Capítulo 3
La luz en el exterior era cegadora. El calor que podía percibir desde la pequeña abertura que Minho se había encargado de mantener, era insoportable. Pero ni siquiera por esos motivos se permitía mirar hacia atrás de nuevo, no cuando había un total desastre en la cabeza de Winston y quizá algo todavía peor: Thomas. Hacía apenas unos minutos que se había resignado a la idea de probablemente morir decapitado por una esfera de metal, aliviado de no volver a enfrentar esa mirada de color miel que ya se había vuelto su penitencia y perdición, pero tal parecía que en los planes de C.R.U.E.L. no estaba que él muriera, o al menos no ahí.
Se odió durante un segundo por el pensamiento pesimista antes de finalmente reunir el valor de mirar escaleras abajo, dando un último repaso al abismo que se alzaba unos metros lejos de él, justo detrás de donde se hallaban los últimos habitantes visibles que aún auxiliaban a Winston. Bueno, al menos la miertera esfera no le había arrancado la cabeza al ex encargado de los carniceros, solo le había dejado terribles quemaduras... Y probablemente el larcho estuviese deseando haber muerto en lugar de agonizar lentamente.
Soltó un suspiro y terminó vaciar con cuidado el morral que usaba para llevar sus víveres, liberando la sábana del mismo. No podían ir al exterior de aquel lugar simplemente porque sí, no cuando había un calor abrasador que ya les esperaba para derretirlos contra el piso. Que idea tan alentadora.
Volvió a mirar hacia atrás. Esta vez observó a Thomas envuelto bajo la manta, repitiendo la misma acción que tanto Minho como él, habían hecho.
—Vamos a parecer fantasmas. Así asustaremos a los villanos que nos esperen ahí afuera —. El comentario de Thomas le hizo sonreír. Durante un minuto fue capaz de capturar la esencia del chico que recordaba plenamente, ese estúpido muchacho que solía robarle el aliento y de paso la cordura. Fue también durante ese lapso de tiempo en que los ojos de Thomas acabaron perdiéndose en los propios, permitiéndole ver el asomo de la duda en aquel bonito par que tan bien conocía.
Newt parpadeó ante ello. Deseó que aquella imagen quedara grabada en su pensamiento, como si posteriormente pudiera repetirla en su cabeza para ser capaz de analizarla a detalle.
Necesitaba hallar alguna pista en él, necesitaba un asomo de sinceridad: lo que fuera. Pero Thomas no le dio más gusto, no cuando ladeó el rostro y fingió volver a mirar las escaleras bajo sus pies, como si aquello fuera lo más interesante del mundo. A ese punto, Newt sabía que Thomas estaba evitando la plática que tan urgentemente necesitaban. Quizá no tenía el valor suficiente para darle un punto final, quizá estaba tan arrepentido por recordar algo, quizá C.R.U.E.L. había disparado su mente en otra dirección, quizá había recordado que Teresa siempre había sido algo más que una amiga y el saberla desaparecida le quemó las neuronas funcionales. Quizá mil cosas más pasaron por su cabeza, pero no tenía tiempo de analizarlas.
—Ay, este Thomas siempre tan gracioso. Esperemos que no haya unos simpáticos cranks dispuestos a darnos la bienvenida —. El barco de salvación llamado Minho ancló en el puerto de manera oportuna, haciéndole desviar su atención hacia el exterior al que en unos minutos, acabarían por desplazarse.
Dejó que su mirada quedara fija en el líder, quien en menos de un minuto, acabó por abandonar la seguridad de aquel lugar, perdiéndose en un resplandor que apenas y fue capaz de soportar. Apretó los labios en una fina línea poco antes de dirigir su atención una vez más hacia el castaño, quien estaba anonadado observando aquel resplandor en silencio.
—Tu turno, Tommy —media sonrisa bailó en sus labios al tiempo que Thomas pasaba de él, dudando durante un largo segundo el paso que tenía que dar hacia adelante— Ve —. La sonrisa en sus labios se ensanchó, permitiendo que la seguridad volviese a pintarse visiblemente en los ojos de Thomas.
No podía evitarlo. Podía ser que el endemoniado chico le estuviese haciendo dudar hasta de sí mismo, pero cuando lo necesitaba, él siempre estaba ahí para brindarle el aliento que requería. Era algo incondicional, algo que no le iba a negar al castaño. Era... Algo que ya había definido desde el laberinto, que llevaba cuatro letras tatuadas a fuego en su corazón, y que aun así, no había sido capaz de externar ni un sola vez. Quizá, solo quizá, si había sido demasiado tarde para admitir aquella clase de cosas.
Volvió a acomodar la sábana sobre su cabeza y finalmente optó por dar el paso que le separaba de aquel horrible lugar. El aire seco que inundó sus fosas fue totalmente brutal. Durante un segundo se halló imposibilitado para respirar, mientras se obligaba a cerrar los ojos para forzarse a adaptar su cuerpo al clima hostil que de momento los rodeaba.
—Estoy totalmente seguro de que acabamos de llegar al maldito infierno. Siempre pensé que tú terminarías aquí, Minho, pero yo no —. El humor regresó a su sistema de manera inmediata. El pequeño gesto que Thomas había tenido minutos atrás, parecía haber abierto una puerta de tranquilidad en su cuerpo, como si aún fuese capaz de regresar a ser él pese a la miertera situación en la que se hallaba.
—Ajá. Me duelen los ojos pero creo que estoy empezando a acostumbrarme a la luz —. Fue un susurro, Minho estaba muchísimo más atento al paraje que se alzaba alrededor de ellos.
Los ojos del rubio terminaron por volar de la figura de su erguido líder hasta el pequeño bulto que yacía en cuclillas sobre la arena, luchando por llevar aire a sus pulmones. Sus pies se movieron casi en modo automático, terminando por posicionarse justo a un lado del castaño. Su diestra se extendió y palmeó con mucha suavidad la amplia espalda del chico.
—Genial ¿No? —Thomas no le miró, no cuando aún tenía los ojos fieramente cerrados, aunque ya para ese punto, parecía haber comenzado a controlar el asunto de la respiración.
—No le veo nada de genial, bebé —. Newt abrió los ojos de sobremanera observando como Thomas siquiera había sido capaz de notar el mote que le había tirado por aquel instante. Fue una cosa de nada, una burda esperanza que luchó por anidarse en su mente y permanecer ahí, anclándolo a la idea de que todo se iba a aclarar cuando llegara el momento correcto.
—¿Terminaron? Porque tenemos un miertero desierto para recorrer —. Minho ya se había aproximado a ellos en algún momento que Newt había terminado por ignorar. Pero daba igual, de momento esa ráfaga de paz que inundaba su cuerpo no poseía principio, y quizá tampoco, poseía un final.
Más tarde, el resto los habitantes ya se hallaban fuera y listos para recorrer el desierto, formándose en parejas para compartir sábanas y así poder llevar los víveres en el resto de los morrales.
En algún momento, el rubio terminó por caminar hacia Thomas, un gesto casi meramente instintivo que acabó por morir al instante en que este cogió a Aris como compañero. Probablemente aquello debió bastar para mermar la confianza que había sentido minutos atrás, pero desechó la idea de tirarse al vacío de su desesperación en el momento que fue capaz de sentir uno de los brazos de Minho sobre sus hombros, acabando de manera inevitable, por compartir sábana con él.
—Shank. Sé que no soy tu pareja de ensueño, pero puedes disimular un poquito más tu odio hacia mi persona —a modo de broma, el asiático había terminado por romper el silencio que se instaló entre ellos, a la par que daba un pequeño vistazo hacia atrás, justo al lugar donde se hallaban Thomas y Aris.
—En primer lugar, esto no es cosa de parejas, larcho idiota. En segundo lugar, deja de gastar tu fuca energía. El miertero calor no está como para gastar saliva —Newt hizo una pausa y dejó que su pensamiento se deslizara en otra dirección, un vago intento de ignorar que probablemente, el asiático ya se había percatado de lo que sucedía entre ellos.
—A como sigas así, cariño, voy a exigir el divorcio y voy a coger al novato como pareja. Estás advertido —. El tono de broma continuó pese a la inquisidora mirada que Newt le había terminado por soltar a Minho por aquel instante. Vale, quizá debía comenzar a darle puntos a su amigo por estar haciendo un colosal esfuerzo por hacerle plática.
—No estoy de humor, shank, el calor no está como para esto... —rodó los ojos y terminó por suspirar, como si con aquello pudiese dar por terminada una plática que no quería tener.
—Va, ya estás. No voy a meterme, Newt, pero no tenemos tiempo para estar peleando entre nosotros, ¿Lo entiendes? —esta vez no había sarcasmo en sus palabras, esta vez el rey de la broma estaba completamente serio, mirándole apenas por el rabillo del ojo.
Newt quiso reír por aquel instante. ¿De verdad estaba siendo tan evidente?
—Tienes razón, no deberías meter tus narices en donde no te importa —. ¿Tenía algún caso evidenciarse frente al asiático? Sabía que al chico podía confiarle mil cosas, pero eso era la cosa mil uno que no figuraba dentro de la lista, y que por supuesto, no estaba dispuesto a compartir con él. Eran esas cosas de las que uno no hablaba, no sabía si por miedo o quizá orgullo, pero eran las cosas que te guardabas en la cabeza hasta que lentamente, tu cerebro comenzara procesar los hechos hasta aceptarlos, permitiendo dejar aquella mierda justo donde ya no pudieses verla o sentirla.
—Vale, ya estás. En serio, amor, no estoy de humor para venir soportando tus mamadas —. Newt observó al asiático en un gesto que caía en el medio de la confusión y el enojo ¿Qué plopus le había dicho para que acabara por tratarle de aquella manera? Solo no quería hablar de la ruptura tácita que había tenido con Thomas. Fin del asunto, nada más. ¿Tenía que hacerle un fuco escrito a Minho para que lo entendiera?
Arrugó el entrecejo y antes de que siquiera pudiera ser capaz de procesar lo que estaba sucediendo, el líder había acabado por frenar sus pasos, devolviéndole la mirada al par de larchos que se hallaban apenas unos metros atrás de ellos. Fue una cosa de nada, unos segundos, no supo siquiera como sucedió exactamente, al menos no hasta que se halló debajo de la misma sábana con Thomas, mientras que Minho acarreaba a un Aris completamente confundido.
Probablemente, el deseo de matar al líder se veía igualado a las ganas que tenía de agradecerle por tan desinteresado acto: finalmente tenía una oportunidad de hablar con Thomas.
Rodó los ojos y fingió concentrarse en los largos pasos que daban, como si se estuviese dando el valor para ser el primero en soltar la primera palabra entre ellos, pero no necesitó de hacerlo, no cuando apenas a medio minuto de ocupar el lugar de Aris, Thomas había hablado;
—No se ve a ciento sesenta kilómetros. Minho tiene razón —. A Newt le tomó un momento descifrar de lo que estaba hablando Thomas. Cuando la pieza en su mente terminó por acomodarse, un click hizo acto de presencia en la misma, al tiempo que captaba que el chico hablaba de las dichosas montañas frente a ellos.
—Alguien aprendió a medir distancias en poco tiempo —un murmuro, nada más. Newt no tenía ánimos de hablar, quizá la emoción inicial que había invadido su cuerpo se había suicidado al vacío de la inseguridad que ya no era capaz de contener.
—O quizá solo quiero creerle a Minho. No lo sé. ¿Crees que el grupo B esté ahí? ¿Crees que ... —la pregunta quedó bailando en el aire. Newt completó el cuestionamiento de manera mental, no pudiendo evitar que una extraña mueca terminara por hacer escala en su expresión.
—No lo sé. Lo sabremos cuando lleguemos —fue una respuesta seca, llana. Durante un momento, Newt se halló tratando de imaginar el segundo exacto en que Thomas había logrado colar a Teresa en su plática. Era como si no existiese nada más que ella en su cabeza. Rodó los ojos y prefirió mirar hacia adelante, justo donde habían divisado lo que casi estaban seguros, era una ciudad.
—Escucha, Newt —Thomas miró al mayor por el rabillo del ojo, con un tono ligeramente suplicante, como si estuviese preparándose para algo.
—Escucho, Tommy —de nuevo rodó los ojos, quería mantener ese tono sarcástico para poder aligerar la carga que se cernía sobre ambos en aquel instante.
—Necesito encontrarla. Necesito saber que está bien —los ojos de Thomas vagaron en la figura de Newt y finalmente, se posaron en la distancia, como si estuviese esperando encontrar el resto de las palabras que se negaban a salir de sus labios— sé que no he sido... —de nuevo una pausa. Thomas no sabía que agregar o como seguir. Aquella había sido la última señal para Newt, quien riendo, finalmente le miró.
—Shank, no tenemos tiempo para esas cosas. De nuevo estamos en una situación difícil. Tommy, lo entiendo —el rubio se mostraba calmado, sereno, era como si hubiese hallado el último resquicio de fuerza de voluntad en su sistema, obligándose a ser el de siempre solo para él.
Thomas soltó un suspiro y pareció agradecer con la mirada por aquella respuesta. Newt solo se limitó a observarlo y grabarse el gesto que el menor le había tirado por aquel instante. Le gustaba verlo así: tranquilo. Si su interior se estaba quebrando a pedazos, se iba a encargar de mantenerlo en pie hasta donde fuera capaz de hacerlo, de nuevo solo por él, solo por Tommy.
Cuando la noche cayó, el descanso llegó con ella. Los habitantes se habían tendido en la superficie irregular de arena, algunos solo tirados sobre esta, otros devorando la escasa ración de comida que les tocaba.
A lo lejos aún se podía mirar la ciudad, quizá a un día más de distancia. Horas atrás, se habían encontrado con un par de cranks que les habían dicho que el grupo B había estado en las cercanías, algo no había hecho más que despertar ansiedad en todos los habitantes.
El resto del trayecto había transcurrido en silencio, Thomas no había dicho nada más y Newt parecía estar agradecido por ello. La realidad era que no tenía ánimos de estarle dando vueltas al asunto. No era como si eso fuera más importante que sobrevivir al miertero desierto, seguramente podrían hablar cuando llegaran al maldito refugio, quizá cuando las pruebas de C.R.U.E.L. terminaran, podrían liberarse de todas las preocupaciones y simplemente continuar. Esa era la idea que se planteaba en la cabeza, era la idea que le mantenía cuerdo, bien.
Soltó un suspiro y terminó por llevarse a la boca el último pedacito de la barrita integral que estaba comiendo, dejando que sus pardos vagaran entre la figura de un agotado Thomas hasta el resto del grupo.
Cerró los ojos unos instantes antes de finalmente atreverse a darle un pequeño trago a la bolsa de agua que se cargaba. Las provisiones comenzaban a escasear y quedaba claro que tenían que abastecerse en la ciudad cuanto antes. Disfrutó del líquido bajando por su garganta y finalmente se permitió relajarse; pero la calma momentánea que se había establecido entre todos los presentes, acabó por ser cortada al segundo que el grito desgarrador de una chica se escuchó a la distancia.
Algunos de los shanks se pusieron de pie y dispararon su mirada en todas direcciones, tratando de averiguar de dónde provenía aquello. El rubio no había sido la excepción. Sus ojos pardos vagaron a su alrededor, ligeramente ansioso por la miertera voz de animal a medio morir que soltaba la chica.
Minho fue el primero en soltar algo al respecto, alegando que aquello sonaba igual a Ben o a Alby cuando habían pasado por la transformación. Newt bufó ante eso. Era obvio que no iban a enfrentar penitentes en un lugar como aquel, las criaturas bulbosas vivían a base de alguna plopus pegajosa y las condiciones desérticas no eran lo mejor para ellos. Quizá por ello todos terminaron por ignorar de manera gradual el aullido de la chica.
Cuando retomaron el camino, las sábanas habían dejado de ser necesarias. Todos anduvieron en pequeños grupos ligeramente alejados, dejando de lado el asunto de los equipos en par. Ahora todo era un poquito más rápido, podían andar al paso que marcaba Minho sin demasiado problema.
Extrañamente, Thomas se había mantenido a su lado, como si después de la pequeña plática que habían tenido horas atrás, todo hubiese comenzado a acomodarse con lentitud. Naturalmente, aquello había terminado por aliviar al rubio, aunque ni siquiera él mismo se hubiese percatado del detalle.
Le hacía falta la cercanía de Thomas, por mucho que se negara a aceptarlo, todo estaba mucho mejor cuando el castaño se hallaba rondándolo, justo como sucedía en el área, cuando los papeles estaban completamente invertidos.
Quiso reír nada más de recordarlo. Probablemente el calor del desierto le había terminado de quemar el cerebro, o quizá la llamarada ya le había comido las neuronas que le quedaban. En su miertera vida se hubiese llegado a imaginar que terminaría por ser él quien buscara la compañía de Thomas.
Cuando se percató de que sus cavilaciones lo habían envuelto en un total mutismo, que incluso había terminado por ignorar la mirada de Thomas encima suyo, quiso desaparecer. Ahora el confundido parecía él, el tipo de la maquinaria cerebral acelerada parecía haberse clonado para ahora ser un rubio rengo que no hacía más que suspirar.
—La vida se te va a escapar a suspiros, Newtie —Thomas le estaba observando aún, como si no le hubiese importado la mirada asesina que el rubio le había dirigido momentos atrás.
—Lástima, realmente pensaba que llegaría más lejos —quiso añadir algo más, pero sus palabras quedaron al aire al tiempo que los gritos de la chica desaparecieron del ambiente.
Todos los presentes percibieron aquel cambio y no demoraron más que segundos en notar la pequeña construcción que alzaba no muy lejos de donde estaban. Justo frente a la derruida choza, se hallaba una chica, mirándoles fijamente.
Newt pudo notar los largos cabellos negros meciéndose al aire. Los conocía a la perfección, ni la oscuridad del lugar le hubiese impedido saber que aquella chica, se trataba de Teresa.
Por el rabillo del ojo pudo notar como la ansiedad había terminado por instalarse en la postura de Thomas, quien parecía estar a punto de dejar todo de lado e ir directamente hasta ahí, con ella.
—¿Creen que haya sido ella quien había estado gritando? —Sartén había terminado por aparecer justo detrás de ellos, interrumpiendo la incómoda atmosfera que ya se había creado de por medio.
—O quizá estaba torturando a una pobre chica y solo la mató cuando vio que nos acercábamos —. El tono de broma que Minho había utilizado le había hecho creer que el shank realmente no tenía ni un pelo de seriedad. Daba igual, Newt no tenía ánimos de responder aquello, no cuando Thomas ya estaba dejando los morrales de lado para ir hasta donde se encontraba la chica —. Muy bien ¿Quién quiere ir a encontrarse con esa linda jovencita?
—Yo voy —la ansiedad había vibrado en el tono que empleó el castaño. Incluso Minho había observado a su amigo, esperando que aquello fuese una sugerencia tirada solamente como broma: pero Thomas estaba hablando en serio.
—Estaba bromeando, garlopo. Vamos a ir todos, podría tener un ejército de ninjas psicóticas escondido en esa choza —Minho no había abandonado el tono de sarcasmo, y Newt había terminado por dedicarle una mirada inquisidora en consecuencia —Bien, vamos.
El líder no había dicho más, no cuando ya había comenzado a caminar hacia adelante sin esperar una respuesta de su pequeño grupo de decisión.
—¡No! —Thomas alzó la voz de un momento a otro, logrando que la mirada de los ahí presentes terminara por clavarse en él —. No, ustedes quédense aquí. Yo iré a hablar con ella. Podría ser una trampa. Sería una idiotez que fuéramos todos juntos.
Newt le observó detenidamente. Claramente podía notar como el pecho de Thomas subía y bajaba por lo errática que era su respiración por aquel instante. Él de verdad quería ir a solas a ese lugar. Arrugó el entrecejo y no pudo evitar extender la diestra para sujetar el hombro del menor con suavidad. Los ojos color miel pasaron de la figura de la chica hasta el rostro de Newt, quien le estaba observando con preocupación.
—Tommy, no vas a ir solo ahí. Eso claramente pinta como una trampa —. Con las cejas arrugadas y una expresión cargada de seriedad, el rubio había dictado su sentencia, como si realmente esperara que sus palabras aún fuesen capaces de influir en las decisiones de Thomas.
—Solo investigaré. Si hay algo raro gritaré pidiendo ayuda. Además si es una trampa, es mejor uno a todos ¿No lo crees? —de nuevo esa actitud desafiante, esa misma que el rubio recordaba perfectamente desde que Thomas había asumido la misión de sacarlos del Laberinto.
—Es una reverenda estupidez. Iré contigo, las probabilidades entre dos son mejores a...
—Necesito hacer esto solo, Newt. No voy a arriesgar a nadie más, mucho menos a ti —. La seriedad de las palabras del menor había logrado descolocar al rubio. Parpadeó ligeramente contrariado al tiempo que el castaño subía la diestra hasta la mano que aún mantenía sobre él. Sintió el apretón que ocurrió a continuación y terminó por perderse una vez más en los ojos ambarinos del chico.
Durante un segundo, el rubio sintió el deseo de besarlo, probablemente estuvo a punto de hacerlo, pero el silbido que Minho soltó por ese instante, le hizo recordar que no estaban solos.
El silencio que se estableció entre ambos solo fue interrumpido por una pequeña sonrisa, misma que murió al instante que Thomas apartó el agarre del rubio, para finalmente, dirigirse hasta donde se hallaba la pequeña construcción.
Newt le observó sin perder detalle de ello. La chica parecía tener los brazos cruzados mientras observaba directamente a Thomas, como si estuviese esperando que justamente aquello sucediera. Se mordió el labio inferior mientras la ansiedad comenzaba a subir lentamente por su sistema. Estaba siendo un simple espectador, esperando a que todo anduviera bien aun cuando estaban en un miertero desierto con Teresa gritando como loca durante más de dos horas. O Teresa matando a alguien. Quizá Minho tenía razón.
Arrugó el entrecejo al segundo que fue capaz de notar como la figura de la chica se daba la media vuelta e ingresaba a la derruida choza. Deseó con todas sus fuerzas que Thomas no fuese tan pescado como para seguirla, pero más demoró en pensarlo que en notar como el castaño se perdía de igual manera por la entrada del lugar.
Aquello fue todo. Soltó un gruñido al aire y le dirigió una rápida mirada al ex encargado de los corredores.
—Newt, no estés pensando en....
No escuchó el final. Abandonó el morral sobre la arena del lugar antes de finalmente, dirigirse al maldito lugar por donde Thomas había desaparecido. Trampa o no, no iba a permitir que algo le ocurriese al castaño.
Fueron pocos metros. Durante el trayecto fue capaz de percibir el latir alocado que se instalaba en su pecho haciendo compañía a la errática respiración que ya se cargaba de momento. Estaba imaginando más de mil escenarios en su cabeza, y ninguno terminaba bien. Con C.R.U.E.L. nada podía terminar bien. Cada paso dado, incluso casi cada decisión tomada, parecía estar meticulosamente calculada.
Se detuvo al segundo que fue capaz de percibir la escasa luz mortecina que se fugaba por una de las destartaladas ventanas de la choza. Estiró un poco el cuello y pudo notar la puerta por la que Thomas había ingresado momentos atrás, mientras seguía a Teresa. Apretó los labios y caminó hasta esta, pero terminó por detener sus pasos al segundo que las voces llegaron a él con claridad: eran Thomas y Teresa, ambos estaban conversando. Era una charla de una vía, cortada, incluso casi podía jurar que la chica estaba llorando. Contuvo la respiración durante un instante y redujo la velocidad.
—Teresa, desde que te llevaron no he dejado de pensar en ti, yo...
El flujo de palabras se interrumpió al segundo que finalmente pudo mirar al interior del lugar. La escena que le recibió fue un maldito deja vú. De nuevo su mente viajó hacia atrás, hacia el área, hacia el sótano de la Finca, hacia el segundo en que Thomas y Teresa se habían besado justo frente a él.
Retrocedió dos pasos y terminó por llevarse la diestra a los labios. No quiso escuchar más, no quiso observar más. Sus pies volvieron a moverse, como si su cuerpo hubiese entrado en modo automático una vez más. Esta vez no existía un vacío en su pecho, esta vez no habían lágrimas en sus ojos. Esta vez el golpe había sido limpio, como si su ser entero se hubiese estado preparando para recibir la puñalada final desde tiempo atrás. Era la confirmación de todo el temor que había comenzado a acumular en su sistema desde la primera vez que Thomas le había alejado de él. El ¿por qué? ya no se repetía en su cabeza, en realidad, estaba en blanco. No había sonido alguno a su alrededor, el ulular del viento era un suave murmullo en la lejanía. Era como si el tiempo se hubiese detenido para proporcionarle el ambiente ideal para caerse a pedazos.
Sus pasos se detuvieron a unos pocos metros de la choza, permitiéndose finalmente el mirar hacia atrás. Thomas había abandonado la construcción y corría a toda velocidad en su dirección. Durante un breve segundo pensó que quizá, solo quizá, iba detrás suyo. Quizá solo quizá, iba a tomarle en brazos y decirle que aquella miertera cosa solo había sido una trampa más. Quizá, solo quizá...
Pero estaba equivocado.
Thomas le pasó de largo, como si ni siquiera hubiese reparado en su presencia. El castaño corrió y no miró atrás. Algo finalmente se removió en el interior del rubio, haciéndole entender de un tajo todo lo que acababa de pasar. El aire le pareció más denso, el frío le caló el cuerpo. El tiempo recuperó su andar natural.
Newt simplemente cerró los ojos antes de sentir como finalmente perdía la batalla, al tiempo que la primera lágrima se suicidaba al vacío.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top