Capítulo 6

Habían juntado un par de cuchillos, palos, armas improvisadas. Aquello le recordaba la rústica manera en qué se habían enfrentado a los penitentes tanto tiempo atrás. Ahora el laberinto parecía lejano, como un simple recuerdo que había ocurrido años previos a esa infernal tarea en el desierto.
Soltó un suspiro por lo bajo mientras las palabras de Jorge seguían sonando en su cabeza, haciéndole dar un repaso mental al plan que habían elaborado la noche anterior. Tenían a Thomas y a la chica en algún edificio plagado de cranks, probablemente no iba a ser fácil recuperarlos, pero Jorge parecía totalmente decidido a sacar a la larcha de ahí. Probablemente tenía que agradecer esa especie de amor fraternal, pues Thomas saldría beneficiado con ello.

Thomas. Newt cerró los ojos y apretó los dedos en torno al mango de plástico del cuchillo que sostenía con la diestra. Después de no verlo durante casi tres días enteros, volvería a saber de su larcho favorito. Necesitaba golpearlo en la cara y advertirle que no podría cuidar de él siempre, solo eso, lo demás estaba completamente sellado en el fondo de su cabeza.

—Lo haremos rápido, entraremos y saldremos en un abrir y cerrar de ojos —Minho estaba hablando a su lado, sostenía un cuchillo en la diestra mientras que la izquierda aun acariciaba el mango de otro que tenía oculto en el cinto de los vaqueros—. Aris, Sartén y Newt, los necesito atentos. Jorge se encargará de la distracción. Son cranks ligeramente inofensivos, pero si ponen resistencia, no tendremos otra opción.

Los ojos pardos del rubio se quedaron fijos en su amigo, pasando posteriormente a la pared que tenían justo a un lado. Estaban a dos calles del lugar donde sonaban los tambores, donde la fiesta parecía ir y venir sin parar. Apretó los labios y dio un último vistazo a sus compañeros: todos asentían, la determinación brotaba de sus miradas.

Fue el silbido a la lejanía lo que le hizo regresar su atención a su desgastado calzado. Era ahora o nunca. Escuchó los pasos a su alrededor, las zancadas de sus compañeros, Newt casi actuó por inercia, rengueando con energía hasta el interior del edificio que yacía no muy lejos de su posición.

Pasó a dos sujetos que estaban en el piso, probablemente inconscientes, se adentró en el denso lugar. Habían hombres, mujeres, nadie lo suficientemente ido. El olor a sangre comenzó a inundar sus fosas nasales acompañando el aroma a estiércol o a vómito que brotaba de algún lugar.
Minho empuñaba ahora los dos cuchillos, asestando golpes a los cranks que ponían resistencia. No demoró mucho en notar cuando uno de ellos se le fue encima, forzándole a usar el arma que tenía en las manos. El corte fue limpio, el crank cayó al piso sosteniendo la herida de su cuello.
Los ojos pardos de Newt se quedaron fijos en aquella escena durante un segundo, ignorando el momento en que los demás a su alrededor comenzaban a ordenar al resto de los ahí presentes que debían mantenerse contra el piso.

Eran personas enfermas, destinadas a morir, si él no le mataba alguien más lo haría, si no es que la enfermedad le consumía muchísimo antes. La culpa no avanzó más allá de eso, Newt se limitó a apretar el cuchillo y secundar a Aris, comenzando a juntar al resto de los cranks en pequeños grupos a vigilar.
Eran once contra cientos. Probablemente la ventaja se les acabaría cuando los cranks repararan en ese detalle.
Newt arrugó las cejas y empuñó el cuchillo en lo alto, amenazando a más de un crank que optó por moverse de su lugar. Por el rabillo del ojo fue capaz de observar como Minho se aproximaba a la puerta de madera por la que algunos cranks, habían salido momentos antes. El nombre del castaño iluminó su mente durante un instante, interrumpiéndose solamente cuando la voz de Jorge le hizo observar hacia la salida, notando que algunos de los rehenes lograban escabullirse atemorizados ante el súbito ataque. El tiempo volvía a colocarse de reversa, tenían los minutos contados para rescatar al shank y salir del lugar antes de que alguien más arribara en el edificio.

Escuchó ruidos, voces, pasos. Durante un minuto dudó en abandonar su puesto, en seguir los pasos de Minho e ir hacia abajo, a donde suponía, debían estar el castaño y la chica. Fue la mano de Aris sobre uno de sus hombros lo que le hizo mantenerse ahí, anclado al piso, observando al resto de los cranks. Apretó los dientes con determinación tratando de disfrazar la férrea preocupación que se colaba a través de la ventana de sus ojos.
Fue entonces que la voz de Sartén le alertó, cuando este pronunció el nombre del castaño en voz alta con una broma en la que no reparó demasiado. 

Los ojos pardos se encontraron con los mieles, el tiempo volvió a detenerse a su alrededor. Newt se halló indefenso ante la penetrante mirada del menor. El espacio entre ambos se tornó un abismo, mismo que desapareció cuando los pasos de Thomas así lo dispusieron. Las miradas a su alrededor dejaron de existir cuando el castaño le echó los brazos al cuello, cuando fue capaz de sentir el calor del cuerpo del corredor apretándose contra él.
Newt cerró los ojos en un movimiento casi instintivo, terminando por llevar sus manos hacia la espalda del más bajo, aferrándose con fuerza a la fantasía que se tornaba realidad por aquel instante.

—Tommy, me alegro de que no estés muerto. Estoy realmente muy feliz —el rubio terminó por suspirar contra el hombro del menor, deteniéndose solamente cuando el silbido de Minho logró que Thomas se apartara y le observara con media sonrisa en los labios.

—Necesito una aspirina —el comentario del castaño logró que el ex encargado elevara una de sus comisuras, permitiendo que media sonrisa comenzara a asomarse en sus labios. Lo extrañaba, extrañaba al idiota shank que tenía de frente: su amigo, su compañero.

—¿Terminaron? Quiero estar fuera de esta miertera ciudad cuanto antes —Minho les hizo reaccionar por segunda ocasión, logrando que se apartaran apenas un paso más bajo la inquisidora mirada de la castaña que yacía cerca de la puerta del sótano del que habían salido.

El resto de los habitantes comenzó a abandonar el lugar, caminando hacia las escaleras, dejando el interior del edificio. Pronto solo se hallaron ellos tres, en una batalla de miradas que solo iba y venía de la chica a Thomas, excluyendo a Newt de aquel encuentro.

Era como si ella le reclamara en silencio, logrando que el castaño bajara la mirada y ofreciera una disculpa de manera tácita. 

—¿Crees que a mí me puede importar lo que sucede entre tu noviecita y tú? El beso no significó absolutamente nada, yo solo quería bailar y divertirme —el tono de reclamo estaba presente, acompañando a la ironía y probablemente, al dolor que se ocultaba en el medio de las palabras de Brenda.

Newt se quedó quieto durante un segundo, tratando de procesar lo que acababa de escuchar de los labios de la crank. Un beso, la chica y Thomas se habían besado.
Apretó el mango del cuchillo hasta que sus nudillos se tornaron blancos, rechinando los dientes por lo bajo y atinando simplemente a darse la media vuelta para seguir a Minho por las escaleras. Un beso, un nuevo beso. Parecía que el nuevo pasatiempo de Thomas era ir por ahí besando a las larchas bonitas que se le tiraran a los brazos.
Durante un largo minuto deseó solo haber rescatado al inútil shank y dejar que la castaña se quedara en aquel lugar, pudriéndose con el resto de los cranks. Rebobinó las palabras de la chica en su cabeza y reparó que había mencionado a Teresa de manera intrínseca. Thomas seguía pensando en Teresa, aún cuando se estaba besando con la crank que recién acababan de conocer.

Maldito shank idiota, maldito Thomas y sus malditas manías de larchar las cosas hasta ese punto. Por primera vez en su vida deseaba gritarle a la cara, reclamarle el asunto inconcluso que se traían desde que salieron de la trampa mortal de C.R.U.E.L.
Debía irse al demonio, debía dejarlo en paz, decirle que era un pedazo de plopus de vaca vomitado. Quizá hasta algo peor que eso. Merecía una explicación, merecía algo mejor que solamente sostenerse de la incertidumbre mientras dejaba que su ser se quebrara a pedazos, obligándose a pintar sonrisas en sus labios cuando tan solo deseaba gritarle a todo el mundo.

—¡Newt! —no quiso detenerse, no quiso mirar hacia atrás. Thomas le llamaba desde el inicio de las escaleras, esperando a que él volteara el rostro y le concediera la oportunidad de observar el mar de confusión que le abordaba por aquel instante, pero joder, no le iba a dar ese gusto—. ¡Newt!

El rubio se detuvo solamente cuando fue capaz de sentir los dedos de Thomas sobre sus hombros, el agarre que detenía su inestable andar consecuencia de su renguera.
No le interesó la sinceridad con la que los mieles de Thomas le observaban por aquel instante, todo vínculo que habían establecido en el Laberinto acababa por destruirse, por hacerse añicos. Toda esperanza había sido abandonada en aquel edificio, dejando que se pudriera con el resto de los cranks del lugar. No tenía ganas de nada, a ese punto, solo le importaba establecer distancia con Thomas.

—¿Qué mamada quieres, shank? Tenemos que largarnos de este estúpido lugar —Newt apretaba la mandíbula al tiempo que apartaba su brazo del agarre del menor, haciendo evidente la molestia que el simple gesto le estaba provocando por aquel instante. Su interior era un hervidero de confusión, de sentimientos, de amor, odio, resentimiento. De nuevo todo eso estaba ahí, comiéndole la cabeza sin inicio, sin fin, disparándose solamente cuando la situación le había llevado hasta ese punto.

—Necesitamos hablar, Newt. Necesitamos —las palabras parecieron atorarse en los labios de Thomas al tiempo que este se llevaba la diestra a la sien, dándose un ligero masaje sobre la misma—, Newtie, sé que las cosas... Nosotros... Yo... No sé cómo explicarlo, Newt, de verdad.

—¿Qué cosa, Tommy? ¿Quieres explicar el hecho de que acabas de recordar lo mucho que te gustan las cranks? Me encanta, en serio, me fascina tu nueva tendencia. Estoy conmovido por eso. En serio —Newt había rodado los ojos con ironía. No necesitaba de eso, no por aquel instante—. También me encanta que hayas recordado de la noche a la mañana lo mucho que querías a Teresa. Guau, güey, en serio. Esto es una bonita historia de amor. Espero que la encuentres y que tengas muchos Tommisitos corriendo por ahí. ¿O probablemente elijas a la chica que acabas de conocer? No lo sé Tommy, te juro que estoy intrigado por las numerosas opciones de tu club de admiradoras —hizo otra pausa, cerrando los ojos y moviendo la quijada hasta hacerla tronar—. Pero ¿Sabes una cosa? Me importa una soberana plopus lo que elijas, shank. Corre por el desierto buscando a Teresa. No me interesa.

—Newt... —Thomas le había escuchado guardando total silencio. Sus mieles habían quedados fijos en él, cristalizándose a ratos, como si el menor estuviese deteniendo lo que sus labios deseaban soltar por aquel instante, pero el rubio siquiera había reparado en ese detalle. Estaba hecho. Las palabras habían brotado de sus labios. Era el fin de aquello que jamás debió existir entre ellos.

Cuando los pardos de Newt dejaron de observar un punto inexacto de la nada, fue capaz de percibir el detalle que se alzaba no muy lejos de ellos. Fue el sonido del arma disparándose lo que le hizo retroceder un instante, abrir los ojos con desesperación, reparando solamente en la magnitud de la situación cuando el aullido de dolor brotó de los labios de Thomas.
Escuchó correr a Minho, escuchó los golpes no muy lejos de donde estaba, pero aquello no importó, no cuando su atención se dejó ir en la herida abierta en el hombro del castaño. Terminó por tirarse al piso, por llevar sus manos hacia el brazo del menor. Se veía mal, se veía muy mal, la sangre brotaba a raudales, los quejidos de Thomas inundaban el ambiente.

—Newtie yo... —las palabras morían en los labios del menor y Newt siquiera se preocupaba por enlazarlas.

Por aquel momento el rubio estaba centrado en detener la herida, en coger sus prendas y rasgarlas para poder hacerse de tela por aquel instante. Presionó la herida con suavidad, ocasionando que un sonoro quejido brotara de los labios del castaño como mera consecuencia de ello.

—Cierra la boca, shank inútil —no quiso añadir más, no cuando los demás ya estaban a sus costados, hablando apresuradamente, sugiriendo largarse de ahí para poder extraer la bala del interior del cuerpo del castaño.

Tenían que irse de ahí, tenían que irse ya. Fueron las manos de Aris sobre sus hombros las que le hicieron reaccionar, fue el súbito ofrecimiento del chico para ayudarle a cargar con el shank herido lo que le hizo salir de su estupor por aquel instante. Cogió a Thomas de axilas, notando como el otro chico se encargaba de sus piernas. A ese punto, los mieles del menor se habían escondido detrás de sus parpados, haciéndole saber que este había perdido el conocimiento apenas unos segundos atrás. ¿Por qué la última maldita cosa que le había dicho había sido un estúpido reclamo de esa magnitud? Se odió por la actitud tan inmadura que había tenido por aquel segundo, probablemente de callarse la boca y de permitir hablar a Thomas, hubiese logrado escuchar la estúpida explicación que había estado esperando desde tantos días atrás.

Apartó esos pensamientos y aceleró su paso cuando fue capaz de notar el segundo exacto en que Minho corría hacia ellos gritando, siendo seguido de cerca por un grupo de cranks que no recordaba haber visto en el interior del lugar. Jorge bramó algo a la delantera del grupo, mientras un par de habitantes se rezagaba a la altura de Minho para poder darles tiempo de correr con el cuerpo de Thomas a cuestas.
Sintió sus pies reclamarle, su cuerpo buscando energía de donde no sabía que aun poseía. No importaba, debía poner un desierto de distancia entre ellos y los cranks que les pisaban los talones. Un poco más, solo un poco más.
El tiempo se hizo irrelevante, el dolor en su cuerpo pasó a segundo plano. No notó cuando el camino de asfalto se terminó, dejando que sus pies volvieran a enterrarse en la arena del desierto. No miró atrás, ignoró el pesado ritmo que llevaban sus pulmones por aquel instante. El sol subió y comenzó a bajar delante de sus narices, y Newt siquiera optó por reparar en ese detalle.

Se detuvieron cuando Jorge así lo hizo, cuando se hallaron lo suficientemente lejos de la ciudad para poder atender la herida mortal que cargaba Thomas por aquel instante. Aris acomodó los pies de Thomas en la arena mientras él, se ocupaba del resto del cuerpo.
Escuchó el segundo exacto en que Sartén cogía pequeñas ramas y las amontonaba en sobre una improvisada fogata. Jorge hablaba rápido, alegando que debían apresurarse, que debían sacar la bala del interior de Thomas cuanto antes. Newt tan solo le escuchó en silencio, bastante absorto en el medio de sus propios pensamientos.

Se dejó ir hacia el piso, ignorando la incómoda superficie sobre la que cayó sentado por aquel instante. Sus pardos seguían fijos en el shank desmayado, haciéndole rememorar aquellos días que pasó a lado del menor cuando este, había recibido los pinchazos de los penitentes. Estaba teniendo constantes deja vú, y sinceramente, estaba a punto de perder la batalla ante ellos.
Casi de manera instintiva, permitió que su diestra viajara de sus raídos pantalones hasta una de las manos de Thomas, aquella que yacía laxa sobre su abdomen. Apretó con suavidad el dorso de la misma al tiempo que cerraba los ojos durante un largo instante.

No importaba si él quería estar con Teresa, con Brenda o con cualquier bonita crank que se les atravesara por el resto del trayecto. Le diría alguna mamada, le reclamaría y probablemente, ese sentimiento sin nombre continuaría ahí, ahogándole por partes iguales. Si estaba con Thomas, si podía permanecer cerca de él, probablemente, estaría bien. Sonaba a lo más idiota que podía plantarse por aquel instante, al estado más masoquista que había instalado en su sistema desde que había hecho aquella estupidez en el laberinto, pero a ese punto, comenzaba a dar igual. Le quedaba completamente claro que no tenía caso esa ira irracional en su sistema, esa contradicción y ese sentimiento que comenzaba a aborrecer tan solo de pensarlo.

—Creo que deben sostenerlo —la voz de Jorge llegó a tiempo, haciéndole reparar en lo que sucedía a su alrededor de nueva cuenta.

Bajó la mirada para observar como los parpados de Thomas cedían a ratos, como si la consciencia volviera a él durante escasos momentos. Apretó la mandíbula y se permitió tomar la otra mano del shank, mientras que Minho se aproximaba para encargarse las piernas que el menor tenía extendidas sobre la arena.

—Guau, esa mamada le va a doler más que los pinchazos de penitentes —Minho silbó cuando soltó aquello, logrando que Jorge sonriera poco antes de finalmente disponerse a abrir la herida en el hombro del menor.

La sangre volvió a brotar, el cuerpo de Thomas se retorció durante un instante poco antes de ceder por segunda ocasión. El crank continuó hurgando en la piel con cuidado, hasta que de sus labios brotó una escasa expresión de asombro. La bala se deslizó fuera con un nuevo chorro de sangre. Newt tuvo que apretar los labios para evitar decir algún comentario ante ello, limitándose a vendar por segunda ocasión el hombro de un inconsciente Thomas.

—Nos vamos —de nuevo Jorge hablaba, al tiempo que limpiaba la punta del cuchillo contra la suave llama que chisporroteaba en la fogata.

El resto de los habitantes ya se había congregado a su alrededor, comenzando a balbucear sobre la situación. Fue la voz de Minho con una palabrota la que les hizo callar.
Newt se limitó a coger por segunda ocasión a Thomas, esta vez siendo más cuidadoso, tomándole con suavidad de los costados al tiempo que Minho se encargaba de ayudarle con las piernas.

No prestó atención a su alrededor, ni al detalle de la mirada que la chica le estaba dedicando por aquel instante. Era como si de nuevo Teresa estuviera clavando sus ojos azules en él, reclamando en silencio por la constante cercanía que tenía con el castaño.

¿Estaba condenando a incurrir en las mismas situaciones?

Ahogó un corto suspiro en sus labios y echó a caminar de nuevo. Esta vez no corrían, esta vez simplemente andaban buscando un lugar alejado de la ciudad para poder descansar unas cuantas horas.
En algún punto del viaje, Minho había hablado, probablemente había hecho una broma, pero Newt no había reparado en ello.

Fueron las estrellas instalándose sobre sus cabezas las que les hicieron detenerse, encender una segunda fogata y repartir una buena porción de comida para recuperar las fuerzas.
Jorge volvió a aproximarse hasta el castaño, revisando la herida que este ostentaba el hombro. Newt hecho un vistazo a la piel que yacía debajo de la tela tintada de carmín, notando como esta había comenzado a cambiar de color. Extendió una de sus manos y colocó el dorso sobre la frente del menor, percibiendo como la temperatura de su cuerpo había aumentado de manera alarmante.

—Esa bala tenía siglos en el arma. Esta cosa se va a infectar —Jorge alzó las manos con un gesto resignado, optando por volver a cubrir la herida antes de apartarse del lugar.

Newt se quedó quieto mientras permanecía sentado sobre la arena, sin saber del todo como procesar lo que el crank acababa de decirle por aquel instante.
En el laberinto, los Creadores solían proveerles de toda clase de medicamentos, incluso, habían mandado lo necesario para cuando él se había roto la pierna de aquella manera. En ese lugar, estaban solos, sin bichos que monitorearan su estado de salud, no había una caja y no llegaría nada de manera mágica a salvar al shank.
Regresar a la ciudad y buscar medicamentos era una opción con la que probablemente, nadie estaría de acuerdo.

—Jorge mencionó que nuestro larchito tiene una jodida infección —Minho había aparecido en su campo de visión de un segundo a otro, sacándole de sus pensamientos y haciéndole centrar su atención en él—. Ya sé que estás pensando, Newtie, y no te voy a dejar regresar a esa jodida ciudad de plopus.

—¿Te crees que no puedo conseguir lo que necesitamos? ¿Dudas de mí? —arqueando una ceja, el rubio se había permitido girar el rostro en la dirección en que su asiático amigo, había tomado asiento. Estaba pegado a él, casi podía sentir el calor del cuerpo del más alto contra el suyo.

—Oh, no, claro que no. Pero no creo que puedas correr tan rápido como yo. ¿Recuerdas quién era el líder de los corredores? Este papito —de nuevo aquel incomodo movimiento de músculos se dejó ver a través de la desgastada tela de la camisa del otro, logrando que Newt sonriera en consecuencia antes de golpear con suavidad su codo contra uno de los costados de Minho. 

—¿Estás ofreciéndote a acompañarme? —Newt rodó los ojos mientras la mano de su amigo se deslizaba por uno de sus hombros, logrando que su cuerpo se tensara por un instante al tiempo que bajaba su mirada color pardo hacia el shank inconsciente frente a ellos.

—O probablemente me haga todo el viaje yo solito. Depende cuanto estamos dispuestos a arriesgar por nuestro larchito. Soy el líder, no creo que deba irme a suicidar en una ciudad de cranks como aquella.

—O probablemente deberían dejar de soñar con imposibles —Brenda había aparecido de la nada, terminando por colocarse al otro lado de la fogata, bastante más cerca del cuerpo de Thomas de lo que Newt se hallaba por aquel instante—. Ahí no hay nada de eso. Los cranks se acabaron las medicinas. Si alguien tiene, probablemente sería un suicidio el tratar de obtenerlas —la chica bajó la voz un poco más, al tiempo que llevaba uno de sus dedos hasta sus labios para poder morderse las uñas con lentitud—, a este punto la única opción... —no terminó la frase, no cuando sus ojos se habían cerrado tras extender una de sus manos para coger la diestra de Thomas.

Newt se tensó al instante. Durante un segundo barajeó la posibilidad de apartar el toque de la mano de Brenda, de simplemente, echarse hacia adelante y soltarle la primera mamada que le viniese a la cabeza. Fueron los dedos de Minho hundiéndose en la piel cubierta de uno de sus hombros lo que le hizo detenerse, apretar los labios y desviar la mirada casi en consecuencia.

—Shank —Newt sintió el aliento del asiático pegando de lleno contra uno de sus oídos, como si este tratara de alentarlo, de darle la fuerza que necesitaba para permitir lo que estaba sucediendo frente a sus narices.

Cerró los ojos durante un breve instante, limitándose a girar el rostro antes de enfocar los ojos de su amigo que le observaban comprensivos. No necesitaba decirle absolutamente nada al idiota chino sarcástico, no cuando este leía sus movimientos, sus miradas, todo lo que provenía de él. Minho lo sabía todo, y se había limitado a apoyarlo en silencio, a tenderle una mano y a tratar de estar ahí con sus fucas bromitas de shank retrasado.

—¿Pueden dejar de hacer eso frente a mí? —Brenda les continuaba observando en silencio. Su pequeña mano había abandonado la de Thomas en un instante en el que Newt, siquiera había reparado. No importaba, no cuando Minho ya se había puesto de pie casi de un brinco, soltando una pequeña risa antes de apartarse de la fogata.

Newt se limitó a observarlo durante un instante mientras sentía la mirada de la castaña volviendo a examinarle en silencio.

—¿No es Teresa, verdad? —la chica volvió a hablar, logrando que la atención de Newt volviera a centrarse en ella—. No es por ella, es por ti ¿No es así?

Le pregunta dejó a Newt anclado a la arena del lugar, sin una simple palabra para decir. No entendía del todo a qué se refería la crank con aquella pregunta. Parpadeó confundido y arrugó el puente de la nariz, terminando por desviar la mirada una vez más, sin atreverse a enfocar su atención en Brenda. 

—Me encantaría entender de qué va tu conversación, shank, pero lamento informarte que no comprendo ni una fuca palabra de lo qué quieres decir —el rubio de limitó a alzar los hombros, restando importancia al asunto, tratando de zanjar el tema de una vez por todas.

—Tendría que ser muy estúpida para no notar la mirada que la mitad de tus amigos te dedican —Brenda arrugó ambas cejas al tiempo que sonreía con ironía pintada en sus finos labios.

—¿Quieres dejar de decir tantas mamadas juntas? No somos una bola de maricas —Newt se limitó a mirar a la castaña al tiempo que arrugaba sus cejas, fulminando a la chica con aquel simple gesto que se pintaba en sus facciones por aquel instante.

—No. Thomas está obsesionado con su novia, pero no soy idiota. No me rechazó del todo ¿Sabes? Estar acurrucada con él en el camión durante toda la noche, bueno, no creo que eso se lo haya concedido a nadie. Piensa en ti, piensa en ella, y probablemente, en mí —Brenda hizo una pausa, llevándose una de las manos hacia su larga melena, acomodando los mechones de cabello que le obstruían la visión por aquel instante—. Estamos todos metidos en una misma bolsa.

—Dios, las mujeres son terriblemente imaginativas —con un gesto de total hastío, el rubio había vuelto a desviar la mirada, tratando de ignorar toda la idiotez que la chica le estaba soltando por aquel instante—. Deja de crearte ideas en la fuca cabeza ¿Quieres? No estamos para...

Las palabras no terminaron de brotar de sus labios, no cuando el estruendoso sonido se alzó sobre sus cabezas, develando una máquina que el rubio jamás en su vida había sido capaz de contemplar. ¿Qué demonios era aquello? 

—Están aquí.

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