ひまわり: 𝘜𝘯𝘪𝘲𝘶𝘦

Era la mujer más bella que Chaeyoung jamás en su corta vida había visto.

Y los pocos años que tenía le bastaban para asegurar eso, aunque sus amigas insistían en que la chica no era otra cosa sino inalcanzable para la soñadora de Chaeyoung que suspiraba observando con anhelo y amor en las pupilas a su vecina jugando básquetbol cada tarde después de la escuela en el parque del barrio, ese al que ya se le había hecho costumbre ir.

Todo comenzó en marzo. Poco antes del comienzo de la primavera. Chaeyoung recuerda ese día con una mezcla agridulce de sensaciones, porque el primer encuentro con su bella unnie no puede ser descrito de otro modo que vergonzoso. Era temprano por la tarde, justo a esa hora del día cuando sube más alto el sol y en la que por algún motivo que todavía no entendía, a Sana le parecía la hora perfecta para salir a correr. Y de paso arrastrarla a ella en el proceso.

"Seamos saludables, Rosie" fue la excusa que utilizó su mejor amiga y vecina de enfrente, mientras calentaba en su lugar, con una banda deportiva en la frente y un pants holgado que le quedaba demasiado grande.

Tiempo después Chaeyoung entendió que la japonesa no tenía ninguna intención saludable en su ejercicio diario después de la escuela. Y lo entendió en el momento que, tras una semana de correr media agonizante hora bajo el sol, la hija de la amable y adorable señora Chou, Tzuyu, salía muy campante con un balón de basquetbol debajo del brazo rumbo a las canchas del parque. Parque donde corrían.

Y oh, vaya que se sintió usada.

Sana lloró colgada de su pierna implorando perdón las horas suficientes para causarle algo muy parecido a la lástima y fue como le tuvo misericordia, perdonando a la muchacha que con los ojos rojos y la nariz llena de mocos, explicaba su triste situación. Había caído rendida por esa alta muchacha que la atendía siempre muy amable en el restaurante al que acudía solo para verla, entregándole su pizza calientita con una gran sonrisa. Evidentemente tanta comida italiana le había hecho mal y Sana se encontró a sí misma cerrando a presión la falda de su uniforme. Tzuyu por el contrario cada vez estaba más buena (eso dijo Sana) y a la chica no le quedó otra opción que hacer ejercicio, matando así dos pájaros de un tiro.

Chaeyoung admite que siempre ha sido una romántica. Tal vez por eso escuchó atentamente la historia de amor gordo que contaba su amiga abrazada de su pierna, en el suelo, y decidió perdonarla por arrastrarle a la agonía.

Fue al día siguiente, mientras calentaban trotando diligentemente, cuando Park Chaeyoung de dieciséis años miró, por primera vez y con sus ojitos santos, como el cielo se abría dejando caer a la tierra un brillante rayo de sol que iluminaba a un muchacha pelinegra de hermosos ojos almendrados. El mundo avanzó en cámara lenta, su corazón brincó en su sitio, se le abrió la boca de asombro, los ángeles cantaron mientras esa chica caminaba, botando un balón y Chaeyoung se cayó de boca sin posibilidad de meter las manos.

Fue horroroso.

―¡Chaeyoung!― alcanzó a gritar Sana pocos metros adelante, antes de que la susodicha estampara contra el suelo apenas logrando meter las manos y se aproximó a ayudarla, apenas logrando levantarla un poco sobre sus rodillas, viéndole la cara raspada y roja de vergüenza.―Ave María Purísima, que chingadazo te metiste...

―¿Estás bien?― El ángel se acercó corriendo a la muchachita en el suelo, quién tropezó con el tubo que sostiene el sube-y-baja mientras trotaba. Chaeyoung abrió la boca pero de ella no salió nada que no fuese un sonido sumamente vergonzoso, muy parecido a un "ah" lelo y aletargado mientras la pelinegra la levantaba de un brazo, ayudándole a Chaeyoung a ponerse de pie y a Sana a sostenerla.

―Creí que te habías hecho daño...― Continuó, inspeccionando rápidamente a la adolescente, quien sólo tenía un poco de tierra en las rodillas y las manos raspadas.―Pero no parece nada grave.― Ésta vez, se dirigió a la japonesa.―Estudio enfermería, ¿Quieres que revise a tu amiga?

―¡N-No!― Articuló torpemente Chaeyoung, quién todavía sentía como sus manos y rodillas palpitaban de dolor y su corazón de amor.―Estoy bien, gracias, en serio. Fue un rasguño.

―¿Segura? Caíste de pura cara.― Objetó Sana, recibiendo un codazo en las costillas que la hizo callar.

La estudiante las miró a ambas en silencio, con la mirada preocupada sobre las lesiones de la rubia y los labios contraídos. Suspiró, aceptando la última palabra de la herida en cuestión.

―De acuerdo, tengan cuidado por favor.― Aunque lo dijo para ambas, se mantuvo siempre mirando a Chaeyoung.―Soy nueva en el vecindario, así que espero verlas pronto.― Una sutil sonrisa se dibujó en sus bonitos labios con forma de corazón, haciendo a las mariposas en el estómago de Chaeyoung volar encantadas.―Me llamo Jisoo, mucho gusto. Si necesitan algo, no duden en decirme.

Y fue así como las libretas de Chaeyoung se llenaron del nombre de Unnie.

―Chaeyoung.

Once largos meses habían transcurrido desde que conoció a Kim Jisoo: manzana 2 casa 99, pelinegra de ojitos coquetos. Once meses de los que Chaeyoung vivió cada día enamorada de la muchacha de 18 años que estudiaba el tercer semestre de enfermería en la universidad y jugaba básquetbol en las tardes, todos los días sin falta.

El primer mes fue el más difícil, porque además de tratar de desmenuzar sus sentimientos para encontrarle razón al alboroto que le causaba ver a la vecina en la fila de la panadería, Chaeyoung tuvo que afrontar que estaba enamorada de una chica mayor que más allá de saludarla en el parque o si se encontraban por la calle, nuca hizo más para acercarse.

A los tres meses Sana se dió cuenta y no tuvo clemencia para hacerle burla a su amiga, a quién codeaba violentamente cuando Kim las llegaba a ver trotando y se les quedaba mirando, divertida. La empujaba literal y metafóricamente para que le hablara y no escatimó en sonrisillas pícaras con levantamiento de cejas incluído cuando la saludaba a la distancia. Ni siquiera en la escuela se la perdonaba, gritando "¡Ay mi vidaaaa!" cuando la pescaba escribiendo el nombre completo de Kim en la última hoja de su libreta de matemáticas, cosa que ponía tremendamente nerviosa a Park, además de hacerle encogerse en su banca abrazando la libreta.

A los cinco meses pudo hablarle, como una persona normal... más o menos.

Su madre era aparentemente muy cercana a la de Jisoo y un buen día, simplemente aparecieron en su casa, sin aviso previo. Chaeyoung tiró la mochila al suelo del puro susto y no supo que responder cuando su madre la invitó muy contenta a sentarse, pidiéndole que saludara. Jisoo estaba sentadita en la sala, con las piernas juntas y las manos sobre sus rodillas cuando la saludó, sonriente y reluciente.

Y Chaeyoung huyó a su cuarto.

Fue la mayor quién se acercó, tocando educadamente la puerta de su cuarto. Chaeyoung lanzó con desespero toda la ropa sucia dentro del armario, quitó su colcha de ardillitas dejando solamente la sábana en la cama y se aseguró de que su aliento oliera bien antes de abrir la puerta.

―Tu mamá pregunta si tienes diarrea.― Susurró avergonzada la muchacha, mirándose los pies. Chaeyoung quiso azotar la cara contra la pared en ese mismo instante.

―Lamento que tuvieras que decir eso.― Se excusó la menor, tallándose la cara con desespero, preguntándose por qué su madre era así, recordando momentos después que una vez cuando se quedó mirando un vídeo en el retrete, su madre tocó la puerta del baño preguntando si se estaba masturbando para después seguir con "¡Está bien si lo haces cariño, solo lava tus manos!". Un escalofrío recorrió su espalda.―Mamá puede ser muy rara a veces.

―La mía también es muy directa a veces.― Jisoo sonrió, un poco más confiada.―Anoche tocó la puerta de mi habitación preguntando si no interrumpía nada para entrar con una mano en los ojos a dejar unos sándwiches.― La chica se ríe, ligero, visiblemente avergonzada.―No recuerdo cuántas veces me disculpé con Tzuyu después de eso.

Chaeyoung trata de poner una sonrisa que le sale visiblemente forzada, incómoda, como esa espina que se acaba de instalar en su pecho.―¿Te refieres a Tzuyu... la altota?

Jisoo se rió.―Sí, Tzuyu. ¿La conoces?

―Podría decirse.― Chaeyoung encoge los dedos de las manos, sintiendo el malestar instalarse en su estómago.―A una... Amiga, le gusta.

La mayor la miró con media sonrisa, alzando las cejas.―Y a esa amiga... ¿La conozco?

―¿¡Qué?! ¡No!― Chaeyoung sacudió la cabeza de un lado a otro con fuerza, su cara llenándose de un violento sonrojo.―¡A mí n-no me gusta!

Kim asintió, riendo.―Vale, entiendo. Dile a tu amiga que su secreto está a a salvo conmigo.

Y pasaron otros dos meses para que Jisoo dejara de creer que a Chaeyoung le gustaba Tzuyu, Cosa que fue sumamente difícil porque cada vez que Sana comenzaba la rutina de molestarla en el parque, ahí estaba Chou jugando junto a Kim y como la fastidiaban entre ambas con esas insinuaciones y sonrisillas a distancia. Por supuesto que Chaeyoung no podía acercarse a saludar a Jisoo, pero ahí estaba la otra y todo resultaba un enorme y vergonzoso mal entendido para ella.

No fue hasta que, en una de esas reuniones que hacían sus madres, Chaeyoung no aguantó más mientras Jisoo le decía por milésima vez algo relacionado a su amiga y cómo podría acercarse, pero a Chaeyoung se le salió gritar que Sana estaba enamorada de Chou y no ella, cubriéndose la boca al instante.

Jisoo dejó de insistirle, pero Sana le cerró a Chaeyoung la puerta en la cara cuando fue a contarle lo ocurrido y no le habló por tres días para después presentarse en su casa pálida cual muerto, apenas alcanzando a susurrar que Tzuyu le había anotado su número de teléfono en el ticket de la pizza entre sus dedos.

Tuvieron pizza de reconciliación y Sana chilló y rodó por el suelo cuando fue consciente de lo que había sucedido.

Navidad llegó y Chaeyoung rompió su cochinito, sacando de dentro los ahorros de todo el año que pensaba utilizar para comprar la guitarra que tanto quería pero prefirió usarlo en un regalo lindo para su unnie.

De entre las pocas pláticas que llegaron a tener, Chaeyoung recordó que a Jisoo le gustaba el fútbol aunque no podía practicarlo en el parque pero si en la universidad y con ese pensamiento en mente, compró un balón que pidió le envolvieran. Fue la primera vez que Kim la abrazó y a la muchacha le costó demasiado trabajo poder dormir esa noche de la emoción.

Y finalmente ahí estaba, a dos días del día de San Valentín, observando como la chiquilla enamorada que es, a Kim Jisoo tomando agua después de un partido de básquetbol con Chou y las chicas que siempre la acompañan.

―Chaeyoung.― Insiste Sana, chasqueando los dedos frente a su rostro.―¡CHAEYOUNG!

La rubia suspira.―Mmm.

―¿Escuchaste algo de lo que dije?― Dolida, Sana se inclina en su lugar, tratando de meterse en el campo visual de Chaeyoung.

―No.― Se sincera Park, parpadeando lentamente, observando a su pelinegra reír animadamente junto a una tailandesa de buen ver qué hizo equipo con ella esa tarde.

Sana pucherea.―Eres una grosera...― Y se abraza con las rodillas al pecho.―Te dije que Jennie nos espera su casa, dijo que tiene algo que decirnos.

Chaeyoung asiente, reconectándose al mundo real de a poco.―¿Ahora?

―Sí.― La sudorosa chica se sacude al levantarse, tomando su botella de agua vacía.―Creo que tiene que ver con su enamorada, al parecer va a confesarse el día de San Valentín.

Caminaron hasta casa de Jennie, unas cuantas calles al norte del parque para encontrar a la castaña que fue transferida pocos meses antes a último grado y se había unido de unal manera calmada y paulatina a ellas, convirtiéndose así en tres en la mesa de la cafetería. La chica era muy inteligente, educada y a veces un tanto reservada pero eso resultaba buena cuando había que calmar a Sana y pararle un poco el carro, además de que una vez entraba en confianza, era sumamente agradable.

―Chicas...― Las recibe en su habitación, abriendo la puerta para entrar primero, con un dedo al aire.―El miércoles será el día que esa mujer sepa de mi existencia y estamos aquí para planearlo.

De entre todas las cualidades de Jennie, una de ellas no era precisamente la seducción. Le daba tanta vergüenza declararse que sus métodos eran silenciosos, sigilosos y sutiles, tan sutiles que la chica en cuestión no se ha percatado de su presencia aunque iban en el mismo salón. Y era muy lamentable, porque siempre intentaba algo nuevo más nunca la notaban.

―¿Vas a decirnos por fin de quién se trata?― Una emocionada Sana se sujeta los pies unidos uno contra el otro, sentada en el suelo.

―Preferiría no hacerlo.

Chaeyoung sonríe, sentándose cerca de Sana.

―Oh no, Jen, estás acorralada. Han pasado cuatro meses, no tienes escapatoria.

―Si es fea prometo no decirlo.

Jennie se lleva dos dedos al puente de la nariz.―Bueno, es una chica.― Asegura, con un pesado susurro. El silencio se mantiene.―De mi clase.― Y ahí continúa. Jennie mira al techo arrepintiéndose de lo que va a decir para soltar entre dientes:―Lalisa Manoban.

―¡Virgen santa!― Sana se deja caer de espaldas, visiblemente abrumada.

Chaeyoung le abanica la cara con las manos.

―¡No hagan ningún comentario!― Chaeyoung se lleva las manos a la cara, bufando.―Lo sé, lo sé, es más joven que yo y además no sabe ni que existo pero en serio, quiero hacer esto.

Sana no sale todavía de su estupor cuando se levanta bruscamente, tomando de los hombros a Jennie para sacudirla con fuerza.―¡Mi corazón vomita arcoiris!― Jennie la empuja, haciéndola caer de espaldas, pero a la castaña no podría importarle menos y continua pateando el aire―¡Esto va a ser tan bonito!

Pero ese no era más que el pensamiento de una mujer que había exitosamente hablado y salido a algunos lugares casuales con su crush, quién era altamente probable le pidiera algo más serio ese día, después de meses de hablar y tener citas de todo tipo que incluían una noche en casa de Chou jugando Jenga y viendo Zootopia hasta caer muertas en las colchonetas que la mamá de la chica puso en la sala. Esas ya eran las ligas mayores, Sana podría considerarse casada dentro de muy poco. ¡Eso sí que era otra onda!

―Estoy muy feliz por ti.― Chaeyoung aplaude una sola vez, sonriente.―¿En qué necesitas que te ayudemos?

Jennie comenzó así a relatar su plan para día de los enamorados ante la mirada y oídos atentos de sus amigas, callando con un almohadazo a Sana en múltiples ocasiones porque no dejaba de chillar emocionada y hacer ruidos extraños conteniendo su emoción.

―Bien, entonces ya quedamos.― Las menores asienten, dando así por finalizada la plática Jennie.―¿Qué hay de ustedes? ¿Algún plan en especial?

Sana alza la mano, emocionada y dando de brincos en su lugar.—Uh, ¡Yo, yo!— Jennie mueve la muñeca en su dirección.—Si Tzuyu me pide ser novias, voy a fingir estar muy sorprendida.— Sonríe, con los ojitos cerrados.—Será un regalo fantástico.

—¿Y tú?— Jennie prefiere ahorrarse cualquier comentario respecto a lo que acaba de escuchar, preguntándole a Chaeyoung.—¿Hay algún lugar al que quieras ir? Puedo llevarte por helado si quieres, Rosie. ¿Te gustaría? Sana puede ir también.

La rubia abre la boca para protestar que este año no necesita ser llevada a ningún maldito lado como una niña y será una mujer valiente que encare sus sentimientos de frente. Suspira y se enreda los dedos entre ellos, mirando al suelo, reuniendo mucho valor mientras las otras conversan sobre dónde sería mejor llevarla.

―En realidad...― Susurra, aclarándose la garganta.―Hay alguien a quien quiero darle un regalo.

Jennie y Sana guardan silencio, mirando con ojos curiosos a Chaeyoung.

―No me digas que es quién yo creo...

Jennie gira la cabeza de golpe hacia Sana.―¿Quién?― Al no obtener respuesta, lo hace con Chaeyoung.―¡¿Quién?!― La rubia traga saliva, inflando el pecho.―Jisoo Unnie.

―¡No!― Jennie se pone de pie para abrazar contra su pecho a la más joven.―¡De ninguna manera te dejaré hacer eso!

―¡Es muy arriesgado!― Secunda Sana, abrazándole por la espalda.

―Me asfixian.― Articula la rubia que funge como jamón del sandwich humano.

―Rosie, Rosie querida, tienes que saberlo de mi porque te quiero y me importas mucho.― Jennie le sujeta el rostro, abultando sus mejillas.―Es altamente probable que te rompan el corazón.

―Y nosotras no queremos eso.― Afirma Sana, asintiendo efusivamente.

―¡Nadie va a romperme nada!― Asegura la chica, quitándose a Jennie de encima.―Voy a darle un enorme oso de peluche y decirle mis sentimientos. Si no quieren apoyarme lo haré yo sola.

Y eso habría sonado muy valiente si no fuera porque lo dijo con los ojitos aguados y la voz quebrada, azotando la puerta después de irse, dejando a las otras dos con el corazón apretado de angustia.

Chaeyoung camina a paso apretado y molesto, con las manitas hechas puño a los costados y el entrecejo fruncido, susurrando cosas como "rimpirmi il cirizin" de tanto en tanto, alternadas con bufidos.

Hay dinero en sus bolsillos, mayormente monedas y algunos billetes arrugados que ahorró desde que sus tíos le regalaron dinero en navidad y lo poco que pudo juntar de mandados y lo que le daban para la escuela. Está absolutamente decidida a completar su misión y abre las puertas de vidrio en la tienda, como la mujer valiente que es. La dependienta le sonríe del otro lado del mostrador.

―¡Bienvenida! ¿En qué puedo ayuda...?

Chaeyoung no le permite responder, exclamando con firmeza:―Quiero el oso más grande que tenga.― Mete las manos a sus bolsillos y a pasos fuertes llega al mostrador, dejando todo el dinero encima de este.―O para el que me alcance.

La chica asiente en su dirección, comenzando a contar el cambio.―¿Algo más?

Chaeyoung mira por todos lados en la tienda, buscando ese algo que complemente a la perfección su regalo. Había chocolates, rosas, portaretratos y algunos relojes. La tienda era grande y muy bonita, adornada con motivo de la celebración y con letreros de descuento en carteles fluorescentes. En un espacio pequeño pero cómodo junto a la ventana, hay un carrito que sostiene cubetas de madera llenas de flores de muchos colores y tipos, todas muy bonitas, pero no había nada que le gritara Jisoo por ahí.

Hasta que los vió. Escondidos detrás de las rosas, apenas asomando en busca de luz solar. Chaeyoung sonríe, iluminada y señala la cubeta del fondo.

―Y un ramo de girasoles.

Salió de la tienda con un oso casi tan grande como un niño de ocho años bien alimentado, rodeado de un enorme moño color verde. La chica siempre fue amable y se aguantó la risa muy bien, porque verla tan chiquita y a la vez decidida, le había enternecido el corazón y le hizo un pequeño descuento a la muchachita que salió de ahí triunfante.

Está decidida a ir directo al parque para sorprender ahí a su unnie con el enorme regalo del que se tendría que asomar para que supiera quién le recita sus sentimientos tras un osote de peluche y un ramo de flores. Así que avanza en dirección al vecindario y se fija muy bien antes de cruzar la calle. Pronto, se encuentra en las escaleras que dan hacia el parque y el estómago se le encoge en su sitio, aproximándose al momento de la verdad.

―Ok, está bien, puedo hacer esto...― Chaeyoung respira hondo y profundo.―Puedo hacerlo...

―¿Necesitas ayuda?― La voz a su espalda la sobresalta, girando de golpe para encontrar a Tzuyu sonriéndole de lado, junto a Sana, Lalisa con el cabello revuelto y Jennie con los labios sospechosamente hinchados.

―Lo sentimos...― Jennie le sonríe, poquito, acercándose a abrazarla por el costado.―Fue tonto no apoyarte por creer que hacíamos lo mejor protegiéndote.

―Queremos que seas feliz siempre Chae.― Sana toma el ramo de flores, mirando a su mejor amiga a los ojos, absolutamente sincera.―Y estaremos para apoyarte.

Chaeyoung sonríe, enternecida. Extiende el peluche a Tzuyu quién lo sostiene mientras las tres amigas se abrazan. Entre el alboroto y la emoción de ir con sus respectivos amores todas olvidaron que San Valentín no es solamente regalos, flores y cartas de amor. Es conmemorar y agradecer la amistad sincera: esa que está ahí para ti en las buenas y en las malas, que se preocupa por tu bienestar y te jala del cabello cuando lo necesitas.

Tzuyu llama la atención de su ahora novia con un toquesito en el hombro. Sana se separa para mirarla y entiende el mensaje silencioso de miradas que le envía la menor.

Sana es quién rompe el tierno abrazo.―Chae, debemos ir a buscar a Jisoo unnie a su casa, hoy no vino a jugar.― Traga saliva, preparándose.―¿Estás lista?

―Lo estoy.

―Andando.― Jennie le sonrie a la más joven.―Hay una unnie que enamorar.

La escena era de película cursi de los años ochenta: cinco chicas en fila caminando por las calles con un enorme oso de felpa, un ramo de girasoles y al frente de la comandancia una alta y delgada rubia que llevaba no solo el corazón vuelto loco en su sitio, sino también un circo de mariposas en el estómago, ansiosas.

Así llegaron a casa de la unnie. Jennie le acomoda la blusa y el cabello, Sana le roció perfume, Lalisa le untó bálsamo labial y Tzuyu le entregó el enorme oso, dándole por último las flores.

―¿Estás lista?― Lalisa mantiene el dedo sobre el timbre, ansiosa. A la señal de Chaeyoung, toca

Y todas salen corriendo a esconderse, dejando sola y desamparada a la muchachita detrás del monumental oso de felpa. Chaeyoung no tiene tiempo para gritar "¡TRAICIÓN!" cuando la puerta es abierta de par en par por la mismísima Kim Jisoo.

―¿Hola?― Se le escucha la risa en la voz y Chaeyoung quiere meter la cara hasta el fondo de la felpa para averiguar qué tan profundo es el relleno.

Desde el costado de la casa, puede ver a todas las chicas asomadas una sobre otra quedando Tzuyu hasta arriba.

Sana le hace señas con las manos como de ninja y Jennie le pega de manotazos para que deje de distraerla. Chaeyoung cierra bien fuerte los ojos y se asoma tímidamente desde detrás del animal, temblando.

―H-hola u-unnie.― Trata de sonreír con todo lo que tiene pero el cuerpo le falla en ese mismo instante, demasiado como para parecer decente.―T-t-traje un r-regalo.

Jisoo se lleva las manos a las mejillas rosas y calientes, una enorme y preciosa sonrisa en su bonito rostro.―¡Pero ven aquí, Chaeyoung, que no te veo detrás de tan enorme osito!― La toma entre sus brazos, dejándole solamente el ramo entre las temblorosas manos a la rubia que abraza con fuerza, dejando el regalo dentro de la casa.―¡Eres tan tierna!

Chaeyoung podría tener la boca en forma de serpentina y los ojos de corazón en ese mismo instante, abrazada por el más radiante rayo de sol del mundo. Jisoo unnie es más bajita pero es fuerte y la sujeta con fuerza cuando Park siente que se le vencen las piernas. Jisoo toma el ramo de flores y las lleva a su nariz, acariciando los pétalos con la naricita.

―¿Cómo supiste que eran mis favoritos?

Chaeyoung se encoje de hombros, una enorme sonrisa en su rostro.―No lo sabía, sólo me hicieron pensar en ti. Son radiantes y bonitos como tú.

Jisoo la codea con ligereza.―Tramposa.

La escena era tan perfecta y tan bonita que Chaeyoung podría morir completa, pero está segura de que algo falta y no se irá a casa con eso dentro de su pecho. Así que aunque le duela mucho interrumpir la bonita escena de Jisoo admirando sus flores, se arrodilla sobre el tapete de la entrada, con una mano en el corazón, dejándolo hablar por ella.

―Unnie,― Los bonitos ojos de Kim siguen todas sus acciones, poniéndole los nervios de punta.―se que soy joven y no tengo experiencia, pero no me hace falta para saber que estoy enamorada de ti.― Siente la boca seca y traga saliva, inútilmente, mientras los ojos de Kim brillan.―No puedo pedirte que me correspondas porque... Honestamente no tengo nada se ofrecerte a ti, mayor, hermosa...― Siente como se le tapa la nariz a punto de llorar pero no va a sabotearse.―¡Lo que tengo para ti es honesto! Y es real. Puedo darte noches de películas y salidas a la feria. Voy a escucharte y hacerte reír. Alentarte en tus partidos de fútbol y no ponerme celosa de tus amigas de la universidad.

Jisoo le sonríe con los ojos aguados, sinceramente halagada y conmovida. Le extiende una mano y Chaeyoung la toma, con la respiración difícil como si acabara de correr un maratón.

―Soy más grande que tu.― Susurra, cautelosa.―Y tu madre podría ponerse histérica si sales conmigo.― Chaeyoung comienza a sentir en la nariz ese ligero cosquilleo que anuncia el llanto.―No puedo quitarte tus primeras veces, Chaeyoung.

―¡Pero yo quiero dártelas!

Jisoo sonríe con los ojos cerrados, sujetando las mejillas de la chica.―Déjame terminar.― Suplica, y limpia las lágrimas que escapan de esos bonitos ojos cafés.―No puedo prometerte que será eterno, pero cuidaré de tu noble corazón mientras tú quieras. Lo único que te puedo asegurarte, es que voy a esperar por ti.

―¿Eso significa que no voy a ser tu novia?

Jisoo no puede contener el sentimiento que le abruma y abraza bien fuerte a Chaeyoung entre sus brazos.―Vamos a intentarlo de a poco.― La menor se aleja, ojitos brillantes.―Y espero duremos muchos años, hasta que termines la universidad ¿Suena bien?

―¡Muchos más!

Y Chaeyoung pudo escribir ese día en su diario, que los labios de su Unnie son suaves contra la piel caliente de su mejilla.

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