Isabell era una niña de ocho años, no tenía hermanos así que sus padres la consentían mucho. Le regalaron muchos peluches hasta llegar al punto de que llenó las paredes de su cuarto, pero ella quería el unicornio de peluche que tenia su amiga Lana aunque sabia que era el único peluche que tenia por su situación económica.

La casa de Isabell era de dos pisos, aunque la planta alta solo tuviera algunos cuartos para huéspedes y un baño.

Isabell ya había tratado de convencer a Lana de que le diera su unicornio pero ésta siempre le decía que significaba mucho para ella y que no podía regalarlo por más que quisiera, pero Isabell no se quiso dar por vencida así que pensó en invitar a su "amiga" a su casa una última vez, se dijo a ella misma que si no se lo daba se iba a olvidar de ese estupido unicornio que le gustaba tanto y conformarse con los montones de peluches que tenía.

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