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Lana estaba en la casa de su amiga jugando con sus peluches cuando Isabell habló.

-Si me das tu unicornio puedes tomar todos los peluches que quieras.

-Ya te dije que no puedo. Es el único recuerdo de mi abuela.

-Puedes venir a verlo cuando quieras.

-No Isa, pero puedo venir para que juegues con él.

-Bueno.- Dijo disimulando su enojo.

Cuando Lana se fue, Isabell empezó a patear, aventar y decirles a todos sus peluches que no eran lo suficientemente buenos, que no valían, y que nunca llegarían a ser mejores o siquiera parecerse a un unicornio, y cosas así pues ella pensaba que los peluches no tenían vida. Pensaba.

Cuando se calmó un poco se fue a dormir. De repente oyó un golpe. Se había caído un peluche que de mala gana lo volvió a acomodar en su lugar. Se dio la vuelta para volver a dormir pero escuchó otro golpe. Giró para ver al mismo peluche tirado. Encendió la luz, tomó al animalito de felpa por la cabeza y lo amenazó con que si se movía de su lugar, lo iba a clavar para que ya no se moviera.

Apenas había dejado al peluche en su lugar cuando escuchó que otro se había caído detrás de ella, después oyó a otros dos, y de la nada sintió un pequeño peso en su hombro derecho, también lo sintió en su brazo izquierdo, después en una pierna, no reaccionó hasta que se dio cuenta de que eran sus peluches. Y cuál no fue su horror cuando los vio moverse en su dirección.

De algún modo logró empujar a los peluches y correr hacia la salida. Abrió rápidamente la puerta y salió corriendo al cuarto de sus padres, que al llegar no estaban ahí, así que corrió a la cocina, pero lo único que encontró fue una nota:

Tu padre y yo hemos salido a una reunión. Regresamos en la mañana. Si tienes hambre hay comida en la estufa, solo caliéntala.

~Besos mamá y papá.

Isabell hizo bola el pedazo de papel y lo aventó. Corrió a la puerta más cercana, sin embargo cuando trató de abrirla estaba con llave.

Media hora atrás

-Cariño, ya te dije que no le va a pasar nada.

-¿Pero y si alguien entra?

-No va a entrar nadie, aparte ella ya está dormida.

-Esta bien. ¿Traes las llaves?

-Las tienes en tu bolsa.

-Ah, cierto. Solo cerraré la puerta.

-Bien.

Regreso con Isabell

Como vio que la puerta no se abría, fue hacia las habitaciones de arriba. Subía las escaleras tratando de no caerse y zafándose de los peluches. Llegó como pudo a un cuarto, abrió una ventana y empezó a bajar por una cortina medio rota. Faltaban un par de metros cuando decidió voltear hacia arriba. En eso, vio cómo se asomaba una pequeña cabeza afelpada y empezaba a jalar la cortina de vuelta hacia arriba. Isabell desesperada por miedo a volver a ese lugar sin pensarlo dos veces rompió lo que quedaba de cortina y al caer quedó inconsciente.

Isabell despertó en su cama, su cabeza le dolía mientras trataba de recordar lo que había pasado. Pensó en los peluches, pero al verlos acomodados asumió que sólo había tenido una pesadilla.

Se levantó, fue al baño para lavarse la cara pero cuando se vio al espejo, lo único que vio fue una muñeca...

-FIN-

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Junio/28/2018

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