Capítulo 5
Caminaron por entre los edificios de la ciudad, buscando la poca sombra que estos podían brindarles en el medio del asfixiante sol del día.
Brenda iba a la delantera, guiándolos sin siquiera reparar si todo el grupo de habitantes le seguía el paso. Detrás de ella iba Thomas seguido por el resto de los habitantes. Rezagado al final de la línea, se hallaba Newt, con Minho, y más atrás aun, Jorge.
Newt ya no quería pensar. Estaba cansado de todo lo que sucedía a su alrededor, de todo lo que se tenía que obligar a ignorar. Thomas parecía no prestar atención, parecía haber olvidado a Teresa y centrar su atención en la bonita chica que tenía delante de las narices. Era como si realmente el castaño estuviese buscando olvidar de principio a fin todo lo que había acontecido en el laberinto. Algo dentro de él gritaba por una tregua, por un descanso. No podía continuar estirando su razón, luchando contra el vacío en su pecho. En algún momento tenía que quebrarse, en algún momento tenía que ceder, pero el rubio se aferraba a la idea que se había establecido, a tratar de ser el vínculo, el nexo, el pegamento. No podía repetir lo que había hecho en el laberinto, no podía dejarse ir en el cúmulo de pensamientos negativos que amenazaban con abordar su cabeza. No, Newt ya no iba a permitirse ser ese shank inútil que se dejaba ir en la desesperación. Tenía que ser mejor.
—Bah, ni es tan bonita —Minho habló de repente, rompiendo el silencio que se hacía al final de la fila, sabiéndose lo suficientemente lejos de Brenda como para expresarse de esa manera.
—Estamos en el medio del desierto en una ciudad de cranks, y solo andas pensando si la shank es bonita. ¿Es en serio? —Newt no quería sonar acusador, solo estaba cansado. Sus muros comenzaban a tener nuevas fisuras, como si aquello llegase a ser posible.
—A nuestro Tommy parece importarle. No es justo, se queda con todas las shanks —si Minho quería bromear, aquella había sido la peor decisión que hubiese podido tomar por ese instante. Los pasos de Newt se detuvieron un segundo, el rubio apretó los dientes y no demoró mucho más en continuar. Minho casi pareció arrepentirse al instante, probablemente, aquel había sido el peor tema que pudo escoger.
—Thomas tendrá un harem y nosotros tendremos comida, es un buen trato —Newt forzó una sonrisa en sus labios. Sus dedos cosquilleaban, su corazón latía con fuerza. Durante un segundo pensó que el aire se tornó denso, que el calor era insoportable. Cerró los ojos y volvió a apresurar el paso. Tenía que ignorar eso. Tenía que ignorar lo que se reventaba en su pecho, lo que le hacía perder el equilibrio emocional que luchaba por mantener en ese instante.
—Newt —la voz de Minho sonó lejana, Newt se obligaba a caminar, a ignorar lo que sucedía a su alrededor. No fue sino hasta que la mano del asiático sobre su brazo le trajo a la realidad, haciendo que sus pardos conectaran con la mirada de su amigo.
—Sí, bueno, ese es mi nombre. Me alegra saber que después de dos años aún puedas recordarlo. Pensé que el rayo había cocinado tus neuronas —el rubio simplemente rodó los ojos y movió el brazo en un vago intento de lograr que el asiático le soltara, pero eso no ocurrió.
—¿Quieres dejar de actuar como pescado? —los ojos de Minho continuaban acechándole, amenazando con robar la verdad de sus labios. Newt se sintió más pequeño de repente, como si realmente, estuviese a punto de quebrarse frente a la persona menos indicada.
—Glu, glu —la voz le tembló, el sarcasmo en su mirada amenazó con desaparecer. Durante un segundo se halló deseando estar en el laberinto para entregarse de nuevo a su estupidez.
—¿Quieren dejar de jugar ahí atrás? —fue la voz de Brenda llegando desde adelante lo que interrumpió la tensa escena entre ambos. Minho soltó a Newt casi al acto, como si la piel del rubio le hubiese quemado por un instante. Newt no le miró, simplemente continuó con su camino, bajando los escalones de la extraña estación subterránea a la que habían arribado.
Todos se acomodaron en el pasillo al tiempo que la chica se perdía unos momentos, en una habitación de la que Newt, no reparó demasiado.
Thomas había quedado al inicio de la fila, lejos de él. Minho se había posicionado de nuevo a su costado, en completo silencio. Newt agradeció de manera mental el gesto al tiempo que sus pardos se perdían en la figura del larcho al otro extremo del pasillo.
Como si Thomas hubiese percibido ese gesto, terminó por alzar la cabeza, conectando su mirada de color miel con la de Newt. El menor tenía las cejas arrugadas, una fina capa de sudor perlaba su frente. Había arena cubriendo sus castaños cabellos y los lunares desaparecían en el medio de algunas manchas de lodo.
El rubio simplemente sonrió. Thomas le devolvió el gesto y estuvo a punto de ponerse de pie, pero la presencia de Brenda frenó sus acciones, haciendo que el menor volviese a tomar asiento en el suelo. ¿Aquello tenía que sorprenderle? Newt simplemente desvió la mirada y clavó su atención en la lata que la chica le ofrecía de momento. Las tripas le rugían y probablemente, los celos debían llegar a ser su menor preocupación por aquel instante.
—Creo que esto es mejor que la comida que Sartén preparaba en el área —con la boca llena de frijoles, Minho había vuelto a hablar, logrando que la vista de Newt se perdiera durante un segundo en la descuidada figura de su amigo.
—Que no te escuche o hará que te comas esa lata por el trasero —el rubio simplemente rodó los ojos y le dio el primer bocado a la salchicha fría que tenía en una de las manos. Aquello le supo a gloria, casi suspiró de puro gusto.
Minho volvió a reír con la boca llena, ocasionando que el rubio desviara la mirada y volviese a centrar su atención en Thomas. Esta vez, el chico lucía animado, Brenda se había sentado a su lado, a una distancia que a él, le parecía escasa. Conversaban, sonreía. Desde su lugar podía percibir claramente la mirada que la chica le echaba al menor y como Thomas, desviaba la propia llevándose una mano al cabello. Ese gesto de nuevo. Newt apretó los labios y terminó por centrar su atención en la lata de frijoles que tenía en la mano. ¿Cuánto más iba a ser capaz de ignorar las cosas a su alrededor? Debió mandar a la plopus a Thomas desde el laberinto, debió seguir su objetivo, debió mantenerse al margen y conformarse con la amistad del castaño cuando él aún podía decidir en su relación. Ahora, tenía que obligarse a tomar ese camino, a olvidar que en un momento de idiotez se había permitido dejar que los sentimientos afloraran, que le hicieran aferrarse a Thomas y hacerlo una parte demasiado importante en su vida.
En resumen, había sido su culpa.
—Hacen una terrible pareja —con la boca sin frijoles y limpiando la lata con la cuchara, Minho había vuelto a hablar, esta vez, sin lograr que el rubio subiera la mirada para enfocarse en él—. Nuestro larchito era más animado cuando estaba contigo —esta vez un codo fue a parar en un costado de Newt, quien deseó que su amigo se callara y olvidara los intentos de hacerle sentir mejor.
—¿Te das cuenta de la garlopada que estás diciendo? Te recuerdo que estamos luchando en un desierto para sobrevivir y para...
—No me vengas con mamadas, Newt. Podré ser pescado pero no estoy ciego. ¿En serio te vas a creer que no me doy cuenta? ¡Shuck! Realmente eres más retrasado que Thomas —llevándose el resto de los frijoles extraídos de la lata justo hacia los labios, Minho había cambiado su expresión burlesca a una de sincera preocupación.
Perfecto, aquello llegaba a coronarse como la cereza del pastel de plopus que se estaba tragando por aquel instante. Newt no quería hacerlo, de verdad no. Tenía que romperle la cara a Minho para que comprendiera. Estaba enfrentando que Thomas le había hecho a un lado de un día a otro para centrarse en el maravilloso cuerpo femenino. Por primera vez el pensamiento le carcomió internamente, le hizo apretar los labios al tiempo que finalmente, sus ojos se cristalizaban.
—¿Sabes qué? Vete a la plopus, shank —aquello fue todo. Newt bajó la mirada y se concentró en la lata vacía que por aquel segundo, tenía entre las manos. Pudo notar el pequeño temblor en su agarre, en sus dedos, en sus manos. Encajó las uñas en la envoltura de papel, sonrió cuando notó que se rompía y las letras se distorsionaban en consecuencia.
La cuenta regresiva inició. Primero Teresa. Luego el desierto, sus amigos muertos, cranks. Luego la ciudad, y finalmente, Brenda. Se sintió al borde de un precipicio, como si de un lado le empujaran, le obligaran a saltar mientras él, se aferraba a las rocas, negándose a caer al abismo delante de él. No era culpa de nadie, no era culpa de Thomas. Volvió a repetirse que todo aquello se debía a la decisión estúpida que había tomado, que aquello no eran más que emociones que tenía que tragarse y olvidar, que Thomas siempre estaría ahí y que él debía estar para Thomas, sin importar su título: amante, novio, amigo, conocido.
El cálido tacto sobre su brazo le hizo volver la mirada: Minho de nuevo. Era como si el shank tuviera la resolución de sacarle la verdad para después, encargarse de mantenerlo de pie. Bueno, eso hacían los amigos, ¿no? Aunque Minho lo estaba haciendo de manera terrible para su gusto.
Newt solo bufó ante ello, logrando que el asiático sonriera en consecuencia. Cuando finalmente halló las palabras en su cabeza para reprocharle las mamadas en las que se estaba metiendo, la explosión en el pasillo le hizo desistir. Gritos, el techo colapsándose. Newt se puso de pie de inmediato al tiempo que buscaba a Thomas con desesperación. La cortina de humo apenas y le permitió divisar la figura del castaño al otro lado del pasillo de los escombros. Brenda le halaba, luchando por alejarlo del techo que no dejaba de colapsar.
Las piernas de Newt se movieron por impulso, quiso correr, atravesar los escombros, llegar a Thomas, pero cuando el techo finalmente cayó, fue Minho quien le apartó sin mirar atrás.
[ ... ]
Newt parpadeó, confundido. El polvo y los escombros reinaban en su campo de visión, tosía con fuerza en un vago intento por recuperar el aliento. Escuchaba las voces de los demás habitantes a su alrededor, incluyendo a Jorge, quien empezaba a dar instrucciones a diestra y siniestra. Se llevó una mano a los ojos y trató de recuperar la visión. Volvió a toser mientras se aproximaba a los escombros de lo que había sido el túnel: no había manera de llegar al otro lado. Thomas había quedado completamente atrapado en aquel oscuro y lúgubre lugar... Con Brenda.
Apretó los labios y volvió a repasar la pila de concreto en búsqueda de un pasaje, un mínimo espacio, lo que fuera; pero no había nada que le diera siquiera la mínima oportunidad de llegar hasta donde él estaba.
Jorge gritaba no muy lejos de donde estaba, alegando que debían moverse, que sus agresores no demorarían en volver por sus restos. Newt permaneció un momento más clavado en su posición, tratando de razonar como era posible el dejar a Thomas en ese lugar.
—Shank, debemos irnos —de nuevo Minho le hablaba de cerca. No había notado el momento exacto en que el asiático había tomado lugar a su lado, colocando una mano en su hombro y tratando de halarle con suavidad—. Estará bien, tiene a Brenda con él.
No, aquello no ayudaba, ni en lo más mínimo. Había algo que no le dejaba confiar en ella, esa chica simplemente no le cerraba en más de un sentido. Para empezar ¿Por qué tanta familiaridad con Thomas?
—Newt —los ojos pardos seguían fijos en el montón de escombros, mientras la respiración era contenida en los pulmones del rubio.
Minho solo suspiró apesadumbrado, terminando por bajar la mano y coger al menor de uno de los brazos. Fue en ese momento en el que este reaccionó: el asiático le estaba llevando fuera de las ruinas del lugar. Se obligó a pensar que Minho tenía razón, en que la chica llevaría a Thomas hasta donde pudiesen encontrarlos. Si Brenda realmente se preocupaba por él, se encargaría de sacarlo con bien de ese lugar ¿No era así? Apretó los labios y se permitió apartar el agarre del más alto de un simple movimiento. El asiático le observó con confusión pero se limitó a reír y a continuar con su camino.
Cuando Newt alzó la mirada, pudo notar que Jorge ya les había formado en un nuevo grupo, señalando un edificio alto que concedía una amplia sombra sobre la arena. Apretó los labios antes de apresurar su paso, no demorando absolutamente nada en llegar —rengueando—, hasta donde se hallaban los demás.
Tras aquello, el camino transcurrió prácticamente en silencio, salvo por las veces en las que Jorge hablaba y les obligaba a mantenerse quietos, o detrás de algún contenedor. El crank les había dejado en claro, que la ciudad pese a estar llena de cientos de enfermos, la gran mayoría aún no estaba lo suficientemente idos, que probablemente, la peor parte se la llevarían Brenda y Thomas. Aquello no hizo más que volver a alterarle en más de un sentido, terminando por rezagarse en varias ocasiones, culpando a su renguera a la extraña sensación que ya subía por su cabeza.
Estaba molesto con Thomas, con Brenda, con Jorge, molesto con el mundo en general. Quería que toda esa maldita garlopa se terminara, que pudiese ver a los Creadores para estampar sus puños en sus mierteras caras. Más de una vez se halló pensando en ello, más de una vez se halló odiando lo que estaban pasando, preguntándose la razón por la que habían sido escogidos, por la que ellos tenían que pasar eso. Apretaba los puños, contaba hasta diez y trataba de aclarar sus pensamientos.
—Si no te conociera, diría que te estás cagando, shank —Minho, siempre Minho. Últimamente más cerca, pero no por ello, le concedía acceso total a su persona. Eran amigos, si, lo estimaba, si. Pero ni él mismo entendía por lo que estaba pasando por aquel instante. Tenía lejos a Thomas, tenía lejos su ancla, su pilar. Se maldecía por sentirse tan dependiente de él, por hundirse en el burbujeante enojo que crecía por sus entrañas sin razón aparente.
—¿Quieres dejar tus mamadas de lado, Minho? —arqueando una ceja, el rubio simplemente le había pasado de largo, caminando directo hasta el edificio sin puerta por el que Jorge había guiado al resto de los habitantes.
—Guau ¿Estás en tus días, Newtie? —bastó aquello para que la última palanca se activara en el interior del rubio. Sus pasos se detuvieron, su cuerpo giró casi de inmediato para poder encontrarse con la mirada cargada de ironía de su amigo.
Newt no razonó, fue cuestión de segundos. No supo en que momento caminó hasta el asiático ni mucho menos, fue capaz de notar cuando le sujetó de la sucia camisa para estrellarle contra la pared más cercana.
—No me llames así, garlopo ¿Entiendes? —furia, enojo, estaba actuando como nunca, tan antinatural, tan lejano a él. La ansiedad de perder a Thomas y el calor del desierto le estaban quemando las neuronas.
Minho siquiera dudó ante ello, terminando por llevar sus manos hasta las delgadas muñecas de su rubio amigo, obligándole a apartar el agarre para poder ser él quien acorralara el delgado cuerpo del más bajo contra la desgastada pared del edificio.
—Esto tiene que parar ¿Lo entiendes, shank? —Minho hablaba con seriedad, con firmeza. Toda la actitud bromista del asiático había desaparecido en menos de un segundo, logrando que Newt bajara la guardia, que finalmente, apartara el odio irracional que le había comido la razón durante la última hora del viaje—. Estás aquí, con nosotros, conmigo ¿Lo captas? Thomas está en otro lado, pensando en alguien más y ¿Sabes? No me interesa. Ese idiota garlopo está actuando demasiado raro, pero tú, tú estás fuera de tus estándares. ¿Quieres llorar de una maldita vez o prefieres seguir con tu actitud de marica compungido?
Newt abrió los ojos de sobremanera ante eso. Fue como si un balde de agua fría le hubiese caído en la cabeza por aquel instante. Sus facciones se suavizaron, las manos que habían ido a parar en los brazos del asiático, mermaron su agarre.
Bajó la mirada y cerró los ojos durante un instante. No estaba siendo él. Se sintió abrumado, confundido, pequeño. No sabía de qué garlopo lugar venían esas actitudes, no entendía por qué actuaba así, no lograba recordar ni una sola vez en su vida en la que hubiese estado tan fuera de sí como lo estaba por aquel momento.
Apretó los labios y dejó sus brazos caer totalmente laxos a cada lado de su cuerpo.
—Lo siento, yo no... —no terminó la frase, no cuando los brazos de Minho estuvieron anclados a su cuerpo de un momento a otro. Ahí no existía calidez, no era el mismo sentimiento que el cuerpo de Thomas apretado contra el suyo provocaba en él. Podía percibir los firmes músculos del asiático, las palmadas sobre su espalda, el resoplar cerca de su oído.
Newt volvió a cerrar los ojos y se permitió corresponder el gesto, terminando por otorgar unas suaves palmadas sobre la amplia espalda de su amigo. Necesitaba eso, por mucho que se negara aceptarlo había necesitado que alguien le devolviese a la realidad, le tendiera una mano y le ayudara a continuar el camino.
—No tan fuerte, garlopo inútil, que tengo medio cuerpo como panecito sin cocinar —ante aquello, Newt apartó sus manos, como si acabara de recordar que a su amigo lo había casi calcinado un rayo un par de noches atrás.
El abrazo finalizó tras ello. Minho se apartó apenas un paso dedicándole una última mirada al bonito rubio que estaba frente a él. Durante un largo minuto se preguntó en qué plopus había estado pensando Thomas para hacer toda la garlopa cosa que estaba ... Bueno, haciendo. Bastaba con echar una simple mirada sobre Newt para adivinar lo mal que la estaba pasando, y lo mucho que se esforzaba por esconder la situación. O bueno, quizá él podía leerlo a la perfección después de dos años, más aun cuando ese rubio había sido su corredor estrella durante largas temporadas. ¿Cuántas veces no habían explorado el laberinto juntos? ¿Cuántas veces no había ayudado a Newt en el pasado?
Podía asociar el semblante de Newt con aquellos días en el laberinto. Exactamente, con aquel día en que le había visto completo por última vez. La idea no dejaba de darle vueltas en la cabeza. Sabía que el rubio no era tan garlopo como para cometer una estupidez de semejante magnitud de nueva cuenta, pero lo había visto actuar tan ajeno a su propia actitud, que comenzaba a dudar de sus propias ideas.
¿Quién podía culparlo? Hacía unos días había estado divirtiéndose como garlopo puberto entre los brazos de un shank inútil, y ahora, ese mismo shank se había vuelto más estúpido, mandándolo al averno por un par de bonitas —muy bonitas— curvas. Iba a golpear a Thomas, iba a sacarle la plopus a golpes y probablemente después se disculparía por ello.
—¿Terminaron? —la voz de Sartén le hizo abandonar sus pensamientos. Newt seguía frente a él, observando el exterior del edificio, como si estuviese asegurándose de que ningún crank fuese a traspasar aquellos vidrios—. Vamos a cenar. Jorge tiene un plan ¿Se vienen a escuchar o quieren seguirse sacando la plopus a ... Golpes?
Minho miró de mala manera al moreno. Ciertamente había dudado de la última palabra dicha, y eso, le había terminado por encender en más de un sentido. No, claro que no, a él no le iban las mismas cosas que a Thomas, ni que a ... Newt. Se sintió estúpido por un momento y después, simplemente arqueó una ceja, sonriendo con ironía al cocinero.
—Cinco minutos. Algunos tenemos que cuidar sus traseros de mierteros hambrientos —el asiático no dijo más, no cuando Sartén ya había rodado los ojos para volver justo por donde había llegado.
—¿Estableceremos un perímetro seguro y mataremos a los cranks que se acerquen a golpes? Me encanta la idea, shank —ahí estaba de nuevo ese tono sarcástico, juguetón. Era como si la energía hubiese aflorado nuevamente en el rubio, como si la chispa en sus ojos regresara por un instante.
—¿No te agrada mi plan? Te dejaré los más pequeños a ti, estoy siendo considerado —apretó los músculos de su pecho y resaltó los de sus brazos. Newt solo había rodado los ojos ante tal muestra tan machista de su parte, arrancándole otra sonrisa sarcástica en consecuencia.
—No vuelvas a hacer eso, pedazo de plopus de vaca. Ahora mueve tu musculatura sin cerebro y terminemos con esta mamada.
Minho sonrió. Tenía al Newt de siempre de regreso.
Newt se quedó observando el cartel durante largo rato. Minho estaba a su lado, bufando y diciendo alguna garlopa cosa a la que no estaba prestando atención por aquel instante.
Desde que los primero rayos de sol habían arribado en la ciudad, el plan de Jorge había entrado en marcha, terminando por agruparse en parejas para explorar la ciudad en búsqueda de alguna buena pista sobre el paradero de Thomas.
—¿Thomas el verdadero líder? Bueno, me agrada la idea, en serio —¿Cuántas veces había repetido aquello el asiático? Newt simplemente giró el rostro y le enfrentó la mirada durante un escaso momento.
—¿Son celos acaso? —El rubio arqueó una ceja y le dedicó una sonrisa de completo sarcasmo al pelinegro que yacía a su lado.
—Te recuerdo que yo no quería el puesto, tú me obligaste a aceptarlo —no era un reclamo, era una broma infantil que iba acompañada de una extraña y fingida mueca por parte del más alto. Newt solo volvió a sonreír ante ello, terminando por rodar la mirada para pasar por alto el cartel, continuando su camino.
Habían andado por aquellas calles durante un buen rato, y fuera de esquivar a unos cuantos cranks que se habían mirado demasiado cerca, continuaban sin tener una buena pista.
—Te va peor esa pierna —la voz de Minho le hizo mirarle por sobre uno de sus hombros. Estaba diciendo lo evidente, si, de hecho no podía entender desde cuando le había comenzado a molestar tanto los malditos huesos rotos y mal curados que se cargaba.
—Nunca en mi vida había caminado por un desierto, escapado de una tormenta de rayos mortales y sobrevivido a la explosión de un subterráneo. Te juro que no entiendo por qué me va mal después de todo eso —Minho simplemente bufó ante eso, terminando por evitar la mirada cargada de sarcasmo que el rubio le estaba dedicando por aquel instante.
No hubo más plática después de ese momento, al menos no cuando sintió las manos de Minho sobre sus hombros, obligándole a replegarse contra la pared sin darle de tiempo si quiera de protestar ante ello.
—¿Qué gar...? —no completó la frase, no cuando la mano del asiático aterrizó sobre sus labios y le impidió continuar hablando. Newt se quedó quieto, arrugando ambas cejas y a punto a de soltarle un golpe al más alto, pero fue la mirada de este sobre la suya la que le hizo desistir. Conectaron un momento, nada más. El rostro de Minho estaba serio, analizándole en silencio.
—Creo que nuestro corredor estrella se consiguió nuevos amigos.
El aliento del asiático le pegó de lleno contra el rostro, la cercanía que debió incomodarle no lo hizo, no cuando los ojos de Minho ya se hallaban mirando hacia el callejón que había evitado al empotrarlo contra la pared de esa manera. Bastó aquello para que Newt elevara ambas manos, apartando el agarre del más alto en silencio, atreviéndose a echar una rápida mirada hacia el lugar que el asiático había señalado con sus gestos: Thomas seguía con vida, con Brenda y con tres nuevos sujetos quienes para variar, estaban amenazando la vida de su castaño favorito.
Notas Finales: Le agarre un pequeño gusto culposo al Minewt. Si, exacto. Aún no decido si Minho va a querer al rubio o solo lo pondré como una amistad intensa, como la que se cargan en el libro. En fin, el capítulo estuvo dedicado al Minewt, y ya, fin. Casi nadie lee así que puedo meter parejas que ni al caso, okno.
Durante un momento pensé en mandar a Newt al submundo con Brenda y Thomas, pero al final me dije que quería mantener la idea del libro y no alejarme taaanto del canon. Así que, ahí estamos. Todo lo que sucedió entre Thomas y Brenda en el libro, sucedió igual en el fic. La diferencia aquí, es que no es Sartén quien los encuentra, sino Newt y Minho.
Finalmente, como ya todos sabemos, Newt tiene la llamarada y la desarrolla de volada debido a todo lo que está pasando. Eso quise expresar en este capítulo. No quiero poner a Newt tan sentimental y enojado sin razón, bueno si, pero es en gran parte, culpa de la llamarada. Fin ¿?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top