Capítulo 33: Empezar a abrir los ojos
Su estancia es incómoda. De pronto la felicidad que circulaba dentro suyo en las últimas horas gracias a sus recuerdos, y que se esparcía por sus ojos, se disipó; cayó como la última gota de agua que se necesita para hidratarse...y ya no hay más en cualquier sitio.
Sus órdenes fueron servidas, es totalmente natural que hay días muy arduos y otros no tanto. Decide sentarse en aquel taburete, viendo el ambiente ya prácticamente familiar de todas sus noches: malas copas, muchos tragos, sexo y lascivia por cada rincón...
Baja la mirada y observa su vestido, ese traje...es una mesera, por ahora lo es. No bailó porque se declaró no preparada frente al jefe y este ser, con poder sobre ella y otros en ese sitio a los que denomina empleados, le ha dado otro par de días más para prepararse mejor, porque él quiere un buen espectáculo para sus clientes, para la reputación, para su cartera.
Rose mira de lejos los cúbiculos, todos esos privados con las cortinas abajo; sabe que Shadow no está allí, en ninguno de ellos, pero quisiera creer que anda cerca del antro, con alguna chica que podría identificar y no precisamente fuera de, en algún edificio o departamento con quien sabe qué o quién a la merced de ciertos deseos a cambio de unos billetes...
Sabe y entiende el por qué ha de ser juzgado su amigo en las mentalidades ajenas de todos esos zoomorfos que trabajan aquí, ¿Cómo puede sentirse alguien pleno y a gusto sabiendo la cantidad de injusticia y putridad detrás de ello? Tomando en cuenta que no ha terminado por vivir cada cosa desagradable que sigue oculta...
¿O es acaso que todo ese revuelco de información que ahora tiene le vienen a causar incertidumbre y miedo, porque Shadow esté en otro sitio?
Como sea, todavía no son las 12:00, y quisiera llegar a su departamento y saber que él también estará por ahí, cerca de ella, a salvo...
...siendo de una u otra manera feliz.
—¡Rose, ven un momento! —Llama el chico peliblanco, desde uno de los cubículos. Es un milagro que ella logre oírle porque con tanto ambiente parece imposible.
—¿Qué pasa? —Con una pequeña carrera, la chica rosada llega y se sostiene de la orilla sin querer ver dentro, además, él no está fuera del todo, parece escondido.
—Necesito dos bebidas, pero pídele a Scourge que te las prepare y me las traes, ¿Si? —Asiente a la petición, pero antes de irse Steel le toma el brazo y muy cerca de su oído, recuerda—. Dile que se asegure de hacerlas bien, con eso él entenderá.
—Bien...—Vuelve y asiente, alejándose y dejando su charola en la barra.
Da pasos rápidos hacia atrás del sitio, revisando cada cubículo sin verse inoportuna, hasta que llega a la habitación de los baños y da otra vuelta sin poder creer que no está cerca.
Alza su mirada y ve en la planta de arriba: 《Maldito color verde, un pinche tono chillante, ¡Vamos! Tú eres fácil de ver...》Se piensa apretando ligeramente sus puños por la rapidez del encargo. En cuestión de segundos ve su ropa fosforescente en las escaleras, acompañado de una chica que casi siente dentro suyo es menor de edad con semejante rostro tierno que tiene. No le queda de otra más que acercarse e interrumpir:
—¡Ey! ¡Steel quiere dos bebidas, me pidió que las hicieras bien, que tú ya sabías a qué se refiere! —Grita aquello cerca de su oído, pues en ese lugar la música resuena aún más.
—¡Ok! ¿Se las llevas tú? —Por un momento lo duda, pero no tiene otras tareas que ejercer así que afirma con el meneo de cabeza observando al animal verdoso hacerle gestos a la zoomorfa, embelesada en sus expresiones y cuerpo que no es tan fácil de ignorar.
Scourge se pone en marcha; el andar hacia la barra es brusco pero lento. El erizo mira las bebidas y se mueve como si esa tarea ya fuera un hacer y deshacer de toda la vida; Rose no mira fijamente la actividad, no por estar aún en inspección mental de los últimos eventos que ha vivido...y sin embargo, su mirada se pierde en ambos vasos de tonos rojizos que son revueltos con hielos y un polvo blanquisco del cual no ha visto de dónde lo ha sacado su compañero mamífero.
—Ey, ¿Qué es eso? ¿Qué le echaste? —inquiere de forma descarada, con las facciones sorprendidas y unos ojos que juzgan al pelo verde.
Señalando los vasos, sigue insistiendo hasta que el chico termina de revolver con el popote y explica: —Es el toque especial, quería que las hiciera bien, ¿no? —Su sonrisa es clásica, divertida y hasta orgullosa, pero ella no lo entiende.
O no quiere entender ese comportamiento tan socarrón.
—¿Es una...? Pe-pero esas bebidas no son para él realmente...
—Por eso, rosita. Déjame aconsejarte algo que te podría beneficiar: cuando las personas olvidan lo que hicieron en la noche y se pasan en excesos, uno puede justificar la perdida de vienes materiales —La música sigue su ritmo, el volumen no le impide a Amy entender las palabras de Scourge, las intenciones de él y de su insinuación acompañada de aprendizaje dicha en la barra con más personas alrededor—. Ya están, llevaselas y solo dile que espere 15 minutos a que asienten bien.
El erizo de pelo verde pone ambos vasos en la charola que previamente Amy ha dejado en la barra y se dispone a mirarle fijamente hasta incomodarla. Ella se da la vuelta mirando los privados, específicamente aquel de cortina lila que tiene bordado en lentejuelas con el número 3. No quiere avanzar, no sabe si hacerlo pero sus pies responden por sí solos al saber que ese es su trabajo: servir bebidas.
No llega a la cortina cuando Steel asoma su rostro y al verle, da una zancada para alcanzar ambos vasos y agradecer entre dientes con apresuración, volviendo a desaparecer detrás de esa tela que funge como puerta a la intimidad.
Ella no se siente ahora nada cómoda con la información y participación que ha obtenido.
•
•
•
•
—¿Rose?
—¡Hola! Oye eh...discúlpame —Baja su entusiasmo rápidamente, cayendo en cuenta que es tarde y que quizá no era buena idea hacer esa llamada.
Están a punto de ser las 2, no ha querido quedarse más en el club y ha salido sin cambiarse, sin guardar el uniforme y sin despedirse de nadie. Está intentando controlar sus emociones mientras anda ligeramente veloz en la acera del lado de su edificio, a unas cuantas casas ya de esa estancia..., pero más que saber de autocontrol, la chica de pelaje rosdo debe ejercer el conocer y expresar buenad y malas emociones, y sabe bien con quién hacerlo.
—...Y-yo, quizás ya es muy tarde para hablarte o estoy siendo inoportuna...
—La vida de los dos es nocturna, entonces no veo inconveniente en que me llames... pero no esperaba que lo hicieras —Carraspea su garganta y Amy no deja de jugar con su vestimenta, enrollando el pliegue de su prenda con su dedos libres mientras observa detrás de ella, no dejando que alguien le siga por el horario—, como sea, ¿Se te ofrece algo? ¿Todo bien?
—Eh, s-si, quería más que nada saber, ¿Estás ya en tu casa? No te vi en el antro y supuse que era por tu nuevo puesto pero tampoco sé si...¡ash ya! En serio discúlpame no quiero ser preguntón y metiche...—Toma aire antes de que Shadow le vuelva a interrumpir, balbuceando con descontrol—. ¿Cómo te fue hoy? ¿Estás...bien?
Un pequeño silencio se deja ir en la línea. El nudo de la garganta de la chica es denso, per el de Shadow lo es aún más. Él no esperaba esa atención, esa intensa y profunda felicidad por oír que le responde y habla con el interés que pocos tienen hacia un ajeno.
Ahora Shadow no sabe cómo responder y actuar frente a acciones que hace mucho no tenía por parte de un tercero.
—Bien...estoy bien, sí, no te preocupes. Gracias por...llamarme para saberlo.
—¿Puedo ir a tu departamento? —La interrogante es tan filosa que deja sin una contestación pronta, más si ni siquiera parece haberse detenido a oír lo que le comentó hace segundos—. Ya sé, ya sé, estoy siendo impertinente otra vez, es que hay algo que quiero contarte, necesito contártelo porque no sé...quiero contártelo a ti por ser amigo de mi trabajo y amigo en general creo que podrías oírme y tendríamos una discusión fluida, bueno no una discusión sino una charla y no como si fueras mi psicólogo yo ya sé que no lo eres osea, ¡ahhh! Tu me entiendes, ¿Verdad?
—Estás muy nerviosa, y no quiero creer que sea porque me estás haciendo una propuesta muy extraña que me resulta sospechosa —Ahora se muerde los dedos y golpea levemente la puerta del edificio al tenerla enfrente, abriendo con arrebato, como si su oración la hubiera delatado—, o no lo sé, Rose, ¿Qué deseas contarme? ¿Te pasó algo malo?
—Sí y no, es más que nada eso, pero no te lo quiero decir por teléfono, ¿Sí puedo verte? O mira si no quieres lo entiendo yo soy...
—¡No eres metiche ni indiscreta! —No termina por incriminarse cuando el vetas rojas gana y le niegue sus palabras, adivinando. Ella agacha las orejas y se queda al filo del elevador; tras el regaño el erizo prosigue con un suspiro agobiante—, Amy, ven al departamento, te espero, ¿Ok? —Ella suelta un sí y la llamada termina.
Guarda el teléfono y lleva su bolso por delante. Pica el botón del elevador, se abren las puertas y ve a la vecina de melena amarilla que ya tiene bastante bien ubicada en pijama y con una bolsa que puede creer es de basura, 《¿Quien carajos saca su basura a esta hora?》se pregunta casi molesta, y ésta sólo habla por teléfono sin prestarle mayor atención, dirigiéndose a la salida con la bolsa menearse de un lado a otro.
Quizás y ni prestó atención a su traje de casi maid oriental que trae encima, vaya ventaja.
Una vez llega al departamento del erizo, da tres toquesitos a la puerta y en seguida es abierta por el dueño que, le concede el paso y le deja cerrar con toda plenitud y confianza.
—Al menos me alegra verte no tan alterada a como te oías en el teléfono.
—Disculpame es que...me pasa últimamente que sobrecargo mi mente de información y pienso cosas que quiero decir pero luego no digo y termino diciendo otras que creo que están mal y en fin...un total revuelco mi cabezota. —Se agita de pie siguiendo al azabache, está en bata, una bastante abrumadora por el material vino tipo felpa que de tan solo mirarle le acalora.
—Eso te pasa por sobre pensar mucho tus palabras. Está bien que, posiblemente, no lo sé, en tus sesiones te estén diciendo que midas tus oraciones y lo que vayas a decir pero no se trata de hacerlo tan puntual solo, sácalo y ya —No es que su aire sea de fastidio, es que parece que él mismo está fastidiado por algo que no está diciéndole a la eriza, pero en fin, no deja que esa sensación negativa le controle por el momento—. Y hay otra cosa más... si es que me dejas decirtela, no quiero seguir sonando como si fuera tu psicólogo.
—Si, si, tú dime, no hay problema. —Canturrea tiritante, recuperando su tranquilidad.
—Deja de pensar que lo que haces o dices es incómodo para mí porque yo no te he dicho que lo sea, ¿o sí? Hay algo que hemos tenido y es comunicación asertiva, y eso nos permite entender qué nos incomoda o disgusta del otro y no te he dado ningún tipo de información relacionada a ello, asi que, en pocas palabras, no creas que me eres molesta, porque ya te lo hubiera dicho como en anteriores ocasiones pasadas, ¿Vale?
Parece estar embellecida con esa información. En parte tiene razón ¡Claro que la tiene! Jet se lo ha dicho en ocasiones: confía en ti, y trabaja en tu seguridad para no sentirte mal contigo misma y lo que hagas, pues así los demás podrán recibir toda esa proyección en la que estás trabajando y sentirse igual de bien que tú.
—No me molestan tus preguntas, ni tus acciones, ni tus comentarios ni nada, hasta que te diga lo contrario, así que siéntete libre de ser tú conmigo, porque desde nuestra última charla en el centro comercial...me siento cómodo contigo, es todo. —Parece algo avergonzado, pero ella lo está más, al punto de expresar un monosílabo tierno mirándole de pie, cerca de la cocina.
—Gracias, Shadow...creo que es lindo de tu parte que me digas eso, y también es tranquilizador para mi ansiedad social, ¿sabes? Aveces creo que le caigo mal a todo mundo —En décimas de segundo, la charla de Beky se aprecia en su psique y cuestiona de forma inevitable—. ¿A ti te importa lo que piensen los demás de ti?
La mueca que su fachada hace le representan a Amy un completo desinterés-. No, nunca le he prestado la suficiente atención como para que me afecte. Pero entiendo que tú al estar saliendo de todo esto te sientas...rara. De igual manera no tomes mis palabras como un regaño, aunque haya sonado cevero no es mi intención que parezca que te reprendo pero me...me molesta que tú sientas que me molestas.
—¿Por qué? —Es una pregunta tan inocente de Amy pero tan complicada para Shadow que, solo hace un ademán con la mano queriendo pasar del tema—. Bien, eh...rayos por donde empiezo...
—Sientate en lo que esclareces tu anécdota, te ofrezco un té. —Entra a su cocina, aunque todavía le falta ponerle más cosas, ya hay una clara organización en todo su departamento.
—Sí, gracias. Pues...primero, estuve todo el día en el antro y mientras charlaba con Beky y me enseñaba unos pasos de baile, hablamos sobre cómo llegué al trabajo —Quita el cojín de su sofá y lo pone sobre su abdomen tras sentarse y recargarse como si se recostara ligeramente-, sobre ti un poquito...—Pega sus dedos entre sí, representando un poco de vergüenza pero resulta bobo e ignorante de saber que podía omitir esa parte.
—Primero, ¿Quién es Bechi? —Lleva las tazas y las pone en el centro de su mesita—, y segundo, ¿Acaso por eso me preguntaste si me molesta lo que piensen de mí los demás? ¿Porque te has puesto a hablar mal de mi?
—Respuesta primera: es Beky, y es una leona que es bailarina y prostituta del antro; y respuesta segunda: no, de ninguna manera hablé bien o mal de ti, ella me estaba diciendo que tú eras muy antipático y así en el trabajo, cosa que en parte ya sabia.
—Yo diría que soy mamon —Regresa por la jarra y contesta desde la cocina en ese tono burlesco crudo característico—, digo, ese adjetivo "queda muy bien" para los trabajadores que no interactúan y se la pasan de poca madre en ese sitio como si eso fuera lo mejor de la vida.
—Sí, bueno...te entiendo —El vetas rojas observa su rostro, ella mira como sirve el té en la taza mientras sus hombros se agachan. Él sabe que su lenguaje corporal no miente, y su oración la llevó a sentirse desanimada—, ya me he estado dando cuenta que ese lugar es realmente...turbio.
—Cuéntame por qué, ahora sé por dónde va tu anécdota. —Y después de servirse, deja la jarra en medio de la mesita, sobre el mantel de centro, y se sienta en el sillón frente a ella, recargando su mano y la taza en el brazo de este.
Ella se remueve en el asiento adoptando una postura no tan desparpajada, más cautelosa.
—No sé si sepas del todo que estas cosas se hacen...osea quisiera creer que tu no lo haces, ¿Sabes? —Su angustia clara, la decepción de sus palabras y la mirada que Rose le concede le llevan a Shadow mostrarse más serio y cooperativo—, de primeras yo...quiero saber si me dirás la verdad con respecto a esto, si en verdad puedo confiar en ti.
—Ya has confiado mucho en mí para otras cosas. Prácticamente me dejaste entrar en tu vida y en tus traumas e inseguridades...¿Qué te llevaría a creer ahora que puedo mentirte o darte la espalda? —Se miran de manera directa con una frialdad poco clara.
Amy sabe que tiene la razón, y aunque quisiera cuestionarlo ahora, dudar un poco de él, le cuesta muchísimo.
—Cierto, para variar tienes un buen punto y, eso significa que voy a creer en ti, esperando que me respondas con la total y absoluta verdad a esto -Da un trago a su taza, saboreando y lamiendo sus labios por la resequedad que ahora tiene—. Em...¿Has drogado a tus clientas para?...ya sabes, ¿robarles? o...¿algo así?
—No, no lo he hecho y jamás haría algo así —La presión que siente en el pecho es cada vez más agobiante. Amy al oírle deja ir en un resoplido la tensión y exhala mostrando sus ojos ahora acuosos, relamiendo su labio superior una vez más—. ¿Viste a alguien hacerlo? ¿Scourge, Steel, Swing, Tiverius?
—¿Tú ya sabias entonces que hacían eso? —Sollosa con una clara culpabilidad que le duele, y que le duele al erizo de pelaje negro de una manera poco exacta al sentir su sufrimiento en su voz a punto de quebrarse. El silencio del vetas rojas habla por sí mismo y ella continua más decaída—...sí, ellos dos, Scourge y Steel lo...pe-pero...es que yo los ayudé a que lo hicieran y no sabía que, ¿lo hacían? y después me...me sentí tan mal...
No encuentra las palabras adecuadas para reconfortarla. Su voz de Amy se corta y suelta una expresión acompañada de un olisqueo y al ver que deja la taza y se refriega el rostros, Shadow se esfuerza para hablar-. No es tu culpa, no sabías...en algún momento Scourge me sugirió que alterara la bebida en los privados, ni siquiera la necesidad tan grande que tenia de dinero en esos primeros días de prueba me hizo cometer tal acto.
—No me puedo im-imaginar si eso le hicieran a mi amiga...a mi, ¿quizás eso me hicieron a mí en el...pasado? —murmura con la mirada perdida en un rincón del cuarto, notandose absorta de esas suposiciones turbias—, ¿y solo para poder tener más dinero? ¿Acaso no se dan cuenta que esos robos son peligrosos? ¿Y si se pasan de dosis o esa mierda le hace daño a la otra persona? ¿Y si ellos hacen eso para...?
—Hay muchas cosas indeseables en ese sitio —interviene en esas preguntas sin respuesta, suposiciones ansiosas que solo vienen a atormentar a la chica rosada en un momento como este—, y las razones las tendrán cada uno de ellos pero si yo no digo nada es incluso por seguridad mía, Amy, y tú deberías hacer lo mismo. Únicamente, no; aléjate de ello y enfócate a lo tuyo sin involucrarte tanto, has el esfuerzo. —Le señala de forma amistosa, viéndose interesado en su estado y brindando la sugerencia, mirando por su bienestar.
—¿Pero qué? ¿Por qué deberían hacer eso? ¡Ellos ya tienen paga y se supone que...!
—Rose, para; lamento informarte y recordarte que el mundo está podrido...—Hace una pausa notandose transido, frío. Ella vuelve a tragar grueso y baja su semblanza y cuerpo hasta recargarse en sus rodillas—, y a todos nos toca ser y tener parte de esa putrefacción.
Rose se deja ir en el sofá aún más, con una tristeza y miedo evidente, su llanto no es silencioso y tampoco quiere guardarlo tras oír aquella oración cruel. Shadow le brinda soledad, le da la espalda poniéndose de pie para ir a su recámara, quitandose la bata por un aparente calor que le ha dado. La eriza siente la ausencia del azabache y alza la cara...nota que sobre su hombro, por debajo de sus puas hay unos cuantos rasguños frescos, aparentes rasgaduras intencionales...
Rasguños que son más arañazos profundos y con una fuerza individual que le asustan.
No hay algo que le frene: se pone de pie cual resorte, yéndose casi sobre él sin que se percate, hasta que siente el erizo como la chica le soba su espalda y sujeta parte de su hombro con brusquedad. Su actuar de ambos es repentino y muy estruendoso.
—¿Qué? ¿Qué haces, Rose? —protesta intentando girarse, pero el agarre de la chica es tan pesado que él se espera a que la rosada baje la tensión.
—¿Quién te hizo esto? ¿Ocurrió a donde fuiste?
—Son solo rasguños, no tienen mayor relevancia...—Con un tono más amigable, Shadow baja levemente la mano de la chica de su cuerpo, al tenerla entre sus dedos nota como ella está temblando y respirando de una forma muy agitada—, ¿te sientes bien? Estás temblando y...
—Ya no quiero que vayas a esos lugares -suplica mirándole a los ojos, con la misma melancolía sufrida con la que está viviendo esa madrugada de todo lo que se le ha presentado—, por favor...no quiero que te pase algo, no quiero que sigas exponiendote así porque...
Yo no quiero que te pase algo malo, no quiero.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top