Capítulo 9: Respuestas confusas

Ese fin de semana vuelve a ser algo agotado para algunos...pero desinteresado para otros. La eriza rosada ha decidido contar sus ahorros para ver con qué capital puede sobrevivir ahora que se quedó sin trabajo, sin sustento...siendo martes y tras sentir el arrepentimiento por haber gastado casi 6000 rings en servicios del club junto a bebidas...no tiene más remedio que limitarse hasta en comida por ahora.

Tecleando en su portátil, busca un lugar donde trabajar, así sea de mesera o cajera, tiene que distraerse. Incluso con su libreta, en donde ya ha escrito más cosas.

"Tanto miedo...¿Por qué sigo confiando en él? Parece que de vez en cuando adopta instintos extraños...comportamientos...¿Cual es su forma de terapia? No le creo que esté haciendo algo conmigo...¿O si?

Quisiera que...que esas sensaciones y bloqueos desaparezcan pero no sucede...cada vez que pasa, cuando él viene aquí, siento como si ya hubiera vivido aquella experiencia en el pasado...como si un deja atacara de forma intimidante...

No entiendo nada, no comprendo como es que no recuerdo cosas que pasan cuando estoy con él... Pero solo me queda una sensación de miedo y temor..."

Recuerda que debe de pagar el servicio de luz en la recepción y con un toque de pereza baja y da la cantidad correcta. Al subir por el ascensor, se encuentra en el pasillo a su vecina de tono amarillo y recuerda fugazmente que, hace 9 días, cuando estuvo ebria, ella gritó y armó tremendo escandalo en los pasillos, según la narración de Shadow. No quiere mirarla por vergüenza pero hasta parece que la eriza algo juvenil la espera con pena para preguntar:

—Disculpa, vecina, no quiero importunar... —Su tono fue tranquilo, amistoso y hasta penoso. Amy no tuvo remedio más que sonreír con fuerza y detenerse antes de llegar a su puerta.

—¿En qué puedo ayudarte?

—He notado que, en estos días has estado "acompañada" —Rose arquea una ceja con ingenuidad—. Ese erizo...el de pelaje negro, ¿Es algo de...ti...?

—N-no...no yo...

—Disculpa mi atrevimiento, en serio, es que...lo he visto en un club de los que están en la Avenida y...—Amy se cruza de brazos oyendo atentamente lo que sea que esa eriza de peinado enchinado y rubio desea—, ¿Crees que sea mucho pedirte que me des su numero de servicio?

Su mandíbula se mantiene abierta, a nada de caer completamente atónita. No logra ni balbucear, tiene el picor en la garganta Amy por gritar un par de sandeces pero se limita a mirar a la nada completamente azorada.

—Disculpame, no quería incomodarte ni nada y...

—No, tranquila. Ya sé de quien hablas, es... imposible de evitar, ¿no? —Ahora Amy muestra una sonrisa exagerada que se nota pervertida. La vecina sonríe sintiendo ser entendida y ambas comienzan a reír—. No te preocupes, yo te consigo su numero porque, la verdad, no lo tengo, yo prácticamente llamo ahí al club y eso. Luego te lo paso, ¿Va?

—Gracias amiga, en serio, disculparme y otra vez gracias. —Se traga ese cinismo y sarcasmo de Amy rápidamente y vuelve a su espacio. La rosada tambien.

Cuando entra pega un suspiro endureciendo la cara y rodando sus ojos. —Pinche gente tan loca.
Es tarde, no falta nada a que la noche esté por completo invadiendo el cristal de su departamento.

Últimamente, tras los acontecimientos pasados, se ha mantenido relajada y tranquila. Esa hostilidad y mal humor casi no le han jodido; simplemente... No ha pensado en su "condición" y no luego de haberse dado cuenta que ha cambiado mucho en los últimos años.

Y reflexionando todo aquello de pie al cristal, los golpes de las gotas empiezan a desconcentrarla. No ya dejado de llover, esas tormentas como le desesperan. Aun así, no tarda en llegar su "psicoterapeuta".

Acelerada por la lluvia, sale a su pasillo y observando hacia el extremo del elevador chocan sus ojos con su cuerpo. Prácticamente el azabache ya está a nada de llegar a su puerta.

—Pasarte. —ordena a secas, oyendo la puerta de la vecina y, viendo su rostro curioso que apenas se ve por el marco del portal, le guiña un ojo sintiéndose asqueada.

La evade sin problema y entra a su departamento con una sensación muy rara en el cuerpo. Entre las especulaciones de la vecina y ella tras esos episodios que ha sufrido...tenerle cerca le resulta algo "arriesgado"... ¿Por qué realmente?

Shadow se quita la chaqueta y la deposita en el brazo del sillón de forma muy ordenada, notando como Amy se ha quedado en la puerta mirando hacia el suelo y caminando lentamente. Muy raro tomando en cuenta la "energía" que ella tiene.

—¿Qué te sucede?

—Me preguntaba si...¿Tienes un numero telefónico para tu servicio? —Arquea una ceja el azabache mirando la tranquilidad de Amy en sus ojos, con sus manos cruzadas en su espalda y recargada en un pilar de ese pasillo a la puerta.

—¿Hablas de mis otros servicios?

—Sí, esos servicios, tus verdaderos servicios.

—No, claro que no tengo.

—¿Cómo? —Reacciona confusa—. ¿Qué no tienes clientes en la ciudad? Y tienes...¡es tú trabajo!

—¿Tienes idea de lo peligroso que es ir a dar "un servicio privado" a un domicilio? —Hace una pausa, dejándose caer en el sofá, recargando su cabeza hacia atrás y soltando un monosílabo relajado—. No sabes a donde ni con quien te metes, puede ser cualquier loco/casado/depravado.

—¿Y por qué aceptaste venir a la mía en esa ocasión?

—Tengo un moretón en mi cabeza de esa vez, ¿Más pruebas de que es peligroso? —refuta. La eriza gruñe dirigiéndose a la cocina—. Sally es mi amiga y le hice una excepción. Incluso, clientes frecuentes y con membresía diamante tienen esos "privilegios", porque están registrados y ubicados hasta con números de cuenta...no me gusta hacer algo a domicilio pero tengo confianza y a veces no tengo de otra.

—¿Cómo fuiste a trabajar en un lugar así? Me refiero a de tal "prestigio" y bien organizado. —Con cortesía, la rosada lleva dos tazas de café a la mesa de centro. Shadow mira la suya todavía desparpajado en el sofá.

—Tuve que buscarlo y cumplir los requisitos simplemente. No es gran cosa tampoco... —desinteresado, se acomoda en el sillón viendo como la eriza se siente a su frente—. ¿Para qué quieres un número de servicio? —pregunta tomando la taza y bebiendo lentamente.

—Mi vecina urgida quiere cogerte. —Toce bruscamente tragando el café con fuerza con tal de no derramarlo. Amy no se inmuta, menea lentamente su café con una cuchara, mientras espera a que Shadow no muera por sus palabras sinceras—. Me dio una vergüenza horrible que me pidió tu numero.

—No le has dado mi número privado, ¿verdad?

—No, claro que no, joder. ¿Crees que lo haría? No entiendo porque ella...¡Agh! Tampoco me agrada pensarlo —Da un sorbo corto, siente el liquido caliente y prefiere seguir meneando con la cuchara—. Parece que te ubica de tu trabajo y te ha visto ya venir un par de veces.

—¿Es la eriza de pelaje amarillo, con melena china clara? —Rose asiente, sin saber bien cómo puede saber de ella—. Ahh, bien...no está mal pero...

—Mira no me interesa si sí terminaras haciéndole favor, tú estás aquí por otras cosas...muy diferentes...espero. —Duda y termina de ordenar con nervios, observando a su compañero erizo que no le quita la mirada carmesí de encima.

—¿Esperas? ¿Otra vez dudas o te sientes inconforme?

—No dudaría si tan sólo supiera lo que haces —aguarda queriendo oír qué dice, pero el veteado insiste con la mirada—. Ya sabes, vienes y solo hablamos...esas "cosas" que haces no las entiendo...

—¿De qué hablas? —No entiende lo que dice. Amy suspira incrédula y fastidiada—. Seguramente son pesadillas tuyas.

Shadow no es estúpido, no puede decir que aquellas acciones algo agresivas resultan una técnica para examinar su comportamiento ante estímulos de índole sexual...por más poco profesionales que parezca él no tiene otra forma.

Deja su taza suspirando y relajando su cuello con un par de estiramientos, mientras la eriza ahora, doblemente confundida, no sabe si aquellas palabras de él son una mentira o es ella la que empieza a volverse loca.

—¡No lo fueron! No estás entendiéndome...quiero que hagamos ya algo para empezar a sentirme mejor porque no me sirve de nada solo hablar. —Se queda mudo tras oírla. Es como si ella no recordara que Shadow la ha probado en dos ocasiones...

¿Realmente no lo recuerda?

Creo que tiene que averiguarlo.

—Si tu no sabes co- —Es interrumpida, soltando la taza sobre la mesa de golpe derramando el café que le quedaba al ser el azabache repentino y agresivo. Sube a su cuerpo, recostándola a lo largo del sofá con él sobre ella.

Vuelve a quedarse muda, mirando los rubíes intensos de Shadow.

—¿Saber qué, eriza? —Sujeta otra vez su mentón, hablando prácticamente a su nariz en una voz grave y dominante—. No creo que haya necesidad de recordarte que no debes de decir nada de esto...¿O sí? —Esta vez baja su mano hasta su cuello, apretándolo ligeramente mostrando una mayor agresividad.

No está hiperventilada, pero tampoco está tranquila. Su semblante es angustia fresca; las manos no dejan de temblar cerca de su pecho, e incluso, sus ojos se han vuelto a dilatar; hay un ligero tic otra vez en su labio, pero se disimula al querer hablar...

—¿Por-por qu-qué? —logra decir. Esta vez no está petrificada por completo. Su cerebro empieza a adaptarse al estimulo.

—Porque no es ético, no puedes decirle a nadie sobre esto, ¿Sabes qué te podría hacer si lo haces? —Muy dentro suyo se siente sucio con estos movimientos, pero realmente no ha encontrado otra mejor manera de estudio sobre ella. No cree que deba seguir haciéndolo, pero con cada circunstancias más elevada de tono, ella parece reaccionar de forma más conocida y experimentada.

—No me-me interesa sa-saberlo... —balbucea al punto de llanto. Su voz está ahogada y no es por el agarre del azabache.

Quita sus manos del pecho de Amy y las sube junto a las suyas por su cabeza, quedando sobre un cojín. Sin soltarla, y con una expresión pensativa quiere preguntar:

—¿Recuerdas hace una semana lo que pasó entre tu y yo?

—...¿Qu-qué hicimos...?

—¿¡No lo recuerdas!? —grita sobre su rostro, la eriza sólo cierra los ojos más nerviosa, pero ni por ello intenta soltarse y quitarse al erizo de encima suyo—. Piensalo, recuerdalo o no te va ir muy bien...

—T-tu no...no hicimos... Nada... —murmulla observando la frialdad de los ojos de Shadow. Toma aire de forma brusca por el peso de él sobre su abdomen—. Las pastillas...¡Te enseñé mis pastillas! —Arquea una ceja el oscuro poco convencido—. ¡Sí! Y...y luego tu...salimos y ya...no pasó nada malo ni nada...

—¿Nada más, Rose? ¿Estás segura? —Soltándola un poco, usa su mano izquierda para jugar con su flequillo de un lado a otro—. No me gustan tus respuestas mentirosas... —Más estrés y miedo ejercido hacia su cerebro bien podrían causarle un bloqueo más severo.

—¡No miento! T-te lo juro... —Aprieta levemente sus mejillas, siguiendo hasta su boca...recordando que ella tuvo un recuerdo raro al él hacer eso—, no hi-hicimos nada...eso fue todo si pasó algo más...no lo recuerdo...

—Tus ganas sobre las mías... Tu querías hacer muchas cosas. —Sus pupilas lograron dilatarse más, y esta vez, su pelaje logra erizarse y sentirse frío en cuestión de segundos...tal como las veces pasadas.

Ya lo tiene. Ya tiene las cosas más claras.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top