─── CUATRO. una pelea digna de admirar
La chica más solitaria de la ciudad fue comprada por un gran precio.
─── The Tradition
Capítulo cuatro: Una pelea digna de admirar
Daella sentía como poco a poco se quedaba sin uñas en sus dedos. Solo era esperar que su padre diera el aviso para que ambos jóvenes comenzaran a pelear pero no podía evitar preocuparse por el hijo de Rhaenyra.
—Espero que Aemond le saque el ojo a Jacaerys.—comentó el hermano mayor de ambas a su lado. Daella le golpeó el brazo con fuerza. Aegon no pudo evitar quejarse por la fuerza de su hermana.—Que bruta, Daella.
—Callate Aegon.—dijo la menor a su lado.—Si Aemond gana, me tiro desde el balcón de mi habitación.
—¿Por qué te importa tanto nuestro sobrino?—preguntó Aegon con una copa de vino en sus manos.—¿En serio te gusta?—comentó algo de molestia. Era obvio que a ninguno de los hijos de la reina le gustaba como a una de sus hermanas le importaban mucho los hijos de Rhaenyra.
—Ya te dije que no.—comentó a la defensiva Daella mientras miraba a su hermano unos segundos antes de posar su vista en el castaño de rizos.
Ni ella misma sabía el porqué le importaba tanto Jacaerys y su bienestar. Tal vez por todas las veces en que él mismo la salvó de su tormento en el pasado y lo mucho que se preocupaba por ella pero el simple hecho de saber que pudiera estar en peligro le acelera el corazón y no de una buena forma.
Helaena abrió los ojos de sorpresa cuando su hermana le agarró la mano con fuerza al ver como Aemond daba el primer ataque contra Jacaerys.
—Daella, calmate.—le dijo su hermana antes de prestar atención a la pelea.
Jacaerys y Aemond se movieron en círculos uno alrededor del otro, con sus espadas de entrenamiento en la mano. Ambos eran luchadores expertos, habían entrenado con espadas toda su vida. Pero era claro que este combate de entrenamiento no era un encuentro amistoso. Todos sabían que Jacaerys le guardaba rencor a Aemond por haberlo humillado en todos estos años y sentía que era su oportunidad de vengarse, y darse a notar como un príncipe digno del trono.
—¿Listo para perder, tuerto?—bromeó el castaño, lleno de confianza mientras sostenía su espada frente a él.
Aemond soltó una burla, claramente molesto por el exceso de confianza de Jacaerys.—Ya quisieras, chico fuerte.
Con eso, Aemond se lanzó hacia adelante, blandiendo su espada con el objetivo de tomar a Jacaerys con la guardia baja. Jace, quien fue tomado por sorpresa por un momento, se recuperó rápidamente y detuvo fácilmente el ataque de Aemond.
—Tendrás que hacerlo mejor para derrotarme.
Jace se hizo a un lado y se movió rápidamente, apuntando un golpe al costado de Aemond. El choque de sus espadas resonó en el lugar dejando a muchos tensos, entre ellos Daella. Aemond gruñó y paró el ataque de Jacaerys, entrecerrando los ojos con determinación.
—Puede que seas más rápido que yo, pero aún te hace falta experiencia.
Jacaerys bloqueó cada uno de los golpes de Aemond, su juego de pies ágil y firme mientras esquivaba cada golpe. Sonrió cuando los ataques de Aemond se volvieron más agresivos.
—Tal vez, pero no deberías subestimarme.
Jacaerys encontró una abertura y la aprovechó de inmediato, apuntando una estocada rápida y brusca al pecho de Aemond, la punta de su espada rozando apenas la tela de su camisa. Su agarre en la espada de entrenamiento era firme, mientras se lanzaba hacia adelante, apuntando una estocada hacia el pecho de Aemond.
La punta de la espada cortó el aire, rozando la tela de la camisa de Aemond, casi cortando la piel del pálido príncipe. Aemond se tambaleó hacia atrás, sorprendido por el ataque de Jacaerys.
Todos en la tribuna se quedaron por igual de sorprendidos, especialmente Daella. ¿Desde cuando Jace era bueno con la espada?
Daella observó a su hermana, quien le sonrió levemente desde donde estaba y, sin mirarla, le dijo:—Te lo dije.
Aemond, por otro lado, se quejó, su voz teñida de fastidio. Levantó su espada en una posición defensiva nuevamente, su mente enfocada en encontrar una manera de derrotar al príncipe bastardo.
Jacaerys se rió entre dientes, claramente divertido por la reacción de Aemond.
—Admite que soy mejor que tú.
Aemond sonrió de lado mientras atacaba a su sobrino y juntaba sus espadas en un choque.
—Solo cuando admitas lo que eres, bastardo.—susurró el peliblanco burlón.—¿Si sabes que Daella nunca te va a querer por ser uno? Yo que tu me rindo ante la idea de tenerla para siempre. Después de todo, nunca será tuya.
Jacaerys no pudo evitar ocultar su enojo. Con fuerza avanzó con otro ataque, apuntando varios golpes al pecho y al costado de su oponente. Ahora no sabría deducir si su enojo era por la palabra bastardo o por la verdad en las palabras de Aemond. Daella nunca sería de él.
Aún así, el castaño rápidamente comenzó a ganar la delantera. Sus ataques eran más precisos y parecía anticipar los movimientos de Aemond, contrarrestando y bloqueando con facilidad. Sus movimientos eran fluidos y sin esfuerzo, sus ojos fijos en cada movimiento del tuerto. Era como si hubiera aprovechado algún potencial oculto, alguna llama interior, que le permitía luchar con un nivel de habilidad y precisión que no sabía que poseía.
Finalmente, Jacaerys vio su oportunidad. Aemond había bajado la guardia por un momento, y él aprovechó al máximo, lanzando un ataque que hizo que Aemond cayera de rodillas.
La espada de Aemond cayó de su mano, aterrizando en el suelo con un fuerte estruendo. Miró al castaño con fastidio.
Daella, impresionada con lo que veía, se levantó de su asiento y se aferró a la baranda del balcón. ¿Su Jace había ganado?
Jacaerys, por otro lado, sonrió, el triunfo era evidente en su rostro mientras sostenía su espada en alto, con la punta apuntando directamente al pecho de Aemond.
—Supongo que soy mejor que tú.—dijo el castaño con media sonrisa.
Jacaerys miró a Aemond, una sensación de satisfacción corriendo por sus venas.
—No sé cómo lo hiciste, bastardo, pero sé que no tendrás tanta suerte la próxima vez.— Y, sin más, Aemond se puso de pie, recogió su espada y se fue golpeando el hombro del menor en el camino.
Jace miró el lugar por donde Aemond se fue, tratando de aligerar su respiración y miró a donde estaban sus familiares, sonriendo levemente ante lo que había pasado. Ni el se lo había esperado.
Buscó a su tía con la mirada, emocionado por ver su reacción pero no la encontró hasta que, segundos después, unos brazos lo envolvieron por detrás.
El no pudo evitar sonreír al sentir las manos de su tía favorita en su cintura y volteó a verla. No pudo dejar de sonreír al ver su rostro lleno de preocupación por él. Por un momento quiso olvidar las palabras que Aemond le había dicho hace unos minutos y creer que ella lo vería más allá de esas acusaciones.
—¿Feliz de tenerme con vida?—le preguntó divertido mientras tiraba su casco de protección al suelo.
Daella observó al mayor y, al darse cuenta de donde estaban sus brazos y lo cerca que estaban el uno del otro, se separó y lo miró con una pequeña sonrisa.
—Nunca dudé de ti.—mintió ella. Era claro por las uñas de sus dedos que estaba a punto de parar la pelea ella misma con tal de no verle pelear contra Aemond.
Jace ladeó su cabeza.—Si dudaste, pero debo de admitir que tu favor me ayudó en esta pelea.
Ella rodó los ojos, luego observó los de él y se relajó al darse cuenta de que estaba bien. No pudo evitar sonreír al ver su respiración agitada, tratando de mantener la calma al igual que como lo hacía de pequeños y hasta hace nueve lunas que lo había visto por última vez.
—No sabía que eras bueno.—confesó mientras le tocaba el pecho, tratando de limpiarle la tierra que tenía en su armadura.—¿De qué me he perdido en las últimas lunas? ¿Acaso tienes otros talentos ocultos que quieras enseñarme?
Él se encogió de hombros.—Si tengo algunos trucos bajo la manga que pudiera enseñarte.—le sonrió divertido antes de guiñar el ojo.—Así que, ¿qué me darás por ganar esta pelea?
Daella arrugó su frente confundida.—¿Darte algo?—preguntó.—Nada. ¿Estás loco? Mejor ve donde un Maestre a que te revisen esa herida en la cara.—dijo ella acariciando su mejilla, cerca de donde estaba la herida.—No quisiera que se infecte.
Jacaerys tomó la mano de ella que se encontraba en su mejilla y comenzó a acariciarla.—Creo que preferiría si usted la revisara, mi princesa.
Daella lo miró, sintiendo su corazón ir a millón ante todo lo que estaba pasando en ese momento. La forma en lo miraba, su caricia en su muñeca, el escuchar ese "mi princesa" salir de sus labios refiriéndose a ella. Preferiría morir en ese momento a que algo la sacara de esa burbuja que era estar con Jacaerys.
Iba a decir que si, que ella misma le curaba la herida y cualquier otra que no estuviese visible para ambos pero, al ver a su madre a lo lejos, con una mirada seria y brazos cruzados, sabía que su fantasía y cuento de hadas había llegado a su fin.
—Lo siento, mi príncipe.—dijo ella con ojos tristes mientras se alejaba de ese toque angelical.—Tal vez en otra ocasión.—dijo antes de caminar lejos de ahí hacia su madre.
Daella sintió su corazón romperse al sentirse cada vez más lejos de Jacaerys, y temor al ver la cara de su madre. Sentía que sería la última vez que vería la luz del día por un tiempo.
Luego de unos segundos de haber sido revisado por un Maestre, Jacaerys salió de aquellos aposentos camino a los suyos a darme un baño y ponerse una ropa más ligera antes de seguir con su vida en el castillo. Por un momento sintió los pasillos silenciosos, más de la cuenta. Miraba a sus alrededores pero nadie volteaba a verlo.
Cuando llegó a su recamara se quitó sus zapatos y ropajes antes de entrar a la tina y quedarse pensando un momento en Daella.
¿Qué le pasaba a su Daella?
Sabía que la reina odiaba a su hija. Todos en el reino lo sabían. Su madre tenía la sospecha de que era por la similitud de la menor de los Targaryen con la difunta reina Aemma. Jacaerys, por otro lado, asume que la reina odiaba a todos sus hijos por varias razones y Daella, por ser la más bondadosa y amable de todos, se llevaba lo peor.
Pero había algo. Aunque su Daella apenas había regresado el día de ayer, sabrán los dioses de donde, pareciera que algo faltara.
Y de repente no pudo dejar de pensar en esos ojos violetas, en cómo le sonreía cada vez que lo veían. O en su hermosa sonrisa, la más linda que tenía el reino entero, o el lo bien que se veía con ese vestido de ayer, con ese corte escotado y su mirada al frente, como la princesa que era, y tuvo que dejar de pensar en ella para no hacer actos indebidos con el pensamiento de su tía.
Pero tenía que averiguar dónde estuvo todo este tiempo y porque, aún cuando seguían con la misma confianza de antes, había un muro entre ellos que no lograba terminar de descifrar.
Cuando fue la hora de la cena, tomó asiento junto a su hermano esperando ver a la peliblanca entrar por la puerta, pero ella nunca llegó.
—¿Y la princesa no se unirá?—preguntó el príncipe Daemon mientras tomaba su copa.
La reina estaba a punto de decir algo cuando por la puerta entro Daella, con su vestido de esta mañana hecho pedazos en la parte baja de la falda, sus manos llenas de vendas junto a una mirada fría, llena de tierra y suciedad.
Jacaerys la miró preocupado. ¿Qué le habría pasado?
—Buenas noches.—se limitó a decir ella mientras tomaba asiento a un lado de su hermana.
Fue poco el tiempo en que los demás le prestaron atención antes de comenzar a cenar. Pero Jace nunca dejó de verle. Ni siquiera pudo probar bocado al ver que ella no comía sino que se quedaba jugando con ella asintiendo a cualquier comentario que su hermana le hiciera pero en su espacio.
Y nunca dejó de preocuparse por ella. Tenía ese deseo de protegerla de todo y todos, especialmente de su madre quién no paraba de usarla como a un juguete.
Si no fuese por su visita rápida hace dos años atrás a la Fortaleza junto a su madre y Daemon, nunca se habría dado cuenta de los abusos que sufría la princesa a manos de su madre. Pero ver que, incluso después de todo ese tiempo, cuando la volvió a ver por última vez hace nueve lunas durante otra visita con Daemon, los maltratos continuaban, quería morirse. ¿Cómo era posible que alguien pudiera dar tanto y recibir tan poco?
Pasada media hora de la cena, Daella fue la primera en levantarse de la mesa y salir casi corriendo sin despedirse de su familia.
Jacaerys no lo pensó dos veces cuando él se levantó también, se despidió de todos y fue tras ella. No le importó que fuesen obvias sus acciones y que todos se enterasen hacia donde iba.
Caminó por varios pasillos de la fortaleza pero no la pudo terminar de encontrar. Es como si se hubiese esfumado del lugar.
Justo cuando llegó a los pasillos cerca de la recamara de ella, Criston Cole se interpuso en su camino.
—Permiso.—se limitó a decir el menor tratando de caminar hacia la puerta de Daella pero el mayor se lo impidió.—¿Hay algún problema?
Criston Cole le miró desde arriba.—No la encontrarás ahí.—se limitó a decir.
—¿Dónde está?—ahora preguntó Jacaerys, alarmado de que se haya ido nuevamente lejos de él.
Pero él no le contestó. Y Jacaerys, como el testarudo que es, caminó hasta la puerta de ella o eso intentó cuando el mayor le tomó del brazo y lo alejó de su destino.
Jacaerys rodó los ojos ante la actitud de Sir. Crispín.
—¿Por qué no me deja verla?
—Te dije que ella no está ahí y será mejor que dejes de estar con ella si quieres que siga viva.—le recomendó el guardia soltando su brazo.—Vete, antes de que llame a alguien o te arrastre hasta tu habitación.
El príncipe lo miró una última vez antes de irse por donde vino sin dejar de preguntarse ¿dónde rayos estaría metida Daella Targaryen?
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──── Nota de la autora!
Hellooo!! Espero que estén bien ★ Creo que es la primera vez que escribo acá pero quisiera aclarar un par de cositas.
1. El timeline será explicado en los próximos capítulos. Ahora mismo quiero como crear la escena y las emociones de los personajes pero pronto tendremos explicación de todo el pasado de Jace y Daella antes de entrar a la verdadera acción.
2. Jacaerys, por los fines de este fanfic, es un buen guerrero además de bueno en la estrategia. Por eso pudo con Aemond en este encuentro. Aunque se explicó en el primer capítulo, si se explicará más a detalle después.
3. Jacaerys tiene el cabello y porte de la segunda temporada porqueee me gusta más ese look tbh ☆.
Y listo!! Creo que eso es por ahora.
Espero leer sus comentarios y saber que les está pareciendo hasta ahora. Por el momento todo esta tranquilo porque pronto llegará lo emocionante.
¡Espero que la estén pasando bien y les mando un abrazo!
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