi café tranquilita, hasta que miro la hora y me doy cuenta que es tardísimo. Pongo el café en la primera taza que veo y preparo mi mochila rápidamente, cuando estoy lista salgo corriendo de casa.

A medio camino me encuentro con mi amiga Marte, quien parece tener el mismo apuro que yo solo que enojada.

—Adivina que hizo la estúpida de Luna—estoy por hablar, pero me interrumpe—. Ayer me dijo que me llamaría para ir a la escuela porque se levantaría temprano, pues resulta que jamás lo hizo y ahora llego tarde.

Marte de seguro es mi amiga más cercana junto con Luna. Las tres somos pobres y fumamos, nos entendemos bien. No estoy todo el rato que me gustaría con ellas porque trabajo, pero en mis tiempos libres ni dudo en llamarlas.

Terminamos llegando a tiempo a la escuela. Marte se sigue quejando de Luna mientras come un pedazo del lemon pie que hice y caminamos por los pasillos de la escuela.

—Odio que siempre se vaya de noche. Ni siquiera sé con esa actitud que hace.

—De seguro fuma y pasea con Julieth por la cuidad. Sabes cómo es, Luna nomás tiene ganas de vivir cuando es de noche.

Levanto la cabeza al frente y lo veo.

Oh, no.

No. No. No.

¿Te pensabas que no te lo ibas a ver en la escuela?

Tenía la esperanza de que no, la verdad.

Agarro a Marte del brazo y nos direcciono a otro pasillo para no cruzármelo.

—¡Oye! ¿Qué haces?

—Es que no quiero encontrarme con una persona que venía caminando justo delante de nosotras.

—¿Quién? —pregunta dándose la vuelta.

Preferiría no contarle a Marte. No es que no confíe en ella, pero a veces solo quiero guardarme las cosas para mí y ya.

Ni siquiera sé muy bien que explicación darle. Hace unos días me encontré con Mercurio en el lugar donde trabajo, el muy imbécil intentó coquetearme como con toda figura femenina que ve pasar y me pidió mi nombre. Obvio que no se lo iba a dar, pero ya lo había tratado mal más de una vez como para mandarlo a la mierda, así que le dije que lo averigüe con la esperanza de que se haya olvidado de eso.

—Mm, no creo que lo conozcas—le digo, prefiero no brindarle más información.

Por otro camino nos dirigimos a los casilleros. Al llegar le doy un bocado al turrón que dejé el otro día y guardo mis cosas sacando los libros de español para mi primera clase.

En ese momento se digna a llegar Luna.

Marte la ataca con insultos y preguntas, pero, como siempre, Luna no le da importancia y se levanta los hombros con desinterés.

—¿En dónde andabas? —le pregunta la pelirroja.

—En el parque, fumando—le responde—. Ay, ya. No molestes. Ni siquiera llegaste tarde.

—Por poco—Marte resopla aun fastidiada.

Aprovecharé el momento para fastidiar a Luna.

—Oh, tal vez se fue a buscar a su nueva amiga rubia.

Luna me fulmina con la mirada, yo le sonrío y guiño el ojo.

El otro día Luna quedó castigada junto con Sol Shining, la chica más popular de esta estúpida escuela. Luna dice que la odia y le parece ridícula, para mí a ella le gusta un poco, por eso la fastidio.

—Ni siquiera hablamos cuando estuvimos castigas. Ya dejen de fastidiar.

—Yaaa. Claro. ¿cómo pude pensar que tú pudiste hablar con ella? Porque —empiezo a imitar su acento estado unidence—. Es tan ridícula e infantil. Niña mimada que todo lo tiene. No entiendo por qué todos la ven como si fuera la gran cosa.

Marte se ríe. Luna me mata con la mirada.

—Ni siquiera te sale bien el acento.

Luna cierra el casillero fuertemente y se va enojada. La sigo y le doy un abrazo de los hombros, ella intenta ir sé, pero la retengo.

Me gusta fastidiarla, pero siempre que la molesto con esto Luna se enoja en serio y no quiero que esté peleada conmigo.

—Ay, ya. No te enojes.

—Solo para aclarar—Luna se detiene antes de entrar a su clase y me mira de frente—. Todo lo que dije de Sol Shining antes lo sigo pensando, no soy amiga de ella ni nada, así que no molestes.

No le presto mucha atención a Luna, me quedo mirando a la rubia que está detrás de mi amiga intentando pasar, y que escuchó todo.

Ooooh, que divertida conversación. Por estas razones me levanto de la cama todos los santos días.

—¿No te agrado?

Luna se paraliza y se da vuelta a ver Sol, quien la ve con un semblante de confusión y tristeza.

—¿Qué?

—Dijiste algo sobre cosas que dijiste antes sobre mí y que no te agradaba. Creí que éramos amigas. Tú dijiste que lo somos—Luna está por decirle algo, pero Sol continua—¿Fue por lo de los policías? No quise que te pusieras mi ropa para burlarme, solo te quería ayudarte a escapar. ¿O es por qué no sé jugar al vóley? ¿Tú también me odias por eso?

—¿Qué? No, Sol. No te odio. Solo estaba diciendo una tontería, sí me agradas.

—Tampoco creo que me lo vayas a decir a la cara—ríe nerviosamente, se la ve bastante preocupada por el hecho de que a Luna no le agrada—. ¿Sabes? Está bien. Te dejaré en paz, ¿sí? Lamento si te moleste.

Ella se abre paso y sale del salón, Luna de inmediato la sigue.

—Sol, espera...

Me estoy riendo de la situación mientras veo a Luna desesperada por seguir a Sol. Que divertido.

Oh, no.

Sol me vio, ella es la mejor amiga de Mercurio, tal vez él le dijo algo sobre mí, tendría sentido si lo hiciera.

¿Y sí le pregunta a Luna me nombre y le dice?

No creo, Sol parece no haberse percatado de mi presencia.

Da igual, dudo que Mercurio se acuerde de mí y de mi reto de saber mi nombre por su cuenta. Ya pasaron cuatro días, debe de estar molestando a otra chica, como siempre.

Me doy la vuelta para ir a mi clase, pero un me choco con alguien que tiene una botella de metal en la mano y pues, bueno, me rompo la cabeza.

Caigo al suelo maldiciendo y agarrándome la cabeza. Dios, en serio me golpee.

—¡¿Tú eres estúpido o te haces?! ¡La puta madre que te pario! —lo insulto.

Me levanto para enfrentarlo y... Oh, no.

—Luego dices que no eres malhumorada—me dice Mercurio.

Agradezco que insulté en español y ni cuenta se dio que maldecí a la pobre de su madre que ni la culpa tiene.

Intento incorporarme.

—Digamos que si te golpean con una botella de metal no eres la persona más feliz del mundo—le digo.

Él sonríe. Su sonrisa tan perfecta. Agh, asco.

—Te encontré.

—No me digas.

Él me ve mal, yo le sonrío con superioridad.

Ambos quedamos callados. Siento sus ojos en mí, no levanto la mirada para no encontrarme me con ellos.

Oh, Mercurio Adams. Si piensas que seré otra que cae a tus pies déjame decirte que estás muy equivocado.

—Supongo que aún no sabes mi nombre—le digo finalmente.

—Aun.

Mercurio agarra un chico que está pasando.

—Oye, ¿la conoces?

—¡Libra Gonzales! Por supuesto, compartimos la clase de biología.

Mercurio me ve con una sonrisa y deja que el chico siga viviendo su vida.

—Felicidades, descubriste América. ¿Quieres que te haga una fiesta?

—Libra...—repite con una sonrisa—. Un placer conocerte.

—Oh, créeme. Cuando me conozcas en serio no pensarás lo mismo. Soy insoportable.

Nuevamente suelta una risita. No. No le debería gustar mi sarcasmo, a nadie le gusta.

—Gonzales, ¿eres...?

—Argentina—termino de decir.

—Eso explica porque me insultaste en español y tu acento—me dice—. Es lindo conocer a alguien de otro lugar.

Vaale. ¿Ahora cómo me voy?

—Bueno. Adiós—le doy una palmadita en el hombro y me alejo para ir a mi clase.

Tenía esperanzas de que se olvidara de mí y me dejara en paz, pero me sigue por el pasillo.

—¿A dónde vas?

—A Narnia. Por si no te enteras hay un portal en espejo, porque ¿Cuál otra razón habría para venir a la escuela?

—Jaja—se ríe sin gracia.

—¿Por qué no te vas y te olvidas de mí?

—Porque sería difícil olvidar a alguien con un sarcasmo tan bueno como el tuyo.

Le doy un punto. Por fin alguien valora mi bello sarcasmo.

—Pues, gracias. Pero, si crees que seré otro de tus ligues ya te voy advirtiendo que te alejes y me dejes en paz.

—¿Por qué crees que te estoy coqueteando?

—¿Por qué otra razón me hablarías a mí?

Sigo mi camino hasta el salón intentando ignóralo, pero es bastante insistente. No sé qué quiere de mí. ¿Coquetearme? ¿Una acostada? Cualquier cosa que quiera será un no.

—¿Qué clase tienes?

Que. Te. Importa.

—Español.

Me ve confundido.

—¿Qué ya no hablas ese idioma?

—Sí. Solo me anoté porque es seguro que tendré puros dieces en la materia. Aunque, no creas que es fácil. No entiendo nada de los verbos, hiatos, todas esas porquerías.

Llego a la puerta del salón. Lo miro, con una sonrisa de boca cerrada.

—Esta es la parte donde te vas y me dejas en paz.

—En realidad, de la casualidad de que ayer me anoté en esta materia. Así que me tendrás aquí.

¿Por qué me haces esto, destino?

Mercurio asoma la cabeza a la puerta y examina el salón. Ve aquel asiento de dos personas. El único asiento restante.

Lo veo, él me ve con una risita de superioridad mientras se dirige aquel banco. Cuando llega me hace una seña para que me siente a su lado.

Na.

Me acerco a una chica que está sentada casi adelantes de todos, desde que Mercurio entró no lo deja de ver.

—Oye, amiga—llamo a la chica—. ¿Te apetece dejarme este lugar? Es que tengo muy mala vista para sentarme atrás y... Oh, por Dios. Te sentarías con Mercurio. Yo te recomendarías que aproveches y me ayudes a quedar menos ciega.

La chica va encantada, mientras Mercurio me ve indignado. Le tiro un beso y me siento en el lugar de la chica.

。・:*:・゚★,。・:*:・゚☆

Siento un sacudón.

Nooo, no quiero despertar.

—Mami, ya basta.

Escucho una risa bastante ronca. Empiezo a sospechar que no es mi mami.

—Mami te informa que la clase, en la cual dormiste, ya terminó y es hora de ir se.

Le dije mami a Mercurio. Qué vergüenza.

Me enderezo frotándome los ojos y bostezando. No debo de estar muy peinada, la verdad, pero prefiero no preocuparme por lo que piense este orangután.

—¿Y tú me anduviste mirando toda la clase o qué? —le pregunto.

—Teniendo en cuenta que estabas adelante no era muy difícil hacerlo—saca algo de su mochila, luego veo que es un termo y empieza a tomar agua—. ¿Quieres? —me ofrece cuando termina de beber.

—¿Tiene alguna clase de elixir mágico para que me enamore?

—No, solo hielo.

Niego con la cabeza y me froto los ojos. Voy a ser directa, para cortar el rollo rápido.

—¿Qué mierda quieres? ¿Coquetearme? No tengo ganas de ser una más de esas que te follas y las dejas tiradas. ¿Ser amigos? No tengo tiempo para eso. ¿Ayuda en alguna asignatura? veinte dólares.

Mercurio se ríe como si hubiera contado un chiste. No fue un chiste, pero entiendo por qué se ríe.

—Vale, o sea que no me quieres ni ver. Yo...Solo quiero ser tu amigo.

—Me encantaría ser tu amiga, pero en serio, no tengo tiempo para eso.

Agarro mi mochila y me levanto del asiento. Mercurio hace lo mismo y se mete en mi camino.

—Vamos, ¿al menos puedes darme tu número? Podríamos ser muy buenos amigo.

—Si averiguas cual es mi número, entonces seremos amigos.

—¿Cómo con el nombre?

—Ajá. Nos vemos cuando tengas el número.

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💫 Nota de la autora 💫

Hooola.

¡Por fin conocemos a Libra! En serio tenía mucha ganas de que la conocieran, sin duda alguna ella es uno de mis personajes favoritos. 

Para ambientarlos un poco, porque pueden estar medios perdidos, la historia comienza el día después de la subasta donde Luna y Sol se conocen. En este capítulo pasan cinco días después de eso, así que Luna y Sol recién se conocen. 

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👩‍🍳¿Les agradó Libra?👩‍🍳

🐶¿Les gustó el capítulo?🐶

🌼¿Felices de ver de vuelta a Sol y a Luna?🌼

Los veo el martes, recuerden que ya no actualizo los lunes.🤍🤍

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