Extra
Tenía que ser una broma, una muy mala.
Cerré profundamente mis ojos mientras mis puños se cerraban con fuerza y confusión.
Los ojos frente a mi me miraban divertidos, lo sabía. Seguramente estaba burlándose en mi cara por los gestos que estaba haciendo. Pero soy humana, y cualquier humano reaccionaría de la misma manera. Ver esa pequeña sonrisa de victoria junto a su ceja alzada me hizo dar un paso más al frente, enfrentando mi tan desafortunado destino.
— Dame esos pocky Mei, los escondí perfectamente y aún así lograste encontrarlos, no se como lo hiciste pero tienes que dejar de hacerlo — hice uso de mi mejor puchero y mi voz más dulcemente triste posible.
— No quiero, tu te comiste mi ramen hace una semana atrás — ahí va su primer golpe. Pero no me dejaré vencer está vez. Esos ojos violeta no me ganarán otra vez la misma guerra.
— Porque tu no quisiste probar la comida que invente — Sonreí internamente, sabía que mi esposa era muy amorosa y amable conmigo.
— Cariño, sabes que quería hacerlo — bajo la guardia — Pero era demasiado picante para mi débil paladar — hizo ojitos de cachorro, maldita sea. Definitivamente perdí la batalla.
— Amor, si me das esa caja de pocky te haré Katsudon para cenar — como por arte de magia, los dulces ya estaban frente a mi mientras que mi esposa esperaba expectante mis órdenes. - Katsudon será - sonreí en respuesta.
Tome su delicado rostro y deje un suave beso sobre sus labios. La amaba, sin duda amaba a la mujer frente a mi.
Y ella me amaba a mi con la misma intensidad, tanto que tomo mi cintura ente sus brazos para acercarnos más.
Acaricio delicadamente mi espalda baja y sonrió al separarse de mis labios. Adoraba los momentos como este, donde el amor parecía millones de estrellas alrededor de la burbuja que nos rodeaba.
Mei tenía la habilidad de crear un momento cotidiano en uno completamente nuestro. Donde no existía absolutamente nadie, estábamos sólo ella, yo, y el oxígeno a nuestro alrededor. Las palabras no eran necesarias, nuestros silencios hablaban por nosotras, decían las oraciones que ninguna se atrevía a pronunciar. Mientras que nuestros cuerpos completaban la pieza faltante de cada una.
La pieza del rompecabezas que tanto estuve buscando completar estaba frente a mi.
Tenía ojos violeta, cabello negro y los sentimientos más hermosos jamás antes vistos. Era parte de mi todo, completaba la mitad de todo lo que soy, era la otra parte de la naranja.
Y por completarla de igual manera, está noche se comería Katsudon.
— Hay que hacer las compras Mei - dije observando la alacena y luego el refrigerador — Nos hacen falta algunas cosas - agregué.
— Si quieres podríamos ir ahora, antes de que llegue la noche — respondio mientras buscaba su abrigo y el mío.
— Bien, dame dos minutos para maquillarme y vamos — Camine hacía nuestra habitación.
— Esta bien, te espero en el auto — grito mi esposa.
Me maquille levemente solamente para evitar que se vea mi cara de "No he dormido bien durante la noche debido a mi esposa", aunque es algo de lo que estoy orgullosa. A pesar de que los años hayan pasado ella seguía sintiendo esa chispa por mi al igual que yo por ella.
Y me conoce tan bien que dejo mi abrigo sobre un estante cercano a mi vista. Si, tengo la costumbre de olvidarlo siempre al salir, por suerte está Mei que lo recuerda por mi.
Lo tome y al salir cerre la puerta con llave para luego correr hacía el auto. Estábamos en Diciembre y el invierno golpeaba fuertemente dejando en K.O a las ciudades de Japón.
Mei había encendido la calefacción y sonrió al verme. Salió antes para poder dejar el interior del auto a una temperatura cálida y acogedora.
— Te ves hermosa Yuzu, ¿puedo tomarte una foto? — pregunto mientras sus ojos brillaban.
— Si fuera por ti, me tomarías fotos todo el tiempo — reí — Puedes hacerlo ¿quieres que pose? — me ofrecí sonriente.
— Como tu quieras, de todas formas te ves bien desde cualquier ángulo. — el aura a su alrededor parecía llenarse de millones de corazones caricaturescos.
— Un día me dará diabetes por tu culpa —golpee levemente su hombro.
— Pues tu empezaste — respondió elevando los hombros.
— ¿Yo? ¿Ahora que hice? — la mire con una ceja alzada.
— Existir —
Sin duda alguna, está mujer acabaría con mi vida en cualquier momento.
...
— Cómo le haces Yuzu? — pregunto Harumin.
— ¿Hacer qué? — respondí mientras cocinaba.
— Soportar a esa amargada que tienes de esposa — rió al ver la reacción de Mei.
— De la misma forma que ella me soporta a mi — respondí concentrada en hacer la comida.
— No entiendo de que te sorprendes Taniguchi — hablo Mei mientras colocaba los cubiertos sobre la mesa.
— ¿Cómo? — se acomodo mirando a Mei fijamente.
— Si ella te soporta a ti puede soportar a cualquiera — se burlo.
Una carcajada se escapo de mi boca seguido de una Harumin con el ceño fruncido, definitivamente no esperaba que Mei le respondiera a su chiste.
— Hey Yuzucchi no te rías, en este momento deberías de estar apoyándome, soy tu mejor amiga — fingió indignación.
— Y yo soy su esposa — continuo Mei.
— Touche — respondí mientras mi esposa me ayudaba a servir la comida.
— Yuzucchi — chilló Harumin.
— Ya deja de intentar Taniguchi-san, Meimei te dio un K.O — comentó Himeko desde el comedor.
— Ahg, bien, me voy con la señorita Cejas — se rindió harumin yendo hacia donde sea que estuviera Himeko.
— Nunca cambiará eh — Lenta y cuidadosamente Mei se poso detrás de mi, pasando sus manos por toda mi cintura hasta llegar a mi abdomen donde comenzó a dejar leves caricias con intenciones que conocía a la perfección.
— Cuando se vayan Cariño, están a pocos metros de aquí — susurre mientras ella comenzaba a besar la parte de mi cuello más sensible, ella sabe lo que hace, y lo ejecuta a la perfección.
— Solo... ¿Puedes darte la vuelta y darme un beso? — susurró cerca de mi oreja.
— ¿Sólo uno? — pregunté.
— Solo uno —.
Volteé y observe esos hermosos ojos violeta, senti un leve temblor en todo mi cuerpo. Mi esposa me amaba con cada gota de su ser y cada parte de su cuerpo era el testigo de cada palabra que ella juraba sentir. No entendí el cómo ni el por qué, pero cada palabra, cada mirada, cada gesto, cada pequeña cosa que Mei hacia por mí o para nosotras expulsaba cariño por el lado en el que quieras verlo.
Desde sostener un simple abrigo o hasta decir lo hermosa que me veo cada mañana, ella simplemente... me amaba. La mujer que esta expectante frente a mi, esperando un beso de mi parte, ama cada parte de mi ser.
Y yo, no puedo explicar ni con todas las palabras del mundo el amor y aprecio que le tengo a la mujer frente a mi, a la cual tengo la alegría de llamar mi esposa.
Observo su rostro, a pesar de haber pasado años, la madurez que mostraba cada parte de ella me hacia suspirar como una adolescente hormonal.
Una sonrisa se escapa de mis labios y la beso con tranquilidad, demostrando con cada movimiento el amor que le tengo. Y como si fuera la primera vez, mi corazón palpitaba como todas las veces en las que compartimos hasta la más mínima caricia.
— Vamos, la comida se enfriara — hable bajo, tomando pequeñas bocanadas de aire, intentando fallidamente que mi corazón relajara su palpitar.
— Si, yo... tu... tienes razón — algo que nadie nunca pudo ver, es esta faceta de Mei Aihara, su torpeza se hacia presente cada vez que la beso tan amorosamente. Sonrió ante sus orejas sonrojadas.
— En marcha —
...
— Nos vemos chicas — saludaron Harumin y Himeko. Luego se escucho el sonido de la puerta y el clic del seguro ya había sido colocado.
— Parece que alguien está ansiosa — dije tranquilamente manteniendo mi mirada en Mei, quien se aproximaba a pasos agigantados.
— No sabes cuanto —
Sin pedir permiso, sus labios se estamparon contra los míos fogosamente mientras sentía como sus manos recorrían todas las partes de mi cuerpo que estuvieran a su alcance. Sus largos dedos comenzaron a jugar con la tela de mi short a la par de nuestros torpes pasos hacia la habitación.
Pude respirar un poco cuando su boca pasó de la mía a toda la piel expuesta de mi cuello, comencé a exhalar con irregularidad antes de caer sobre nuestra suave cama.
No se cuando, ni como lo hizo. Pero ya se encontraba entre mis piernas haciendo lo suyo... y vaya que lo hacía de maravilla.
No dije ni una sola palabra, mi mente estaba más ocupada en la persona debajo de mi. Lo único que puedohacer, es suspirar y dejarme llevar por tan buen trabajo.
— Eso tu... sigue... oh si... ahí... mmmh —
Cuando lo sentí, dejé que todo fluyera y me permití volar una vez más. Pero dos cosas me hicieron aterrizar rápidamente. No pude dejarme ir que ella ya comenzaba a planear mi segundo viaje.
— Cariño... eso... muy bien... si —
No pude hablar más, los labios de mi esposa me prohibieron decir otra cosa, su boca poco a poco se separo de la mía mientras que ella lamio mis labios tanto como pudo, y el movimiento de su mano nunca se detuvo.
Sabía muy bien como hacer su trabajo.
...
— Te amo Yuzu — susurró Mei en la oscuridad de nuestra habitación.
— Te amo más Mei — sonrió y beso su nariz — ahora me toca a mi — Sonreí.
— Soy toda tuya Cariño —
Fin del extra
¿Cómo están?
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Hay algunas cosas que Wattpad no me deja corregir, disculpen eso :(
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