Capítulo 15: "No soy cómo tú- Primera parte"
Sonic recorría las carreteras algo distraído, no lo suficiente para provocar un accidente, pero si lo suficiente para no darse cuenta que no cambiaba de carretera desde hace minutos y no poseía una dirección concreta.
<<¿Debería darle tal archivo a Shadow?, ¿Qué tanto puedo confiar en Tails? Está vez... ¿Puedo confiar en él?>> Sí bien frente a él dijo que no le importaba nada más que su propia seguridad... Algo muy íntimo sentía con aquel androide copia suya, ¿El sentido de hermandad? ¿El sentido de saberse no el "único" de su especie? No, él no es como él, lo sabe sin tener que remontar tanto en sus propios tabúes, sabe él bien quién es y ese ser, por muy replicado que sea nunca será el original, no...
Mejor olvidarlo, se detiene torpemente tratando de controlar sus propios peligros, no quiere recordar, no debe hacerlo, no si quiere conservar su cordura... ¿Por qué ese científico loco simplemente no aceptó su destino? ¿Por qué jugar a ser un Dios? No quiere morir, pero tampoco quiere vivir así, y mucho menos quiere que ese ser copia suya tenga un destino aún peor que el suyo.
Shadow no tenía idea de estos pensamientos, su vida ya era lo suficientemente difícil de procesar, viviría así eternamente hasta ver morir a su amado, o... ¿Podría amar a alguien más? ¿Un androide se puede permitir tal cambio? Tantas preguntas lo inundaban diariamente, a veces sentía que se volvería loco de tanto pensar, todo era más sencillo antes de saber tantas cosas, pero también agradecía saber, el saber es una arma de doble filo, filo que se propuso soportar como protagonista perfecto de un drama novelistico "hay que galán tan trágico, esperó a su amado hasta el final, aún cuando la muerte los separaría para siempre sin posibilidad de reunirse" algo así, porque, se supone que los seres biológicos tienen alma y él, una construcción casi perfecta en similitud por mucho que piense, sienta, no tiene alma, se dice que el alma es el verdadero ser, la identidad incorporea de todos los seres vivos, sí, él no tiene alma, aún si mueriese sólo bastará con hacer otro igual a él, no habrá ninguna paradoja, ninguna diferencia física, e incluso tal vez ese nuevo "él" pueda seguir sus mismos pasos y la diferencia será apenas algo.
-Rouge, te buscan.- El jefe llamaba a su empleada desde la puerta de la cocina, la murciélago terminaba de ponerse su uniforme para comenzar su jornada laboral en aquel bar, asintió con la cabeza esperando que su jefe desapareciera tras la puerta.
Respiró profundo, sabía quién era, y sabía que quería.
Salió a recibir entonces a quien le buscaba, la salamandra de siempre, Cloud The Fantasy, el tipo esperaba en la barra impaciente.
-¿No podría simplemente mandarme mensaje él mismo? ¿No se cansa señor Tha Fantasy ser el recadero? Que yo sepa, esto es más peligroso.
-Seré breve, está noche también quiere verte, pasará el chófer en el mismo lugar que ayer.
La salamandra se fue sin más.
-¿Cómo termine siendo esto? Vas de mal en peor Rouge, de mal en peor.
-Investigue el tema del bar, se que habla con una mesera unos segundos y se va, ella debe ser la amante.
Sally Acorn estaba casi segura, pero no podía atacar sin no estar segura o quedaría en ridículo, aprovechaba que su antiguo rival en la moda estaba en el set de grabación junto con ella para trazar un nuevo plan.
-No quiero parecer la loca que cree que la engañan, necesito que tú enfrentes a esa mesera y los encuentres infragantes.
Silver simplemente asintió, su cabeza estaba algo confundida, sentía una culpa inmensa de ser tan indiferente con aquel androide, él también se había convencido que aquel androide es tan ser vivo como él.
—¿Si me estás escuchando?
_Si, si, quieres que la enfrente... Pero ¿Cómo?
—Quiero que la sigas, olvídate de los demás y has ese trabajo, te prometo que si descubro la verdad y me libras de un matrimonio lleno de mentiras siempre te estaré agradecida y veré por ti en el ámbito laboral.
—Realmente sabes que dinero no necesito...
—Lo sé, pero este favor, sabré agradecertelo muy bien.
—Gracias.
—Aunque... Te veo muy distraído, ¿Hay problemas familiares? ¿No me digas que ahora también piensas que tu marido puede estarte engañando? Aunque eso no es nuevo de ti...—Lo último lo soltó en un susurro.
—No es él... Realmente... Son tonterías...—No iba abrirse con ella, no es cómo que ahora fueran muy amigos, sus emociones estaban confusas dónde decir lo que le pasaba era más seguro que se interpretara como otra tontería suya, mejor resumir todo en esa palabra.
—Ah... —Suspiró— Si es así, no hay nada qué hacer. Bien, la siguiente escena me toca, así que con permiso.
Sally Acorn se perdió entre el equipo de producción, se le veía muy profesional, muy dedicada, muy feliz a pesar de lo que se supone pasaba por un tormentoso instinto de cuernuda, sin embargo él, ciertamente estaba feliz de empezar de nuevo su vida pública, no le iba mal, comenzaba a agarrarle la onda pero, pero siempre había un pero, y ese pero, era Shadow, desde hace unas buenas semanas su vida ahora era pensar en sus problemas de relación con una hojalata, vaya, su marido a de estar contento, ya no lo molesta tanto, pero eso no significa que no lo necesite.
Caía en cuenta que desde que dejó de buscarle apenas y sabía de su marido, ¿Estaba bien él con eso? ¿No se le hacía raro que no lo estuviera acosando? ¿Acaso... No le importaba? Mephiles apenas y llamaba sólo para decirle que un chófer pasaba por él y listo, su vida se había resumido en eso, y no preguntaba cómo estaba su día ni una escena de celos de ¡¡¿Quién te vio con esos paños tan delgados?!!, Antes era así, era una tortura trabajar porque el erizo controlador se la pasaba monitoreando cada prenda que usaba, cada sonrisa que dirigía a algún admirador y su frase favorita era "Si ese fulano te intenta conquistar, lo mato" —jajajajaja— rio en sus adentros soltando una pequeña lágrima de nostalgia, ¡ahora podía andar incluso semi desnudo y con una confesión tremendamente directa por parte de un robot y el otro ni en cuenta! <<Cuánto desearía que Shadow fueses tú... Que me amaras como él dice amarme>> realmente su deseo, no se iba a cumplir.
La noche llegó, hacía un buen clima perfecto para una cita en una velada llena de riesgos y adrenalina, Mephiles se sentía vivo, único y especial, había conocido a la chica más única con la que se había topado, una murciélago sexy pero misteriosa, una murciélago madura y centrada en su mundo, una mujer que no necesitaba promesas ni palabras bonitas, ella era lo suficientemente libre como para obstigarlo, así es, buscaba esa libertad, no cadenas, ella no le encadenaba en una obligación, eran dos espíritus libres dispuestos a amarse como quisiesen, viendo el mundo de manera diferente, su forma de ser lo atraía bastante, se sentía en una conexión perfecta con ella una que jamás sintió; anteriormente, Silver era ese ser especial, sentía una conexión impresionante pero, Rouge era mejor, se estaba enamorando perdidamente de ella que, ahora caía en cuenta que debía hacer algo al respecto, enfrentar a quien por muchas señales que le dé no ha Sido capaz de darse cuenta, no quería ser él quien rompiera, no quería ser el malo, ¡Vaya maldito! Cobarde y traicionero, si por él fuera "respetaría su relación a menos que Silver pidiera el divorcio"
Eso Rouge lo sabía, de nuevo volvía a ser ignorada por su pareja, antes, aquel Equidna rojo le ofreció el mundo pero no sus sentimientos, algo así como Silver, al pobre erizo que le tenía pena, Silver tiene riquezas y todo, pero el corazón de su esposo se haya en otra parte, Mephiles ahora le ama a ella, y se siente peor que una cualquiera, está enamorada pero, Mephiles, se niega a soltar, erizo indeciso, erizo que por mucho que la ame ignora su sentir, ¿Hasta cuándo va a soportar esta situación? Ser la otra y vivir en la oscuridad.
—Esta noche quiero ir por toda la carretera manejando y luego ir a un bar a tomar y bailar, amanecer juntos entre la naturaleza y ver las estrellas sabes, vivir esa adrenalina contigo me haría muy feliz.
Mephiles le susurraba a su amante al oído, ella sonreía pero con cierta tristeza.
—Claro, me parece bien.
Un beso selló sus planes, y ante toda esa evidencia por fin alguien los había descubierto, seguramente, la persona menos indicada.
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